Partida Rol por web

Disparando a un potro de cuero, la bala entra y sale reventando el otro lado y el relleno, espero dejarle claro que el revólver es de verdad.

-Dirás lo que te ordene que digas. No estoy para bromas.- Dije mirándola fijamente.- Míralo por el lado positivo, solo quedan cinco balas.

Acojonada y ya sin dudas acerca de sus intenciones, Lady Magnum empezó a contarle relatos turbios de cuero y látex, sangre y sudor, tan vívidamente que Silveth casi pudo ver las escenas que tenían lugar en aquella habitación. Olía a Glamour, pero no sería suficiente para volver a cargar el Terciopelo con lo que existía antaño.

Voy quitando las balas una a una, a medida que me cuenta sus historias, planeaba hacer esto a lo grande pero desgraciadamente no estaban el resto de los siervos de Van Doren. Por otro lado tampoco quería causarle daños irreversibles a la creatividad de su soñadora, pero probablemente esto la despertara del adormecimiento de la Banalidad. 

-Bien, bien. No esta mal. Eres una chica mala y pervertida, y has hecho un hobbye de tu trabajo.- Toqueteo el tambor sin llegar a coger la última bala. En cambio cojo una de las que había guardado en mi bolsillo y me acerco a ella. Le apunto con el revólver.- Tranquilita.- Le tiendo la mano con la bala.- Cógela, vamos.- Le urgí. - Algún día volveré a por ella, asegúrate de tener historias o estar con alguien más que pueda contármelas cuando ese día llegue.

Por último le lance la llave de los grilletes al otro extremo de la habitación.

- Allí la tienes, eres libre. No pierdas la bala, te recordará que estés donde estés ahora estás marcada por mí. No importa donde te escondas, a donde vayas, o lo mucho que corras. Así que sé buena chica y sigue con tu vida.- Voy hacia la puerta y me gire en el umbral.-Por cierto, disfruta de tus vacaciones.

No miro atrás, salgo de allí tan rápido como puedo antes de que la banalidad se me pegue a la piel y compruebo que la bolsa con el agua de la vida sigue donde la deje. Llegaba tarde a la reunión, pero tampoco me esperaba nadie en casa. Necesitaba una dosis rápida de Glamour, el de la furcia esta me había abierto el apetito.

Decido pasar por el Panhandle a elevar la libido y despertar las fantasías de esos sujetos que en la vida habían tenido contacto con otra persona. Me encantaba darle esperanzas a los feos. Después de una cosecha rápida podría pasar por la biblioteca y el piso de Pandora, si no encontraba al ningún adivino en el local.

La biblioteca estaba cerrada y no hubo manera de entrar, pero en el apartamento de Pandora no tuvo problema cortando la cinta adhesiva de la puerta y empujando con fuerza. Parecía que habían reventado la cerradura a patadas, lo cual encajaba con el modus operandi de un redcap. El interior estaba revuelto y, a juzgar por la sangre seca, habían matado a su amiga en su habitación.

No obstante, le sorprendió darse cuenta de que había otro charco de sangre en el salón. Lo más inquietante de todo era el dedo azul arrancado que encontró a varios metros de allí...

Recojo el dedo azul y lo comparo con los míos. Obviamente era de troll. Lo que barajaba era la edad. Si era de mi mismo tamaño sería un infantil, pero si era más grande sería de un rebelde o un gruñón. No tenía suficientes indicios para entender la dinámica de lo que había ocurrido.

Solo me habían dicho que había muerto Pandora, pero obviamente el combate con el troll fue previo. Me fijo en la puerta del dormitorio, si también había sido forzada, Pandora se habría encerrado mientras dejaba al Troll y el Redcap luchar en el salón, una vez incapacitado el primero el segundo, fue a por la sidhe. La pregunta era ¿Quien era el troll que había presenciado todo esto? Sabía de alguien que me proporcionaría esa información, solo había un enfermero Fae en la ciudad en activo y ese, era Glenn. Tal vez, aun pudiese completar el plan de Pandora, un juicio sería todo lo necesario para provocarle el deshacer al pelirrojo dentado. Al fin y al cabo, matando un sueño, aunque fuese uno como Pandora, habría acumulado un poquito más de Banalidad. 

Pero también tenía mis propios objetivos, así que busco su agenda, sus números o su forma de contacto con el corby. Necesitaba a su adivino, cuanto antes mejor.

La puerta del dormitorio no había sido forzada. Por las marcas en el suelo, la pelea en el salón había sido sonada. Había una estantería destrozada y la televisión había sido destripada de un hachazo o algo por el estilo. La sangre se derramaba en patrones diferentes; en el dormitorio todo apuntaba a que había sido un solo golpe de gracia por el que se había desangrado, mientras que en el salón había manchas de sangre hasta en las paredes. El dedo era claramente más grande que el suyo, un índice izquierdo con callos por usar una espada y vello oscuro la primera falange. Había sido arrancado y desgarrado más que cortado. Encajaba con la idea de que fuese un troll Rebelde o Gruñón.

En la habitación de Pandora, entre sus pilas de ropa sucia y limpia y su cientos de libros colocados en torres por todas partes, Silveth encontró su agenda. Los números de teléfono de varios de los miembros del corby estaban allí y muchos de los nombres los conocía, pero no le sonaba ningún adivino.

Entre Glenn y los miembros de su corby, me pareció que los segundo tendrían más posibilidades de estar despiertos, e interesados en la información que pudiera ofrecerles. En el amor y en la guerra todo vale, por suerte para mi, en mi cruzaba se encontraban ambos intereses. Asumiendo que el corby esté interesado en un Feudo prácticamente desprotegido, esperaba que intercambiasen los servicios de su adivino, por ese conocimiento. Si las cosas salían muy bien el Corby se encargaría de Suri, y el Duque no se quedaría de brazos cruzados. Para cuando comenzase la escaramuza yo ya estaría lejos. "Parece que tengo un plan", me digo a mi mismo. Aun necesitaba que Calandra o Damara me diesen su dosis del agua para mi, pero todo se andaría.

¿Como se llamaba el Gruñon que se estaba recuperando? !Ah si, Dung! Busco su número y el de su cuidadora, Maggie. Me siento en el sofá, cerca del télefono, ajeno a la dantesca escena que me rodeaba. Después empiezo a girar la rueda de los números mientras sostengo el auricular en la mano.

-¿Sí? -contestó la voz de Maggie al otro lado del teléfono. Cuando se identificó, la nocker soltó un suspiro-. Ah, sí, lo de Pandora. Te acabas de enterar, ¿verdad?

-Si hace unas horas. Siento molestarte, pero solo conocía tu nombre de oídas entre sus conocidos ¿Alguien sabe lo que ha pasado a ciencia cierta? ¿Qué ocurrirá ahora dentro del corby?- No sabía hasta que punto la educación podría abrirme las puertas con esta clase de gente, al fin y al cabo estaban fuera de toda norma y nunca me había relacionado con alguien así exceptuando a Pandora.

-Dicen por ahí que Ed el Rojo la ha matado con Hierro Frío. Le tienen encerrado en el palacio del Duque. La verdad es que no sé qué pensar. Suena feo, pero Red estaba fuera de circulación y dudo que tenga tiempo para acordarse de cómo es ser un redcap -dijo la nocker. Suspiró-. La verdad es que no tengo ni idea de lo que va a pasar. Alguien querrá ser jefe antes o después. ¿Qué, estás interesado?

-Jajajaja.-me río en el auricular, de forma cristalina y sincera. La propuesta había sido divertida.- Pandora siempre me dijo que debía hacerme Oscuro, pero convirtiéndome en jefe de su Corby, sería entrar por una puerta demasiado grande, creo. Además ¿Le ofrecéis el puesto a cualquiera que se interesa por él?.-Pregunto tanteando medio en broma. No era lo que tenía en mente, y ciertamente, me quedaría grande. Era gente peligrosa, pero tampoco se podía decir que la gente de mi feudo no lo fuese, solo que lo escondían con purpurina.- En fin, volviendo al tema de Pandora, Sabes si estaba saliendo o zumbándose a algún Troll, porque tengo aquí un dedo azul sin dueño, arrancado de un mordisco. 

Si encontraba al troll y lo presentaba ante el duque junto con el dedo...Adiós Redcap.

-Yo no te he ofrecido nada -dijo ella ofendida-. Pero ese interés que parece que tienes me ha parecido sospechoso, eso es todo. Si quieres ser Oscuro puedes venir a vernos al Panhandle, pero lo de hacerse jefe es más chungo. Aquí nadie regala nada y te lo tienes que ganar. -A la mención del dedo de troll, Maggie se echó a reír-. Supongo que será de Glenn. Que yo sepa, Pandora no se lo estaba zumbando, pero él parecía que quisiera. Todo el día persiguiéndola; un puto pesado. Por lo que tengo oído, pilló al Rojo con las manos en la masa y se llevó unos cuantos mordiscos antes de poder llevarle ante Aeon.

-Supongo que puedo devolvérselo, se supone que se puede injertar siempre que no lo cauterices. Volviendo al tema del Corby, tengo una información que igual os es útil, pero necesito los servicios del Adivino que trabajaba para Pandora a cambio. Algo que tal vez os sea jugoso a cambio de un Cantrip, no es mucho pedir ¿no?

Hubo silencio al otro lado de la línea.

-Mira, tú mismo si quieres hablar con el Mohoso. Siempre se alegra de tener alguien a quien molestar. Te encontrará si te acercas a su cubil, cerca del Trickster's. ¿Qué es lo que tienes que decir tú?

-Primera regla de los comerciantes, no desveles tu mercancía hasta el momento oportuno. Gracias por todo. Igual nos empezamos a ver con cierta frecuencia. Cuídate, nos esperan tiempos turbulentos.

Cuelgo el teléfono, el Mohoso, eso sonaba a Sluagh desde lejos. Aunque era lo que había que hacer si quería encontrar a Jackob. Guardo el dedo en la gabardina y salgo en dirección al Trickster´s. Me aseguro de cargar el revolver, sinceramente esperaba que no me preguntasen ¿Que hace un sidhe como tú en un lugar como este? o mi noche se convertiría en una película de serie B.

En el Trickster's, la habitual marabunta de Oscuros parecía más bien un escaso goteo. Nadie le prestó especial atención; no era un día importante y apenas había clientes. Siguiendo la recomendación de Maggie, buscó en los alrededores hasta que fue encontrado. Una figura retorcida y jorobada, envuelta en jirones mohosos, le llamó desde la distancia moviendo una mano nudosa en su dirección.

-El caballero negro se acerca a mi cubil -siseó-. Ven, ven, jovencito. Te diré lo que quieres saber...

Me acerco al sluagh con un suspiro de resignación.

-¿Tan seguro estás de saber que es lo que quiero?

No quería problemas pero por si acaso meto la mano en el bolsillo sintiendo la reconfortante dureza del arma. Le estaba cogiendo cariño a ese trasto.

-Claro que lo sé. Lo veo claro como el cristal. Acompáñame, sidhe. No me gusta tener tanta luz a mi alrededor.

El Mohoso le guió hasta las profundidades de un callejón, allá donde las farolas apenas alumbraban. Se sentó en un contenedor al que subió de dos saltos y miró a Silveth desde arriba.

-Dame una mano y formula una pregunta.

Le tendí la mano derecha. 

-¿Donde se encuentra el habitante de las tierras del Otoño que he de encontrar para cumplir mi juramento?