Partida Rol por web

@Eraser ...Corre el rumor de que alguien muy cabreado con algún asistente a la fiesta ha mezclado la sangre de las copas con una partida contaminada de salmonela...

El tipo de la copa no pierde la sonrisa, entre condescendiente y divertida, que dedica a su contertulio; alza la copa y la apura de un trago: - Brindemos, pues, por los rumores infundados! - sentencia guiñándole el ojo al Nosferatu y regresando con su anterior corrillo.

Lo odio, con cada pincelada de Montserrat me siento más muerta, menos yo y más de plástico. He aprendido por las malas que en este mundo de monstruos hay que mentir pero mentirnos entre nosotros, sobre nosotros mismos, es una absurda tradición. Pero supongo que contra las tradiciones no se puede luchar, nunca se ha podido.

Y por supuesto tiene que echar mano a mi pelo, y por supuesto para dejarlo tan liso como el suyo, no lo necesitaba ni me gusta pero a ella se la ve contenta así que es como debo ir.

Me gusta, sin embargo, lo que le estoy dando. Me gusta haber pasado a formar parte de su obra para que la noche sea perfecta, me siento escudada por sus manos, sé que ahora cualquier desprecio hacia mí, es un desprecio hacia su gusto. Sé también que acabo de firmar ser su muñeca pero nunca he tenido mucha palabra.

Mientras sus pensamientos corrían de un lado a otro, Marina sonrió a su reflejo y a través de él a Montserrat. Se veía como una niña vestida de adulta pero con el pintalabios bien puesto.

– Tienes razón – reconoció sin ninguna vergüenza—. No es la primera vez que los confundo, el nombre de Dalí me resulta mucho más familiar pero su trabajo no me interesa lo más mínimo– omitió su opinión, no le pareció oportuno comentarlo en voz alta, Tina siempre lo decía "si quieres que nadie lo sepa: no lo hagas"–. Pero la obra de Gaudí... –cerró los ojos un instante con un suspiro de enamorada perdido en un corazón ausente y al volver a abrirlos odió una vez más su imagen y se giró hacia Montserrat— Es increíble que estén aquí –sonrió con franqueza a la vez que intentaba calcular su edad—.

Se puso en pie cuando su escultora le dio el vistobueno y debido a su actitud anterior con lo de arreglarla evitó darle las gracias ni aquellas que le salían por educación. Prefirió ponerle actitud al atuendo.

—Eres realmente buena. La organización, el protocolo... ¿siempre ha sido lo tuyo?

Compruebo, por su reacción, que no solo tengo enfrente de mí un hombre necio y repulsivo; he tenido la “suerte” de atraer a un auténtico subnormal. Tampoco su advertencia sobre Montoya revela nada insospechado, por no hablar del apunte sobre los errores. Tengo ante mí a un tarado que solo me sería útil para desatar mi rabia, y en verdad he de contar hasta diez para contenerme y no abrirle las tripas con mis garras. Miro de nuevo más allá de su presencia para relajarme. He sido descubierta y quizá deba cambiar de táctica. Reconozco al sire de la gitana hablando con el encapuchado. Por la expresión de sus caras, parece una conversación tensa que el Nosferatu resuelve sin preocupación aparente. Entre tanto, Estel se ha acercado a un pequeño grupo que parece disertar sobre la pintura de Velázquez. Uno de los hombres tiene un asombroso parecido con Dalí, parecido por supuesto trabajado, y por un momento pienso que podríamos estar en el Prado o en un museo de arte moderno. Pero estoy aquí, delante de un deficiente mental al que no encuentro utilidad. Considero usarlo como percha y dejarle mi capa en el brazo, pero tampoco es cuestión de humillar así una prenda de Saint Laurent. Sin embargo, ese pensamiento me da una idea para escapar.

Le doy las gracias por su advertencia, digo, con una cortesía de la que no tenía constancia que tan bien pudiera simular, pero ahora debe excusarme, sigo, casi a punto de reír, voy a dejar mi abrigo.

Con gran alivio, salgo de nuevo a la antesala. Encuentro también aquí a un buen número de individuos, criados de los vampiros en su mayoría, supongo, atareados con las copas de las que jamás se me ocurriría beber. Me acerco al guardarropa y entrego mi capa a una chica de semblante triste, como ausente. Me produce cierta pena. No es difícil imaginar la razón de tal estado. Mientras me atiende, veo al fin lo que parece ser una salida de emergencia. Es una pesada puerta de metal con un candado, apenas un contratiempo para mí. Veo también al hombre de la entrada. Me dedica una vez más el gesto lascivo de antes, al que respondo comprobando el estado del recogido alto de mi cabello. Vuelvo así, con el vestido rojo de Germaine, ajustado y delicadamente bordado por encima de la cintura, vaporoso y amplio por debajo, como de novia, no tan largo, al baile de los vampiros, con la intención de completar el trío de las gracias, de competir con ellas si fuera necesario, segura de mi belleza salvaje, dispuesta a jugar con cartas diferentes.

El abuelo se abre y nos deja a los hombres y la dama, que por lo que parece es más bien seca. Bailo un poco cambiando el peso entre mis dos pies, desde luego parezco incomodo, incluso parece que voy a decir algo pero me contengo, miro al techo, a otros grupos, a cualquier lado excepto a mis dos contertulios.
Finalmente la muchacha tambien se marcha. Murmullo un

-Hasta luego.

Y me quedo en donde estaba junto a Edgard, al parecer mucho más tranquilo pese a las insinuaciones del hombre que tengo delante.

-¿De que va esto? Quiero decir, que me parece bien que haya algo de vida social, pero por lo que dices esto parece más un exámen que otra cosa, aunque algunos de los presentes sean los profesores...

En realidad Edgar tiene sus maneras, y me da un poco de miedo, aunque tal vez es mejor él, que irradia el peligro, que los otros que andan por aqui, que seguro no son angelitos tampoco. Y a su manera ya nos ha dado un par de pistas sobre que hacer y que no.

-De momento paciencia y no cagarla.

Estel - Roderic besa el dorso de la mano de su Chiquilla - estás simplemente espectacular, radiante - admite tomándola del brazo e iniciando un lento paseo circular que, a nadie escapa, tiene la clara intención de exhibir su recién adquirida propiedad.

El simple cumplido de Roderic desbarató la larga batería de reproches que la vampiresa había preparado durante las dos últimas semanas. Durante los primeros segundos del encuentro con su sire se mostró distante, casi como si esperase una disculpa. -Gracias.- Respondió.

Estas últimas semanas te he tenido algo... abandonada - admite -. Es algo imperdonable pero había diversas cuestiones que debía solventar.

En el momento que la excusa llegó Estel se mostró mucho más comprensiva. -Está bien, entiendo que tengas tus asuntos y que para un vampiro dos semanas pasen en un abrir y cerrar de ojos.- Comentó mientras caminaba con Roderic aceptando lo que para ella era una excusa del vampiro, pues no le había dado demasiados detalles.

Cuándo va a permitir que estas manos inmortalicen su belleza sobre el frío lienzo??? - implora. 

-Oh... ehm... en el momento que usted quiera.- Respondió con una agradable sonrisa y con un evidente desconcierto. Aquel tipo se parecía demasiado a Salvador Dalí, Estel había retenido en su mente aquel característico bigote desde sus años en el instituto, momento en el que estudió el surrealismo y a Dalí como su máximo representante.

-¡Dios mío! ¿Será posible? ¡Salvador Dalí no estaba muerto, es un condenado vampiro! Ésto es demencial...- Pensó sin quitar ojo de las puntas de su bigote. Después se fijó en aquel óleo. Estel miró el cuadro con atención, tratando de descubrir lo que había sugerido sobre el Cristo derrumbado aquel tipo. 

-¿Sabéis? No soy una experta en arte, es más, creo que soy una ignorante en éstos temas, pero siempre he encontrado el arte barroco como uno de los estilos artísticos más complejos. No sé que obra es ésta pero agita todos mis sentidos. Sentido del movimiento, contrastes de luces y sombras, intensa espiritualidad... Es una maravilla. Aunque personalmente no me entusiasman los temas del dogma católico.- Comentó mientras analizaba la obra.

-¿Es el alma la que mueve al mundo me ha parecido oír hace un momento?... -Comentó para volver a mirar al tipo que se parecía a Dalí. -¿Qué quiere decir eso exactamente?- Preguntó con notable interés esperando una respuesta sincera que la hiciese reflexionar.

María se habia sentado en el frío suelo, contemplando a los presentes, escuchando, viendo como se desenvolvian, su mirada pasó de la chica de aspecto rudo que ahora llevaba un genial vestido rojo, al de la vampira radiante asediada por esos dos varones, y que ahora se encontraba hablando con...¿Dalí?, realmente era ¿Dalí?. "Dalí es un vampiro?, que coños!!, desde cuando Dalí es un vampiro, y porque carajos no ayudó a Lorca cuando pudo!!..pues claro, porque los vampiros solo ayudan a alguien cuando les presupone un beneficio".

Tenía el mentón recargado sobre sus rodillas, abrazándose como una pequeña asustada y regañada, cuando entonces el otro nosferatu se aproximó a ella, María sintió como si su corazón diera un brinco, bueno, si es que su corazón latiera, obviamente, se llevó una mano preocupada al pecho, mientras se ponía rápidamente de pie, se acomodaba el vestido de viuda, y se enderezaba los rizos castaños y enmarañados, no sabia si para verse presentable, o por si venía a recriminarle la mirada compasiva que le habia dedicado.

-Hola, te has portado con mucha sensatez...te...te admiro.- no se necesitaba ser muy inteligente para darse cuenta que aquella voz susurrante y gastada, era su voz original, en el incendio que habia destruido el teatro, Maria habia gritado con tal fuerza por auxilio, que sus cuerdas vocales quedaron destrozadas, y el abrazo no fué muy generoso con ella, para volverselas a " arreglar".

Entonces María se deshizo unos momentos de su actitud de damisela sumisa y acongojada, para encarar el de una dama de abolengo, se enderezó cuan alta era, y extendió su mano hacia la de la otra rata, para saludarlo, mientras hacia una ligera inclinación al frente con su cabeza, y exclamaba en un tono de voz artístico y honorable. -Bienvenido a esta humilde esquina ensombrecida. Me llamo María Pellicer, actríz dramática retirada, y estudiosa diletante, del comportamiento animal, en las especies más...aberrantes.- había puesto especial esfuerzo en hacer que su voz sonara más fuerte de lo normal y con enfásis en esa última frase, mientras volteaba sin el menor reparo a dedicarles una mirada desdeñosa al grupo de vampiros que se habian mofado de ella y el otro nosferatu. María se quedó un momento en silencio, contemplando la faz de su "hermano" de clan, pues si, tal cual lo habia dicho, comparado con su aspecto, este podría ser un nosferatu bastante guapo, además las bocas grandes, siempre resultan más...juguetonas.

Luego María abandonó el personaje importante, y regresó a un tono casual. -Toma con un grano de sal lo que ese hombre te ha dicho, escuché gran parte de su conversación, si algo he aprendido, es que todos aquí se mueven aparentemente por su dichosa tradición de la mascarada, y una de las reglas dice que los chiquillos son responsabilidad del sire, lo que hagamos, será responsabilidad de el, se las ha dado de listillo, y el muy idiota ha osado contradecir una de las tradiciones, los chiquillos no se deben responsabilizar por los actos del sire...aunque...si estos vástagos se las gastan como se las gastan los politicos en México, no me sorprendería que trastocaran sus propias leyes cuando les conviene para beneficiar a unos y joderse a los otros.- comentó educadamente María, sin dejar de mirar a los ojos al otro nosferatu, se sentía a gusto de tener a alguien con quien hablar, y por muy malas que las cosas pintaran para ellos, (pues en el fondo, ni siquiera estaba al cien segura de lo que habia dicho, pero sentía que diciendolo en voz alta, probablemente le daría más valor y se sentiría menos aterrada de lo que en realidad estaba) se sentía protegida con aquel otro vástago a su lado, y quería que al menos por un rato, si no lo volvia a ver, el otro nosferatu también se sintiera cobijado con la presencia de la vampiresa.

-Encantadora fiesta, no sé que grupo me ha resultado el más "depredador", el de esos dos guapetones intentando su menage a trois con la hermosa princesa del vestido escarlata, el del anciano, o el del hombre con cara de que está a punto de apuñalarte y que platica tan animadamente con el muchachito de cabello chino...ah y claro está, la que se ha ido con la mujer vestida como hombre, la chica ruda que ahora viste de rojo, porque es el color de temporada, o el de la otra chicuela, que fue "auto-ofuscada" por la presencia de la Greta Garbo de rojo- terminó la mujer poniendo una sonrisa divertida y mirando a los presentes.

El vampiro se encaminó hacia la otra rata, mientras, a sus espaldas, el troll de la fiesta se mofaba, copa en alto, de su intento de tomadura de pelo. Tanto en vida como en no vida, Eraser no había tenido por costumbre vengarse de sus acosadores. La experiencia le había hecho ver a esos patanes abusones como seres acomplejados muy por debajo de él y lo máximo que podía sentir por ellos era lástima. No obstante, aquel tipo le había dado fuerte con una verdad que dolía: el resto de clan, su familia, le había dejado en la estacada. Aquello le hacía sentir profundamente estúpido y con ganas de pagarlo con alguien. Quizás el otro Nosferatu de la fiesta sabía algo, así que hablaría con ella.

"¡Cabronazo!"

El vampiro cruzó el hall principal del teatro, haciéndose paso entre los asistentes que, al verlo, no dudaban en apartarse con cara de reprobación. A unos metros, en un rincón y sentada en el suelo, encontró a la mujer que buscaba que, al acto, se incorporó y se presentó. Era horrenda, como él, y eso hizo que el ambiente se distendiera, aunque su vestuario le dejó algo perplejo y le hizo sospechar, que quizás, además de fea, estaba loca. Después de escucharla hablar y dar un análisis minucioso a la vez que despiadado de todos los asistentes a la fiesta, pensó en considerarla sorprendente y únicamente algo excéntrica.

"¡Uau! No se te escapa ni una. ¡Menuda zorra estás hecha!"

El Nosferatu se mostró impresionado por la retahíla de calificativos que la Nosferatu de nombre María tenía para todos los allí presentes y no pudo contener la risa con algunos de ellos. Los ojos del vampiro parecieron hacerse más grandes, con cierto atisbo de admiración en ellos, e inició su presentación.

"Buenas, yo me llamo Eraser. Bienvenida al recreo del instituto. Sabía de tu existencia, pero por lo visto los pasillos de las cloacas son lo suficientemente numerosos para no coincidir en ellos."

El vampiro se aproximó a la mujer para darle los protocolarios dos besos de presentación que marca la tradición en aquella parte del mundo. Cuando lo hubo hecho, la miró y, ante su comentario sobre las palabras hirientes del tipo de la copa, entornó los ojos.

"Intuyo por tus palabras que tú tampoco tenías ni idea del desplante. Y sí, vale. Tienes razón. Los responsables no somos nosotros. Pero eso no hace que deje de sentirme como un cretino. El resto nos podrían haber dicho que no tenían pensado asistir a la fiesta de la señorita Pepis. Se supone que la familia está para confiar en ella, ¿no?"

La rata giró la cara y buscó con la mirada al tipo que le acababa de tomar el pelo que, en ese preciso momento, reía a carcajadas, suspendido en un halo de banalidad y enfrascado en una acalorada conversación con alguien, en apariencia, igual de insufrible que él.

"Y encima, tengo que aguantar que el gilipollas de allí sea el encargado de vacilarme en mi puta cara e informarme de lo que los nuestros han decidido hacer a nuestras espaldas. Indignante."

Entonces, de repente, algo pareció encajar en el celebro del Nosferatu. Tras unas décimas de segundo en silencio, después de recordar las primeras palabras de María, las de su presentación, entornó los ojos, malicioso, y la comisura de su enorme boca se torció.

"Eh... María. Sé que nos acabamos de conocer y que quizás esto suene un poco extraño, pero... ¿Tendrías inconveniente en demostrarme lo buena actriz que eres?"

"Peculiar nombre para una persona, pero ¿quién soy para cuestionarlo?, seguro quiere dejar su pasado atrás". Se quedó pensativa, un tanto contrariada porque aquel hombre la hubiese llamado zorra, luego intuyó que a lo mejor en la península Ibérica, Zorra tenía una connotación diferente a la que se solía usar en México para referirse a una mujer de moral distraida, y decidió tomar aquello como un cumplido y no como un insulto. Se sorprendió que la saludara de beso, si la sangre aun corriera por sus venas, se hubiera sonrojado ligeramente.

-Ya creo que son bastante amplias, yo es que he tomado un viejo edificio abandonado como refugio.- María tomó con delicadeza el brazo de Eraser, y caminó hacia atrás, hasta que la espalda de la mujer pegó con la pared, y la distancia entre aquellos dos vampiros y el resto de los asistentes se incrementó, luego lo soltó, recordando que habia gente a la que no le gustaba que las tocaran, pero debido a su antigua profesión, estaba muy acostumbrada al contacto físico.

-No, no sabía absolutamente nada de eso, ahora que lo mencionas...me pregunto acaso si nuestro sire es el mismo, yo...no es que lo viera jamás. Es decir lo ví muchas veces, y todas bajo una apariencia bien diferente, es por ello que cuando escuché a aquel bocazas soltar sus palabras, quize creer, que siendo un maestro de la ofuscación, tal vez esté aquí. Bajo una apariencia distinta, y por ende no lo he reconocido. Pero te doy la razón, de estar equivocada, se me hace horrible que nos mandaran a la boca del lobo-Se llevó las manos a su pecho en actitud suplicante.

Luego levantó una ceja con curiosidad, y le respondió en un tono de voz grandilocuente. -Este vestido lo usé cuando estrenamos La Casa de Bernarda Alba en el teatro Coliseum, fuí la primer actríz extranjera en obtener un rol principal, por supuesto que era una gran actríz.-La mirada de María se llenó de ensoñación, recordando las luces del escenario, y la ovación del público al termino de cada función, volvió a la realidad, y esta vez le dijo con un tono de voz más realista.

-¿Exactamente que estás pensando?, te recuerdo que en el interior del Liceum está prohibido utilizar disciplinas, ¿que tienes en mente?, dímelo y ya veré si puedo complacerte, porque no me gustaría jugarme mi chamuscado pellejo, ni meterme en un problema, si es que las cosas ya están de por si complicadas para nosotros...En mi país decimos "Rascarle las bolas al tigre dormido". Eso se aplica a nosotros también Eraser, dejalos que se confien, que te menosprecien, y cuando se acerquen, se van a dar cuenta que este gato,con la piel llena de costras, la boca deformada, y aspecto miserable, todavía tiene garras- la última frase, llevo impresa cierta malicia, se enroscó uno de sus rizos enmarañados en su dedo, mientrás le dedicaba una sonrisa pícara a Eraser, como dándole a entender que pese a lo que le había dicho, estaría más que encantada, en valerse de su talento para incordíar un poco, a alguno de los especímenes ahí presentes.

Las dos ratas se alejaron del bullicio y se colocaron junto a la escalinata de mármol que subía a la zona oeste de palcos, a pocos metros de la entrada al hall principal. Un flujo constante de camareros autómatas entraba al salón cargando bandejas con copas  llenas de espesa sangre, para, a los pocos minutos, regresar con ellas completamente vacías. "Por lo visto,"- pensó Eraser- "tanto darle a la lengua está dejando secos a esos desgraciados."

Más cómoda y resguardada, María empezó a hablar sobre su refugio, su Sire y su vestido. Cuando acabó, notó que el rostro del Nosferatu se contraía ligeramente, pensativo, para al acto volver a tomar su habitual tono desenfadado. Fue entonces, en el momento en que la mujer se mostraba receptiva a escuchar su propuesta, cuando este esbozó una amplia y monstruosa sonrisa.

"¡Genial! Esto va a ser un descojone."

El joven alargó una mano y agarró una de las copas llenas de sangre que transportaba uno de los camareros. Dio un trago y miró a María con una sonrisa de tiburón en los labios.

"Ten esta copa, ponte ante los morros del gilipollas que se nos acaba de mear en la cara y finge el peor dolor de estómago que hayas sufrido en tu vida... o en tu no-vida... o en... Bueno, ya me entiendes."

Eraser tomó la mano de la chica y colocó el vidrio todavía sanguinolento entre sus dedos.

"¿Qué me dices? ¿Capaz o incapaz?"

-Me indigna de sobremanera que pienses que soy un estúpido bufón o una críada, por si no te habias visto en un espejo, tú también eres un fenómeno, y además arrogante; si no te molesta voy por un trago.- le dijo de súbito María, con un rictus de molestia que no se encargó de disimular, su voz habia sonado enfadada, la mujer se levantó el gastado vestido negro, y caminó moviendo sus caderas en un gracioso contoneo de señorita del siglo XIX en bancarrota.

Se aproximó a dónde el coro de vampiros bufones se habian burlado de ellos, pues justamente un mesero se habia acercado a ellos, con una nueva ronda de copas, María no volteó a verlos, estaba susurrando un montón de palabras sueltas, con la mándibula trabada por el coraje y los puños apretados, mientras caminaba enérgicamente. -Boca de besugo...mantarraya...culebra ponzoñosa...invertebrado...barbaján...seguro era un eyaculador precóz en su otra vida...tu trae acá esa copa y deja de temblar como niña.- María movió su mano rápidamente para alcanzar la copa, y le dió un trago, deleitándose con el sabor de la sangre. Volteó a ver al corro de vampiros entre el que se encontraba el que habia increpado a Eraser y le dijo.

-Lo que sea que le dijeras a esa alimañana merecido se lo tiene...además de la moral pequeña, también debe de tener el....el...ugh.-  pero lo que fuese lo otro que Eraser tenía pequeño además de la moral, no alcanzó a decirlo. María apretó la copa en sus manos, y se la llevó a su rostro, pero no para beberla, sino para olfatearla. -...Du...duele.- la muchacha hizo una arcada, como si estuviera a punto de devolver el estómago, colocó la copa con mano temblorosa en la charola de otro mesero que atinaba a pasar por ahi,  apoyó una de sus manos en su rodilla, y se llegó la otra mano al estómago. -Aah...mi vientre...Dios, de dónde sacaron la vitae...¿del puesto de tacos de doña Tifo?.- la mujer dió un par de pasos, antes de que el "dolor de estómago", la volviera a doblar, luego volteó a ver humillada y enojada al trío de vampiros, que se habían burlado de ellos.

-Ustedes...ustedes!!, han puesto algo en esas copas!!, sabían que querríamos beber algo!!...es increible lo crueles que son!!, mi vida no fueron más que humillaciones tras humillaciones, y como si no fuera ya difícil esta nueva existencia, hay seres encarga...AAAY.- no pudo terminar su recriminación, la muchacha se dejó caer en el piso, dedicándole una mirada lastimosa a Eraser.

**Cuando el otro nosferatu se aproximó para ayudarla a levantarse, María le espetó contrariada. -No necesito tu compasión ni la de nadie en esta sala, ahora veo porque nuestro clan tie...tiene tan mala reputación.-gimoteó la pobre María adolorida y llorosa,permitió que Eraser la condujera a una zona al cubierto de la vista de todos los demás presentes, y entonces, fingiendo apoyarse en su hombro para caminar, le susurró al oido.

-¿Hale Berry?, ¿Meryl Streep?, ¿óscar a mejor actríz?...ya tendría la vitrina llena de ellos, si no tuviera el cuerpo cubierto de ampollas.-

Como admirador del arte, señor Bernat, discrepo. Si el hombre no despedaza su alma para imbuir una parte en su obra entonces no es creación, sino engaño -sonrió de medio lado. Al mismo tiempo que aquel cainita dejó vagar su mente hacia el pasado, tanto el que conocía como el que no, y concedió un poso de intangible fragilidad -pero suprema fortaleza- a los muros que aún se mantenían en pie

Envidio no haber visto este lugar tanto como quisiera, brillar y oscurecerse con el tiempo -sentenció. Sin embargo no sentía pena alguna pues para la vida, tal y como era ahora, acababa de nacer, y podrían ser centenares de teatros los que viera derruidos para volverse a levantar, o decenas los que se construyeran nuevos. Ya no estaba atado a la mortalidad, a la vejez o a la enfermedad. Y ese ambrosía divina se deslizaba por sus venas con terrible potencia

Algo, un poderoso recuerdo, ensombrece la mirada de Sanahuja al sentirse abordada por tu pregunta:

Si... - por primera vez dubitativa; se diría que habituada a dirigir lo que ocurre más allá de ella, el mero ejercicio de introspección la sume en terreno ignoto en el que parece perdida - ...se puede decir que si, de una u otra manera dirigir siempre ha sido lo mío - se afianza, progresivamente recuperada su seguridad-. Vamos, se hace tarde - apremia, guiándote nuevamente por los entresijos del Liceu de retorno a la antesala.

No es un secreto para nadie - inicia mientras camina delante tuyo, abriendo paso -. Antes - y el adverbio refiere necesariamente una etapa anterior al abrazo - era ejecutiva, de las mejores de Barcelona - añade objetiva y desapasionadamente -. Aunque si de mujeres de negocios de éxito hablamos, Fontrubí es la que se lleva la palma - concluye.

Por fin llegáis a la puerta de acceso a la antesala -. Lista? Estás espectacular, Montoya no me perdonaría que te dejara salir de no ser así - te guiña un ojo, infundiéndote la seguridad que tal vez necesitas.

La puerta lateral por la que habían desaparecido se abre facultando el regreso de Marina, inmediatamente seguida por la inseparable Sanahuja... En el caso de Marina es obvio que sigue siendo la misma, pero diferente, todo en ella parece distinto pero similar a la vez y el cambio que parece haber sido arte de magia es tan elegante y equilibrado que, de manera similar a lo que aconteciera con la entrada de Estel, los presentes en la antesala deben guardar un instante de silencio e incluso frotarse los ojos para determinar si la Marina que ahora se les presenta es la misma chica casual e incluso descuidada que conocieron hasta hacía escasos minutos.

Marina viste un largo vestido plateado, pegado al cuerpo y con un profundo escote en la espalda, zapatos también plateados a juego y un nuevo peinado que enmarca el rostro y porte con el que elegantemente se sumerge de nuevo en la marea de Seres de la noche que aquella noche se habían dado cita.

A pesar de no ser mala, y de causar la evidente preocupación de los individuos que lo acompañan, la interpretación de María no parece lograr el efecto deseado en el tipo que había increpado a Eraser.

El individuo, niega socarronamente con la cabeza y, en lugar de amonestar a María, vuelve a buscar al otro Nosferatu, al que vuelve a dedicar un brindis alzando la copa mientras tuerce una sonrisa condescendiente y alza una ceja elocuente: "De veras pretendíais esto???"

Regresa a sus otros dos acompañantes a los que parece relatar la treta urdida por las ratas; a pesar de todo, el tono con el que se lo cuenta parece causarles más gracia que enojo ya que acompañan la explicación con sonoras carcajadas y golpes en la espalda felicitándose por el intento de broma del que han sido objeto...

Como si los Nosferatu se hubieran convertido en algo así como los bufones de la corte...

Del mismo modo que se mostró satisfecho con la partida de Gaudencio, Edgard parece igualmente complacido con la de Anna, a su modo de ver demuestran tener poco carácter, ser personas volubles, incapaces de aguantar un solo asalto, una simple presión y ceden, se desmoronan bajo una impostada fachada de dignidad personal.

esto parece más un exámen que otra cosa, aunque algunos de los presentes sean los profesores...

Un examen??? - Edgard alza una ceja inquisitivo -. Si - admite - porqué no? Es una buena manera de llamarlo - confirma - al fin y al cabo qué es una fiesta o acontecimiento social sino eso? - reflexiona sin borrar de su faz la sádica sonrisa -. Un examen. Una oportunidad que la sociedad se da para poner a prueba a sus componentes. Ver de qué son capaces. Hasta donde pueden llegar - sigue -. Así que si, Carlos, has dado en el clavo: Esta fiesta es un examen - sentencia humedeciéndose los labios -. Vuestra jodida fiesta de confirmación - añade -. Y como en todo test puede haber aprobados y suspensos. Jajajajaja!!! - regresa a su risa histérica, feliz ante la perspectiva que se abre ante si.

¿Sabéis? No soy una experta en arte, es más, creo que soy una ignorante en éstos temas, pero siempre he encontrado el arte barroco como uno de los estilos artísticos más complejos. No sé que obra es ésta pero agita todos mis sentidos. Sentido del movimiento, contrastes de luces y sombras, intensa espiritualidad... Es una maravilla. Aunque personalmente no me entusiasman los temas del dogma católico ¿Es el alma la que mueve al mundo me ha parecido oír hace un momento?... ¿Qué quiere decir eso exactamente?

El supuesto pintor se agita, irremediablemente conmovido ante el sincero interés que Estel demuestra.

Hace varios aspavientos exagerados que casi parecen reverencias o circunloquios con los que trata de poner en orden el embrollo de ideas que pugnan por salir atropelladamente de sus labios:

Sepa usted - logra iniciar de un modo confuso, aturullado - que es en la modestia donde se halla una virtud sublime - pronuncia con evidente placer -. Es en esa modestia, en esa impostada atribución de la ignorancia acerca del arte donde se encuentra la excelencia y sabiduría más absoluta! - proclama exageradamente -. Sabe más usted de arte que mil Boticcelli juntos! A la vista está! - y uno no sabría decir si con ello refiere a la neonata como obra de arte en si misma o quiere simplemente decir que, a través de su interés, la Vástago demuestra una curiosidad envidiable para el mundo del arte.

La obra! - sigue -. En este Cristo contemplado por el alma cristiana tras la flagelación, Velázquez se inspira en la obra de Fray Luis de Granada, estudioso de la época en lo que a las cuestiones del anima refiere, para transmitirnos, con siglos de diferencia y a través de un trazo majestuoso, superlativo, lo que ese filósofo nos quería enseñar - muestra la pintura como evidencia de lo que dice -. Este lienzo, habitualmente expuesto en Londres, es una de las cesiones que, como muestra de cortesía diplomática, el Príncipe Mithras, a través del Primogénito Baring-Gould, nos hace para la celebración y que ha permitido que sublime una revelación brutal!!!

Otra de tantas... - apostilla con escepticismo uno de los barbudos que conforma el auditorio de Dalí que, lejos de amilanarse, prosigue su alegato con renovadas energías.

Qué somos, sino alma??? - se cuestiona retóricamente - Qué sería del mundo y del universo, sin las almas que lo componen??? - sigue -. Qué somos, los pobres Vástagos, sino desgraciadas almas corrompidas, privadas del privilegio de abandonar sus pútridos cuerpos??? - continua -. Qué es Dios, sino el hacedor y gestor de estas miles, millones de almas inmortales que pueblan el universo - dice -. De Aristóteles hasta la actualidad, los grandes pensadores, privilegiados acreedores del saber humano nos lo dicen y cuentan de su puño y letra: Aquel que gobierne las almas será Dios, o por lo menos se acercará peligrosamente a él!!! - sentencia con un amplio movimiento de manos. 

TOC TOC TOC!!!

Tres secos golpes sobre el suelo de la antesala interrumpen toda conversación que estuviera teniendo lugar y dirigen las miradas del respetable hacia el causante del toque de atención:

Un hombre entrado ya en años, se mantiene estoicamente erguido frente al acceso al patio de butacas. Viste un elegante traje de gala militar que bien parece sacado de una película de época, y porta una vara negra en su mano derecha.

Se trata de Pere Matamoros, comandante del ejército y Vara negra, consejero personal de Don Javier Montoya. Muchos eran los que lo envidiaban a pesar de ser humano, sea como fuere era un intocable.

Atraída sobre él la atención del respetable entona con voz potente, que podría haber hecho que un pelotón entero se reagrupara y cargara.

Don Javier Montoya se alegra de ver a tan ilustres personalidades reunidas para un evento tan señalado. Nuestro Señor se reunirá con ustedes en breves momentos, y les ruego vayan tomando asiento en la bancada central, en silencio y con la mayor brevedad. Muchas gracias. - dice para hacer sonar de nuevo la vara contra el suelo otras tres veces para volver a desaparecer entre bambalinas.

************************************************************************************

Alentados por la marcial requisitoria del Vara Negra, los diversos concilios y corrillos de Vástagos van moviéndose, lenta pero obedientemente hacia la zona central del patio de butacas.

A pesar que da la sensación que van ocupando sus sitios azarosamente, una lectura atenta de los lugares en los que se sitúan desvela que nada es por casualidad y que los asientos que ocupan están jerárquicamente definidos: En las primeras filas se sientan Claudi y otros individuos que podéis reconocer como los Primogénitos de los diversos Clanes; en las filas siguientes Consellers y arpías y, más allá y de un modo más distendido, se sientan otros Vástagos de menos rango a los que ocupan las primeras filas.

La sobreactuación de la Nosferatu ante el sire de la gitana me deja compuesta y sin posibilidad alguna de llamar la atención de alguien interesante, o al menos de alguien que no sea un botarate. Me pregunto qué habrán tramado el encapuchado y la vampira con la cara quemada para actuar así. Si intentaban incomodar o poner en evidencia a un vampiro con más noches de no-vida que ellos, han conseguido justo lo contrario: incomodar al resto de los neonatos y ponerse en evidencia ellos mismos con una ocurrencia histriónica que desmerece su hasta entonces admirable dignidad.

No muy lejos, el supuesto Dalí suelta un discurso que intuyo tan banal como exagerado en su expresión y sus gestos. Afortunadamente, Estel es lo bastante sagaz, si la nueva condición no afecta tal característica, algo de lo que ya empiezo a dudar, como para alabar la diarrea verbal de semejante sujeto y hacerle creer que es el vampiro más sabio, mejor parecido y más poderoso que la Estirpe ha conocido desde el mismísimo Caín.

No se me escapa tampoco la reaparición, ahora con un vestido plateado, muy elegante, de una chica que llevaba una ropa demasiado informal para el evento, y de la que, sin duda, lo que más me había llamado la atención era el hecho de que parecía acompañada, asistida y escoltada por una vampira vestida con traje de hombre, con toda probabilidad un vástago de cierta influencia y veteranía.

Con una copa de sangre en la mano, que había cogido para no quedarme de brazos cruzados en medio del teatro, para tirar su contenido sobre la cara de cualquier otro tarugo que osara importunarme o para romperla y clavar los filos de cristal también en la cara de quien tuviera la más mínima intención de burlarse, oigo, casi como un despertador para alguien que ya empieza a dormirse de aburrimiento -desde la alerta, así había cambiado mi estado en poco tiempo- unos golpes sobre el suelo. Se trata de un hombre mayor, con uniforme militar, que silencia a los invitados y anuncia con voz potente que el señor Montoya se alegra de vernos, que se reunirá pronto con nosotros y que podemos tomar asiento con discreción. Dejo la copa sobre una mesa y observo cómo muchos, si no todos, de los que presentaban ínfulas hace tan solo un rato acuden a la llamada del supremo pastor cual ganado al redil. Esta constatación me complace como nada lo había hecho hasta el momento. Espero hasta el último instante para ocupar mi sitio en la bancada, alejada del proscenio, quizá con la vana esperanza de que la próxima bufonada no haga que me sonroje si en verdad pudiera.

Como estructura jerarquizada, estuviera o no de acuerdo con ella, sabía que su lugar estaba en los últimos asientos. Y no iba bajo ningún concepto a rebelarse contra algo tan absurdo. Los verdaderos combates no se libraban en las trincheras, sino en mesas de caoba, y desconocer esa verdad intrínseca a cualquier ambición sería una negligencia. Por tanto saludó con educación a Bernat y se dispuso como todos a ocupar su sitio

Esperó paciente a que los primogénitos, arpías y demás miembros se sentaran, y después lo hizo él. Tras ellos, a la expectativa por la inminente presencia del Príncipe y absorbiendo a cada segundo más y más del complejo mecanismo de los cainitas. Se relamía, pues era su ambiente, su lucha, sus ideas, pero no era el tiempo apropiado. Y tanto como saber dónde combatir sirve el cuándo...