Partida Rol por web

- Disculpad buen hombre, ¿no sabréis de algún joyero en la ciudad?. Resulta que estoy interesado en ciertas piezas de un interesante valor artístico que me gustaría conseguir. Soy un poco sibarita en estos asuntos.-

preguntó el mago a un tipo con pintas de comerciante que pasaba por ahí. Volker estaba bastante al loro con la posibilidad de que el grupo se deshiciera de los enseres saqueados a los difuntos orcos. Lo cierto es que el anillo que habían hallado valdría sus buenas dos o trescientas coronas y aquel extraño brazalete podría costar bastante, si sabían negociar con el comprador.

Con un poco de suerte vendemos esos armatostes y adquirimos tres asientos en la primera diligencia que parta a Middenheim.

Ohhh siii. ¿Un joyero? Claaroo. Ahí en esa calle lateral, esa tienda se encarga de algunas joyas y demás. Comenta el hombre señalando con un dedo acusador una pequeña tienda que había al fondo de la calle que tenía barrotes metálicos en las ventanas.

El grupo se puso en marcha rápidamente hacia ahí y entró en la pequeña tienda. Ciertamente se trataba de una joyería, y exponía de todo tipo de objetos. Puñales hechos con metales preciosos y piedras incrustadas, pendientes, collares y otros artículos expuestos. Las paredes estaban cuidadas y bien pintadas, y los muebles brillaban con un tono que solo el barniz podría aportar. Un hombre con cota de malla se encontraba tras el mostrador. Parecía mayor, y aquella protección parecía fuera de lugar en un entorno tan, "lujoso" por así decirlo. ¿Que desean señores? Preguntó el anciano con una mano bajo el mostrador arqueando una ceja, claramente dudando de las intenciones del variopinto grupo que llegaba a su local.

Berger, con los ánimos más calmados flanqueaba al mago con el rostro ensombrecido... cada día la cosa iba de mal en peor desde que aceptaron el encargo cegados por el oro... - tendríamos que habernos quedado con encargos que dieran algo de oro y sin riesgos..

     El hombre desconfiaba del aspecto de los mercenarios y con razón, pues eran tipos duros y de dudosa reputación. Tomar precauciones en un negocio como el suyo no estaba de mas, pues con mercancía tan suculenta que guardar, las tentaciones de los indeseables no serían pocas. - ¿Además de vender compra mercancía? Preguntó Surga con su marcado acento norteño. - Tenemos ciertos objetos de los que nos gustaría desprendernos. No somos tan refinados como para lucir abalorios... Con cuidado de que el mercader se fijase que sus movimientos no albergaban segunda intención, liberó la bolsa de su cinto y expuso los objetos recuperados de los bolsillos de los pieles verdes sobre el mostrador de la tienda.

Asentía mientras escuchaba al nórdico preguntar sobre sus actividades comerciales, desde luego era extraño ver a un nórdico plantear semejantes cuestiones. No entraba dentro de los estereotipos, pero verdad era que desde hacía algún tiempo, por aquella ciudad pasaban muchas cosas extrañas. Ohhhh.... Dijo el hombre al ver la mercancía que ponían sobre la mesa. Sacó una cajita con unos líquidos y un paño muy fino y tomando entre sus manos aquellos objetos de oro los frotó y los limpió hasta que quedaron relucientes. Luego se puso un extraño monóculo y miró con atención las piezas. Si…. Esto es interesante.  Seguro que podríamos ajustar un precio para estos artículos. Os sonrió enseñando una dentadura amarilla a la que le faltaban varias piezas.

     - Siempre que el precio que propone sea justo tendremos trato. Dijo quedamente. Su tono y su mirada decían a todas luces que no iba a permitir que intentase timarles. Sabía mas o menos lo que podía sacar por aquellos objetos y no estaba dispuesto a malvenderlos.

Bien bien... Por esta mercancía podriamos estar hablando de 200 coronas. Se rasca la barbilla mientras piensa y suelta una sonora ventosidad que hace tintinear los objetos puestos sobre la mesa y la vitrina de cristal. Si... 200 coronas es un precio más que justo. ¿Lo aceptan?

     Surga rió al escuchar las palabras del hombre y puso una mano grande y fuerte como una tenaza sobre las piezas. - Amigo, para tomarte tantas molestias en que no te roben... dijo señalando con el dedo su cota de malla. ...tienes muy pocos reparos en hacerlo tu. Sabes perfectamente que solo el anillo podría valer el doble de la cantidad que nos ofreces. No somos ni idiotas ni desesperados, así que vuelve a contar o nos verás salir de nuevo por esa puerta. 

Magnus observaba como el norse negociaba, con mucha seguridad y parecía tener la situación controlada... ahora falta que el tipo respondiera consecuentemente; pero Berger quizás no compartía eso de irse, quizás si se ponían más amenazadores podrían conseguir algo

!¿Como pueden insinuar que yo sea un ladrón?! Sepan que soy un justo comerciante y un joyero experto, que lleva en este negocio más de 40 años. !CUARENTA! Dice levantando cuatro dedos delante del rostro de Sura. ¿Cómo os atrevéis a poner en duda mis conocimientos sobre el oro y el rubí? ¿Acaso alguno de vosotros... ha trabajado alguna vez en ello? Pregunta arqueando una ceja y enderezando la espalda. En su tono se puede apreciar clara ironía, pues es un hombre mayor que no pasa por alto la apariencia de los presentes, y por tanto su posible profesión.

No venga, deje de hacerse el ofendido... sabemos que ese anillo tiene mucho más valor... pero esta claro que usted es un perfecto regateador... - tamborileo los dedos sobre la empuñadura de su pistola de pólvora - ofrezca un precio mejor, y cerraremos el negocio para no vernos otra vez, deje de hacerse el ofendido, no sabe con quien trata

     Surga sonrió. - ¿Trabajar con el oro y el rubí? Eso llevo haciéndolo desde la mayoría de edad... dijo cruzando los brazos mientras recordaba los saqueos con su clan en Norsca. - Como dice mi compañero, mejore su oferta y quizás hagamos trato, sino estamos perdiendo el tiempo.

Venga ya hombre... usted sabe que este anillo, por lo menos, vale 500 coronas... podemos acabar como buenos amigos o empezar a decir por la calle que aqui se estafa, pienselo

!Wowwww! Dijo el hombre abriendo mucho los ojos. Calma calma buen hombre. No se altere tanto. Aquí estamos negociando, no hay porque ser groseros ni exaltarnos. Acerca una silla hasta él y se sienta en ella mientras se masajea con la mano izquierda la sien. Vale, ¿Saben? Le voy a echar otra ojeada, puede que se me haya pasado por alto algo... Vuelve a tomar el anillo y a todas luces hace como que lo observa de nuevo. !Oh si! Finge sorpresa ante un nulo descubrimiento. Vaya, no lo había visto. Puede que el anillo tenga más valor, sí señor. Pero desde luego no llega a las 500 coronas. ¿Sabe cuánto es eso joven? !500 coronas! Madre mía.... Murmura pensando en esa cifra tan astronomica.

Parecía que el hombre estaba cediendo un poco y que iba a plantear un nuevo precio. Está bien, les ofrezco por todo 375 coronas. NO puedo ofrecerles más, esta es la última oferta. O lo toman o lo dejan, pero todo tiene un límite y ya no puedo sobrepasar esa cifra, es la verdad.

Sonrió satisfecho y miró a Sura, al fin y al cabo era él quien llevaba el anillo

     - Lo aceptaremos pero porque tenemos algo de prisa en gastar ese dinero. Dijo Surga haciéndose el ofendido. Sabía que valía mas, pero era un pago correcto el que les ofrecía ahora y no podían permitirse el lujo de dejarlo correr. - Hace usted un buen negocio. Dijo empujando las piezas sobre el mostrador para acercárselas al mercader.

Oh, si, sin duda un negocio provechoso para ambos. Comenta el comerciante retirando el anillo y el brazalete y guardándolo en una caja metálica con una rueda delante. De la misma caja extrae una bolsa y cuenta sobre la mesa 375 coronas, que luego introduce en una bolsa de cuero "cortesía de la casa" para entregársela a Sura. El nórdico se guarda la suma total de esas coronas y todo el mundo queda ampliamente satisfecho.