Partida Rol por web

Tarcil no mira atrás. Con un salto -impropio de su edad xD-, y seguido de cerca por el mogataz, se encarama a las escaleras de NSU, donde un serio -casi hierático- paladín le ofrece la mano para ayudarlo a salir. El alivio que siente Tarcil es indescriptible pero pasajero al ver la estampa del Turupanto. La amura de babor hundida, el barco escorado. Los infantes corriendo mientras son pasados a cuchillo y Herion gravemente Herido. Sólo  Andunacil -cubierto de sangre propia y enemiga- permanece ahora a su lado. Gracias a Eru que Vöromar anda cerca, repartiendo cuchilladas cual émulo de Eönwe.

Rhogar pasa, cubriendo a Elenezer, mientras golpea con su enorme escudo a los dos haradrim, librándose de ellos. Desgraciadamente, 
Kharasdil no tiene la fuerza, suerte o habilidad del tolfaliano, y se ve enzarzado con uno de los jenízaros -el otro se está levantando, tras el golpe fue a parar a la banca de boga, ahora medio inundada-.

-¡Seguid sin mi!¡en cuanto acabe con este bellaco os cubro la retaguardia!

No dudáis que pueda con él, pero os apena pensar que si tarda más de lo debido se encontrará con un enjambre de haradrim iracundos en la proa del Turupanto. En fin, la prioridad ahora era Elenezer, no había cabida para heroicidades.

Al poco alcanzáis la posición donde combaten Herion, Andunacil y Vöromar. Y también, desgraciadamente, lo hacen con toda la pinta de estar sacrificándose, para que el resto de gondorianos -incluidos vosotros- podáis pasar a la seguridad de NSU...

- No, ahora no... - Pensaba para mis adentros mientras partia la flecha. Debia esconder la herida, no saldria de esto, pero mis compañeros tenian una oportunidad.

Una mueca de dolor disimulada en mi cara, un gesto de ira...

¡¡ Vamos, vamos, aprisa, subid al barco !! - gritaba con las pocas fuerzas que aun me quedaban. Mi espada me pesaba, pero eso no era razon para no esgrimirla como se debia. Aunando todo el valor que me quedaba, a sabiendas que mi herida me llevaria a la muerte, sin temer esta, me lanzo en un ultimo arranque de teson hacia el enemigo, esta vez sin miedo a ser herido. Mi objetivo no era claro, el ataque debia servir no solo para herir a los jenizaros, si no para abrir hueco y facilitar la ayuda al resto...

Elenezer blues:

Elenezer era experta en el horror de las Casas de Curación y ahora también de los sollados de la Real Armada. Pero de repente, en menos que escupe un orco por el colmillo, descubría un nuevo tipo de horror. Un horror del que no le habló nunca su padre -Elenezer pensaba que la guerra era puro heroísmo. Hidalgos de relucientes armaduras y mirada altiva combatiendo por su dignidad, por su rey y por su patria. Buenos a un lado y malos al otro-. Pero ahora estaba empezando a descubrir ese nuevo horror, el de miradas ausentes, el de sangre generosamente desparramada, el de malolientes vísceras, de sucio sudor y mierda -real y metafórica-; el de crisol de gritos, aullidos y barullo.

Porque el vulgo cree que lo peor de la guerra son los muertos, las tripas y la sangre, pero el horror puede ser tan simple como una mirada. La mirada -entre el terror y el reproche- de un niño. Varios habían pasado por el sollado de Elenezer. De hecho, había tres o cuatro menores entre la tripulación del Turupanto, no habiendo cumplido los doce uno de ellos-; la mirada ausente de un galeote, que nada sabía de luchas y guerras y se preguntaba dónde estaba y por qué carajo iba a morir; o el vacío en la expresión de un joven soldado gravemente herido que sabía que iba a morir tardando poco. O mucho, que el sufrimiento es muy cabrón; o los gritos de algún soldado a tus cuidados, y al que dejas atrás caminando deprisa, avergonzada, porque ni siquiera tienes el valor para rematarlo dignamente y evitar que muera ahogado o presa del enemigo. A veces el horror eran también los huérfanos y heridos, y las viudas, suplicando esa paga -a las exhaustas arcas de la Intendencia de Gondor- que no llegaba. Y que en muchos casos nunca llegaría.

Estabas a punto de venirte abajo. El cielo nunca había pesado tanto sobre sus hombros, las lágrimas nublaban tu vista... mas una luz te hizo recobrar la fe. Aquel valeroso paladín era... ¡por todos los valar y Ëste a la cabeza!... ¡Era uno de los eldar! ¡Tantos años esperando ver uno y ahí estaba, batiéndose en singular lid junto a Herion! Había algo a su alrededor que electrizaba el aire, un aura de poder que sólo emanan los elfos! ¡Y qué atractivo, bufff! Elenezer siente como por un instante un enjambre de hadas revolotea en su estómago. Así que deshechas todos esos malos pensamientos -ya los rumiarás una vez haya acabado todo-, disponiéndote a llegar cuanto antes a NSU, y con esa sensación en la cara interior de los muslos y en el estómago que da el saber que en cualquier instante puede írsete la vida al carajo te dispones, al igual que Rhogar, a hacer las últimas maniobras*...

Uno de los golpes aturde a Rhogar, frenando su carrera. Gracias a lo cuál puede ver a Fiaras tirado -gimiendo levemente- con un gran tablón sobre su brazo... tiene más heridas pero esa... no darías dos habas por su brazo*. También siente ese escalofrío contenido, en las inglés y el estómago, mientras contempla al pobre Fiaras -a tu izquierda-; además, sabe que en breve golpeará la segunda galeota contra el Turupanto -ya has comprobado que es un choque brutal-. Y un par de jenízaros, aprovechando tu conmoción, se abalanzan sobre ti. Al menos ya has llegado hasta la tamboreta.

Entonces, un tercer jenízaro golpea de refilón a Elenezer, y el corazón de Rhogar, durante un instante, se colapsa, como aprisionado por la zarpa de un Balrog...

La embestida de haradrim -los que golpearon a Rhogar- también había alcanzado a Elenezer, pese al esfuerzo del tolfaliano, que aturdido, poco podía hacer ya por evitarlo. La dulce Elenezer se precipita contra el borde de la tamboreta con un leve pero estridente gritito, agarrándose como puede del espolón del Turupanto para no caer al agua. Uno de los jenízaros va a rematarla entre desagradables jiar-jiar, mas una certera saeta procedente de NSU se aloja en su ojo. Con un alarido se echa mano a flecha y empieza a revoltear por ahí, hasta que otra flecha en la pantorrilla da con él en agua, muy cerca de la curandera, que si pudiera, se santiguaría de nuevo.

Salimos del sollado y casi que podíamos habernos quedado dentro.

Mi padre debe odiarme, o estar loco, o no haber estado en una guerra en su vida, pues esto es peor que el corazón del mismísimo Mordor...si a mi me llegaban los heridos, aquí el suelo está cubierto por los muertos...trozos de persona, restos de vida mezclado con inmundicias, el olor de la muerte y los gritos de los que siguen clamando por la sangre. Me llevo una mano a la boca, tratando de no vomitar.

Esto era...horrible.

No he podido salvar a nadie, he condenado a los del sollado...bien hubiesen muerto rápido por sus heridas que no lento ahora por el hundimiento del barco...Una arcada me sacude y noto mis ojos ardiendo y llenos de lágrimas, me temblaban las rodillas, yo no podía seguir, no podía, con todo eso en mi cabeza, sabiendo que habían muerto tantos, y que aun quedaban por morir más...si me hubiese esforzado más, tal vez algunos hubiesen podido salir por su pie...pero no...no lo hice bien y ahora...

Alcé la vista, y al enjuagar las lágrimas pude verlo. Nunca había visto, en mi vida, nada como aquello...como él. ¿Era un Valar que nos ayudaba? ¿era...? ¡¡Era un Eldar!! uno de los inmortales que venía a ayudarnos. Estaba viendo a un primer Nacido, tan cerca. Su brillo...su aura...su porte...
Su fuerza me llena el corazón unos instantes, y junto con Rhogar y con un grito fuerte, enfrentamos a los que estaban en nuestro camino, dispuestos a cortarnos el paso.

Todo pasa rápido, me llevo un golpe, casi ni me entero de dónde ha venido, y yo arremeto un par de veces, pero eso no es lo malo, lo malo es que me dan tal empujón que trasvillo hasta la parte delantera del barco. Chillo como una loca y me agarro como puedo al espolón del barco. Chillo y pataleo como una posesa, cuánto más al ver que se acerca mi final...uno viene a darme caza...con surte me matará...con menos suerte...
Mis gritos aumentan en intensidad cuando veo que su cara es atravesada por una flecha, ya se cómo se hacen esas heridas tan feas, y luego otra en su pierna haca que el maldito caiga al mar, pero muy cerca de mi.

No puedo evitar empezar a llorar, no puedo evitarlo, y hago fuerzas con mis brazos y piernas para logar sujetarme, para intentar agarrarme a aquel madero y no precipitarme al agua...

Trato de hacer todo lo posible para no morir...Hoy no...

No había sido tarea fácil llegar hasta la proa, el oficial del padre de Elenezer si había sacrificado por ellos, pero hoy no era el día para lamentaciones, no podían permitirselo, ya tendrían tiempo suficiente para lamentarse si por gracia de Eru sobrevivian a esa batalla.

Rhogar alzó la mirada y vió que el barco del principe estaba ya más cerca, Nuestra Señora de Unien se erguía majestuoso aun ante el Turupanto, estaba tan cerca pero a la vez estaba tan lejos, una maraña de heridos, muertos, haradrim, galeotes y gondorianos luchando por sus vidas se encontraba ante ellos, tenían que atravesar todo aquello para tener una esperanza. Pero eso era un barco, destrozado ya por las embestidas de los espolones haradrim y Rhogar no estaba acostumbrado a eso, el siempre había batallado sobre tierra firme y nunca sobre una masa de madera uniforme y en constante movimiento, por Eru, por Elenezer y por Gondor... Rhogar sin apenas percatarse de que un Eldar había bajado a ayudarles y que Herion estaba allí aun luchando para que pudieramos subir, grito tan fuerte como pudó y se avalanzó sobre la muchedumbre protegiendo con su cuerpo a Elenezer, tenían que llegar al barco si o si.

Rhogar notó como algunos tajos se clavaban en su cuerpo, notando como la sangre caliente emanaba lentamente, era inverosimil, pero eran las primeras heridas que sufría el de Tolfalas en la batalla, estaban a punto de llegar pero el último tajo provocó lo que menos quería Rhogar en el mundo, Elenezer se le escapó de las manos.

El hombretón, quedó petrificado mirando como la muchacha caía y quedaba agarrada por sus brazitos en el espolón, sintió una punzada en su corazón, cuando un malnacido estuvo a punto de tirarla al mar, pero por Eru que en Nuestra Señora de Unien velaban por nosotros. Rhogar hizo de tripas corazón y salió corriendo hacía Elenezer al ver que esta se levantaba, la cogió con sus fuerte brazos y la ayudo a subir al barco del principe mientras él seguía protegiendolos con su escudo.

La imagen desde la salvación era más lamentable aun, el Turupanto estaba destrozado, junto con la gran mayoría de su tripulación, pero ahí seguía Herion como gran soldado que era, protegiendo con todas sus fuerzas su querido Turupanto.

Rhogar alza a Elenezer con una sola mano todavía conmocionado mientras dos o tres claaang suenan en su sólido escudo. El daño ha sido mínimo pero ha puesto furioso al gigante tolfaliano. Elenezer ya puede intentar subir a NSU sin demasiado peligro. Si no pasa nada. Mas Rhogar aún debe quedarse a regalar acero a estos dos haradrim, que saltar a NSU con esos dos marrajos en el culo no sería demasiado recomendable.

Mientras tanto, Kharasdil ya ha alcanzado la posición de proa y combate junto a Herion. Los jenízaros ya han envuelto al grupo que defiende vuestra huída y ya es imporsible que escapen de ahí. Además, un nuevo esquife del cîr númenóreano se acerca hasta la proa del Turupanto erizado de lanzas -esta vez de númenóreanos-. Así mismo, Kharasdil ha prescindido del escudo para que Herion se apoye en él. Y es curioso verlos combatir así, cual siameses tullidos sí, pero también mortales.

Veo a Roghar que alza a Elenezer y corro presto a ayudarle mientras le pido a los hombres en cubierta que ayuden a mis compañeros:

- Por Eru ayudad a los hombres...Vamos Elenezer un esfuerzo y por Eru que aguante Roghar....

Agarro a Elenezer por las manos para alzarla y subirla al NSU. Cuando está en cubierta y a salvo busco un arco para ayudar a Roghar. Si consigo uno las tornas cambiarán y les demostraré a esos sarracenos cómo disparamos en el norte.

Chillando aun me agarro a mi protector, y si no fuese porque Tarcil me agarra, no lo hubiese soltado nunca.

Aun llorando me suben a NSU y entonces es cuando empiezo a santiguarme y a rezar a Eru por que nada malo le pase a Rhogar ni a ninguno de los valerosos hombres que defienden con su vida el Turupanto.

Veo a Herion, herido de muerte, dándolo todo en su último aliento, y no puedo evitar sentir otro nudo en el estómago...Esto es una masacre...y yo me siento tan pequeña e inútil...

Esos malditos bastardos habían conseguido enfadar al de Tolfalas, esos cabritos no menospreciaban cualquier oportunidad para atacar por detrás, al ver que Tarcil se hacía cargo de Elenezer, respiró profundamente y cogiendo aire se giró mirando a sus enemigos con un desprecio que hasta ahora no se había podido ver en la cara de Rhogar.

De reojo pudó voler a ver Fiaras, el cual estaba herido y atrapado, pero no parecía agonizante, después de un rápido movimiento lanzó dos rápidas estocadas sobre los dos Jenizaros, cargando en el filo de su espada todo su odio hacía ese maldito pueblo, acrecentado ahora por los últimos acontecimientos, no había tiempo que perder y mucho que hacer.