Partida Rol por web

Aquel tacto familiar e inconfundible, hizo que apartara la mirada de aquellos sujetos para fijarla en sus sedosas manos. Por un instante aumenté la fuerza para retirar sus manos de las mías, pero sus palabras comenzaron a tranquilizarme y lentamente dejé que tomara el hecha. De todos los presentes, los compañeros del grupo, solo confiaba plenamente en Seryu y quizás tenía razón, quizás aquello que ví había sido una ilusión, alguien jugaba con nosotros, con nuestros sentimientos, pero, había sido tan real...

Mi rostro agachado, solo transmitía frialdad e indiferencia; no me atrevía a mirarlo a los ojos y permanezco en aquella posición por unos minutos, en silencio, recuperando el aliento. Sus últimas palabras lograron que lentamente levantara la mirada, en busca de la suya y allí estaban aquellos ojos que me habían cautivado desde la primera vez en que los contemplé.

Su rostro lleno de preocupación, sus ojos húmedos y aquella lágrima, produjeron un nudo en mi garganta. En ese momento, olvido por completo a los presentes y acorto la distancia que me separaba de Seryu. Ahora que mis manos estaban libres, tomo su rostro y seco su mejilla.

-Yo... no sé... no entiendo...- balbuceo y suspiro para enmudecer por unos segundos.

-Siento mi reacción, era mi padre...- se quiebra mi voz y muerdo el labio inferior para evitar sollozar -confío en ti, Seryu- apoyo la frente en la suya -gracias...- susurro y sin esperar respuesta, rodeo su cuello con mis brazos -contigo, hasta el final-.

Nauj lo vio claramente, a través del cristal. Era el rostro de aquella pequeña criatura que momentos antes acompañaba a la pálida mujer de la marca roja. El encapuchado ya había reconocido qué era aquella especie de "niña" y la visión de su cara apoyada al cristal y cómo, de repente, sus ojos explotaban en un chorro sanguinolento, sus labios se retorcían y caía muerta, exterminada por algún tipo de magia macabra le hizo extremecer. Sintió como si sus fuerzas se vaciasen y un inmenso dolor encogió su alma y retorció sus extrañas.

Estaba claro; ahí fuera estaba quien él estaba buscando, el causante de todo ese dolor.

Cuando se repuso decidió que debía salir, por fin había encontrado lo que andaba buscando y no era momento de echarse atrás.

Pero entonces intervino el mago, dando la explicación de por qué todos sentían aquella pesadumbre. Tenía sentido, cada uno de ellos había visto algo diferente, algo que le desatara la rabia necesaria para abalanzarse sin pensar al exterior. Era una trampa, sin duda, como decía Seryu.

- ¡¿Quién está detrás de todo esto?! -gritó, mirando a todos los allí presentes, compañeros o no, buscando una respuesta que quizás ninguno de ellos podía dar.

 Cuando todo fue calmándose, seryu cerró los ojos y sollozó, dejando caer otra lágrima y abrazándola mas fuertemente. Había tenido que ser fuerte, por un momento, pero, como a todos, aquella visión había herido su alma.

-No...no lo sientas....lo entiendo.

Comentó, colocando una mano en su rostro, acariciándolo lentamente. Lentamente, sonrió. Era mas una sonrisa que escondía algo de tristeza, que las normales del muchacho.

-Gracias, por confiar en mi.

Se evadió de todo unos segundos, pero la pregunta de Nauj volvió a interrumpirlo todo. Los momentos de tensión se sucedían, uno tras otro, y no finalizarían hasta que no salieran de aquel lugar.

-La fuerza que nos ha empujado, es la responsable de estas ilusiones, estoy seguro... Pero es una fuerza demasiado poderosa para enfrentarnos a ella, en un combate abierto. Ellos no tienen nada que ver, Nauj, ellos tambien han visto, creo, visiones horrorosas. Estamos juntos en esto, no es momento para enfrentarnos.

Bolg había preferido confiar en su sentido más desarrollado, un sentido que le advertía que no había nada. Pues era incapaz de captar ningún olor. Aquella sensación lo desconcertaba, e hizo que se agazapara como una bestia acorralada, no dejando que nadie se le acercara.

Lo había visto a través de la ventana, burlándose de él. Y aunque hubiera querido cortar el cuello a aquel tipo, no tenía ninguna intención de exponerse justo ahora. Y mucho menos cuando todos su sentido le advertía que algo iba mal. Había esperado mucho tiempo, podía esperar a que el momento fuera más propicio.

La escena era ficticia pero las emociones eran reales. Observó a los presentes tratando de enfriar el temperamento.

Llevaba demasiado rato sosteniendo a la joven inconsciente. La acercó a una silla cercana a la escalara y la depositó con cuidado, vigilando especialmente el hombro derecho de la muchacha. Miró el improvisado vendaje que le había practicado. No se veía sangre fresca. -Buena señal-. Mientras tanto, el grupo de desconocidos lanzaba preguntas al aire, pero les ignoraba por completo.

Se colocó al lado y ligeramente por detrás de la de la capa blanca y al dar el paso, dejó entrever que sentía molestia en la pierna derecha.

Nuevamente volvió a observar al grupo. Observó con detenimiento sus gestos, sus palabras y sus reacciones. Poco a poco empezaba a ver como eran, que rol jugaban en el grupo y como se interrelacionaban. No tenía nada mejor que hacer hasta que no supiera nada mas de lo que sucedía en el exterior o que había sido de Scire. Si llegaban a presentar batalla lo mejor que podía hacer era conocerles.

Cerré los ojos con fuerza intentando olvidar. Ya casi no quedaban ganas de sentir, el dolor era demasiado terrible. Muchas imágenes surcaban mi mente. Viejos recuerdos que se habían embellecido y a la vez oxidado con el tiempo. Era complejo explicarlo, pero no estaba dispuesto a hacerlo

Aquello solo pertenecía a mi propia conciencia, que no quedaría tranquila hasta hacer justicia. La verdadera justicia, lejos de guerras insulsas dirigidas por caudillos egoístas por las que me dejaba arrastrar. Por una vez quise abandonar la espada, pero con una condición. Si tenía la oportunidad, sería egoísta una última vez, siguiendo mi propio dictado

Las sensaciones por momentos tomaban violentas rachas dentro de cada uno de los presentes con cada segundo que pasaba. El único que se veía practicamente inmunizado a ellas era Blog, cuyo instinto animal por llamarlo de alguna forma era mas fuerte que cualquier otro menester.

Era dificil controlarse o mantener la cabeza fría cuando alguien ponía sal en heridas que no deberían ser tocadas, o avivaba un fuego interno para convertirlo en un incendio sin control en aquel claustrofóbico espacio. ¿Cuanto podrían aguantar? Poco, probablemente, antes de que se acabara la paciencia o en su defecto, la cordura.

Fue en ese momento que un nuevo sonido rompió la monotonía. El tañer suave de la cuerda de algún instrumento, posiblemente un arpa, que sonó casi cristalino. Fue el primero de varios, que empezaron a tejer una delicada melodía, proveniente del piso superior del recinto.

Aquella sonata aterciopelada...casi parecía retirar con gentileza todo el agobio sobre los hombros del oyente. La rabia, el miedo, la fustración, la inseguridad, la amargura y todos los allegados que pudieran haber oprimido la existencia en aquel momento simplemente se desvanecian como vapor. En su lugar otra cosa era colocada, como una gaza sobre la herida o la sensación de tener un hombro donde apoyarse. Conforme avanzaba la tonada una pacifica calma que era probable muchos no hubiesen sentido jamás envolvía la psique y los sentidos permitiendo pensar, quizá, con mejor claridad que nunca.

Ya no importaba el exterior. No se escuchaba nada. Tampoco veían nada. Las penas y el desconcierto simplemente habían pasado.

La música le devolvió a la seguridad de los bosques de su infancia, a los ratos felices que pasó con su madre y todos los miedos y toda la rabia que se habían acumulado por momentos en su interior, se desvanecieron por completo.

Se encontraba bien, protegido. Por un momento, la idea de que aquello fuera una nueva trampa cruzó por su mente, pero las notas de aquella sonata balsámica, le hicieron rechazarla. En aquellos instantes, no podía sentirse mejor.

La mujer de blanco pareció reaccionar en aquel momento. Se removió algo y por poco se cae de su asiento, aunque lo evitó dejando escapar un leve quejido por forzarse.

-Awww...

Pareció ver alrededor (no era seguro dado que usaba la capucha que ocultaba el rostro) y luego se fijó en Shadar que era quien estaba mas cerca.

-Hmm, tu...¿quien eres tu? ¿Y...donde estamos?

Se vió algo molesta por la prenda blanca, así que estiró con cuidado la mano derecha para retirar la capucha del lugar, como si nada.

Ésta vez no me opuse a su abrazo y respondí a éste de la misma forma cálida y cariñosa. Estar ahí, junto a él, en sus brazos, de alguna forma me reconfortaba, pero aquella imagen, aquella escena que había presenciado minutos atrás, aún me atormentaba.

El sollozo que profirío, hizo que mi corazón diera un vuelco y por ello, lo abrazo con mas fuerza, intentándo así reconfortarlo. Me sentía egoísta al pensar solo en mí, en mi dolor; había olvidado por completo que todos los presentes estábamos experimentando aquellas sensaciones poco gratas.

Todo era cada vez mas extraño. Primero aquellas ilusiones, ahora una melodía placentera. El miedo, el dolor, la angustia y tristeza del momento, fueron desapareciendo lentamente gracias a esa melodía. Por un instante cierro los ojos y me concentro en ella, dejando que obrara de forma mágica, llevándose mis tormentos, reemplazándolos por recuerdos del pasado y recientes, haciéndome sonreír.

El momento es interrumpido por una voz no familiar. Lentamente comienzo a separarme de Seryu y me percato que aquella misteriosa mujer había despertado. Permanezco en silencio, aún disfrutando de aquella peculiar melodía y esperando respuesta de aquel hombre.

Abrí los ojos al escuchar aquellas palabras. ¿Realmente no lo reconocía o fingía? Maldita magia y sus entramados, alteran el mundo haciendolo incomprensible. De ser caudillo la limitaría a mi círculo, aunque siempre habría disidentes, como el muchacho aquel

Dejé a Shadar responder ante aquellas preguntas, para después observar el exterior. Tal vez después de la pesadilla interior que cada uno viviamos, se normalizara la situación. Tenía que salir de allí, y con urgencia. No soportaba no controlar la situación

Los dulces arpegios del arpa entraron suavemente en su mente y como el candil que se consume, el odio que sentía se apagó lentamente. A su lado, Blanca parecía recobrar la consciencia, aunque estaba desconcertada.

-¿Qué quién soy?- Teniendo en cuenta la herida del hombro, no era bueno que mantuviera una postura forzada. Dio un paso para colocarse en frente de ella para que le pudiera ver mejor. Le miró a los ojos. -Soy quien te a salvado de morir a manos de unos salvajes bandidos. Y quien te ha hecho este vendaje. ¿Dónde estamos?- Miró en rededor de la estancia. -Bueno, se supone que en una posada en Ivere, aunque eso no lo tengo del todo claro.-

-¿Tienes amnesia? No me lo creo.- La miró a los ojos fijamente, tratando de descubrir si en verdad no le reconocía o no era mas que una treta.

La desconocida se descubrió de la capucha. Era un rostro joven, y de facciones para nada vulgares a pesar del detalle de tener piel escamosa y azulada. Toda una sorpresa, realmente. Algún mechón del cabello largo y en tono castaño claro se había colocado con naturalidad a los costados de la cara, enmarcando la misma. ¿La terminación de la oreja era punteada? Sin duda era familiar aquello. Era la viva imágen del cartel que estaba aqui y allá solicitando captura. Pero había un detalle. La del cartel tenía una cola reptil, y esta no a todas luces. Este detalle era algo despistante, porque incluso tenía las marcas bajo el ojo en color lila oscuro, esos puntos estaban impresos sobre tres escamas en concreto. En la frente llevaba un bonito adorno aplanado de oro, sujeto alrededor de la cabeza por un hilo casi invisible.

-¿Bandidos? Que dices, pero si yo acababa de marcharme del castillo luego de...

Bajó la cabeza algo y colocó la mano en la frente, con la vista fija en ningun punto del suelo, conmocionada. Parecía que también ella estaba teniendo un horrible recuerdo.

Probablemente por las notas misteriosas que continuaban descendiendo desde su procedencia desconocida en la planta alta, pudo tranquilizarse con inusual rapidez, pero no dijo nada mas al menos de momento.

Se quitó la capucha como si nada, dejando ese rostro tan particular al descubierto.

-¿Bandidos? Que dices, pero si yo acababa de marcharme del castillo luego de...

Bajó la cabeza algo y colocó la mano en la frente, con la vista fija en ningun punto del suelo, conmocionada. Parecía que también ella estaba teniendo un horrible recuerdo.

Probablemente por las notas misteriosas que continuaban descendiendo desde su procedencia desconocida en la planta alta, pudo tranquilizarse con inusual rapidez, pero no dijo nada mas al menos de momento.

Extrañamente, su confusión se veía auténtica. Contando que hasta ayer hacía todo lo posible por ocultar su rostro y ahora se mostraba sin ningun reparo, confirmaba que realmente parecía desconocer el peligro de la recompensa por su cabeza, que posiblemente esos extraños también conocieran.

¿Exactamente en que tiempo creía que estaba?

-Déjame ver como está tu herida.- Se inclina sobre ella para acercarse a su hombro derecho y con cuidado desplaza la venda para poder ver la herida mejor. -Ahora que estas consciente será mas fácil comprobar como está.- Sentía curiosidad por el origen de la música, pero prefería prestarle atención a la recién despertada.

Al acercarse sobre su hombro le susurra al oído con voz dulce. -Shh... no digas nada. Tu nunca hiciste lo que crees. Ahora no pienses en ello. Descansa.-

La curiosa mujer se dejó examinar por aquel hombre, moviendo cuando era necesario el hombro y el brazo izquierdos. Pero esto le era tremendamente dificil, ya que presentaba una profunda herida que empezaba desde el hombro e ibaunos tres centímetros hacia adentro de la carne y el hueso. Afortunadamente no sangraba, quizá producto de algúna atención anterior. Pareciera que un filo le había caído de forma perpendicular a la articulación, y si hubiese sido mas fuerte el impacto probablemente le habría dejado inutilizado el brazo de por vida, e incluso cercenado...

Azur se dejó examinar sin ningún reparo, tras asentir de forma algo ausente un poco mas aliviada. Cuando era necesario movía el hombro y el brazo izquierdo, pero apenas ya que le costaba tremendamente. No era para menos, la herida que tenía iba unos tres centímetros hacia el interior de la carne y el hueso. Si el filo perpendicular que había causado aquello hubiese dado con mas brutalidad probablemente le habría inutilizado el brazo de por vida, o incluso hasta cercenado. Sin embargo, aún y siendo el actual daño una lesión de gravedad era recuperable, pero tomaría mucho cuidado y probablemente, bastante tiempo al menos por el método tradicional de cuidado y recuperación.

El lado positivo es que ya no sangraba en absoluto.