Partida Rol por web

Barcelona Nocturno

Capítulo 1: Puesta de largo

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02/03/2018, 23:16
María Pellicer
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-Bueno, es mejor intentarlo que dejarse vencer y quedar con los brazos cruzados, ya te sacarás la espina.- le dijo Maria a Eraser, mirando fijamente a los ojos al otro vampiro del que la nosferatu ignoraba su nombre.

-Ahora nos encontramos en una posición de payasos, hemos subido en la escala jerarquíca de estos mentecatos,de ser tratados como poco menos que basura, ahora somos sus hazmerreír, al menos de ese grupillo, pero escucha bien esto, mejor ser el bufón de la corte, que el que recoje las porquerías de las caballerizas, ¿porqué?, el bufón se codea con los reyes, y además...nadie investiga al bufón, si alguien pone veneno en la copa de alguien, cuando se descubre el asesinato, nadie va a sospechar del pobre, patético, jorobado y repulsivo bufón de la corte.- María habló con una malicia que no habia demostrado hasta el momento, luego como para demostrar que las risas en ella le hacian lo que el viento a Juarez y fingir que era una vampira dada a las chanzas y las bromas, y sobre todo para que aquellos hombres no se creyeran que habian intentado tomarlos por estúpidos (que si lo eran, pero a nadie le gusta que se lo espeten en la cara!), cogió la copa de Eraser, le dió un trago a la vitae, y luego fingió que se ponía a vomitar, poniendo una encantadora sonrisa divertida, que dejó descubierta la extraña blancura de sus dientes y colmillos, visible para el grupo de tres vampiros que los habian fastidiado.

-¿tu conoces a tu sire?, ¿vives en las cloacas?...si...si quieres...podríamos vernos un día y ...conversar.- inquirió Maria mirando a Eraser esperanzada, no era que la presencia de Franco, el murciélago, James la rata, y Letizia la paloma, le resultaran aburridas, pero en ningún lado podía ser considerado sano conversar unicamente con animales tan...peculiares.

Cuando la presencia de otro venerable anciano, anunció que el príncipe Montoya estaba a punto de aparecer, María exhaló un suspiro, por fin, lo que tanto tenía esperado.

Vació la copa de Eraser, y luego se disculpó con el -lo siento...tu decisión, pero yo no pienso sentarme muy atrás...la acústica del teatro siempre es mejor en medio, los del frente se inclinan demasiado para ver, y la gente de atrás...bueno...es la gente de atrás.- caminó en dirección a los asientos del teatro, pasando una ojeada rápida por todo el lugar, y observando dónde estaban sentados todos y cada uno de los presentes que habia visto, mirando con especial atención que el hombre que acosaba a la diosa del vestido escarlata, se habia puesto hasta adelante.

María se sentó exactamente en medio del teatro, y volteó su rostro para ver si Eraser había decidido acompañarla o no, o si por el contrario, habia decidido sentarse más atrás. Por su lado, María cruzó una pierna sobre la otra, con una enigmática sonrisa en el rostro, la cara de la muñeca quemada miraba discretamente a uno y otro lado, sin embargo, en esos precisos momentos, la presencia de los demás vástagos y neonatos paso a segundo y casi a cuarto plano para ella, la del aspecto rudo y fastidiado, la del vestido plateado, las divas de rojo, y el que necesitaba urgentemente una buena cepillada de cabello, todos ellos en esos momentos, se convirtieron en poco menos que nada, en la mente de María, pues su instinto de supervivencia se habia activado llegado el momento cumbre, ya no podía jugar a las chanzas, si ya de por si hablaba solo tras haber pensado las cosas dos veces, ahora lo haría tras pensarlas unas diez como mínimo, si era cierto que algo andaba mal entre los de su clase; su mirada emitió un brillo inteligente. Por fin iba a conocer al tan mentado Montoya, y sobre todo, saber que era lo que estaba ocurriendo con su clan.

 

 

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02/03/2018, 23:23
Carlos Moracho
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Edgar está desbocado con las risotadas esta noche.

 -Das una grimita que ni te imaginas, o sí...

Observo al militar mientras hace la parafernalia de los golpecitos con el bastón y la proclama del advenimiento del principe.

 -Claro, una corte que se precie ha de tener un... ¿Como se llama? Un vocero, pero no es esa palabra, el que va nombrando a los que entran al baile.

 "Excelentisima señora Duquesa de Tabarnia y heredera del marquesado de Piugdemont"

 "El muy ilustrisimo Mengano de Tal"

 "Doña Rogelia, Mari Carmen y el resto de los muñecos"

 "Fray Perico y su Borrico"

 Me sonrio ante la mera idea de mis ejemplos, lástima que no se los pueda decir a nadie, porque a Edgar paso y a los demás menos.

 -Lo malo es que en toda corte que se precie también habrá un verdugo.

 La realización de que no estamos para bromas me agria el humor, mientras observo como se van colocando el resto apuro la copa que tengo en la mano y aún me doy vida para pillar otra de los camareros que pululan por el teatro.

 Una vez parece claro que los pringadillos vamos atrás, tampoco hay que ser muy listo para darse cuenta, me dispongo a buscar sitio donde sentarme.

 Observo muy bien las filas de butacas, mirando al suelo, a la fila y a las butacas en sí antes de acabar de decidirme por una.

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02/03/2018, 23:35
Carlos Moracho
Sólo para el director

 Busco obviamente, una fila par, en el lado de las butacas pares y que tenga un numero impar de ocupantes, para hacerlo par conmigo.

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02/03/2018, 23:51
Estel Riva
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Estel atendió con mucho interés las explicaciones de ambos vástagos mientras volvía a repasar con la mirada el cuadro.

-Entiendo, tiene sentido...- Dijo respondiendo al caballero que se había sumado a la explicación tras el supuesto Dalí.

TOC TOC TOC!!!

Don Javier Montoya se alegra de ver a tan ilustres personalidades reunidas para un evento tan señalado. Nuestro Señor se reunirá con ustedes en breves momentos, y les ruego vayan tomando asiento en la bancada central, en silencio y con la mayor brevedad. Muchas gracias.

Estel escuchó atentamente al señor de la vara negra para después comprobar que los presentes empezaban a tomar su asiento. -Un gusto, les agradezco la explicación. Con vuestro permiso iré a tomar asiento.- Comentó a modo de despedida para después dirigirse al pasillo de butacas guiada por el brazo de su acompañante.

-Roderic, me sentaré por aquí. A fin de cuentas soy una recién llegada. Vete tú, aquí estaré bien.- Comentó para después soltar el brazo de su sire, adentrándose en el pasillo de la última fila.

Desde su asiento la vampiresa esperó en perfecto silencio, expectante por la situación. Parecía tranquila hasta que su mirada fue a parar a una mujer que le resultaba familiar. -"¿Anna? ¿Eres tú Anna?"- Se preguntaba sin estar demasiado convencida. Para ella era muy sorprendente encontrar allí a alguien que le resultara familiar, en este caso parecía haber coincidido con una conocida de su anterior vida.

-Perdone, creo que acabo de ver una cara conocida. ¿Sabe usted si aquella señorita, la que está ahí de pie, responde al nombre de Anna?- Preguntó al tipo que tenía justo a su lado, un vampiro que aparentaba tener una avanzada edad, pero que en cambio, tenía un aspecto más fresco y juvenil. (Gaudencio)

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04/03/2018, 08:56
Marina
Sólo para el director

Marina al principio no consiguió entender la sombra de Montserrat pues le pareció añorar un trabajo que conservaba aunque en otra empresa. Pero conforme sus -ahora diminutos- pasos avanzaban hacia aquella sala que le llenaba de urticaria las entrañas cuando solo debería haber ilusión por sus paredes entendió que Montserrat no había ascendido de ejecutiva estrella a directora de una corte eterna sino que antes era reina y ahora esclava.

Ese último punto quedó muy claro con el comentario sobre Montoya.

¿Por qué yo? —se preguntó inspirado por fuera mucha más confianza de la que tenía por dentro. Vestida con esa máscara completa temía ser una decepción como Montserrat le había advertido, temía volver a perderse en vivir una mentira y vendarse los ojos a la cruda realidad de que debió ser un aborto: no estaba hecha para el mundo más mundano ¿Cómo podría estarlo para la sociedad cainita?

Entró en la sala imponiendo elegancia a su figura prohibiendo a sus rodillas temblar y a su espalda relajarse. Como si fuera un maniquí de madera modelado para ser dibujado.

En el primer paso Marina buscó la orquesta, o mejor dicho la ausencia un poco más allá de ella de sus repulsivos demonios. Y al verse "sola" sonrió con paz.

Los golpes del bastón reverberaron en su cabeza y sus ojos tuvieron que cerrarse para guardar la molestia dentro de sí. Se fijó que los vástagos tomaban asiento pero ella no reaccionó con la misma agilidad. No se dejó llevar por la corriente -no por despecho, por falta de costumbre- y desde la altura de la verticalidad ampliada por los tacones buscó en la platea con ilusión infantil en los ojos a Gaudí.

Sabía que no podía acercarse en ese momento como sabía que abordarle no era una buena idea. Pero localizarlo y saber que compartían techo -especialmente uno tan espectacular- le bastaba para olvidar la incomodidad de su atuendo y pisar las nubes que deberían ser su hogar si la naturaleza no se hubiese interrumpido y corrompido.

Se acercó a los asientos cuando prácticamente todos se habían sentado y posicionado y apunto estuvo de quedarse de pie al final pero por Montserrat y su protocolo creyó que era mejor no arriesgarse a ser vista su falta de necesidad por sentarse como una afrenta a su Príncipe. A saber cómo funcionaban...

Eligió un sitio junto al chico de tejanos parecía el que más le acercaría a sentir que todavía vestía su ropa.

Ei —saludó con una fugaz sonrisa al sentarse intentando no invadir su espacio y sin más ánimo de molestar miró al frente—.

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04/03/2018, 09:48
Marina
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Marina entró en la sala imponiendo elegancia a su figura prohibiendo a sus rodillas flaquear o a sus tobillos tambalear y a su espalda relajarse. Como si fuera un maniquí de madera modelado para ser dibujado.

En el primer paso buscó la orquesta, incluso un poco más allá de ella y algo a la espalda de los músicos llevó una sonrisa llena de paz a sus labios.

Los golpes del bastón reverberaron en su cabeza y sus ojos tuvieron que cerrarse para guardar la molestia dentro de sí. Se fijó que los vástagos tomaban asiento pero ella no reaccionó con la misma agilidad. No se dejó llevar por la corriente -no por despecho, por falta de costumbre- y desde la altura de la verticalidad ampliada por los tacones buscó en la platea con ilusión infantil en los ojos una cabeza en concreto.

Sabía que no podía acercarse en ese momento como sabía que abordarle no era una buena idea. Pero localizarlo y saber que compartían techo -especialmente uno tan espectacular- le bastaba para olvidar la incomodidad de su atuendo y pisar las nubes que deberían ser su hogar si la naturaleza no se hubiese interrumpido y corrompido.

Se acercó a los asientos cuando prácticamente todos se habían sentado y posicionado. Ella estuvo a apunto estuvo de quedarse de pie al final pero tras unos segundos creyó que era mejor no arriesgarse a ser vista su falta de necesidad por sentarse como una afrenta a su Príncipe. A saber cómo funcionaban...

Eligió un sitio junto al chico de tejanos de pelo rizado.

Ei —saludó con una fugaz sonrisa al sentarse intentando no invadir su espacio y sin más ánimo de molestar miró al frente—.

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04/03/2018, 11:11
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Busco obviamente, una fila par, en el lado de las butacas pares y que tenga un numero impar de ocupantes, para hacerlo par conmigo.

Trabajo te había costado encontrar el lugar adecuado cuando... 

Eligió un sitio junto al chico de tejanos de pelo rizado. — Ei —saludó con una fugaz sonrisa al sentarse intentando no invadir su espacio y sin más ánimo de molestar miró al frente—.

Repentinamente, la mujer del elegante vestido plateado había roto el encantamiento que tanto trabajo te había costado conseguir.

Notas de juego

Solo para Carlos: Tu verás como gestionas este imprevisto... 

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04/03/2018, 14:05
Gaudencio Sanz
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Desvió la atención hacia el lugar -con forma de mujer- que Estel señalaba. Al hacerlo se quedó unos segundos observando a la infanta, una muchacha con apariencia desenfadada y que parecía algo distraída. Aún pecaba, por mucho que su cabeza le avisara con la mayor frecuencia, de intuir la edad en base al aspecto; y por mucho que entre los suyos se tratara de una falacia quiso creer que ciertamente había juventud en su carne
'Humano, demasiado humano', le respondería Nietzsche si se sentara a su lado. Esbozó de nuevo una media sonrisa ambigua

-Lo lamento querida, no lo sé -devolvió, con un leve encogimiento de hombros. Y los cansados ojos viejos, tras sus límpidos cristales, se cruzaron con los de Estel. Fugazmente, como su nombre
-Si quieres saberlo, pregúntala -añadió, en un susurro. Señaló a la desconocida con un cabeceo, y devolvió su atención al vacío y a la nada

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04/03/2018, 16:25
Estel Riva
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-Gracias.- Respondió a Gaudencio en voz baja. Estel se había quedado con la intriga sobre la identidad de la señorita, aunque sabía que podía llamar la atención de aquella vampiresa prefirió no elevar la voz, no era el mejor momento. Esperó en silencio el desarrollo de los acontecimientos.

Estel ahora parecía mucho más pensativa en su asiento, pese a la distracción del señor de la vara seguía reflexionando sobre aquel cuadro de Velázquez. La vampiresa sospechaba que tras aquella maravillosa obra se escondía, en realidad, una declaración de intenciones. Aquel cuadro había recorrido muchos kilómetros, al parecer, había pasado por varias manos para que expresamente fuera exhibido en el Liceu, algo que personalmente le resultaba muy curioso.

Poco después repasó mentalmente lo que había dicho aquel señor bigotudo y con gran parecido a Dalí sobre las almas. Sus palabras habían sido inquietantes.

La vampiresa no quería pecar de paranoica, no quería dar demasiada vueltas sobre esas ideas, no quería esperar nada desagradable en el transcurso del evento... 

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04/03/2018, 20:18
Carlos Moracho
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 En cuando queda patente que la muchacha entra en la fila que ocupo, se me nota que me pongo tenso, cambio de sitio el culo intentando acomodarme y miro a ambos lados de la fila, como buscando o cerciorandome de algo, solo yo sé que busco.

 Bebo de la copa que aún tengo en la mano, me recoloco por cuarta vez y miro al frente, por dos segundos y a ambos lados de nuevo.

 Cuando ella me saluda, me giro y la miro con una sonrisa forzada en el rostro.

 -Ei...

 -Joder, que subnormal, parezco el eco...

 Pero ya trago con la comparación y me giro hacia atrás, en busca de quienes queden todavia sin sentarse. Parece que solo dos de los invitados no han tomado asiento, el nosfeito, que en principio me da igual que sea feo, anda que no he visto y hecho cosas en el curro, al menos he aprendido a poner careto de circunstancias y tragar con los olores, imagenes y texturas que tocan en el hospital, pero la ha medio liado con la otra, aunque no me he enterado muy bien de que iba, han parecido un poco pardillos, asi que de momento no parece el compañero más adecuado, por allí pulula tambien una pelirroja*, bastante pivón ahora que me fijo.

 -Carlitos, no te vale con una que vas a intentar la segunda, pero es lo que hay.

 Así que respiro forzadamente, ahora que ya no es obligación y hago un gesto con la mano para llamar su atención, si lo consigo, le hago un gesto con la cabeza para que se venga con nosotros.

 Pongo mi mejor sonrisa, esa que me ha abierto puertas en el hospi, con pacientes y compañeras, jovenes y mayores, la de chico majete y gracioso, que es lo que soy.

 -Bueno era... Ahora soy un monstruo bebe sangre, pero sigo siendo majete.

- Tiradas (1)

Notas de juego

*Dianna

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04/03/2018, 21:52
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Dianna:
Antes de que llegues a decidir el lugar donde sentarte ocurre, ante tus ojos, una escena que solo se te ocurre catalogar como de surrealista: El tipo de pelo rizado (Carlos) se sienta en una butaca de una fila que ocupaba un solo individuo. La del vestido plateado (Marina) lo sigue, se sienta a su lado y lo saluda provocando la evidente incomodidad del chico que se revuelve incómodo en su butaca hasta dar contigo y... Dedicarte una sonrisa con la que te invita a sentarte también con ellos...
A pesar de que la situación te parece obviamente extraña hay algo en la sonrisa del chico que te parece entre enternecedor y desesperado y te tienta a correr en su auxilio... Sea lo que sea lo que eso implique.

Notas de juego

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04/03/2018, 23:18
Dianna Ledesma
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Al notar la mirada perdida y el evidente silencio del camarero la pelirroja alza una ceja esperando a que en algún momento se dignase a responder su pregunta. Tenía bastante claro que no bebería hasta no saber que se iba a llevar a sus labios. Pero de repente notó a alguien acercarse por su espalda y se giró levemente para ver quien era. Al ver a su Sire y una copa especial esbozó una pequeña sonrisa.

- La verdad es que pierde mucho al no ser tan fresca, pero bueno, qué se le va a hacer. - Mira su copa mientras mueve su muñeca con delicadeza para hacer girar la sangre de su interior, mirándola con cierto desinterés. - Igualmente gracias, Mercè. Por un momento estaba empezando a desesperarme con ese inútil. - No era ningún secreto para su Sire la poca paciencia de Dianna y el no haber obtenido respuesta de forma inmediata por parte del camarero le había molestado de cierta manera. Pero era tal su respeto por la mujer que tenía frente a ella que jamás pagaría su mal humor con ella.

Da un pequeño sorbo a su bebida mientras nota como su Sire coge parte de la tela de su vestido rojo. - No debí hacerle caso a ese supuesto asesor de imagen personal, está claro que el color rojo realza bastante y es llamativo pero simplemente no es el mejor color para mi. - Dice con un tono algo serio, mientras reflexiona un momento. - Estaba claro que debía haber optado por un tono  como el verde musgo. - Pensó que entre su cabello pelirrojo y su tono de piel rosáceo el vestido rojo le daba una apariencia demasiado explosiva, pero no terminaba de sacar todo su potencial.

- Me ha robado el protagonismo sin lugar a dudas, pero habrá que ver a lo largo de esta noche quien es más válida de las dos. - Sugiere con una pequeña sonrisa altiva. Dianna no era alguien que se dejase pisotear sin más, ya encontraría la oportunidad de destacar sobre aquella cainita cuando la ocasión lo acompañase.

Mientras seguía conversando tranquilamente con su Sire  algo llamó su atención, concretamente le dio la sensación de que había alguien moviendo la mano hacia ella tratando de captar su mirada. - Perdona Mercè, parece que alguien está intentando llamar mi atención. - Se disculpó con su interlocutora y miró detenidamente hacia el sujeto. Este le dedicó una sonrisa que desprendía entre ternura y una llamada de auxilio.

Caminó hasta él con su típico anda seguro de sí mismo mientras se percató  de que a su lado había otra mujer con un vestido plateado. Realmente no entendía qué quería aquel vástago de ella pero una parte de su ser sentía curiosidad por descubrirlo y de cierta manera, sacarle del apuro aunque no llegaba a entender porqué ya que no lo conocía de nada.

Una vez estuvo frente a él se sentó justo en otro asiento que tenía al lado y le dedicó una mirada intensa mientras volvía a beber de su copa. Estaba esperando alguna reacción por parte de él, aún no llegaba a entender que la hubiese llamado. - ¿Y bien? ¿Querías algo en especial? - Cruza las piernas y le sonríe levemente, mientras juguetea con su copa sin tener realmente ninguna intención de parecer seductora. - Bueno, igualmente soy Dianna Ledesma, un placer. - Termina por presentarse de forma correcta sin apartar su mirada. No hizo caso a la otra mujer. No sabía si estaban allí juntos o simplemente se había sentando sin más.

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05/03/2018, 00:27
Carlos Moracho
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 Cuando la pelirroja parece percatarse de mi gesto y se acerca hacia nosotros, sonrio claramente satisfecho, aunque sigo mirando hacia atrás, como para confirmar que no se arrepiente y hacia los lados de la fila, incluso lanzo una mirada acompañada de sonrisa nerviosa a mi acompañante del vestido plateado, aunque no tengo claro si me ha visto o no, estoy demasiado ocupado mirando de un lado a otro y meneandome en la butaca.

 Cuando finalmente Dianna, porque así se presenta, se sienta, dejo escapar el aire retenido en mi pecho como evidente sintoma de alivio.

 Y ahi cambio completamente mi actitud, dejo de estar nervioso y despliego una sonrisa relajada y parcialmente segura de mi mismo, pero no en plan de autosuficiencia, podria decirse que sincera.

 -Hola! soy Carlos.

 Digo con un tono distendido mientras me incorporo a medias y le planto dos besos* mientras me explico de forma distendida.

 -Nada, que te he visto ahi un poco parada y me ha parecido que igual querias venirte con nosotros. Que igual tienes sitio asignado y me estoy columpiando eh... No queria molestar.

 Cuando he acabado con Dianna me giro hacia mi primera acompañante, tampoco parece bien dejarla en un "Ei" y aun encima copiado.

 -Hola ei, en realidad soy Carlos, ya sé que he parecido medio lelo con el ei... Pero es que me has pilllado un poco en fuera de juego.

 

 

Notas de juego

*Si me deja, aunque seria feo hacer una cobra asi de primeras, no? XD

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05/03/2018, 09:18
Marina
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Marina no pudo evitar fijarse en el nerviosismo del chico del lado. Por pura curiosidad siguió su gesto y al ver al otro lado de la seña la pelirroja acercarse. La joven apretó los labios para ahogar una risa sorprendida por lo mundano de la situación.

Aquello era agradable.

Al recibir la sonrisa de su oasis informal, Marina alzó el pulgar sin despegar demasiado la mano de su falda, como si fuera su pequeño secreto, y guiñó un ojo invocando a la buena fortuna. No podía saber a ciencia cierta que pasaba por la cabeza de ese hombre pero decidió apoyarle.

Con la llegada de la roja, ella se limitó a sonreírle con educación y volvió a mirar al frente como si la insistencia de unos cuantos ojos sobre un mismo punto pudiese acelerar los acontecimientos y no se separó del escenario hasta que Carlos volvió a hablarle.

Bajó primero los ojos y después guiró la cabeza alargando el recorrido de sus pupilas hasta Dianna.

No te preocupes y no me lo has parecido —sonrió—. Pero es verdad que si vamos a estar aquí un rato podría haberme presentado —tendió su mano para ser encajada—. Encantada Carlos, soy Marina —esperó a recibir la mano del hombre para luego llevar su gesto a Dianna disculpándose hacia él con una mueca por cruzar el brazo por su espacio—.

Un placer, Marina —repitió su nombre para la pelirroja—. Tus ojos son una pasada.

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06/03/2018, 01:17
Eraser
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La reacción de la Nosferatu pilló desprevenido a Eraser. La maliciosa sonrisa del vampiro se borró al acto cuando creyó haber ofendido a María con sus proposición. Sin poder articular palabra para intentar solventar el agravio, la vampira salió disparada hacia el hall principal, seguida por el joven vampiro que intentaba detenerla para darle una explicación. Cuando este vio que se plantaba ante el corrillo de trolls e interpretaba con brillantez lo que le había pedido, el Nosferatu se sintió estúpido y maravillado a partes iguales.

"Sí señor, la mayor zorra de la ciudad."

No obstante, el deleite no duró mucho. Pese a la espectacular actuación, el pez no picó el anzuelo y sus odiosas carcajadas volvieron a resonar por todo el teatro como un cacareo inaguantable. Ante tal panorama, el Nosferatu entornó los ojos y, mientras ayudaba a María a incorporarse y abandonaban la escena, maldecía entre dientes el momento en que aceptó la invitación a aquella maldita fiesta.

Nuevamente resguardados, María pudo ver la decepción en el rostro de su hermano. Ella, lejos de sentir pesar por lo ocurrido, le intentó mostrar el lado positivo de tan lamentable suceso.

"Ahora nos encontramos en una posición de payasos, hemos subido en la escala jerárquica de estos mentecatos, de ser tratados como poco menos que basura, ahora somos sus hazmerreír, al menos de ese grupillo, pero escucha bien esto, mejor ser el bufón de la corte, que el que recoge las porquerías de las caballerizas, ¿porqué?, el bufón se codea con los reyes, y además...nadie investiga al bufón, si alguien pone veneno en la copa de alguien, cuando se descubre el asesinato, nadie va a sospechar del pobre, patético, jorobado y repulsivo bufón de la corte."

Eraser no había hecho lo que había hecho por desear subir un escalón en aquel decadente grupito de Ashleys1. Lo que quería el vampiro era únicamente devolverle el insulto a aquel imbécil y ganarle. Pero había fracasado... otra vez. Ante su mutismo, después de la llamada del pregonero de Montoya, María tuvo a bien dejar a solas al Nosferatu y, tras excusarse, salió con paso ligero en busca de un buen sitio para contemplar el tan esperado discurso del Príncipe.

El vampiro permaneció apartado unos minutos, tratando de vencer el sentimiento de frustración que había anidado en su pecho. Se dio cuenta que no dejaba de mirar al suelo como si buscara en aquellas bonitas baldosas algún remedio a su malestar. Con el cuello algo entumecido por la continua postura, alzó la mirada y, pese a encontrarse con la presencia de otros vástagos, remilgados y altaneros, se vio solo, como el monstruo huérfano e inexperto que era en aquella fiesta. Entonces comprendió.

"¿Qué pretendes, Eraser? No encajas en un sitio así, principalmente porque no te da la gana. Es lógico que seas incapaz de dar más de dos pasos sin tropezarte. Además, que ese gilipollas haya ganado era de esperar. Juega en su terreno. ¿Te has parado a pensar en cómo habrían ido las cosas bajo tierra?"

Una tenue sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro del Nosferatu.

"Ahora deberías irte y mandarlos a todos a tomar por culo. Pero no lo vas a hacer. Porque, aunque no sepas pavonearte como esta gentuza, tú sí tienes clase. Clase de verdad. Tú eres un señor. Y hasta que no te echen, se van a hartar a ver tu jodida sonrisa de mantarraya."

Eraser no pudo reprimir una corta carcajada al pensar en los insultos que momentos atrás María le había lanzado como parte de su magistral actuación.

"Además, puede que María esconda algo, pero, por lo pronto, está demostrando ser una zorra de cuidado. Y las zorras te encantan."

Colmado por la palabras de apoyo de su yo interno, el Nosferatu volvió a entrar al hall y buscó con la mirada a María. Tomó asiento justo detrás de ella y, sin llamar su atención, aproximó la cara a su oído.

"Aunque todo haya salido como el puto culo, quiero que sepas que te agradezco la ayuda. Sería  genial vernos otro día fuera del teatro de los horrores y hablar más tranquilamente. Me gustaría devolverte el favor, hermana."

Dicho esto, Eraser reposó sus huesudas posaderas sobre el banco y esperó a que comenzara el espectáculo.

Notas de juego

Ashleys1: Minuto 3:35

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06/03/2018, 15:36
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Ya con todos y cada uno de los Vástagos jerárquicamente estratificados y esparcidos por el patio de butacas, las luces se van atenuando, bajando progresivamente su intensidad a idéntico ritmo que las charlas pendientes, que son objeto de un obligado paréntesis para, tal vez, proseguirlas dentro de un rato.

Los sillones, de lujoso terciopelo granate, son amplios, mullidos y confortables. Tanto es así que uno siente la tentación de repanchingarse a echar una cabezadita que la prudencia y expectativa ante lo que sea que vaya a ocurrir desaconsejan.

Por fin el Teatro queda sumido en la oscuridad más absoluta, solo algún cuchicheo flota en el ambiente para ser rigurosamente sofocado mediante el exigente "Tsssssssst!" ordenando silencio.

Percibís, más que veis, la abertura del telón: "BARCELONA!!!" grita hasta en cuatro ocasiones un coro de una cincuentena de sujetos ordenadamente dispuestos en una grada ubicada en la parte izquierda del escenario que está indirectamente iluminada.

A continuación, el inconfundible sonido de los arcos frotar las cuerdas de los violines, violonchelos y contrabajos hace que os percatéis de la presencia, en este caso en la diestra del proscenio, de una orquesta completa.
Ambos, coros y orquesta, diligente y rigurosamente dirigidos por un individuo de pelo largo encrespado, desde la parte central del tablado.

La música se expande desde el escenario hasta el patio de butacas como una sutil fragancia que lo invadiera todo hasta que por fin aparecen las dos estrellas y su simple presencia, de nuevo juntos sobre un escenario, hace que a más de uno se le pongan los pelos de punta y que varios Vástagos, probablemente pertenecientes al Clan de la Rosa, se incorporen de sus butacas y admiren lo que acontece con los ojos anegados de emocionadas lágrimas sangrientas.

Él, Freddie, Chiquillo de Eric Baring-Gould, Primogénito Toreador en Londres, viste un elegante smoking y lleva galantemente del brazo a su pareja.

Ella, la Caballé, diva de la Ópera a escala global y ghoul de Claudi Bonesvalls, lleva un largo vestido especialmente diseñado para la ocasión y evidencia un rictus de seriedad y gravedad propio para la ocasión. Todavía el Primogénito no ha cesado en su propósito y hurga incesantemente, tratando de hallar el responsable de que su diva fuera objeto de una insultante investigación fiscal.

Como no podía ser de otra manera tratándose de las rutilantes estrellas que Montoya os ha brindado para la ocasión, la actuación se desarrolla con una magnificencia difícil de describir o catalogar y concluye con Freddie, la Caballé, el Director y los componentes del coro y la orquesta haciendo educadas reverencias hacia el público que no cesan hasta ser interrumpidas por el cierre del telón.

Los Vástagos quedan profundamente conmocionados ante lo que acaban de presenciar, algunos de ellos simplemente patidifusos, sinceramente emocionados, tiene que ser sacados de su estupor por sus vecinos de fila, otros simplemente teorizan sobre el rumbo que habría tomado la historia si, como estaba previsto, Freddie no hubiera tenido que ser repentinamente abrazado en 1991 y hubiera podido actuar en la ceremonia inaugural de las Olimpiadas.

TOC TOC TOC!!!! 

Sin dar tiempo para más, Pere Matamoros reclama la atención desde una esquina del Teatro: - Con todos ustedes, el indiscutido Príncipe regente de la ciudad de Barcelona, Don Javier Montoya! - anuncia pomposamente provocando que, como un solo hombre, todos y cada uno de los Vástagos se ponga en pie con la cabeza gacha en una muestra de obediente respeto que jamás hubierais imaginado.

Como seres de la Noche habituados a percibir hasta los más mínimos sonidos, a partir del aviso de Matamoros todo parece sumirse en un silencio sepulcral, reverencial, en el que incluso el acostumbrado chisporroteo de la electricidad navegando a vuestro alrededor parece haberse detenido.

Fieles lacayos, evidenciando una sumisión trabajada a lo largo de décadas, todos los Vástagos permanecen impertérritos en su lugar, sin ni siquiera osar pestañear o cambiar el peso de lugar de uno a otro pie; mismamente como si el tiempo se hubiera detenido y el mundo hubiera dejado de girar hasta la aparición del Mesías.

Por fin el sonido de unos pasos acercándose, diligentemente y con seguridad, desde la antesala hasta el pasillo central del Teatro, para cruzar el patio de butacas sin dudar ni molestarse siquiera en dedicar ni que sea una mirada a los siervos que colonizan reverencialmente la Sala.

Montoya cruza el pasillo central, arrogante e infalible, con pasos que resuenan en el lugar como único sonido audible, su larga gabardina vuela tras de él y conserva los flancos debidamente custodiados por dos Vástagos de feroz aspecto que, ellos si, dedican severas miradas cargadas de odio a todo lo que rodea al individuo que los precede.

Uno de los componentes de la peligrosa guardia pretoriana es un individuo con rudo aspecto de leñador mientras que el otro más parece un hooligan o skinhead; ninguno de ellos porta arma alguna pero a nadie se le escapa que es muy probable que para esos Vástagos eso sea lo de menos.

Al fin El Príncipe alcanza el escenario en el que parece haberse materializado Montserrat Sanahuja, Directora de Protocolo que, como el resto de los presentes, permanece obedientemente de pie con la cabeza gacha, en silencio al lado del misterioso pináculo cubierto con la ropa oscura.

Montoya asciende al tablado junto al tipo con pinta de skinhead que se sitúa justamente al lado del pináculo que Sanahuja deja libre, mientras el otro escolta, el de tosco aspecto de leñador, permanece abajo, custodiando sus accesos y muy atento a cualquier cosa que se produzca en el patio de butacas.

El Príncipe toma asiento en su trono milenario, cruza las piernas y dedica una mirada cargada de desdén a todos los presentes mientras media sonrisa tuerce su rostro. Tenéis la sensación de que os escudriña el alma, apercibiéndose de todos vuestros Secretos, de la más mínima de vuestras inquietudes, antes de acceder con una simple mirada a que regreséis a vuestras butacas.

La verdad es que Montoya no dice nada, simplemente os contempla impasible y altanero, pero la simple percepción de que os autoriza a sentaros obra como si os hubieran sacado un inmenso peso de encima y estuvieseis en deuda infinita con vuestro Regente. 

El ambiente es, en general, de una solemnidad que dificilmente hubierais podido imaginar y que os aflige e impresiona a partes iguales. Cumpliendo el mandato de Su Alteza, los Vástagos toman asiento en silencio, sin pronunciar palabra y expectantes a lo que sea que tenga que anunciarles el Regente.

Notas de juego

Si algún incauto alguien quiere obrar de manera distinta a como hacen el resto ruego una tirada de Coraje a Dif 10... a parte, claro está, de verse expuesto a las terribles consecuecias de su osadía...

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06/03/2018, 16:29
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Notas de juego

Solo para Estel:

Por tu debilidad de Clan tírame Autocontrol Dif 6 (visible) y rolea en consecuencia ante la actuación de Mercury y Caballé. Si fallas habrá alguien que te sacará de tu estupor antes de la aparición de Montoya.

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06/03/2018, 17:33
Estel Riva
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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06/03/2018, 17:05
Carlos Moracho
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Mientras aún estoy prácticamente presentándome con las chicas, parece que empieza el show.

-A mi me suena esto de "Barcelooonaa"

Pero cuando veo aparecer a Freddie en el escenario con la Caballé flipo del todo.

-No me jodas! Qué es Freddie Mercury!

Digo susurrando, como si el cantante necesitase presentacion.
No es que sea un experto en Queen, ni un fanático ni mucho menos, pero es una de las estrellas más rutilantes que ha dado la música. Y la Caballé, que no está mal, pero la ópera si que no es lo mío, aún así, que sea cantante de ópera y la conozca yo, da medida de lo top que es en lo suyo.

-Flipas que están haciendo la inauguración de Barcelona 92!

Que yo no me acuerdo, aunque supongo que la vería en la tele, solo tengo recuerdo de verla en Youtube, ya de mayor, a los dos, Freddie y Monserrat cantando en el Olímpico.
Disfruto de la actuación, los dos cantantes se sincronizan perfectamente haciendo que sus dos voces conformen una sola melodía más rica.
Casi se me olvida porqué estoy en el teatro, disfrutando de la música y en buena compañía, pero cuando la canción y el espectáculo acaban y resuenan los tres golpes en el suelo, no puedo evitar una mueca de desagrado.

Cuando se escuchan los pasos en medio del sepulcral silencio ya sí que me acojono del todo, miro hacia los otros vástagos e imito, en pie y cabeza baja.

Mientras pasan por el pasillo hasta el tablado, ni tan quiera levanto los ojos para contemplar al príncipe.
Una vez se sienta en su trono es cuando me atrevo a mirar la figura del regente.

No es que sea especialmente nada, pero emana poder.

-Suficiente, supongo...

Cuando todos se sientan, yo me siento. Y sigo mirando al escenario, dónde los dos hombres esperan.

Ahora que me fijo, tanto el skin de arriba, como el leñador de abajo imponen, típico que te lo encuentras una noche y te cruzas de acera.

Qué he entrado sin pedirlo en un mundo de depredadores, aunque algunos prefieran la sutileza para maquillar lo que son, cada vez queda más claro en mi cabeza.

-¿Qué cojones pinto yo con estos?

Incluso lanzo una mirada a las chicas que me rodean, tan monas ellas, seguro que podrían destriparme...

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06/03/2018, 18:32
Anna Sagnier
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Sentada en la última fila, como varios de los que vi entrar al teatro y los supuse carne fresca, me acomodo en la butaca con la intención de dormirme. Casi lo logro cuando oigo gritar “¡Barcelona!” hasta cuatro veces, con el tono de 1992, año en el que aún no había nacido. Una orquesta de la que no me había percatado, aburrida ya, toca los acordes de los Juegos Olímpicos que he oído un par de veces en algún vídeo. Estiro un poco las piernas y me quito los zapatos de tacón alto bajo el vestido, mientras pienso que ya solo falta que aparezcan Freddie Mercury y Montserrat Caballé para que la fiesta sea completa. Veo cómo se levantan algunos vástagos, o bastardos, emocionados ante algo que me deja atónita: en efecto, los dos cantantes, o dos vampiros que se parecen extraordinariamente a ellos aparecen sobre el escenario e interpretan la conocida canción. Apenas puedo prestar atención al espectáculo. Pienso en Mercury, Caballé y Dalí, y me pregunto si es posible que en verdad sean muertos vivientes, o esclavos, sedientos de sangre. Es algo que no puedo concebir. Continúa la actuación y me pregunto por qué no. ¿No eran ellos simples mortales como yo? ¿No lo es la famosa soprano? Si de estúpidos pretenciosos o de brillantes malintencionados, no sabría cómo calificar a los vampiros que los convirtieron en lo que soy yo ahora. Sumida en estos pensamientos, que incluyen también a Estel como conocida que me recuerda todo lo que he perdido y como condenada que representa el objeto de todo mi resentimiento, el sonido de la madera en el suelo me despierta una vez más. El entremés ha concluido y el viejo militar anuncia la llegada del “indiscutido príncipe regente”. Se hace el silencio y reconozco que también yo siento una fría excitación. Me pongo los zapatos y me levanto de mi asiento como todos los demás, casi como si no pudiera hacer otra cosa. Aparece un hombre de más de cincuenta años, acaso de más de quinientos, y cruza el patio de butacas como si fuera el pasillo de su casa y nosotros las baldosas. No me asusto fácilmente, pero algo irradia este vástago que casi me estremece. Lo acompañan dos armarios, uno con aspecto de leñador y otro con cara de culo, que no le hacen falta para intimidar a los presentes. Lo recibe en el escenario la vampira que escoltaba a la muchacha que ahora lleva un vestido plateado, lo que me hace pensar en cierta consideración hacia ella, porque a nosotros, al conjunto de vampiros, antiguos o neonatos, solo nos dedica una mirada de indiferencia que acaso no es tal, pues sonríe como si algo significáramos. Sentado en su trono, con el caraculo junto al objeto cubierto por la sábana, nos permite al fin sentarnos, casi se diría que nos permite existir por el momento. Ya más relajada, atenta en cualquier caso, espero el número de la sábana, que no me cuesta imaginar.