Partida Rol por web

¿De qué servía llamar a la razón? Ya estaba todo decidido antes de que pudiera decir nada, y prefería no ensuciar aquel repunte de ilusión diciendo cuatro verdades.

-Es mi deber guiaros y no puedo dejar que os perdáis por el ensueño, así que os acompañaré -anunció la pooka en un suspiro. Después de todo aquellas personas eran su gente a pesar de las hostilidades y debía cuidar de ellas. Además aquel viaje podía ser un buen momento para quitarse la tristeza y la banalidad de sus pensamientos, y quizá para tomar algunas decisiones importantes.

Damara cerró los ojos un momento. Estaba pensando lo tranquila que iba a quedarse en la biblioteca mientras todos iban presentándose voluntarios, y en lo mucho que iba a pasar completamente de todo aquel lío en el que seguramente ella estorbaría más que ayudar, pero la feliz idea le duró exactamente hasta que se hizo el silencio después de que Van Doren hablase, y tal y como había previsto, su boca hizo justo lo contrario de lo que debía hacerse en aquellas situaciones:

-Espero no ser un lastre para la misión -susurró, mirando a Calandra y a Shyam de soslayo.

-Ashantii... -Había susurrado el eshu cuando vio aparecer al apuesto viajero. Había quedado reflexivo y meditabundo mientras hablaba y tardó un instante en decidirse-. Yo también iré. Nunca he estado en el Ensueño y creo que tenemos que hablar. Hace tiempo que no nos vemos.

Nadim sonrió al otro eshu con gran calidez. Eskeele, en su hombro, soltó un gorjeo encantado.

-¿De verdad estáis todos dispuestos a viajar al corazón del Ensueño para buscar una cura para mí? -Lord Stevron tragó saliva, fascinado y halagado-. ¿Qué puedo decir? Estaríais salvando mi vida y os estaría en deuda eterna... ¿He sido realmente tan buen señor? Saber eso me llena el corazón de dicha.

Ashantii sonrió a Nadim a su vez con el mismo afecto que él.

-Estoy listo para partir de inmediato. No esperaba otra cosa de ti, Nadim. Te encantará el Ensueño. Su Gracia, os traeremos el remedio con la mayor celeridad posible.

Meredith miró a cada uno de ellos con los ojos llenos de lágrimas.

-Por favor... Traed esas aguas para Su Gracia. Hacedlo, os lo suplico.

El Fiona carraspeó.

-Yo, Lord Stevron ap Fiona, Señor de la Baronía del Polvo, os impongo la búsqueda de las Aguas de la Vida para que me las traigáis y pueda beberlas. Que la fuerza del León Fiona ruja en vuestros corazones y el miedo no os acompañe.

- Mi señor, le debo casi todo lo que es ahora mi vida, negarme a hacer esto por vos, sería incurrir en un pecado que jamás podría perdonarme.- digo mientras realizo una corta reverencia, mientras pronuncio-Deje su carga, para que pueda tomarla. El camino es largo, y juro que la llevaré por usted, hasta el fin de todos los caminos. Yo le traeré las Aguas de la Vida, o que el camino desaparezca bajo mis pies.- Mientras el Glamour se trenzaba en torno a mi juramento me giro hacia los acompañantes del Señor.- Meredith, Garim, hay algo que deseo hablar con ustedes antes de partir, ya que os quedaréis custodiando al Barón ¿No es así?

-Deja tu carga, para que yo pueda tomarla. El camino es largo, y juro que la llevaré por ti, hasta el fin de todos los caminos. Encontraré las Aguas de la Vida, o que el camino desaparezca bajo mis pies.

Calandra hizo una pequeña pausa antes de añadir:

-Y que mis alas no puedan salvarme de la caída.

Si prestarse voluntaria le había costado, el juramento le resultó tan natural como cabía esperar. Después de todo, ella como otros en el feudo le debía mucho a Lord Stevron.

-Deje su carga para que yo pueda tomarla. El camino es largo y juro que la llevaré por usted, mi señor, hasta el fin de todos los caminos. Encontraré las Aguas de la Vida, o que el camino desaparezca bajo mis pies.

Inclinó la cabeza ligeramente y se quedó en silencio una vez más.

-Deja tu carga, para que yo pueda tomarla. El camino es largo, y juro que la llevaré por ti, hasta el fin de todos los caminos. Encontraré las Aguas de la Vida, o que el camino desaparezca bajo mis pies -pronunció Nadim solemnemente.

El sidhe, cuyo valor era comparable al de su señor, se llevó el puño cerrado al pecho haciendo una reverencia.

-Deja tu carga, para que yo pueda tomarla. El camino es largo, y juro que la llevaré por ti, hasta el fin de todos los caminos. Encontraré las Aguas de la Vida, o que el camino desaparezca bajo mis pies -dijo, solemne.

-Deja tu carga, para que yo pueda tomarla. El camino es largo, y juro que la llevaré por ti, hasta el fin de todos los caminos. Encontraré las Aguas de la Vida, o que el camino desaparezca bajo mis pies -la voz de Van Doren se unió a las del resto y después se quedó en silencio.

-Os acompañaré al feudo para que crucéis el Rath e inicieis el viaje tan pronto os sea posible -dijo Meredith mientras las lágrimas le corrían por las mejillas.

-El viaje puede ser largo o corto, no soy capaz de daros un tiempo en concreto -advirtió el eshu-. Sería mejor que os despidierais de vuestras familias y dejaseis todo atado por lo que pudiese pasar. Partiremos a las tres de la tarde. Traed provisiones, armas, armaduras y todo lo que creáis que os pueda hacer falta. Id preparados; el Ensueño es un lugar muy peligroso, sobre todo si no habéis estado nunca en él.

Calandra no tenía muchas cosas. No le quedaba dinero ni para coger un autobús y su nevera estaba vacía. Si no volvían pronto lo más probable es que no tuviera una casa a la que volver, y convencer a su casero para que le devolviera sus cosas era a lo mejor que podría aspirar. Pero se había comprometido, y si había hecho un juramento era porque tenía intención de cumplirlo.

Asintió tímidamente, y miró de reojo a Meredith, esperando a que les desalojaran. Acababa de aceptar irse de expedición al Ensueño, que nunca había visitado, y antes de volar hacia el peligro le apetecía quedarse un poco más con su señor y sus amigos. Y Suri y Garin.

El sidhe le frotó la espalda a Meredith tratando de confortarla tras la emocionante noticia. No recordaba haberla visto tan contenta desde hacía tiempo, y se dejó contagiar por su felicidad. Podía imaginarse lo que se le pasaba por la cabeza, esa esperanza perdida súbitamente renovada. A él le había pasado lo mismo ante la mención de aquellas aguas. Una cura... Además estaba el Ensueño, a donde no iba desde hacía demasiado tiempo. Se presentaba un viaje como los de antes, y solamente por el hecho de ir una vez más ya merecía la pena aceptar el viaje. No pensó demasiado en lo que dejaba atrás; un aviso en la sede bastaría para solucionar todas sus relaciones con el mundo mortal, ya que ahora trabajaba para Van Doren. Sin embargo, pensar en el Terciopelo Rojo y contemplar la cama del Barón le recordó que sí había una cosa que debía zanjar antes de irse. Al menos una disculpa.

-Deberíamos movernos -dijo-. Hay cosas que hacer.

Nunca había estado en el Ensueño Profundo, ni tampoco tenía idea alguna de luchar o pelear. Por lo que sabía hasta Damara era mas útil para luchar que yo, puesto que era capaz de invocar y crear fuego. No sé que iba a hacer alguien como yo en ésta compañía. De todos modos, tenia que hablar con Stevron y sus cuidadores, ahora que tenía la ocasión. 

-Puedo salir de aquí discretamente por mis propios medios, id adelantandoós, os seguiré en seguida.

Damara carraspeó por lo bajo y miró a Silveth y a Shyam por turnos, asintiendo hacia éste último. Se acercó a Calandra y la sujetó por el codo casi sin hacer contacto, un toque ingrávido.

-Tenemos que irnos y prepararnos -susurró, aún más quedamente que de costumbre. Ella misma tenía que despedirse de su familia, sin saber qué excusa iba a darles, y de sus dos únicos amigos.  Sabía que él no haría preguntas. Pero ella...

Van Doren, que no dejaba de mirar como Silveth blandía el bastón y como Damara parecía ignorar completamente su presencia mientras el resto de retiraban, tenía una sensación extraña en el cuerpo. Realmente acababan de interrumpir un ritual muy importante, posiblemente sagrado en otros tiempos, y a alguien como ella, tan inmersa en diferentes tipos de rituales y ceremonias en su ámbito de trabajo y en el personal, parecía trastornarla. De todos modos aquella alteración de sus expectativas se disolvió cuando se dio cuenta del poco tiempo con el que contaba para buscar a un responsable para el Terciopelo Rojo. Obviamente lo que menos le interesaba en aquel momento era volver para encontrárselo reducido a cenizas o convertido en alguna especie de salón de encuentros furry.

-Espero que la próxima vez que nos veamos sea para ofrecerle una copa de licor, Lord Stevron, justo como en los viejos tiempos -se despidió del lord y procedió a abandonar la sala con el resto. Quería alejarse de aquel bastón cuanto antes, porque de quedarse un segundo más su subconsciente la obligaría a no dejar salir a nadie hasta que hubiese pasado por las manos de todos; y desde luego no era el mejor momento.