Partida Rol por web

¿Quien dice eso? - Preguntó con aire prepotente uno de los tres varones. Con su barba cuidada y su pelo liso peinado hacia un lado, Villantis Uherlin, Segundo Oficial del Zorro Blanco, miró de forma altanera a los cuatro recién llegados. Su capa así como el broche que colgaba de su pecho indicaban que era un oficial al servicio de Amn pero, como muchos de su profesión, había ascendido hasta un alto puesto sin haber pisado siquiera las húmedas cubiertas de un barco hasta hacía poco tiempo. Sin embargo, eso no era impedimento para que se agenciase de historias de allegados o incluso para que ensalzase sus contados viajes de pocos días como si hubieran sido travesías de varios años sin pisar tierra. No está tuerto, sólo tiene un párpado caído. Aunque si se hubiese cruzado conmigo ahora sería Todlar el ciego o el manco... Hahahaha! - Rió a mandíbula batiente ante su propia gracia. Al instante los otros dos oficiales de rango inferior corearon con sus falsas risas las de su superior.

-¡Y brindo por eso! Dijo Morwing alzando su copa mientras los guardias reían al coro de su oficial. – Parpado caído, tuerto… ¡poco importa! tenía razón yo… ¡JA! fanfarroneó dirigiéndose a Allen tras asentarle un pequeño golpe sobre su armadura. ¡Aug!

-Invite a unas copas a esos oficiales, señor, por supuesto invito yo. Indicó al tabernero mientras se aproximaba a los oficiales

-Buenas noches señores, y gracias, llevábamos discutiendo sobre ese tema largo rato ya jejeje. Se oyen tantas historias por ahí sobre personajes con un nombre peculiar que uno ya no sabe si son ciertas o no… que si no es tuerto, que de medio-elfo no tiene nada, que si no existe, que si es un asesino, sin duda alguna un personaje peculiar este… dijo Morwing justo antes de dar un trago al vino esperando que interveniera alguno de los guardias...

Villantis sonrió al desconocido que acababa de invitarles a otra ronda. Se agradece elfo. -  Comentó sin más, mientras sus acompañantes levantaban sus vasos en señal de agradecimiento. Roto el hielo con los oficiales, Morwing se tomó la libertad de acercarse y ocupar uno de los altos taburetes que se encontraba cerca del grupo. Historias e historias...son como las vergas, todo el mundo se jacta de tenerla más grande...y eso que aún no han visto la mía. Hahahaha - Volvió a reír acompañado por las risas de sus compañeros. Algo de elfo sí que tiene que... - Comenzó a decir, pero al darse cuenta de la raza del que acababa de invitar cambió rápido de dirección la conversación. - Ejem, y sí, por lo visto era asesino antes de verse obligado a echar su culo al mar... Y existe, existe...vaya que si existe. Klendar, ¿sabes quien te digo no? - Preguntó a uno de sus compañeros y al mesonero. - el Capitán de El Rugido del León. Tuvo sus más y sus menos con él hace unos meses en Noyvern porque los dos querían atracar en el mismo embarcadero. Ya sabes como es Klendar cuando se le suben a las barbas, que si eres un hijo de perra, que si me follé a tu madre y la tiré por la borda con la polla de tu padre en la boca... Total, que al final, tenían hasta las catapultas listas para dispararse uno al otro, allí, delante de todo el puto puerto!!! - Comentaba metido en la historia. - Hasta que llegó otro de los barcos de la flota de Klendar a apoyarlo y claro, Todler se vió solo al abrigo de una boya y tuvo que estirar las velas y buscar la corriente del norte para salir del puerto antes de dar con su barco en el fondo de puerto. 

Valiente hijo de puta, si las da con nosotros...lo preparamos.

Parecía que los guardias habían mordido el anzuelo y conversaban con el elfo abiertamente. Incluso el engreído oficial al mando trató de no incomodar al elfo con uno más de sus chistes sin gracia sobre su raza, Morwing no obstante les seguía el juego e incluso compartía alguna de esas risas falsas con ellos…

-¡Vaya! y no volvió a pisar Athkatla tras eso supongo, ¿no? ¿Y es peligroso cruzarse con él? Veréis, mis compañeros y yo partimos de viaje en unos días y no nos gustaría cruzarnos con tipos como él. ¿Sabéis donde para o por donde se mueve? Por evitar problemas más que nada. Concluyó Morwing dando otro trago más del vino que cada vez le sabía mejor… 

Que yo sepa en en la ciudad no, pero sí que se le suele ver por nuestras aguas. - Comentó sin darle importancia. ¿Peligroso? Pues depende de la artillería de tu barco... Si vas fuera de un convoy puedes ser una pieza muy apetecible. Dices que vas a viajar, ¿con este tiempo? - Preguntó incrédulo. - Supongo que irás hacia el sur, buscando aguas más cálidas porque lo que es al norte...lo tienes difícil. Ningún Capitán se arriesgará a abandonar los muelles comenzadas las primeras nieves... es arriesgarte a perder la nave. - Dijo dándoselas de entendido cuando él nunca había dirigido ninguna.

Creo que se mueve por el estrecho entre los Atolones de la Sirena Muerta y Candelero, pero vamos, con éste tiempo dudo que se arriesgue a salir de su guarida, donde quiera que la tenga.

-Desde luego el tiempo no es el mejor para viajar, no… tenéis razón. Respondió Morwing. ¿Quién sabe? Igual decidimos cancelar por el momento el viaje y podamos compartir de nuevo una jarra de este delicioso vino, comentó mientras finalizaba el poco liquido que le quedaba ya en el vaso y lo dejaba sobre la barra.

-¡Ha sido un placer señores! que tengan un buen día.

Morwing se despidió del grupo de guardas y se aproximó de nuevo a sus compañeros. Quedó a la espera de si con algún gesto marchaban a otro lugar o daban por finalizada la búsqueda de información por hoy.   

Allen escuchó atentamente lo que tenía que decir Morwing porque, aunque la conversación se produjo a escasos metros de los marineros, no pudo escuchar bien lo que en ella se decía. Cuando Morwing hubo terminado su exposición, Allen se sentía muy satisfecho, orgulloso quizás, del trabajo realizado duante el día. Así pues tras felicitar al elfo por su astucia para sacar la información que necesitaban, ofreció al grupo pasar por el Paseo de Waukeen, en el Distrito central, para hacer acopio de víveres, ropas y algún objeto que, a jucio de cada uno, creyese les haría falta para el largo viaje que les esperaba.

El camino del paladín hasta el día de hoy había sido meteórico. Hace unos pocos dias se encontraba en el templo dedicado a las labores de la oración y el entrenamiento con la espada, donde sus únicos momentos de tensión los encontraba a lomos de alguno de los caballos de la granja. Ahora, en cambio, sus únicos momentos de relajación los encontraba en la oración y el sueño, ambos recortados drásticamente en tiempo últimamente. -Hoy-, se dijo, -recuperaré algo del tiempo perdido, creo que el día lo ha merecido-.

Cuando todos hubieron comprado lo necesario para el viaje, se dirigieron de nuevo a la posada. El día había sido largo pero muy fructífero para el grupo tanto en monedas como en información, por lo que se decididó volver a la taberna a cenar, por fín con tranquilidad, y tomar algún líquido que hiciese conciliar mejor el sueño. De camino dejaron a Ogna en el burdel, pues tenía que preparar el número con aquel eunuco y eso les llevaría algo de tiempo. -Hoy ha sido un buen día. Seguro que les harás disfrutar con tu voz como nos hicistes disfrutar a nosotros en El festín de los mares, no tengo ninguna duda. Reúnete con nosotros mañana temprano en la posada y hablaremos de cuál será nuestro próximo movimiento. Buenas noches- Dedicó un atisbo de sonrisa a la joven mientras se alejaba, parecida a la del padre que deja a su hijita por primera vez dormir fuera de casa, no podía evitar sentir que debía protegerla mientras estuviese en su mano hacerlo -¡Mucha suerte!-

Por fin Allen, Morwing y Losse llegaron al Festín de los Mares cuando las nubes negras dejaban caer su carga de blanca nieve sobre la ciudad. Las temperaturas cayeron en el momento que el sol se ocultó tras los tejados y la oscuridad se adueñó de Athkatla. Tras escuchar las quejas de Pulgar acerca de la poca seriedad de Ogna por haberlo dejado plantado con toda la taberna rebosando de gente aguardando su actuación, los tres compañeros cenaron tranquilamente y sin mucha dilación se retiraron a sus respectivas habitaciones para descansar y preparar el nuevo equipo adquirido.

Allen dejó las compras encima de la mesa de madera y se dispuso a quitarse la armadura para iniciar sus rezos cuando de pronto se detuvo. Una bolsa de cuero sobre su almohada y una nota bajo ella le hizo mirar dos veces a la puerta. Estaba seguro que la había dejado cerrada y fue entonces cuando cayó en la cuenta del gnomo. Cuando cogió la bolsa pudo ver que en su interior se encontraban las 100 piezas de oro que le había dado esa mañana a Zanc. El paladín echó un vistazo a la nota que la acompañaba:

He dejado tus monedas de Oro amigo Allen, sólo quería hacerte una broma, mis intenciones nunca son las de perjudicar y mucho menos robar a mis compañeros, pero al escuchar tus insultos, me sentí ofendido y eso me alteró.

Me disculpo por los percances que pude haber causado con mi actitud, pero debes reconsiderar tus modos de hablar, no me siento miserable, ¿sabes?, no me conoces, por lo que te pido que no me juzgues.

Espero que todo quede en un simple malentendido y que todo pueda mejorar... Sigamos juntos a la aventura y en la búsqueda de tu hermano.

Zanc Piesligeros

Los ruidos de Pulgar arrastrando las mesas para barrer bajo ellas llegó hasta las habitaciones. Entre las cortinas de las ventanas del segundo piso del Festín de los Mares se colaba la débil luz que conseguía escapar a través de las nubes de tormenta que cubrían la ciudad esa mañana. El invierno estaba abriéndose camino a pasos agigantados en Amn y tal y como habían predicho los ancianos la tormenta que comenzó anoche sólo había arreciado cuando el sol volvió a asomar por encima de las murallas de la parte este de Athkatla.

Ogna entró en el cálido burdel cuando los primeros copos de nieve volvían a caer sobre la ciudad. Klarisse, que había cambiado su vestido por uno más acorde al horario nocturno. Sus transparencias permitían adivinar sin echar demasiada imaginación sus pechos tatuados los cuales habían perdido su tersura hacía tiempo.

Veo que llegas pronto preciosa mía. - Saludó Klarisse acercándose hasta la muchacha cuyo pelo aún estaba salpicado con copos blancos que se resistían a desaparecer. Milena te acompañará y te preparará para la sesión de esta noche. - Informó la madama a la joven bardo dedicándole un guiño cómplice. Una de las prostitutas, que probablemente tendría pocos años más que Ogna, se acercó hasta la pequeña chiquilla. Su pelo trenzado y formando una larga y perfecta coleta, su perfume y las ropas que se amoldaban a su curvas junto a su cara angelical proporcionaba a la muchacha un aspecto ultra-terreno. Perfectamente podría haber sido una de las doncellas que servían a las diosas de no haberla encontrado en el interior de este local. Ogna fue conducida a una amplia habitación repleta de coloridas alfombras y tapices adornando las paredes, en el centro de ésta al menos una docena de bañeras humeantes aguardaban para ser usadas. Algunas de ellas estaban ocupadas por mujeres de largas piernas totalmente desnudas que aprovechaban para depilarse con cuchillas y unas pequeñas pinzas para eliminar los pelos de difícil acceso. El agua, aparte de tibia, olía a romero debido a los aceites aromáticos que habían sido vertidos en ella. Ogna fue prácticamente desnudada por la mujer que la acompañaba y apartó la ropa con cara de asco para lavarla. 

Cuando por fin consiguieron meterla dentro de la bañera, otra mujer se unió a la que la había acompañado y entre ambas enjabonaron a la chiquilla y lavaron su pelo lacio arrojando jarras de agua caliente sobre su cabeza. Sobre un pequeño taburete frente a la bañera, reposaba una corona floral y un camisón largo de seda idéntico al que llevaban las mujeres que la acompañaban...

Una vez más, Losse fue el más madrugador del grupo (ventajas de ser elfo). Allí se encontró a Pulgar bajando las sillas de las mesas para colocarlas en su sitio, a lo cual se ofreció a ayudarle. Tras un rato bajando las sillas, Losse se dirigió al dueño de la posada. - Disculpa ayer a mi amiga Ogna, le surgió un asunto que tenía que atender pero, según palabras suyas, sabrá compensarte como es debido por su falta -

Puesto que eran sus últimos días allí, quiso comentárselo puesto que, a pesar de la mala calidad que encontraba en los productos que allí se ofrecían, el trato que les dio el hombre no fue nada malo. - Me gustaría que supieras que dentro de tres días partiremos de aquí. Pero desde luego, ésta no será la última vez que nos veamos. Estoy seguro que esta ciudad hace las delicias de Ogna y Davros, así que, con toda probabilidad insistirá para que volvamos. ¿Y dónde vamos a estar mejor que en el Festín de los Mares? -

Tanto hablar del momento en que partiría a mar abierto, el explorador se acordó de su burro y pensó que no podría cuidarlo como es debido, así que, una vez más preguntó a Pulgar. - Por cierto, ¿no sabrás de algún druida que viva por la zona? Me temo que no podré llevarme a mi burro allá donde voy, así que preferiría que estuviera con unas manos que lo cuidaran bien. - Y la tristeza ahogó los pensamientos de Losse por un momento al tener que despedirse de su compañero con el que tantas aventuras había corrido.

Tras ir de compras con sus compañeros, la muchacha se acercó de nuevo al lupanar de Klarisse con una mezcla de ganas y nerviosismos por ir ella sola. Lo que la esperaba allí no se lo habría imaginado jamás, ¿cómo una completa desconocida podía ser tan amable con ella?

Ogna se dejaba hacer un poco retiente al principio, todo hay que decirlo, pues no estaba acostumbrada a que la trataran tan bien. Cuando entre dos mujeres la desnudaron por completo, se tapó pudorosa los pequeños pechos con un brazo y, con la otra mano libre,  hizo lo propio con el asalvajado vello púbico.

- He estado liada y noche tenido tiempo de...- A ninguna parecía importarle. Sus manos la tocaban sin ninguna intención lasciva, ni con asco, sino de manera totalmente profesional.

Delante de semejantes bellezas, todas ellas perfectamente cuidadas, se sentía un adefesio. Pero poco a poco, con el reconfortante tacto del agua caliente cayéndole por el cuerpo, se fue relajando. Cuando acabaron con ella, Ogna parecía otra. Se le había quitado un enorme peso de encima, y caminaba erguida sin preocupaciones por una sola noche. Se presentó delante de Klarisse y dio una vuelta haciendo levantarse el vuelo del ligero camisón.

- Jajaja.- Rió con una risa clara y sincera.- No sé si merezco tales atenciones. ¿Qué te parece si me presentas a Thenan y vemos de qué somos capaces al unísono?- No quería que el eunuco se sintiera amenazado por su intención de actuar allí esa noche. Es lo primero que trató de dejar claro antes de nada. Decidió simplemente realizar una corta actuación, de carácter cómico e introductorio, para ir caldeando el ambiente y que los hombres que acudían al Palacio de Klarisse se relajaran, estando así más dispuestos a soltar la pasta. El plato fuerte de la noche se lo dejaba a Thenan y su arpa, que sería una maravillosa música de fondo para las artes amatorias que allí se producirían al son de la batuta de la anciana.- ¿Te parece?- Le comentó al eunuco.- Yo recitaré unos chascarrillos picantes. Son algo burdos, pero la risa es un relajante muscular muy efectivo. Si lo deseas puedes acompañar mis palabras por notas desprendidas de tu arpa y algo más elaborado entre estrofa y estrofa.- Cuando Klarisse le indicó que podía empezar, Ogna se dejó ver por entre los sillones, cojines, cortinas y la tenue luz del saloncito.

Cuando Klarisse me encontró no era más que un alma perdida.

Mucho he de agradecerle pues mi madre era una harpía.

La muy despiadada me lanzaba a las calles

Con un golpe de vara

Me cruzaba la cara

Y me decía “No vuelvas hasta que 10 monedas saques”

Paró de cantar para dejar tiempo a Thenan a interpretar con su arpa. Mientras tanto, Ogna charlaba con los presentes.

- Mi pobre madre paría hijos como una coneja y necesitaba que trabajara a pesar de mi corta edad de entonces. ¡Ay, no todas son como Klarisse con sus sabios consejos y su delicada forma de enseñarte! Mi madre era algo más bruta y malhablada.

Como eres pequeña y fea

y con malas intenciones,

como no te untes el culo con queso

no acudirán los ratones.

Cuando yo era pequeñita

a mí me decía mi madre:

eres el vivo retrato

de un amigo de tu padre.

Ogna se paseaba sonriendo la clientela masculina y realizando gestos de complicidad con las chicas que trabajan allí. Tenía que ganárselas a ellas también si quería ser bien recibida allí y no tener miedo de que le pusieran la zanzadilla.

- Como no conseguía clientela, mi madre se lamentaba de su hija tan fea.

A tu hermano le picó
una avispa en la rodilla;
¡cuándo te picará a ti
cuarta y media más arriba!

- Cuando ya me hice mujer me instruía como podía, la pobre no sabía demasiado y sus consejos eran algo...simplificados.

Todos los meses te viene

una cosa colorá;

si este mes no te ha venido,

señal de que estás preñá.

- Así que para ganarme de esta manera la vida, con penurias e infortunios, tomé mi propio camino. Quizás no tuve mucha clientela, pero con gracia y salero, me sacaba mi dinero.

Debajo de mi mandil

tengo un conejo vivo

si quieres, ven esta noche

y le das un par de tiros

Klarisse no cabía en sí de gozo al ver cómo había terminado la noche. Aquel dúo arpista / cantante la había dejado completamente excitada, hablando de negocios por supuesto. Ha sido mágnifico Ogna!! Hicieron bien tus padres en llamarte así, nunca había disfrutado tanto de una actuación como ésta en mi casa!! - Exclamaba con los ojos vidriosos por la alegría. Ogna pudo ver que sus palabras eran sinceras y que aquel espectáculo ciertamente le había insuflado nuevas fuerzas para incluso plantearse la contratación de la muchacha.

¿Te has planteado ganarte la vida con ésto chiquilla? Aquí tendrías una vida glamourosa!! Nadie te tocaría si tu no quieres. Es más no quiero que nadie te toque, no vayas a perder esa voz! - Comentaba mientras construía cábalas mentales en lo que podría hacer en su negocio con alguien como Ogna sin parar de acariciarla su ahora suave pelo.

Cuando sus elogios cesaron el tiempo suficiente como para que Ogna la interrumpiese, la bardo aprovechó para contarle acerca de sus pesquisas en los muelles la tarde de ese día. La mujer escuchó atenta lo que la muchacha había descubierto acerca de Todler y de su conflicto en Neverwinter hacía unos meses. Por alguna extraña razón la mujer sonrió, pero no fue una sonrisa como la que había mostrado hasta ahora, esta vez fue vil, malvad, cargada de odio y Ogna incluso reculó un paso ante aquel acto. Me alegra oír eso Ogna... Vais a darle caza imagino,¿verdad? ¿Podrías darle un beso en la frente mientras clavas tu estoque en su corazón? Tan sólo dile que en el Palacio de Klarisse todo el mundo paga, seas quien seas y sea cuando sea.

- La de ayer era demasiado... estrecha... para mi, jajaja, quiero a una mujer que sepa lo que hace. Ponme una jarra de hidromiel y otra de algo que le guste a ella, y de comer también, que no le fallen las energías, quiero que se encuentre a gusto, para que aguante lo que le vienen encima.-

- Si alguien está lo suficientemente loco como para zarpar en éstas condiciones climáticas, seguro que me caería bien, y no me importaría acompañarlo, la verdad, pero he oído que el tiempo no es el único peligro últimamente por los mares, ¿no?- Hizo una pequeña pausa para ver si respondía algo - El caso es que tengo un trabajito entre manos y tendré que aparentar seriedad mientras dure, me desfogaré cuanto pueda hoy.-

- ¿Problemas?, ésto no es más que un par de arañazos, el pan de cada día, no sé que tengo que allá donde voy alguien tiene ganas de salir perjudicado jajaja -

- Dime cuánto es todo - Sacó su pequeña bolsa y le dio las monedas - Muchas gracias, ya te contaré luego - dijo riendo.

Se dirigió a su sirviente y se mantuvo expectante ante la llegada de la... dama. - Lo que tiene que hacer uno por la misión, espero que no sea un orco... -

Una vez subió a la habitación, acompañado, se dispuso a cortejar a la puta, sí, a cortejar a la puta. Nada más llegar le ofreció la bebida, y la comida, Davros se puso cómodo, liberándose de parte de los ropajes y colocando la bolsa de monedas a la vista. - Quiero que estés cómoda, guapa, no sé cuándo volveré a tener la oportunidad de estar con otra mujer, así que quiero que aprovechemos la noche lo mejor posible, así que bebe, come, y charlemos un poco mientras. -

Tras una no demasiado larga conversación banal, Davros le habló sobre sus orígenes, no se esforzó en ocultar ningún detalle, hasta los hechos más recientes, la información pretendía sonsacársela a ella, no al revés, le preguntó, sobre lossuyos y escuchó interesadamente. La idea era conquistarla, follarla cariñosamente al principio y como una bestia parda al final, era una puta con infinita experiencia pero, al menos intentaría quedarla satisfecha o como poco, que notase que quería intentarlo y, después, en el momento de relax...

- Voy a emprender un viaje en barco, pronto, pero soy un novato en temas marinos, el tiempo será como para que solamente los locos puedan atreverse a zarpar, pero confío en las habilidades de éstos marineros, lo que más me preocupa es tener otro tipo de percances en altamar. He oído que hay barcos piratas rondando los barcos de la zona, tú que estoy totalmente seguro que habrás hecho felices a muchos marineros, preciosa, que te habrán contando hasta su más oscuro secreto... ¿sabes de alguna zona en particular que debería evitar? He escuchado un nombre en particular, que todos conocen pero muy pocos se atreven a pronunciar, sabes a quien me refiero, Steznag, ¿es tan temible como dicen? -

- La verdad es que no me importaría comparar fuerzas con él, seguro que le vencería, pero no estaría sólo, como a mí me gustaría... ¿algún consejo, amor? -

Nelesha enredaba con los pelos rizados del pecho del bárbaro completamente saciada, al menos por ahora, tanto de alcohol como de sexo. Habían despachado entre los dos las bebidas que subió Davros y tras el primero de los encontronazos sexuales despacharon otras dos más.

¿Viajes en mar cariño? - Preguntó ronroneando como una gata en celo. Prefiero a los guerreros que mantienen sus pies en la tierra bravo Davros, los marineros siempre vuelven oliendo a pescado y tengo que mantener las ventanas abiertas durante días para que se vaya esa peste. - Bromeó mientras volvía a subirse a horcajadas sobre el bárbaro. Claro que cuentan muchas cosas... - Comenzó diciendo a raíz de la pregunta sobre si conocía algo peligroso en alta mar - los hombres no sabéis tener esa lengua parada en mis aposentos. - Sonrió pícaramente - Dudo mucho que tengas problemas en alta mar porque hasta los piratas saben que ha terminado la temporada de caza, al menos hasta Tarsakh*, dentro de tres meses. No creo que abandonen sus guaridas a no ser que sea algo muy importante para ellos...  - La mujer detuvo sus jugueteos en el momento en que el bárbaro nombró al famoso pirata. ¿Steznag? ¿Estás hablando en serio? No vuelvas a decir eso, ni a mi incluso si no quieres poner la vida de ambos en peligro. - Susurró arrimando su cara a la cara de Davros. - Aquí las paredes oyen... no seas tonto.  - Apretó con fuerza sus manos contra el pecho del bárbaro - Steznag nunca mediría sus fuerzas contigo, no es su fuerte, para eso tiene a cientos de hombres que lo harán por él. Ahora es un señor de los piratas y hace tiempo que no se le ve por aquí...dicen que cuando viene se reúne exclusivamente con el Consejo de los Seis. Ya no es un pirata que gaste sus monedas en el distrito del puente...ahora es un hombre de negocios.

Como si acabase de darse cuenta de ello Nelesha miró con los ojos desencajados a Davros - ¿No se te habrá ocurrido preguntar por él a Lenthinan verdad? - Susurró en un tono tan bajo que fue incluso difícil de distinguir lo que decía. Borra de tu cabeza esa idea de medir tus fuerzas con Steznag, son muchos los asesinos que trabajan para él y no te darían ni la oportunidad de verlo. Hay quien dice que incluso ha contratado a los ladrones de las sombras para proteger sus negocios dentro de la ciudad... La mujer se incorporó y se separó del bárbaro para ir a servirse una copa de vino a la pequeña mesa que había cerca de la cama de mullidos cojines. Sin darse la vuelta ni siquiera para mirar el cuerpo desnudo de su amante ordenó. - Por favor caballero, ya ha sido suficiente por hoy, le pido que por favor se vista y se vaya de aquí. Gracias por la bebida, espero que le vaya bien en sus viajes... - Deseó dejando caer la palabra viajes para que se perdiese en el silencio de la cálida habitación de paredes de madera.

Morwing amaneció tras una noche placentera. Ningún tipo de pesadilla había trastornado esta vez el descanso del elfo y eso lo notó rápido en su estado físico y anímico. Sin embargo esto no impidió que lo primero que hiciese al abrir los ojos fuera comprobar si el amuleto seguía estando donde lo dejo antes de acostarse.

Tras asearse y equiparse con todo su nuevo equipo recién adquirido, el elfo bajo al salón de la taberna con la intención de desayunar algo. Como no, allí se encontró a Losse, a pesar de ser de la misma raza siempre conseguía madrugar más que Morwing.

-Buenos días Losse, siempre tan madrugador eh, dijo con cierto retintín y sonreía – Esperemos si se despierta alguien más mientras desayunamos y así planificar mejor el día. Concluyó mientras solicitaba el desayuno y tomaba asiento en una de las mesas del salón

- ¿A Lenthinan? No me suelo fiar de cualquiera así como así - haciendo caso al consejo de Nelesha, - de todas formas seguro que tendrían algo más importante que hacer que cotillear sobre un aventurero bocazas como yo. No se porque le das tanto importancia, un día se les acabará la suerte, tanto a uno como ... al otro.-

Algo sorprendido por el repentino cambio de carácter de Nelesha, Davros no se inmutó, y comenzó a vestirse y equiparse. Al acabar, mientras ella aún permanecía de espaldas, le agarró suavemente por las caderas e inclinó la cabeza para susurrarle al oído: - Una noche inolvidable, desde luego, nos veremos - le dió un beso de despedida cerca de la oreja y cerró la puerta sin mirar atrás.

- Nada provechoso para la misión, pero repetiría la noche con gusto. Y eso que me esperaba un orco, jajajaja, menudo bellezón, bien vale esa ridícula cantidad de metal - pensaba mientras bajaba por las escaleras, más relajado que nunca, observando la clientela de esas horas tardías. Miró a la barra por si Lenthinan aún seguía allí, para saludar mientras se dirigía a la salida y dedicarle una sonrisa pícara.  

Fue directo a descansar al Festín, no quería tardar mucho en dormirse, el día siguiente podría ser ajetreado y ya llevaba una noche movida a sus espaldas, y aún algo dolorido del incidente en la casa  en llamas.

El paseo hasta el Festín fue como si estuviese flotando, en una extensa calma, no había casi nadie por las calles y reinaba el silencio, al igual que en la posada. Le abrieron la puerta, saludó sin fijarse en quien era siquiera y, por segunda vez esa noche, soltó su equipo y se desnudó por completo, dejando en una esquina los pocos vendajes que le quedaban y se acurrucó en la cama para dormirse casi al instante.

Un rayo de sol entre las nubes negras acarició los ojos de Davros, la sensación de calma aún perduraba en el cuerpo del guerrero, que se incorporó más fresco que nunca, no sabía cuánto habría dormido, pero no recordaba haberse levantado mejor nunca. Se vistió mientras escuchaba la orquesta que le ofrecía su estómago y cogió su equipo de siempre, Davros no era un hombre que fuese a ningún sitio sin lo básico para él, lo que normalmente incluía gran cantidad de armas, por supuesto. - Maldita sea, son todas muy ligeras, necesito mi espadón ya , desayunaré e iré a comprobar como va el trabajo del enano -

Bajó al salón  y se sorprendió al ver que sólo los elfos se encontraban allí, al verlos, estiró los brazos en alto, desperezándose  mientras bostezaba - ¡ Buenos y hermosos días compañeros !, Pulgar... ¡una mañana preciosa! -

Se acomodó en la mesa y pidió algo para comer - Lo que sea, pero en cantidad, Pulgar, hoy me comería a un dragón -

Y el enano abrió de una patada la taberna. Llevaba más de dos horas buscando a sus compañeros y no tenía ni idea de donde estaban, se había levantado temprano para hacer unas compras y esto era visible en un cinturón muy chulo que bordeaba su estilizada cintura. Y unas botas nuevas, estas no olerían.... 

MIERRRRRDA! - fue lo primero que sus labios pronunciaron - Ia creería que nunca os encontrrrarrrría. - Fue directo a sentarse - Lo mismo que ... - Miró lo que desayunaba Pelonieve y frunció el ceño. Miró lo que desayunaba Mornwing y tampoco era bueno. TRRRraeme comida de enanos o jurrro que fallecerrrré aquí mismo. Ahorrra! - decía dando un par de puñetazos a la mesa. 
MIRRRRARR! - dijo sacando su hacha - Crrrreada porrr enanos, parra un auténtico enano! - decía sacando pecho. Su hacha estaba resplandeciente y receloso no dejaba que nadie la tocara. - ¿Y ahorrar qué?