Partida Rol por web

Alyra, con tu apoyo y el de Lenia, no necesito la aprobación de madre, que no le gusta la idea desvió los ojos, donde se podría leer incertidumbre, dolor y dudas Los secretos y los rumores terminarán con esta casa si seguimos dándoles valor y poder, y madre parece estar muy dispuesta.

Caminó por el laboratorio, a la espera de que el maestre dijera algo, opinara o se pusiera en contra. Pero el silencio no le gustaba en absoluto.

El septón creo que también estará dispuesto. Es la única persona que nos puede unir a los ojos de Los Siete y por las palabras que tuve con él, quiere que esto también se resuelva rápido.

Maestre su tono cambió, se volvió algo duro y poderoso ¿ocurre algo? No se inmuta, necesitamos saber si tiene lo que le hemos pedido, algo para poder cubrir el rostro de mi hermana para poder presentar respetos a Fiona. ¿Conoce si tiene algún miembro de su familia vivo?

-Qué desastre. Fiona muerta, Lord Vaelys en paradero desconocido y probablemente en peligro...-Quienquiera que estuviese tratando de hacerse con la herencia de la Casa no lo estaba haciendo precisamente con mucha discreción. Para el maestre ya no había duda de que todo estaba relacionado con lo mismo, pero ¿por qué matar a la criada? ¿Quizá presenciara algo que no debía?

-Tyler Risefeller dices? Supongo que es tan bueno como cualquier otro, yo te doy mi beneplácito, Astrid.-Indicó Caelus aunque en realidad no necesitara para nada su aprobación.

-Me temo que no conozco a ningún miembro de la familia Ironsmith, por lo que yo sé, Fiona era la última de ellos. Qué tragedia su muerte! Voy a ir de inmediato a examinar el cuerpo y la leche en cuestión antes de nadie toque nada, quizá pueda obtener alguna pista.

-Alyra, querida, podrías encargarte de darle la comida que ha sobrado a los cuervos? Se me olvidó darles de comer ayer, ten cuidado no te picoteen los dedos. Te veré más tarde, quizá tenga algún ungüento para aliviarte el picor. Ah, y me temo que no podrás acudir a la fiesta, ya que la imagen de tus sarpullidos podrían alterar, más todavía a los invitados.

Cuando está hablando a Alyra, el maestre le guiña un ojo, sin que Astrid lo vea.

Levantó una ceja, algo le había extrañado, pero asintió a las palabras del hombre, sin estar del todo convencida o segura, así que aguardó hasta que salió de la habitación, quedando a solas con Astrid. Alyra se sintió incómoda, pero por otro lado, su hermana nunca había mostrado interés en el resto de sus hermanas o familia, es más, no recordaba de ella muestra de aprecio alguno, solo miradas de desprecio o indiferencia. Era extraño hablar con ella y de seguro si no fuera que la necesitaba, no le estaría hablando.

— en fin... ¿has hablado con ser Tyler? ¿qué opina sobre esto? — mientras le preguntaba, levantaba la comida, la que habían traído, ahora si que no estaba del todo segura, además, moría de hambre, pero era demasiado orgullosa como para pedirle a Astrid que le trajera algo y el maestre se había ido, tendría que pasar un poco más de hambre, imaginó — él está al tanto de las situación extrañas que están pasando — comentó, así como si no tuviera del todo conocimiento de ese hecho.

— si él está de acuerdo, el Septon Tiziano los casa, realmente no necesitas el beneplácito de nadie más, Astrid — pensó en Fiona, en lo que le había dicho la noche anterior, y sintió pena — ¿por qué madre no está de acuerdo? ¿imagino que por la posición de Ser Tyler, pero no estamos para ponernos exigente, ¿no? — se encogió de hombros — en la fiesta, iré a ver a Fiona, nadie me notará, tengo un velo acá — le indicó una de las sillas, donde había un velo oscuro — iré...a a.. a alimentar a los cuervos, — ya resignada a quedarse encerrada, y quizás, para siempre. Lo bueno es que tendría mucho tiempo para seguir leyendo, pensó con un poco de optimismo. 

Astrid observó al Maestre, sus movimientos y sus palabras. Sabía que querría acudir a examinar el cuerpo, pero ¿antes de proporcionar un remedio a Alyra? Quizá estudiar el cadáver de la criada le diera información útil para saber si se había tropezado, había sido algo de la maldición o un asesinato. Pero los vivos deberían ir en primer lugar.

Se sorprendió que su hermana le hablara, pues se había quedado sumida en sus pensamientos. Pestañeó rápidamente para enfocar de nuevo la habitación antes de contestarla.

Ser Tyler está de acuerdo en que nos casemos. No he podido hablar con él del documento, pues me ha surgido la idea tras hablar con nuestra madre. De nuestros males, sabe lo que ha visto y lo rápido que he podido contar. Pero me he tenido que ir porque Lenia se ha mareado y era hora de hablar de lo que nos ocurría a todas. Tranquila supuso que su hermana se asustaría al oir lo de Lenia está bien, no ha sido nada de lo que preocuparse. Todo esto nos está alterando a todas.

Madre no está de acuerdo con mi casamiento por los rumores. Se dice que ser Tyler mató a su hermano mayor, a mi... ¿cómo sería correcto llamarlo? antiguo prometido así le había llamado Alyra Desde luego, no lo creo. Pero es un motivo más para hacerle firmar ese documento.

El Maestre es muy exagerado. Creo que puedes ir a la fiesta. ¿Y si vamos todas con alguna máscara o velo? De tal manera, que no nos puedan ver el rostro a ninguna... Lo convertiremos en una especie de juego. Seguro que a los pretendientes les gusta la idea.

Tomó una gran bocanada de aire y la soltó lentamente, cargando ese gesto de resignación ante lo que estaba pasando, muertes, engaños, lo único bueno es que parecía poder estar conversando con Astrid sin que se desatara una nueva guerra por el trono, por lo menos, Alyra no iba a iniciar nada cuando comprendía que ante lo que sucedía, la que estuviera en mejor posición, debía actuar. 

— si, supongo —  respondió vagamente, aunque tendría a Tyler como cuñado, él comprendía la forma de ser de Alyra y quizás la apoyaría, había un genuino aprecio entre ambos, algo así como almas a fines — digo... si a todo lo que dices, Astrid, —  mojó sus labios, entrecerrando un poco el ceño —  quizás hasta sería entretenido un baile de disfraces, de máscaras, y sobre los rumores... hay tantos, demasiados, — si si pusiera a enumerarlos, de ahí que el desmayo de su hermana la hiciera replantearse aquel rumor, pero no, Lenia juró que no era verdad —  ¿quienes vieron a Lenia desmayarse? —  esperaba que eso no acrecentara ese terrible rumor, o que este no llegara a los oídos de Galbart antes de que fueran explicados.

— bueno, eso ya no importa, hay que preparar tu boda, debe ser ahora Astrid, —  se apresuró a tomar decisiones —  no importan los rumores, verdad o mentira, lo que importa es lo que se compruebe y lo que sea una verdad oficial, de todas formas, no sería la primera muerte en esta familia —  y quizás, no sería el primer homicidio, apretó los dientes, su cara seguía doliendo así como su corazón, pensó en Fiona y se sintió demasiado sola. 

Pues la vieron parte de los invitados que estaban en el jardín meditó. No creía que fuera importantes enumerarlos de uno en uno, pero a su mente le vino una gran cantidad de información y de ideas. Pero no era el momento.

Hablaré con madre y le propondré la idea de las máscaras. Aunque, sinceramente, si consigo casarme antes de la celebración, quizá la maldición desaparezca, o aquél que nos esté haciendo daño se descubra, y podamos terminar con nuestros males. Se que es complicado, pero tenemos que estar más unidas que nunca su voz no denotaba pasión por sus hermanas, ni cariño. Era una voz fría y calculadora, la voz de una persona que tiene que tomar decisiones para lograr un propósito, como alguien que es un experto en juegos de estrategia.

Busca un velo y salgamos de aquí. Hay mucho por hacer y temo que el tiempo esté jugando en nuestra contra.

negó con la cabeza ligeramente aunque se planteó una vez más lo que diría, de ahí el breve silencio que hizo.

— ve, adelántate, el maestre no ha terminado de examinarme y quizás podría hacer algo para calmar el dolor que siento y el ardor — la comida de los cuervos, eso, curiosamente, seguía dándole vueltas — vamos, ve, como dijiste hay cosas que hacer y de momento, podrás hacerlo sola, apenas pueda te buscaré para ayudarte    — quizás ya no tenían mucho más que conversar, después de todo, la suerte estaba echada. 

El soldado llamó a la puerta. Junto a él estaban Mira y Sloth aunque parecía que se hubieran encontrado ahí por casualidad.

Lady Astrid, dijo mirando a la mayor de las hermanas, Ser Tyler le espera a los pies de las escaleras del Fénix. Dice que quiere hablar con usted, y nuestro Señor Vaelys ya sabe que prohíbe la entrada de nadie a esta torre. Después miró a Sloth sorprendido por su presencia. 

Y tú, ¿por dónde has venido? Sabes que no tienes permitido el paso.

Apenas la puerta se abrió con el soldado y Sloth, Alyra rápidamente le dio la espalda a la puerta, con sus manos contra su pecho, estaba hablando con Astrid y para sorpresa de Mira y Sloth, no estaban discutiendo, aunque rara vez lo hacían, de hecho, rara vez cruzaban palabras. 

— deja en paz a Sloth... — les habló ladeando un poco la cabeza para que apenas pudieran ver su perfil — Lady Astrid id, Ser Tyler debe estar inquieto, es hora, creo — volvió a mover su rostro para apartarlo tomando una bocanada de aire, su voz había perdido algo de fuerza y viejo Sloth podría notarlo...

Espero que así sea respondió Astrid a las palabras de su hermana, aunque dudaba que el maestre pudiera hacer algo. Si era cierto que todas padecían el mismo mal, seguramente fuera algo mágico más que veneno. No quiso decir esas palabras en voz alta, pues seguramente su hermana ya lo sabía o, al menos, se lo había planteado, y eso sólo podría confirmar sus temores Me iré adelantando para ir dejando todo preparado...

En medio de la conversación con Alyra, la puerta se abrió. Ante ellas, un soldado, Mira y Sloth. Alzó la ceja, preguntándose qué hacían allí, y si habría sucedido algo importante para ser 

Padre... pensó instintivamente, deseando que la noticia fuera que le habían encontrado

Bajaré y hablaré con él respondió a las palabras del soldado, pero antes de ponerse en marcha, escuchó las palabras hacia Sloth

Basta cortó las posibles palabras maleducadas del soldado Si Sloth ha subido, o bien estaba acompañando a Mira o bien ocurre algo importante. ¿Cuál es de las dos? 

Se acercó hasta su hermana pequeña. Se le olvidaba lo bajita que era. Y también que no sabía tratar con niños

Mira, ¿te quieres quedar cuidando de Alyra? Seguro que estáis las dos aquí juntas y tranquilas. Y si te portas bien quizá te cuente un cuento, ¿vale? Miró a su hermana y, aunque estaba de espaldas, esperaba que comprendiera que prefería tenerlas juntas antes de que las pasase algo por separado.

Sloth tenía dudas sobre lo que acababa de hacer. ¿Había sido lo correcto? Sloth dudaba mucho. Sloth no quería poner en peligro a nadie. Sloth no quería recibir una riña de su señora. Pero, por otro lado, era la única opción que tenían para garantizar la salud de la testaruda Lenia.

En todo eso pensaba Sloth mientras caminaba hacia el laboratorio, que esperaba encontrar vacío, pues la familia debía de estar en la capilla, rezando por la desdichada Fiona. ¡Fiona! Su ángel protector había desaparecido. ¿Qué haría Sloth sin ella? Tendría que honrar su memoria y hacer lo posible por que esa noche todo saliera lo mejor posible.

Sloth se encontró con la pequeña Mira a unos pasos de la puerta. Le puso la mano en el hombro, como gesto protector. Sloth imaginaba lo que debía de estar pasando la inocente criatura después de haberse topado con tal aterradora imagen. ¡A esa tierna edad! Quiso decirle unas palabras de ánimo, cogerla en brazos y subirla a sus hombros para que imaginara que montaba un dragón, ¡el dragón Sloth!, y que ella era una heroína de leyenda. Pero Sloth no tuvo tiempo de evadir la mente de Mira de la terrible realidad, pues se toparon al instante con el soldado en la puerta del laboratorio. ¿Qué hacía ahí? ¡Tendría que estar en la puerta de la torre! ¡Y se atrevía a echar en cara que Sloth hubiera subido ahí! Sabría ese desgraciado soldado el permiso que tenía él o no.

- Disculpad, soldado, Sloth pensaba que lo habíais visto. Sloth ha subido justo detrás de vos. Sloth… -hablaba el jorobado fingiendo nerviosismo, aunque realmente solo evadía la pregunta del soldado-. Pero no habéis visto a Sloth subir, será por que Sloth es tan sigiloso. Sí, Sloth es sigiloso. Y no lo parece, ¿verdad? Sloth es tan grande y torpe… –siguió con las evasivas, mientras pasaba hacia el interior, llevando de la mano a Mira. Agradeció con una dulce mirada a su querida Alyra, por salir en su defensa. Aunque la damita no miraba hacia él, sino que les daba la espalda. ¿Tendría algo que ver con su repentina desaparición del almuerzo?, se preguntaba Sloth. No parecía gozar de buena salud.

Sloth agachó la cabeza para saludarla a ella y a Astrid y se sorprendió gratamente de que las dos hermanas compartieran un momento de tranquilidad, hablando con normalidad, y no ignorándose la una a la otra y echándose malas miradas. Qué feliz estaba Sloth de verlas así.

Escuchó a Astrid, dejó que la heredera hablara con su hermana y respondió:

- Sloth ha subido para deciros que Lady Lenia no se encontraba bien. Estaba casi desfallecida cuando Sloth, Ser Risefeller y Ser Glover la trajeron a la torre. Por desgracia, Sloth no pudo conseguir que los soldados nos dejaran llevarla a sus aposentos -contó Sloth, con voz de preocupación e inocencia, como si no fuera su intención echarle la culpa a esos soldados. Aunque, claramente, sí era su culpa-. Ser Glover la ha llevado a sus aposentos, Lady Lenia así lo quiso, aunque Sloth no estaba muy de acuerdo. Pero ¿qué podía hacer Sloth? ¿Dejarla en los pasillos, para que enfermara por completo? Ahora Sloth ha venido al laboratorio a buscar algún remedio para llevárselo a la damita.

Acercándose unos pasos hacia Astrid, Sloth le puso una mano en el codo con suavidad y dijo:

- Mi señora, es cierto lo que dice el soldado. Sloth ha acompañado a Ser Tyler hasta la torre y no le dejan subir. Os está esperando abajo, dice que no se marchará hasta que os haya visto –confirmó Sloth y, con un sutil movimiento, se acercó más hacia Astrid, de forma que pudo murmurar unas palabras sin que nadie más lo escuchara.

Al abrirse la puerta del laboratorio y ver a sus dos hermanas el rostro de Mira se iluminó. Había temido encontrar a Alyra desfallecida, pero el hecho de verla en pie hablando con Astrid la tranquilizó. Entró en la estancia de la mano de Sloth, a quien había sonreído melancólica cuando él había posado su mano sobre el hombro de la niña, transmitiéndole cercanía. 

El corazón se le encogió al ver que Alyra se volvió rápidamente dándoles la espalda. Era algo extraño puesto que siempre tenía un gesto amable hacia ella, pero pasados unos segundos creyó adivinar la razón. La había visto antes en los jardines y para ella, su hermana sería siempre preciosa.

Enseguida Astrid se acercó para pedirle que se quedase allí con Alyra y Mira sonrió feliz de poder hacer una tarea importante. Deseaba muchísimo que su hermana le contase un cuento, pero la cuidaría con cariño en cualquier caso.

-Sssí! -asintió decidida- yo cuida-da-ré de ella -sonrió con dulzura a su hermana mayor y se dirigió junto a Alyra para acariciar suavemente el dorso se su mano y hacerle notar que estaba allí y que podía contar con ella.

Entonces Sloth les dio malas noticias sobre Lenia que entristecieron a la pequeña Vaelys. Abrazó instintivamente la muñeca que había traído consigo y asintió a la idea de buscar un remedio para su hermana. El laboratorio era muy grande, ¿cómo iban a encontrar allí lo que buscaban?

-¿Có có-mo es el re-me-medio? -miró alrededor por si había algo preparado. Había tantas cosas que era difícil saber cuál de todas podría ayudar a que Lenia se recuperase- ¿de qué co-color es? -miró primero a Sloth y luego a Astrid por si ella lo sabía. 

Mientras esperaba respuesta despejó un hueco en la pared apartando con cuidado las cosas que le molestaban y cogió un taburete. Lo alzó apoyando la base del mismo sobre su pecho y puesto que pesaba avanzó rápidamente hacia el hueco que había seleccionado arqueando la espalda para contrarrestar el peso, sin embargo le costaba un poco de controlar porque el asiento era bastante alto y tampoco veía desde su perspectiva dónde acababan las largas patas, que chocaron contra la pared impulsando a Mira hacia detrás. Sacudió un poco la cabeza y algo desequilibrada volvió a intentarlo rápidamente pero sin éxito, calculando torpemente la distancia e impactando de nuevo contra la pared. Giró sobre sí misma con el taburete alzado paralelo al suelo para pedir ayuda, y de repente se dio cuenta del error, puesto que podría haber roto cualquier cosa. Estaba colorada por el esfuerzo pero suspiró al comprobar que todo estaba en orden. Por un instante miró a Sloth para que le liberase del peso, pero tan sólo un segundo después plantó el taburete en el suelo. Relajó los hombros y desde allí lo empujó, arrastrándolo hacia la pared. 

Suspiró y se colocó bien el pelo para a continuación, sentar a su amada muñeca en aquel asiento privilegiado, de cara a todos y bien apoyada en la pared que le hacía de respaldo. Le alisó el vestido y luego hizo lo mismo con el suyo propio. Ahora tenía ambas manos libres y podía ayudar en la búsqueda. Aquello era algo divertido, como un acertijo misterioso sacado de un libro secreto, aunque también era un asunto muy importante, por supuesto. Besó la cabeza de su muñeca y le envió un mensaje en forma de pensamiento.

Ayúdame a encontrar un remedio para Lenia y otro para Alyra, por favor.

Comenzó a mirar las distintas cosas que habían por allí encima, pero por el momento sin atreverse a tocar nada. 

Realmente fue un alivio encontrar allí a Alyra sana y salva, a pesar de la magia oscura que había caído sobre ella. Pero se sintió tensa al enterarse de que Lenia no se encontraba bien y había tenido que ser atendida por Ser Glover. Por fortuna el caballero que le gustaba a Lenia cuidaba de ella y ahora debían estar a solas. Sin embargo, aunque su hermana estuviese con la compañía que ella deseaba, era importante encontrar ese remedio del que había hablado Sloth. Y también miraría si había otro para Alyra. Además se fijaría en absolutamente todo porque tal vez algo pudiese ayudar a su amado padre.

Cuánta responsabilidad sentía en sus hombros pero qué agradable sensación el poder ayudarles. Si lo encontraba todo sería muy muy feliz, aunque ella se quedase tartamuda para siempre. Deseaba de todo corazón ver bien a sus hermanas y anhelaba encontrar a su padre y sentir sus brazos estrechándola en un fuerte abrazo.

Está en mis manos. Tengo que hallar todos los remedios y cualquier información que pueda ayudar a padre, aunque esto último sin que se note, tal como él me pidió. 

Mira sabía guardar secretos, se sentía orgullosa de ello, pero también tenía miedo. Miedo de no estar a la altura, de no poder ayudarles y miedo de lo que le habían dicho en confianza hacía escasos minutos. No debía fiarse de nadie, pero no estaba segura de saber hacerlo. Y por si no tenía ya tareas pendientes, debía tener presente que tampoco podía decir lo que le había sucedido a Fiona. Esa había sido la orden de su madre.

La señal que había ideado no le pareció tan buena cuando vio las paredes del laboratorio. No podía dar golpes en la piedra con sus finas manos puesto que no se escucharía. Tenía que ser algo más fuerte y contundente.

Lo más sensato parecía ser no hacer nada, pero Mira no quería faltar a su palabra. Confiaba en Evan y no quería causarle ninguna inquietud. Parecía preocuparse realmente por ella y los demás... bueno, estaban demasiado ocupados para reparar en la pequeña Vaelys e indagar en sus sentimientos.

El taburete fue la solución. De todos modos habría dejado su querida muñeca bien colocada para buscar lo que quería, ¿por qué no hacerlo sobre un asiento? Con las patas de madera podía dar golpes secos en la pared y así lo hizo.

Pom! ... Pom!

Dos golpes. Fuertes y concisos, lo convenientemente espaciados para emular la llamada a una puerta. 

A pesar de mantenerse de espalda a sus hermanas y a Sloth, podía escuchar perfectamente lo que hablaban e imaginar sus expresiones al hablar, sin embargo no se voltearía mientras el soldado estuviera presente, de hecho, ni era conveniente si quiera mencionar algo más sobre los temas que ahí se habían tratado mientras estuviera aquel hombre pues, si bien era sirviente de la casa Vaelys, ya a esas alturas, Alyra no confiaba en nadie, al no saber aún donde se encontraba el enemigo y el causante del sufrimiento de sus hermanas.

Las chicas eso su pudieron escuchar un pesado suspiro de la chica cuando contaron lo que había hecho Lenia, yéndose al cuarto de Glover y hasta donde habían dicho, nadie los había acompañado, brillante, ahora no hacía falta intentar desmentir el rumor que había sobre ella, la misma Lenia le había echado toda la leña encima, de hecho quizás si era verdad, Alyra rodó los ojos, nunca había mostrado especial interés o inquietud en las virtudes de sus hermanas, de hecho, por ella que hicieran lo que quisieran, pero no cuando había tanto en juego y que la mala fama de una, podría hacer caer a las demás, por eso era mejor la discreción, después de todo, ella no tenía moral para reprochar nada por ese estilo, sin embargo, por todos los dioses, ¿Lenia no podía esperar un poco?. 

Pero eso quedó atrás cuando Astrid se mostraba tan dulce con Mira, era tan extraño ver algo de aprecio o de cariño hacia otros que no fuera sí misma, pero parecía sincera y Alyra se dijo que por lo menos con alguien fuera amable, incluso se extrañó que saliera en defensa de Sloth, al que no lo trataba con especial amabilidad. Astrid estaba cambiando o simplemente era una actuación para que bajaran la guardia. Por la madre, se sentía tan perdida, que sintió hasta un mareo pero la mano de Mira la tranquilizó, sin embargo no volteó su rostro hacia ella, aterrada con que viera su cara desfigurada. ...

— Mira, ten cuidado, mejor... mejor espera al Maestre, él debe saber qué es mejor para Lenia — le dice a su hermana y camina hacia la ventana para apartarse más del grupo, abrazándose así misma, se sentía atribulada, perdida con su rostro así, sin poder hacer nada y quizás, se quedaría de esa forma para siempre — Astrid, ve, te esperan... yo puedo quedarme aquí, no se preocupen, — en realidad, deseaba estar sola, era propio de ella, el librar las cosas que le pasaba en silencio, en soledad, creyendo que podía realizar todo por su cuenta.

Astrid resopló antes las noticias de Sloth. Bien sabía que Lenia tenía que haberla hecho caso, pero era testaruda, y se pensaba que sus ideas eran las mejores. Lo raro es que su madre le hubiese permitido danzar por ahí con toda la situación, y más después de saber lo de Fiona.

Mira, no te preocupes por el remedio. El Maestre no tardará en volver, y si él lo necesita, seguro que te pedirá ayuda. Para saber todo lo que él sabe, hay que estudiar mucho. De momento, tú tienes que divertirte y escuchar cuentos dijo. ¿Cómo podría una niña pequeña superar la visión de una muerte tan prematura? Era cierto que nunca se es demasiado mayor para presenciar a la muerte, pero ella aún creía en cuentos de hadas, y llevaba a sus muñecas a todas partes. Astrid no podía recordar cuándo decidió dejar a las muñecas para dedicarse a ser mejor señora de la familia.

Soldado se dirigió al guardia Ya que no le han permitido subir a su habitación, vaya de inmediato a la habitación de ser Glover y entre. Si se siente incómodo, busque una criada que haga lo propio La imaginación de Astrid provocaban más ideas sobre su hermana. ¿Acaso habría sido capaz? ¿Habría sido tan ingenua? Le hubiese gustado confiar ciegamente en ella, pero no podía. Sólo se fiaba de sí misma.

Sloth, mientras llega el maestre, y a no ser que tenga otras órdenes, quédese aquí, velando por mis hermanas. Dejo en sus manos su seguridad añadió, antes de salir por la puerta para ver a Tyler

Lady Mira y su imaginación estaban deseando emprender una aventura, resolver un misterio, salvar a las hermanas Vaelys. Pero Sloth sabía que Lady Mira, aunque le ponía todo el corazón, podía no acabar bien entre tanta pócima desconocida. Así que cuando escuchó a las mayores pararle los pies, Sloth estuvo de acuerdo con ellas.

- Escuchad a vuestras hermanas, que tienen toda la razón, Lady Mira. Aquí hay cosas peligrosas de verdad –le aconsejó Sloth a la pequeña.

Sloth también estaba preocupado por Lady Lenia y por su decisión de ir con Ser Glover. Y había esperado hacer sus recados en el laboratorio tan rápido como le fuera posible para acudir cuanto antes a ver cómo estaba. Pero ¿era lo mejor mandar al soldado a los aposentos de Ser Glover? Sloth no estaba seguro, aunque si Lady Astrid así lo quería, tendría que estar bien. Ella era inteligente. No obstante, aunque esos soldados parecían fieles y obedientes, quizás no fueran lo delicados que deberían. Y Sloth dudaba de que tuvieran el tacto necesario para manejar la situación con Lenia. Podría resultar no solo incómodo para el soldado, sino para la damita y el invitado.

Sloth imaginaba lo que pasaba por la mente de la joven Vaelys. Pero, al mismo tiempo, él mismo había visto el estado en el que se encontraba Lady Lenia. Estaba mal de verdad. Sloth esperaba que el soldado lo tuviera en cuenta y no entrara acusándolos de nada impropio.

- Sí, mi señora, Sloth se queda aquí con vuestras hermanas –afirmó Sloth. Tenía órdenes, pero Sloth no quería decirlo delante del soldado.

Observó a Lady Alyra, quien parecía avergonzarse de sí misma. ¿Por qué? ¿Por unas manchas en el rostro? ¡Qué tontería le parecía a Sloth! Ella era bella siempre y cualquier hombre que quisiera desposarla solo sería digno si la amara por su dulzura, su inteligencia, su firmeza. A ese hombre le daría igual que su cara no fuera inmaculada.