Partida Rol por web

Runi se quedó mirando la criatura desmontada por Gunnar.

-Mmmmmm.-

Había algo en el ambiente, y ahora podía discernirlo. El poder que mantenía a toda aquella corrrupción estaba disminuyendo. Podía deberse a que ya estuviera lejos, o que se estuviese agotando. El viejo esperaba que fuera lo segundo, que de hecho era bastante fáctible, pero prefería prepararse para lo peor.

-Strummi tiene razón. Hemos de darnos prisa. Puede que tengamos una posibilidad real de alcanzar a la princesa y que su hechicero, que lo hay, esté agotado.-

Gunnar, sólo por si acaso, apoyó todo su peso en la caja torácica del esqueleto y luego, con el pie derecho, separó el cráneo del resto del cuerpo. Luego miró a los demás y se encogió de hombros.

— Nunca se sabe —dijo en voz seria.

Escuchó a Strumni y a Runi y, sin envainar su espada, empezó a encaminarse al linde del bosque.

— No hay tiempo que perder —apremió.

Una cosa era escuchar noticias sobre muertos vivientes y otra muy diferente era verlos en carne y hueso, sobretodo hueso. Ya podía añadir esqueletos andantes a la lista de cosas que nunca creyó ver durante su vida, esperaba no tener que añadir más durante una larga temporada.

Tras recuperarse de la sorpresa Tressa se dispuso a seguir al resto. Ahora si que debían encontrar a la princesa rápidamente, no quería saber que pasaría si se llegaba a enfrentar a alguien capaz de resucitar cadáveres.

Sin perder tiempo, el grupo de skaldi y el montaraz enano se internaron en los bosques. La arboleda era espesa y los arbustos salvajes, lo cual dificultaba el avance. Pero Strumni pudo seguir las huellas de Ingelyn sin demasiadas dificultades. No tardaron en llegar a un pequeño claro, y allí se detuvieron un instante.

Las huellas eran tan claras que ninguno de ellos tuvo problemas para leerlas. La princesa se había detenido allí, y había dado la vuelta sobre sí misma varias veces. Parecía que algo la había atacado o al menos rodeado. Y de hecho, había más huellas en la zona, huellas de botas humanas. ¿Serían más traidores skaldi? ¿O quizá más de aquellos esqueletos? Tuvieron la respuesta al ver que una de las huellas era fina y afilada, sólo podía pertenecer a los tarsos y las falanges de un pie esquelético. Pero además, había otro par de huellas. Pies pesados y cortos, que sólo podían pertenecer a un enano.

Acababan de darse cuenta de aquello, cuando a su espalda escucharon un sonido de ramas moviéndose. Se volvieron todos a una y pudieron ver a otro esqueleto muy parecido al que Gunnar había abatido. Pero antes de que se lanzaran sobre él, el cadáver alzó las manos como si quisiera pedirles que esperasen un momento.

El esqueleto, que a todas luces había pertenecido a un guerrero humano, alzó las manos y dejó caer sus armas. Aquello les sorprendió aún más que haber encontrado cadáveres andantes. Y todavía más impactante fue el hecho de que ese esqueleto les hablara claramente.

—¡Alto, alto! —dijo con una voz extraña de ultratumba—. No soy un enemigo. Bueno, al menos parece que ya no...

Aquello resultaba casi cómico. ¿Cómo era posible que ese ser les estuviera hablando? No tenía ni rastro de cuerdas vocales. ¿Y si era una trampa?

—Menuda nochecita... —comentó el cadáver—. ¿Sois de las granjas de por aquí?

No era Strumni un enano de los que se sorprendía con facilidad, tenía mundo y había visto muchas cosas, tantas que era complicado sorprenderle pero aquello le dejó estupefacto. ¿Estaba hablando aquel esqueleto? Sin dudarlo ni un instante le apuntó con su ballesta y le interpeló, sin pensar demasiado que estaba intentando establecer comunicación con un esqueleto parlante.

—¿Quién eres? —dijo el enano—. ¿Qué clase de hechicería es ésta?Habla rápido o convierto tus huesos en polvo malnacido.

Esperó que en algún momento el esqueleto o alguno de sus compañeros pudieran darle una explicación coherente a lo que estaba sucediendo en aquel instante. Algo coherente, coherente para alguien con casi nulos conocimientos mágicos.

Oh no, más esqueletos no. Tressa ya tuvo suficiente con uno, se negaba a enfrenarse a otro y más si era uno que hablaba. Un segundo, ¿de verdad estaba hablando? Esto se ponía peor por momentos. Cuando creía que nada más podía sorprenderla, la vida parecía querer demostrarle que se equivocaba.

- Esqueleto... no te acerques. - Dio un paso al frente apuntándolo con su espada.

No sabía muy bien como lidiar con esa situación. ¿Caería de un golpe como el otro? No tenia pinta, este se veía más... vivo.

- ¿A qué te refieres con que ya no eres enemigo y por qué deberíamos creerte? - ¿De verdad le estaba haciendo preguntas a un esqueleto? Que más daba, si las respondía ya podía ser un esqueleto o una cigüeña, a estas alturas ya le daba igual.

Runi no se sorprendió de encontrar otro esqueleto. El primero que habían abatido confirmaba los rumores sobre ellos, y después de saber que se enfrentaban a un mago era sólo cuestión de sumar dos más dos.
Pero cuando aquel esqueleto habló el viejo casi se cae de culo.

-¿Pero qué narices?...-

Estaba estupecfacto. No es que fuera un experto en nigromacia, de hecho sabía lo justito para considerarla algo maligno y como destruir a las creaciones más débiles como los esqueletos. Pero nunca en sus estudios había leífo o escuchado de alguno que hablase.

-No sé cómo puedes hablar. Pero yo de tí me quedaría muy quieto y haría caso a lo que te dicen. Y sobretodo contesta a nuestras preguntas. Y aparte de las que te han hecho ¿Quién te ha creado?-

Aquél esqueleto no se movió de donde estaba, ni hizo gestos amenazadores. Sólo bajó los brazos y los dejó caer a ambos costados de su caja torácica.

—Tranquilos, no me moveré —dijo—. Ya os lo he dicho, no tengo intención de atacaros, ni nada parecido. Aunque yo tampoco entiendo muy bien qué está pasando, intentaré explicarme lo mejor posible...

El esqueleto se pasó una mano por el cráneo blanqueado, mientras pensaba cómo responder a las preguntas del grupo.

—Bueno, quizá debería empezar diciendo que mi nombre es Byrald. O al menos lo era cuando estaba vivo. Todavía no he conseguido recordar muy bien mi vida, pero sí recuerdo eso, y también que era guardia en Skermnir. Pero en fin, todo eso es un poco irrelevante ahora...

Se encogió de hombros.

—Desperté hace unos cuantos días —explicó—. Alguien me alzó a mi y a muchos más como yo, y nos reunió en un lugar cercano. Se trata de un enano muy anciano vestido de negro, con un parche en el ojo derecho y una larga barba blanca y encrespada. Cuando nos controla, no podemos oponernos a su voluntad. Es como si invadiera nuestros cuerpos y pudiera dirigir nuestros huesos y nuestras mentes como si fuésemos sus marionetas. Pero cuando tiene que descansar, su hechizo se debilita y la mayoría vagamos sin rumbo hasta que vuelve a tomar el control sobre nosotros.

El esqueleto alzó un dedo para enfatizar lo siguiente que iba a decir.

—Sin embargo, por algún motivo, conmigo no ocurre eso. Cuando el enano deja de controlarme, yo recupero el dominio sobre mí mismo hasta la siguiente vez. Pero me he esforzado por disimular para que no se dé cuenta, temo que si lo descubre decida destruirme. Y quiero liberarme de esta maldición, tanto a mí mismo como al resto de pobres diablos que han caído bajo su control, y a los que no deja descansar en paz. No sé quiénes sois, pero me he acercado a vosotros para pediros ayuda, porque sé que ese enano ha hecho esto a sabiendas de que pasaríais por aquí, y quería tenderos una emboscada esta noche pasada. Ignoro el motivo, pero supongo que eso deja claro que es vuestro enemigo. ¿Nos ayudaréis a librarnos de él? No puedo ofreceros gran cosa a cambio... pero tendríais mi gratitud eterna, y seguro que también la del resto de cadáveres de los que se ha adueñado.

El esqueleto terminó su explicación y se quedó callado, esperando una respuesta. Era difícil decir si su parlamento sonaba sincero observando su rostro sin vida. Sin duda, ninguno de los cuatro compañeros había esperado una situación como aquella.

Strumni seguía atribulado por la aparición del esqueleto, pero algo durante aquella explicación le provocó un escalofrío. La descripción del enano que según ese esqueleto les había alzado a él y a otros de sus tumbas, coincidía a la perfección con la de un anciano mago umgari, al que el Rey Grummdar había juzgado hacía muchos años en Krar Umgar.

El enano en cuestión se llamaba Murgin, y efectivamente, era un mago poderoso. Había sido parte del consejo del rey durante años, hasta que se había descubierto que cultivaba una secreta pasión por las artes oscuras, y se le había relacionado con muchos sucesos turbios que habían tenido lugar en la fortaleza. Entre ellos se contaban robos de viejos textos e incluso crueles asesinatos a guardias y otros habitantes de Krar Umgar. El Rey Grummdar le había juzgado y sentenciado a muerte, pero antes de que se ejecutase la pena, Murgin había desaparecido. Nunca había vuelto a vérsele en las tierras de su pueblo.

Aquello le sonó a Strumni inquietantemente parecido a lo que habían descubierto la noche anterior sobre el jarl renegado Lognar. No podía ser una casualidad... ¿Habrían sellado el skaldi y el enano una alianza de traidores por algún motivo oscuro? En cualquier caso, el montaraz tenía claro que si se enfrentaban a los poderes de Murgin, aquél asunto había pasado de ser preocupante a resultar realmente amenazador.

La cara de Strumni palideció mientras el esqueleto hablaba. Al peligro de un ejército de no muertos que se ponían en pie se sumaban unas sombras del pasado a las que el veterano enano nunca pensó en enfrentarse. Su ballesta dejó de apuntar al esqueleto pues pasó a apuntar al suelo debido a la expresión vencida del enano.

—¿Conoces el nombre de ese que os controla? —preguntó Strumni preocupado, mientras paladeaba con lentitud el peligro al que podían estar enfrentándose—. No te preocupes por la gratificación, no es eso lo que nos mueve. Necesitamos encontrar a alguien que puede estar con aquel que os controla, capturada. No buscamos oro, ni recompensas pero has de saber que si te acompañamos y ayudamos te destruiremos sin ninguna duda si te usan contra nosotros.

—Si ese hechicero es el enano que temo que puede ser, yo debo de seros franco. No estoy seguro de que estemos preparados para enfrentarnos a él y menos en su territorio. No dudo de vuestras capacidades pero sí temo por las suyas. Si la princesa está allí capturada no tengo aternativa, prometí llevarla a la reunión y una promesa  bien vale perder la vida intentando cumplirla —dijo aquello mirando a sus compañeros, pues posiblemente él fuera el más consciente del peligro al que se podían llegar a enfrentar.

Las "palabras" del esqueleto confirmaron las pocas dudas que le quedaban a Runi. Se enfrentaban a un poderoso nigromante, y a su ejercito de nomuertos. La situación era complicada como poco. De hecho había pocas esperanzas de salir de aquello con vida.
Pero no podía negar que pese a toda la situación estaba asombrado por el esqueleto y lo que explicaba.

-Es inaudito. No deberías poder hacer lo que estás haciendo. No tiene sentido.-

No obstante podían tener una posibilidad de rescatar a la princesa.

-Como ha dicho aquí el compañero, estamos buscando a una chica que creemos ha sido raptada por aquel que os controla. Necesitamos información. Saber donde la lleva, y que más nos ha preparado.-

El comentario de las granjas hizo que el viejo se acordase de algo más.

-Hablando de granjas. ¿Sabes si os mandado atacar a las granjas cercanas? Nos...separamos de otros de nuestro grupo y podríamos necesitar su ayuda también si logramos reunirnos.-

Ante la convicción del enano sobre rescatar a la princesa aunque le cueste la vida, Runi no pudo si no agradecerselo.

-No irás solo en ese empeño. Tenlo por seguro. De todas formas te agradecemos tú disposición.-

En un santiamén, Gunnar desenfundó su espada nuevamente, pero la punta de la misma pronto quedó enterrada en la tierra, más o menos al mismo nivel que la parte inferior de la boca del capitán. Vamos, que tenía la boca muy, muy abierta, y además estaba completamente estupefacto.

No sólo aquel esqueleto no era, aparentemente, hostil, si no que también podía hablar, y en un perfecto skaldi. Las preguntas fueron y vinieron, pero Gunnar estaba tan... embotado mentalmente que apenas y podía distinguir lo que decían unos y otros, a excepción clara del esqueleto parlante, cuya voz de ultratumba era sumamente característica. Sin embargo, al escuchar las palabras "nigromante" y "ejército de muertos vivientes", los ojos de Gunnar se entornaron hacia el esqueleto, atento nuevamente.

Agradeció con una mirada las preguntas de Runi. Quizás las hubiese hecho él mismo, pero aquella situación y todo, le parecía demasiado... inverosímil. Estaba acostumbrado a la presión, pero todo aquello le superaba un pelo. Sin embargo, apretó la mandíbula y volvió a enfocarse en el asunto.

— Seguiremos el rastro aunque sea lo último que hagamos, pero como ha dicho Strumni, no dudaremos en acabar contigo si el nigromante vuelve a poseerte —aseveró—. Dime, ¿cuando el nigromante utiliza su hechizo, sólo eres incapaz de controlar tus acciones o pierdes la consciencia completamente? —preguntó.

Al terminar de escuchar la historia Tressa mantuvo unos minutos de silencio intentando asimilar la información. Un enano con grandes poderes creó un ejercito de muertos vivientes para tenderles una emboscada, hasta ahí todo claro. Luego estaba el porqué ese esqueleto parecía ser el único consciente mientras el hechizo era débil, todo era tan extraño.
El problema principal era el enano con parche, según habían comentado enfrentarse a él no era un juego de niños. Además, cuando decida volver a controlar a los muertos Byrald pasará a ser un enemigo.

- En cualquier momento puedes ser controlado de nuevo, te mantendré vigilado. - Dijo mientras guardaba su espada.

Por muy buenas intenciones que pudiera tener el echo de mantenerlo cerca suponía un enorme peligro, no sabían cuando los esqueletos volverían a la carga y si les pillaban desprevenidos lo pagarían caro.

El esqueleto que respondía al nombre de Byrald escuchó la pregunta de Strumni y movió negativamente la cabeza.

—No, no sé su nombre —dijo—. Todo lo que sé sobre ese malnacido es lo que os he contado...

Luego escuchó a Runi y pareció sorprenderse, aunque era difícil de decir dado que su rostro no podía sonreír, ni fruncir el ceño, ni demostrar emoción alguna.

—¿Habláis de una chica joven, de pelo corto y rubio, vestida con una capa? Sí, la perseguimos anoche por el bosque. Pero logró escaparse. Nos dio esquinazo en una de las entradas a los Caminos Subterráneos de los enanos. El nigromante se llevó a unos cuantos de nosotros con él para atraparla, y dejó al resto para que patrullásemos por el bosque. No sé más, desde entonces no ha vuelto a controlarme de forma activa...

Ante la pregunta sobre las granjas, el esqueleto movió afirmativamente la cabeza.

—Sí, antes de que llegáseis, matamos a todos los habitantes de las granjas —dijo—. Un acto despreciable, atacamos por sorpresa y ni siquiera pudieron defenderse. En fin... el enano trató de aprovecharse de sus cadáveres, pero parece que le cuesta más controlar a los muertos recientes, así que simplemente los ocultamos a la vista. Al menos en eso, tuvieron más suerte que nosotros...

Después miró a Gunnar para responder a su duda, mientras se pasaba una vez más la mano huesuda por el cráneo, un gesto que parecía ser típico en él.

—Es difícil explicar lo que se siente... Es como si una mente se metiera en mi cuerpo y lo controlase, aunque yo sigo siendo consciente de todo lo que pasa a mi alrededor. Puedo ver, oír y pensar... pero no hablar o actuar. Mi cuerpo no me obedece y se mueve como si unos hilos invisibles lo manejasen. Si decide empezar a controlarme cuando esté cerca de vosotros, podría obligarme a atacaros aunque lo lamentase. Sencillamente, no podría evitarlo. Es más, también me temo que en ese momento quedaría claro para el nigromante que le he traicionado y mi "no vida" dejaría de tener valor.

Luego miró a Tressa y emitió un ruido extraño que sonaba parecido a una risa.

—Tranquila, guerrera... te entiendo. Yo haría lo mismo de ser la situación a la inversa. Haré lo que pueda para ayudaros, espiar para vosotros, luchar mientras mantenga el dominio de mí mismo... lo que sea. No tenéis más que indicarme qué queréis que haga, y lo haré.

Quedaba claro que aquél desdichado no muerto tenía la intención de ayudarles a cualquier precio, lo cual podía ser una gran ventaja. Ahora debían decidir cómo utilizarla, y planear con cuidado sus siguientes pasos.

Pasó la mano por la frente, especialmente por el entrecejo para desentumecerse un poco mientras pensaba. Mucha información nueva de golpe, de eso no había duda. Agradeció que la joven princesa hubiera podido escapar con vida de los esqueletos aunque ahora se encontraba bajo un peligro mucho mayor. Mucho temía que el enemigo, pese a no poder confirmar su nombre, le era conocido y eso no hacía más que preocuparle. Tras unos instantes reflexionando finalmente habló.

—Creo que no tenemos más opciones, debemos ir a los túneles. La princesa es la prioridad, con mucha suerte podremos sacarla de ahí sin entrar en combate —dijo, aunque lo dudaba sinceramente. Levantó la cabeza mirando al esqueleto y le preguntó —. ¿Puedes guiarnos hacia esos túneles esquivando las patrullas de esqueletos?

Tras hacer esa pregunta se giró al grupo de compañeros y les explicó sus ideas lo mejor que pudo.

—No conozco mucho de magia, ni nada relacionado con ella pero temo que igual que sabe levantar a los muertos, pueda sentir cuando destruimos a sus súbditos. Creo que lo mejor es que pasemos lo más desapercibidos posible y nos colemos en los túneles.

Tras eso respiró con profundidad de nuevo, como si fuera a aspirar el mundo y se preparó para continuar la marcha de nuevo. Tuvo que retener su mano para no encender su pipa de nuevo, no era momento, ni lugar para fumar pese a que le ayudara a relajarse.

Bien, la princesa no había sido capturada. No estaba fuera de peligro pero al menos sabían que había conseguido huir de los esqueletos, aunque eso no aseguraba que no se los volviera a encontrar.

Continuó escuchando, no podía imaginarse como era perder el total control de sus acciones y ser obligado a ver como su propio cuerpo actuaba en contra de su voluntad. Por mucho que eso le pareciera increíble, lo que más le impactó fue el ataque a la granja.

- ¿Que asesinasteis a...? - respiró hondo. No era su culpa, no eran conscientes de sus actos. A quien debían culpar era al que los estaba controlando, era él el que les ordenó realizar esas acciones terriblemente crueles. - Pobres inocentes.

Viendo de lo que era capaz el enemigo el plan propuesto por el enano le parecía bueno, era mejor tratar de evitar el enfrentamiento que arriesgarse a ir de frente.

Gunnar envainó la espada, dudoso aún, y con la mano hábil se masajeo el puente de la nariz. Todo aquello le parecía bastante más complicado de lo que en un principio habría pensado pero, bueno, había que seguir adelante. Lo importante de todo esto era que la Princesa Ingelyn seguía viva y había una oportunidad de rescatarla. El capitán dio un paso adelante y miró al esqueleto directo a... bueno, a las cuencas donde antes habían estado sus ojos.

— Crees... —inició, dubitativo—. ¿Crees que podrías, eh, guiarnos a través del bosque y hacia los túneles? —pregunto aún dudoso. Ciertamente no le inspiraba confianza que hubiera confesado así como así el haber asesinado a todos los habitantes de las granjas, pero... bueno, tampoco era su culpa. Decidió guardarse aquello en lo más profundo de su ser, como había hecho en otras situaciones antes.

Meditando en lo que había dicho acerca de la sensación de ser invadido y controlado, Gunnar entornó los ojos.

— ¿Por casualidad viste a otro grupo conformado por una guerrera y tres niños? —procedió a describir a detalle el grupo conformado por Astrid, Dewa, Glyrhel, Mara e Ylva*.

Runi suspiró aliviado cuando escuchó que la princesa había logrado escapar. No estaba fuera de peligro, pero al menos no estaba en las garras de aquél nigromante.

-Ya estás viejo para toda esta mierda Runi- Pensó el viejo skaldi, pero se sacudió aquellas palabras de su mente y se obligó a continuar. Los demás habían llegado a la misma conclusión que él. Tenían que ir a los túneles a buscar a la princesa.

-Por supuesto Strumni, es la única opción que tenemos. Y además hemos de darnos prisa. También la estarán buscando y son más que nosotros.-

Runi estaba listo para ponerse en marcha.

Byrald miró a Gunnar, y tras pensar un momento, negó con la cabeza. O mejor dicho, con el cráneo.

—La verdad es que no... La única persona a la que vi, fue la que decís que es la princesa. Quizá los demás vieron a alguien más, pero lo ignoro.

Luego comprobó que estaban todos listos para partir y asintió. Recogió sus armas del suelo y señaló hacia la espesura.

—Seguidme. No tenemos nada que temer por ahora de los demás cadáveres, pero será mejor que nos demos prisa. No sabemos cuándo ese despreciable podría intentar volver a controlarnos...