Partida Rol por web

Calandra se hubiera sentido mucho más cómodo alejándose del dragón. Pero era un guerrero, y si sus compañeros se lanzaban al combate él se veía en la obligación de seguirles. Así que saltó sobre el ala del avión, espada en mano, y salió despedido contra el dragón batiendo las alas furiosamente.

Soltó un grito y hundió el filo de su espada en el ojo del dragón antes de poder pensar muy bien en lo que estaba haciendo. Ahora tenía que apañárselas para salir de allí, y sabía que no iba a poder mantenerse mucho tiempo en el aire.

Van Doren se levantó ligeramente la camisa de Shyam para dejar la glándula al descubierto. Su intención era la de tapar los ojos del dragón con la telaraña, pero falló estrepitosamente en su intento.

Damara casi había echado a correr antes de darse cuenta de que por razones misteriosas que no podía entender, los demás no hacían lo mismo. No solo es, sino que Shyam había saltado hacia el dragón, lo cual la hizo llevarse las manos a la cabeza y soltar una ristra de maldiciones aunque nadie pudiese oirla.

Damara cerró los ojos un momento intentando serenarse y se inclinó sacando una vez más la ramita para dibujar un dragón más bien caricaturesco en la arena, encadenado al suelo. Esperaba que las raíces fueran fuertes y consiguieran al menos retrasarlo. Aunque siempre intentaba tranquilizarse en la medida de lo posible cuando realizaba un cantrip, tenía sudores fríos como ni siquiera la quimera esquelética había conseguido arrancarle.

Las raíces surgieron de entre los adoquines y se enredaron alrededor del dragón. Por más que batió las alas y movió la cola para liberarse, fue incapaz. Ni siquiera girando el cuello logró morder a Shyam, que mantenía el equilibrio sobre su lomo. Frustrado, el dragón dejó escapar un aullido de furia.

-¡¡NO PODEIS CONMIGO, MINUCIAS!! ¡¡OS DEVORARÉ SIN MASTICAR!!

El eshu aprovechó que el dragón estaba indefenso para buscar un punto débil en la armadura natural de escamas y clavar la espada allí.

Nadim sintió una repentina oleada de valentía. Allí estaba, en el epicentro de la propia aventura, y su sangre eshu bullía frente a las palabras de Ashantii. Alzando su daga con decisión, se lanzó a por el dragón sin pensarlo dos veces

Shyam rugió y hundió la hoja entre las escamas de su adversario, usando ese punto como apoyo para mantener el equilibrio.

-¡¡Eso ya lo veremos!!

Amelia disparó de nuevo, fallando ante el movimiento espasmódico del dragón.

Calandra revoloteó para subirse a la cabeza del dragón y se agarró a la cresta amarilla para mantener el equilibrio. Apoyó la punta de la espada en el hueco entre dos escamas y levantó la cabeza para alzar la voz.

-¡Estás a mi merced, Cresta! ¡Ríndete ahora mismo o me hago un conjunto de botas, bolso y cinturón contigo!

Y para demostrar que iba en serio, trató de hacer palanca para levantar una escama.

Van Doren miró al dragón aterrorizada, aunque sabía que se estaba tirando un farol. ¿Comerles? Si, ya. Seguro. Como mucho los iba a aplastar contra el suelo. La pooka respiró hondo e hizo lo único que se le ocurrió: aprovechando que el glamour era muy fuerte en aquella capa de ensueño se transformó en su forma animal. Aunque el proceso parecía doloroso, ella no sintió dolor alguno. Sus articulaciones crujieron y rotaron, le salieron unas patas negras de los costados y su cuerpo se redujo en volumen hasta que apareció una araña enorme donde antes había estado una mujer.

Con sus nuevas patas se sentía mucho más segura agarrada al fuselaje.

El dragón, que sangraba de un ojo y rugía por la estocada de Shyam, no aceptó amenazas. Volvió la cabeza hacia el pooka mariposa y le roció con su aliento ígneo. Al revolverse, la mitad de las raíces se partieron y logró sacar un ala.

Nadim ni siquiera parecía haberse dado cuenta de que la pooka había sido herida. Enfrascado como estaba en evitar las sacudidas del dragón, buscaba un lugar por donde atravesar a la bestia... Y se decidió por el ala que estaba libre

Mientras que Nadim se decantaba por el ala, Ashantii escogió una de las garras. Intentó cercenarla y, aunque no lo logró, al menos sí le hizo un corte profundo.

Aquello se les estaba yendo de las manos y no parecía mejorar en lo más mínimo. Damara se quejó lúgubremente ante el disparate que estaba a punto de hacer. Esperaba que aquello funcionara, más que por su vida, por su dignidad. Aún con la ramita en la mano dio varias vueltas sobre sí misma y se acercó dando saltitos hacia una de las garras que aún estaban sujetas con raíces, sujetándose el borde de una falda imaginaria con la otra mano. Apuntó la punta de la ramita hacia el dragón como si fuera una varita con una floritura.

Odiaba no tener voz.

Las escamas del dragón fueron haciéndose más rígidas y duras. Shyam comprobó que la superficie del dragón se transformaba en algo parecido a la roca, resbaladizo y puntiagudo al mismo tiempo.

Al notar cómo la superficie mutaba bajo sus pies y el dragón dejaba de moverse tanto, Shyam sacó la espada de la herida arriesgándose a mantener el equilibrio por su propia cuenta. Ahora que sus escamas eran roca, golpear con la espada podía hacer que el metal se resquebrajase, y no estaba dispuesto a arriesgar aquella reliquia.

-¡Ríndete! -gritó.

El sidhe manchó las yemas de sus dedos con la sangre que había quedado en la hoja y susurrando unas palabras se manchó los párpados tratando de distorsionar la visión del dragón. Ciego y sin movilidad, no tardaría en darse por vencido.

Calandra se vio lanzado en el aire, y cuando pudo estabilizarse el aliento del dragón le alcanzó en una pierna. Soltó un grito horrible y perdió el equilibrio, de modo que cayó de nuevo sobre la cabeza del dragón. Furioso, saltó y voló para caer en picado sobre su ojo sano, que ensartó hasta que casi todo el filo quedó enterrado en el globo ocular.

Vencido y sin ojos, el dragón se dejó caer con un rugido de dolor que hizo que algunas de las setas de los alrededores se marchitaran y escondieran bajo tierra. Amelia se llevó la mano a la cabeza, entre sorprendida y encantada.

-Bueno... Parece que ya está, ¿no?

Nadim, jadeando, se apartó unos pasos para observar estupefacto al derrotado reptil. La adrenalina aún corría por su cuerpo, a pesar de que su contribución en la pelea había sido poco menos que anecdótica. Pero habían vencido a un dragón, al mísmismo rey de la fantasía... Era algo que no se ve todos los días, desde luego