Partida Rol por web

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El norteño atendió a las palabras del caballero, ciertamente la pintura no había sido de gran interés para él, pero cierto era, se podían contar grandes historias únicamente con lo reflejado en un simple lienzo.

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-Por supuesto Ser Tyler, por favor, luego nos encontraremos de nuevo-dijo el norteño sonriendo, dejando paso al caballero y haciendo la pertinente inclinación de cabeza.

El rastro del aroma que salía de la cocina, me llevó a una gran antesala, previa al comedor, deduje.

Allí me encontré con una serie de personas, una de ellas, al parecer hija de la casa Vaelys, nuestros anfitriones.
Al ser el recién llegado, todos giraron la cabeza en dirección a mí con mayor o menor interés.

- Ser Ulrich von Liechtenstein... para servirles, caballeros. Señora...

Acabé mi saludo con una reverencia a la dama.

- ¿Saben ustedes si se usará el comedor para recibirnos a todos o no será ese uno de los actos sociales del día?

Pregunté con ánimo de parecer educado y no un hambrón que venía a saquear las despensas de la casa Vaelys.

Cuando Ser Tyler se alejó dejando de nuevo solos a la joven Vaelys y al norteño, éste miro a Lenia con ligero disimulo-Decidme que os ha incomodado su aparición tanto como a mí-dijo por lo bajo con una mirada traviesa, ya que sería terrible que alguien le escuchara decir tales palabras.

-¿Deseáis enseñarme otro cuadro sin percatarnos siquiera de qué trata?- ahogó de nuevo la risa recordando el momento en el que Lenia se giró para ver la pintura-Vuestra cara era todo un poema-contemplar esos ojos grises rodeados del rubor de sus mejillas no hacían más que resaltar su belleza natural.

-Decidme Lady Lenia, ¿se os permite practicar el tiro con arco? ¿ O sólo os enseñan menesteres como damas de la corte? Aunque desconozco si os interesa el tema. Quizás prefiráis tejer en vuestra alcoba..- preguntó intrigado-Por cómo sois diría que si os lo habéis propuesto, de una forma un otra lo habréis conseguido, estoy seguro- dijo acercándose de nuevo a ella, pues la presencia de Tyler, obligó a que se separasen.

Decidme que os ha incomodado su aparición tanto como a mí-

- Sin duda me sorprendió, no me lo esperaba - dijo tratando de ser cortés, pero luego entrecerró los ojos - Pero agradezco enormemente que se marchara, estaba disfrutando mucho de la conversación con vos Ser Galbart - dijo divertida poniendo cara de inocente.

 -¿Deseáis enseñarme otro cuadro sin percatarnos siquiera de qué trata?- ahogó de nuevo la risa recordando el momento en el que Lenia se giró para ver la pintura-Vuestra cara era todo un poema

Lenia abrió la boca en forma de O - Ser Galbart - dijo divertida fingiendo ofensa, aunque estaba claro que era una exageración - Claro que sabía que la pintura iba de ... - volvió a mirarla - Caza - dijo con una carcajada que intentó tapar  con la mano. 

Decidme Lady Lenia, ¿se os permite practicar el tiro con arco? ¿ O sólo os enseñan menesteres como damas de la corte? Aunque desconozco si os interesa el tema. Quizás prefiráis tejer en vuestra alcoba..- preguntó intrigado-Por cómo sois diría que si os lo habéis propuesto, de una forma un otra lo habréis conseguido, estoy seguro- 

- Practico tiro con arco, a parte de tejer y hacer labores de dama, mi madre nos enseñó que una dama debe saber defenderse así que el tiro con arco y la práctica con espada está entre mis aficiones - aseguró - A parte de montar a caballo, claro - miró por la sala y señaló con la cabeza donde había otro inmenso cuadro - Me gusta mas leer que tejer, mi padre dice que esa es una afición peligrosa - dijo divertida - pero agradece que sus hijas lean y no sean señoritas sin cabeza - estuvo tentada de coger a Ser Galbart del brazo para pasear hacia el otro cuadro, pero al ver a su madre se contuvo.

- ¿Os interesa la música? - preguntó, ya que el otro cuadro parecía de algunas personas tocando instrumentos.

Ser Ulrich - Ser Ulrich von Liechtenstein... para servirles, caballeros. Señora...

Lenia se giró al escuchar la voz del caballero, sonrió e hizo una pequeña reverencia - Encantada de conocerle Ser Ulrich - dijo ya que no lo tenía a mucha distancia. Lenia, que estaba hablando con Ser Galbart sobre los cuadros, señaló con la cabeza uno de ellos para seguir con su conversación sobre arte.

 Ser Ulrich - ¿Saben ustedes si se usará el comedor para recibirnos a todos o no será ese uno de los actos sociales del día?

- Espero que si, sería muy agradable poder comer todos juntos y familiarizarnos con las caras de los invitados, por cierto, soy Lady Lenia Vaelys, tercera hija, el es Ser Galbart Glover - Lenia queríia proseguir con su conversación de pintura, pero debía ser amable y educada. 

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El norteño sonrió, sin duda la cortesía y la gran educación que había recibido Lenia la convertían en una anfitriona perfecta, pero los ojos nunca mentían.

-Yo también estoy disfrutando mucho de vuestra compañía, aunque me temo que con tantos caballeros que hemos sido invitados tales interrupciones se van a repetir-dijo con un ligero gesto de fastidio.

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En esa ocasión la carcajada fué contenida a duras penas por el norteñoOh, Lady Lenia,
al final si váis a conseguir que me sonroje, pero de risa-dijo apagando su carcajada como si fuera una simple tos.

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-Sois toda una caja de sorpresas ¿Así que tiro con arco y espada? Lástima que hoy no tengamos tiempo, me gustaría comprobar vuestra puntería, el arco es mi punto débil y tendríais una ligera ventaja sobre mí-dijo desafiante en tono bromista.

-Y en cuanto a la lectura, no veo cuál es el peligro, a parte de enriquecer la mente, permite conocer otras historias, vivir otras vidas, visitar lugares lejanos. Yo soy un amante de la lectura. En Bosquespeso, tengo una biblioteca personal bastante extensa, en las largas jornadas de invierno, hay noches que con la compañía del fuego y una interesante lectura, pueden ser un agradable entretenimiento.- miró con una cálida sonrisa a Lenia.

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-Si os soy sincero, no he tenido el placer de disfrutar mucho de ella, pero sin duda me gusta-aseguró-además todo buen caballero debe conocer el arte del baile, sea más o menos hábil, aunque ya os confesé en el jardín que soy un pésimo bailarín- frunció el ceño mirando a Lenia.

En ese momento apareció otro caballero en el salón interrumpiéndoles de nuevo. Ser Ulrich en ésta ocasión.

Mientras el norteño charlaba con la joven Vaelys, escuchó a su espalda la voz de otro caballero presentándose.

-Ser Galbart Glover, Señor de Bosquespeso,
para servirle.- dijo con el salido pertinente.

-Es un placer conoceros- remarcó para luego dejar a Lady Lenia explicarse con el caballero sobre la comida. Mientras tanto el norteño mantuvo un gesto agradable admirando el cuadro al otro lado del salón.

Ser Tyler se volvió para descubrir a quien hablaba presentándose ante todos con tanto desparpajo. Descubrió a un caballero rubio, absolutamente un desconocido para él. 

-Ser Ulrich von Liechtenstein- repitió su nombre con una sonrisa y una leve inclinación de cabeza a modo de saludo -Yo soy Tyler Risefeller, un placer conocerle- O eso esperaba. Cada vez habían allí más hombres, pero el número de féminas se mantenía. De algún modo u otro esperaba que todo aquello fuese provechoso para todos. 

Tyler se mantenía frente a Ser Mordred, al que acababa de saludar. 

Realmente esperaba poder pasar al comedor para disfrutar de la comida, esperaba que estuviese en mejores condiciones que durante el desayuno, de no ser así ...  Miró al resto de caballeros con cierta diversión en el rostro. Sería divertido comprobar la educación que guardaban.

El paseo de su vista por la sala terminó observando a las damas Vaelys. Primero a Astrid, que lucía soberbia y hermosa, después Lenia, jovial, alegre y luminosa, y para finalizar en la señora de la casa, Lady Myriah, quien estaba seguro era la artífice de todo aquello.

-Yo también estoy disfrutando mucho de vuestra compañía, aunque me temo que con tantos caballeros que hemos sido invitados tales interrupciones se van a repetir

- Es inevitable, me temo... pero si os sirve de algo, sois mi invitado favorito - dijo con cara de inocente, dedicándole una sonrisa tímida y desviando la mirada al frente, como si hubiera dicho algo tan trivial como "que bonito está el día".

Oh, Lady Lenia,
al final si váis a conseguir que me sonroje, pero de risa-

 Lenia le miró - Bueno, por algo hay que empezar, no se puede correr sin andar primero, eso dice siempre mi padre - puntualizó - Creo que le caeréis bien, sois un hombre interesante, me pregunto que opinión tendrá de vos - llevó la mano a su barbilla y la acarició suavemente, cuando se quiso dar cuenta, dejó de hacerlo.

-Sois toda una caja de sorpresas ¿Así que tiro con arco y espada? Lástima que hoy no tengamos tiempo, me gustaría comprobar vuestra puntería, el arco es mi punto débil y tendríais una ligera ventaja sobre mí-

- Bueno, las damas debemos ser interesantes, ya se da por sentado que sabemos tejer, cantar y acunar bebés, la esencia está en aquello que realmente no esperáis de nosotras, me pregunto cuanto podré sorprenderte - dijo casi como si fuera un reto que le atrajera. - Si el arco es vuestro punto débil, puedo daros un par de consejos que a mi me han servido mucho, pero a cambio vos tendréis que darme algún consejo sobre ... no se - ladeó su cabeza pensativa - ¿Que podríais enseñarme? - quiso saber.

Y en cuanto a la lectura, no veo cuál es el peligro, a parte de enriquecer la mente, permite conocer otras historias, vivir otras vidas, visitar lugares lejanos. Yo soy un amante de la lectura. En Bosquespeso, tengo una biblioteca personal bastante extensa, en las largas jornadas de invierno, hay noches que con la compañía del fuego y una interesante lectura, pueden ser un agradable entretenimiento.

- Los libros pueden ser muy peligrosos precisamente por lo que decís, enriquecen la mente y no a todos los hombres les gusta una mujer de mente rica, que sepa el tipo de vida que quiere vivir y el tipo de lugares que quiere visitar, por suerte, nuestro padre nos dejó ser del tipo de mujeres que podemos decidir ese tipo de cosas, aunque siempre con unos límites claro - suspiró - ¿Tenéis una biblioteca extensa? aquí hay una, pero no es muy grande ... tenéis que mostrarme vuestra biblioteca - dijo emocionada, con los ojos llenos de brillo - Me encanta leer en compañía del fuego, con una taza de chocolate caliente - arqueó las cejas imaginando la escena, cuanto le gustaban esas noches. 

Lenia sentía que cada vez había más cosas de Ser Galbart que le gustaban, tantas cosas, que empezaba a plantearse si quizás el quisiera cortejarla.

Se quedó callada unos instantes mientras el afirmaba no ser un buen bailarín, le miró a los ojos pensativa, luego recorrió su rostro con cierta fascinación, no se dio cuenta de que mordía su labio mientras pensaba seriamente en coquetear con el, le gustaba, era un hecho ... pero ... ¿podía hacer que ella le gustara a el?

Desvió la mirada hasta ver a su hermana Astrid, tan hermosa, la mejor opción entre las hermanas, sin duda ... pero ... ella tenía posibilidades también, ¿no?.

- Ser Galbart - la voz de Lenia cambió sutilmente, había leido en sus libros de damas que conquistaban a caballeros, principes y guerreros y trató de comprobar si todo lo que había leido, era funcional.

Bajó ligeramente el mentón y con su mirada, quiso demostrar fuerza, seguridad y madurez, quería que ante todas las cosas, Ser Galbart viera que no era una niña.

¿Y ahora que? vale, le había nombrado, con voz sensual, una sutil sensualidad porque no quería que el coqueteo fuera muy evidente por si acaso el no sentía lo mismo, no quedar en ridículo.

- A riesgo de que parezca que tengo un claro favoritismo por vos - dijo con una medio sonrisa - Sois posiblemente uno de los caballeros que más temas de conversación tiene, os habéis ganado mi simpatía y mi respeto - Lenia no tenía muy claro como decir las cosas sin ser muy directa. Entonces recordó que las doncellas de los libros hacían caídas de ojos, ocultaban sus sonrisas tras los abanicos y su "fragilidad" es la que solía conquistar a los hombres. Pero Galbart parecía apreciar su fuerza, no su fragilidad, así que decidió seguir su intuición.

- Sería para mi un honor poder sentarme a su lado durante la comida, para de ese modo poder seguir intercambiando opiniones sobre cuadros que a pesar de vivir aquí, nunca había visto - bromeó.

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-Lady Lenia, con vuestras palabras, sólo puedo decir que me siento el más afortunado de la sala-aseguró-sin opción a duda sois la mejor compañía que pudiera tener en éste castillo- afirmó con convicción sumado a una amplia sonrisa.

El norteño había encontrado en la joven algo que no había visto en sus otras hermanas..ni sentido. Su carácter de rebeldía, de querer saber y descubrir, deshacerse de las ataduras que ahogaban su libertad, la claridad y sinceridad en sus palabras. Galbart estaba fascinado.

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Galbart miró con cierta seriedad a la joven recordando el episodio del desayuno-Pues no sabría deciros exactamente, cuando llegamos esta mañana y entramos en el salón mientras desayunábais, vuestro padre al terminar no me dedicó una sonrisa precisamente, aunque he de deciros que parte de la culpa fue nuestra por entrar sin ser presentados-puntualizó.

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El norteño se acarició la poblada barba y meditó un momento, frunciendo el entrecejo con gesto pensativo-Aún tenéis muchas sorpresas guardadas y no tengo la menor duda de que aún coseguiréis sorprenderme más veces-arqueó a continuación las cejar interesado-Interesante ofrecimiento me hacéis, os agradecería mucho esos consejos, mi fuerte siempre fué el hacha, aunque me esforcé al máximo con el arco, al fín y al cabo es indispensable para poder cazar y me defiendo, ahora ¿qué os puedo enseñar yo?-preguntó poniendo un gesto dudoso-Seré sincero con vos, no sé si sabré algo que os pueda ser de interés...vos sois una mujer cultivada, inteligente y sabia. En el Norte os podría enseñar sobre mis tradiciones, aspectos de la caza y bueno, si recordáis lo que os conté en el jardín...secretos de cocina-susurró casi al oido de Lenia-recordad que es un secreto entre voz y yo-le ofreció una mirada divertida.

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-Seréis mi invitada de honor y yo mismo os enseñaré mis tomos más preciados-inclinó ligeramente la cabeza hacia Lenia-Y me gustaría compartir una velada como esa con vos-El norteño se dejaba llevar por las sensaciones que le hacía sentir la joven, no era un experto en el cortejo de las damas y menos aún entre gente tan noble, pero sólo podía ser lo más correcto posible y a la vez, lo tenía muy claro, su sinceridad primaba ante todo. Su mirada, cuando se mordía el labio y mirándole con sus magníficos ojos grises.

Mataría por saber que pasaba ahora mismo por la cabeza de Lenia, pero el norteño sólo podía confiar en su instinto y en las sensaciones que aquella mujer le provocaba. Pero cuando ella pronunció su nombre de nuevo, su tono había cambiado, era sutil, pero perceptible y su mirada, su mirada era diferente..

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-Oh, Lady Lenia-articuló con tono de verdadera sorpresa, aunque no podía negar que en el fondo quería oirlo-Sería un grandísimo placer sentarme a vuestro lado en la comida y compartir esas opiniones-rió por lo bajo mientras se acercaba un poco más a ella-aunque tendréis que aparentar ser una hija perfecta y yo un caballero perfecto ¿podréis soportarlo?-preguntó guiñándole un ojo, con gesto divertido.

-Lady Lenia, con vuestras palabras, sólo puedo decir que me siento el más afortunado de la sala-aseguró-sin opción a duda sois la mejor compañía que pudiera tener en éste castillo

Ahí os doy la razón - bromeó - Mis hermanas son un poco sosas, Tabatha es divertida pero no se donde andará hoy - dijo mirando la sala y asegurándose que no estaba allí.

Pues no sabría deciros exactamente, cuando llegamos esta mañana y entramos en el salón mientras desayunábais, vuestro padre al terminar no me dedicó una sonrisa precisamente, aunque he de deciros que parte de la culpa fue nuestra por entrar sin ser presentados-

- Es un día especial para todos, mi padre tiene mucha presión, junto con mi madre ... mis hermanas y yo estamos un poco descolocadas aunque yo he de admitir, que gracias a vos, yo no estoy asustada - sonrió con ternura - Y vosotros los invitados también tenéis lo vuestro, estáis nerviosos, sentís que en el fondo esto puede ser una competición, mis hermanos ... - bajó la voz un instante, al recordar con cariño y pena a sus hermanos fallecidos - Siempre competía entre ellos, decían que era parte de ser hombre - le miró a los ojos - Ojalá no fuera una competición - admitió - aunque lleváis buena ventaja - dijo para si misma en realidad, sin ser consciente de que lo había dicho en alto. 

 En el Norte os podría enseñar sobre mis tradiciones, aspectos de la caza y bueno, si recordáis lo que os conté en el jardín...secretos de cocina-susurró casi al oido de Lenia-recordad que es un secreto entre voz y yo-

Lenia asintió y abrió la boca - Muy cierto, eso me gustaría, mucho - admitió - Es algo que no se hacer y que creo, sería muy divertido compartir con vos, solo espero no envenenaros por equivocarme y en vez de poner sal, excederme con el azúcar - bromeo en voz baja, giró el rostro para darse cuenta de que no estaba tan lejos del de Galbart como el protoloco debería marcar ... y cada vez, tenía mas ganas de saltarse el protocolo. Volvió a pensar en la posibilidad de quedarse a solas y cuanto deseaba poder hacerlo. 

Humedeció sus labios y se sonrojó al sentir su aliento no tan lejos como esperaba.

-Seréis mi invitada de honor y yo mismo os enseñaré mis tomos más preciados-inclinó ligeramente la cabeza hacia Lenia-Y me gustaría compartir una velada como esa con vos-

- A mi también - dijo aún algo nerviosa por lo que acababa de suceder. Miraba al frente tratando de buscar la escusa perfecta para salir de allí.

-aunque tendréis que aparentar ser una hija perfecta y yo un caballero perfecto ¿podréis soportarlo?-

Lenia volvió a girar el rostro y le miró, su sonrisa se volvió traviesa nuevamente - Haré cuanto pueda Ser Galbart, como de costumbre - miró la puerta y su cabeza comenzó a funcionar a un ritmo frenético. Su corazón se aceleró - Pero para poder contenerme antes tengo que soltar un poco de energía y travesura - susurró y le miró de reojo.

- Esa puerta da a un gran pasillo, al final del pasillo está el gran comedor, suele estar custodiado por dos guardias y es donde supongo, comeremos - habló mirando al frente como si estuviera hablando de cualquier otra cosa - A mitad de pasillo podéis girar a la izquierda y encontraréis la sala del consejo, a la derecha, la sala de reuniones - se giró y le miró con una mirada extremadamente pícara - Un poco más adelante de la sala de reuniones hay unas escaleras que suben a la segunda planta y justo en frente, está la biblioteca, Voy a salir de aquí por esa puerta - señaló con la mirada otra puerta opuesta - Daré un rodeo y estaré en la biblioteca en unos minutos - volvió a humedecer sus labios, el corazón le iba tan rápido que por primera vez en mucho tiempo se sentía viva.

Miró a su madre a lo lejos y supo que le caería un gran castigo por ello, pero esperaba poder estar en la comida antes que el resto y que no les pillaran.

- Decidme Ser Galbart, ¿como de aventureros sois? - le miró a los ojos con desafió y emoción y se alejó suavemente, acercándose a su madre.

Lenia suspiró suavemente, tenía el rostro ligeramente enrojecido, se tocó la frente y se acercó a su madre - Madre - dijo con cortesía intentando no interrumpir su conversación - Voy a subir un instante a mis aposentos, creo que me he abrigado demasiado y me encuentro un poco febril - dijo poniendo cara "ñoña", tosió un par de veces, aún tenía la garganta pillada y su voz seguía un poco ronca, aunque por suerte, mejor que esta mañana.

- No tardaré mucho, lo justo para que terminen de llegar el resto - sonrió con ternura e inocencia y se marchó por una de las puertas de la sala.

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-He de confesaros que tras conocer a vuestras hermanas, Alyra y Astrid, son demasiado...rectas si se me permite la expresión, vos no tenéis nada que ver con ellas, por suerte-se sinceró en extremo.

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-Entiendo su postura, y comprendo su manera de actuar desde luego, yo creo que me sentiría igual que él y en cuanto a vos, me alegro que os sintáis segura gracias a mí-sonrió nuevamente, para ensombrecer el rostro durante un instante en señal de momentáneo duelo-Es cierto, siento lo de vuestros hermanos, una terrible pérdida sin duda, no debería de haber tales competeciones...pero..-sonrió pícaramente¿Yo? ¿Ventaja? vaya..creía que estaba cerca de vencer-dijo osado.

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El norteño rió por lo bajo-No os preocupéis por eso, os enseñaré la diferencia separando ambos condimentos en cuencos de diferente color, creo que así no habrá problema no creéis?-el tono jocoso de la conversación iba y venía con una naturalidad desbordante entre ambos que no hacía más que acentuar su acercamiento.

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El plan de Lenia de soltar energía le parecía interesante y divertido, pero cuando supo el resto del mismo, el norteño separó ligeramente los labios con gesto de sorpresa y atendió detalladamente a los pasos a seguir para llegar a la biblioteca.-Uhmmm, entiendo, tenéis razón es cierto que vuestra biblioteca tiene que ser digna de ver-comentó de manera distraía para alejar posibles atenciones indiscretas.

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El norteño la miró fíjamente con una intensidad que no había demostrado antes, por simple educación y cortesía, pero Lenia poseía una atracción dificil de definir-Más de lo que creéis-logró susurrar antes de que se fuera de su lado.

Cuando la vió desaparecer por la puerta tras hablar con su madre, el norteño se dispuso a seguir el plan, no había tenido el placer de estar en la biblioteca del castillo y ahora había una razón muy interesante para visitarla..

La conversación con Lady Lenia había sido muy estimulante sin duda, pero se sentía algo indispuesta y prefirió retirarse, cosa totalmente lógica, pues iba a ser un día largo para todos.

El norteño necesitaba sosiego, el haber conocido a las hijas Vaelys le había dado mucho en qué pensar, no era algo sencillo, se trataba de su futuro y de su descendecia, muchas pensamientos bullían en su mente, así que decidió volver a sus aposentos durante un rato, necesitaba estar sólo-Lady Myriah, caballeros, si me disculpáis iré a mis aposentos a refrescarme y quitarme el polvo del camino, sería imperdonable presentarme así en la mesa-dijo con una educada sonrisa mostrando sus botas. Realizó una reverencia, mientras salía del Recibidor por una de las puertas laterales.

Con la hora de la comida los invitados que habían llegado se iban reuniendo en el recibidor con la esperanza de que les  hiciesen pasar al gran comedor. 

A Tyler no le había pasado desapercebido un pequeño detalle de una de las hijas de los Vaelys, una menudez que sin embargo no le había agradado, aunque lo disimulaba bien, pues seguía hablando con Ser Mordred en un diálogo tranquilo y pausado, como si nada ocurriese.

La puerta volvió a abrirse de nuevo, y al escuchar las bisagras emitiendo un ligero sonido, no pudo evitar volverse para descubrir quien realizaría ahora su gran entrada.

Oberyn Martell se dirigía presto hacia el Gran Salón, pero se detuvo en seco en el recibidor al advertir que había allí más gente reunida de la que hubiera podido imaginar. Se encontraban allí Lord Grizzli y varios de los caballeros invitados por Lord Vaelys: Ser Ulrich, Ser Mordred, Ser Edric y Ser Tyler. Junto a ellos se hallaba también la joven Astrid Vaelys, heredera de la Casa Vaelys. El príncipe dorniense esbozó una sonrisa pícara mientras se preguntaba cuántos de los presentes se hallarían allí para cortejarla.

-Lord Grizzli -saludó al gigantón, con cortesía. Luego se dirigió a los otros cuatro caballeros-: Caballeros. -Por último, saludó a la hija de su viejo amigo Rhys, haciendo una profunda reverencia-. Mi señora. Estáis más hermosa que nunca. Estoy seguro de que debeis de ser el orgullo de la Casa Vaelys. -Volviendo a dirigirse a todos los presentes, añadió, con una sonrisa maliciosa-: Seguramente os estéis preguntando el porqué de mi pasividad últimamente, he estado un poco desaparecido después de que llegarámos al hogar de Lord Vaelys. La realidad es que me encontraba un tanto indispuesto. Pero me alegra anunciar que la Víbora Roja de Dorne ha vuelto a salir a la arena.

No se había dado cuenta hasta el momento en que Lady Alyra le comentó que el almuerzo ya estaba servido, pero Alester tenía hambre. El desayuno que le había preparado la excelente Risonda quedaba casi en el olvido. Por eso pensó que la mejor idea sería ir al comedor en lugar de pasear por los jardines, como tenía previsto. Ya tendría tiempo de visitarlos por la tarde.

Al poco de salir de la torre, se fijó en que una figura lo seguía. Se dio la vuelta y vio a la joven Vaelys que, finalmente, había decidido acudir al almuerzo también. Esperó a la dama y, cuando esta estuvo a su altura, entabló conversación con ella-. Estaba seguro de que os quedaríais cuidando de Fiona, se os veía muy preocupada. Pero la habéis dejado en buenas manos. Si vuestro Septón se ha quedado con ella, entre él y el maestre la ayudarán en todo lo posible.

Alester no estaba seguro de si Alyra lo había seguido porque quería estar presente en el almuerzo o porque aún no se fiaba de él. Parecía una muchacha de lo más decidida, nada dispuesta a quedarse parada si había algo que le provocara sospecha. Aunque esperaba que esa no fuera la razón de que estuvieran caminando juntos hacia el comedor.