Partida Rol por web

Barcelona Nocturno

Capítulo 1: Puesta de largo

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16/02/2018, 22:03
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Barcelona, 22 de Enero de 2018

La noche era fría, se había pasado el día lloviendo y una fina película de agua contaminada cubría el suelo bajo los pies de los viandantes. Hace años, antes de la crisis, esos charcos solo serían eso, agua sucia bajo las pisadas de la ajetreada Barcelona, sin embargo ahora...

...ahora solo quedaban unos pocos que se atrevieran a pisar fuera durante la noche, malhechores, prostitutas y proscritos la mayoría de ellos... el resto de la población, la... denominada gente normal prefería permanecer refugiada en sus domicilios, lejos de la posibilidad de quedar congelados en cualquier rincón.

Quizás, en unos años, Barcelona volvería a ser lo que fue, las calles volverían a estar abarrotadas de gente a todas horas, no solo de borrachos, putas y carteristas que habían convertido la ciudad en su imperio nocturno... pero no ahora, en la hora del lobo, solamente unos pocos se atrevían a caminar por la calle, y ni siquiera todos ellos eran humanos.

En plenas Ramblas, un evento importante se preparaba. Algo largo tiempo sabido, y que a muchos les parecía innecesario, pero el protocolo, incluso ahora, era algo muy importante para los interesados en este evento. Más que algo necesario, era una demostración de fuerza, una forma de humillar a sus competidores, una manera de dejar claro que, a pesar de todo, nada había cambiado, y que Montoya seguía reinando y disponiendo el destino de la ciudad. Todos debían acudir, y así se había dispuesto.

Un mensajero se presentó en el refugio de cada uno de vosotros, con una misiva. El sobre, lacrado con un sello que debía de tener varios siglos de antigüedad, mostraba delicados motivos dibujados, y la carta en su interior, de un exquisito papel beige, decía, con letra cursiva escrita a mano, lo siguiente:

Por la presente, se le invita a participar con regocijo en la celebración de la enésima victoria de Montoya así como a la puesta de largo de la Sangre Nueva que pasará a formar parte de nuestra estirpe.

El evento tendrá lugar la noche del veintidós de Enero del año dos mil dieciocho en el Teatre Liceu de Barcelona. Rogamos traigan sus mejores galas, y que disfruten de ello tanto como nosotros.

Atte. Pere Matamoros, Vara Negra.

Pd: Absténganse de llevar cualquier utensilio que pudiera ser utilizado para dañar a otros, tampoco móviles o sistemas de grabación análogos, ni los criados, adopten la forma que sea, serán permitidos. Se trata de un evento bajo el augurio del Príncipe, y bajo su mirada toda disputa entre los asistentes deberá esperar otro momento.

Siguiendo el consejo del sentido común, os dirigís al Eliseo de la ciudad a primera hora de la noche. Causar una buena impresión en el Príncipe Regente sería un paso crucial para muchos, y esa noche había que competir por ser el pavo que más llamara la atención.

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16/02/2018, 22:11
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Vuestros pasos os conducen hasta la puerta del teatro, tras una verja enarbolada en puntas muy cuidada. En la puerta, una joven de no más de veinte años guarda el sitio, sentada y con cara de aburrimiento, mientras un hombre pelirrojo que debe aventajarla en no menos de diez años y cuyo largo abrigo no alcanza a ocultar los  pantalones y botas de corte militar que viste, la observa de pie con una media sonrisa cargada de condescendencia:

Ánimo, ya están todos, solo faltan los nuevos por llegar y podrás volver dentro para seguir aburriéndote en el interior - le suelta con sorna mientras gesticula con una mano en el aire. Algo de sus facciones, en su forma de moverse y actuar denota una superioridad, podríamos decir moral, sobre su acompañante. Casi como si él estuviera orgulloso de estar donde está, y ella, que lo mira dubitativa e insegura, no lo tuviera tan claro -. Bueno todos... - corrige el pelirrojo - ...todos menos esos! - escupe con asco que no se esfuerza en disimular.

Cielos, desearía TANTO que no tuviera que tener lugar toda esta parafernalia... la mera idea de lo que va a pasar me revuelve las tripas - repone la muchacha, desganada.

Eso contando con que siguieran moviéndose... Cuánto duraron los anteriores abrazados desde que los soltaran al mar - sigue con sorna el hombre.

Demasiado poco... - conviene la chica apesadumbrada, diríase que demasiado afectada, como si tuviera la obligación de compartir el cruel destino que había guiado el fin de aquellos neonatos. 

Rápidamente el pelirrojo compone una postura casi militar. Nuevos invitados se aproximan.

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18/02/2018, 21:24
Carlos Moracho
Sólo para el director

Había recibido el mensaje y desde entonces había estado nervioso,

-Esto es como unas oposiciones pero en vampiros...La polla!

Me visto algo formal, pero sin volverme loco, me preocupan más otras cosas que el ir guapo.
Por ejemplo llevar un número par de prendas.

-Calcetín, calcetín, gayumbos, camiseta, jersey "de los domingos" y pantalones chinos, seis y dos zapatillas,
ocho. Prefecto.
Abrigo... Mierda... Otra cosa! Inna camiseta interior? No no que me la tengo que quitar luego con el abrigo y es un lío, ah no no, para, una bufanda, si, eso perfecto, porque me lo quito con el abrigo y ya sigo bien...
Bien!

Notas de juego

Creo que voy a hacerte bastantes post privados de pensamientos con mis movidas del TOC.
Tampoco quiero anunciarlo con letras de neón al resto, que vayan viendo por dónde voy.

Te parece?

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18/02/2018, 21:11
María Pellicer
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Un "hombre" se habia presentado al edificio abandonado dónde María, además de la compañia ocasional de ratas, murciélagos y palomas, vivía completamente sola, había abierto la carta con mano temblorosa, más ansiosa que emocionada, detestaba desde sus dias como humana los actos protocolarios, se habia desafanado de su ceremonia de titulación cuando estaba en la carrera, había faltado a la boda de varias de sus mejores amistades ( algo que en la actualidad le pesaba), y un sinfín más de situaciones relacionadas con el hecho de tener que cumplir una patente, pero sabía que de esta era prácticamente imposible saltarse.

La noche para María habia traido un nuevo "amanecer", la noche del 22 de Enero del año 2018, la mujer se habia puesto un largo vestido negro, con holanes de encaje, manga larga y hombros al descubierto, bastante viejo y gastado, y era obvio que había sido parte de alguna de las obras de teatro en las que María habia trabajado "en vida". El vestido lucía deslavado, y ligeramente sucio y raido de los bordes de la falda, pero era de los mejores que María aun conservaba, tomó a James entre sus manos y lo colocó en una pila de escombro frente a ella, la rata la observó con curiosidad y María le susurró. -Si, este vestido lo usé cuando interpreté a Angustias en " La casa de Bernarda Alba".-

-Cuida a tus hermanos y hermanas, y dile al señor Franco, que deje de ensuciar mi cama cuando pasa volando, es un murciélago muy descuidado e intransigente.- María se recordó en sus años de infancia viendo la pelicula "Blanca Nieves" con todos sus animales sirviéndole de compañía, solo que a falta de venados,ardillas, conejitos y zorrillos, María tenia ratas, palomas, murciélagos, y una lechuza que aveces se pasaba por el edificio abandonado.

Salió con rumbo a dónde era la cita, en su cabeza rememorando como solo hacia unas noches, habia observado desde las sombras a personas celebrando el año nuevo, se lleno de nostalgia, mientras sus zapatos calzados con botines de cuero cafe, igual o más desgastados que su anticuado vestido, chapoteaban alegremente en los charcos de agua puerca, mientras María avanzaba en silencio, sintiendo como las sombras de la calle, la envolvían para mantenerla en oculto, la llamada presencia invisible, como la llamaba su Sire, del que aun no estaba cien por ciento segura de conocer " a fondo".

Tras varios minutos, llegó por fin al llamado Teatro Liceu, siempre habia querido actuar en el, recordó que según la mascarada, dentro del Elyseum no estaba permitido el uso de disciplinas, por lo que su aparición detrás de un costado de las paredes del Liceu, fué tan súbita que hubiese parecido que había sido escupida de la nada.

Escuchó la breve conversación que un hombre y una mujer joven tenían en la entrada del teatro barcelonés, y se apróximo con un andar sereno y tranquilo, aunque por un momento el ademán de escupir con asco que el hombre hizo, la llevó a pensar que estaba dedicado a ella.

El enmarañado y ensortijado cabello de color castaño claro, se agitó al viento nocturno, María se detuvo a escasos metros de distancia del hombre y la mujer, dónde las luces de entrada hicieron visible la piel llena de cicatrices, de un tono cenizo,y con marcas de quemaduras, y tras hacer una ligera reverencia inclinando sus rodillas y bajando el rostro, habló con aquella voz susurrante y rasposa, producida por unas cuerdas vocales que antaño habian quedado hechas puré.

-Esperemos que la suerte, sea diferente esta noche entonces...Buenas noches vuestras mercedes.- se dirigió la nosferatu con cortesía y amabilidad en sus palabras, con un acento que denotaba totalmente, no ser perteneciente a la estirpe ibérica.

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18/02/2018, 22:18
Marina
Sólo para el director

Marina siempre había encontrado la lluvia triste, melancólica y un auténtico fastidio. Entendía que por ella se había forjado la expresión "aguafiestas". Pero desde su nueva condición, la lluvia había ascendido a lo más alto en un ascensor de cristal para convertirse en sinónimo de paz y dinero.

Las personas constantemente tenían deseos, impulsos consumistas y caprichos a los que daba flojera resistirse pero todavía daba más pereza salir a buscar la tontada demandada por su aburrimiento, y ahí entraba ella. Su móvil no dejaba de vibrar en esas noches de manta y sofá pero ese viernes el fuerte estaba tranquilo gracias al atraco de Navidad y Reyes. La crisis había dado una vuelta más a la trueca del garrote vil con el que sostenía a la clase baja que se creía media.

Así pues, Marina había pasado la tarde frente a las puertas del balcón, sentada con las piernas cruzadas en su taburete de dibujo, trazando las lineas del edificio de enfrente. Sola. Desgracia y a la vez afortunadamente sola.

Tina odiaba mojarse y puesto que no había ni rastro de su paso por el piso, Marina presupuso que seguiría metida en la cama, desde las ocho de la mañana, zampando palomitas y devorando alguna serie escrita por algún cínico británico.

Mejor —pensó añorada de su amiga al tiempo que inconscientemente la punta de su lengua fue a buscar sus labios saboreando el recuerdo de la última vez que había probado su sangre—.

No hacia tanto de aquello. Tan solo el día que había estado durmiendo y el paseo de casa de los Àlvarez Pineda.

Eres una mierda de persona —se dijo y la tensión de su consciencia la llevó a presionar el lápiz más de lo debido sobre el papel con el tedioso resultado de quedarse sin punta—.

Suspiró acumulando negatividad cuando alguien llamó a la puerta y su pecho se contrajo como si todavía tuviera corazón. Esperaba que no fuera Marina pero más esperaba que no fuera Raúl.

Clavó el lápiz en su pelo y se acercó a la puerta, que abrió con la curiosidad por directora.

Le sorprendió recibir aquella carta, y se sintió extraña estando al otro lado de su trabajo y por ello ofreció propina al mensajero y le dio las gracias. Antes de abrir el sobre cerró con llave y pasó los dos cerrojos de la puerta.

Serán estúpidos —musitó al entender de quién venía aquello—. Hay que joderse —criticó el menosprecio al poder del papel al terminar de leer—. ¿Qué se supone que tengo que hacer con esto? ¿lo llevo? ¿lo dejo para que cualquiera lo vea? ¿lo quemo? —un escalofrío recorrió su espalda con esa idea que cortó por completo sus ideas. Dobló el escrito y lo metió en el bolsillo interior de su chaqueta.

No tardó en vestirse, no le faltaban más que las botas y la chaqueta que acababa de coger. Tampoco se molestó en maquillarse, ella era como era, especialmente una noche con humedad.

Se acercó a su dibujo inacabado y estuvo dos largos minutos mirando el móvil que descansaba a su lado sobre la mesa de cristal. No sabía que hacer con él, dejarlo la llenaría de ansiedad, llevarlo parecía haber quedado terminantemente prohibido por la carta "vintage".

¡A la mierda! —espetó agarrándolo en un gesto rápido para guardarlo en el bolsillo de la chaqueta. Después guardó llaves y dinero, desenredó el lápiz de su pelo y lo dejó en el mueble de la entrada no fuera a herir sensibilidades de antiguos con la piel muy fina y muchas horas de entrenamiento en joder a bebés.

Al salir, cerró la puerta y golpeó con su nudillo en el marco de la misma dos veces para recordar que había cerrado. Bajó las escaleras casi surfeándolas y desató su bicicleta del hiero forjado con el que cerraban los contadores bajo la escalera, enredó el candado en el triángulo y salió pitando hacía el Liceu.

Frenó a una manzana en cuanto vio un parking de bicicletas, pasaba de ir persiguiendo a los urbanos aburridos que no tenían mejor cosa que hacer que romper pitones porqué una bicicleta molestaba atada a una farola en una acera de ¿qué? ¿Diez metros?

El resto del camino lo hizo andando.

Justo antes de llegar, Marina pudo ver a una mujer vestida cual viuda decimonónica acercarse a las puertas del edificio al que ella se dirigía con paso ligero que frenó en seco.

Durante unos segundos dudó de sí era real o no lo que tenía delante de los ojos pero asumió que sí lo era cuando habló a los otros dos.

Esperó en mitad de la calle, dedicándose primero una mirada a sí misma, su ropa era muy distinta: tejanos y botas negras, camiseta blanca, chupa negra y ningún rizo en el pelo. Tal vez, podría haberse dado cinco minutos para pintarse los ojos...

Se encogió de hombros y retomó el paso llevando las manos al pelo para empezar a trenzarlo sobre un hombro.

Notas de juego

Este mensaje iba a dejarlo solo al director y hacer público solo la última parte. Pero al no poder marcar destinatarios a lo mejor prefieres que juegue sin partes secretas. Tampoco me ha quedado claro si puedo llegar al estar María.

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18/02/2018, 22:35
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Como por ensalmo, una monstruosa aparición hace acto de presencia excesivamente cerca de la pareja de custodios provocando que el pelirrojo dé un paso atrás adoptando una clara posición de defensa mientras que su joven acompañante chilla horrorizada a la par que salta de su silla y busca, desesperada, protección en un rincón del habitáculo que ocupa y busca, con ojos desorbitados, una posible vía de huída.

La visión, una grotesca muñeca de rostro deforme y piel quemada, recubierta de ampollas y cicatrices producto de las elevadas temperaturas, realiza una paradójica reverencia que acompaña de unas educadas palabras en las que, a parte de revelar una voz acaso tan contrahecha como quien la emite, también aflora el exótico origen de su propietaria; sin duda algún rincón de América del Sur o Centroamérica.

Esperemos que la suerte, sea diferente esta noche entonces...Buenas noches vuestras mercedes.

TuPutaMadre! - masculla el pelirrojo - A vosotros nadie os ha enseñado a no espiar al prójimo! - amonesta mientras arrebata violentamente el sobre de las manos de la monstruosa interlocutora y examina su contenido con desconfianza evidente.

A su lado, la muchacha que lo acompaña en sus tareas, trata de recuperar la compostura con la respiración agitada y los nervios a flor de piel, evidenciando que, o bien está demasiado viva para los invitados que se esperan, o tal vez simula estarlo perfectamente.
Sea como sea, y tratando de evitar en todo momento mirar al aberrante engendro que tienen al lado, la muchacha reagrupa los papeles caídos ante la horripilante aparición.

...María Pellicer... - concluye el militar tras comprobar, demasiado minuciosamente, todos los detalles del sobre, el sello y su contenido y contrastar, de una afligida ojeada, que el nombre del destinatario del sobre casa con uno de los que obra en la lista que la muchacha tiene ante sus narices - ...me temo que está todo correcto... - conviene resignado -. Puede usted pasar - le devuelve el sobre, con su valioso contenido, a la muñeca rota, acompañando el gesto de una formal inclinación que a nadie escapa que hace más como obligatoria norma de cortesía que por una muestra de respeto que realmente sienta.

Tras tan inusual y accidentado acceso, los guardianes tratan de rehacerse de tan monstruosa aparición, evidentemente disgustados ante tan sorpresiva aparición.

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18/02/2018, 22:44
Marina
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Justo antes de llegar, Marina pudo ver a una mujer vestida cual viuda decimonónica acercarse a las puertas del edificio al que ella se dirigía con paso ligero que frenó en seco.

Durante unos segundos dudó de si era real o no lo que tenía delante de los ojos pero asumió que sí lo era cuando habló a los otros dos y la muchacha reaccionó a ella como si hubiese visto al fantasma de la Opera.

Esperó en mitad de la calle, dedicándose primero una mirada a sí misma, su ropa era muy distinta: tejanos y botas negras, camiseta blanca, chupa negra y ningún rizo en el pelo. Tal vez, podría haberse dado cinco minutos para pintarse los ojos...

Se encogió de hombros al imaginar que tampoco iba tan mal como para hacer saltar a la joven del asiento, así que retomó el paso llevando las manos al pelo para empezar a trenzarlo sobre un hombro.

- Buenas noches - saludó al llegar sacando la carta de un bolsillo y el móvil del otro prácticamente a la vez-.

Entregó la carta al hombre y sonrió a la joven acercándole su teléfono - ¿te lo puedo dejar a ti? -rogó apretando ya el botón de apagado deseando un sí de los labios de esa chica que todavía parecía entender la lluvia como los humanos. 

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18/02/2018, 22:59
Montserrat Sanahuja i Tort
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Todavía no recuperados del susto inicial, una nueva invitada comparece ante los custodios, entregando el sobre al pelirrojo y su teléfono móvil a la chica de la entrada.

¿te lo puedo dejar a ti?

Eeeeem... si... - accede al ver que el militar tiene entre sus dedos una carta de las características adecuadas...

Déjame a mi! - ordena repentinamente una mujer joven y atractiva, de largo pelo moreno y ojos también oscuros. Aparenta poco más de veinte años y viste un exquisito traje de corte masculino que le sienta estupendamente. Como había hecho el pelirrojo con la primera de las invitadas, la recién aparecida arrebata la carta de las manos del guardián pero ni siquiera se toma la molestia de examinar su contenido sino que la devuelve sin dudarlo a su propietaria.

Marina, supongo - afirma con rotunda seguridad, esbozando un par de besos que ni siquiera llegan a rozar a la invitada -. Soy Montserrat Sanahuja, Directora de Protocolo, digamos que la encargada de que todo esto funcione como es debido - asegura dedicando una estricta mirada al pelirrojo y su joven acompañante -. Vamos... - Sanahuja toma del brazo a la invitada, impostando una confianza y amistad sorprendentes habida cuenta las circunstancias.  Toma un número que la joven vigilante le da como resguardo de la taquilla con el móvil y se lo entrega a Marina a quien se ocupa de introducir en el teatro - Dentro arden en deseos por conocerte... - y recalca ese término, ese curioso verbo con lujuriosa satisfacción, como si ella sí pudiera permitirse el lujo de pronunciarlo; un placer solo reservado a unos pocos.

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18/02/2018, 23:17
María Pellicer
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María alzó una ceja en un gesto de evidente indignación ante la reacción de aquellos dos vampiros, y sus palabras "Mi madre era una santa, igualado",  pensó la mujer tras escuchar la primera parte, habia extendido con un movimiento delicado la invitación, al momento en que fué arrancada de sus manos, y las siguientes palabras, hicieron que María se enderezase cuan alta era, mostrando las llagas que se mezclaban con cicatrices y piel escamosa de su cuello. -Lo siento...no estaba espíando, mi sire dice que no se debe romper la mascarada, asi que he usado la presencia invisible para venir aquí discretamente...además también me ha recomendado que en el Liceu está prohibido el uso de disciplinas, por ello me he retirado la ofuscación apenas estuve aquí, así es María Pellicer...a sus servicios.- respondió María en un tono, que al igual que la reverencia por protocolo que el hombre vestido de militar le habia hecho, la mexicana lo habia dicho como una norma de cortesía más.

La conversación se vió interrumpida entonces por la llegada de una chica, María la miró de reojo, de piel blanca y cabello castaño, vestía bastante normal, dichosos aquellos que tienen para costearse un guardarropa apropiado. María se dió media vuelta para quedar de frente a ella, y contemplarla atravez de sus ojos verde olivo, la única parte del cuerpo de María que no tenía nada de abominable, acto seguido la presencia de otra mujer vestida con un elegante traje de varón se presentó también hablando con familiaridad, a la chica de nombre Marina... La vampira les hizo una reverencia como la habia hecho con los dos anfitriones previos -Buenas noches a su merced también- terminó, y tras dedicarle una sonrisa a los presentes, se levantó el andrajoso y antiguo vestido, dejando visible sus botas para tener libre caminar, y se adelantó al interior del teatro. -Con el permiso de vuestras mercedes. Que su noche sea provechosa.- la mujer avanzó con aire timido y cauteloso,sin detenerse al hablar, mientras la silueta de la rata de cloaca se perdía al entrar en el interior del teatro.

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19/02/2018, 01:05
Dianna Ledesma
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Desde que salió del letargo aquella fría noche, Dianna estuvo preparándose para el evento al que debía asistir. No dudó en tomar un relajante baño mientras escuchaba música clásica, tratando de imaginar cómo sería aquella celebración. Desde que llegó la invitación había estado preocupándose por buscar las mejores galas ya que tenía intención de brillar aquella noche y hacer sentir orgullosa a su Sire.

Una vez terminó su baño comenzó con su ritual de acicalamiento. Primero se maquilló dando importancia en resaltar sus ojos verde oliva, acompañándolo de una barra de labios rojo carmesí. Después se peinó la melena pelirroja para hacerse unos cuantos rizos, dándole una apariencia aún más elegante. Por último se colocó el vestido que había comprado en espacial para esta ocasión, uno largo con un gran escote en la espalda, todo de color rojo. 

Cuando estuvo preparada salió de su refugio bolso en mano y pidió un taxi para llegar hasta el Teatre Liceu. Una vez llegó a su destino bajó de forma sotisficada y se acercó hasta los guardias del lugar. Por el breve camino había visto ya a un par de vástagos entrar, pero no les había prestado la más mínima atención. Una vez llegó a la altura del hombre militar, sacó de su bolso la invitación y se la entregó con una sonrisa bastante segura de sí misma.

Buenas noches, soy Dianna Ledesma. - Dicho aquello con un tono agradable, procedió a abrir de nuevo su pequeño bolso de diseño para mostrar que solo portaba un pequeño frasco de perfume, su barra de labios, un espejo para poder retocarse y su teléfono móvil. Sacó esto último sosteniéndolo con dos dedos y se quedó mirando a ambos.- ¿A quién debo entregárselo? - La verdad era que no le apasionaba la idea de dejar su móvil fuera, pero sabía que eran las reglas.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Perdón, pero la tirada de antes la hice sin querer al darle donde no era u.u En vez de darle en oculto fue en especialidad

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19/02/2018, 02:37
Estel Riva
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Estel se encontraba en un improvisado refugio al recibir la notificación, o eso pensaba ella. Roderic, su sire, se había encargado de pagar la cómoda estancia de su chiquilla en el Hotel España, una pequeña joya del modernismo catalán al lado de Las Ramblas, el Gran Teatre del Liceu, el mercado de La Boquería y el Barrio Gótico. Tras comprobar el sello y el mensaje, la vampiresa comprendió inmediatamente el verdadero motivo de su estancia en el hotel, pero, sobre todo, lo que estaba pretendiendo su sire al haberle ofrecido la comodidad de aquella envidiable habitación. En ese momento sintió que todo estaba siendo demasiado apresurado, hasta el punto de verse forzada y sin salida. En una situación así, la joven vampiresa tuvo que resignarse a aceptar lo que se esperaba de ella, reprimiendo sus miedos e inseguridades.

Noches más tarde, en aquella misma habitación, Estel recibió un paquete de su sire. En el interior de la caja de paquetería urgente se encontraban otras cajas mucho más elegantes. Lo que en principio parecían presentes que agasajarían a cualquier dama, para Estel, los regalos de las cajas no eran más que otro añadido que la hacía sentirse presionada para acudir a la cita en el Liceu. Dentro de la caja de paquetería se encontraba una pequeña nota. Decía: "No temas, todo saldrá bien, te encontraré en el Liceu. Roderic."

La noche del 22 Estel se sintió en una situación que la sobrepasaba, un mes atrás ella era una mujer felizmente casada, estaba viva y para ella el vampirismo no era otra cosa que una figura literaria pasada de moda. Ahora estaba realmente jodida, casi no se acababa de creer que ella fuese un muerto viviente, mucho menos que sintiese mariposas en el estómago por la idea de reencontrarse con el encantador y siniestro monstruo que le había arrebatado la vida. Ella, en el fondo era consciente de que todo lo que le había ocurrido era una crueldad y sospechaba que la cita en el Liceu era el primer capítulo de la pesadilla. Apenas había asimilado la existencia de Roderic y parecía una imprudente locura mezclarse con otros seres sobrenaturales.

Definitivamente la vampiresa no tenía cuerpo para asistir a la cita, sin embargo, se vistió con el vestido rojo de tul que le había regalado Roderic. Lo más curioso es que el ser que le había arrebatado la vida sabía combinar un vestido de ese color con el calzado, el bolero y el bolso del conjunto. Aquello daba pistas a la vampiresa de lo retorcido que podía llegar a ser su sire. Aún así, ardía en deseos por volver a verle, probablemente de no ser por el magnetismo personal del vampiro Estel hubiese encontrado alguna excusa para no asistir al Liceu.

Después de rematar el maquillaje y un elegante y sencillo recogido en forma de moño bajo la vampiresa se armó de determinación para acudir a la cita del Liceu. De camino bajó a recepción para dejar la llave del hotel al recepcionista, el tipo parecía agradable y servicial, pero ella seguía tratándolo con cara de póquer y no se prestaba a darle conversación pese a su amable sonrisa.

-¿Necesita que le pida un taxi?- Preguntó el empleado espontáneamente al ver a la vampiresa acercarse al umbral de la entrada del hotel.

-No, no es necesario. Buenas noches.- Respondió Estel de forma educada pero sin entusiasmo, después abandonó el hotel esquivando charcos.

Una vez en la entrada del Liceu vió a los que parecían los porteros del evento, se colocó tras una mujer pelirroja esperando su turno con una actitud seria, tímida y casi cabizbaja. Al verla sacar el mensaje sellado comprendió que había olvidado su propia invitación.

-"No, no, no... ¿Cómo he podido olvidar algo así?"- Pensó avergonzada, sintiendo la mirada de los porteros encima de ella.

Sonrió con cierta fatiga a los presentes y se dispuso a marcharse con prisa por el mismo lugar por el que había venido, sin ni siquiera decir palabra, barajando la idea de que aquello fuese una estúpida e inoportuna señal del destino.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Ese es el vestido.

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19/02/2018, 02:59
Gaudencio Sanz
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El zumbido característico -y casi inaudible- de un coche eléctrico se detuvo a las puertas del Gran Teatro del Liceo. Por suerte había un hueco libre ante él, cosa que aprovechó para colocarlo casi a la entrada. El negro mate resaltaba el porte majestuoso del deportivo, un Tesla modelo S de reciente adquisición, que llamaba la atención no sólo por su deliciosa forma sino también por su exclusividad
Se abrió la puerta

Un varón de avanzada edad (unos setenta y pocos), pelo cano y barba exquisitamente recortada descendió del vehículo. Cerró la puerta y se abotonó la chaqueta. Vestía un traje slim fit negro de corte moderno, diseñado por Hugo Boss, que remarcaba su figura y le daba un toque de sobria elegancia. Se colocó las mangas y apretó el botón de cierre automático del coche. Como era lógico había dejado el móvil en la guantera, pues era consciente del peligro que suponía desobedecer a un Príncipe. Los zapatos Doucal a juego resonaron con la misma firmeza que sus pasos sobre el húmedo suelo de piedra

-Buenas noches -acotó, observando a los dos guardianes y esbozando una media sonrisa, al tiempo que extendía la mano con el sobre y la invitación que había recibido

Los otros cainitas, con los que Gaudencio no había coincido en la puerta, ya estaban en el interior. Sin embargo sí parecía acudir a la cita al mismo tiempo que otra invitada. Al tiempo que se comprobaba la validez de su invitación el aragonés sonrió de nuevo, agachando la cabeza y extendiendo la palma de su mano sobre el pecho, en un mudo saludo. Apreció a través de los cristales de sus gafas cómo la ciudad ganaba enteros

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19/02/2018, 14:49
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Uno de los acostumbrados taxis negros y amarillos que revolotean como avispas cabreadas por toda la ciudad, detiene su marcha frente al Liceu y, de su interior, desembarca la grácil figura de Dianna Ledesma, incomparablemente enfundada en un exclusivo vestido rojo que insinúa más de lo que esconde.

Todo se produce a un ritmo adecuado, sosegado, como si alguien hubiera puesto al mundo a cámara lenta para dotar a los pasos de la recién llegada de la elegancia precisa que solo unos pocos privilegiados atesoran.

Buenas noches, soy Dianna Ledesma ¿A quién debo entregárselo?

Sin mediar palabra, la joven acompañante del pelirrojo toma el teléfono de Dianna y lo introduce en un sobre precintado que guarda en un cajón para, a continuación, dar el oportuno resguardo a su propietaria.

...Dianna Ledesma... - musita el guardián - ... perfecto, todo en orden, puede usted pasar...

Y de esta manera, simplemente, esta hubiera sido la refulgente escenificación y puesta en escena de la bella Afrodita pelirroja, estrella indiscutida en un escenario en el que todos los focos apuntaban a ella, a su entera disposición... así habría sido... de no haber coincidido con la llegada de Estel.

Haciendo honor al significado de su nombre en catalán, estrella, como un astro en meteórica ascensión, y a pesar de llegar a pie, todo lo que hace la reportera, incluso los pasos con que grácilmente sortea los sucios charcos de Les Rambles, todo parece concebido para el goce y disfrute de la humanidad en pleno...

Por avatares de la historia, y mucho habrá que escribir acerca de tan curiosa coincidencia, como pasara con el vestido de Dianna, el de Estel también era rojo pero, en su caso, no pasaba que resultara simplemente elegante o arrebatador sino que el de la reportera lucía con un misterioso brillo interior, irradiaba una voluptuosidad tal, que parecía concebido para pasar a los anales de la historia de la sensualidad femenina como el baño de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi, el guante de Gilda o el torbellino arrebatador producido por el metro de New York bajo el vestido de Marilyn Monroe...

Todos los focos, pues, se retiran de Dianna, condenada a un segundo plano ante la fulgurante llegada de Estel. Incluso el pelirrojo custodio, diríase que bastante habituado a tales demostraciones vampíricas, parece arrebatado por la celestial aparición que, en modo alguno puede dejar escapar.

Sonrió con cierta fatiga a los presentes y se dispuso a marcharse con prisa por el mismo lugar por el que había venido, sin ni siquiera decir palabra, barajando la idea de que aquello fuese una estúpida e inoportuna señal del destino.

Estel Riva, imagino... - la pícara sonrisa del pelirrojo, acompañada por una penetrante mirada cargada de intención no deja lugar a dudas acerca de que eso, la identidad de la recién llegada, no es lo único que el militar imagina de la reportera - ...ya me ha dicho Roderic que estaba usted invitada, Señora Riva - inclina la cabeza cortésmente.

En cualquier caso, las palabras del guardián quiebran el hilo de los pensamientos de Estel - ... pero no se quedé aquí afuera, hágame usted el favor, hace un tiempo de mil demonios - como colofón que siega de raíz las dudas que todavía pudiera albergar la periodista y que el guardián se encarga de certificar haciéndose a un lado e implorando, gestualmente, el oportuno ingreso al Teatro de Estel.

Ni siquiera se percata que, con ese simple gesto, vuelve a autorizar el acceso de la olvidada y defenestrada Dianna, condenada a acceder junto a un astro que brilla infinitamente más que ella misma.

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Coincidiendo con el ingreso al Teatro de las dos musas de rojo, un exclusivo deportivo de color negro mate del que desciende Gaudencio Sanz que, con la firmeza que imprime su posición recorre los escasos metros que lo separan del acceso al Teatro.

Buenas noches

Con aire monótono y rutinario, probablemente todavía impresionado por la llegada de Estel, el pelirrojo supervisa mecánicamente la invitación antes de devolverla a su propietario:

...Gaudencio Sanz... - musita - ...todo en orden - informa -. Puede usted pasar - autoriza con un leve ladeo de cabeza.

Gaudencio alcanza a las dos mujeres que lo han precedido en la entrada para ingresar junto a las mismas, abandonando a los custodios en una ligera discusión:

Ni siquiera le has pedido la invitación! - reprocha la joven.
A una mujer como esta no se la molesta con chorradas! - replica el pelirrojo - ...o no has visto a la Sanahuja con la amiga de Montoya??? - explica -. Solo sé que esta, Estel Riva, va a causar sensación entre las arpías del Liceu... - reflexiona amargamente - ...espero que no acaben con ella demasiado pronto... la envidia es una cosa muy mala entre las serpientes de palacio... - cavila compungido justo antes de recuperar su rictus militar, nuevos invitados se acercaban al Liceu en esa noche tan especial.

Notas de juego

Lo siento, Dianna, hay buenas tiradas y las hay superlativas... no podía ignorar los resultados... so sorry :_(

Que pase el siguiente! ;)

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19/02/2018, 15:20
Carlos Moracho
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Salgo de casa ya preparado para la gran cita esta de vampiros.
Bien vestido pero sin volverme loco, confío más en mi carisma que en ropas pijas, aún así me he plantado el jersey bueno y unos chinos, debajo del abrigo azul marino de tela... No sé cómo se llama está tela, es como un poco impermeable pero sin ser "plastiquera" bueno, ni pijo ni cungo, normal. Eso sí, con zapatillas, no soy de zapatos.
Y una bufanda, aunque ya no sufro mucho de frío, son fechas de bufanda.

Dicho y hecho, bajo a la calle y camino un poco hasta la avenida más ancha con esperanza de poder pillar un taxi, que es lo mejor estas noches, llamaría, pero como no se puede llevar teléfono...

-Me tendré que pillar uno de estos de abuelo sin cámara, porque eso es un lío.
¿Aún habrá sin cámara?

Si el taxi lleva mampara mejor, que protege al taxista del pasajero y viceversa.

Una vez llego a las inmediaciones del teatro le digo al taxista que me deje un par de calles más cerca, eso que me ahorro y eso de discreto que soy.

-La mascarada y eso, hay que tener cuidado.

Me acerco andando al teatro y veo a los dos "porteros" e incluso diría que hay movimiento.
Me acerco como quien va a pillar droga, un poco como quien no quiere la cosa, pero allá que voy.

-Ehhh, hola, que estoy invitado...

Dejo caer, más a la mujer trajeada que al maromo pelirrojo.

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19/02/2018, 15:23
Carlos Moracho
Sólo para el director

Hay que reconocer que la noche promete, de momento el taxi con matrícula par, elegido, he parado cuando el taxímetro marcaba un precio par y ha dado justos los pasos para acabar junto a los porteros en número par.

-Todo eso lo he conseguido yo, pero DOS porteros... En eso no tengo mano y aún así sale bien!

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19/02/2018, 16:11
Cargando pj

Ehhh, hola, que estoy invitado...

Estás invitado... - repite escépticamente el pelirrojo mientras recorre de arriba a abajo el informal atuendo de Carlos Moracho: Un tipo normal, diríase que demasiado convencional como para "estar invitado" a un acontecimiento como ese -. Pues déjame ver tu invitación... - ...colgado. Escupe el militar sin atisbo alguno de condescendencia, al parecer listo para echar de patitas a la calle al molesto recién llegado.

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19/02/2018, 18:43
Carlos Moracho
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Cómo no, el tipo duro no me mira con buenos ojos.

-Empezamos bien...

Saco la invitación del bolsillo del abrigo y se le ofrezco con un poco de canguelo.

Una vez un gorila de una disco me dió un pedazo de puñetazo de morirse en la tripa porque si.

-A ver si al final yo no pinto nada aquí, o voy a ser el "pringaillo" o me ha invitado Edgar a mala hostia, con lo bordecito que es no me extrañaría...

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19/02/2018, 19:46
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Ahora nos entendemos! - ruge el custodio arrancando de las manos del invitado el valioso sobre que entrega, sin ni siquiera mirar su contenido, a la joven que permanece sentada a su lado.

Mientras la chica supervisa minuciosamente tanto el sello lacrado como los relieves de la hoja manuscrita, el militar se mantiene en postura amenazante: Gruñendo con la mandíbula bien apretada a escasos centímetros de la nariz de Carlos.

Carlos Moracho - concluye la chica -. Todo en orden.

El pelirrojo relaja su postura en sarcástica sonrisa - Ya ve. "Carlos Moracho". Todo en orden. Puede usted pasar - concluye haciéndose a un costado con el que franquea la entrada al recién llegado, pero manteniendo, en todo momento, su perturbadora presencia demasiado cerca del paso del nuevo invitado.

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19/02/2018, 19:51
Carlos Moracho
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Me retiro un poco de la intimidadora presencia del militar.

-No me gusta este tío.

-Gracias.

Digo en un susurro mientras paso de costado junto al tipo ese.

-Lo primero saber dónde nos estamos metiendo, en Roma lo de los Romanos...

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19/02/2018, 22:15
Eraser
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Tuvo suerte al encontrar una estación de Bicing que todavía contara con alguna de sus bicicletas disponibles y más todavía que la bici que al azar le otorgó el sistema tuviera tanto frenos como pedales en perfecto estado. Que encima hubiera conseguido tal hazaña en el delictivo barrio de La Mina, famoso por la creatividad que sus habitantes demostraban en allanar, substraer y atracar, ya lo elevaba a la categoría de suertudo de la semana. La noche, pese a todo, empezaba bien.

Eraser ajustó el sillín y se montó en la bicicleta, no sin antes echarle un último vistazo a la invitación que hacía un par de noches había recibido. -"Las mejores galas, nada de utensilios que dañen, nada de móviles, nada de criados…"- En resumen: nada de nada. Al Nosferatu le daba una pereza superlativa tener que asistir a aquella reunión que organizaba el Príncipe Montoya. No porque no se permitiera llevar “utensilios que dañen”, de hecho una medida así era de agradecer; pero lo de asistir sin móviles, sin acompañantes y con ropa “de arreglar” le incomodaba. Aborrecía los eventos de etiqueta de tal magnitud, pero no porque le molestara ver a gente limpia y sonriente comportándose según el protocolo, sino porque no se permitiera todo lo contrario. Porque no se permitiera, a fin de cuentas, que cada uno hiciera lo que le diera la gana.

Aún así, el joven decidió pasar por el aro y aquella noche, como excepción, se había puesto calzoncillos nuevos. Un pequeño sacrificio que tenía que hacer para tener la fiesta en paz con su sire. Por lo demás, su ropa era la de siempre: tejanos, zapatillas deportivas, camiseta de algodón y, en esta ocasión, debido a que, por querer trasladarse en bicicleta, permanecería ante ojos humanos demasiado tiempo, se había enfundado un pesado abrigo que le cubría su peculiar aspecto. Todo más o menos limpio.

Tardó más de media hora en llegar a Las Ramblas. Aparcó la bicicleta y acabó de realizar el trayecto que le separaba del Liceu a pie. Se sentía extraño al no llevar el móvil encima, pero debía seguir las reglas (por lo menos aquella noche).  Antes de salir de casa, barajó la posibilidad de confiar en el servicio de guardarropía del teatro y, junto al abrigo, dejar allí su teléfono, pero lo que guardaba en aquel aparato era demasiado valioso para que lo custodiaran desconocidos. Así que optó por salir a la calle incomunicado.

"Esta noche no te queda otra que socializar, Eraser."

Sin descubrir por completo su rostro, el Nosferatu se aproximó a la puerta principal y se puso a la cola. Cuando le tocó su turno, siguiendo el patrón que sus antecesores en la fila habían reproducido, sacó la invitación con la intención de enseñársela al portero. En ese instante, una caprichosa ráfaga de aire arrebató el papel de las manos de Eraser y voló unos metros atrás hasta depositar su peso en medio de un gran charco de agua más negra que el carbón.

"¡Hostia puta!"

Inmediatamente, abochornado por lo que acababa de ocurrir, se giró y a grandes zancadas se dirigió al charco, donde retomó el papel y lo estrujó para quitarle el excedente de agua.  Una sonrisa, para Eraser tímida y para el resto del mundo perturbadora, asomó por detrás del amplio cuello del abrigo cuando le volvió a entregar la invitación al portero.

"Disculpa. Aquí... tienes."

Notas de juego

Nota: Para nada pienso que toda la población de La Mina sea una panda de delincuentes. Estamos en un mundo oscuro y siniestro y así me ha apetecido exagerar el carácter de ese barrio. Y dicho esto… ¡Viva La Mina!