Partida Rol por web

Aquello le despertó de golpe.

-¿Qué?

-Ha sido bastante razonable, en realidad. Firme, pero diplomático. Haz lo que te digo, ha dicho, o volveré. Puedes preguntarle a Diana, también ha visto el machete. Una amenaza de sobresaliente. Casi da un soponcio.

Craig se despejó del todo y se inclinó hacia delante. Unas gruesas líneas paralelas habían surgido en su frente debido a la preocupación.

-¿Ha venido un hombre con un machete a... a amenazarte? ¿Has llamado a la policía? ¡Llama a la policía!

Calandra hizo lo posible por no poner una mueca lastimera. Fracasó miserablemente. Le acarició la mejilla a Craig con el pulgar. Pobrecito.

-Oh, cielo. Siento decírtelo, pero a la policía no le gustamos mucho. No, no es verdad. Nos odian. ¡Pero no te preocupes! Porque te voy a contar por qué creo que este hombre da tanto miedo. ¿Preparado para oír las buenas noticias?

Echó la cabeza hacia atrás negando con la cabeza, tan alterado que temblaba.

-¿Pero qué es lo que pasa?

-Bueno, pues resulta que este tío es un matón. ¿Sabes de quién? ¡De Van Doren! Por eso es tan bueno dando miedo, supongo. Así se gana la vida. Y me ha dicho que si quiero conservar todas mis extremidades, las seis, probablemente deberíamos ir a ver a tu madre para que sepa que no estás muerto -explicó, y puso cara de buenas noticias mientras agitaba las manos en el aire.

Al escuchar el nombre de Van Doren, Craig se tranquilizó un poco. Su cara recuperó el color y cerró la boca, entreabierta por el horror.

-¿Un matón? No, sería... sería Andy. Ese chico es muy simpático, el portero del negocio de la señora Van Doren. -Le dio un manotazo en el hombro, tan fuerte que se sorprendió a sí mismo-. ¿Por qué no me lo has dicho desde el principio, Cal? ¡Casi me matas del susto!

Andy. ¿Shyam? Al recibir el manotazo Calandra se dejó caer de lado, muerto de la risa.

-¿Andy? ¿Conoces a Andy? -se incorporó sin dejar de reírse burlonamente y le devolvió el manotazo, mucho más suave-. ¡Ya me imagino dónde le ves tú la simpatía, granuja!

Encontraba muy divertida la imagen de Craig pensando en el guapo de Shyam, pero lo cierto es que sentía como si el sidhe le cayera, de repente, un poco peor.

-Sí, le conocí hace unos días por un asunto personal. Van Doren nos presentó porque podía ayudarme con un tema y... -Craig sonrió-. ¿De verdad es tan divertido? Te estás riendo de mí... Sí, él era bastante guapo, pero... -Dejó escapar una carcajada-. ¡Para! ¡No era por eso!

-Ya, ya... -Las carcajadas de Calandra se fue apagando, pero todavía sonreía y se le escapaba alguna risita-. No, pero no era Andy. Y sí que tenía un cuchillo muy grande.

-Sí, ya -contestó, aún sonriente-. ¿Y te dijo que tenía que volver con mi madre? ¿Lo ha dicho la señora Van Doren?

Calandra asintió, mientras su ataque de risa terminaba de desaparecer.

-No voy a obligarte a nada, pero me gusta mucho tener manos. Y sé de buena tinta que a ti te gusta mucho que tenga manos.

Craig se sonrojó y evitó su mirada.

-Sssh... Está bien, está bien. Iré a ver a mi madre, pero no sé qué va a decir sobre todo esto. No me atrevo a contarle nada, pero ella ya sabe parte. Y no es demasiado abierta, ¿sabes? Cree que los gays son peligrosos porque están enfermos y todo eso. Si se entera de lo que ha pasado esta noche me mata.

Calandra le acarició el brazo en un gesto de consuelo.

-Oh, no pasa nada. No le digas nada. Tú déjame hablar a mí -dijo, y se levantó para buscar la ropa de Craig.

-No estoy muy seguro de eso... -musitó Craig, aún avergonzado. Se vistió con rapidez, atacado por un repentino pudor, y no tardó en estar listo para irse a encontrar con su creadora. Al menos en lo que a vestimenta se refería.

Calandra no creía que estuviera listo. Se acercó a él sosteniendo dos pares de gafas de sol de su colección, a cada cual más enorme.

-Antes de irnos, otra lección para maricas principiantes. Lleva gafas de sol. Hasta en interiores. Así todo el mundo va a saber que tienes resaca, y créeme, deben saberlo. No quieres que nadie piense que te has pasado una noche de lunes en casa como una viejecita con un pie en la tumba. Sólo debes quitártelas si necesitas mirar algo con desprecio.

Se acercó a Craig y le puso las gafas de sol con gesto de madre. Sonrió mientras le colocaba el puente sobre la nariz.

-No te preocupes. Prometo portarme bien.

Martes, 20 de noviembre de 1984 - 14:40

Horas después y tras coger un autobús que les llevase a casa de Craig, se encontraron frente a la misma sin saber muy bien si atreverse a llamar a la puerta. La casa de Van Doren, junto a la del chico, parecía abandonada. Todo rastro de Glamour que tuviese antes se había desvanecido.

Pero Craig, ajeno a esto, se encaminó hacia la puerta de su casa con manos temblorosas. Llamó a la puerta.

La madre de Craig, una mujer con sus mismos ojos claros, le recibió sorprendida y emocionada y le echó los brazos al cuello para abrazarle. Desde ahí, mirando sobre su hombro, observó a Damara y a Calandra con gesto desconfiado.

-¿Quiénes son esas?

-Son unos amigos, mamá. He estado viviendo con ellos. Bueno, con Cal y con sus otros amigos.

Korah se separó de Craig.

-¿¿Uno es un chico??