Partida Rol por web

Trasfondo y motivación

La idea es que los personajes sean habitantes de Sandor, o visitantes frecuentes. Deberían considerar al pueblo como un hogar, un lugar seguro y apreciado.

Y cuando alguien se instala por un tiempo en un lugar, inevitablemente construye algunas relaciones. 

Deja anotado aquí las respuestas a estas tres preguntas (puedes extenderte tanto o tan poco como quieras):

1.- ¿Qué haces en Sandor?

¿Naciste en el pueblo o llegaste huyendo de algo, o alguien? ¿te estás ocultando? ¿qué lugar ocupas en la sociedad? ¿tienes trabajo, un emprendimiento propio o eres empleado de alguien?.

2.- ¿Qué relaciones cultivaste?

¿tienes amigos, familia? ¿tal vez una deuda, o un rival al qué derrotar?. Aquí pueden inventarse PNJs

3.- ¿Qué te motiva a la aventura?

Cuando el peligro acuda a tu puerta, saldrás a enfrentarlo. ¿Por qué? ¿deseo de proteger al débil, o de gloria personal? ¿fortuna u honor? ¿o tal vez aburrimiento?. Atención que puse "saldrás a enfrentarlo" como una afirmación, no como pregunta, esto quiere decir que es requisito que el personaje sienta alguna motivación para la aventura (la que quieras, pero debería haber una).

Soy un ladrón de ciudad. Llegué a Sandor hace mucho tiempo, cuando era un adolescente y llevo viviendo aquí desde entonces.

Mi familia eran comerciantes, pero no me interesó nunca el negocio familiar. Siempre estaba por ahí, jugando a vivir aventuras y soñando con unirme a alguna caravana que saliera de la ciudad. Deseaba encontrar grandes tesoros, dragones, criaturas extraordinarias, todo lo que me alejara del aburrimiento de una vida de comercio.

En la ciudad me he hecho un nombre entre los habitantes de los barrios bajos. Incluso después de los años, me he dedicado a robar únicamente a aquellos que están de paso. Conozco a casi todos los comerciantes fijos de la ciudad y soy una especie de persona que no quieres tener cerca, pero puede conseguirte aquello que necesitas.

También me he ganado la enemistad de otros ladrones que quieren instaurarse en mi ciudad, robando a mis amigos y extorsionando a los comerciantes cosa que no permito. Yo y algunos de mis compañeros ladrones, luchamos contra ellos, no abiertamente, pero si delatándolos cuando es necesario u organizando alguna trampa para que los capturen los guardias. La ciudad es nuestra y la cuidamos. Sin visitantes no hay bolsas que cortar.

No he abandonado mi sueño de vivir aventuras y en el momento que surja algo, iré a vivirla.

Sólo una aclaración antes de empezar, y una sugerencia: Sandor es un pueblo pequeño, de no más de 900 habitantes. No hay, por ejemplo, "barrios bajos", ni espacio para un gran número de ladrones. Todo eso está en Treva, una ciudad a unas dos jornadas de viaje al este.

Traek pudo haber nacido en Sandor, y su familia puede viajar seguido a Treva por negocios. Un buen día Traek decidió quedarse en Treva y vivir su propia vida allí. 

Finalmente, algo sucede (lo jugamos en este preludio) y Traek vuelve a su hogar.

¿Te parece?

Ah, perfecto. Me parece bien

Siendo apenas un muchacho tuviste que tomar una decisión: aceptar una vida confortable pero aburrida, o tomar las riendas de tu propio destino y forjarte una vida llena de aventura y emoción.

Pocas decisiones fueron más sencillas que esa.

La vida de ladronzuelo en Treva no fue tan difícil como tu padre te había advertido. Sí, hubo noches que pasaste frío y hambre, pero fueron muy pocas. Tu natural destreza e ingenio te sirvieron para ganarte una posición en los barrios bajos, y pronto pasaste de ratero a bandido de renombre.

Para un ladrón lo verdaderamente difícil de conseguir es un cómplice confiable. En eso también tuviste suerte. A poco de instalarte en Treva conociste a Lisette, una ladrona como tú, con tus mismas ambiciones y capacidades. Se hicieron amigos de inmediato, y parecía que podían leerse la mente.

Una noche, mientras disfrutaban de sus ganancias en la taberna, se cruzaron con un elfo extraño. Tenía la piel morena, algo extremadamente inusual en los elfos. Vestía como un viajero, pero llevaba algunos accesorios de oro y plata que lo hacían resaltar más que el tono de su piel. Había que ser muy hábil, o muy tonto, para moverse de noche por esa zona de la ciudad sin escolta. 

- Hola jóvenes - saludó afable, su acento era muy extraño - llevo tiempo buscándolos, quisiera proponerles un trabajo -

Los años habían hecho que creáramos un vínculo entre nosotros que sólo con una mirada podíamos comunicarnos y decirnos cosas que el resto de la gente necesitaría varias palabras.

Esa mirada que nos echamos Lysette y yo al ver al elfo y escucharle bastó para ponernos alerta y tener las armas a punto. También hizo que recogiéramos las monedas y las guardáramos en nuestras bolsas.

Aventura, negocios. Algo que no huyo en absoluto. Todo sea por no echar raíces aquí sentado

Lysette conocía mis ganas de aventuras y sabía cómo me estaba mirando en aquel momento. Por su cabeza seguramente pasaban una multitud de quejas, pero sabiendo que al final vendría conmigo

¿Y quién usted señor? ¿Y por qué precisamente nos buscaba a nosotros?

El elfo se sentó en la mesa con ustedes, sin esperar a ser invitado. Aunque ameritaba estar atento, no parecía tener intenciones violentas.

- Estuve preguntando por las calles, y me dijeron que ustedes eran los indicados para organizar un trabajo. Mi nombre es Raha al´Bishai - dijo, dedicándoles una sutil inclinación de cabeza - y represento a un grupo de influyentes comerciantes -

Nunca fuiste un académico experto, pero nadie vive en las calles tanto tiempo como tú sin aprender algunas cosas. Los elfos que podían verse de Treva y los alrededores eran todos pálidos, rubios en su mayoría. Habías oído hablar de elfos de tez morena, pero era la primera vez que veías uno. Se decía que vivían en el desierto, lejos al norte, del otro lado del mundo.

- Tengo el dato de un noble de Avalon, que se encuentra en Treva por negocios. El hombre posee un cofre de madera con herrajes de plata. Cabe en la palma de una mano, está cerrado con protecciones mágicas, y lo mantiene en una cámara secreta en su mansión. Piensa entregarlo como parte de pago en uno de sus negocios. Mis representados quieren ese cofre, y están dispuestos a pagar una pequeña fortuna. Si les interesa podemos seguir hablando. Si no... - Raha amagó a levantarse - me retiraré y no volveremos a vernos -

Lisette se mordió el labio, una mueca que hacía cada vez que olía un buen negocio. Por otro lado, también se mordía el labio cuando sentía que las cosas podían salir mal. Podías leer a tu compañera como un libro abierto, pero esa mordida de labio siempre te confundía.

Miré a Lysette de reojo mientras hacía esa mueca tan característica en ella. Esa vez, creo que era de interés por el negocio. Si el olfato de Lysette decía que podía ser un buen negocio, yo la seguiría.

¿Y que sacamos mi amiga y yo de esto? Supongo que ese cofre estará bien protegido. ¿Dónde tenemos que ir?

Le hice un gesto con la mano para que se volviera a sentar dándole a entender que estábamos interesados en el trabajito. La verdad es que no nos preocupaba demasiado los problemas que tuvieran entre ellos mientras pudiéramos beneficiarnos de ello.

Danos más detalles. Te ayudaremos. -  me giro a Lysette - ¿verdad?

Traek había acertado, esa vez el labio significaba buenos negocios.

- Claro que sí... si la paga es acorde al riesgo - la muchacha sonrió seductoramente - somos los mejores, y por eso somos caros -

Lisette no era bonita para los estándares de belleza de la ciudad. Tenía la piel tostada casi del mismo tono que el elfo, y vestía una armadura de cuero con tachas de acero y un cuello de piel de zorro blanco que era difícil de mantener limpio. Por otro lado su pelo, negro y desordenado, parecía tener vida propia. Era salvaje, como sus ojos, como su espíritu.

Sus cualidades no la hacían bonita, pero sí atrapante. Y en especial aquella forma de morderse el labio...

- Descuiden - respondió el elfo - si hacen bien el trabajo todos nos haremos ricos -

Pasaron casi toda la noche hablando con Raha sobre el atraco. Parecía ser sencillo, y pronto entendiste por qué necesitaban de gente local: la mansión se encontraba en el barrio de la ciudad vieja, un laberinto de callejones y pasillos que muy pocos podían navegar de noche sin conocer la ciudad de palmo a palmo. 

El noble tenía que asistir a varios compromisos antes de reunirse con el comprador. En ese tiempo, el cofre estaría guardado en su casa. Según Raha el noble tenía problemas económicos y viajaba con poca seguridad.

El noble saldría a cumplir con uno de sus compromisos y se llevaría parte de su escolta, dejando una docena de hombres como vigilancia. La casa era enorme y habría uno o dos hombres patrullando. Traek y Lisette tendrían que buscar un acceso por los techos, dejar fuera de combate al guardia de la habitación, tomar el cofre y salir.

Simple. Pan comido.

- ¿Qué les parece? ¿cuento con ustedes? - concluyó.

Miré a Lysette directamente. Los dos teníamos ganas de un desafío que pusiera en alerta nuestras habilidades y aquel parecía un buen trabajo. De todas formas, un ápice de desconfianza continuaba rondando por mi cabeza. Todo daba la impresión de ser demasiado perfecto y los dos sabíamos que eso no existía.

Pero, qué demonios. Aquel reto era interesante. Le tendí la mano.

Tienes un trato, amigo. ¿Qué entrenamiento tienen los guardias de ese noble? ¿Son antiguos soldados o algo?

El elfo se inclinó hacia adelante y te respondió con una sonrisa burlona.

- Esto es sólo un prejuicio, pero está respaldado por mis años negociando con nobles de todo tipo en Avalon, Birmania y El Gremio V´Neff. Todos los guardias son hijos de artesanos o comerciantes que, decididos a conseguirse una vida mejor, buscan la fortuna y la gloria del mundo de un aventurero. Pasan una semana, o un mes, viviendo a la intemperie, sufriendo de hambre y sed, y vuelven con el rabo entre las piernas a pedir a sus padres que les dejen trabajar en el negocio familiar. Pero los padres ya contrataron ayuda y no pueden ocuparse de los descarriados, así que los envían al ejército, o a la milicia, donde pueden seguir jugando con espadas y hacer de sus vidas algo de provecho -

Luego de su larga exposición se reclinó y lanzó un melodramático suspiro.

- Y cuando empiezan a encarrilar sus vidas en una tarea noble, algún rey los manda a combatir en alguna guerra tonta y terminan regando con su sangre los campos de batalla. Y en la ciudad, los padres de esos jóvenes se ahogan en remordimientos y pensamientos oscuros - 

Por el tono de su voz, entre amargo e irónico, pudiste adivinar que había algo de confesión en su discurso.

- Pero respondiendo a tu pregunta, amigo mío - Raha recuperó su actitud despreocupada - los guardias apenas poseen el entrenamiento básico para sostener una espada sin cortarse. No son nada de qué preocuparse -

De acuerdo amigo. Has contratado a los mejores para el asunto. Sólo dinos donde está esa casa y nosotros traeremos el cofre.

Me apoyé en la silla, acabando de apurar la jarra de cerveza. Habían tenido suerte de toparse con ese elfo. Olía a dinero fácil y sin apenas riesgo. No sabía exactamente lo que había en el interior del cofre, pero eso era algo que no me interesaba de momento mientras la paga fuera buena.

A pesar de todo, me picaba la curiosidad por saber por qué era tan importante ese cofre. Quizás lo que había dentro valía más de lo que cobrarían por el trabajo

¿Nos vamos?

Cuando eres rico no miras hacia arriba. Miras hacia abajo, a la plebe, a los menos afortunados. Miras con disgusto o con piedad, pero miras hacia abajo. Por eso nadie los vio esa noche, cuando llegaron a la mansión del noble saltando de tejado en tejado.

Según el plano que te había dado Raha, la mansión tenía un ventanal en el techo del salón que iluminaba con luz de luna un pequeño jardín interno. Las ventanas se abrían levantando un pestillo del lado de adentro, pero un diminuto alambre y algo de destreza hicieron el trabajo. 

Mientras abrías la ventana Lisette preparó una cuerda para bajar. No era tu mejor destreza pero lo resolviste sin problemas.

Una vez adentro se movieron con sigilo y velocidad. La mansión parecía vacía, aunque podían escucharse pasos y murmullos en otras habitaciones. Tuvieron que tomarse unos minutos para calcular el movimiento de los guardias, que efectivamente no parecían muy profesionales. Al poco tiempo llegaron al estudio del noble.

La habitación era discreta para un hombre de dinero, aunque recordaste que Raha había mencionado que tenía problemas económicos. Había un escritorio cubierto de papeles, un arcón abierto con algo de ropa y libros, una pequeña biblioteca bastante vacía y dos sillones alrededor de una mesita baja con una botella de licor abierta y dos copas.

- Yo reviso el escritorio, tú busca la bóveda - dijo Lisette.

No había muchos lugares para esconder la entrada a una bóveda secreta. Fuiste hacia la biblioteca, la empujaste con cuidado, y dejaste al descubierto una puerta pequeña con una cerradura sencilla.

"Los mejores de la ciudad". Recordaste con orgullo.

El resto fue más sencillo todavía. Habías abierto cerrojos similares miles de veces. Dos intentos y cedió ante tu habilidad. Adentro, un pequeño cofre de madera con adornos de plata y oro, esperaba silencioso a ser robado.

- Maldita sea - dijo Lisette a tus espaldas.

La chica sostenía un manojo de notas que había encontrado en el escritorio - El noble no tiene problemas económicos, aquí dice que vino a regalar el cofre para apoyar una obra de caridad en la ciudad. Esto está lleno de cartas de agradecimiento. Le estamos robando a un maldito benefactor... -

En otra circunstancia no me habría importado robar a ese noble, ya fuera un benefactor o no. Al final, era mi supervivencia lo que importaba en aquella ciudad. Lo que cambiaba las cosas en aquella misión es que me hubieran utilizado engañándome para que lo hiciera.

Una cosa era robar unas monedas u objetos de valor a alguien que, evidentemente, no los echaría mucho en falta y podría reemplazarlos fácilmente. Otra cosa era hacerle el trabajo sucio a un timador que intentaba usarnos para sus propios asuntos.

Déjalo. Ese maldito elfo nos ha engañado. No vamos a llevarle nada. No me gustan que nos utilicen de esta manera.

Le cogí el cofre a Lisette y guardé los papeles dentro dejándolo donde lo habíamos encontrado. Volví a colocar la estanreía en su sitio y salí de allí con Lisette por donde habíamos venido.

Volvemos a la taberna a ver si ese elfo continúa allí.

Lisette volvió a morderse el labio pero asintió. Dejaron todo como estaba y salieron de la mansión.

Mientras volvían a la taberna (que era el punto de encuentro acordado) Lisette te sujetó del brazo y te detuvo. Tenía una expresión extraña.

- Necesito preguntarte algo - dijo muy seria - es importante -

La chica se veía como un animal enjaulado. 

- Siempre robamos a los nobles, son cerdos y merecen ser asaltados. Y los que nos pasan los datos no siempre nos dan información precisa. Este elfo, Raha, no nos engañó, sólo nos dio un dato para un robo, nada más -

Te miró a los ojos.

- ¿Por qué decidiste dejar el cofre? ¿estabas enojado con el elfo porque nos usó para sus planes, o realmente no querías robarle a un hombre bueno? no te atrevas a mentirme Traek, puedo leerte como un libro abierto. Te mataré si me mientes -

Por supuesto que no pensaba matarte, pero claramente era algo importante para ella. Nunca habían tenido un conflicto como ese.

Miro a Lisette fijamente mientras noto como me aprieta el brazo. La pregunta era coherente en aquellas circunstancias. Siempre nos habíamos encargado de robar a lo nobles para vender sus joyas o apropiarnos de su oro, tenía razón. Incluso habíamos aceptado encargos para robar objetos, pero aquello era diferente.

Lisette. Siempre que hemos robado a los nobles, no nos ha preocupado si eran benefactores o no. Siempre hemos robado dinero, o joyas, o algo que pudiéramos vender. Sí, también hemos aceptado encargos pero para robar una joya, cosas que no afectan a los demás, sólo al noble.

Miro alrededor para ver si alguien más escucha o si el elfo nos tenía vigilados.

Pero no me gusta que me utilicen para robar cosas sin valor y que le sirvan a otro para vete tú a saber qué. Íbamos a robar algo que no se puede vender. Algo que seguramente utilizarían para algún tipo de negocio o asunto que posiblemente acabara afectando a la gente de la calle. No robamos a la gente de la calle, ni quiero hacer nada que pueda perjudicarlos. Además, no me gusta que me utilicen. Me han engañado y utilizado.

Suelto la mano de Lisette de mi brazo y le pongo las manos en los hombros.

Nos podemos meter en medio de alguna trifulca entre nobles que no es asunto nuestro, Lisette. Podemos salir mal parados de esto.

Su expresión se suavizó, no quitó tus manos de sus hombros, sino que se acercó más y te abrazó. Se quedó un momento en silencio.

Algo pasaba con Lisette. El afecto que se tenían era evidente, mas nunca lo había expresado ella de esa manera. 

Tras un momento que pareció una eternidad, la chica se separó. Miraba al piso, pero no como una jovencita ruborizada, sino como un genio criminal analizando opciones y consecuencias. 

- Nos evitamos un problema con los nobles, pero ganamos un lío con el elfo. Tenemos que estar listos -

Sin mirarte, volvió a morderse el labio.

Ya lo sé. Algo tendremos que decirle, aunque le digamos lo que le digamos no quedara contento, así que usaremos la excusa más sencilla. "No la hemos encontrado". No estaba donde debía estar. Tendrá que conformarse con eso.

Pensando en los posibles problemas y lo que podría pasar a continuación, caminamos hacia la taberna a enfrentarnos con el elfo. De todos los sitios, almenos había escogido uno donde nos sentíamos familiarizados Lisette y yo y podríamos defendernos o, en última instancia, escapar con relativa facilidad.

La taberna estaba llena de gente como era habitual y, desde la puerta pude ver donde estaba sentado el elfo, esperando noticias.

Vamos Lisette. A ver como se lo toma.

Y me dirigí con paso firme hacia la mesa del elfo y me senté delante de él.

Garry. Dos jarras de cerveza.

Esperé que nos trajeran la bebida antes de empezar. Tomé un sorbo para aclararme la garganta y la dejé a un lado.

Creo que nos han engañado a los dos. Entramos en la mansión con facilidad y encontramos donde nos indicaste que estaba la caja, pero allí no había nada. Pusimos el lugar patas arriba y no había ni rastro de la caja. No sé si te han engañado a ti o tú a nosotros, pero ha sido una pérdida de tiempo todo este asunto.

- Qué desafortunado - dijo el elfo con hielo en la voz.

Se quedó quieto, de brazos cruzados, pensando. De vez en cuando les dirigía una mirada inquisidora a cada uno.

- Hay una opción más en esta maraña de engaños, es posible que mis representados me hayan dado información fiable, que yo te la haya transmitido con honestidad, y que tú hayas decidido mentirme para quedarte con el cofre... -

Lisette no te miró, pero su mano se deslizó al cinturón que sostenía sus dagas.

- Pero no, no creo que haya sido así - se respondió a sí mismo con tono afable - el cofre no vale nada para el que no conoce sus secretos, y no creo que haya mago en Treva que sea capaz de romper la protección que tiene. No, tuvo que haber sido un error de cálculo... -

Raha revisó entre sus ropas y sacó una pequeña bolsa de monedas.

- Una pequeña compensación por el tiempo perdido, no es ni de cerca lo que podrían haber ganado, pero al menos podemos despedirnos como amigos - se levantó y les tendió la mano.