Partida Rol por web

Tras esfumarse la sombra, por la cabeza de Tressa rondaba la advertencia que les había dado ¿Qué habrán sellado los enanos aquí dentro? ¿Será lo mismo que soltó ese gran rugido y provocó lo que parecía un derrumbe en alguna parte? Luego está la llave que dejó caer y que no sabían que abría, pero la sombra dijo que seria útil.

Definitivamente no entendía las acciones de ese ser, quizá ganaba algo por ayudarles, dijo que estaba buscando gente para a saber qué, todo esto era muy complicado.

La señal de Gunnar hizo que dejara sus pensamientos y avanzara hasta su lado, parece que era hora de retomar la marcha.

El grupo, que había pasado de cuatro miembros a cinco al rescatar a Astrid, se puso en camino por donde aquél ser oscuro les había indicado. No conocían sus intenciones... pero tampoco se podía negar que si estaban tras la pista de la princesa era gracias a su ayuda.

Dejaron atrás la sala por la que habían llegado a esos túneles, y tras recorrer un corredor con molduras enanas, se encontraron en una sala amplia de planta octogonal, con nervaduras en el techo abovedado. Aquello parecía ser una plaza subterránea, con bancos para sentarse, pebeteros llenos de ceniza, tenderetes y puestos de venta. Los materiales de los que estaban hechos tenían aspecto de haber sido finamente trabajados... pero era como si el lugar llevase siglos abandonado. Y el aspecto lamentable que todo tenía no era extraño si criaturas como aquellos goblins poblaban el lugar. Los pielesverdes debían haber hecho pillaje con todo lo que se les hubiera puesto a tiro.

Otras cuatro salidas partían de la sala, contando aquella por la que acababan de llegar al lugar. Era algo descorazonador. Si ese lugar era tan laberíntico, podían tardar semanas en dar con Ingelyn, Ylva y Glyrhel.

El sonido de la maquinaria enana continuaba su rítmico martilleo. Daba la impresión de venir de la salida que tenían enfrente. Aunque también podía venir de la derecha... sobre todo si aquellos pasillos hacían giros o acababan en habitaciones cerradas.

Gunnar observó la sala con detenimiento a la luz de las antorchas que llevaban. Nunca había estado en una construcción como aquella, y sus dotes de orientación fallaban. Sin embargo, estaba seguro de algo. La sensación de que les observaban le recorría el cuerpo y producía escalofríos.

¿Pero sería algún peligro, o simplemente seguía recordando las palabras del ser en sombras que les había indicado qué dirección seguir?

Nada más entrar en aquella sala, Svartfloy emitió un graznido en el hombro de Runi. Hasta el pájaro se encontraba confuso. Si continuaban así, se perderían en aquellos túneles enanos...

Sin embargo, no era sólo eso lo que preocupaba a Runi, y tampoco la magia que inundaba aquél lugar, ni la visión del ser de sombras que parecía estar jugando con ellos. Todo eso su mente lo había dado por supuesto ya. El problema que ahora le preocupaba era que desde hacía un par de minutos, se encontraba cansado. Por un momento, pensó que quizá el sortilegio que les había dormido a todos estuviera volviendo a actuar... pero no cayó redondo al suelo sin poder evitarlo. Aquello parecía ser un cansancio más mundano. Quizá tuviera que ver con haber empleado su poder casi al máximo en el último combate.

En cualquier caso, sus cansados ojos miraron alrededor, y a la luz de las lámparas pudieron distinguir una inscripción en uno de los muros a la izquierda del grupo. Parecían runas enanas.

Strumni caminaba cada vez con mayor preocupación. Ya no le cabía duda, aquellos túneles no eran los Caminos Subterráneos de los enanos.

A pesar de que Strumni era un enano de superficie, conocía lo suficiente las construcciones enanas para darse cuenta de que el lugar en el que estaban no se correspondía a los caminos que su raza utilizaba para desplazarse bajo tierra entre fortalezas y reinos. Los Caminos, por lo general, eran sólidos y fiables, pero mucho más sobrios. Eran construcciones funcionales, largas y con muy pocas ornamentaciones, cuyo fin era simplemente conectar dos puntos por debajo de la tierra, con accesos al exterior aquí y allá, y algunas fuentes y lugares de descanso de vez en cuando.

Aquello era diferente. Era un sistema de túneles intrincado, con aspecto de haber estado habitado y con adornos y diseños propios de las fortalezas antiguas. Pero no tenía conocimiento de que en aquél sitio hubiera nada parecido, y aún más raro era el hecho de que aquél lugar hubiera estado sellado. ¿Dónde demonios se habían metido? ¿Y cuánto podrían tardar en encontrar a la princesa en un lugar como ese? Las fortalezas y minas enanas podían ser enormes...

Tressa se mantenía en retaguardia del grupo, atenta a lo que pudiera surgir. Era una guerrera, y como tal sabía que un momento de descuido podía costarte la vida. Pero además, que aquél lugar estuviera sellado, infestado de goblins y de criaturas que rugían en la oscuridad, y de túneles que se derrumbaban, no contribuía a tranquilizar a nadie.

La skaldi se sintió confusa, y los ojos se le entrecerraron. La habitación pareció llenarse de luz por un momento, y tuvo la sensación de que los pies se le separaban del suelo y se elevaba... flotando... la espada le resbaló de entre los dedos... ¡y estuvo a punto de caérsele!

¿Qué había sido eso? Parpadeó con un sobresalto. Había estado a punto de dormirse mientras caminaba. ¿Realmente estaba tan cansada? No podía ser, había dormido toda la noche a causa de aquél hechizo. ¿Estaría volviendo a ocurrir...? Pero no. La sensación era diferente. Casi hubiera podido decir que agradable. Como si alguien la arrullase para que descansara, pero no le quisiera mal alguno.

Runi se apoyó en uno de los muros y se llevó una mano al pecho de la manera más disimulada que pudo. Aunque el maldito cuervo graznó llamando la atención de todos. El viejo estaba sudando y parecía cansado. Muy cansado de hecho. Como Svartfloy hizo que todos le miraran en mayor o menor medida se irguió nuevamente y señaló a un lado de la izquierda alrededor de las lamparas, como queriendo cambiar de tema.

-Strumni, esos son carácteres enanos. Pero están algo escondidos. ¿Qué dicen? Lo mismo son importantes.-

Gunnar maldijo por lo bajo al encontrarse, de nuevo, frente a una decisión casi imposible de tomar. Aquel subterráneo estaba definitivamente dando golpe tras golpe al reducido grupo, y se notaba. Sin embargo, al ver que no estaban en peligro inminente, el soldado envainó nuevamente su espada, y aprovechó para limpiarse el sudor, polvo y quizás sangre de su frente y rostro en general.

Dio un par de pasos hacia adelante, observando con ojo crítico toda aquella mole de construcción e ingeniería enana. De no encontrarse en la precaria situación en la que se encontraban, el guerrero hubiese elogiado aquellas técnicas y acabados que, a pesar de haber sido saqueados a fondo, aún se las arreglaban para imponer e impresionar. Intentó con todas sus fuerzas encontrar algo que los guiara, pero acabó chasqueando los dientes, frustrado.

— ¡Maldita mole subterránea...! —se quejó, claramente frustrado por la situación, aunque instantes después lanzó una mirada apenada a Strumni—. Sin ofender, Strumni. Es claro que tu gente sabe edificar y decorar, es solo que... —dejó la frase a medio acabar, rematándola en su lugar con un profundo y amargo suspiro. Sentía que cada minuto que pasaba estaba más lejos de encontrar a Ingelyn y a Ylva.

Segundos después hubo un cambio en el capitán skaldi. Imperceptible para aquellos que no están acostumbrados al combate, pero todos aquellos hombres y mujeres que le acompañaban estaban curtidos en una forma u otra del arte de la guerra. Sus entrenados ojos pudieron notar como los músculos de Gunnar se tensaron de un momento a otro, y el deprimido capitán pareció recuperar parte de su letalidad.

— Algo nos vigila. Bien podría ser la sombra o... algo más —indicó a los demás. Quizás ellos también sintiesen lo mismo—. Lo mejor será que identifiquemos de alguna forma el arco por el que entramos. Así, si los pasillos giran o se conectan con los de los otros arcos, sabremos cuáles hemos visitado y de dónde hemos venido.

Tras haber entrado a la gran sala, Tressa se frotó los ojos con una mano, ¿le empezaba a fallar la vista? por un segundo le pareció ver mucha luz. Mientras mantenía los ojos cerrados no se dio cuenta de que empezaba a sentirse somnolienta hasta que sintió a su espada resbalarse de sus manos, abrió los ojos rápidamente y con torpeza consiguió sostener la espada antes de que cayera.

¿Cómo aflojó tanto el agarre de su arma? Sabía que desde que entraron al túnel la había estado sosteniendo con fuerza y después de la batalla con los goblins aún más, quizá la falta de luz le empezó a cansar la vista y eso provocó que el cansancio apareciera rápidamente, pero ¿tan rápido? La ultima vez que paso algo parecido... no, esto se era diferente, no era una sensación tan mala.

Ignorando todo lo sucedido y frotándose de nuevo los ojos para despejarse, avanzó un poco para asomarse por los distintos caminos que podrían escoger sin alejarse demasiado del grupo.

—Es solo que unos interminables pasillos subterráneos no son el lugar soñado para buscar a una princesa extraviada y en apuros. No hay de qué disculparse Gunnar, pese a aceptar la grandiosidad de la construcción, siento el mismo fastidio que todos, al caminar por aquí —dijo el enano mientras caminaba arrastrando cierto pesar en sus pasos.

La capucha que llevaba puesta de forma habitual, adornaba los hombros del enano en ese momento. En su frente se mostraba una fina capa de sudor por el largo paseo y el ajetreo del día. Al escuchar las palabras del anciano humano asintió y únicamente dijo.

—Voy a echar un vistazo por si encuentro algo más, hay varias cosas que me desconciertan.

Levantó la vista para poder estudiar esas inscripciones y tratar de sacar algo en claro. Todavía no estaba muy seguro de lo que estaba pasando en su alrededor y por ese motivo prefirió mantenerse callado mientras leía. Sin embargo cuando Gunnar se tensó, Strumni levantó su brazo con la ballesta y miró a sus alrededores en busca de la presencia que alertó al guerrero.

—Intentaré buscar huellas que nos den alguna pista del camino que debemos seguir. Si tenemos suerte de que no haya pasado nadie por aquí salvo Ingelyn será sencillo.

Dicho eso trató de encontrar alguna huella que les permitiera decidir el camino a seguir.

Mientras Strumni se dedicaba a buscar pistas y echar un vistazo a la inscripción que Runi había encontrado, el resto aprovechó para recuperar fuerzas. Aunque habían dormido toda la noche debido a aquél hechizo extraño, la tensión que les producía la búsqueda de sus compañeros y el combate que acababan de librar ponían a prueba su resistencia. Y Astrid aún estaba muy tocada por la lucha.

La guerrera se sentó en uno de los taburetes de piedra enanos y respiró hondo un par de veces, con los ojos cerrados. Svartfloy voló desde el hombro de Runi hasta posarse a su lado, y la miró con lo que parecía ser curiosidad y un poco de preocupación. Pero la guerrera sonrió al pájaro, dando a entender que se encontraba mejor.

Strumni peinó la zona, buscando cualquier pista del paso de Ingelyn por aquella sala. Y no tardó en encontrar una señal que atrajo su atención. Huellas recientes de botas humanas, pequeñas y de calidad, muy parecidas a las que había visto al salir de la granja. La princesa había pasado por allí, no cabía duda. Y más curioso aún... había pasado dos veces. Una de ellas sola, y la otra en dirección opuesta, acompañada por otro par de botas que sin duda parecían humanas también, pero adultas. ¿Quién iba con ella?

El enano se fijó luego en la inscripción que había junto a uno de los caminos que se abrían desde la sala, y no tardó en comprender su significado. 

A la Mina Norte.

Aquél corredor debía sin duda conducir a alguna extracción de metales o piedras preciosas. Pero justo debajo, había otro texto más inquietante.

Sellada. NO ENTRAR

Gunnar se volvió despacio, observando con cuidado todo aquél sitio. Nunca había estado en una construcción enana tan impresionante como aquella, y la admiración de la arquitectura del lugar atenuó un poco su preocupación. Entonces se fijó en que curiosamente, no habían reparado en ningún cadáver desde que habían entrado en los túneles. Si ese lugar estaba abandonado, desde luego no parecía haber sido por una batalla. ¿Qué podía haber pasado para que los enanos abandonasen un lugar que habrían invertido tanto esfuerzo en edificar?

Runi no lo dijo, pero aquél momento de pausa fue para él como un bálsamo. Pudo sentir cómo sus fuerzas iban poco a poco regresando, y aunque estaba lejos de sentirse completamente descansado, al menos la fatiga extrema desapareció. Mientras el enano que les acompañaba rastreaba la zona y leía las inscripciones, esperó y notó una vez más aquél poder que les rodeaba.

Aquello era raro. Estaban sin duda en una construcción enana, pero los enanos no eran una raza que se distinguiera excesivamente por su poder mágico. Había magos enanos, sí... pero no demasiados. Y realmente hábiles, sólo algunos. ¿De verdad la magia de ese lugar se debía a algo ideado por los enanos, o tendría otro origen? Justo al pensar en eso, tuvo una sensación rara. Le pareció que la habitación se iluminaba, y casi dejó de sentir el lugar en el que se había apoyado. El cayado estuvo a punto de resbalar de sus dedos... y las piernas le flaquearon... 

Despertó con un respingo. Estaba seguro de que se había dormido durante un segundo, pero curiosamente, no se había sentido mal. Había sido una sensación agradable, tanto que se preguntó si no se lo habría imaginado.

Preguntándose aún a qué se habría debido aquella sensación tan agradable, Tressa se asomó a los caminos que partían de la sala. Los tres eran oscuros, y aparte del sonido mecánico de la misteriosa maquinaria enana, en ninguno de ellos se notaba na...

La guerrera se puso en guardia. Por el camino que se abría hacia el este, pudo oír sin ninguna duda voces. Y un instante después, distinguió una luz tenue, como de una antorcha. Alguien se acercaba por allí, y su voz no era la típica voz chillona de goblin. Aquella era una voz humana y masculina, y no sonaba contenta.

La mano del enano se posó sobre sus ojos y se acarició la frente con firmeza para tratar de despejarse. Con un resoplido que no auguraba nada bueno encaró a sus compañeros para comentarles sus pesquisas.

—Creo que he encontrado las huellas de la princesa pero... va acompañada. Parecen pisadas de alguien adulto que la acompaña. No he encontrado rastros de forcejeos, ni nada similar. Parece que le acompañó de forma voluntaria —dijo Strumni para intentar insuflar algo de ánimo y alegría a sus compañeros. 

Tras eso señaló el camino al que pensaba que había ido Ingelyn para que todos supieran la zona a la que debían ir.

—Las inscripciones dicen que ese túnel lleva a la mina norte pero avisan de que está sellada y no debemos entrar —dijo el enano, pocas noticias buenas era capaz de dar a sus compañeros y eso le pesaba a él más que a nadie—. Sé que estáis cansados pero no podemos detenernos ahora. Hay que seguir el rastro.

Con aquellas palabras concluyó para él mismo el descanso y volvió a seguir las huellas de la princesa y su misterioso acompañante.

Después de tener que apoyarse en la pared con el cansancio en su rostro, Runi de repente se irguió y se miró primero las manos y luego el bastón que portaba, para finalmente concentrarse en las paredes a su alrededor.

-Extraño, muy extraño. No lo entiendo, y no me gusta no saber cosas.-

Pero los murmullos del viejo se apagaron cuando Strumni dijo que había encontrado el rastro de la princesa. Aunque no estuviese sola, el hecho de tener una pista y una posibilidad de alcanzarla hacía resurgir la esperanza en el corazón de Runi.

-Eso son buenas noticias, aunque más vale que sigamos siendo precavidos como bien señalas. Y en cuanto a la mina cerrada, quizás la llave que tenemos nos ayude a sortearla. Pero lo principal es llegar a la princesa. Venga, ya descansaremos cuando estemos muertos, sigamos.-

A pesar de todo lo sucedido el viejo skaldi parecía un poco más enérgico que hacía unos instantes.

Tressa se paseó alrededor de la sala observando cada camino, parecían todos iguales, oscuros y siniestros. De mientras, de fondo escuchaba la conversación de los demás, la princesa debía estar cerca si encontraron sus huellas, eso le subió un poco el animo. Cuando escucho que iban a retomar la marcha decidió volver.

Ya se había dado la vuelta para regresar con el grupo cuando sus oídos captaron unas voces de uno de los caminos, eso la hizo voltearse de nuevo. En el camino del este se podía ver una luz de antorcha, se acercaba alguien.

- Viene alguien y estoy segura de que no son goblins. - Advirtió a los demás.

Retrocedió un poco y apuntó su espada en dirección a la luz, si eran enemigos al menos debía prepararse para luchar.

Justo cuando Strumni y Runi iban a ponerse en marcha para seguir aquella pista, Tressa dio la voz de alarma. Alguien se acercaba por uno de los túneles. Y efectivamente, las voces que empezaron a escuchar no parecían de pielesverdes. No eran chillonas como las de los goblins, ni guturales como las de los orcos. Parecían voces humanas, o al menos humanoides.

—No vuelvas a insistir con eso —decía una de ellas—. Nosotros hemos cumplido nuestra parte del plan. ¡Fuisteis vosotros los que perdísteis la oportunidad de coger a esa cría!

Una voz más grave respondió.

—Si nos hubiéseis apoyado, en lugar de estar por ahí de paseo, la emboscada hubiera salido bien. No creo que el enano esté muy cont...

Pero la primera voz interrumpió a la segunda.

—¡Yo no trabajo para ese enano! ¡Será mejor que lo recuerdes!

Mientras la discusión se desarrollaba, la luz de una antorcha o lámpara se adivinaba tras un recodo. Quien quiera que fuese, se estaba acercando y pronto llegaría a la sala donde todos estaban.

Al escuchar las voces de las que Tressa les alertó y ver como la creciente luz indicaba que se acercaban a su posición, Strumni decidió actuar con premura. Hablando con voz baja pero enérgica el enano improvisó un simple plan con el que esperaba ser capaz de neutralizar esa nueva y potencial amenaza.

—Tressa, Gunnar cada uno a un lado de la salida con las armas listas. Queremos aprisionarlos, no matarlos. Tienen información que nos interesa. Yo y Runi os apoyaremos desde la distancia, esperemos que se rindan al ver nuestra superioridad.

Nada más decir eso se movió buscando un ángulo en el que los dueños de aquellas voces no le vieran nada más entrar y trató de esconderse lo más posible entre las zonas, mientras sujetaba su fiel ballesta con firmeza. Sabían cosas, les necesitaban con vida para conseguir más información acerca de la princesa Ingelyn y quizás también del resto de desaparecidos. Strumni comenzó a controlar su respiración para tener el pulso firme y disparar cuando fuera necesario.