Partida Rol por web

- Bien, estoy listo. - Losse se plantó frente al hechicero y éste le miró extrañado ante tal situación. - Morwing, debo pedirte en esta ocasión que me dejes el amuleto. Sólo será en esta visita nada más. Durante la incursión en la cueva de la tribu, descubrí que puede existir una forma para ocultarlo momentáneamente. Debes confiar en mí. - Su pariente elfo se negó en un principio, aunque, finalmente, accedió ante los razonamientos del explorador.

Losse sabía de la nueva responsabilidad con la que ahora cargaba y fue entonces cuando descubrió cómo debía de sentirse el hechicero. No compartía muchas de sus acciones, pero le ayudaría en todo lo que fuera posible siempre que su fin fuera bondadoso. Cuando salían por la puerta, Kormack fumaba plácidamente y se apuntó a acompañar al sector con el que más congeniaba de todo el grupo. Aunque pareciera mentira, ese grupo estaba formado por Zanc y... sí... dos elfos.

Y allí estaba el enano exhalando el humo de su pipa, mientras contemplaba la fachada de la posada. Sin duda su mera edificación ya mostraba la ostentosidad y pomposidad que se respiraba en su interior. A la luz de la luna, el enano miraba sosegado abstraído por sus pensamientos, cuando tres de sus compañeros salieron en tropel. ¿Quién va?! - Preguntó por inercia el enano.

No tardó un excitado Morwing en explicar su plan. El enano echó un simple vistazo al grupo y no atendió mucho a la explicación, poco le importaba las tonterías y mucho menos la magia. Le gustaba ver como se aplicaba, pero no las teorías elevadas que aburrían a cualquiera...

Luego escuchaba a Losse de fondo murmurar algo pero no tenía tiempo tampoco para atender a lo que susurraba. Bien era cierto que cuando sus amigos se despidieron Kormack se dio cuenta de que se iban a hacer alguna clase de excursión. Hey ¿A dónde vais sin el enano? - Preguntó saliendo a la carrera tras ellos.

Se iban aproximando a su destino cuando Losse les detuvo. - Atended ahora. Voy a transformarme en lobo y, con ello, el efecto del medallón desaparecerá. Inventaos que soy vuestro familiar y así me dejarán pasar. Creo que así no nos delataremos en caso que uno de esos diablillos campe por ese edificio. ¿Entendido? -

Cuando todos asintieron, el servidor de Mielikki agarró un pergamino similar al utilizado en el día anterior y se transformó en el animal mencionado.

Cuando llegaron a las inmediaciones del palacio del Representante Kormack se despistó un poco y para cuando giró la cabeza lo vio allí. !AY VA! - Exclamó ilusionado al ver al Lobo. Era Losse transformado pero el enano no había escuchado nada. ¡Te dábamos por muerrrrto bonito! ¿Dónde has estado?- Dijo sonriente, mientras acariciaba a Losse las orejas, pensando que era el Lobo de Traishor. ¿Quién es un buen CHUchoo? ¿Quien eh? ¡MIrrrrRALO!  ¡Mirrrralóoo!! ¡AAAh aaaah! - Decía juguetón mientras rascaba la espalda y detrás de las oreja. Y en ese punto del costillar que hacía a todo perro mover la patita de la cosquillitas que producía. Sin duda el enano parecía feliz.

Ahí estaba Losse convertido en Lobo, moviendo la pata izquierda y con esa expresión placentera y risueña. Hasta que Zanc y Morwing, que estaban alucinando con la escena interrumpieron con el plan para acercarse.

Morwing entregó a regañadientes el Crothual a Losse, según lo hacía se lamentaba para sí mismo: - Creo que es la primera vez que me separo de ese maldito objeto… el único recuerdo de mi pasado….

Sin embargo Losse había sido muy razonable en su argumento. Tenía serias  sospechas de que el poder mágico del medallón podría comprometerles y si lo portaba él en forma de lobo ese aura quedaría bloqueada… esto fue clave para convencer al hechicero. Tras entregárselo, el explorador ejecutó el mismo conjuro que el día anterior y tomó la forma de un imponente lobo, al que nada más verlo bautizó como Traishor, por si le preguntaban por él y como homenaje al druida caído que no llegó a conocer pero del que había oído muchas historias desde que se unió al grupo.

De este modo, los cuatro aventureros fueron avanzando de nuevo hasta el hogar de Findoren. Durante el trayecto, Morwing quiso dejar todo bien atado con Zanc antes de que llegara el momento de actuar. – He podido observar que cuando usas ese sortilegio tienes que mover los labios, no estaría de más que te tapases la boca al hacerlo, ya que en caso de que estén vigilando podrían descifrar tu mensaje...lo mismo pasaría con Findoren si respondiese, avísale antes de nada..., comentó al gnomo.

Los cuatro compañeros llegaron hasta las inmediaciones del palacio del Representante del Consejo bajo un manto de silencio de la noche. Pocas personas caminaban a esa hora por la calle y las que lo hacían, por lo general, era porque dejaban las tabernas para retirarse a sus hogares. La Carretera Alta, que cruzaba la ciudad prácticamente en su totalidad de oeste a este, se encontraba bien iluminada y excelentemente pavimentada, poseía también altas casas construidas en piedra a cada lado, propiedades que solían pertenecer a una misma familia donde los padres vivían en las plantas inferiores y los hijos en las superiores. Patrullas de somnolientos guardas la patrullaban con paso lento sujetando farolillos para alumbrar las numerosas bocacalles que, peormente iluminadas, partían de la calle principal.

El Palacio del Gobernador de Crímmor dominaba una amplia plaza en la parte noreste de la ciudad. Se trataba de un edificio de tres plantas levantado en granito que le otorgaba una aspecto peculiar por ser el único así construido en la ciudad. Los mercaderes tenían prohibido montar tenderetes en los soportales de la misma así como el trafico de carruajes que no fuesen de uso propiedad del Consejo o de miembros influyentes de la ciudad. 

Cinco personas hablaban alegremente en las escaleras que daban al pórtico del palacio cuando los compañeros giraron la esquina. Parecían esperar a una sexta persona la cual revisaba un libro al pie de uno de los carruajes. Estos carruajes eran vehículos privados con unos precios que pocas personas podían permitirse. Sus cocheros, a pocos pies de la entrada conversaban con una patrulla de la guardia donde varios de sus miembros fumaban para combatir el frío. Los cinco visitantes y aquel que revisaba lo que parecía un libro de cuentas vestían elegantes ropajes pero por lo que llamaban la atención era por el simple hecho de que se encontrasen allí a esas horas allí. El grupo estaba formado por cuatro hombres mayores de elegante porte, una mujer que rozaría los setenta años, y un mediano de mediana edad que era a quien todos atendían. Su conversación, por lo que pudieron escuchar los compañeros, trataba sobre el precio que las pieles de nutria había alcanzado antes de que se cerrase la temporada mercantil.

Los párpados se le cerraban, el silencio y el cansancio se aliaban para derrotar al guerrero, de no ser porque la temperatura del agua bajaba cada vez más, se hubiera quedado como una pasa, dormido en la bañera.

Tras salir de la bañera, vaciar su vejiga en ella y secarse, se vistió y no dudó en volverse a poner la armadura, no estaba cómodo en ése lugar, a pesar de todo el lujo, desconfiaba de la generosidad de Hembelan y de todos los que no fueran de su grupo. Corrió uno de los pesados muebles para colocarlo junto a la puerta*, sabía de la habilidad de Zanc para abrir cerraduras y para el sigilo, pero ese obstáculo le daría un tiempo precioso en el caso de que alguien intentase entrar en la habitación. Abrió la ventana para analizar la pared exterior, para ver cuan fácil sería escalarla, la cerró y apoyó la lanza entre los dos postigos, de modo que si alguien la abriese, la lanza cayera.

- Mierrrrda, la daga... - Recordó Davros. Recogió la daga del fondo de la bañera, a tientas, ya que el agua se había tornado de un tono marrón oscuro y la secó para ponerla bajo la almohada. La bastarda pasaría la noche junto a su mano, tendida en la cama. A pesar de la buena compañía, poco tardó en cerrar los ojos...

Las palabras que Davros dedicó al grupo antes de acostarse parecían algo exageradas, -no creo que en una posada como esta, en una ciudad que se prepara para un asedio existan demasiados peligros-, pero asintió al bárbaro y tomó las precauciones que pudo antes de acostarse.

La única silla de la habitación fue usada para atrancar la puerta de entrada a la habitación, si alguien pretendía entrar por ahí, no le valdría de nada el sigilo y la habilidad con las cerraduras, pensó el paladín. La ventana, que oportunamente se habría hacia dentro de la estancia, fue la segunda parte de la habitación donde Allen concentró su ingenio para no ser sorprendido durante la noche. Dos de los viales vacíos que portaba, fueron colocados en la base de ambas ventanas para que en el caso de ser abiertas, cayesen al suelo y despertasen así al paladín.

Dio una vuelta más a la habitación, viendo que todo estuviese bien colocado y cuando se hubo cerciorado, se tumbó en la mullida cama, con su espadón entre las sábanas y esperó a que el sueño le engullese. La verdad es que no tardó demasiado, la sensación térmica dentro de aquellas mantas y el frío que habían padecido estos días hacían que aquella situación fuese como un bálsamo que relajó al paladín hasta hacerle caer en un sueño profundo y reparador.

Cuinthere se esmeraba en dejar la habitación lista para cuando volviera el señor enano. Le hubiera gustado seguir en Nashkel depurando esas cuentas tan mal llevadas durante el último año. Pero no había podido ser. Al menos seguía con Gus, al que había preparado su pequeña cama en una mesa que había en la lujosa habitación. El pequeño Kóbold se preguntaba dónde acabaría. No le gustaba la vida errante y con semejantes compañeros, que se metían en líos cada dos por tres,  si  no moría de una manera violenta lo haría por un ataque a corazón. Aún así mantenía la esperanza que una vez llegados a Athkatla le dejaran allí vivir en paz. Sólo pedía un oficio que desarrollar y una vida tranquila y sin sobresaltos.

- No protestes kóbold insignificante. Si no quieres sobresaltos será mejor que dejes limpia como una patena el equipo del señor enano.- Temía morir aplastado por la compacta masa que era Korcmak, sobre todo si le daba a esa cerveza que tanto le gustaba, por lo que él se hizo un pequeño camastro en una esquina de la habitación, cerca de Gus.

Hacía rato que sus compañeros habían decidido volver al palacio de Hembelan Findoren intentando hablar con él pese a que el gobernador había dejado bien claro que no quería hablar de nada que tuviese que ver con el inminente asalto allí dentro. 

El sueño comenzaba a hacer presa en la mente de Davros cuando las pisadas que escuchó en el pasillo le hicieron abrir sus ojos de par en par. Quien quiera que fuese caminaba de modo pausado, como si estuviese buscando una habitación en concreto.

Las pisadas hubiesen pasado desapercibidas si no hubiese sido por las protestas de las tablas del suelo. El desconocido se detuvo un par de puertas antes de la habitación de Davros. ¿Sería Morwing? Rápidamente aquella idea se esfumó de su mente cuando escuchó como llamaban a la puerta un par de veces para luego, debido a que nadie contestaba, volver a repetir más insistentemente.

En mitad de sus divagaciones acerca del anillo andaba Ogna cuando unas pisadas en el pasillo hicieron que su corazón intensificase su palpitar. Podía tratarse de Morwing o Kormack debido a cómo el suelo protestaba con cada una de sus pisadas pero, tras escuchar más detenidamente, la muchacha llegó a la conclusión de que no podía tratarse de ninguno de ellos ya que quien quiera que fuese caminaba con precaución, como si estuviese buscando algo. ¿Una habitación concreta tal vez? Las pisadas se detuvieron no muy lejos de la puerta de su habitación y, tras unos instantes, alguien llamó a una puerta. No hubo contestación por parte del inquilino de la misma por lo que el oportuno visitante volvió a llamar con más insistencia.

- ¿Quién coño sera a éstas horas? - Pensó Davros más molesto que intranquilo tras escuchar que fuese quien fuese había llamado a la puerta. Sin importar que llamase o dejase de llamar, cogió la espada y la daga, se levantó de la cama y caminó hacia la puerta, apoyó la espada en la pared con cuidado y respondió: - ¿Si?¿Quién va? - Sólo era una persona, nunca temería abrir la puerta, salvo que al otro lado la respuesta fuese... "Ethegax"

Los párpados de Allen cada vez pesaban más. Comenzaba a notar esa agradable sensación previa a caer rendido en la que no podía notar ninguna de sus extremidades sin embargo algo lo sobresaltó. En un principio no supo si había sido parte de un sueño o en realidad había escuchado a alguien llamar a una de las puertas de ese mismo pasillo. Pronto salió de dudas cuando la voz de Davros sonó al otro lado de la parted.

¿Quién va? - Había logrado escuchar a su compañero.

Por el sonido que llegó del pasillo alguien se había sobresaltado al escuchar la grave voz del bárbaro. QUien quiera que fuese dio unos pasos en dirección a la puerta vecina y preguntó tímidamente.

¿Excelente?

Hecho un ovillo Cuinthere había conseguido conciliar el sueño escuchando la rítmica y casi inaudible respiración de Gus. La saliva resbalaba por las comisuras de sus escamosos labios cuando un ruido le hizo despertarse asustado. Pensó que el señor enano había regresado pero no, la habitación seguía a oscuras y su característico olor a tabaco y sudor aún no estaban presentes. ¿Había escuchado una puerta? 

Creyó por un momento que aquello era simplemente un producto de su imaginación pero la voz de Davros le confirmó que no era así. 

¿Quién va? - Preguntó el bárbaro desde su habitación.

Por el sonido que llegó del pasillo alguien se había sobresaltado al escuchar la grave voz del bárbaro. Quien quiera que fuese dio unos pasos en dirección a la puerta vecina y preguntó tímidamente.

¿Excelente?

Por el murmullo que alcanzó a escuchar Ogna supo que al final alguien había contestado a aquella llamada. No estaba segura de si se trataba de Allen o Davros pero estaba claro que alguno había dicho algo desde sus habitaciones. 

Una tímida voz de un hombre llegó desde el pasillo como respuesta a aquel murmullo. ¿Excelente?

Aquel que había llamado a la puerta vecina pareció sobresaltarse debido al pequeño salto que dio al escuchar la respuesta de Davros a su espalda. Con timidez arrastró los pies y se acercó a la puerta de la habitación de Davros. 

¿Excelente? - Preguntó con una tímida voz un hombre joven.

El paladín, sobresaltado cuando disfrutaba del calor de la cómoda cama escuchó como un sonido, en un principio ténue debido al estado de letargo que padecía, le desperaba de su cálida sensación de tranquilidad. -Vaya, al final va a tener razón- se dijo a sí mismo mientras recordaba las palabras del bárbaro.

Con rapidez, se levantó de la cama y con el espadón en la mano, apenas vestido con la muda, se acercó a la puerta. Durante el corto camino hacia ella, consiguió escuchar aquella palabra que Morwing había advertido al grupo una vez abandonaron el palacio de Cimmor, "excelente".

Allen, sólo para comprobar que no era una artimaña, conjuró el salmo que tantas veces le había sacado de dudas desde la parte más alejada de la puerta, para que aquella persona no le pudiese escuchar recitando esas palabras.