Partida Rol por web

La noche transcurre sin problemas. Los turnos de guardia suceden en silencio mientras los ronquidos y las respiraciones de los hombres se alzan en la quietud de la noche siendo el único ruido que se oye por esta zona.

Al alba se los sargentos ponen en pie a los hombres que aletargados y bostezando realizan la acción mecánica, ya bastante habitual en sus vidas militares, de recoger sus cosas y el campamento. Pronto empieza a haber café caliente para todos, que es una auténtica maravilla para despertarse y meterse algo caliente en el cuerpo.
Ya casi ni os molesta el fuerte olor a meados que ha surgido en la zona cuando los soldados han empezado a vaciar sus vejigas sin apartarse demasiado.

De pronto se oye un ruido muy potente que rápidamente todos identificáis como el de un fusil al ser disparado.
Todos los hombres estáis cerca de los transportes, con los petates en la mano o cerca vuestra, hay un par de fogatas encendidas donde se ha calentado el café y se dispone de una fuente de calor para combatir el frío.

Dormir después del ajetreado día fue la mejor recompensa que Dugov obtenía en meses. Después de comer lo que pudo entallar en un lado y otro se echo a dormir en el primer sitio que encontró.

Al cabo de un rato mientras la gente a mi alrededor empieza a levantarse y yo me dedico fielmente a arañar todos los minutos de sueño que puedo un sonido me despierta súbitamente y hace que me incorpore, tan solo para quedarme paralizado.

-Que... ¡¿Que demonios ha sido eso?! Dije, mientras pensaba inocentemente en que ojala el disparo fuese de alguno de los soldados haciendo el imbécil... Algo mas que usual en cuanto salen de los barracones, les dan un arma y los sueltan al aire libre.

Con la mirada empece a observar por todos lados mientras buscaba con mas entusiasmo a Kopolev y Triepinov. No pienso esperar mucho rato para salir corriendo tras de ellos... De eso estoy seguro.

Petr giró rápidamente la cabeza para mirar en la dirección en la que había sonado el disparo, aunque dijo con una cierta impasibilidad antes de dar otro sorbo a su taza:

-Espero que ese disparo haya cazado el resto de nuestro desayuno.-

El disparo me sobresalta. Cuerpo a tierra. Armas listas -grito mientras caigo al suelo en posición supina. Apunto con mi rifle en un arco buscando un objetivo, algo que no debiese estar allí... Un francotirador enemigo. Podía parecer paranoico o asustado, pero uno no llegaba a mi edad en el ejercito haciéndose el valiente o chistes sobre caza mayor.

Me sorprendía que el comisario siguiese con vida aún... pero por los pechos de mi madre que no pensaba expresar mi inquietud en alto.

La noche había pasado, todo parecía indicar que pronto reemprenderíamos en camino, cuando de pronto aquél estallido que identifiqué como el de un fusil.

Me agaché instintivamente y mi mano buscó la culata de mi Pistola TT33. La saqué de su cartuchera y busqué una posición a cubierto como por ejemplo la cuneta del camino.

El resto parecían desconocer el origen del disparo tanto como yo, así que me centré en escrutar desde mi posición.

El disparo termina con la rutina del campamento, pues solo pueden ser malas noticias. O nuestros soldados están disparando hacía un posible enemigo o un enemigo nos esta disparando, por lo que me parapeto cubriendome las espaldas con uno de los camiones y saco mi arma. Prefiero estar prevenido y le espeto a Petrovich:- Cubrase señor, mejor prevenir a que tenga que curarle.-Espero al siguiente disparo si llega por supuesto...

Petr soltó un bufido y se movió un poco hasta quedar sentado con la espalda apoyada contra una pared, donde dió un par de sorbos más a su taza, la dejó en el suelo a su lado y sacó su Tulamash quedándosela en la mano. Luego de hacer todas esas cosas dijo, mientras mirana la taza sobre la nieve:

-Ahora se va a enfriar...-

Durante unos instantes todo el mundo se pone en pie o se tira al suelo. El desconcierto es enorme pues nadie parece saber que ha ocurrido. Las voces se alzan unas sobre otras dando ordenes diversas que son atendidas por los soldados con desigual fortuna. Algunos se tiran al suelo, otros se meten en el camión o corren al bosque, algunos se tiran al suelo y unos pocos siguen con lo suyo como si no pasará nada.

Finalmente se producen unos segundos de silencio y quietud en los que nadie dice nada hasta que una voz se alza repitiéndose de boca en boca.
- FALSA ALARMA.

Podéis ver como el sargento Blochinstev avanzando rápidamente y muy enfadado hacía un puesto de vigilancia. Todas las miradas se dirigen hacía ese lugar donde un soldado del pelotón A ha abierto fuego contra algo ya que corren hacía su objetivo sonriendo y saltando de felicidad.

Por curiosidad segúis observando mientras la mayoría de la gente vuelve a lo suyo con comentarios sobre lo tontos que son algunos soldados aunque son afortunados por haber cazado algo que poderse comer.
Al parecer uno de los guardias, había visto a un conejo moviéndose entre los arbustos y le ha disparado alcanzándole.

Al comprender la situación Petr dijo a gritos, entre enfadado y descojonado, para que el soldado del disparo le oiga:

-Sólo por lo del conejo te has librado de haber hecho que se me enfríe la taza. Prepáralo y traelo aquí donde estamos los mandos.-

Luego volvió al sitio que estaba ocupando junto a la hoguera, a ver si quedaba todavía algo caliente.

Lentamente me pongo en pie. Me duelen las articulaciones por la tensión del momento. Suelto el cerrojo de mi rifle. Y me sacudo la nieve del pecho y las piernas.

Busco con la mirada hasta que el sargento Blochinstev cruza miradas conmigo. Le devuelvo una mirada dura llena de reprobación. No voy a reprender a sus hombres, eso es cosa suya.

Camarada Petrovich. ¿Tiene por ahí un poco de esa petaca suya? Necesito calentar estos cansados huesos.

-Sírvase, camarada teniente.- dijo Petr mientras tendía su casi agotada botella a Grigor.

El momento de tensión pasó así que guardé mi arma. Me incorporé y me acerqué de nuevo a donde estaba el fuego para servirme un poco de café antes de que se enfriara.

- Demasiada gente para tanto conejo, con unas patatas haríamos un buen guiso – Dije sin saber si disponíamos de patatas y dando un buen sorbo de café aguado, pero al menos estaba caliente.

Dugov se relajo y se dejo caer en el suelo. Siempre igual... No hay una que den estos maldita sea, que susto. Después de lo sucedido en el anterior lugar que visitaron los nervios de Dugov estaban un tanto... Crispados.

El teniente Dugov se levanto del suelo, arreglo el lugar donde había estado durmiendo, se aliso un poco el pelo y fue al lugar mas cercano a intentar pillar algo para desayunar.

No aparto la mirada del comisario Petrovich. Desde que lo conocía (No hace mucho) Petr había demostrador no ser demasiado serio pero a la vez disponer de un filón de información importante. Parece ese tipo de personas de las que es mejor no separarse cuando la cosa se calienta.

Me levanto de al lado del camión. Ha sido una falsa alarma, puede que no tengamos visitas indeseadas hasta que lleguemos a la Central. Más preferiría que no se relajarán, lo que paso en el Gulak sigue en mi memoria. Aún así, el comportamiento de Petr Petrovich me intranquiliza, demasiado orgulloso, demasiado seguro... demasiado un niño de 5 años a los que sus papas le dan todo. Espero equivocarme. Como mi ración tranquilamente en silencio, esperando a que volvamos a estar de nuevo en activo. 

Nadie parece hacerle caso al soldado que ha disparado excepto el sargento Blochinstev así que os perdéis la conversación mientras os re-agrupais cerca de una fogata tomando un liquido caliente que alguien muy valiente lo llamaría café a falta de nada mejor que poder introducir en vuestro gaznate.

Sin embargo dos minutos después se presenta delante vuestra un soldado raso que tímidamente os habla.
- Izvinite*, el sargento Blochinstev comunica que acudan a su posición.

Como vuestro silencio e indiferencia inicial parece indicar que no le vais a hacer caso añade algo más.
- Ha encontrado algo...

Esta vez si que avanzáis todos hasta la posición del soldado que ha disparado y de su sargento pero es el sargento Kovalevskii quien se os adelanta rápidamente, casi corriendo hasta esa posición.

El sargento Blochinstev esta mirando algo en el suelo más adelante mientras el soldado Yuzhlek mira hacía el suelo asustado y el soldado Dziubenko esta algo más alejado de ellos, vomitando.
Por curiosidad os acercáis y podéis ver con los primeros rayos de luz algo, una criatura que se asemeja en cierto modo a un conejo. Los cuartos traseros son prácticamente normales, aunque la piel está llena de quistes. Las patas delanteras son anormalmente largas, y prácticamente sin pelo. La herida en el lado izquierdo del animal, que ha destruido la mayor parte de los órganos internos visibles, ha provocado el sangrado de un líquido amarronado y viscoso, del que emana un hedor vagamente soportable.
Es imposible determinar el género de la criatura.

-Mejor no nos lo comemos.- sentencia Petr al grupo en su tono habitual, aunque permanece mirando a la criatura con semblante preocupado.

-¡Joder! Que asco....

Fue lo único que alcanzo a decir Dugov. Luego aparto la mirada del animal y se quedo mirando a Petrovich. Muy tranquilo esta con todo esto... ¿Que puede haber causado eso del maldito animal? Dios...

Cuando el soldado preocupado nos pide que le acompañemos arqueo una ceja, pero acompaño al grupo interesado por lo que haya podido encontrar. Al ver al "conejo" no puedo más que sorprenderme aunque también sentir una especie de curiosidad mórbida. Me hago un hueco hasta encontrarme justo a su lado e intento recordar mis conocimientos sobre zoología y la posibilidad de una enfermedad en el animal... aunque ese olor, es peor que el de la carroña, ¿Como es posible que salga de algo recientemente muerto?:- Disculpen, dejenme echarle un vistazo... Estas deformidades no me gustan demasiado.- Veamos que podemos sacar en claro de todo esto...

- Se me ha ido el apetito – Dije al mirar a aquella criatura y apreté los dientes.

Había visto cosas raras, pero aquel hedor… - El destino parece que nos gasta una broma pesada, no creo que haya más vueltas que darle al asunto – Dije con mi habitual pragmatismo.

- Por mi nos largamos ya – Y comencé a volver en dirección a los camiones.

Ahora que lo veis más de cerca notáis algo más en el pobre conejo.

La cabeza es imposiblemente grande (de casi 12 cm de diámetro). Una desordenada fila de dientes amarillos y curvos nace de la parte baja de la mandíbula. Los bigotes aun se agitan espasmódicamente, como intentando alcanzar una presa. Finalmente, mientras que el ojo izquierdo es relativamente normal, el derecho es monstruosamente grande, ocupando un cuarto de la cabeza y deformando el cráneo.
Completamente blanco por efecto de las cataratas, es un quiste tumoroso de cinco centímetros de diámetro.

Una inspección visual no aporta demasiada información aunque realizarle una autopsia al animal aportaría más información. Claro, debe haber alguien que quiera hacerlo.