Partida Rol por web

Triss se acercó a Olíndica:

- No hay de qué, tú hubieras hecho lo mismo. De buena nos hemos librado... Puede que el ataque les pillara por sorpresa, podríamos haber sido nosotros...

Vió a Elrohir atendiendo a la elfa, y luego se dirigió al cadáver de su compañero y se agachó para observarle mejor.

- Tal vez en sus ropas haya algo que nos pueda dar información sobre ellos, o algún arma que nos pueda venir bien. 

Rezó para sus adentros una pequeña oración por su alma, y con cierto reparo, empezó a rebuscar en sus bolsillos.

Elrohir intento despertar a la elfa. "Aunque de momento estamos a salvo, convendría irse de aquí" - Pensó 

Triss revisó el cadáver del elfo, aunque este no reveló mucha información adicional. Llevaba una espada con motivos vegetales y una armadura de cuero hecha jirones le cubría la verdosa piel. Por su equipo se podía intuir que no era un guerrero, más bien algún tipo de trampero o cazador.

Mientras tanto, Elrohir zarandeó suavemente a la elfa y esta abrió los ojos. Miró a los ojos de Elrohir, con expresión confundida, luego miró a sus alrededores y pareció caer en la cuenta de dónde estaba. Dio un respingo y se alejó de él, mirando hacia los lados con rapidez.

- ¿Quiénes sois? ¿Dónde están mis compañeros? - dijo alarmada mientras pegaba su espalda contra el tronco del árbol y miraba alrededor. Pareció reparar en el cadáver del ciempiés y centró los ojos de nuevo en el mediano.

- ¿Lo habéis matado vosotros? Salió de la nada y nos atacó. ¿Dónde están Tharen y Jerail?

- Murieron luchando - respondió Olíndica señalando los cadaveres de ambos elfos - No pudimos hacer nada por ellos... - esperó unos segundos antes de continuar - ¿Qué ocurre con este pantano? ¿Dónde se situa?

La elfa dirigió una mirada triste hacia la dirección que señalaba Olíndica y después enterró la cara entre sus manos, ahogando un sollozo - ¿Qué haremos ahora? - musitó con voz temblorosa.

Tras unos segundos apartó las manos de su rostro y levantó la cabeza. Tenía la piel de un tono verde claro, con pequeñas manchas marrones aquí y allá. Largas orejas puntiagudas asomaban entre mechones de un cabello marrón rojizo, recogido en una elaborada trenza que le colgaba desde lo alto de la cabeza hasta la base del cuello. Sus ojos tenían unos iris amarillentos que parecían reflejar la poca luz del claro y os miraban con expresión seria. El grupo reconoció su aspecto físico como el correspondiente a los elfos de los pantanos, un tipo de elfos silvanos.

- Gracias - dijo con tono grave - ya es tarde para ellos, pero de no haber sido por vosotros yo también estaría muerta.

- Mi nombre es Alana, Alana Hojatriste - añadió - Vivo en este pantano junto con mi gente en un pequeño poblado, no muy lejos de aquí. Salimos a cazar cuando ese monstruo nos atacó, el resto ya los sabéis.

- ¿Quiénes sois vosotros? - preguntó - ¿Qué hacíais en esta zona del pantano a esta hora de la noche? Los de vuestra raza no suelen venir mucho por aquí.

"Ellas son Triss y Olíndica, yo me llamo Elrohir"

"En realidad no sabemos muy bien que hacemos aquí, nos hemos despertado por los alrededores sin recordar nada, y no sabemos mucho mas, quizá deberíamos ir algún sitio mas seguro"

- Lamentablemente estas tierras no son tan seguras como solían ser - dijo Alana - Los monstruos son cada vez más frecuentes y a mi gente le cuesta más sobrevivir cada día que pasa...

- En fin - suspiró - No estáis muy lejos del camino del norte, que rodea el pantano y lleva al castillo del Duque. No os llevará más de dos horas llegar si camináis hacia el oeste. O si lo preferís - continuó -  podéis pasar el resto de la noche con mi gente, es lo mínimo que puedo ofreceros después de haberme salvado.

Triss sopesó las opciones, tal vez era más seguro pasar el resto de la noche con gente que conocía el lugar, aunque a la vista estaba que por vivir allí no significaba que tuvieran más opciones de sobrevivir... Sin embargo tal vez pudieran obtener algo más de información de alguien del pueblo antes de encaminarse al camino del Norte, cosa que también estaba deseando para alejarse lo más posible de allí. En fin, a ver que opinaban los demás:

- Votemos, yo creo que podríamos pasar la noche en el pueblo y mañana salir hacia el camino del Norte.

- Alana, ¿sabes qué es esto? - dijo Olíndica dirigiendose a la elfa mientras le mostraba la insignia de su pecho. A Olíndica le parecía más seguro hacerle un par de preguntas más antes de decidir qué hacer. - ¿Por qué motivo hay más "monstruos" ahora?

La elfa se fijó en la insignia y la expresión de su cara cambió para mostrar sorpresa y algo de alivio.

¡Oh! ¡Venís en nombre del Rey! - exclamó - ¿Habéis venido a ayudarnos? ¿Significa eso que la delegación que mandamos llegó a salvo? Pensábamos que habían tenido algún problema ya que no habíamos tenido ninguna respuesta.

Bueno, si os manda el Rey Andon ya sabéis lo que está pasando - apuntó - El pantano está enfermo, algún tipo de plaga o corrupción lo está infectando y las plantas y los animales están o bien muriendo o bien cambiando para mal. Cada vez hay más animales con un tamaño mayor de lo normal o con malformaciones, como el ciempiés con el que habéis luchado, y son más y más agresivos cuanto más tiempo pasa. No sabemos qué ocurre y los antiguos rituales de purificación parecen no funcionar - frunció el entrecejo - Mi gente sufre. Cada vez es más complicado conseguir comida y estamos lo suficientemente desesperados como para pedir ayuda a los hombres. Es...como si los dioses nos hubieran abandonado.

Tomó aire y continuó - Enviamos una delegación pidiendo ayuda al castillo del Duque Eric hace semanas, ya que estas tierras están oficialmente bajo sus dominios - pronunció "oficialmente" con especial énfasis, como si no le gustase - pero no obtuvimos ningún tipo de respuesta, así que enviamos otra para pedir audiencia con el Rey. No hemos vuelto a saber de ninguna de ellas, pero si estáis aquí significa que llegaron bien, ¿no es así? En cualquier caso no os esperábamos tan pronto. ¿Quizá os encontraron por el camino? ¿Y qué ha sido de ellos? ¿Por qué no os han guiado de vuelta?

Os suena que lo que os dice del Duque Eric y del Rey Andon es verdad, son quienes gobiernan esta parte del mundo, aunque no tenéis muy claro cómo es el mapa del reino. No recordáis que se os haya encomendado esa misión.

"Hmmmmm... viniendo hacia aquí yo me encontré a dos hombres... eran muy pálidos y tenían unos círculos negros en la piel.
Estaban completamente desbocados."

"Te suena que puedan ser ellos... o lo que queda de ellos ?"

- ¿Hombres pálidos? - se quedó pensativa - No creo, entre mi gente no vive ningún humano, de hecho sois los primeros no-elfos que veo en mucho tiempo.

Sobre los círculos negros que describes, por el momento no hemos visto nada así, pero ya me espero cualquier cosa - comentó con resignación - ¿Podrían ser tatuajes? ¿O quizá mordeduras? Al sur de aquí hay una zona en la que habitan sanguijuelas particularmente grandes, pero no eso no explicaría la locura.

Olíndica escuchó en silencio la respuesta de la elfa y la conversación siguiente. No le estaba gustando nada como pintaban las cosas. Un pantano enfermo, las criaturas degenerando, los elfos esperando una ayuda que, sí resultaban ser ellos, parecía inutil por no saber ni de dónde venian. Si se quedaban con los elfos mal, el pantano es peligroso. Si viajaban hacía el norte... la delegación no había vuelto, así que minímo sería peligroso. El tema del Rey Andon y la insignia... algo debía significar, ¿pero cómo estar seguros de nada?

-Por mi, podríamos ir a descansar un rato al campamento de los elfos, así pensamos qué podemos hacer... - Terminó respondiendo Olíndica.

Por supuesto - asintió Alana - contad con nuestra hospitalidad. Concededme sólo un momento antes de partir - dijo mientras su cara componía una expresión triste.

Tras recoger su arco echó a caminar trabajosamente hacia el cadáver del elfo que había sido mordido por el ciempiés. Hincó una rodilla en la tierra junto al cuerpo y separó la espada y su vaina del cinturón. Luego extendió las manos hacia él mientras musitaba unas palabras en élfico y su manos emitían un breve destello verde. Volvió a levantarse y avanzó cojeando hacia el otro compañero caído, repitiendo el proceso.

- Seguidme - dijo mientras os miraba con su ojos amarillentos y ceñía ambas espadas a la cintura- no tardaremos demasiado.

Tras caminar un buen trecho vislumbraron un resplandor entre los árboles y, al avanzar un poco más, llegaron a un poblado de dimensiones modestas, con casas sencillas adosadas a grandes árboles, bien a ras de suelo o bien construidas entre las ramas, conectadas entre sí por largos puentes colgantes. Algunas antorchas aquí y allá iluminaban la escena.

Desde un árbol cercano alguien les gritó en élfico y Alana respondió con energía. Acto seguido un elfo de los pantanos descendió del árbol usando una cuerda y empezó a hablar con ella en su lengua mientras fruncía el entrecejo y les dirigía miradas furtivas desde sus ojos plateados. Los héroes no entendían las palabras, pero por sus gestos y su expresiones comprendieron que estaba explicándole el ataque, la muerte de sus compañeros y la presencia de los forasteros en el pueblo. Tras unos momento el elfo asintió y empezó a caminar hacia el centro del poblado.

- Vamos - dijo Alana mientras empezaba a seguir al elfo - os daremos un lugar donde dormir.

Les condujo hacia una casa que estaba a nivel del suelo y entró dentro. Tocó levemente unas setas que parecían crecer en la pared y estas empezaron a emitir una luz pálida que llenó toda la estancia. Definitivamente la casa estaba habitado, o lo había estado hacía poco.

- Descansad aquí, mañana hablaréis con los ancianos. Quizá ellos puedan ayudaros a recordar - dijo mientras avanzaba cojeando hacia la puerta.

- Antes de dejaros - dijo parándose a medio camino - ¿hay algo que necesitéis o que queráis saber? -

-Si, me ha quedado una duda... Respecto a las marcas que tenían esos tipos, preguntaste si eran tatuajes, ¿fue por algo concreto?

- No - contestó encogiéndose de hombros - Hasta donde yo sé las marcas circulares no son comunes en vuestra raza, por eso asumí que sería algo artificial, como un tatuaje o un mordisco.

- ¿Algo más? - preguntó mirando a los tres. 

"Ahora que dices lo de las sanguijuelas ...
Las marcas parecían ensangrentadas, como su hubiera brotado sangre,
y de ellas se ramifican unas venas negras que les recorría el pecho."

"Salian de la zona por debajo de la clavicula y los antebrazos" - dijo señalando las zonas sobre si mismo.

"Pudiera estar relacionado, pero claro, tendrían que ser una sanguijuelas realmente enormes y quizá tenían algún tipo de veneno que los volvió locos" 

- Eso no suena como las que yo conozco - dijo pensativa - pero quién sabe. Podría ser. Hasta hoy no había visto ninguna escolopendra de más de dos palmos.