Partida Rol por web

El ambiente se había vuelto aún más tenso de lo que ya estaba tras la interrupción en el Liceu. Las declaraciones del hombre canoso no dejaron indiferente a Dianna, escuchando atentamente lo que estaba diciendo. No dejaba de sorprenderle que de ser así, esos dos se hubiesen presentado en la fiesta sin más, exponiéndose claramente.

Cuando escuchó a María referirse a ella en un curioso discurso de desesperación comenzó a reír con cierto encanto, caminando entre los demás Vástagos espectadores.

- Cariño, se supone que "degenerado" es el mote de los Toreador, no el mío... - Dijo en voz alta dirigiéndose hasta ella a paso firme, sin apartar la mirada de ella. Al escuchar los gritos de su compañero Nosferatu diciendo que saliese corriendo Dianna sonrió.

- María, quédate quieta - Ordenó clavando sus ojos en los de ella, poniéndose a la altura de Gaudencio y Carlos, los cuales habían decidido tirar por la diplomacia. - No te atrevas a dar ni un solo paso más...

Estaba muy convencida en sus palabras y no tenía intención de dejar escapar a aquella rata que tenía justo en frente. No sabía si era culpable o no, pero las órdenes de Montoya eran bien claras.

...cuando se movió para encarar a Montoya, Marina no se apartó de ese punto intermedio entre el frente del Príncipe y la entrada.

Montoya levanta brevemente un dedo hacia Marina, exigiendo silencio y contención, pendiente de los movimientos que acontecen en la antesala.

Sea como sea, y a pesar de la aparente gravedad de la situación, el rictus del Regente es de seguridad, como si estuviera presenciando un partido del que ya conociera el resultado pero, aún siendo así, quisiera no perderse detalle del mismo.

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Gaudencio, Dianna y Carlos dan un paso al frente, disponiéndose a buscar una solución consensuada al asunto... 

O algo parecido puesto que un examen concienzudo de los motivos que estimulan el avance de esos Neonatos revelaría su escasa nobleza.

Por supuesto! BRAVO (aplaudió sepulcralmente), genios, alguien desaparece en las alcantarillas, y se culpa a los feos no?,¿que sigue ahora, culpar a...

CRRRRRAAAAAAAAAAAAAAAACK!!!

Calla japuta!!! - masculla Alfons.

El inconfundible y malsano sonido de una estaca destrozando violentamente el esternón de la Nosferatu hasta alcanzar su corazón silencia, tal vez para siempre, la sorda perorata que la monstruosa muñeca se disponía a pregonar.

A una velocidad inconcebible, activado como un resorte tan buen punto ha recibido la orden del Regente, Alfons se mueve como un depredador hambriento, una suerte de insecto gigantesco que salta hasta una silla de la que quiebra una pata que convierte en una afilada estaca de madera.

Desde allí, ya armado, ha pegado otro brinco portentoso que lo ha catapultado hasta la horrible criatura que, horrorizada ante lo que se le venía encima, trata inútilmente de zafarse del asombroso ataque que culmina con el vetusto madero atravesando a la pestilente criatura que cae de espaldas a peso muerto, felizmente fallecida y arrancada de tan cruel existencia. Sumida, en definitiva, en un dulce letargo del que quizás sea mejor no despertar.

Mientras todo esto ocurre, Eraser inicia una ciega y desesperada carrera hacia lo que concibe que se trata de su única posibilidad para salvar el pellejo: Huir del Teatro por el mismo sitio por el que ha entrado, la regia puerta de doble hoja que se agita espasmódicamente a merced del viento desatado.

Anticipando su movimiento, dos de las Diosas carmesíes emprenden una carrera desbocada con idéntico objetivo que el planteado por el Nosferatu pero con opuesta finalidad: Cortar la huida desesperada del Vástago al que quieren dar caza.

Habida cuenta que Estel se había alejado del acceso al lugar, el replanteamiento de la situación que surge como consecuencia de la orden de Montoya la pilla algo lejos y descolocada, debe abrirse paso a codazos entre Vástagos estupefactos que contemplan lo que sucede sin que Montoya autorice su participación.

Demasiado lejos para la Toreador que queda a medio camino de su pretencioso objetivo, a un par de rápidas zancadas del acceso al lugar.

Siguiendo la estela de la atractiva Toreador, Anna también se precipita hacia la puerta pero, hallándose esta mucho más cerca del acceso, parece que va a conseguir su meta cuando, en un último y agónico esfuerzo, Eraser le gana la mano, colándose al exterior entre dos golpes que el viento propina contra las puertas y emergiendo victorioso al exterior, ávido del frío aire que lo azota sin piedad y que golpea su monstruoso rostro con gotas de agua proyectadas por el viento y que parecen clavarse como agujas en su entumecida carne.

Movido por un animal insitinto de supervivencia, el Nosferatu se precipita chillando Rambles abajo, nadie sabría decir si sus gritos desesperados son consecuencia de la alegría por haber sobrevivido o de pánico por lo que se le venía encima, el oscuro mundo con el que acaba de tomar contacto...

Corres desesperadamente, apenas consciente de lo que acontece a tu alrededor.

Vagamente te has dado cuenta que tres de los Neonatos se acercaban al lugar en el que os encontrabais en una actitud supuestamente dialogante... o algo así, ni tiempo les has dado para abrir la boca que ya estabas huyendo a toda prisa...

¡Que os jodan! ¡Nosotros no hemos hecho nada! ¡María, corre! ¡Hablar no sirve de nada!

Demasiado tarde también para ella, lo último que apenas llegas a discernir es que pretende soltar uno de los monólogos que la caracteriza y que ni siquiera eso le permiten: El tipo con aspecto de macarra, aquel que tu has bautizado como "el Nen de Castefa" se catapulta hasta ella con una estaca que sabe Dios de donde ha sacado y con la que destroza su esternón silenciándola para siempre...

Motivo de más por el que correr desesperadamente...

Dos manchas carmesíes invaden el efecto túnel que separa tu desbocada carrera hasta la calle: Una de ellas, Estel, parece quedarse rezagada pero la otra, Anna... Buf, esa va a lograr cortarme el paso! Cavilas atormentado.

La adrenalina invade tu cuerpo, el corazón ya no late pero sientes el Poder de la Sangre fluir hasta tus extremidades, el inconfundible vigor que otorga la desesperación... corres, huyes por salvar tu vida, porque esa furcia del vestido rojo no alcance la salida antes que tu... cierras los ojos desbocado, aprietas los dientes en tensión... Que sea lo que Dios quiera!

Y al fin lo notas, tras un golpe de tu hombro contra una de las puertas que bate, espasmódicamente y a merced del viento lo sientes: El aire frío en tu cara, las gotas de agua proyectadas por el torbellino clavándose como finas agujas en tu rostro, la sensación de ser libre, tal vez de haber salvado el pellejo contra todo pronóstico y gracias a la pasividad de la mayoría de los Neonatos...

Movido por un animal insitinto de supervivencia, te precipitas chillando Rambles abajo, nadie sabría decir si tus gritos desesperados son consecuencia de la alegría por haber sobrevivido o de pánico por lo que se te venía encima, el oscuro mundo con el que acabas de tomar contacto...