Partida Rol por web

Creo que lo entendía, si bien seguía dudando que de aquello fuera real, al menos creo que podía llegar a comprenderlo. Una imagen vino a mi mente, la esperanza en los ojos de Isis tras conversar con Nergal, aunque no estaba segura de si esa esperanza fuera por la misma razón que había explicado el tuerto o por no ser la última de los suyos.

Cuando extendí mi mano para sellar el pacto con la suya, y luego todo se empezó a volver borroso, de mis labios sólo surgió una palabra como respuesta a su frase: —Paz.

Si April estaba muerta, podría cerrar por fin esa puerta y seguir adelante. Por mí... por Lukas.

***

Voces lejanas, el eco de las sirenas y, de pronto, el calambrazo golpeando mi pecho, haciendo que tomara una bocanada de aire como si llevara mucho tiempo aguantando la respiración mientras mis ojos se abrían de par en par.

Al escuchar los ojos de Lukas, mis ojos se llenaron de lágrimas pero no fui capaz de articular palabra y, cuando fui a extender mi mano hacia él, los paramédicos se interpusieron.

La consciencia fue regresando a ti, estabas aturdida y desubicada, pero Lukas seguía a tu lado. El rugir de la ambulancia dio lugar al de las ruedas de la camilla, que te llevaban por los pasillos del hospital. Allí te chequearon e hicieron un lavado de estómago, fue muy desagradable, pero acabaste por salir adelante. Al cabo de un par de horas estabas en planta, y tu marido te recibió con un tembloroso abrazo.

—¿Estás bien? ¿Estás bien? —repitió con la voz quebrada —. Joder, Cyra. Me has dado un susto de muerte, ¿en qué estabas pensando?

Lukas te dejó espacio, sentías malestar por todo el cuerpo, y Lukas terminó sentado al borde de la cama donde reposabas. De su alivio pasó al enojo, más que enojo, cansancio.

—Has de parar, por favor.. tu obsesión te está destruyendo.. nos está destruyendo.. —suplicó con los ojos húmedos —. Tienes que dejar de culparte.. no fue culpa tuya..

Mis ojos se humedecieron al sentir el abrazo de mi marido. Estaba dolorida, la boca me sabía a rayos y el olor antiséptico de la habitación me mareaba, pero Lukas estaba allí y era lo único que me importaba en ese momento, ya que no creí que podría volver a verlo.

—Lukas...— logré musitar con la garganta irritada, lo que me hizo tragar saliva y contraer el rostro —N-no pensaba. Ni siquiera... ni siquiera recuerdo haberme tomado las pastillas— arrugué el ceño —. Lo último que recuerdo es verme frente al espejo.

Fui a acariciar su espalda con la mano temblorosa, pero fue justo en el momento en el que se apartaba, así que la dejé reposar sobre mi pecho sin dejar de mirarlo y con las lágrimas corriendo por mis mejillas. Tenía miedo de que, si cerrara los ojos, él desapareciera para siempre.

Sin embargo, sus palabras me obligaron a cerrarlos y a girar la cabeza para mirar el techo de la habitación.

—Lo sé...— susurré. No tenía sentido seguir castigándome ni castigarlo a él, no ahora que la vida me había dado la oportunidad de seguir hacia adelante —Conseguiré ayuda— añadí con cierta ambigüedad. Era preferible que Lukas pensara que iría a un psiquiatra o terapeuta, no que Odín mandaría a alguien a ayudarme a encontrar a April viva o muerta.

Volví la cabeza para mirarlo a los ojos y sonreí —Te lo prometo.

Lukas asintió febrilmente aceptando tus disculpas, el hombre estaba muy tocado y verte en aquel estado era la puntilla que le había terminado de hundir. Aunque aceptó su cercanía, el hombre te miró a los ojos donde pudiste ver que no confiaba del todo en lo que decías, demasiadas veces con conversaciones similares, pero también había trazas de esperanza.

—Está bien.. pero si vuelves a hacer algo así, si vuelves a seguir obsesionada.. yo ya no estaré esperándote —le costaba decir eso, pero prefería ser honesto —. Los dos perdimos a April, no solo tú. Y lo he.. intentado todo por ti, pero no puedo dejar que me arrastres si no.. si no veo que realmente tú quieres seguir adelante.

No pudo sonreír, estaba serio, triste, pero aun así te entregó un sincero y sentido abrazo. Necesitabas descanso, y Lukas tuvo que salir un rato prometiéndote volver. Tuviste un sueño sin sueños y, tras un tiempo indeterminado, los volviste a abrir. Lukas no estaba, pero casi sincronizada con tu despertar, alguien llamó a la puerta.

Por mucho que me doliera la sinceridad de Lukas, asentí en silencio. No quería hacerle más daño. Lo que tendría que pasar, pasaría y lo dejaría al margen.

Su abrazo hizo que dos lágrimas brotaran de mis ojos y no pude evitar acariciar su cabello con timidez. No dije nada, no podía, fuera el orgullo o el miedo.

Entonces Lukas se fue y en mi soledad el sueño me visitó.

Al despertarme, parpadeé varias veces para que mis ojos se adaptaran. Lunas no había regresado, o tal vez sí, pero se había vuelto a marchar. Justo cuando intenté erguirme un poco en la cama, escuché los golpes en la puerta. ¿Será Anne Marie? Pensé.

—Adelante— dije, aún con la garganta irritada.

Reconociste quien cruzó la puerta, de apenas unos segundos de haber conversado con ella hacia varios días. Era aquella mujer extraña, famosa a su modo, pero que precisamente te había dado una conversación peculiar.

—Buenas noches —saludó Core mientras entraba en la habitación —. ¿Has descansado, Cyra? ¿Cómo te encuentras? —preguntó con una sonrisa maternal. Caminó rodeando la cama y se sentó al borde de la misma mirándote con atención —. Alguna de las verdades se te han revelado ya, ¿verdad? Wotan me envió aquí, a ti. Cree que soy la más adecuada para ayudarte, y entenderte.

Quizá fuera una sensación, pero la presencia de Core era como estar ante una brisa agradable, la misma que uno sentía ante la llegada de la primavera. Algunas de las flores que te habían traído durante la convalescencia había florecido de nuevo, tan lozanas y hermosas como si aun estuvieran arraigadas a la tierra.

—Se-señora Demetiadis— titubeé, sorprendida ante su visita —. Sí... algo mejor, pero aún confundida por lo sucedido— hablaba con ambigüedad, de modo que podía atribuirse tanto a su intento de suicidio como a "su visión".

—Wotan— era la segunda vez que oía ese nombre, lo que hizo que abriera mucho los ojos —. Entonces, ¿fue real?— pregunté, incorporándome un poco más e ignorando el malestar de mi vientre. Entonces me fijé en las flores, en cómo parecían rejuvenecer como la primavera tras el invierno y una luz se encendió en mi mente cuando volví a mirar a la mujer. 

La primavera, el mito de las estaciones, la madre que busca a su hija sin descanso...

—¿Deméter?— pregunté, mirándola a los ojos, sorprendida y, a la vez, aliviada de que lo que vi no fuera sólo un vívido sueño.

—Cuando tratas con Wotan uno no sabe si todo lo que sucede es real o no —argumentó con suavidad maternal —. Pero puedes confiar que, esta vez, lo es. Es real. A mi pesar, al tuyo. Lo es. Es normal que estés confundida, Cyra. No es fácil de asimilar.

Te tomó de la mano con delicadeza, sentiste un confort abrumador, el aura de aquella mujer era tan cautivador como relajante. Sonrió triste al escuchar el nombre, respondiéndote.

—Mi madre murió hace ya mucho tiempo, Cyra. Lo hizo haciendo lo que siempre había hecho, protegiéndome —explicó con el rostro teñido de fugaz tristeza en los ojos —. Soy Perséfone, su hija, su heredera.. y vengo ayudarte, si me dejas. Si te dejas.

Sonreí, sonreí y a la vez sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas.

—No voy a rechazar la ayuda que me ofreces. A estas alturas me agarraría a cualquier clavo ardiendo— dije con amarga sinceridad —. Nunca me creí capaz de cruzar la línea...

Desvié la mirada, apretando los labios. Sucidarme... Lo cierto es que ni en el peor de los escenarios me lo había planteado siquiera.

—Siento lo de tu madre— dije, mirándola de nuevo —. Si algo del mito es cierto, sé que nunca se rindió— Sonreí, pues sé lo que se siente al perder a tu hija y remover cielo y tierra para encontrarla.

No quería esperar más, así que me senté sobre la cama, apoyando los pies en el suelo, aunque tuve que tomarme unos minutos para incorporarse.

—Avisaré a la enfermera para firmar el alta y que me quiten todo esto— señalé la vía del suero —. También debería avisar a mi... A Lukas, para que no se preocupe. Aunque tengo la sensación de que, cuando cumpla mi palabra, y acuda donde... Wotan me citó para cumplir con mi destino, no volveré a verlo.

Sentí un nudo en mi pecho al decir aquellas palabras. Lo amaba pero más amaba a nuestra hija, y él también necesitaba descansar... De la angustia... De mí.

Core asintió con cierta solemnidad, sin juicio en la mirada, aunque había cierto brillo ambiguo en ella. Especialmente cuando expresó sus siguientes palabras.

—Muchos grandes héroes murieron antes de poder alcanzar su exaltación. Y yo me pregunto.. ¿realmente lo hiciste por la razón que crees.. o había otra mediando? —sin aclarar a qué podía referirse, Core agradeció tus palabras acerca de su madre y se encogió de hombros —. No has de preocuparte por las enfermeras ni los médicos. Todo está.. solucionado. Nadie sabrá que estuviste aquí. Dame la mano.

Te la tendió y, al dársela, no sentiste nada en especial. El efecto llegaría con los primeros pasos por el pasillo del hospital, la gente te ignoraba, eras invisible y, tras ser atravesada por una camilla, intangible. Core caminaba con naturalidad, aunque para ti aquel estado era.. ¿confuso?

—Un regalo de mi difunto marido —dijo con nostalgia llevándose la mano a la sien, allí apreciaste una delicada diadema en la que no habías reparado hasta ese momento —. Lukas, tu marido, tu esposo.. podrás llamarle, sí. No iremos lejos, el lugar donde debemos ir.. está cerca. Y luego.. —detuvo sus palabras, compungida —. Y me temo que.. sí.. quizá sea lo mejor para él. El camino que tomarás es.. peligroso, para ti, para él..

Le di la mano, dubitativa al principio. Fue cuando empecé a andar a su vera que empecé a sentir algo raro, casi como si no existiera. Cuando la camilla se dirigió directa hacia mí, me detuve por acto reflejo... pero no paró y, asustada, conteniendo un jadeo, me vi de pronto atravesada por ella. No sólo era invisible sino intangible y, sin embargo, la mano de Core seguía aferrando la mía.

Mi mirada fue de pesar al ver que Perséfone había perdido a su marido —¿Cuántos quedan?— pregunté con voz trémula —¿Hay más como... como yo?

Bajé la mirada a sabiendas de que tendría que despedirme de Lukas, pero quizá era lo mejor.

—Él necesita también hallar paz. Si April... Si April ya no está entre los vivos, al menos tener algo que llorar, pero no la angustia de no saber— musité, apretando los labios —. Luego me despediré de él. Las cosas han ido mal entre nosotros desde la desaparición de nuestra princesita. Se merece un nuevo comienzo.