Partida Rol por web

Mientras que Meredith, Ashantii, Suri, Nadim, Damara, Shyam y Van Doren estaban deseosos de preparar el viaje e irse, Calandra y Silveth se retrasaron lo suficiente para quedarse a solas con Garin y Stevron. El Fiona, aún con el cetro en la mano, vio cómo el sluagh le apartaba un mechón húmedo de la frente al Barón. Éste parecía haber recobrado algo de fuerza y los ojos le brillaban esperanzados.

Ahora que todo era mas informal me siento más relajado. Me siento a los pies de la cama y dejo el cetro en el regazo de su legítimo dueño. 

-Sé que sonará raro, mi Lord pero, ¿Podría contarnos que sabe de lady Dahlia?

Sólo su historía podría servirme para contrastar lo que sabía. Si realmente las cosas eran como sospechaba.

-Ahora que el grueso del feudo se va, y éste va a quedar desatendido, temo que ésta dama trate de hacerse con él para sí. Hasta donde sé, se cartea en secreto con alguien del feudo, que podría ser Van Doren, Suri, Bernardette o Nadim. Aunque me inclino a pensar que solo puede ser Suri o Bernardette, por lo que llevo investigado.

Stevron tosió con dificultad. Parecía que iba a romperse por la mitad cuando lo hacía.

-Lady Dahlia y yo fuimos compañeros de corte en nuestra niñez. -Intercambió una mirada llena de duda con Garin y luego añadió algo más-. Siendo poco más que infantiles hubo un cortejo dulce y poco profundo entre nosotros, antes de la guerra. Después las batallas nos separaron... Más tarde fueron los bandos. Lo cierto es que le tengo cierto cariño pero hace mucho que no intercambiamos más que un saludo. Me sorprende que me digáis que conspira para hacerse con la Baronía. La recuerdo como una joven amable y dulce...

Calandra dio un paso al frente. Todavía estaba muy impresionado por lo que estaba pasando, y apenas se daba cuenta de que todos se habían marchado antes de descubrir al heredero. Miró a Garin y a Lord Stevron con ojos tristes y temerosos.

-M-mi señor -dijo, luchando por eliminar el temblor de su voz. Obligarse a usar el tratamiento cortés, que tan difícil resultaba que saliese de forma natural, ayudaba-. Me parece que a estas alturas no se puede negar que hay un espía, y que puede ser cualquiera de nosotros. Hay un código secreto, un montón de claves desaparecidas, y vuestra amiga solicitando encuentros íntimos con Silveth. Eso nos dice algo sobre la mentalidad femenina, desde luego. Y de la integridad de Silveth. Pero... a lo mejor Meredith prefiere ocuparse. ¿Como vuestra Canciller?

- ¿Fueron separados por los bandos? Ella me dijo que lucharon como camaradas. 

Me levanto y medito mientras paseo por la habitación. Omito los comentarios extras que aporta Calandra, era parte de la expresión de su linaje, o eso creo. 

- La aparición de Suri, y su acompañante ha sido...providencial sin duda. No creo que tales aguas no existan, si no el juramento no se podría haber realizado, creo. Pero, no me sorprendería que su aparición se hubiese dado con el motivo de interrumpir la ceremonia de sucesión.

Me giro hacia Calandra.

-No.- Niego con rotundidad.- La Canciller debe quedarse para proteger al Barón, sin embargo hay alguien cuyo linaje es el que le marca como el más apropiado para una tarea de contraespionaje.- Me giro hacia Garin con el rostro serio.- Sé que hace poco que os habéis reencontrado, pero si realmente quieres que el Feudo siga siendo de Stevron, tendrás que encargarte de que aquellos que traman hacerse con él fracasen. ¿Puedo confiar en ti esa tarea?

-Al principio luchamos juntos. Después me uní a los plebeyos. -Volvió la mirada hacia Calandra-. No se puede negar, no. Me gustaría que no fuese así, pero confío en vosotros y en lo que habéis descubierto. Pensé que Lady Dahlia podría sobreponerse a esa ambición devoradora impropia de un Luminoso... Parece que no siempre se cumplen las expectativas que ponemos en otros.

-No soy un espía -susurró Garin-. Lo mejor que podemos hacer para que no intenten quitarle el feudo a Stevron es mantenerlo con vida.

El sluagh pasó una mano fría y húmeda por el rostro frío y húmedo del Barón.

-Pero... lo haré.

La cabeza de Nadim era un vendaval

No es que la reunión hubiera sido inesperada, pero al eshu le había resultado complicado asistir, como si no hubiera tenido el tiempo suficiente para prepararse. De alguna manera, el precario estado de Stevron era un indicador claro de que los lazos que le unían a ese lugar comenzaban a empequeñecerse, y su alma eshu retozaba dentro de sus entrañas, advirtiéndole en silencio de algo que en parte no estaba dispuesto a aceptar, pero que era tan intrínseco en su naturaleza como el respirar, comer o dormir. Sin embargo, la tentativa del viaje eterno no era lo que más le preocupaba, si no la oscura premonición que la visión del Barón le ofrecía en lo que se refería a Shyam. ¿Podría soportar ver un posible futuro, en el que se veía a sí mismo reemplazando a Meredith con lágrimas contenidas en los ojos? No, él no sería capaz, se había dicho a sí mismo. Ante una situación así, huiría. Nunca se había considerado alguien cobarde, pero algo así era pedir demasiado

Verlo todo había supuesto un choque mayor. El hecho de que el resto también pareciera haber enfermado recientemente era algo llamativo, pero nada digno de mención a comparación con el aspecto que había ofrecido el moribundo sidhe, postrado en su cama con una mirada de tristeza y muerte en el rostro. Casi sentía la Banalidad escapando por los poros de aquella habitación, susurrando a sus oídos revelaciones tan desgarradoras que apenas podía hacerles frente. Y su estado no ayudaba mucho: El catarro le había puesto de mal humor, y cuando uno está de mal humor ve las cosas más grises y artificiales, con los pies en el asfalto y la mirada gacha. Costaba hacerse a la idea de que su vida se estuviera resquebrajando con esa facilidad, como si nunca hubiera sido más que hojas de papel quebradizas

Y entonces había aparecido Ashantii. Con el corazón latiendo a gran velocidad debido al jueguecito del cetro mágico, la idea de una emoción tan contradictoria había chocado de forma irremediable con todos sus esquemas. Que en medio de toda esa tristeza apareciera una luz así... Era algo que solo ocurría en los cuentos de hadas. Su guía en la oscuridad, su estrella polar en medio del camino. Hacía algo más de un año que no le veía, pero pareciera que habían pasado décadas. Él, sin embargo, estaba tal y como le recordaba: La misma mirada de tigre, los mismos movimientos seguros y decididos, el mismo halo de misterio que le había embaucado años atrás, cuando, por primera vez, tendió su mano para socorrer a ese niño perdido en la selva. La alegría se mezclaba con la confusión, la confusión con la desconfianza, y todas ellas con los sentimientos oscuros que había albergado minutos antes. Demasiado para una sola persona

¿Cómo podía alguien despertar ese tipo de sentimientos en una persona? ¿Cómo podía un solo hombre hacerle sentir pequeño y grande al mismo tiempo? Con solo una mirada, la dicha de Nadim retornaba como un hijo pródigo que hubiera decidido volver al hogar que siempre le correspondió. Los problemas parecían triviales y las decisiones sencillas. Aquella era la magia de Ashantii

Luego había oído sus palabras. La existencia de la fuente mágica era algo suficientemente llamativo de por sí, pero el hecho de que Ashantii hubiera tenido sida... La idea le hizo estremecerse. Pensar en que podría haber estado agonizando, sumido en la misma depresión que había ahondado a Stevron, y él no había estado allí para él... La sola idea le oprimía el corazón. Aunque todo hubiera salido bien al final, sentía que había contraído una deuda con su antiguo maestro, aunque no supiera explicar del todo en qué consistía dicha deuda

Intentando encajar las piezas del rompecabezas en el que se habían convertido sus pensamientos, acompañó a los demás fuera. Tenía muchas cosas de qué hablar con su viejo amigo...

Como Calandra ya no sabía qué más decir y que se empezaba a sentir mal más allá de lo que podía aguantar, se inclinó para recoger el estuche de violín y se lo ofreció con timidez, abierto, a Lord Stevron.

-Está bien, Calandra. No voy a morir -dijo Stevron con una sonrisa enferma.

Calandra asintió, sin sentirse mejor en absoluto. Luchó por devolverle la sonrisa a Stevron, con desastrosos resultados. Pensando en las veces, aquí y allá, en que se había distraído fantaseando con tener acceso a aquel regazo, recogió el cetro y lo guardó en la funda del violín.

Cuando Calandra cogió el cetro, éste se iluminó en su mano.

Calandra abrió mucho los ojos. Sin darse tiempo a reaccionar o a pensar en lo que significaba que el cetro se hubiese iluminado, metió el cetro en la funda a toda prisa y la cerró con un sonoro golpe, con la vana esperanza de que nadie hubiera visto nada.

Se quedó mirando a Lord Stevron, pálido, con las antenas casi totalmente tiesa y la funda del violín en las manos.

Cuando el cetro se ilumina al contacto con Calandra no puedo evitar que me aflore una sonrisa, un interesante giro de los acontecimientos, siempre hay que quedarse para ver lo que aparece después de los créditos. Con su actuar posterior, que no sé si es premeditado por la tendencia de su linaje a ser humorístico o porque realmente se siente así, una sincera carcajada brota de mi interior. 

-Me parece que eso, los mortales lo llaman Karma. Bueno, ahora que todos somos testigos de lo ocurrido, se puede decir que hemos evitado posteriores conflictos. Debería irme a arreglar mis asuntos antes de la partida. Mi Lord.- Con una reverencia.- Futuro Lord,- Con una menos pronunciada a Calandra y sorna burlesca en la voz.- si quiere salir ahora conmigo, puedo enmascararnos a ambos.

Parecía que todo empezaba a ser como debía ser. Me sentía como si me hubieran quitado una losa de encima. A veces los Linajes Luminosos eran tan exigentes como destructivas las tendencias Oscuras.

-Parece que el cetro ha elegido a mi sucesor -dijo Stevron con suavidad-. Aunque parece que no es lo que deseas. El Ensueño no carga a nadie con algo que no puedan conseguir. Y yo tampoco lo haré. Si no es tu deseo ser mi heredero, sólo dímelo.

Todavía confuso, Calandra miró a Silveth en silencio. Le tendió la funda de violín a Garin, que seguramente sabría mejor que él qué hacer con ella, y balbuceó mientras intentaba que de su boca salieran palabras que existiesen en el idioma inglés. No fue hasta que Lord Stevron le ofreció librarle de aquello que se dio cuenta de que tenía que decidir si quería ser su heredero.

-No, eh... es decir sí. Sí, de que es mi deseo. Cómo podría... rechazar la oportunidad de llevar una tiara. -Sonó, por más empeño que puso en que no fuera así, un poco forzado, así que tomó aire y posó su mano sobre la muñeca del Fiona con suavidad-. Os podéis quedar tranquilo. Volveremos con una cura milagrosa y tendréis... décadas y décadas para prepararme.

Por amable que fuera el gesto, no quedó claro si estaba intentando tranquilizar al barón o si le estaba pidiendo que le tranquilizase diciéndole que tenía razón.

El intercambio de miradas con Calandra, fue un poco más raro de lo esperado. No me devolvió ira o indignación por hacer burla del suceso, solo estaba, confuso. "Supongo que nunca ha pensado en si mismo como un posible líder" 

Lo cierto es que me sorprendió escuchar que aceptaba la decisión del Ensueño, era como si se cortase las alas él solo. Aunque sea si tenían éxito en su tarea, tendría tiempo de acostumbrase a atarlas.

-Será mejor que le dejemos descansar mi Lord, ha sido una visita muy intensa y debe reposar.

Cogiendo a mi amigo por el brazo, le aprieto un poco para que vuelva a la realidad. 

-Vamos.-Le digo con suavidad.-Todo saldrá bien, no te preocupes.

Asintió y se despidió de Stevron y Garin con una inclinación. Se dejó guiar por Silveth y salió con él de la habitación. Por lo que a él respectaba el Fiona podía estar llevándole a un descampado para asesinarle; no se habría enterado. Tenía que despedirse de Taboo Bies. Que estaba en el feudo.

Iba a necesitar que alguien le convenciese para entrar en la mansión.