Partida Rol por web

Llegas a Desembarco del Rey y el barullo de las gentes te envuelve y desorienta. Tras pagar un portazgo en el que te temes que los guardias han incluido una más que generosa propina tratas de encontrar una posada aceptable. Lamentablemente te pierdes y has de aflojarle unas cuantas monedas más a un mocoso para que te indique la dirección hasta una posada. Finalmente llegas al barrio de los mercaderes y tras despedir al muchacho  (que te vuelve a pedir un venado aunque sospechas que te ha llevado a dar una vuelta enorme) te plantas en la puerta de la posada "El Dragon Furioso".

El lugar parece limpio y acogedor así que tras dejar tu caballo atado a un poste entras en la sala principal. A estas horas de la mañana está medio vacia excepto por unso comerciantes de telas que beben en un rincón. Una muchacha está tras la barra limpiando vasos.

       La sensación de ánimo e ilusión que tenía durante todo el viaje sufrieron un duro varapalo cuando sentí el hedor que rodeaba la gran ciudad de Desembarco del rey, una ciudad demasiado grande y con demasiada gente, sin embargo, no fue hasta que me perdí que mi moral terminó de hundirse.

      Cuando por fin llegué a la taberna estaba de un humor de perros, pero el nombre del lugar me recordó por qué estaba aquí y que pronto tendría la ocasión de presentarme en las puertas de la fortaleza roja para tratar de demostrar mis habilidades... Asique le di sin discusión el venado al muchacho y entré con paso firme. Tras un rápido vistazo alrededor, me acerqué a la muchacha de la barra.

Tomaré una jarra de cerveza, por favor. - Observe brevemente a la muchacha antes de seguir hablando - Acabo de llegar a la ciudad... ¿Sería posible encontrar aquí alojamiento para mi y mi montura? Es un buen caballo, asique necesita de los mejores cuidados...

La muchacha te dedica la primera sonrisa sincera des de que cruzaste la puerta de Desembarco. Te pone una cerveza delante y empuja el vaso hacia ti.

Buenos dias sire. Si buscais alojamiento el Dragon Furioso es un buen lugar. Cambiamos la paja de los colchones cada dos dias y hoy mismo he barrido y fregado las habitaciones. Una individual os costará veinte venados a la semana, si quereis compartirla seran solo diez. Aunque no os lo recomiendo por que os podrían robar todo lo que lleveis. Y por cierto ¿vuestro caballo es ese que se están llevando?

Señala al hueco de la puerta por el que ves que, efectivamente, un tipo con pista de menesteroso está desatando la brida de tu caballo. En el que llevas todas tus pertenencias.

      Al escuchar las palabras de la moza me giro con presteza y al ver al hombre salgo corriendo en su busca, mientras desenvaino la espada sin mediar palabra. Tras abrir la puerta de un empellón, me dirijo hacia el hombre con la espada ya desenvainada en la mano y gesto furioso.

¡Vos! En nombre de los siete... ¡¿Qué creeis que estáis haciendo?! ¡Quitad vuestras sucias manos de mi caballo, maleante!

El malenate te mira sorprendido con su cara llena de pustulas. Su olor es repulsivo. Al verte instintivamente echa mano de la maza que lleva colgando al cinto sin soltar las riendas de tu montura.

Pfff Laaargo de aqui mequetrefe no zea que te jevez una zurra. El aliento le apesta a vino barato y puedes olerlo des de donde estás.

         Arrugo la nariz al notar el hedor que desprende el hombre, y le observo con detenimiento... "Sin duda se trata de un desdichado sin dinero, debería limitarme a reprenderle...". Mientras pienso eso observo cómo hecha mano de su maza y osa amenazarme... ¿Semejante criatura, intentando robar a un noble, y teniendo la desfachatez de insultarle y amenazarle? La afrenta me resulta inadmisible, y todo pensamiento piadoso se desvanece de mi mente, sustituido por una ira fria y "justiciera"...

Habéis firmado vuestra sentencia de muerte, infeliz... Aunque si corréis quizás os perdone la vida.

          La amenaza, dicha con un tono frio que no lograba ocultar la rabia contenida, fué el anticipo de mi ataque, sin esperar respuesta ante el riesgo de que desenfundase el arma. Me moví rápida y gracilmente hacia el, fingiendo ir a golpearle desde mi derecha, para finalmente, con un rápido giro de muñeca, lanzar un potente golpe hacia el lado contrario.

Tu finta supera las defensas del pordiosero y tu espada entra en la carne. La sangre mana con abundancia cuando cortas a traves de ropas piel y musculo. Un requero de sangre cae sobre la nieve pisoteada que cubre la calle mezclandose con el barro. Con un movimiento elegante fruto de los años de practica retiras la hoja listo por si necesitases lanzar una parada o otro ataque.

Pero al parecer eso no va a ser necesario. El pordiosero dobla las rodillas y boquea mientras suelta el garrote. Se lleva una mano a la herida sangrante como si tratase de juntarse la herida.

Pi..piedad zeñor.....arrrggg... El criminal permanece de rodillas, es tu decisión si permitirle vivir o rematarle con otro golpe.

      Observo al infeliz con gesto despectivo y la nariz aún arrugada, no obstante, no puedo evitar que el hombre me inspire lástima... Asique bajo mi arma lentamente, manteniendo la punta apuntando hacia el suelo pero aun frente a mi, por si hiciera algún movimiento extraño, y vuelvo a hablarle con el mismo tono frio y arrogante.

Tienes suerte, escoria, no quiero empezar mi estancia en la ciudad dando muerte a un simple pordiosero... Desaparece de mi vista inmediatamente... ¡Ya!

El pordiosero se aleja entre quejidos y se pierde en uno de los callejones que desembocan en la calle de la posada. Ves que algunos transeuntes se han quedado mirando la escena aunque en total no habrá durado más de un minuto, ni siquiera eso. Agarras la rienda y dejas el caballo en manos de la moza de la barra que acaba de salir de la taberna alertada por el ruido. Te dice que va a dejarlo en el establo de la taberna y que la esperes frentes a la barra.

         Cuando el pordiosero se marcha, limpio la espada y la envaino. Tras dejar las riendas en manos de la moza, le ruego que espere antes de llevar mi caballo a las cuadras y retiro mi equipaje, depositándolo en el suelo frente a mii antes de mirarla con una expresión que no oculta una ligera desconfianza.

Uhm... disculpame, pero... ¿seguro que conoces los cuidados que necesita una montura como esta? ¿No contais con un mozo de cuadras o algo parecido? - Alzo las manos en gesto de disculpa antes de explicarme - No me entiendas mal... el caso es que come más que otros caballos y necesita más atenciones, al fin y al cabo es un caballo de combate...

La muchacha suelta una risa alegre.

Tranquilo Sire, que yo me ocuparé de que vuestro caballo esté bien tratado. Y dudo mucho que nadie se le acerque al ver con que celo lo protegeis. Te apoya la mano en el brazo antes de darse la vuelta guiando el animal al establo. Entrad dentro, ¡enseguida estaré con vos!

       Aunque con cierto recelo, recojo mis cosas y vuelvo a entrar en la taberna. Tras depositar todo junto a la barra, me apoyo en ella y me dedico a observar a la gente que hay dentro, y lo que se ve a través de las ventanas, mientras pienso cómo lo haré para lograr que el rey en persona me vea luchar...

La taberna esta medio vacia a estas horas de la mañana. Excepto por un grupo de artesanos que bebe en una mesa sin armar mucho barullo. Las ventanas del primer piso dan a la calle por la que has llegado, una calle secundaria del barrio de los mercaderes, al pie de la colina del Gran Septo. Al parecer un timido sol de invierno está empezando a salir por lo que un poco de luz y calor alegran la escena.

La muchacha vuelve a entrar y se mete tras la barra, empuja hacia ti el vaso de cerveza que apenas has tocado. Tiene una voz agradable y un tono amistoso cuando empieza a hablarte.

¿Y que os trae a Desembarco sire? ¿Venis de muy lejos? Yo soy Vane, por si necesitais algo. Solo teneis que pedirmelo.

       Cuando la muchacha vuelve a entrar, me ofrece la cerveza que había dejado olvidada. Dando un trago, me giro para hablar frente a frente con ella.

Gracias, Vane. Pues, si te tengo que ser sincero, vengo un poco "a la aventura"... tengo la esperanza de lograr poner a prueba mis habilidades frente a su majestad el rey, y quizá, con un poco de suerte, entrar a su servicio...

"...como miembro de la guardia real". La última parte la pensé, pero no la dije en alto, limitándome a dar otro sorbo a la cerveza con gesto pensativo, antes de volver a dirigirme a la agradable muchacha.

Bien, pues si eres tan amable, me gustaría alquilar una habitación individual al menos para esta semana, mientras comienzo a moverme por la ciudad... ¿El precio que me dijiste inclulle desayunos y cenas?

No sire, las comidas se pagan a aparte. ¡Pero no os preocupeis soy una gran cocinera! Y si quereis comer algo en especial solo teneis que decirmelo con tiempo y os lo prepararé. La muchacha sonrie. ¿Así que quereis servir al rey? Realmente pareceis un caballero de cuento sire Suelta una risita. Pero entrar al servicio de su majestad no es tan facil ¿verdad? Quizas podriais primero poneros al servicio de alguna casa de Desembarco para que os introduzca en la corte.

      Las palabras de Vane me hacen sonreir, satisfecho con lo del "caballero de cuento", pero también mirarla con curiosidad... No me esperaba que una simple tabernera tuviese esos conocimientos, quizá incluso podría serme de más ayuda...

No es mala idea... Aunque tenía la esperanza de que mi apellido facilitara las cosas, buscar un "patrocinador" podría venirme bien... ¿Tienes alguna sugerencia, por casualidad? Seguramente conocerás mejor que yo a la nobleza de la zona...

     Lo cierto es que a poco que supiese ya sería más de lo que yo sabia, al fin y al cabo, nunca habia prestado mucha atención a las enseñanzas que el maestre quería inculcarme sobre heráldica y otros temas igual de aburridos...

La muchacha se encoge de hombros ante tu pregunta.

A decir verdad no sabria que deciros Sire. Podriais probar de tratar de ir a la Fortaleza, las familias nobles mandan a sus hijos a la Corte para que se entenen como caballeros. En cualquier caso ¿por que no os quedais a comer algo y luego vais hacia ahí? He asado unas gallinas con especias y no seria buena idea que fueseis a la Corte con el estomago vacio. ¿Que decis?

       Asiento ante la propuesta de Vane, y arrastro mis cosas junto a una mesa para sentarme, mientras le digo sonriente.

Aceptaré encantado la gallina, y si puedieras prepararme la habitación dejaré mis cosas allí antes de acudir esta tarde a la fortaleza, como dices... ¿Conoces algún rumor o noticia reciente de interés?