El cortante y frío viento que recorre las calles de Paradise City, no tan solo incomoda a los pobres incautos que a aquellas horas de la mañana deben de estar fuera de sus hogares, si no que además arrastra consigo las inagotables gotas de lluvia que son arrojadas desde las oscuras nubes que gobiernan en el cielo.
La mañana tal y como empieza a ser habitual durante los últimos días, se presenta con un cielo gris y apagado, que apenas permite que la luz del sol descienda sobre las calles. Las cuales se muestran atestadas por los habitantes de la ciudad, quienes ansiosos por escapar del mal tiempo, corretean con prisa hacia sus destinos. Las carreteras no presentan un panorama muchísimo mejor, pues los atascos son constantes en los cruces principales y el irritante sonido de los claxon se alza dando los buenos días a los afortunados que aún se encuentran abrigados bajo las mantas de sus camas.
El gran reloj de la torre que se alza frente a las oficinas del FBI apenas marca las nueve y media de la mañana, cuando un estruendo, seguido de una bola de fuego y una lluvia de escombros y cristales, sacude la ciudad. Aterrados y confundidos, los habitantes de Paradise City se encogen y alzan la mirada rezando en deidades en las que no creen para que aquello no sea la antesala a su final.
El sonido del metal contra el metal no tarda en acompañar al de la explosión, cuando los coches, guiados por los confundidos y asustados conductores, chocan unos contra otros originando un mayor caos y miedo en la ciudad. Nadie está seguro de lo que sucede, pero decenas de transeúntes alzan las manos hacia la décima planta del edificio del FBI. El enorme boquete que se ha abierto bajo el poder de la explosión, deja entrever no solo una pequeña parte de la décima planta, si no también parte de la novena. Humo, polvo, escritorios destrozados, cables eléctricos destrozados de los que salen pequeñas chispas y alguna que otra llama, es todo cuanto se puede ver desde las calles.
Los alaridos de los heridos, no tardan en alzarse entre los gritos de pánico. La gran mayoría tan solo han recibido pequeños cortes. Pero otros en cambio, se encuentran en un estado precario de salud. Si no son atendidos con rapidez, al menos tres personas podrían morir. Dos de ellas alcanzadas por los escombros y cristales de la explosión y una tercera debido al atropello sufrido por culpa de una asustadiza conductora, la cual no fue capaz de reaccionar ante la imponente explosión.
Pero el miedo y la desesperación están lejos de terminar, pues la explosión tan solo es la señal que abre las puertas del infierno. Surgidas de la nada, dos grandes furgonetas de color negro cruzan la calle y avanzan por la acera evitando así los atascos, provocando que los transeúntes deban apartarse de su camino para salvar la vida. Los vehículos no aminoran en ningún momento y tan solo se detienen al llegar ante las puertas de las oficinas del FBI.
Para cuando llegan, varios agentes con las armas en mano se disponen a recibir a los intrusos. Pero nada más detenerse ambas furgonetas, varios hombres armados con fusiles de asalto y ataviados con equipo y blindaje táctico, salen de los vehículos abriendo fuego. La velocidad de reacción de los atacantesy en especial, la frialdad y brutalidad con la que actúan, superan con creces a las aturdidas fuerzas del FBI, por lo que no tardan más que unos instantes en incapacitarlos. La escena es digna de ser rememorada en un videojuego del Call Of Duty, pues los asaltantes bien podrían haber surgido del videojuego debido a la apariencia que les otorga el equipamiento que portan.
Sin detenerse ni un solo segundo, dos docenas de hombres fuertemente armados se adentran en la sede del FBI, disparando e inmovilizando a cuantos agentes federales se cruzan en su camino. En el exterior, el miedo se ha propagado como la pólvora. Los gritos, tanto de miedo como de auxilio se extienden por toda la calle. El atentado, los accidentes de coche y el asalto por parte de aquella unidad militar, ha logrado sembrar la semilla del pánico. La cual no tarda en germinar.
A lo lejos, se escucha el sonido de sirenas. Una ambulancia no anda lejos, al igual que un coche patrulla conducido por un veterano agente, cuya forma física no es especialmente buena.
Dentro del edificio se escuchan gritos y sonidos de disparos, de decenas de disparos...
Mike se encontraba patrullando junto a Dean, su pareja, cuando de pronto la radio se volvió loca. Era un llamado general, algo grande estaba pasando en el edificio del FBI. Los reportes eran vertiginosos y confusos. Parecía ser un ataque terrorista o algo así. Había habido una explosión y un posterior asalto con tropas fuertemente armadas —o al menos eso era lo que Mike logró entender de aquel caótico torrente de información—. Sea como sea, todos los informes parecían apuntar hacia lo mismo ¡Allí se había desatado un infierno en la tierra. Sin dudarlo, el veterano detective, colocó la licuadora sobre el techo y aceleró a fondo. Se dirigiría allí y ayudaría en todo cuanto pudiese. Esquivando autos, transeúntes e incluso yendo en contramano cuando no tenía más remedio, logró hacer las cuadras que le quedaban con relativa rapidez... Y allí, cuando doble en la última esquina, vio con su propio ojos lo que estaba pasando. Inmediatamente pensó en John ¿Estaría bien? Esperaba que sí. No tenía muchos amigos y John era uno especialmente cercano. Allí aparcó el auto en algún lugar relativamente bien protegido y no demasiado cercano al epicentro de caos. —Dean, muchacho —dijo Mike tan pronto detuvo el auto, aunque aún apoyaba ambas manos sobre el volante—. Cuando nos conocimos me dijiste que no querías que te dejará atrás a la primera de cambios o cuando las cosas se pusiesen feas y aquí estamos. La cosa no sólo se puso fea, sino que es un puñetero un infierno —dijo buscando una calma que realmente no tenía— Ahora no te voy a pedir que te quedes atrás ni nada por el estilo, sin embargo te advierto que sea lo que sea que te ordene te lo tomes muy enserio y que obedezcas sin cuestionamientos. Tendrás que confiar en mí ¿Vale? Sabía perfectamente lo que haría a continuación. Usaría sus poderes y haría todo cuanto estuviese a su alcance para proteger a la ciudadanía. El primer paso sería pedir refuerzos. En otro tiempo habría entrado solo y pateado algunos culos al mejor estilo Llanero Solitario, pero ahora entendía que aunque no le gustase, tenía un equipo que liderar (o al menos eso le había dicho Bob). —Sara, Tyler y Joseph, necesito su apoyo en el edificio del FBI. Algo grave está pasando y su ayuda podría marcar la diferencia entre un desastre controlado y una jodida matanza. Por favor, vengan de inmediato —entonces hizo una pausa e impostó una voz enérgica— ¡El tiempo apremia! —Creo que los refuerzos ya están en camino y creo que no tardarán en llegar. Sea como sea adelantemonos y veamos qué podemos hacer. Entonces, sin más preámbulo, salió del auto y se metió de lleno en el caos mismo.
Aunque no parece ser parte de la escena, también sume a Joseph... Toda ayuda será bien recibida.
Muchas cosas habían pasado desde que descubrí que tenía increíbles poderes mágicos hasta que nos reunimos todos en aquella isla y luego en el Norn Iron Pub para hablar del inminente fin del mundo. No hace mucho yo había estado viviendo de ocupa saltando de casa en casa y ahora me encontraba viviendo en el ático de un lujoso rascacielos, teniendo hasta una especie de mayordomo y llegando incluso a cobijar a un motero con poderes metaumanos en mi nueva casa. Me encontraba buscando más información en mi ordenador sobre dioses griegos y sobre todo lo que se avecinaba, cuando de repente escuché la voz del inspector O’conner en mi cabeza pidiendo mi apoyo en el edificio del FBI ante una posible matanza ¿Qué demonios? Inmediatamente dejé todo lo que estaba haciendo para gritar en voz alta mientras corría hacia mi cuarto a por mí traje de superhéroe recién fabricado [color=#0080FF]- ¡Eidan! Pon las noticias ahora mismo. Necesito saber qué está pasando en el edificio del FBI antes de que nos metamos en la boca del lobo. ¡Tyler! ¿Estás listo? Si vas a venir conmigo para ayudar a Mike, quiero que no se te vea la cara, así que ponte un pasamontañas o algo. [/color] – Afirmé sin darme cuenta de que estaba dando órdenes en plan mandona. [color=#0080FF]-Mike dame un resumen rápido y dime dónde vas a estar exactamente y me teleporto donde más haga falta. [/color]– Le respondí, esperando que no fuera demasiado tarde.
Tyler se puso la chaqueta de cuero acercándose a la rubia para decir que estaba preparado cuando le aviso del asunto de cubrirse la cara. Ya habían tratado ese tema y desde el principio se había negado a llevar ningún tipo de traje o disfraz, y desde luego no pensaba ponerse una capa o unas mallas. Pero finalmente había tenido que hacer una concesión por lo que volvió hasta su mochila mascullando por lo bajo y tras rebuscar en ella se sujetó en el rostro un pañuelo que cubría buena parte de la cara. - Estoy preparado - dice con la voz ahogada y sintiéndose algo ridículo por la pinta que debía tener -, cuando quieras podemos irnos. Recuerda lo que te dije, si tenemos problemas seguramente no lo necesite, pero si nos encontramos a alguien malherido y no he tenido oportunidad para cargarme me vendría bien algo de ayuda si quiero curarlo. Para una emergencia siempre podía contar con el tendido eléctrico, pero tal vez no era buena idea seguir provocando apagones en la ciudad cada vez que tenia algún problemas.
Si pudieras añadir a mi otro perfil, aparecería con mi traje de superheroe :p
Tres nuevas explosiones, en esta ocasión de menor envergadura vuelven a sembrar el pánico en la población. Los explosivos, colocados estratégicamente, terminan por colapsar las carreteras circundantes evitando que la ayuda o los refuerzos puedan llegar con facilidad a la escena.
Nada más O´conner aminora la velocidad del coche para aparcar, Dean salta del vehículo. Quitando el seguro a su arma, abre el maletero y despojándose de la chaqueta, se equipa con el chaleco antibalas que lo identifica claramente como un agente de policía. Para cuando O´conner aparca, Dean ya tiene el chaleco de su compañero en las manos y se lo arroja para que se lo equipo. Acto seguido, toma la escopeta que hay en la parte trasera y tras comprobar que está cargada, se la ofrece a O´conner.
-La confianza debe de ser mutua, compañero. Ponte el chaleco, así los nuestros no nos dispararán cuando por fin lleguen. ¿Quieres la escopeta o prefieres la pistola?
La juventud está del lado de Dean quién toma la iniciativa y avanza hacia el edificio del FBI. El miedo o más bien el pánico es tan palpable en el ambiente, que casi los golpea con fuerza arrolladora. Decenas de personas corren alejándose del lugar dificultado a su vez el avance de los inspectores de policía.
El sonido de cristales rotos provoca que alcen la vista hacia la tercera planta. Un escritorio acaba de ser arrojado a través de una de las ventanas provocando una lluvia de cristales y escombros. Con movimientos lentos y pesados, una figura emerge del boquete recién creado y alzando una minigun, se prepara para abrir fuego. Ataviado con una armadura pesada que de alguna forma le otorga la apariencia de un artificiero de la policía, el criminal se muestra con una presencia y aptitud de lo más aterradora. Su arma no tarda en comenzar a girar provocando un ligero silbido que precede a la destrucción.
El arma entona su destructiva melodía tomando como objetivos el coche patrulla que no se encontraba muy lejos del lugar, así como de la ambulancia. Escupiendo decenas de proyectiles por minuto, los vehículos quedan reducidos a amasijos de metal en apenas un instante.
La desesperación gobierna el lugar y el miedo está tan arraigado en los corazones de los habitantes de Paradise City, que muchos corren en círculos o sencillamente, son incapaces de moverse paralizados por sus emociones.
-¡Joooder! ¡Estos hijos de puta tienen armamento militar! A esta distancia y con estas armas no seremos capaces de hacerle nada. Si nos ve acercarnos nos acribillará, tendremos que dar un pequeño rodeo y acercarnos por su punto muerto. ¡Oh, mierda! ¡Mira allí!
En medio de todo aquel caos O´conner asiente ante lo que Dean está señalando, pues él mismo se había percatado también de ello. Un autobus escolar se encuentra detenido en medio de aquel monumental atasco y toda una clase de alumnos de primaria que iba de excursión al museo se encuentran en medio de la zona de guerra.
El apartamento de Sara había resultado ser un lugar de lo más lujoso con una decoración que valía un verdadero dineral. Todo tenía un gusto exquisito, aunque estaba claro que no correspondía al de Sara. También se podía apreciar que no disfrutaba de muchas de las comodidades modernas, de hecho los pocos aparatos electrónicos (Televisiones, ordenadores y demás parafernalia) eran relativamente nuevos.
Todo estaba siempre perfectamente recogido y ni una sola mota de polvo ensuciaba el lugar. Eidan Doyle era el mayordomo de Sara y quién se encargaba de realizar todas las tareas del hogar. Era un hombre bien entrado en años, pero con un espíritu joven que jamás se alteraba por nada. De hecho parecía disfrutar siempre enormemente con las aventuras que Sara le contaba, aunque quizás lo más irritante del mayordomo, era su capacidad para actuar como abogado del diablo. No importaba jamás cual fuese el asunto que estuviesen discutiendo, él siempre lograba defender lo que en un primer momento, parecía indefendible.
Tendía a tratar a Tyler como "Señor Davis" y se encargaba siempre de que no le faltase de nada. Eidan era un cocinero excelente que disfrutaba enormemente con su trabajo. Por ello no era de extrañar que preparase toda clase de delicias al motero. Por otro lado también se hacía cargo de la ropa del motero, la cual lavaba, remendaba y planchaba.
Aquella mañana y como era habitual ya en aquella casa, Eidan portaba un delantal de color pastel y estaba terminando de preparar el desayuno cuando Sara le reclamó. Así que obediente, encendió la televisión y pese a que no había imagen de la escena, se había interrumpido la programación para anunciar lo que estaba sucediendo.
-¡Recórcholis! Tenía razón señorita Black. Dicen que se trata de un atentado terrorista que pretende acabar con las oficinas del FBI. Se habla de hombres fuertemente armados y de un número no determinado de víctimas. Me temo que no desayunarán en casa ¿Verdad? ¿Desean que les prepare algo para llevar?
Sí, aquella era otro de los rasgos del mayordomo más extraños. Jamás se alteraba sin importar la situación que estuviesen viviendo. El tono apremiante de Sara contrastaba por completo con el tono calmado de Eidan.
-¡Oh! Señor Davis, me tomé la molestia de confeccionarle un traje más acorde a su estilo. Supuse que antes o después saldría a jugar con la señorita Black. Espero que sea de su agrado y le ayude en sus quehaceres.
El traje en sí era bastante sencillo y se alejaba en gran manera del atuendo tan llamativo que usaban Raven o Sara. El chaleco táctico le permitía llevar lo que creyese conveniente en los bolsillos. A su vez, el disponer de los brazos al aire libre le otorgaba una mayor facilidad para usar su poder con libertad.
-Me he tomado la molestia de incluir algunas barritas energéticas. Puesto que van a saltarse el desayuno, pensé que les vendrían bien. ¡Diviértanse!
Una vez ambos estuvieron preparados y tanto si Tyler aceptaba o no las ropas ofrecidas por el mayordomo, ambos se desvanecieron de la tranquilidad del hogar de Sara, para aparecer en medio de una zona de guerra. Los gritos dominados por le miedo se sumaban al de los heridos, pero eran rápidamente superados por el sonido de la minigun y los disparos que resonaban en el interior de las oficinas del FBI.
Había decenas de heridas, muchos sufrían heridas leves, pero otros en cambios mostraban heridas de extrema gravedad. El autobus con los niños suponía un gran problema que tampoco podían olvidar y había gente atrapada dentro de vehículos que habían colisionado asustados por las detonaciones de las tres bombas.
Os dejo elegir donde queréis aparecer y cuales queréis que sean vuestras acciones.
Cualquier duda me comentáis.
Un saludo!
Chicos, les molestaría dejarme algo de espacio para postear primero? Más que nada para darle un poco de orden a la escena
En respuesta al pedido de información de Sara, Mike intentó resumir la situación al máximo posible.
—¿Un resumen? Ok. Esto es una mierda, una enorme y jodida mierda. Es la peor mierda en la que he estado en mucho, mucho tiempo. Por favor. Vengan tan rápido como puedan, realmente necesitamos toda la ayuda posible y la necesitamos rápido.
Antes de que el viejo detective tuviera tiempo de terminar de aparcar el auto, su pareja ya se las había arreglado para bajar del auto y no sólo eso, sino que además se las había arreglado para abrir la capota y sacar el equipo "pesado". Tenía que reconocer que el muchacho estaba lleno de energía... Era bueno volver a tener un compañero en quien confiar.
—Claro que debe ser mutua, muchacho —responde, mientras se coloca el chaleco.
Poco después, cuando el estallido de una enorme pieza de vidrio de lugar a un escritorio volador, Mike no puede evitar rememorar el clásico de finales de los 80, Duro de Matar. Sin embargo, aquella divertida remembranza termina abruptamente cuando aparece un tipo equipado con un chaleco pesado y una jodida minigun. Aquello, sin lugar a dudas, era un terrible presagio de lo que estaba a punto de suceder. Y así fue, pues acto seguido, y antes de que Mike pudiera llegar a reaccionar, el tipo del arma abrió fuego.
Lo que vino a continuación fue una locura, la escena, que a duras penas duró un minuto, pareció durar por siempre. Lo peor era que el arma disparaba, disparaba y seguía disparando. Era como si tuviera un interminable surtido de munición.
Pero entonces, cuando parecía que la cosa no podía empeorar más, Dean señalo al autobus escolar que estaba justo un poco por delante, pero directamente en la línea de tiro del tipo con la minigun.
—Dean, este es una de esos momentos en los que necesito que confíes en mi —dice, mientras al observa al muchacho serio—. Ve al bus escolar y sácale de allí. Yo me voy a encargar de cubrirte la espalda, asegurándome de que ni el tipo de la minigun, ni su compañero, te causen problemas ¿Vale? —aseguró firme y sin dejar espacio a dudas.
Acto seguido, Mike concentró su voluntad y la proyecto contra los terroristas. Cuando acabase con ellos los bastardos hubieran decidido no haber nacido.
Post listo. Chicos, muchas gracias por esperarme.
Las cosas no eran malas, eran peor. Mientras me ponía mi nuevo disfraz de superhéroe Eidan me hizo un reporte de lo que aparecía en las noticias de la televisión y todo apuntaba a que el lugar se había convertido en un infierno de tiros, fuego y sangre tal y como lo describía el inspector O’Conner. Pero ¿Quién estaba haciendo algo así en las mismísimas oficinas del FBI?
[color=#0080FF]-No Eidan, lamentablemente no desayunaremos aquí y no hay tiempo para preparar nada, pero te lo agradezco. [/color] – Respondí tras terminar de prepararme.
Mike resonó en mi cabecita con ese inconfundible cosquilleo, haciéndome arrugar la frente ante sus escuetas explicaciones. ¡Demonios! Para tener el poder de hablar mentalmente donde los pensamientos pueden fluir a más velocidad que las palabras, era más bien parco, por llamarlo de alguna manera. [color=#0080FF]– Mike, para ser detective eres un maestro de los detalles. Esperaba algo más concreto, como por ejemplo especificarme dónde leches nos necesitas más ahora mismo, si dentro del edificio o en la puta calle, pero ya improvisaré. [/color]– Contesté algo molesta, antes de dirigirme mentalmente tanto a Tyler como a O’Conner.
[color=#0080FF]-Recordad los dos que nadie puede saber quién soy. De ahora en adelante soy Stardust. Habrá muchas cámaras filmando el incidente y si las Rosas descubren mi identidad, algo muy malo puede pasarme a mí y a gente que me importa. [/color]
Aquello tenía que ser algo gordo y no teníamos ni un solo minuto que perder a pesar del riesgo y de que esta sería la primera vez que mostraríamos nuestra identidad secreta ante el mundo, por lo que, una vez que Tyler estuvo listo con su cara bien oculta, le toqué del brazo mientras miraba las imágenes en directo en la pantalla del televisor, justo antes de recitar en voz alta [color=#0080FF]- ¡Odikó Taxídi! [/color]
Mi primer instinto es acudir al origen del incidente. Nadie había podido llegar hasta la décima planta por lo que habría muchas personas malheridas en el lugar, sin contar con que las paredes o el techo podrían venirse abajo con facilidad si no nos dábamos prisa. Por ese motivo, una vez memorizado el lugar exacto donde acudir, Tyler y yo aparecimos en medio de aquel infierno en llamas y escombros.
[color=#0080FF]-¡Ya estamos arriba! Tyler, ¿Puedes apagar el fuego absorbiéndolo con tu poder? Intentaré poner a la gente a salvo. Si vemos malos nos encargamos de ellos. Mike, intentaremos despejar esto y acudir a tu posición lo antes posible ¿De acuerdo? [/color] - Dije mentalmente para nosotros tres, para que pudiéramos estar comunicados en todo momento.
Intento localizar a las victimas para teleportarlas a un lugar a salvo, excepto si me topo de bruces con los malos y tengo que detenerles antes, que no se como está la situación en mi planta :)
Tyler puso los ojos en blanco al escuchar a Eidan referirse de nuevo a él como Señor Davis, algo que no conseguía encajar por mas que se lo repitiese. Le había pedido en varias ocasiones que le llamase por su nombre, pero no había conseguido absolutamente nada por lo que debía aguantarse con el apelativo, al menos de momento. Examino con cierto temor la indumentaria que pudiera haberle preparado para descubrir con asombro que no era tan terrible como hubiera imaginado, mas bien al contrario resultaba de lo mas acorde a sus gustos, por lo que se limitó a decir un simple gracias ya que no sabría muy bien como reaccionar a algo así.
La urgencia de la misión vino a rescatarle mientras comprobaba con el ceño fruncido como en efecto había barritas energéticas en los bolsillos del chaleco.
Segundos mas tarde aparecía en un simple parpadeo sobre la azotea de un edificio, rodeado del sonido de sirenas, explosiones, gritos y el estruendo de las armas de fuego por debajo de su posición.
- Yo me encargo del fuego - dice preparándose para actuar -, pero o silencias esa ametralladora rápido o acabara causando mas muertos que un incendio. Si necesitáis mi ayuda para ello, avisadme.
Dicho esto, el motero se situó en el centro de la azotea y cerrando los ojos se concentró en el edificio que tenia bajo sus pies. Tenia alcance de sobra para ocuparse de toda la estructura, pero tendría que ir drenando la energía de cada fuego que hubiera en toda la estructura. Poco a poco fue sintiendo como el calor de las llamas iba llenandole, acumulándose oleada tras oleada en su interior, cargándole de poder al tiempo que extinguía todo incendio bajo sus pies.
- ¿Como van las cosas allí abajo - pregunta en su mente dando por hecho que al menos su compañera seria capaz de captar sus pensamientos -? ¿Necesitáis ayuda?
Paradise City se había convertido en un campo de batalla donde el miedo y la desesperación reinaban por doquier. Los gritos de auxilio y el lamento de los heridos quedaban ensordecidos por la entonación mortal de la minugun, la cual escupía decenas de proyectiles dejando a su paso pura destrucción.
Stardust apareció en medio del campo de batalla depositando a Tyler en la azotea del edificio. Dedicarse a salvar heridos era sin lugar a dudas una acto realmente noble, pero la situación era tan sumamente desbordante, que resultaba imposible saber por donde empezar.
Tyler por su parte, respiró profundamente y tras extender sus brazos, comenzó a canalizar todo el fuego que se había extendido en las plazas inferiores hacia él. Visto desde el exterior del edificio aquello fue todo un espectáculo. Como si de decenas de enormes serpientes flamígeras se tratase, las llamas salieron por el gran socavón que la explosión había provocado y treparon por la fachada hasta alcanzar al poderoso héroe.
Por algún motivo el sistema antiincendios había fallado, por lo que sin lugar a dudas era toda una suerte que él se encontrase allí. De no ser así, el fuego y el humo habría provocado un mayor número de víctimas. La única mala noticia es que aún pasarían unos pocos segundos más absorbiendo toda aquella energía.
Deslizándose entre las serpientes de fuego, Stardust se adentró en la décima planta en busca de heridos. La imagen de dos cuerpos destrozados sería difícil de olvidar y quedarían marcados para siempre en mente. Pero no tenía tiempo para ser humana, si quería salvar vidas debía de ser algo mucho más fuerte. Por lo que reuniendo todo el coraje que pudo, continuó avanzando.
El tipo de explosivo que habían usado no solo había provocado un gran incendio, sino que había proyectado esferas de metal con un efecto devastador. Los heridos no tardaron en comenzar a aparecer. Algunos yacían inconscientes, otros gritaban dominados por un dolor insoportable y unos pocos, simplemente estaban tan aturdidos por la explosión que parecían incapaces de moverse o pensar.
Seis heridos de diversa consideración fueron encontrados por Stardust. Aquella zona había sido la más afectada por la explosión, tal vez por eso mismo el sonido de los disparos sonaban tan lejanos. No había ningún criminal en aquella planta.
Dean se puso en marcha prácticamente al instante, aunque O´conner no se lo hubiese ordenado sin duda lo habría hecho. No podía dejar que un grupo de estudiantes permaneciesen mucho más tiempo en medio de aquella situación. Sabía que sus posibilidades eran escasas, pero confiaba en que O´conner lograse distraer al tío del gran arma el tiempo suficiente como para salvar a los niños.
O´conner por su parte concentró todo su poder y lanzó un poderoso ataque mental contra el hombre de la pesada armadura. El ataque provocó que el terrorista se tambalease y que cayese de rodillas aturdido y malherido. Pero parecía aún lejos de ser derrotado, tan solo necesitaba recuperar el aliento unos instantes y entonces, volvería a la carga.
Tyler logró absorber por completo el fuego al tiempo en el que un sorprendido Dean llegaba al autobus de estudiantes. De la mejor forma que pudo, trató de convencerlos para que lo siguiesen a pata. Después de todo, con el jaleo que se había montado en la carretera sería imposible moverse con el autobus.
Desde las alturas, Tyler pudo ver cómo había casi dos decenas de heridos en las calles, tal vez incluso más. Algunos por los accidentes de coche, otros por cristales, cortes o contusiones. Tan solo parecía haber un par de ellos con heridas de bala, claro que no tenían muy buen color y se retorcían de dolor.
Los disparos ya apenas se escuchaban en el interior del edifico, aunque era difícil saber si eso se trataba de algo bueno o malo.
Tirada oculta
Motivo: voluntad
Tirada: 1d20
Dificultad: 23+
Resultado: 13(+5)=18 (Fracaso)
Muy buenas!
Tyler ha logrado acumular lo equivalente a dos asaltos. Vosotros veréis que tratáis de hacer.
un saludo!
¡Maldita sea! Aquello era aún más horrible de lo que aparecía en las noticias. No tenía ni idea de cómo iba a salvar a toda esa gente si no deteníamos a los malos antes. No obstante, no podía dejar a todas esas personas allí sufriendo, después de ver lo que la devastadora bomba había hecho en aquella plata.
El hecho de no encontrarme con ningún asaltante allí ayudó a que se aclararan mis ideas, puesto que por mucho que me apetecía acabar con todos aquellos asesinos hijos de puta, estas personas me necesitaban ahora mismo o no vivirían para contarlo.
No obstante, no podía perder el tiempo en curarles a todos uno por uno. Solo Dios sabía cuántos heridos más habría en las otras plantas, y cuanta gente resultaría herida a causa de los disparos de aquellas bestias sin corazón. Por todo ello, y sintiendo que mi alma se desgarraba a causa de la pena y la impotencia de ante la visión de esos cuerpos destrozados que quedaría gravada en mi retina durante mucho tiempo, me situé en el centro de la sala y comencé a concentrar todo mi poder mientras trazaba unos surcos en el aire, dibujando intrincadas líneas azuladas ante cada gesto de mis dedos, con la intención de alcanzar a más víctimas de las que allí había.
El tiempo se detuvo a mi alrededor y sentí como mi alma se incendiaba con un poder y una fuerza que jamás había experimentado con anterioridad. ¿Acaso era aquello un atisbo de lo inmenso que podría llegar a ser mi poder? Kore ya me había advertido que tan solo había comenzado a comprender la magnitud de la fuerza que se acumulaba en mi interior, pero…. Esto era tan extremadamente potente que por un instante temí que mi alma se quemara.
No sabía a cuantas personas salvaría, pero estaba dispuesta a ofrecer un pedacito de mi magia para salvar al máximo número de ellos. Si no podía curarles por completo, al menos les estabilizaría el tiempo suficiente para que pudieran recibir atención médica.
Tras ello, y después de indicarles con voz profunda que se mantuvieran a cubierto hasta que no redujéramos a los terroristas, me dispuse a descubrir el por qué de este ataque, para intentar interceptar a los agresores y chafarles sus planes.
Sin tiempo que perder, volví a concentrar mi poder, esta vez para ponerme en contacto con los ordenadores y las cámaras de las oficinas del FBI y preguntarles directamente. Tenía que saber qué era lo que estaban tramando los malos, donde se encontraba cada uno de ellos y qué pretendían con este atentado… y tenía que averiguarlo ya.
¡Bueno! no se muy bien como va el tema de gastar un punto de héroe, pero he creído que salvar a todos los heridos posibles sin tener que tocarles uno a uno, podría ser bastante épico. ¿Quien sabe? Quizá pueda curar a gente de otras plantas. Kildan, dime si es posible que si no puedo, editaré el post en consecuencia :)
Tyler sentía en su interior el ardiente poder del fuego,revolviéndose casi de forma consciente, ansioso por arder y consumir todo a su paso. Era muy diferente de la electricidad, mas habitual y que le resultaba energizante, volviendo le algo mas impulsivo e hiperactivo. El fuego despertaba en el emociones mucho mas sombrías, instándole a destruir todo lo que se interpusiera en su camino por lo que respiro profundamente intentando controlar las emociones que le embargaban cada vez que acumulaba semejantes cantidades de poder.
Algo mas tranquilo empezó a descender las escaleras, en busca de personas en peligro y de terroristas, ahora que el edificio estaba a salvo había llegado la hora de poner fin a todo este despropósito y mas le valía a los responsables no oponer demasiada resistencia si se cruzaban con él antes que con sus compañeros.