Partida Rol por web

No fueron aliens los que te abdujeron, no apostarías, al menos. Pero paso tras paso, la llamada de aquel monolito se iba haciendo cada vez más irresisible. Volviste la mirada hacia Burrough y, cual alucinación, le viste de una forma tan alucinante como.. ¿irreal? El señor Burrough era una cabeza de pelo lacio y semblante triste, solo una cabeza, enorme, eso sí.. flotando imposiblemente sobre el suelo. Pero aquello fue una visión fugaz, estrambótica, pues cuando tocaste la superficie lisa del monolito cambió todo.

El cielo era oscuro y sin estrellas, pero brillaba por las lenguas de fuego que lo cruzaban. La luna se derrumbaba quebrada sobre la tierra y la tierra estaba bañada por una devastación que hasta había hecho brotar ríos de lava del subsuelo, infinidad de banderas, lanzas y enseñas rotas eran los únicos bosques que quedaban y un océano de cadáveres de indistinta raza, condición o naturaleza inundaban hasta donde podías ver. Quizá lo más horroroso era que, incluso sobre aquel cementerio de muerte absoluta, la batalla continuaba. Hordas de criaturas pesadillescas cargaban contra filas de soldados de armaduras doradas, bestias de proporciones apocalípticas eran frenadas por lo que parecían ser personas voladoras y, en los cielos junto al fuego, se desencadenaba una batalla aérea entre criaturas que solo podían definirse como celestiales e infernales.

En medio de toda aquella vorágine de destrucción, se escuchó un cuerno de batalla y la oscuridad de los cielos fue atravesada por el mismísimo arco iris, y de él descendieron decenas de jinetes capitaneados por uno tuerto. Un trueno hizo que miraras a otro lado, el cielo volvió a abrirse para ser atravesado por un banco de nubes blancas como algodón y avanzar una cohorte de hombres y mujeres de proporciones perfectas dirigidos por un robusto guerrero que esgrimía relámpagos como si fuera su propia espada.  A la batalla también se unió una poderosa tormenta de arena de la que surgieron decenas de seres con cabezas de animales encabezados por un ser que irradiaba luz por si mismo. 

Así, como llamados a la batalla, se fueron uniendo centenares de estos guerreros sobrenaturales con las más variopintas estéticas y que, no te cabía duda, debían ser.. ¿dioses? ¿dioses de distintas mitologías?

Los dioses chocaron contra las filas demoníacas conformadas por criaturas gargantuescas, tanto monstruosas como humanoides, demonios y criaturas infernales que combatían frente a las huestes divinas en una salvaje batalla sin cuartel. Entre las filas de estos infernales también había guerreros preponderantes, equivalentes a los dioses que habían llegado al combate, y que se lanzaban contra sus homólogos en una lucha fratricida.

En cada choque la tierra temblaba y se quebraba, y entonces viste morir a tantos de esos dioses. Uno tras otro, matándose los unos a los otros, cayendo ante bestias y antiguos aliados. Y con toda esa tragedia, el mundo empezó a romperse, pero antes de que lo hiciera todo se congeló y tomó un filtro gris, apagado. En medio de toda aquella destrucción apareció una figura, sombría, apoyada en un báculo y acompañada por dos cuervos en los hombros.

—No es lo que uno espera ver cuando cree que su destino va revelarse, ¿verdad? —dijo con voz socarrona, el hombre se acercó a ti atravesando sin dificultad el campo de batalla, se detuvo ante ti, a unos tres metros —. Y, ahora, es cuando surge la duda.. ¿qué es esto? ¿qué significa? ¿quién soy yo?

 Ciertamente la imagen de aquel hombre como una cabeza flotante causaría una visible confusión y sorpresa en mi rostro, más sin tener tiempo a siquiera reaccionar lo suficiente acabaría tocando aquel monolito que me llevaría a una visión más allá de lo esperado.

 El escenario apocalíptico, protagonizado por distintos individuos de distintos bandos y visibles rasgos característicos, unos más desagradables pero no por eso menos llamativos que los otros. No era capaz de decir nada, apenas y lo estaba procesando cuando de pronto continuó apareciendo gente, grupos de personas únicas y fantásticas que solo imaginaría ver en películas de ficción.

El tuerto te está esperando...

 Pensé brevemente en las palabras del señor Burrough al ver a aquel tuerto llegar con su ejército, sin poder darle mayor atención antes de que la batalla continuase desencadenandose sin un visible fin, a diferencia de aquel que parecían haber recibido muchos de los dioses que lucharon en aquel enfrentamiento capaz de hacer pedazos el mundo…

 -... -pasando entonces a un repentino escenario grisáceo, en presencia de aquel hombre con un par de cuervos en los hombros, me quedaría en silencio durante unos segundos antes de que esté se acercarse, momento en el que abrí la boca para decir algo pero me quedé congelado cuando esté mismo dedujo lo que iba a preguntar: era natural, ¿qué más se podía preguntar?. -. Ciertamente, todo es… -no tenía palabras para describirlo.

 En cualquier otra situación habría asegurado que se trataba de una especie de experimento social o broma de cámara oculta, pero por más que pudiera decirlo en voz alta mi inconsciente me intentaba convencer de que aquello era real… ¿Por qué…?

 -¿Qué significa esto? ¿Qué le sucedió al Señor Burrough? ¿A todo...? -realmente no estaba asustado, y tal vez no tan preocupado como debería, pero lo que si sentía ahora era curiosidad...

—¿Esto? —miró a su alrededor con cierta sorna, pero calmado. Los dos cuervos graznaron sobre sus hombros —. Un recuerdo. Un eco. Algo que pasó hace mucho, y que puede volver a pasar —hizo una pausa grave y bajó la cabeza —. Que por desgracia.. volverá a pasar..

Alzó su mirada al escuchar que preguntabas por Burrough, su único ojo brilló revelador.

—¿A Mimir? Nada.. sigue ahí. Esperando —respondió con sencillez —. Esa vieja cabeza es dura de roer. Me enteré lo que le pasó, por desgracia.. el destino te fuerza siempre a que asumas el papel que tiene predestinado para ti.

El hombre caminó lentamente, y los cuervos alzaron el vuelo.

—Contemplas el final del mundo, del anterior, para ser exactos —aclaró con calma —. El ciclo sin fin de lo que pasó y volverá a pasar.. por desgracia.. —te invitó a seguirle. Todo permanecía detenido en aquella suspensión mágica, si llegabas a tocar algún elemento, lo atravesabas como si no estuviera allí. Aun con esta posibilidad, tu misterioso anfitrión sorteaba los obstáculos como si realmente estuvieran allí.

 Todo aquello ciertamente parecía sacada de una de esas historias de ficción sobre profecías e leyendas antiguas, y la manera tan "natural" en la que estaba sucediendo todo me colocaba en una posición donde no sabía si debería sentirme extraño o no. Mentiría si dijese que no estaba sorprendido, y hasta preocupado, pero claramente no lo demostraba, o no tanto como alguien normal debería...

 -¿Por qué pienso que eso de "cabeza dura de roer" no es algo metafórico? -después de todo, el anciano se había descrito como una cabeza atrapada en un cuerpo, y la visión momentánea antes de llegar allí me había dado una imagen similar. Llegados a este punto, dudaba de que fuese una simple coincidencia de la que el señor Burrough no estuviese enterado: él me había llevado allí, ¿por qué...?

 La manera en la que todo se encontraba tan presente, pero a la vez fuera de mi alcance, era como un sueño, una película espectada desde adentro sin poder ser capaz de interactuar de ninguna forma a pesar de tener todo delante...

 -¿Dices que el mundo ya ha sido destruido, y que volverá a suceder...? -pregunté. -. ¿Como es eso posible?

El hombre se permitió una sonrisa burlona al hablar de la cabeza dura de roer, casi los cuervos se unieron a él graznando.

—Aprendes rápido, muchacho —concedió con un asentimiento, a lo que añadió con una sonrisa divertida, pero tranquila —. No creo que una cabeza de gigante fuera una imagen muy convencional para el mundo que vives, ¿verdad?

—Ha habido muchos ciclos de renacimiento y destrucción. Este mundo es el siguiente, pero.. algunos de los que vivimos entonces sobrevivimos, nos conjuramos para evitar la destrucción de este —contó mientras caminaba mansamente por el congelado campo de batalla —. Esto que ves.. no debería pasar de nuevo, pero.. por desgracia.. las encarnaciones de los dioses de antaño están despertando de nuevo. El fin es inevitable, pero.. aun tenemos una oportunidad. Y aquí es donde entras tú.. y otros como tú.. sangre nueva, los herederos de los que ya no están ni volverán.. —se detuvo mirándote fijamente —. Los nuevos dioses del nuevo mundo.. y uno que espero que permanezca libre de su Juicio Final..

 -Bueno, no es lo que uno se espera -respondí con algo de humor intentando no darle muchas vueltas al asunto de... ¿Mimir?

 Las palabras de aquel hombre no podrían parecer más sacadas de alguna especie de trama de película, solo le faltaba narrar una profecía y fijo que ya le daba para varias secuelas... Pero sin importar cuantas comparaciones y bromas pudiese hacer ahora, realmente aquello me resultaba serio, sobre todo porque a menos que me despertase siendo trasladado a un hospital donde me dijesen que estuve en coma o drogado de alguna manera, no podría negarme que aquello era real...

 -¿Dices que los dioses que provocaron la destrucción del mundo están regresando, y que yo soy una de las personas que tiene que evitarlo...? -en mi expresión se podía notar que no estaba muy convencido. -. Supongo que aquellos que se quejaban de mi diciéndome que me creía Dios se podrán tragar ahora sus palabras... -me cruce entonces de brazos, un tanto pensativo. -. ¿Como funciona? ¿Ahora de la nada resulta que estoy destinado a salvar al mundo?

Al tuerto le hizo gracia tu reacción cuando te lo contó, como si mentalmente lo comparara a otros con los que, quizá, había tenido una conversación similar. Con una sonrisa ligera, aunque con un claro componente trágico, el hombre matizó tus palabras.

—No solo fueron dioses.. definirlos es.. complicado. Monstruos, la esencia de la Oscuridad y el Caos.. cada mitología le da un nombre —respondió mientras asentía —. Lo que se acerca es inevitable, pero su resolución dependerá de ti y otros como tú. En esta ocasión, estáis avisados, podréis prepararos.. pero aún así, será una tarea titánica.

Parecía que tu resolución agradaba al hombre, los cuervos graznaron, pero no les prestó atención.

—En el mundo antiguo, los dioses nacían como tal, pero en este nuevo.. las reglas han cambiado —explicó con calma —. No, no naciste con tus poderes. Eras un mortal, pero.. igual que el ciclo de nacimiento y destrucción, la esencia de los dioses de cada mundo se traslada al siguiente. En vuestro caso, en el tuyo, una de esas esencias se vio atraída por ti, dotándote del dominio al cual perteneciera el dios al que perteneció —empezó a caminar tranquilamente a tu alrededor —. Los monolitos son una herramienta para acelerar el proceso, para despertar estas capacidades que tardarían demasiado tiempo en desarrollarse. Un.. "truco".. si lo prefieres, pero el tiempo no es algo de lo que dispongamos. Tus poderes irán despertando ahora, si es que no lo han hecho ya y no eres consciente de ellos.

Te pusiste a pensar en algún momento reciente en el que demostraras tales poderes, pero no se te ocurrió nada concreto ni reseñable. Aunque te acordaste que hace poco te era mucho más sencillo levantar o mover pesos, o que el otro día, cocinando, debiste quemarte con el aceite, pero no sentiste nada. ¿Quizá se refiere a estas capacidades?

 -Entonces no soy el único... -concluí por las palabras del tuerto, acariciándome la barbilla pensativo antes de volver a preguntar. -. ¿Y como se que el resto cumplirá su parte? Digo, el poder de un Dios en manos equivocadas podría ser peligroso...

 Continuando prestando atención a las palabras del hombre, me haría una idea sobre como funcionaba el asunto de los poderes y su traspaso a través de los mundos destruidos... Sonaba a profecía antigua por todas partes, y seguramente seria un buen libro para publicar.

 -¿Y cual seria mi dominio? -pregunté curioso, pensando en los eventos más recientes a los cuales, naturalmente, no presté atención en su momento: era normal hacerse más fuerte y resistente... -. Supongo que algo he mejorado, últimamente tengo más fuerza y no me duelen algunas cosas, pero me suena más a super-héroe genérico que a un Dios, de esos de los comics con un traje de mallas y una capa -comenté con sinceridad, siendo que aunque tenía cierto conocimiento sobre dioses, uno muy básico y esencialmente sobre los más famosos, no me hacía una idea de la "esencia" que pude haber llamado... -. En todo caso... Supongo que no puedo negarme, ¿cierto? -ciertamente era irónico estar hablando hace poco con mi cliente sobre desafiar al destino par que venga este a decirme que tengo que hacer, aunque no era como si me fuese a negar realmente.

El dios se encogió de hombros ante ti reforzando su actitud enigmática en el proceso, no es que le vieras cara de alguien que no lo tiene todo previsto, pero le podías ver que también era parco en detalles.

—Sé elegir con quién trabajar. Se me dan bien las personas y ver sus subterfugios —sonrió levemente —. Los dioses no son de fiar, eso lo irás descubriendo con el tiempo, pero.. a todos los dioses les gusta conservar su poder. A todos sin excepción, y esa razón es bastante convincente cuando la otra opción es morir.

El tuerto dio unos pasos lentos junto a ti, los cuervos graznaron y te respondió con un nuevo encogimiento de hombros.

—Eso es algo que lo irás descubriendo por ti mismo —te respondió con calma —. Pero ahora que el proceso ha empezado, los poderes se irán despertando cada vez más deprisa. Y no, no puedes, ¿Acaso uno puede negar su propia naturaleza? —le miró de soslayo —. Soluciona tus cosas aquí. Y cuando lo hagas, ven a Ísafjörður. Allí conocerás a otros como tú.

 -Bueno, supongo que tendré que confiar en ti -me conformé de inmediato, sabiendo que en todo aquel asunto realmente no tenía voto alguno: de repente me habían contratado para un trabajo que ni siquiera creía posible, y tendría que confiar en que no me tocaría ser "el que hace todo"... -. ¿Todos los dioses son malos y traidores entonces? -pregunté con cierta curiosidad cuando mencionó que ninguno era de fiar. -. Y a todo esto... ¿Quién eres tú? ¿Como puedo llamarte? -llegados a este punto, al menos podría saber su nombre para no dirigirme a él como "el tuerto de los cuervos".

 Parecía que no podría conocerlo todo al principio y tendría que ir averiguando y acostumbrándome a lo que sea que haya obtenido conforme la marcha, sin ocultar mi confusión al escuchar el nombre que mencionaba seria mi destino.

 -Perdona, ¿a donde dices que tengo que venir? -esperaba ser capaz de memorizar la pronunciación y qué, con suerte, internet me dijese donde era: internet, o el destino que me había escogido.

El hombre se encogió de hombros con aire ambiguo y una sonrisa de truhán.

—No deberías confiar del todo en mi —te dijo sin sonrojarse —. Pero te aseguro que lo que quiero es en beneficio de todo este mundo, para inmortales y mortales. Y no, no todos los dioses son malvados y traidores, ¿Acaso todos los mortales lo son?

Cuando le preguntaste directamente por su nombre, el dios respiró hondo y los dos cuervos graznaron. Acabó por mirarte con su único ojo con fijeza previo a responderte.

—En los últimos tiempos me llaman Oliver, pero.. si lo prefieres, puedes usar mi nombre antiguo.. Wotan —cuando este pronunció el nombre, el ambiente pareció encresparse en una suerte de electricidad estática, fue apenas un instante, pues enseguida decreció —. Ísafjörður. En Islandia. No te preocupes, Mimir podrá.. —en ese momento el hombre se quedó en silencio, miró hacia un lado y frunció el ceño —. Te han encontrado. Quería evitarte esto, pero últimamente.. —suspiró, susurró algo a uno de sus cuervos que salió volando —. Has de volver. Te queda poco tiempo.. Mimir te podrá poner al día. Ve..

El repentino cambio de ritmo fue inesperado. Toda esa visión empezó a diluirse en niebla, hasta que gradualmente el paisaje de Central Park fue regresando a tus ojos. Nada parecía haber cambiado, el monolito seguía delante de ti, ya la voz de Burrough, o Mimir, te sacó del trance.

—Ya has hablado con ese bastardo, ¿eh?

 -Pues vaya, alguien en quién debo confiar pero no del todo, ¿estás seguro de que no eres humano? -respondí un tanto bromista antes de escuchar su punto de vista sobre los dioses, haciendo un gesto de "bien jugado" cuando hizo aquella comparación con los mortales: ciertamente, la diferencia entre unos y otros era abrumadora, e incluso en aquellos de los cuales se esperaba algo en específico por X o Y siempre podían surgir personas completamente distintas...

 La manera en la que el ambiente se electrificó por la mención de su nombre me haría sentir una gota de sudor frío por la frente, ciertamente con falta de costumbre a esas cosas, pero mi sonrisa no haría gesto de desaparecer. Dado que no podía negarme a nada, al menos me aseguraría de disfrutar lo que sea en lo que me habían metido, y desde el principio ya apuntaba a ser algo grande.

 -¿Por qué ese "te han encontrado" me suena a problemas...? -comenté enarcando una ceja. Nunca podía ser "Te han encontrado, los que te ayudarán y facilitarán tu trabajo en un 90%", no, siempre era un "Te han encontrado, los malos que quieren molestar tus planes de evitar los suyos". -. Intentaré no tarde problemas, pero primero quiero enterarme bien de que va esto.

 Y mientras aún sonreía al tuerto, acabaría regresando al "mundo real". Tardaría más tiempo del necesario en reaccionar, siendo que para cuando escuché la voz de Burrough me sobresaltaría ligeramente antes de apartarme del monolito y darme la vuelta hacia él.

 -Déjame adivinar: a ti no te ha dado la misión de salvar al mundo, ¿cierto? -respondí, notando un obvio desprecio por parte de "Mimir" hacia el tuerto. -. Me dijo que tengo que ir a Islandia, que tú podrías... Y entonces dijo que me encontraron. ¿Qué procede, "Mimir"? -eso de los nombres antiguos me hacía gracia, y no podía evitar soltar una leve risa al referirme al hombre en silla de ruedas de aquella manera. -. ¿Y ahora como le explico todo esto a Selene? -era lo que más me inquietaba de momento.

El lisiado te miró con el mismo semblante de siempre. Ceñudo, enojado y gruñón, a tu comentario soltó un bufido tan típico de él.

—Yo no salvo nada. Solo he de aguantaros a los que creéis que podéis hacer algo al respecto —resumió mientras movía la silla a un lado —. Te manda a Ísafjörður, ¿verdad? Es capaz de moverse por todo el mundo y el cabrón sigue mandando a la gente al culo de este.. —suspiró mientras te conminaba a llevar su silla.

—¿Qué procede? Se supone que tus poderes irán despertando a partir de ahora.. para eso son los monolitos —explicó mientras miraba a todos lados.

Después de lo que dijo, tuviste una sensación horrible, terrible. Algo iba mal, muy mal. Era difícil de definir o describir, era una nítida inutición de que algo muy malo iba a pasar y que, irremediablemente, estaba relacionado con Selene. No sabías qué, cómo, por qué.. pero aquella perturbación te hizo presentir lo peor.

 -Así que eres una especie de guía en todo esto, ¿no? ¿Tendré algún trato especial por ser tu fisioterapeuta? -comenté bromista, escuchando sus quejas sobre el hombre tuerto antes de acercarme a tomar su silla y empezaba a caminar lejos del monolito.

 Parecía que el asunto de que mis poderes irían despertando seria lo primero para lo que tendría que prepararme, aparte de aquel viaje que aparentemente tenía que hacer, pero antes de poder darle más vueltas a esos temas un escalofrío recorrería mi cuerpo. De manera casi antinatural, frunciría el ceño y apretaría un poco las agarraderas de la silla de ruedas. Era alguien consciente de que el mundo era un lugar peligroso, y que siempre podían suceder accidentes y otras cosas malas, pero con lo sucedido recientemente aquel presentimiento escarbaría en mi interior despertando mis peores temores.

 -No te cobraré por hoy -avisé al Señor Burrough antes de detener su silla y soltarla, pasando corriendo junto a él dispuesto a buscar la salida más cercana de la plaza. -. Esto ya no es gracioso... -comenté en voz baja mientras corría, buscando en uno de mis bolsillos mi teléfono para poder marcar a Selene. Habían pocas cosas que me preocupaban en el mundo, y una de ellas era que yo estuviese completamente seguro de que algo iba a salir mal...

—¿Guía? Yo solo soy el guardián del conocimiento, y todo el conocimiento y poder exigen sacrificio —respondió severo —. A veces uno.. demasiado alto.. —dijo sombrío, acongojado. Casi fue el vaticinio de futuro, porque cuando saliste corriendo preocupado por Selene no se quejó, de alguna manera.. sabía lo que estaba a punto de suceder.

El teléfono empezó a dar tono.. uno.. dos.. tres.. no había respuesta, la angustia empezó a adueñarse de ti, pues un segundo intento también se terminó sin respuesta. Selene no cogía el teléfono, no miraba los WhatsApp, aquello era raro.. estaba permanentemente pegada al ordenador y al teléfono.

En tu cabeza sonaban las funestas palabras del señor Burrough.. "todo conocimiento y poder exigen sacrificio"..

 -Y una mierda... -me decía a mi mismo cada vez que escuchaba las palabras del Señor Burrough en mi cabeza. Yo no había pedido nada de aquello, y mucho menos lo habría pedido si involucraba de tal manera a Selene.

 Todos mis temores se empezaban a acumular según me iba percatando de que cada vez sucedían cosas más raras, haciendo que apresurase el paso hacia el apartamento que compartía con ella, pagando el transporte que fuese necesario de verlo accesible, siendo que no me quedaría parado a esperar un taxi: o lo tomaba de camino, o acabaría llegando a pie.

 -¡Selene! -gritaría según iba entrando al edificio donde vivíamos y subía a toda prisa las escaleras, esperando que para cuando llegase al apartamento ella ya hubiese salido a ver que sucedía...

Te sentías impelido a una carrera contrarreloj para llegar a Selene. Habías alcanzado una velocidad que te sentías deslizar sobre los escalones y, de no haber estado tan preocupado por tu novia, te habrías dado cuenta que así era. Cuando alcanzaste la puerta del apartamento, la encontraste abierta como si fuera una terrible antesala de lo que terrible que estaba por llegar.

A trompicones y con el corazón a mil por hora, encontraste a Selene, sentada en penumbra en la silla donde solía trabajar. Lo primero inusual era que tenía la pantalla del portátil apagada, luego viste que estaba muy rígida, temblorosa. Y aunque el primer instinto fue echarte a abrazarla cuando al escuchaste sollozar, ella te detuvo.

—No.. No te acerques.. Vito.. no.. por favor.. —suplicó llorosa —. Vito.. no.. yo.. lo siento, yo no..

En la penumbra viste el brillo de sus lágrimas en las mejillas, la hinchazón de los ojos por ellas, y antes de cualquier reacción una voz masculina con acento hindú se propagó en la oscuridad.

—Yo le haría caso, muchacho —era una voz fría, desapasionada —. Ella no tiene porque salir herida. Te quiero a ti. No hagas ninguna tontería, o ella pagará el precio.

De la habitación salió un hombre no muy imponente, pero que enseguida percibiste una poderosa aura de maldad que impregnó todo el salón. Te fijaste en él, tuviste algo que solo podía describirse como una pareidolia, pues donde viste la cara, por un instante, tuviste la sensación de ver hasta diez cabezas superpuestas para volver a ser solo una. El hombre llevaba gafas de sol, incluso en aquella penumbra, toda la estampa de aquel hombre era.. siniestra.

 Juraría que pocas veces había sentido esa adrenalina en el cuerpo: no era de limitarme al momento de ejercitarme, pero querer llegar a Selene cuanto antes me hizo sentir que aún podía ir más rápido, no obstante mis preocupaciones continuaban aumentando, y temía no poder llegar a tiempo, augurio que solo empeoraría al encontrar la puerta de aquella manera.

 -¡Selene! -la vi en su silla, acercándome rápidamente antes de detenerme en seco por sus palabras. Algo dentro de mi se rompió al verla llorar de esa manera, suplicando porqué no me acercase sin ser capaz de siquiera explicarse, segundos antes de que aquella figura se mostrase.

 Mi inquietud se había transformado en molestia, reflejada con una mirada penetrante que se clavaría sobre aquel hombre que, a pesar de lo que me gustaría pensar, portaba un aire intimidante y antinatural: ¿acaso era uno de ellos...?

 -Está bien, aquí me tienes -declaré soltando mi mochila y dejándola caer al suelo, antes de levantar las manos en señal de rendición. -. No le hagas nada a Selene, y no intentaré nada...

 Estar en aquella posición me llenaba de una sensación de humillación, dolor, impotencia... ¿Esto era por lo de los monolitos y los dioses? ¿Por qué tenía que involucrar a Selene? ¿Por qué no podían venir por lo que querían sin amenazar a las personas inocentes...?

 -¿Qué es lo que quieres? ¿¡Quien eres!? -empecé a exigir respuestas.

El hombre se paseó por la habitación con cierta desidia, pero a cada paso que daba las sombras de la estancia parecían agitarse, como si reverberasen cada vez que daba una pisada. Cada vez que pasaba eso, Selene se estremecía, sollozaba con más fuerza absolutamente aterrorizada.

—Sé que te tengo, muchacho. Te tengo desde el mismo instante en el que me dijeron que viniera a por ti —declaró con arrogancia, se fue a la mesa de la cocina americana que teníais y cogió una manzana —. Has de saber que esto no es personal, nunca lo es para mi. Pero tampoco lo lamento. Es decir.. —le pegó un mordisco a la manzana, siguió hablando mientras masticaba —. ..seas tú, otro.. da igual. Una vida importa poco en el gran devenir de las cosas, ¿sabes?

Siguió moviéndose hasta ponerse detrás de Selene que seguía temblando.

—Tranquila, chica. Tranquila.. —dijo mientras le acariciaba la mejilla con el dorso de la mano, hizo el gesto de mirarte con una sonrisa ácida, casi perversa —. Es hermosa. No me cabe duda. Sería una buena reina para mi..

Al escucharte exigir respuesta, se detuvo, te miró y, en ese instante, sentiste un escalofrío sobrenatural que te paralizó. Incluso a través de esas gafas oscuras sentiste un fuego infernal estremecedor.

—Si has de morir en mis manos, al menos es justo que sepas mi nombre, mortal. Yo soy Rávana, señor de los asura —un silencio ominoso siguió a su declaración, y que apuntaló con un perverso gesto —. No te preocupes. Tu chica, sobrevivirá a ti.. un tiempo más al menos.

Las sombras que se estremecían empezaron a arremolinarse a tus costados, tomaron formas humanoides y una cacofonía de susurros incomprensibles empezó a brotar de sus formas. Sentiste una retención muy física, y un dolor lacerante en los brazos donde te agarraban. En lo más profundo de tu ser sentiste una oleada de impotencia e injusticia, una sumisión intolerable y en ella, en lo más profundo, un brillo dorado empezó a manar del centro de tu alma. Sentiste un vigor sobrenatural irradiando tu cuerpo, tus músculos, todo tu ser y te sentiste, incluso, capaz de deshacerte de esos captores intangibles en el acto.

—Vaya.. vaya.. —murmuró Rávana percibiendo lo que te estaba sucediendo.

 Las palabras de aquel hombre cada vez parecían más sacadas de alguna película de mafiosos, donde se enviaba a alguien para "hacer el trabajo". Su forma de comportarse, las reacciones de las sombras, el temor latente de Selene... Todo me estaba inquietando más que cualquier cosa en mucho tiempo.

 -¡Tsk...! -por otro lado, mi ira se intensificaría al ver como se atrevía a tocar a mi chica, uno con el que intentaría disimular la desagradable sensación que me recorrió al tener clavada su mirada.

 Aquel nombre, aquel título, no podía ser otra cosa: era un asunto de la guerra entre los dioses.

 -¡Argh...! -no pude contener un grito al sentir a aquellos seres sombrios aferrarse a mis brazos, clavándoles mis peores miradas mientras apretaba los dientes.

 Todo mi cuerpo ardía, mi cuerpo se iba a romper, sentía que en cualquier momento mi propio ser seria abrazado por las sombras hasta no quedar más que restos... Pero entre todas aquellas emociones, un resplandor.

 Presentándose como una brillante esencia dorada, me bañaría en su aura lumínica segundos antes de que empezase a forcejear con las sombras, liberando uno de mis brazos para inmediatamente tomar de la "cara" a una de las sombras que anteriormente lo sujetaba, y entonces usarla para golpear a las que tenía a mi alrededor y así apartar a algunas. Por supuesto, estaría preparado para continuar recibiéndoles, bloqueando y esquivando mientras devolvía puñetazos y patadas, recubierto por aquel poder divino que me dotaba de un poder más allá de lo humano: no era todo poderoso, la sensación de sus manos aún me provocaban dolor y alguna herida, pero cualquier daño seria insuficiente...

 -Hmph... -honestamente sorprendido, pero sin dejarme reflejarlo en mi expresión, pasaría a clavar mi mirada de odio sobre Rávana. -. Deja ir a Selene... -exigí, pisando la cabeza de una última sombra que había quedado tumbada en el piso delante de mi.