-Sé muchas cosas, cariño. ¿De qué me hablas?
De las quimeras contagiosas. Del clima de hostilidad que parece reinar en el lugar. De lo que acabas de decir sobre San Francisco
Se removió en el sitio, inquieto
El Mundo Gris está patas arriba, pero hay algo más. Todos lo notan, pero nadie habla de ello
Respuesta alternativa: "De lo zorra que eres, de eso te hablo, querida"
-Ya me he cansado de daros información gratuita -contestó atusándose el pelo-. Puede que os haya dicho alguna cosilla suelta sólo por lo encantadora y educada que se vuelve Van Doren cuando quiere algo, pero el resto de información tiene un precio. Si queréis que os diga lo que sé, vais a tener que pagarme. En dinero físico o en Barcia, no me importa. Y va a tener que ser ahora. ¿Hacemos el trato?
-Para ti, siempre -contestó Van Doren al comentario sobre su educación-. Escucha atentamente porque esto es un hito en tu historia. Aunque me hubiese gustado que me hubieras puesto las cosas más difíciles te voy a dar lo que me pides. Así que di una cifra.
-Cincuenta dólares -dijo ella sin dudar.
50 dólares de entonces equivaldrían a unos 120 de ahora. O sea, unos 100 euros.
Van Doren alzó las cejas y miró a Pandora con cara de "me estás tomando el pelo".
-Espero que ese precio sea el de un completo al menos...
La pooka no quería perder más el tiempo, así que abrió el bolso, sacó tres billetes, y le tendió uno de veinte a Pandora con el morro fruncido. La mujer lo sujetó con la fuerza suficiente para que la sidhe tuviera que tirar un poco de ellos para sacarlos de entre sus dedos.
-El resto te lo daré cuando termines.
Pandora tomó el dinero con un solo movimiento y sostuvo la mirada de la pooka hasta que se lo arrancó de entre los dedos.
-Vuestro amiguito Garin se ha metido en un buen lío. En alguna parte de vuestro polvorienta mansión debe de haberse topado con algún hechizo secreto y ha invocado esa cosa que ronda por la ciudad. Se le ha ido de las manos y no sabe cómo pararla. Se está haciendo cada vez más grande y tiene ganas de comer, y Garin no quiere ser su plato principal. Por eso pidió que lo protegiéramos. Pero me temo que no queremos ese tipo de enemigos. Que se ocupe su amorcito. ¿Me das mis otros treinta, preciosa?
-¿Treinta? Eran diez más -dijo a sabiendas de que aquello no le iba a gustar nada a Pandora-. Pero te voy a dar los otros veinte para asegurarme de que no te voy a volver a ver jugando con ninguno de mis asociados.
Nada más decir esto Van Doren se acercó a la sidhe y le metió los treinta directamente en el escote.
-Cómprate algo bonito -apuntó mirándola del mismo modo que ella le miraba. Si la sidhe se pensaba que le iba a ganar a prepotencia estaba muy equivocada-. Nadim, vámonos.
Nadim asintió, en silencio, antes de seguir a Van Doren. En el último momento, sin embargo, se giró y pareció que iba a añadir algo. Sin embargo, debió de pensárselo mejor, porque al final cerró la boca y dio la espalda a la sidhe y su banda
Pandora mantuvo la cara de póker mientras Van Doren sacaba el dinero y se lo daba. Le dedicó una sonrisa y dejó que se fuera, pero cuando la pooka se separó unos metros, la sidhe dijo en alto:
-Yo que tú tendría cuidado, Van Doren. Trabajas y vives en la misma casa. Sería una pena que le pasase algo.
Van Dorens e volvió un momento para mirar a Pandora con el ceño fruncido y después se dispuso a alejarse tomando a Nadim del brazo.
-Hija de puta...
La sidhe no iba a arriesgarse a enfrentarse a ella y a los suyos por algo así y la pooka lo sabía. Pero no le gustaba la idea de ir enemistándose poco a poco con ella. Ese tipo de relaciones siempre acababan mal.
Horas más tarde, una figura solitaria regresaba a Panhandle. A esas horas, a Nadim no le hacía demasiada gracia ir solo al parque... Pero tampoco estaba totalmente vacío. Y, de alguna manera, sabía que debía hacer lo que iba a hacer. No tardó en encontrar al grupo de Pandora. Para cuando esta cruzó su mirada con él, ya se había mentalizado de que recibiría una buena dosis de desprecio, o de burla. Le daba igual. Nadim nunca había sido alguien especialmente orgulloso... Al menos, no en ciertos asuntos
Hola. Otra vez
-Hola otra vez -repitió Pandora, que había vuelto a sentarse en el banco como reina de su pequeña corte-. ¿Qué no has entendido, chico?
No he venido a preguntarte sobre eso
Nadim parecía algo incómodo, como si no estuviera seguro de lo que estaba haciendo. Fingir siempre se le había dado bien
Verás... Normalmente no me habría replanteado la opción de recurrir a ti. Todos sabemos la fama que tienes No pudo mirarla a los ojos mientras lo decía, pero tampoco se echó atrás al seguir hablando Pero la cosa está jodida, tienes razón. Y no tengo pensado quedarme mucho tiempo por aquí...
Parecía que le costaba decir lo que tenía pensado, por como estaba yéndose por las ramas...
-Deja de andarte con rodeos -espetó la nocker apretando el puño.
Pandora la chistó.
-Que hable. Te escucho, eshu -dijo la sidhe-. Soy muy razonable; más de lo que parece, pero todo depende de las condiciones.
Nadim asintió
No hay condiciones. Quiero tirar la casa por la ventana
Miró hacia los lados, inquieto, como si alguien pudiera estar escuchándoles
Y no conozco a nadie más para hacerlo
Pandora se levantó del asiento. Le hizo un gesto al tipo bajo y fuerte para que la siguiera a cierta distancia y otro a Nadim para que echasen a andar.
-Te escucho, ahora sí. Estamos solos.
Nadim no pudo evitar una breve mirada de recelo al acompañante de la sidhe, pero no dijo nada
La verdad es que ni yo mismo lo tengo claro. Sé que estoy harto de las tramas que se montan en la mansión, harto de que todos evalúen lo que hago a cada paso que doy. Harto de ceñirme a unas reglas que yo no elegí. Nadie me dio a escoger cuando vine a este sitio, y mis pies ya empiezan a susurrar canciones de viaje y partida. Estas quimeras son solo el principio, lo dos lo sabemos. Se acercan tiempos de cambio, y todo ese... Protocolo... Toda esa falsa virtud sobre la que se escudan va a convertirse en polvo. Dust in the wind. No quiero estar aquí para cuando ocurra. Quiero follar, quiero drograrme y quiero saquear como si no hubiera un mañana. Abrir mi propia caja de Pandora, si ese término te parece más adecuado
Miró de nuevo a los lados, aún incómodo
Eres la única que se me ha venido a la cabeza
-Entonces lo que quieres es salir de fiesta con nosotros, ¿no? -La sidhe se sonrió-. ¿O es algo más turbio?