Partida Rol por web

Mientras siguen hablando, han entrado desde uno de los accesos laterales a los laboratorios. 

Lo que normalmente son pasillos llenos de gente hoy se muestra desierto. Los monitores de la sala de guardia, frente a los accesos principales en los ascensores, está vacía. 

La que encabeza al grupo mira hacia atrás para responder a la última pregunta que le han hecho. 

- Sé que hay mucha gente detenida, pero si he entendido bien... ¿estás hablando de Alex Maloy? Es el hombre que acusan de matar al consejo. Y a Enma.

Pero se vuelve cuando está a punto de tropezar con otra persona.

- ¡Lo siento! - se sobresalta la joven, cuyo uniforme la identifica como auxiliar de enfermería. Frente a ella, lleva un carrito lleno de trastos semi-cubiertos por una sábana de los que usan los celadores para mover material - No... no me esperaba que hubiese nadie. - La musicalidad de su voz es la de los dialectos más extraños que hay en el Búnker ¿Algún pueblo perdido del sur-este de áfrica? puede ser. Todos la recuerdan como la enfermera que estaba al cuidado del anciano Skyner en la asamblea, aunque otros han coincidido más de una vez con ella en los últimos días.

- ¡Ten más cuidado! - la reprende la arrollada, que aparta el carro con algo de brusquedad y obligando a la contraria a sostenerlo con más fuerza, para que no salga despedido.

Pero la muchacha está más interesada en los rostros de quienes la acompañan que en la soldado.

- Vaya, hola. Que bueno que estén todos bien. Pasan demasiadas cosas últimamente. - Para comenzar a fijarse en los detalles y medio-sonríe a Utolsó primero - Hey... hola.

Subinspector, veo que tiene mejor color  que hace dos días. ¿está funcionando bien la silla? ¿Necesita que la revisemos? - Se nota el automatismo profesional, y casi parece haber olvidado lo que venía haciendo con tanta prisa. Lanza una mirada hacia el pasillo al que se dirigía - Sólo hay un doctor en las salas. No sé cómo le dieron acceso, pero es mejor que no tener nada que hacer. Estoy segura de que puede ayudar, si le hace falta.

Una de las pantallas principales del Hall se enciende con un chasquido, y pueden ver al Dr. Arthur desde el ángulo poco favorecedor de quien no tiene ni idea de cómo hablar a una cámara y mucha prisa como para preocuparse en algo como eso. Los altavoces transmiten su voz.

- Nadia, acompáñalos hasta aquí, por favor. Buenos días a todos. No esperaba que vinieran tantos, pero así será más rápido. Sigo trabajando.

La pantalla se apaga antes de que ninguno pueda responder. 

- O, si, claro... Por favor, ¿me acompañan?

Hace un gesto para que la sigan sin demorarse demasiado, aunque sigue mandando alguna mirada de curiosidad a las cinco personas que la siguen. 

En la puerta de la sala puede sentirse que está preparada para alojar a un nutrido grupo de personas trabajando a la vez. Máquinas experimentales, pizarras llenas de diagramas y hologramas representando cosas sólo accesibles a los más expertos. 

Sobre una de las mesas, hay al menos cuatro torsos y cabezas de androides sin identificación a medio montar. La identificación vacía en el pecho indica que no hay ninguna IA en su interior, o por lo menos, ninguna consciencia de un ciudadano.

Hay algo que automáticamente percibes cuando entras en la habitación, y es importante. En una de las pantallas en las que está trabajando el doctor puedes ver una interfaz de régimen interno de acceso a datos de administrador de nivel.

O lo que es lo mismo, algo para lo que, que tu sepas, alguien como él no debería estar autorizado a ver.

Lo segundo de lo que te das cuenta es de que Raquel está mirando con la misma desconfianza que tú esa pantalla.

Momentáneamente intercambian una mirada. La de ella parece interrogativa. Es una violación de seguridad, pero quizás esa sea la única forma de conseguir ciertos datos, al fin y al cabo. 

Sabes que hackear el acceso falseando una identidad está prohibido, pero no es imposible. Tú mismo podrías hacerlo, de proponértelo. Un exploit bien colocado, y listo, pero normalmente las funciones básicas de IVI impiden la actuación de esa clase de malware.

Hay tres conclusiones fáciles sobre las que pensar sobre esto. O el doctor es mejor hacker de lo que creías, o es una prueba más sobre las capacidades actuales de IVI, o sencillamente alguien le ha facilitado acceso, lo que significaría un aumento de rango fulgurante por su parte. 

Tus ojos se dirigen irremediablemente a los cacharros que se ven a medias sobre el carrito de la auxiliar, y una vez en la habitación, hacia los androides que hay en la mesa.

Sobre lo primero, tienes una idea bastante clara de que es más que posible que el doctor se esté "apropiando" de materiales de otros laboratorios, porque este es claramente un laboratorio preparado para contener experimentos de física cuántica, y lo que ves ahora aquí es más que eso.

Sobre lo segundo, tienes aún más claro que el doctor podrá ser muy listo, pero si lo que quiere es armar un androide autónomo, lo está haciendo francamente mal. Piezas internas, así como extremidades y módulos de interfaz descansan en otra mesa cercana, sin demasiado orden.

En el instante en el que entras a la sala, tus ojos pasan revista analítica a cada detalle, con precisión quirúrgica. 

No te pasa desapercibido que el doctor parece ser capaz de hacer dos cosas a la vez, ordenando a su holograma que se mueva de una forma con una mano, mientras escribe algo diferente con la otra.

No te pasa desapercibido que uno de los androides en la mesa, todos desarmados como para no ser más que carcasas vacías, ha parpadeado y esboza una sonrisa

No te pasa desapercibido que algunos de los aparados, e incluso de las mesas que hay ahora llenando este espacio tienen etiqueda de "propiedad de" que corresponden a otros especialistas

Pero por encima de todo... no te pasa desapercibido que hay alguien más en la sala. Muchos antes de que se mueva en un ángulo en el que es visible para todos, tú ya has deducido de quien se trata.

Y es entonces cuando un hombre más se incorpora desde su asiento, que quedaba de espaldas a la puerta desde la que han entrado, despachando con su mera presencia muchos interrogantes y abriendo otros.

- Buenos días, caballeros.

Al mirar más detenidamente, algo captó mi atención, bueno, en realidad más de una, pero la primera, lo desierto que me pareció el sitio. Ni una jodida alma. Mientras caminé con el ceño arrugado, mis ojos realizaron barridos sin mucho éxito.

En el camino al dichoso laboratorio hubo un choque entre la joven de color, quizás la asistente del lugar y la sargento, bueno, por suerte, fue casi un choque. Al entrecerrar los ojos conseguí recordar a aquella chica, de particular acento, como la auxiliar de enfermería del viejo máximo del búnquer. Los humos de la capitana no es que fueron fríos precisamente. Suerte que no pasó de una reprimenda verbal.

Suspiré con cansancio, y ya perdí la cuenta de las veces que lo llegué a hacer a lo largo del día. Al poco una pantalla se iluminó mostrando rostro y voz del doctor Blackwood, eso provocó que mi atención se fijase ahí. Pidió a la chica de nombre Nadia que nos guiase, y con las manos en los bolsillos y mi particular humor de perros la seguí sin decir nada.

En el camino mis ojos se desviaron de un sitio a otro de forma inconsciente, revisé el material del sitio con las pasadas. Y por fin llegamos al puñetero laboratorio tras discusiones y encontronazos. Eso sí, lo que vi me dejó desconcertado, mis pasos se detuvieron en seco, y mis manos abandonaron la calidez de los bolsillos del pantalón.

Rígido, le dediqué una mirada entre rabiosa y recelosa, con expresión dura a aquel hombre. Busqué saliva en mi garganta sin perderle de vista ni un segundo. - Ajá, ¿así que buenos días? - Pregunté sarcástico con mi característica falta absoluta de etiqueta. - Y una mierda. - Mascullé molesto y los ojos entrecerrados. - ¿Qué haces aquí? Y lo principal, ¿qué haces...vivo? Nos dijeron que habías muerto. - Le dije aquel hombre con verdadera suspicacia en mi tono y sin andarme de rodeos.

No supe muy bien como reaccionar ante aquella inesperada sorpresa, sorpresa molesta y desagradable. Si estrangularle, matarle, o pasar. Pero verle, muchas preguntas aparecieron en mi mente, y otras que creí resueltas regresaron a por una respuesta, quizás la verdadera. - Si "usted" está aquí, ¿quién diablos es el "otro"? - No pude evitar preguntarlo al aire.

Miré de soslayo al doctor para realizar la siguiente cuestión, importante para mí al menos. - Doc, ¿podemos fiarnos de él? - Y tras aquellas dudosas palabras, mis ojos se centraron con desconfianza ante aquel hombre, un recién llegado al búnquer.

Cuando al fin llegamos resulto casi asaltado por una profesional Nadia, a quien miro levantando una ceja, como si algo de la situación me resultase... divertido.

Sí, estoy bien. No, no es necesario que la revise. Estoy deseando librarme de ella cuanto antes. ¿Dónde está el Doctor?

Le pregunto, como si ella debiese saber a quién me refiero.

Pero somos guiados hacia delante... muchos detalles ante mí. Asiento con cierto asombro al ver las maravillas de las que tanta tecnología es capaz. Sencillamente... alucinante, como diríamos en mi escuadrón. Pero no iban a ser suficientes cuando se alza ante nosotros el autoproclamado Coronel. Sin embargo su presencia aquí plantea posibles respuesta más o menos razonables a dudas que hasta segundos atrás no tenían una respuesta razonable. Pero sigo sin fiarme... como bien denota el señor Ashton en su respuesta.

Buenas días, señor Grend. ¿Aún le duele la cabeza después del golpe que le dieron cuando lo del enfermo?

Pregunto, con cierto interés por su respuesta. Pero no es bueno dejar a nadie con la palabra en la boca, de modo que me giro hacia el doctor Blackwood e inclino la cabeza a modo de saludo.

Increíbles máquinas las de aquí. Por sus movimientos casi parecen... conscientes.

Acomodo mi silla en un lado que pueda verlo todo pero no molestar en absoluto.

En ese momento una de las maquinas sobre la mesa rompe a reír con un sonido metálico

Cuando escucha el tono con el que se dirige a él el experto mecánico, Grend endereza los hombros, adoptando la pose de quien está acostumbrado a dar órdenes, no que lo cuestionen.

- Espero que sepa explicar ese tono, niño. - Desvía la mirada al objeto que sostiene Utolsó al que Frederick hace referencia con su gesto y entrecierrra los ojos, como si lo último que dice fuera peligroso - ¡¿Qué otro?!

Entonces escucha y mira al subinspector - Si conocen el dato del ataque que sufrí, no entiendo la actitud.

- Si, los droides es una de las cosas de las que les quería hablar - cubre entonces la mesa de la que proviene el intento de cargajada con una sábana. 

- Pero parece que ustedes también traen sus propios problemas. 

Físicamente se adelanta al soldado, intercediendo en algo que bien podría torcerse. - Señor Ashton, este hombre lleva conmigo desde ayer. Recibió un ataque y en cuanto se sobrepuso, trató de controlar la situación, pero no tiene el rango que tenía en el exterior. Esa es una de las razones que le trajeron hasta aquí.

Y ahora me gustaría saber... - Se inclina sobre una de las mesas, apoyándose en las palmas de las manos - De dónde les vino la información que lo daba por muerto. Detrás podría estar su atacante 

Al entrar en el laboratorio instintivamente y sin saber porque busque algo en concreto, pero fue ella quien primero me encontró a mi. -Hola Nadia, es bueno saber que tu sigues por aqui. -Comente sincero sintiendo una leve presión en mi pecho, algo de lo que no era ajeno pero si su significado.

Sobre el incidente con Deborah no hice absolutamente nada mas que mirar, era obvia la razón de la impetuosa mujer.

La pantalla se ilumino para mostrar al doctor en pantalla y nos invito a entrar, sin perder un segundo quede mirando las pantallas del doctor con un claro interrogante, pero mis pensamientos sobre todo aquello fueron obviadas al ver a Grend vivo, al menos en apariencia.

-Es bueno que este vivo y él otro este encerrado, puede ser bueno, que se conozcan, que nos digan quien es él de verdad y que esta pasando. Puede que estemos ante la paradoja del abuelo, es algo que nos... -Perdí por un momento el rumbo, pensando en mil cosas a la vez; personas idénticas uniéndose, en castillos cayendo ante el viento, en polvo creando vida y por alguna razón en el rostro de la mujer negra. Algo que me saco de mi interés por descubrir la verdad sobre aquel anciano y me recordó algo que había visto hacia no mucho y quise comprobar algo antes de entrar en detalles.

-¿IVY? Si estas ahí y aun escuchas, dime el recuento de las personas vivas de esta laboratorio y el global en el bunker. -Un curioso intento a la par que curiosidad propia.

Miras en más profundidad a las personas que te rodean. Afortunadamente el chispazo de anulación que lanzó la mujer armada no parece haber dejado consecuencias más allá del cosquilleo que es cada vez más imperceptible.

El Inspector, a juzgar por las diferencias de calor sobre su cuerpo, debe haber salido de peligro, lo cual no significa que esté recuperado. Si lo conoces en algo, en uno o dos días es probable que insita en que le re-inserten piernas para poder andar por sí mismo, aún en contra del consejo médico.

Raquel no parece haber sufrido cambios. Lus centros de calor permanecen como hasta ahora.

Frederick y Arthur no tienen nada que destaque en ellos.

Nadia está... bien, sólo que su temperatura corporal la muestra... extraña. ¿Tendrá fiebre? no, no es eso, pero su corazón late rápido. Además de eso, es posible que tenga alguna clase de implante subcutáneo en uno de sus brazos. No podrías asegurar de qué se trata exactamente. Y si, estás seguro de que te ha sonreído cuando le devolviste el saludo.

En cuanto a Grend, su cuerpo es frío. Más frío de lo que lo están los demás. No tanto como para que se lo pudiese llamar Androide, pero sí para suponer que pase algo. Al fin y al cabo todo está donde debería estar, pero o es un escelente actor y su enfado es fingido, o tiene unos nervios de hierro o está enfermo.

En cuanto a los androides de la mesa, no parece que tengan gran cosa de humanos. Apenas algunos razgos faciales anodinos, tan sólo bustos con cara, cuello y parte del peqcho. las placas identificativas que llevan esta clase de androides para determinar si hay alguna consciencia en su interior están apagadas, por lo que debe ser sólo algún experimento de escuela lo que ha hecho que uno de ellos reaccione, o algo así. 

Los altavoces responden automáticamente ante la petición de Utolsó. 

Actualmente, en el alcance, se encuentran... ocho ciudadanos.

Sin conexión.

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