Partida Rol por web

Barcelona, martes 23 de enero de 2018

Despertáis en la minúscula habitación que sirve de Refugio temporal a Estel; a pesar de que se trata de un espacio suficiente para ella sola, la presencia de las dos se revela algo incómoda debido a sus reducidas dimensiones.

El día había sido gris y desapacible, caracterizado por una fina llovizna procedente de Levante, de ese Mar Mediterráneo que, en esos días, adoptaba un riguroso gris plomizo, en calma, plano, apenas castigado por la misma sólida masa de nubes que él mismo se había encargado de producir.

Eso y un notable descenso de las temperaturas que hacía que la gente se refiriera a la lluvia como aguanieve y albergara la fútil esperanza que nevara otra vez y a pesar de todos los problemas que acarrea en una ciudad poco acostumbrada a la nieve.

A pesar de todo, con el crepúsculo las nubes se disipan y la lluvia parece dar tregua a una Noche que, habida cuenta los sucesos acontecidos en la anterior, se pronostica desapacible.

Estel, recibes un msg de Roderic:

Pub HALLEY, carrer Princesa 42 del Born.

Escueto, sin mayor explicación.
 

Me resulta extraño despertar en una cómoda cama de hotel. Mi lecho es mucho más austero, si una lápida de mármol puede serlo. He leído que cuanto más se aleja un vampiro de su pasado humano más le cuesta despertarse. Me alegra pensar que aún no estoy demasiado lejos. En el exterior, la noche se vislumbra fría, sin nubes en sentido estricto, absolutamente encapotada en el que nos concierne. La visión de la calle desde la habitación del hotel me recuerda la cacería de la madrugada anterior. Si bien es más fácil cazar una presa entre dos vampiros, la posibilidad de dejarla seca se duplica. No tengo ninguna duda de que la chica se rindió a un placer desconocido, acaso insuperable; pero me preocupa que no pueda guardar un inconsciente recuerdo. No debí de unirme al festín, no estaba tan necesitada.

Estel aún duerme, si es eso lo que hacemos durante el día. Procuro no hacer ruido al moverme por la habitación. Mi capa se ha caído al suelo desde la silla. Parece indicarme que esta noche no será de fiesta. Aún con el vestido rojo, que me recuerda en cambio la sangre y las estacas, pienso que debo encontrar una ropa más apropiada para la investigación del asunto que mencionó Estel. Un asunto que no me importa lo más mínimo, que nos pondrá a prueba una noche más y que afrontaré con ella porque no quiero volver a estar sola.

Estel despertó al escuchar que había recibido un mensaje en su teléfono móvil. -Buenas noches Anna.- Dijo mientras se incorporaba hasta quedar sentada en el borde de la cama para después recoger su móvil de la mesita de noche. -Es Roderic: Pub HALLEY, carrer Princesa 42 del Born.- Comentó revisando la pantalla del dispositivo mientras peinaba su cabello con sus propios dedos. -Supongo que es la dirección a la que deberíamos dirigirnos. Ya sabes, el encargo de ayer.- En el tono de la vampiresa se podía apreciar que no estaba demasiado entusiasmada con el encargo de su sire.

-En la parte baja del armario hay dos maletas, en la negra está mi ropa de diario y en la gris está la ropa de fiesta, puedes coger lo que necesites. En la parte superior del armario están colgadas las chaquetas y los abrigos.- Indicó señalando las puertas del armario. -La mayoría del cazado está bajo los pies de la cama. Gasto un treinta y ocho, espero que te sirva.- Comentó ahora en un tono bastante amable y servicial. -En el baño está el perfume, el desmaquillante y las pinturas.- Añadió señalando en dirección a la puerta del baño. -Prepárate, yo en 20 minutos estaré lista.- La Toreador se puso en pie y se dirigió, todavía vestida como la noche anterior, al baño.

Al llegar al baño Estel preparó un audio y colocó su teléfono móvil sobre el lavabo. Acto seguido, abrió el grifo de la ducha y se desnudó para lavarse.

Soy completa y perfectamente yo... Soy la mejor yo que puedo ser... Vivo por mis elecciones positivas... Puedo sentir lo hermosa que soy...

Estel repetía bajo la ducha las frases enlatadas de autoayuda que reproducía su teléfono móvil. A simple vista, la Toreador se mostraba como una vampiresa segura de sí misma, inteligente y muy independiente. Sin embargo, quienes llegaban un poco más cerca a su no-vida podían descubrir que eso no era más que una simple fachada. Su verdad era otra. Tras cinco minutos en el baño la vampiresa parecía salir completamente renovada, la ducha solía ser su lugar de meditación en el que restañaba su dolor.

Se acercó al armario para recoger su ropa interior con su mano libre, con la otra mano sostenía la toalla que cubría su cuerpo. Cogió algo de ropa, y volvió a baño. Cinco minutos más tarde volvía a salir ya vestida, maquillada y peinada. Había procurado no hacer esperar a Anna y elegido una ropa que no desentonara demasiado con el estilo que le suponía a su compañera.

-Ya estoy lista.- Comentó mientras cambiaba sus cosas de bolso y cogía la tarjeta del hotel. -Es hora de irse, ¿Tú ya estás lista?- Preguntó.

Estel pensaba bajar y dejar la llave-tarjeta de su habitación al recepcionista del hotel en el momento que Anna terminase de hacer sus cosas. Estaba afrontando ahora el encargo de su sire con más naturalidad, la presencia de su compañera le daba seguridad. No sabía demasiado bien qué se encontraría al llegar a su destino, pero esperaba conseguir información relevante para Roderic, esa era la forma en la que creía que podía cumplir las expectativas de su sire.

El sonido del móvil despierta a Estel y me recuerda que yo dejé el mío en mi refugio. Era lo que se nos solicitaba en la carta de la convocatoria y no pensé que fuera a necesitarlo hasta mi vuelta. Estoy incomunicada. Buenas noches, respondo a Estel, sonriendo, no acostumbrada a tal saludo al despertar, a ninguno en realidad. El mensaje recibido es de su sire, indicándonos la dirección que debemos investigar. Por el tono de voz de mi compañera, pareciera que comparte mi pensamiento: ¿Por qué no va él? También se muestra dispuesta a compartir su vestuario conmigo. Es todo un detalle. Tiene dos maletas en el armario, abrigos y chaquetas. Me indica que el calzado está debajo de la cama. Después, me dice que me prepare y se dirige al baño. Oigo el ruido de la ducha mientras busco en las maletas. Creí que también podría ducharme yo, una actividad antes rutinaria y ahora ardua dadas las condiciones de mi refugio; pero entiendo que debo vestirme sin más. Supongo que es una suerte no sudar. La ropa de Estel es al menos una talla mayor que la mía. Cojo una blusa blanca y unos pantalones negros de tela fina y resistente. Los dejo sobre la cama y me quito el vestido de Germaine. Lo doblo con cuidado y lo dejo sobre una silla. Después, recojo la capa del suelo y la pongo sobre el vestido. En ese momento, Estel sale del baño, coge algo y vuelve a entrar. Yo estoy de espaldas a ella. Me pongo los pantalones y la blusa. Me quedan un poco amplios. Bueno, pienso, así podré dar patadas mejor. El calzado, en cambio, es de una talla más pequeña. Elijo unos zapatos negros descubiertos de medio tacón. Son de buena piel, así que ceden un poco y no me hacen daño. Desde luego, son más cómodos que los de tacón alto que elegí para el evento del príncipe. Me incorporo y me suelto el pelo. Encuentro una americana de color negro en el armario y me la pongo. Parezco una secretaria de Joan, pienso y esbozo una sonrisa. Bueno, ellas llevan falda. Para terminar, cojo un abrigo de plumas de un gris muy oscuro con capucha rebordeada con un hermoso pelo leonado. Estel sale ya preparada y me pregunta si estoy lista. Ha elegido un atuendo más informal que el mío, de mi gusto; pero, claro, no puede llevar prendas del mismo tipo en unas maletas. Lista para matar, respondo y río. Solo un momento para lavarme la cara, apunto. No quiero hacer esperar a quienquiera que nos espere.

"Lista para matar" Aquella frase en boca de una vampiresa era inquietante, pero tras el primer segundo Estel interpretó las palabras de su compañera como una broma. -Claro, lávate la cara, perdona, no pretendía meterte prisa, además es temprano.- Comentó mientras colocaba el bolso sobre su hombro y esperaba en la entrada de la habitación.

-Por cierto, gracias por venir conmigo, en el momento que Roderic me planteó el tema lo acepté sin pensarlo demasiado, pero viendo el panorama infecto de ayer, es un alivio contar contigo.- Comentó para agradecer la buena disposición de Anna.

-¿Quieres que pida un taxi o prefieres que vayamos caminando? Estamos cerca, en un cuarto de hora podemos llegar andando, pero lo que prefieras.- Preguntó.

Entro en el baño para lavarme. Aún se nota el calor desprendido por la ducha reciente. Cojo un algodón para desmaquillar y lo paso por mis párpados, pómulos y labios. Después, me lavo la cara con abundante agua caliente. Me miro en el espejo, ligeramente empañado. Mejor así, pienso. Me seco, paso los dedos por el cabello y vuelvo a salir.

No tiene importancia, comento cuando Estel me agradece que la acompañe. Yo también me siento aliviada contigo, añado, sin hacer referencia a los panoramas venideros, que preveo tan o más infectos que el reciente. La madrugada pasada lo hiciste muy bien, digo, en alusión a la caza. Yo solo tuve que aprovecharme de tu presa, concluyo, sonrío y me encojo de hombros.

Pues vamos andando, respondo a su última pregunta. Quizás hallemos pistas por el camino, añado y sonrío por la broma. Por cierto, gracias por prestarme tu ropa. Es muy bonita.

-¡Ajá! Así que te aprovechaste ¿No?...- La vampiresa bromeaba haciéndose la indignada para después reír. -No, no te aprovechaste, somos un equipo, hoy por ti mañana por mí.- Dijo mientras salían de la habitación y ella cerraba la puerta. Caminaron juntas por el pasillo hasta llegar al ascensor. -El buen gusto para la ropa en realidad es mérito de Roderic...- El ascensor estaba a punto de abrir sus puertas. -Cuidado con las luces del ascensor, son un poco molestas.- Dijo en un inciso.

-Cuando me pasó toda la movida Roderic se encargó de facilitarme muchas cosas, supongo que me lo debe, las primeras noches estaba fatal, por su culpa, claro. Estaba demasiado asustada y rabiosa, no era yo misma. A veces creo que no termino de acostumbrarme a todo ésto, sobre todo después de lo de ayer, la verdad, no sé que es peor, acostumbrarse a todo, o no.- Comentó sobre su Abrazo mientras bajaban por el ascensor del hotel, la vampiresa miraba hacía el suelo ya que los luminosos en el techo del ascensor le resultaban desagradables a la vista.

-Dejaré la tarjeta ahora en recepción, la suelen guardar en un casillero tras la mesa del recepcionista. ¿Quieres que pida también una llave para ti?- Preguntó de forma agradable.

Es fascinante contar con la amistad de Estel. Parecemos dos colegas inseparables detrás de una gran noticia, como si siguiéramos vivas y hubiéramos forjado una estupenda relación más allá de la profesional. Podría decir incluso que es demasiado bonito para ser cierto. No es la clase de vínculo que une a los vástagos, interesado cuanto menos, a menudo desleal, siempre peligroso. Al menos, eso es lo que deduje de mi tiempo con Lucía y lo que ambas hemos comprobado en el pasado evento. Me siento muy cómoda con ella y percibo que ese sentimiento puede ser mutuo. Si esto es así, pronto nos pondrán a prueba. Estoy segura. Por el momento, disfruto de la atención que me presta, por ejemplo avisándome de la intensidad de las luces.

Mientras bajamos por el ascensor, me cuenta cómo la ayudó su sire, lo mal que se sentía durante las primeras noches, sus temores sobre la habituación a nuestro nuevo estado y lo que ello significa. La escucho como hacía con mis amigas de la adolescencia, cuando venían a casa llorando porque las había dejado un chico y me dolía tanto como a ellas.

Pasamos junto a recepción para dejar la tarjeta y me pregunta si quiero una llave. Como quieras, respondo, con tono agradecido.

Al fin emergéis al frío aire de la calle; por Les Rambles todavía se respira algo del decadente ambiente que las caracteriza: Grupos de jóvenes ingleses, de ambos sexos y en plena despedida de soltero desafían las rigurosas temperaturas y la criminalidad local borrachos como cubas, inconscientes o excesivamente temerarios al enfrentar alegremente la posibilidad de ser atracados, apaleados o violados; las putas octogenarias arrastran sus tullidos cuerpos por la parte baja de Drassanes, esperando algún cliente con el que poder pasar el día siguiente...

Todo, en general, es malsano y enrarecido de modo que cuando abandonáis esa arteria principal para internaros en las callejas del Gòtic os sentís aliviadas por dejar atrás tanta inmundicia.

Pronto llegáis a la Plaça Sant Jaume, sin poder evitar un soslayo al regio edificio de la Generalitat desde el que sospecháis que Montoya sigue manejando los sucios hilos que dominan la ciudad; no os pasa desapercibido, en ese lugar y abandonando la Plaça hacia la Vía Layetana, la presencia de un lujoso deportivo de la Marca Tesla, de color negro y que avanza sinuoso, sin apenas hacer ruido, sobre el asfalto adoquinado de Jaume I.

Vosotras también alcanzáis la Vía Layetana y, tras cruzarla, accedéis al barri del Born por la misma calle Princesa que recorréis durante unos 300m hasta llegar al lugar indicado por Roderic:

El local, lo que queda de él, se trata de unos bajos de apenas un centenar de metros cuadrados; la acción del fuego es evidente en toda su superficie de modo que las llamas y la temperatura, han devorado por entero toda estructura que identificara al establecimiento. Sus cristaleras reventaron por efecto del calor de manera que entre los Bomberos y la Brigada Municipal han sustituido ese recubrimiento exterior con una estructura de tablas de madera cerrada con una suerte de portezuela que se halla protegida con un pesado cadenado con un no menos ostentoso candado.

Visto desde fuera, El Halley ofrece poco más que el desvencijado aspecto de una estructura chamuscada que requiere, a todas luces, ser derruida para levantarse de nuevo.

Por algún milagro probablemente consecuencia de la diligente actuación de Los Bomberos, los pisos que hay encima del local, a los que se accede desde el carrer del Rec, no están tan afectados. A pesar de ello resulta obvio que han sido desalojados y toda la estructura se halla apuntalada para evitar un derrumbe que sería consecuencia del debilitamiento del armazón por la acción del fuego.

Tras fijarse en a la fachada devorada por las llamas, la Toreador sacó de su bolso su teléfono móvil, acto seguido comenzó hacer fotografías con su dispositivo. La entrada, las ventanas, la fachada en general, Estel inmortalizaba el consumido Halley. -Creo que Roderic no me habría hablado de éste local si no creyese que el incendio fue provocado. ¿Qué tipo de mafioso haría algo así? Tenemos que averiguar si ha sido cosa del Sabbat.- Comentó a Anna todavía con el móvil en las manos.

Estel miró a ambos lados de la calle para asegurarse de que no habían curiosos por la zona. -Tenemos que entrar de alguna forma, necesito comprobar si se ha utilizado algún tipo de acelerante, registrar los restos del establecimiento, quizás eso arroje algo de luz para comprender qué ha pasado aquí, más allá de lo evidente.- Comentó mientras se fijaba en las ventanas tapiadas.

-Mira, en esa ventana hay una pequeña abertura entre las tablas, quizás podamos colarnos por allí. El problema es alcanzarla. Quizás si movemos hasta aquí un contenedor de basuras, y hacemos un improvisado "castell" podamos alcanzar esa ventana. ¿Cómo lo ves?- Preguntó.

Tras un breve paseo fastidiado por el frío y extranjeros borrachos, después de atravesar la Plaça de Sant Jaume y los recuerdos de las estacas, de cruzarnos con el coche del que vi bajar al Brujah, llegamos al local de la calle Princesa. Muestra signos evidentes de un incendio. Estel hace fotografías del lugar con la habilidad propia de una periodista. Habría venido bien mi cámara, pienso. Mi compañera sospecha que puede haber sido provocado. Yo estoy segura. No por un mafioso ni, con toda probabilidad, por agentes del Sabbat. Mi suspicacia me sugiere un autor más cercano a nosotras. Puedo estar equivocada. Alguien que pretende engañarnos, respondo a Estel, para hacerle saber mi presentimiento. Ella sugiere que busquemos el modo de entrar para buscar alguna pista más sólida. Indica un resquicio en las tablas que cubren una ventana. Está muy alta. Arriesgado, respondo, más a su intención que a su plan, mostrando de nuevo mis reservas. No obstante, acercamos el contenedor, que huele como si tuviera un cadáver dentro, y nos subimos a él. Bueno, ¿quién arriba y quién abajo?, pregunto y río, nerviosa, intentando bromear para relajar la situación.

-Subiré yo primero.- Dijo mientras ojeaba de nuevo la calle, a la vampiresa le preocupaba que alguien interrumpiese el plan de colarse en el local calcinado por las llamas.

De un salto se sentó encima del contenedor, se quitó el calzado y lo guardó en su bolso. -Mira, sube aquí conmigo.- Dijo mientras apartaba su bolso a un lado de la superficie del contenedor y se ponía de pie. -Quiero que cruces los dedos de tus manos así, para impulsarme con el pie. Daré una fuerte patada, así que prepárate para empujar mi pierna hacía arriba con fuerza, tengo que alcanzar el quicio de la ventana, después treparé por los hierros de la ventana y ojearé con la linterna del móvil el interior del local, por aquel hueco entre las tablas...  ¿Podrás hacerlo?.- Preguntó mientras guardaba su móvil en el bolsillo de su chaqueta.

Estel decide subir a la ventana en primer lugar. La verdad es que yo no estoy muy convencida de querer hacerlo. Pues claro, respondo a su pregunta, levantar damas en brazos es mi especialidad, continúo bromeando. Hago lo que ella dice: cruzo los dedos de las manos para que apoye el pie, contamos hasta tres y la impulso hacia arriba con la fuerza que me otorga la sangre vampírica.

Entre la estructura que habéis montado con el container justo al lado del acceso al Halley y la inestimable ayuda de Anna, a Estel no le resulta en absoluto complicado encaramarse a la abertura que hay en la parte superior de los tablones y, una vez allí, encender la linterna del móvil para fisgar en el interior del local.