Partida Rol por web

Kady repasaba una y otra vez los datos que aquel extraño le había entregado en la azotea del restaurante. Los leía y releía como si al hacerlo pudiera dar respuesta a la pregunta que rondaba su mente. ¿Qué cojones iba a hacer con toda esa información? Cómo revelarla era algo complicado, era demasiado gordo, no era un pequeño contrabando de drogas o un intercambio en un puerto oscuro. Hablábamos de desenmascarar a la Yakuza... cualquier policía aceptaría un buen pellizco por acallar las sospechas y cualquier periodista recibiría un tiro por intentar publicarla.

La chica se levantó de la silla, algo frustrada, a pesar de ser invierno, el calor de los terminales encendidos en la trastienda, así como el pequeño calefactor, hacía que la temperatura de la habitación fuera algo elevada. Kady se quitó los pantalones, quedándose con unas bragas rojas y negras oscuras y una camisa también de un fuerte color vino. Se sentó de nuevo, tamborileando sus dedos sobre las teclas, sin saber qué hacer.

Necesitaba saber más, ¿por qué se la habían dado a ella? ¡No habían pedido nada a cambio! Y si esa información era tan buena, ¿por qué no lo habían desvelado ellos mismos? ¿cuán delicada era la identidad de la persona que había proporcionado la información al mensajero, para no querer que se le relacionara directamente con ella? y la última pregunta, la más importante de todas y de la cuál se cercioraba más a cada segundo ¿y si era una trampa?

Suspiró y apagó el ordenador, tomando una decisión. Al día siguiente cogería su mochila y se iría al lago Wenatchee, había demasiadas incógnitas y esa información era demasiado grande como para soltarla sin tener todos los cabos sueltos. Se tumbó en la cama y perdió su mirada en el techo de la habitación. Mañana se iría de excursión con la Harley.

Pero eso sí, antes de marchar dejaría una cuenta atrás para enviar aquella información al sitio que más podría dañar a la Yakuza en caso de que ella desapareciera, el sitio donde todo se creía, se amplificaba y todos eran juzgados, las redes sociales. Ni un tiro ni un soborno podría parar lo que significaría aquel "Trendig Topic".

Aquella noche estuvo salpicada de sueños extraños y, para colmo, algunos realmente excéntricos. Soñaste que eras un niño afgano que buscaba el último capítulo de Bob Esponja. Que eras una ama de casa canadiense con una vida insípida cuyo marido ya no la miraba y se conectaba a chats buscando algo de atención. También que eras un anciano japonés que, empañado por la nostalgia, consultaba imágenes de lo que él sentía que eran mejores tiempos cuando era joven. Y, quizá, la más siniestra de esas identidades, era la de un muchacho neozelandés de veinte años que stalkeaba compulsivamente una niña de doce años por las redes sociales con intenciones perversas. Sujeta a ese pandemonium te despertaste, y aunque el recuerdo del sueño se aferró en tu mente unos minutos, poco a poco se fueron perdiendo en la bruma de la vigilia.

Decidida a investigar el lago Wenatchee, emprediste el camino tras tenerlo todo listo. No fue un viaje largo, y, a pesar del frío, hacia un día claro. La cota de nieve era baja, por lo que el paisaje natural era hermoso y único, algo increíble ya que apenas te encontrabas a una hora de Seattle. Al llegar a la reserva natural, sentiste una punzada en la cabeza, la imagen de un monolito de base triangular y una potente atracción hacia él. Dejaste la Harley en el aparcamiento, había unos pocos grupos de gente allí, también decididos a visitar el lago aquella mañana. Ahora quedaba descubrir, por dónde quedaba el monolito que te había señalado el conejo blanco.

Si los sueños inquietaron algo a Kady, fue algo que olvidó en el momento en que su Harley enfiló la carretera semidesierta. Siempre buscaba caminos secundarios sin mucho tráfico, donde pudiera disfrutar de la soledad con su fiel compañera.

Una vez llegó al lago, aparcó lo más cerca que pudo de los caminos donde se iniciaban las rutas de senderismo. Se abrochó la chaqueta hasta arriba y envolvió la bufanda a su cuello, antes de enfundarse los guantes de piel. Cuando amoldaba el segundo guante a su mano la punzada en su cabeza la pilló desprevenida. Automáticamente se llevó la mano a la sien y cerró los ojos, tuvo un pequeño reflejo del monolito en su mente, pero tan efímero como para dudar si fue extraño o simplemente lo recordaba de las imágenes que buscó el día anterior del lago.

Sacó su móvil y consultó la dirección a tomar, empezó a caminar decidida, mientras ajustaba la mochila a su espalda, no es que Kady fuera mucho de hacer excursiones, pero había preparado agua y algo de comer, por si el día se complicaba o se le hacía tarde. Además de una navaja multiusos y un kit de primeros auxilios y... los "mochis" de coco que el señor Wong le había dado el día anterior cuando cenaron juntos en el restaurante.

Viejo loco... iba a tener que buscarle nuevos terminales, no sabía qué demonios hacía con ellos, bueno sí, le había visto golpearlos cuando se enfadaba porque no funcionaban o iban muy lentos. A los labios de Kady asomó una sonrisa, quizás si no volvía muy tarde se pasaría por el Ecopark a ver si encontraba algo con lo que actualizar el sistema informático del restaurante.

No te fue complicado encontrar el monolito, ya que se había convertido en un elemento turístico más del lago. Pero también empezaste a sentir algo, una atracción creciente, como latidos de corazón, que aumentaba a medida que te acercabas. Algo te llamaba, te invitaba a acercarte, era una sensación ambigua. Ni placentera ni peligrosa, sino más bien como una promesa, una promesa de respuestas.

A medida que seguiste el camino, te encontraste sola en la senda por el monolito, que pronto apareció frente a ti incólume. Viste a alguien junto a él, el propio Whiterabbit_117 a su lado. Te sonrió enigmático, y dio un salto acercándose unos pasos hacia ti.

—Al final viniste —dijo confiado —. Era inevitable, ¿no? Aunque odio que el viejo siempre acabe teniendo razón —suspiró un poco hastiado —. Tranquila, no tengas miedo. Lo sientes, ¿verdad? —volvió la mirada hacia el monolito —. Su llamada. Su promesa de respuestas. Yo también lo sentí en su momento, ¿sabes? Un cosquilleo, una sensación de vacío, una necesidad que no sabías que estaba allí..

La manera que tenía de narrar aquello proyectaba en ti esas mismas sensaciones, era como despertar de un largo sueño y preguntarse dónde te encontrabas.

—Sí, el viejo tuerto siempre lo sabe todo. No como el otro, aunque siempre fue un pichabrava más preocupado por las faldas que por los problemas —suspiró negando con la cabeza, luego volvió la mirada hacia ti con una sonrisa burlona —. Bien, señorita Walsh, ¿está lista para atravesar el espejo?

Kady rio con gesto sarcástico al ver allí a Whiterabbit_117. Se apartó el pelo hacia atrás y subió un poco más la cremallera de su chaqueta de cuero.

- Si querías una cita conmigo, no tenías que haberte complicado tanto -bromeó- con pedirlo habría sobrado -Kady se mordió el labio mirándole divertida.

Pero aunque intentaba centrar su atención en el hombre que se acercaba a ella, su vista se desviaba al tremendo monolito que había tras él. Su corazón estaba acelerado, esa estructura de piedra sabía algo que ella quería y ni siquiera era consciente de ello. Miró de nuevo a Whiterabbit_117, prestando atención a sus palabras, pues estaba describiendo al detalle lo que ella sentía y eso la turbó un poco.

- Vale -dijo más seria- no sé qué te has metido y seguro que es mierda de la buena, pero esto está llegando demasiado lejos -puso las manos frente a ella reforzando su negativa a continuar con lo que fuera que pasaba-. Ya he pasado por esto, te entiendo, pero creo que...

Pero Kady no podía negarlo, todo su cuerpo estaba experimentaba al detalle todas y cada una de las sensaciones de las que el hombre hablaba. Su respiración se aceleró, era como si viera la claridad de la realidad a través del despertar de un sueño.

- Creo que... -calló unos instantes mirando de nuevo el monolito que parecía susurrar su nombre.

Recordaba sensaciones parecidas de cuando estuvo enganchada, pero aquello era mucho más intenso, palpable, en definitiva más real. ¿Habrían soltado algo en el aire?

- Dime qué está pasando aquí -le pidió a Whiterabbit_117 frotando sus ojos confundida- ¿quién eres?

El hombre permaneció en la misma posición sin acercarse, llevó las manos a los bolsillos de su abrigo mirándote con cierto gesto burlón.

—Mi nombre ahora mismo no importa —aseguró con un encogimiento de hombros —. Si te lo dijera no me creerías, en cambio.. —volvió la mirada hacia el monolito —. allí te responderán las más importantes. Al fin y al cabo, yo solo soy un mensajero.

Una vez más el monolito cristalizó su llamada sobre ti con una fuerza difícil de ignorar, en un momento de debilidad habías dado unos pasos hacia él. Su inexorable magnetismo se imponía, pero tu voluntad aun podía ejercer su dominio sobre tu cuerpo.

—¿Quieres respuestas? Tócalo, Alicia —dijo con una sonrisa enigmática —. Ahí tienes tu espejo.

Sin saber muy bien por qué, se sentía como en un sueño, donde caminas inexorablemente a algún misterioso lugar sin ser capaz de controlar tus propios movimientos. Kady dio un par de pasos más, acercándose al monolito que la llamaba con atrayente insistencia.

Se giró a mirar a Whiterabitt_117, le habría preguntado de nuevo su nombre, pero el monolito era más fuerte que su curiosidad en aquel momento y salvando la distancia que la separaba de él, de repente se encontró frente a frente con aquel enorme monumento de piedra.

Alargó la mano, dispuesta a atravesar el espejo, la retiró un segundo, cuando su parte lógica se empecinó en plantearle más preguntas, pero finalmente, sin poder resistirlo, puso la mano sobre la piedra y se dejó llevar al País de las Maravillas, atravesando el espejo que sabía le revelaría un mundo de locura e imaginación.

Tu anfitrión se cruzó de brazos mirando cómo te acercabas definitivamente al monolito, tu mano se vio atraída cada vez más fuerte por el artefacto y, al tocarlo, todo cambió a tu alrededor..

El cielo era oscuro y sin estrellas, pero brillaba por las lenguas de fuego que lo cruzaban. La luna se derrumbaba quebrada sobre la tierra y la tierra estaba bañada por una devastación que hasta había hecho brotar ríos de lava del subsuelo, infinidad de banderas, lanzas y enseñas rotas eran los únicos bosques que quedaban y un océano de cadáveres de indistinta raza, condición o naturaleza inundaban hasta donde podías ver. Quizá lo más horroroso era que, incluso sobre aquel cementerio de muerte absoluta, la batalla continuaba. Hordas de criaturas pesadillescas cargaban contra filas de soldados de armaduras doradas, bestias de proporciones apocalípticas eran frenadas por lo que parecían ser personas voladoras y, en los cielos junto al fuego, se desencadenaba una batalla aérea entre criaturas que solo podían definirse como celestiales e infernales.

En medio de toda aquella vorágine de destrucción, se escuchó un cuerno de batalla y la oscuridad de los cielos fue atravesada por el mismísimo arco iris, y de él descendieron decenas de jinetes capitaneados por uno tuerto. Un trueno hizo que miraras a otro lado, el cielo volvió a abrirse para ser atravesado por un banco de nubes blancas como algodón y avanzar una cohorte de hombres y mujeres de proporciones perfectas dirigidos por un robusto guerrero que esgrimía relámpagos como si fuera su propia espada.  A la batalla también se unió una poderosa tormenta de arena de la que surgieron decenas de seres con cabezas de animales encabezados por un ser que irradiaba luz por si mismo. 

Así, como llamados a la batalla, se fueron uniendo centenares de estos guerreros sobrenaturales con las más variopintas estéticas y que, no te cabía duda, debían ser.. ¿dioses? ¿dioses de distintas mitologías?

Los dioses chocaron contra las filas demoníacas conformadas por criaturas gargantuescas, tanto monstruosas como humanoides, demonios y criaturas infernales que combatían frente a las huestes divinas en una salvaje batalla sin cuartel. Entre las filas de estos infernales también había guerreros preponderantes, equivalentes a los dioses que habían llegado al combate, y que se lanzaban contra sus homólogos en una lucha fratricida.

En cada choque la tierra temblaba y se quebraba, y entonces viste morir a tantos de esos dioses. Uno tras otro, matándose los unos a los otros, cayendo ante bestias y antiguos aliados. Y con toda esa tragedia, el mundo empezó a romperse, pero antes de que lo hiciera todo se congeló y tomó un filtro gris, apagado. En medio de toda aquella destrucción apareció una figura, sombría, apoyada en un báculo y acompañada por dos cuervos en los hombros.

—No es lo que uno espera ver cuando cree que su destino va revelarse, ¿verdad? —dijo con voz socarrona, el hombre se acercó a ti atravesando sin dificultad el campo de batalla, se detuvo ante ti, a unos tres metros —. Y, ahora, es cuando surge la duda.. ¿qué es esto? ¿qué significa? ¿quién soy yo?

Kady, atónita, dio un par de pasos atrás hasta apoyarse en algo: un muro, un árbol, ni siquiera se paró a mirarlo. Quizás se hubiera esperado que dijera algo épico, asombroso, algo digno de la escena que acababa de presenciar, pero era Kady...

- ¿Pero qué mierdas ha sido eso? -gritó mirando al hombre con gesto escéptico y gesticulando exageradamente-. No sé qué cojones tramáis tú y el capullo excéntrico de tu amigo ni como coño habéis conseguido meterme alucinógenos en el jodido cuerpo. Pero hostia puta, ¿era necesario todo este teatro? -no cabían más palabrotas entre sus palabras.

La chica recuperó un poco la compostura, volviendo a sostenerse por sí misma, mejor no mirar en lo que se había apoyado viendo el estado de todo lo que le rodeaba. Por un momento, incluso tanteó la idea de haberse metido en un rol de esos en vivo o una recreación histórica, pero joder... estaba todo parado con el puto "pause" temporal.

- Vale -movió la cabeza tratando de espabilarse-. Me voy -se dio la vuelta decidida y empezó a caminar en dirección contraria al hombre- esto ya es demasiado, no vuelvas a quedar con ningún loco de internet... -decía para sí misma conforme se alejaba-. Pero...

Estaba demasiado flipada con lo que acababa de ver y volvió a girarse hacia el anciano, acercándose de nuevo.

- No, de verdad, ¿qué mierdas es esto? -la chica estaba visiblemente alterada- ¿y esos pájaros? -aplaudió-, una entrada en escena brutal, he de admitirlo -hablaba frenéticamente, tropezando las palabras entre sí-. Dime que son de atrezzo -alargó la mano para tocar uno de ellos.

Tu misterioso interlocutor no pudo evitar mostrar una sonrisa divertida ante tu reacción, casi soltó una risa sutil. Se volvió hacia el panorama apocalíptico y se encogió de hombros.

—El fin del mundo.. o, al menos, del mundo anterior. Y una profecía de lo que puede pasar en este.. si no actuamos rápido —comentó pausadamente regresando su mirada hacia ti —. Una imagen vale más que mil palabras. Eso dicen, ¿verdad? No, no es un alucinógeno, es un.. eco.. un recuerdo. Algo que tu anterior encarnación vivió.

El hombre te siguió en tu errático deambular, paciente, seguro de lo que hacia, como si anticipara tus reacciones. Tras un amago de irte, simplemente sonrió calmadamente.

—Como te dije. Un recuerdo, y una advertencia —alzó repentinamente el bastón interceptando tu mano antes de que acercaras la mano demasiado a uno de los cuervos —. Yo no haría eso si quieres conservar la mano. No sería la primera para.. Munnin. 

El cuervo graznó mirándote fijamente, era un pájaro bastante grande visto de cerca, pero dudabas que tuviera esa capacidad que le atribuía su dueño.

—Verás, Mai Anderson. Entiendo la dificultad que te supone aceptar todo esto, pero el tiempo no nos acompaña —aseguró el tuerto —. Lo que ves es el fin del mundo anterior, un ciclo que se repite una y otra vez.. en el que los dioses nos vemos abocados a una lucha final que acaba con todas las cosas. Da igual lo que se haga.. siempre acaba igual, pero en el último mundo, algunos dioses sobrevivimos y lo preparamos todo para evitar que el fin del mundo volviera a suceder en este. Pero.. algo está fallando.. y debemos reaccionar. Tú eres la encarnación de uno de los dioses que murieron en el antiguo mundo, Mai Anderson, Kady Walsh.. te guste o no, esa es la verdad.

Kady apartó la mano del enorme pájaro negro al ver que se movía y estaba vivo.

- Ah, pues son de verdad -dijo en un susurro apenas audible y con gesto de niña pícara pillada in fraganti.

Dio un paso atrás, mientras su carácter agresivo se reducía intentando asimilar lo que estaba oyendo del tuerto. Aunque también era cierto, que si aquel hombre quería convencerla de algo, iba a necesitar mucho más que dos pajarracos sobre sus hombros: su agresividad se estaba viendo sustituida por la incredulidad. Apoyó la barbilla en un su mano derecha, posando el dedo índice sobre sus labios, mientras entornaba los ojos y cambiaba sus expresiones durante el elaborado discurso. Su mirada se alternaba entre el hombre, su ojo (la sutileza no era lo suyo), los cuervos y el paisaje que tenían a su alrededor.

- Que sepas mi nombre no me sorprende -le dijo dando la vuelta sobre sí misma para ver el panorama entero- tu amigo, el misterioso de la gabardina, ya gastó esa baza. Por cierto, dile que tiene que aprender mejor a entrarle a una chica -negó con la cabeza divertida-. Vale -puso las manos frente al tuerto cuando acabó su discurso, pidiéndole una pausa-, pongamos que te creo, si soy una puta diosa. ¿Cuál de todas éstas era yo? -la chica se apartó un poco del hombre, mirando a las figuras más cercanas a ella, buscando el proyector que las estaba visualizando- ¿una diosa de qué? ¿y dónde coño están mis poderes? ¿dónde han estado cuando me han hecho falta? Y te aseguro que he tenido una vida muy puta -aunque no pretendía acusarle, sus falta de delicadeza hacía que sus palabras sonaran crudas y ofensivas, como si él fuera el culpable de aquello.

Paseó un poco más, sintiéndose cada vez más segura que lo que veía no era ningún truco fraudulento, ninguna ilusión tras los espejos. Se sorprendió a sí misma sopesando la posibilidad de que el hombre le dijera la verdad, pero su parte racional le dio un puñetazo en la mandíbula izquierda. Volviendo a desplegar su carácter chulesco, se giró y parpadeó un par de veces, otro puñetazo en la derecha.

- No, no puedo -una sonrisa de incredulidad salió de sus labios- lo siento. No puedo seguirte el juego -negaba con la cabeza-, esto es demasiado absurdo.

Kady se agachó para mirar la cara de constreñido de un demonio al cuál le estaban clavando un hacha en el pecho.

- ¿Además qué problema hay? Renacéis de nuevo, ¿no? el ciclo de la vida, ¿acaso no has visto "El Rey León"? "¿En el ciclo sin fin, que lo envuelve todo?" -tarareó desastrosamente.

Pero algo allí seguía sin cuadrarle, una sensación, un instinto, una corazonada. Algo le decía que fuera lo que fuera, todo aquello, tenía parte de real. La chica alargó la mano hasta el cuerno de uno de los demonios, pero se detuvo antes de tocarlo.

- Vale, vale -admitió revelando la lucha interna que se debatía en su interior-. Sea lo que sea esta mierda, está claro que quieres algo de mí o no estaría aquí. Si pretendes que enarbole un hacha, ya te digo que la respuesta es no -enfatizó el "no" con su mirada-. Frente a un teclado puedo hacer que se desmorone el mundo, pero... no sé qué utilidad podría tener yo en un sitio como este -abarcó el lugar con los brazos abiertos.

Al que habías identificado como Odin le causó bastante gracia tu forma de reaccionar, mostraba una sonrisa leve, confiada, dejando que hablaras.

—No lo sé, porque nunca has sido una diosa —se encogió de hombros —. En los mundos anteriores, los dioses nacíamos como tal, pero en este mundo.. nunca nacimos, los que somos sobrevivimos al final del anterior, y ahora.. justo ahora.. mortales como tú, están atrayendo la esencia, el espíritu, de los dioses perdidos de antaño.

Mientras buscabas inútilmente un proyector, el truco tras aquella puesta en escena, Odin se encogió de hombros con sencillez.

—No los tenías entonces, pero ahora.. sí, seguro que has empezado a notar cosas extrañas. No es un proceso fácil, tampoco rápido.. estas despertando, por eso creamos los monolitos. Para acelerar el proceso —aseguró con una sonrisa queda, parecía hasta disfrutar de tu búsqueda por desmontar la trampa —. ¿No puedes? ¿Absurdo? No te culpo. Lo es. Todo esto rompe tu ilusión de realidad, te eleva a otro nivel de comprensión. Pero por mucho que te niegues, tu vida no volverá a ser la misma.

Al mencionar el ciclo, a pesar del sarcasmo que usaste, a Odin le provocó cierta tristeza, su gesto se mostró compungido antes de decir nada al respecto.

—Imaginaba que, a pesar de todo, querrías luchar para evitar ese destino sobre este mundo —dijo pausado, con un falso sentimiento idealista —. Todo vuelve a empezar, es cierto. Pero para que eso pase.. todo ha de terminar. Todo lo que conoces, todo lo que quieres.

Apelar a esos sentimientos podía ser hasta ruin, una treta, pero Odin hablaba con honestidad. Viste en él una triste convicción, de quien ha pasado por lo que estaba contando.

—No, no quiero que manejes una hacha —dijo con ironía, recuperando un poco el humor —. No todos los dioses fueron guerreros, pero.. incluso.. el dios menos combatiente supera a los mortales. Sí, te necesito. Y no, el campo de batalla que se avecina no será este, y el poder que poseas en él será determinante. Tu mundo no deja de ser el mismo, igual que puedes desmoronar el mundo, también lo puedes rehacer.

- Sí, cierto, dijiste que era una encarnación de un dios -movió la mano frente a él como restándole importancia a la diferencia- ¿Y tú qué dios eres? -le preguntó de repente de manera espontánea.

Kady le estudió de arriba a abajo con ese descaro que caracterizaba cada una de sus palabras, gestos o movimientos.

- Lo cierto es... -que sí, que sí había notado cosas extrañas, pero había decidido no darles importancia. ¿Estaba claro, en qué teoría sería lógico pensar que eran los poderes de una diosa atraídos por tu cuerpo mortal? dejó escapar una carcajada- sí, en eso tienes razón, he notado algunas cosas extrañas últimamente. Claro, ¿por qué despertar de golpe para poder estar preparados y afrontar cualquier amenaza? Mucho mejor lentamente -dijo con ese sarcasmo innato en ella.

Kady se dio cuenta del gesto triste que cruzó el rostro de su interlocutor y bajó un poco el tono de sarcasmo, suponiendo que si aquello era real, para él habría sido doloroso perder a tantos familiares y amigos.

- Supongo que puedo llamarte Odín, no es que el panteón mitológico nórdico me sea muy conocido, pero sales en las pelis de Thor, más o menos -le escrutó con la mirada-. No he dicho que no quiera luchar, pero debes entender que de buenas a primeras, siendo algo completamente desconocido para mí no me sienta especialmente implicada -esta vez no intentaba herir con sus palabras, extrañamente en Kady trataba de ser empática-. Entonces, ¿crees que esto volverá a pasar? ¿Y qué pasará si todos morís? Si nadie sobrevive para preparar lo que sea para el siguiente ¿apocalipsis? ¿ragnarok? -una mueca dubitativa se formó en sus labios, pues no sabía realmente cómo llamar a la escena que la rodeaba.

Kady volvió a dar una vuelta sobre sí misma, no podía creerse que estuviera cediendo a los delirios de aquel loco tuerto, pero algo en su interior le decía que todo era verdad. Hacía un rato que había dejado de buscar proyectores y empezó a observar con detalle la escena pausada.

- No has tenido mucha suerte con la mortal que ha elegida la diosa o el dios que esté concentrando su poder en mí, no soy de las personas más tratables u optimistas -se encogió de hombros- ¿Qué crees que seré capaz de hacer? ¿Sabes cuál es mi poder? -levantó la mirada y la clavó en la de él.

Esta vez el hombre podía saber que hablaba con seriedad, pues el mohín jocoso de sus gestos se había desvanecido.

- Eso sí, si te ayudo, tendrás que darme el número de tu amigo de la gabardina -le guiñó un ojo socarrona. Al fin y al cabo era Kady, siempre había que relajar la tensión con alguna broma.

El tuerto que tenías delante mostró su sonrisa perlada de ambigüedad y misterio, pero no te guardó ninguno cuando buscaste una respuesta directa.

—Wotan, Odín.. el Padre de Todos —parecía que tu prisa agradaba al aparente tranquilo dios, pero enseguida evocó la razón —. Es mejor eso a que tu cuerpo colapse. Que no sepas como controlarlo y acabes sufriendo sus consecuencias. Pero no te preocupes, para eso están los monolitos. Para canalizar vuestros poderes y.. acelerar el proceso.. todo lo que pueda ser acelerado sin poneros en peligro.

—Halaga, en cierto modo, que me sigan recordando de alguna forma —repuso con un tono agridulce, luego asintió comprendiendo que lo que estaba exigiendo no era fácil, respondiendo a tus dudas —. Volverá a pasar. Así lleva sucediendo incontables ciclos. Si todos morimos.. que todo terminará.. el caos devorará este mundo hasta la nada.. y, con el tiempo, nacerá otro para que todo vuelva a empezar.

El dios se encogió de hombros, puso una cara de circunstancias que casi pretendía ser una letra humorística.

—No todos los dioses son tratables u optimistas, algunos son todo lo contrario —y seguro que podía enumerar unos cuantos —. No lo sé bien —admitió —. Pero como diosa.. tus capacidades físicas serán superiores a las de los mortales. Tus poderes.. no puedo decírtelos, ya que no termino de reconocerlos. Quizá Doruí sepa algo más y pueda ayudarte.

Terminando con la charla, Odín sonrió sin abandonar esa actitud ambigua, casi divertida y te respondió.

—Doruí te seguirá esperando junto al monolito, puedes pedírselo a él —respondió con calma, a lo que añadió a continuación —. Cuando estés lista, ven a Ísafjörður. Allí encontrarás a otros como tú y, quizá, tengas más respuestas que busques..

- Estáis volviendo locos a los gobiernos con los monolitos, ¿lo sabías? Y no hablo de los bulos tontos de internet, hablo de las filtraciones gubernamentales que circulan por la Dark web.

Kady sonrió, recordando una conversación entre dos políticos bastante relevantes. Sus teorías le hicieron plantearse si no sería una broma de alguno de sus conocidos Hackers.

- ¿Doruí? -alzó una ceja- creo que me gustaba más Whiterabbit_117. Pero de acuerdo, puedo trabajar con eso -se rio divertida acompañándolo con un gesto de conformismo-. Si él puede ayudarme supongo que tendremos que mantener una larga e intensa conversación sobre mis capacidades -la doble intención era más que palpable.

Siguió prestando atención al dios, que parecía mucho más satisfecho por cómo había evolucionado su conversación. Se preguntó cuántas veces habría tenido que repetir aquel mismo teatro frente a otros pobres incrédulos como ella. Aunque seguro que algún loco le dio un alegría y aceptó su teoría sin contradecir ni un solo punto de ella. Pero esos... los conformistas e ilusionados eran los que más problemas provocaban luego, ya que les costaba mantener los pies sobre la tierra.

- ¿Que vaya dónde? ¿Isaiordur? -pronunció visiblemente mal mientras hacía una mueca confusa.

Sí, así era, había más como ella, pobre Dios, vaya papel más monótono le había tocado representar. ¿Por qué no los había reunido en grupo? Se le ocurrió de repente, aunque seguro que el tuerto tenía una respuesta evidentemente lógica para ello.

- En fin... creo que iré a buscar a Doruí -Kady bajó la cremallera de su chupa, mostrando un poco de su escote. Le guiñó un ojo cómplice a Odín-. Deséame suerte. La próxima vez que nos veamos traeré algunas chuches para esos pájaros, acabaremos llevándonos bien -les dijo a los cuervos frunciendo el ceño con decisión.

"No saltes al agujero Alicia" se había metido de pleno en él. Solía ser bastante más racional, pero tenía la premonición de que el raciocinio iba a dejar de ser un baremo útil para lo que le esperaba de aquí en adelante.

Odin se despidió con una sonrisa enigmática y conminándote a lanzar tus preguntas al llamado Doruí, todo fue devorado gradualmente por una niebla surgida de todos lados hasta que perdiste la visión del todo y volviste a estar enfrente del monolito con la mano posada sobre su superficie. Tenías el corazón acelerado, incluso sudando, y Whiterabbit_117, o Doruí, estaba a un lado con las manos en los bolsillos.

—Esa clase de viajes siempre te joden un poco la sesera —afirmó con sorna —. Pero desde luego, el tuerto sabe controlar la puesta en escena.

Dejó que te recuperaras con paciencia, el hombre se paseó por los alrededores tambaleando el cuerpo buscando paciencia. Mientras se movía, siguió hablando.

—Te diría que no te fíes de él, pero tampoco deberías fiarte de mi —se encogió de hombros como si aquello fuera un juego para él —. Pero al final, ninguno tenemos muchas opciones, ¿sabes? O somos nosotros, o son ellos.. y ellos.. no son buenos para ti.

Kady necesitó unos segundos para estabilizarse mientras todo volvía a la normalidad. La primera sensación fue la fría piedra del monolito bajo las yemas de sus dedos, después la luz del sol que le pareció cegadora. Parpadeó un par de veces sintiendo la brisa contra su piel sudada, el corazón latía alterado como si acabara de correr una maratón.

- Vaya, gracias, como el peor de los viajes, todos te joden un poco la sesera. Tu jefe está un poco ido de la olla ¿sabes? -trataba de recuperar el aliento.

Kady tenía muchísimo en lo que pensar. Al volver a la realidad, lo que acababa de suceder le parecía un sueño que poco a poco se desdibujaba de su recuerdo, pero había algo inquieto en su interior, era como si Odín o Wotan o como cojones quisiera que se llamase el tuerto hubiera iniciado un proceso en su disco duro y los miles de carácteres se reescribían unos sobre otros sin posibilidad ninguna de frenarlos.

- No lo hago, no me fío ni de él ni de ti -dejó escapar una carcajada-. Sería una estúpida si lo hiciera, seguro que ya ha habido alguna niña tonta que se ha rendido a vuestras tretas imaginándose a sí misma en la maldita Hogwarts o siendo parte de la puta compañía del anillo.

Sí, se estaba recuperando, el sarcasmo y los tacos volvían a su vocabulario.

- ¿Ellos o nosotros? ¿Seguramente ellos digan lo mismo de vosotros? No todo es blanco o negro White_Rabitt, en ninguna historia -le espetó con crudeza.

Kady bajó de un tirón la cremallera de la chaqueta de cuero, quitándosela, necesitaba el aire fresco, bajo la chaqueta llevaba una camisa negra de tirantes con un bordado dejando ver parte de su ropa interior así como de su apretado y firme escote. Se sentó en el suelo, apoyada en el monolito.

- Déjame tantear el terreno y ya decidiré cuando tenga la información suficiente. No lo he prometido mi lealtad al viejo, ni pienso hacerlo todavía -la chica sacó una petaca de la mochila y le echó un trago, se la tendió a Doruí- y creo que ese cabroncete te ha dejado a ti el trabajo de campo. Me dijo que quizás tú tendrías más respuestas para mí sobre mis poderes. Si tienes que investigarme profundamente para ello no seré yo la que se oponga -le dijo con una sonrisa depredadora e intención claramente sexual.

El hombre soltó una carcajada, se encogió de hombros antes de responderte.

—Lleva muchos años en esto. Eso le jode la cabeza a cualquiera, incluso a él, especialmente a él.. —dijo con un tono que sugería que había mucho más de lo que aparentaba —. Pero aun así.. Es mucho más inteligente que todos nosotros. No te aconsejo subestimarlo.

Sin perder el tono socarrón que esgrimías, Doruí mantuvo esa sonrisa burlona a media altura. Te dirigió un asentimiento que reconocía su cautela, que la valoraba, y te respondió al asunto de los bandos.

—Oh, eso esta claro. Pero un bando pretende matarte para conseguir sus fines y otro bando te quiere dar la oportunidad de defenderte —resumió con sencillez —. ¿Conoces Framtide? Seguro que sí. Todo el mundo conoce Framtide. Quienes lo dirigen te harían pedacitos para obtener tu alma, y fortalecer las suyas. No tendrán ningún reparo, créeme.

Framtide, una de las corporaciones tecnológicas más importantes y extendidas de todo el mundo, era de origen escandinavo. Todo lo que en el mercado se vinculaba a la tecnología, desde la rama médica a la de comunicaciones, Framtide estaba vinculado de algún modo. Probablemente habías tenido alguna relación puntual con sus hackers o trabajado como freelance para ellos, era quizá la única organización a la que jamás se te ocurriría joder pues, en el submundo en el que te movías, era conocido que quien jodía a Framtide tenía los días contados.

—¿Así? ¿Sin una cita previa? —se cruzó de brazos con una sonrisa socarrona —. Invitame a cenar al menos, ¿no crees? Luego.. exploraremos a fondo esas capacidades tuyas.

- Claro que conozco a Framtide, ¿quién no lo conoce? -dijo con obviedad- ¡Vaya, qué simpáticos! Eso no lo dicen en su publi, espero al menos que esté en la letra pequeña de sus contratos.

Kady se apartó el pelo hacia atrás sonriendo sarcásticamente.

- Ya tuvimos una cita ¿recuerdas? -en la preciosa azotea de un restaurante- si no hubieras sido tan tímido podríamos haber cenado juntos -le guiñó un ojo bromeando.

Kady le observó de nuevo como una leona rondando a su presa: cauta, pero letal. Se levantó del suelo, recuperando su petaca y le dio otro trago. Con un medido gesto, que podría parecer hasta ensayado, pues era demasiado perfecto, se enfundó la chaqueta de cuero y la cerró hasta arriba.

- Vamos -le hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera- la verdad es que tengo hambre, voy a llevarte a comer el mejor "Ramen" de Seattle. Luego espero que encuentres la manera de agradecérmelo adecuadamente -sonrió con picardía-. Tengo un segundo casco, te llevo en la Harley y... -se acercó a él hasta susurrarle al oído- te dejo meterme mano durante le camino.

Se separó de él para mirarle antes de empezar a caminar, dejándole detrás. Si había algo de lo que Kady estaba orgullosa era de las perfectas líneas de su culo, se encargó, encaminando el paseo, de que fuera uno de los lugares donde se posaron los ojos de Doruí.