Nada pudo hacer para esquivar los cortes de la espada llameante del extraño personaje, el primero, debido a la mala posición en la que se encontraba, la cimitarra encontró su brazo izquierdo, dejando un roto chamuscado en sus ropas y una herida dolorosa pero sin sangre; el segundo también cogió a Davros de sorpresa - Éste maldito es habilidoso con su arma, tendré que ingeniármelas para matarlo pronto.-

- En cambio tú, no podrás hacerlo durante mucho más tiempo -

Se movió alrededor de su enemigo, buscando desconcertarlo y, aprovechando, lanzó un ataque a su otro objetivo más cercano, la... digamos... chica de la honda, con la intención de, como tantas veces había practicado, continuar su ataque en arco hasta alcanzar también a vanidoso personaje.

Y así fue, tras cercenar el brazo con el que asía la honda su primer objetivo, el gran acero continuó su camino hasta golpear con fuerza la espalda del segundo y dándole la oportunidad a Davros de disfrutar del momento - Vaya, tú también te resistes... - susurró a su espalda, sonriendo.

TURNO 3

Tras el alquimista, los rivales iban cayendo uno tras otro y esta primera fase del combate parecía estar llegando a su fin. Kormack se situó junto a la puerta para custodiarla, sería complicado que alguno de los piratas que aún quedaban con vida pudiesen traspasarla.

Uno de ellos atacó a Morwing con insistencia aunque no con demasiada fortuna. El hechicero, que cada vez se encontraba más cómodo en el transcurso de batallas, llegó incluso a mofarse del pirata y tras sus primeros ataques fallidos, se dispuso a continuar esquivándolo. 

El asalto contra la habitación se tornaba en contra de los piratas quienes, aún siendo más numerosos, no habían conseguido repeler el ataque de los aventureros. Los cuerpos de Igban, Fraznil, Gliben y el de la joven Svena eran una señal inequívoca de que el resto no tardaría en seguir sus pasos. Cuando el enano pelirrojo se apostó en la puerta y el bárbaro cercenó sin miramientos el brazo de la chiquilla, los piratas supieron que aquello no se trataba de un asalto fugaz. Iban a matarlos a todos. Hultar,que se había librado de milagro del espadón del caballero de la armadura completa, necesitaba salir de allí, o al menos avisar a sus compañeros del salón o del resto de las habitaciones. Quiso gritar pero de su boca no salía sonido alguno. Un sudor frío recorrió su espina dorsal. Retrocedió un paso en dirección a la única salida posible, el mar. Para ello se apartó del caballero realizando un barrido con el estoque intentando marcar la cara del elfo pero volvió a fallar. De nuevo el mago hizo un guiño de complicidad al pirata quien ya comenzaba a desquiciarse con las burlas del maldito mago.

Los calishitas de la tripulación de Lebter Nagan comprendieron que su capitán no aguantaría mucho más si el ágil bárbaro seguía acosándolo con el enorme espadón. De un brinco, uno de ellos saltó de la mesa para dirigirse al fondo de la habitación y poder buscar la espalda del guerrero. Una nube de polvo se levantó del suelo aunque nada más que eso provocó el hombre. Algo raro pasaba. ¿Magia? ¿Dónde estaban los sonidos? ¿Por qué algunos sí podían hablar y otros no? Sabiendo que el plantearse preguntas no resolvería la situación soltó su flecha con precisión y la encajó en la clavícula del humano , muy cerca del cuello, donde se podían distinguir unas enormes cicatrices. NOS ATACAN!! NOS ESTÁN ATACANDO!! - Gritó en idioma común con el marcado acento del sur.  

Su otro compañero disparó a su vez pero los movimientos del bárbaro, unido a una pantalla mágica que parecía rodearle, hacía imposible acertarle. هاجمنا! مهاجمة دينا الكابتن!!!!! - Gritaba también en su idioma natal, ya que desconocía el idioma común, mientras se desplazaba hacia el lateral de la habitaciónñ ya que la puerta estaba bloqueado por el enano acorazado.

El combate continuaba y Losse observó como uno de los piratas se colocaba a la espalda de Morwing,  el más débil del grupo.  Los dos flechazos del elfo lunar atravesaron ambos pulmones del pirata que se mantenía a duras penas en pie y con la sangre encharcando sus pulmones. 

Al ver la puerta asegurada y con las energías completamente renovadas a causa de la poción, Zanc salió de debajo de la mesa como pudo, se apoyó en la silla y dio un salto, aprovechando que el hombre de la cimitarra de fuego había volteado para ver al Bárbaro, clavó con todas sus fuerzas la Daga-espada sobre la parte posterior del cuello del desdichado humano, cayendo de forma magistral al suelo en pie mientras sostenía su arma ensangrentada por su mas reciente víctima, a la par que el cuerpo del humano se desplomaba sin vida en el suelo. Los ojos del Gnomo se posaron en el arma flamígera que yacía al lado del cadaver, -Quizás sea momento de probarla...- Pensaba con una sonrisa picaresca en el rostro.

El ataque de Zanc por la espalda del enemigo que tenía justo delante - Justo a tiempo, pequeño -, le dió la oportunidad de olfatear a su siguiente víctima, aunque no hizo falta buscar, uno de los arqueros de la mesa le encontró, cuando le insertó una flecha en la clavícula, tras un leve quejido, mientras la flecha aún se movía en la parte alta de su pecho, encaró y miró con rabia a su agresor, el cual se apresuró a bajarse de la mesa alejándose de él y a gritar pidiendo ayuda - ¿A dónde crees que vas? ...-

- PIRATA ARQUERO NOS ATACAN!! NOS ESTÁN ATACANDO!! - Gritó en idioma común con el marcado acento del sur... 

- Mierrrrda - 

Todo estaba saliendo bien, pero no duró mucho, el guerrero había recibido tres heridas, dos de ellas bastante dolorosas, y acababan de empezar el ataque, debían acabar con ésto cuanto antes, para poder recuperar el aliento antes del segundo asalto.

Furioso, se lanzó a la carga contra él, rajándole la zona de la cadera izquierda hasta la pierna, fue un golpe de suerte, al límite del desacierto, pero la fuerza que le aplicó al ataque fue tal que causó una herida que parecía no tener fin. Pero no fue suficiente para acabar con él.

¡Hijos de puta!

Los piratas habían descubierto el truco del silencio mágico de Zanc y habían dado la voz de alarma. Los había visto mover su apestosa boca y, haciendo un esfuerzo, escuchó la aspereza de sus voces.

Moviéndose a través de la sangre y los cadáveres, sin apenas inmutarse al ver el cuerpo desmembrado de la chiquilla, Ogna puso otra flecha en su arco. Lo tensó y disparó al pirata que Davros estaba troceando. Su flecha le entró por la boca, otorgándole una rápida muerte.

El paladín no se sentía bien, no sabía bien dónde se le necesitaba y cuando llegaba el momento de atacar su espada sólo pasaba cerca de su objetivo. Cuando se quiso dar cuenta se encontraba en medio de la sala rodeado de cadáveres y sin objetivo fijo. Se percató de que el pirata que estaba con Morwing se tambaleaba cual zombi, como si fuese a caer desplomado en cualquier momento por lo que supuso que el hechicero podría hacerle pasar a mejor vida sin problemas. Con lo que, a la vista de la situación, optó por cargar contra el único pirata que aún se encontraba solo, aquel que ya había lanzado varias flechas y que parecía no haber recibido ningún daño hasta el momento.

Allen no se sentía para nada cómodo con la nueva armadura pero aun así puso a prueba sus habilidades con ella. El resultado fue el esperado. El cadaver de uno de los piratas fue un obstáculo demasiado grande para que su armadura lo sobrevolase de un salto. Así pues tan pronto alzó la primera de sus piernas para intentar esquivarlo, esta golpeó el cadaver del pirata haciéndole perder el equilibrio y cayendo al suelo como un saco de patatas. Esto no hizo más que enfurecer más al seguidor de Tyr que entendía que sus habilidades estaban muy por encima de lo que hasta ahora había demostrado.

Kormack miró hacia el arquero Calishita que aguardaba con el arco al fondo de la habitación. Con gusto habría ido a por él para partirle la cabeza como si fuese una sandía y así sacudirse la frustración que le provocaba Pelonieve. Por esta vez el enano se reprimió sabedor que el humano correía más ue él y podría irse por la puerta en caso de que él se moviese de allí. Por lo tanto plantó su escudo en el suelo para ocultarse tras él y apoyó su espalda contra la puerta fuertemente para impedir que alguien pudiese pasar hasta el interior.

Una vez más Morwing esquivó el ataque del pirata que se encontraba con él, en esta ocasión el pirata lanzó un golpe a la altura de la cara mientras se colocaba justo a la espalda del elfo.

Al girarse, Morwing pudo contemplar como dos acertadas flechas procedentes de Losse se clavaban en el torso del pirata dejándolo casi fuera de combate.  Fue entonces cuando el hechicero decidió contraatacar y poner fin a la vida de su compañero de baile. Extendió el brazo y lo señaló con el dedo a la altura de su cabeza con una inicua sonrisa en el rostro.

- Ha estado divertido… ¡Yipi ka yei hijo puta!

Un rayo gélido salió disparado de su dedo índice golpeando justo en la frente del pirata, sus ojos se fueron apagando como la luz de una vela ante una ráfaga de viento para después caer inerte al suelo.

Hil-kasam miró a ambos lados y reafirmó en su idea inicial de que aquello pintaba mal; muy mal. El enano por un lado impidiendo el paso hacia el salón y por el otro el mago junto al arquero en las sombras lo dejarían como una red de pescar antes siquiera de poder lanzarse al mar. La única opción era morir matando y ya que el bárbaro estaba perdiendo sangre a raudales optó por contribuir un poco más a acercarlo a su viaje junto a Kelemvor. Tensó el arco con todas sus fuerzas y apuntó a la cabeza del bárbaro, empapada por el agua el sudo y la sangre. Su flecha voló sin desviarse un ápice y golpeó con fuerza en el lateral del yelmo perforándolo y astillando el hueso del cráneo. Cuando vio que Davros aún seguía en pie a pesar del enorme golpe, soltó el aire que aún contenía en sus pulmones y pateó con la pierna la pared de madera mientras gritaba en su idioma natal هاجمنا! مهاجمة دينا الكابتن!!!!!

Zanc estaba dominado por el brillo ígneo de aquella cimitarra, con cuidado enfundó su Daga-Espada, no sin antes limpiar la hoja empapada en sangre, para después agacharse y levantar aquella arma, era algo grande para el pequeño Gnomo, sin embargo si la sostenía a 2 manos no sería mayor problema utilizarla. Se levantó con imponencia levantando el arma sobre su cabeza, sosteniendola firmemente con ambos brazos mientras se giraba hacia el último de los oponentes que quedaba en pie.

Con sólo uno de los piratas en pie, por fin Losse se desplazó arriba de la torre. - Aguanta un poco más ahí, Gleric -  El elfo veía con más claridad, desde su nueva posición, la escabechina causada por el grupo. Una flecha aún aguardaba en su carcaj con destino al pirata que todavía les amenazaba con su arco. El disparo dio en el blanco, aunque el único daño que le infligió fue clavársele en el muslo de su pierna izquierda. El calishita aún seguía muy vivo.

Todo cubierto de sangre, tanto suya como de sus enemigos , recibió otro doloroso ataque, ésta vez en el yelmo recién estrenado. Resultó en un intenso dolor a la vez que en un sonido quebradizo, eso aumentó la rabia de Davros - ¿qué demonios está haciendo el resto? - 

Se lanzó como acostumbra a por el último enemigo en pie, debía acabar de una vez por todas - Si los dioses quieren aún no habrán escuchado el jaleo, aunque por mucho que diga Allen, seguro que están ahí arriba follando y bebiendo sin siquiera mirar de reojo hacia abajo, malditos -

Ésta vez, optó por trinchar su objetivo, era presa fácil ahí arrinconado, la punta del espadón entró por el centro del pecho suavemente, a pesar de que pudo escuchar y sentir el crujir de varias costillas, para asomar por la espalda. El cuerpo sin vida cayó lentamente debido a que Davros así lo quiso, sujetando firmemente el arma hasta que llegó al suelo y lo sacó del todo.

Zanc notó que la cimitarra era bastante pesada, así que su estilo de combate no se vería beneficiado con aquella hermosa arma, debería dejarla pasar y ofrecerla a alguno de sus compañeros para que le de mejor uso. Al ver que el humano movía la boca y golpeaba el muro con el pie, el Gnomo supuso que estaba pidiendo auxilio y que pronto se verían rodeados, rápidamente avanzó hasta la puerta dejando la cimitarra sobre la mesa le indicó a Kormack que le dejara manipular la puerta mientras sacaba una de las bolsas que había adquirido en el mercado, con sumo cuidado embadurnó las visagras y los bordes de la puerta esperando que el pegamento fuera lo suficientemente duro para bloquearla temporalmente.

Allen se incorporó justo para comprobar cómo Davros volvía a conseguir derribar a otro oponente más. El combate había terminado por el momento y los aventureros se prepararían ahora para el momento más duro, el de completar el asedio a la torre y vivir para contarlo.

Se acercó a la puerta donde se encontraba Kormack y Zanc para ayudar en la defensa de la puerta, -Davros, ayúdanos en la puerta- dijo dirigiéndose al bárbaro al que el combate había dejado bastante magullado. -Losse y Morwing posicionaros en ambas aberturas para comprobar que nadie nos sorprende por ellas. Y Ogna, si hemos sido descubiertos finalmente, tu canto nos sería de gran ayuda- Allen intentó elaborar la mejor estratégia en el poco tiempo que tuvo para pensarla, creía que luchando en la puerta, tendrían más posibilidades que dejando pasar a los enemigos a la sala.

El olor metálico de la sangre derramada empezaba a impregnarlo todo. Ogna vio cómo entre Kormack y Zanc parecían tener controlada la puerta. Se acercó a Davros para ver cómo se encontraba el valiente bárbaro. Sangraba como un cerdo en el matadero.

- ¿Estás bien?- Le dijo con cara de preocupación. Después asintió a las palabras de Allen. Si era necesario usaría todo lo que tenían en su interior para salir con vida de allí.