Partida Rol por web

- Con lo que me costo sacarte una sonrisa y ahora lo haces de forma tan sencilla ante un monitor apagado. Es una pena que Maxine no este aquí para verlo.  

El fragmento de robot en la mesa habla en baja voz, llamando la atención de inmediato a los dos hombres, pero refiriéndose a uno de ellos. Las facciones que conserva se mueven en una mueca, pero es difícil identificar una expresión.

Las cámaras que tiene por ojos se mueven alternativamente entre uno y otro hombre.

Parpadeo varias veces cuando veo cómo el señor Ashton parece entrar en una especie de éxtasis iluminado y se deja llevar por sus movimientos.

De reojo observo el interrogatorio, parece que aún no han trasladado mi pregunta al principal acusado, sin embargo es algo que no voy a apremiar, por ahora.

Finalmente parece que el señor Ashton ha hecho algo con la interfaz... y un bot le habla con total familiaridad. Miro al montón de tornillos y tuercas y chispas analítico, meditando qué decir, dado que últimamente parece que cada cosa se mira con lupa y desconfianza. Incluso le lanzo una mirada interrogativa al doctor Blackwood.

Hola.

Comienzo con un saludo básico, mientras mi mirada va desde el bot hasta el señor Ashton, al cuál parece conocer. Decido mejor guardar silencio, dado que no comprendo exactamente la utilidad del bot. Incluso le lanzo una mirada interrogativa al doctor Blackwood.

Le lanzo una mirada interrogativa al doctor Blackwood.

Tras mi primer análisis, me costó verlo, tuve que insistir hasta conseguir darme cuenta. Y todo gracias a mis magníficos conocimientos sobre hardware, porque de otra forma hubiese caído en el mismo error y en la misma pared que antes. Y sin más dilación entré en modo autómata, supe qué tenía que hacer, o como empezar en su defecto.

En silencio seguí los pasos indicados para conseguir mi propósito en completo silencio, y la mirada, llena de determinación fija en lo que tuve delante. Varios cables fueron movidos de sitio, intercambiando conectores con el sensor que cogí de la mesa del doctor. Encendí la grabadora y voila. Una sonrisa triunfal se dibujó en mi rudo rostro. – Así que era eso. – mascullé para mí sin desviar mi atención al descubrimiento.

Y antes de poder compartirlo con 42 una voz se dirigió a mí con bastante familiaridad borrando mi sonrisa al instante. Fruncí el ceño entre desconcertado y molesto. Mi cabeza se dirigió casi de inmediato en una dirección, y mis ojos buscaron con insistencia el origen de aquella artificial voz. Artificial, y cercana. Extraño el tono que utilizó, y especialmente que el nombre de la mecánica fuese mencionado. Me dejó trastocado.

Finalmente lo encontré, en la mesa, un bot o más bien, los restos. El subinspector en funciones le saludó escuetamente y yo en cambio, no supe que decir. No mucha gente me trataba de aquella forma. Una de dos, o se tomó bastantes confianzas o realmente nos conocíamos, y si fuese así, quién diablos sería, o qué quería.

Levanté mi ceja derecha, y con recelo pregunté a aquel bot. Y sí, mi carencia de etiqueta era legendaria. - ¿Nos conocemos? ¿Y tú eres….? - Debido a las mierdas en estos días, y los frentes abiertos, ni me molesté en disimular mi suspicacia. Al menos no tuve ganas de utilizar mi particular encanto para….mandarle a la mierda de inmediato, al cubo de reciclaje en su caso.

Las cámaras de sus ojos se fijan en Cuarenta y dos cuando le saluda. Hola Cuarenta y dos. Seguidamente mira de nuevo a Frederick el cual a cambiado su sonrisa por una cara de enfado. Ese es el Frederick que conozco, el chico serio. Aunque reconozco que te prefiero con esa sonrisa de antes.

​El robot intenta mover su cabeza pero simplemente la menea suavemente. Evidentemente la falta de piezas limitaban bastante sus movimientos. Claro que nos conocemos. Le dice respondiendo a una de sus preguntas. ¿No te imaginas quien puedo ser? Le responde a su segunda pregunta con otra. Se que te puedes imaginar quien soy y si te lo imaginas sabes que no soy un mal tipo, así que espero que podamos hablar. Aunque no se si este será el lugar mas indicado, esta muy concurrido y algunos parecen no estar de muy buen humor.  Responde mientras las cámaras de sus ojos se dirigen en dirección a Grend.

Ante las preguntas a modo de respuesta que me dio aquella media tostadora nada funcional, pensé y volví a pensar. Guardé silencio mientras duró el proceso. El primer nombre que pasó por mi cabeza ya fue mencionado, pero lo descarté casi de inmediato. Y cuando me iba a dar por vencido, otro nombre se grabó a fuego, más que un nombre lo que vino a mi mente fue un rostro.

Suspiré con profundidad debido al cansancio acumulado. Demasiadas cosas y poco tiempo. - La última vez que te vi, eras rubio….. -   Añadí como respuesta con la vista analítica clavada en la inexpresiva cabeza llena de tuercas y tornillos. Arrugué más el ceño y mis pasos me llevaron hasta la mesa.

De improviso, la suspicacia volvió en mí, y el miré con recelo. – ¿Cómo sé qué eres tú? Podrías engañarme. No hace mucho que lo han intentado conmigo y…no le fue…nada bien. – Lo último le dije con malicia. – Una prueba y ya veremos. Y más te vale no intentar ninguna treta. – Sí, lo último fue una advertencia, casi una amenaza con el dedo índice derecho apuntándole hastiado de tanta tontería.

Un aliado, un enemigo, podría ser cualquier cosa a aquellas alturas. Me replanté confiar en él, pero dejé claro que tuve mis dudas sobre eso. Y bueno, nunca fue amigable, ni nunca pretendí serlo. Luego de pensar durante unos segundos, observé la mesa en búsqueda de piezas y herramientas, total, sería incapaz de averiguar la expresión en un robot. Aunque sinceramente, si fuese de carne y hueso...no habría ninguna diferencia. Me enteraría igual, es decir, nada.

Ante las primeras palabras de Frederick el robot vuelve a centrar las cámaras que tiene por ojos en el chico moreno y tras unos segundos las mueve hacia arriba como si intentara mirar su propia cabeza. - Bueno ahora tengo un casco dorado, tampoco es que cambiara demasiado la cosa. Tras esas palabras de las cuales no se pueden apreciar un tono burlón en ellas, se puede escuchar otra especie de ruido pero mas flojo aún. El ruido producido por el robot puede sonar o recordad a lo que hubiera podido ser una pequeña risa en una persona.

Tras empezar a hablar Frederick de nuevo el robot deja de hacer ese ruido y fija sus cámaras en los ojos del chico. - Es comprensible lo que dices. Seguidamente mira a Cuarenta y dos. -​Imagino que a ti te pasara lo mismo y en todo caso entiendo que sea raro confiar así como así en un robot medio despedazado en la mesa de un laboratorio. El bot guarda silencio unos segundos mientras no deja de mirar al chico de pelo blanco.

- Se que tenias una clase de cargo militar antes de llegar aquí, en el exterior. También se que aquí en el búnquer se te puede ver muchas veces en la segunda planta practicando deporte. Te encanta montarte en esa especie de patín volador que tienes, que por cierto vuela mas o menos como la silla en la que te encuentras. Comenta mientras observa la silla durante un instante. Cuarenta y dos se que eres una buena persona y por tu ojo analítico se que te darás cuenta de que estoy diciendo la verdad. Podría tenerte rencor por el interrogatorio que me hiciste junto con Utolsó, pero como dije antes eres un buen tipo y no me acusaste llamando a una inspección por no estar en mi puesto de trabajo.

 ​Después mira a Frederick de nuevo. - De ti podría decir que eres un buen mecánico, que se te dan bien las reparaciones y que eres un experto en extracción y aprovechamiento de metales a partir de la tierra y que gracias a eso subiste de rango, pero no. No voy a decir eso. Se puede ver como los objetivos de las cámaras se mueven mientras mira al chico. -Diré que se que eres un chico reservado, que no eres la alegría personificada por ese aire huraño que te acompaña a todas horas, pero aún con todo eso me caías bien y que por eso intente hacerte sonreír alguna que otra vez. Pero bueno esto que te estoy diciendo es algo que todo el mundo sabe y quizá no te sirva como prueba, pero si que puedo decirte algo que tu y yo sabemos. El bot guarda silencio unos segundos. Algo que me apena, algo que no voy a poder realizar ya y es invitarte a esa copa que te prometí.

​Dicho esto el bot mira de nuevo a Cuarenta y dos. No se si esto que os digo será suficiente para que confiéis en mi ya, pero espero que amenos sea mas que suficiente para que queráis seguir escuchándome. De ser así antes de hacer nada mas necesitaría que me ayudárais con la batería de este cacharro ya que no le queda mucha y necesitaría otra.

Tu terminal comienza a dar los primeros datos.

Un mapa visual para saber cómo se relacionan los bloques de información, para identificar estructuras de bases de datos de otras estructuras reconocibles sería lo normal.

Sin embargo, lo que la imagen muestra tiene un aspecto muy diferente.

Una estructura en tres dimensiones que no tienen organización mecánica entre sí. No hay columnas organizadas, ni índices, ni nada por donde empezar.

Parece una tela rasgada y revuelta, que a su vez está sujera a otros fregmentos de información que contienen un lenguaje totalmente diferente, como si perteneciesen a otro programa y se hubiera apropiado de ello. Hay sectores que no se comunitan los unos con los otros, aislados.

Una maldita locura.

Esta imagen es claramente visible tanto por Frederich como por Cuarentaydos, pero desde el ángulo de la mesa, no creen que el Bot esté pudiendo verla.

En su mesa apartada, Utolsó sigue concentrado, sin moverse.

Arthur por su parte sigue vigilando las constantes de ambos y llama a Nadia, quien se acerca a su mesa.

Hablan entre ambos unos momentos, contrastando probablemente datos médicos.

Aparentemente, siguen ajenos a la conversación.

Vaya...

Asiento cuando el bot habla, ligeramente sorprendido por su capacidad, poco a poco se dibuja una sonrisa divertida en mi rostro, para finalmente volver a intervenir.

Está claro que has hecho bien tu trabajo, aunque comprenderás que estando en plena investigación de usurpación de identidad por parte de un virus-hacker-ia-cracker, VHIC para abreviar, creerte a ciegas sería un suicidio por mi parte -unos segundos de silencio, meditando-. Sin embargo reconozco lo has hecho mucho mejor que él. Condenadamente mejor, válgame una buena copa de whiskie. Quiero decir... te daré una oportunidad. Y examinaremos tu código, cuando terminemos con el que estamos. ¿Te parece bien?

Sin embargo en mi tono de voz se ve que es una pregunta meramente formal, pues no le estoy dando mucha más opción real que el hecho de aceptar. Otros momentos de silencio para que ésta vez él medite antes de seguir.

Tenemos que investigar, te recomiendo bajar tu consumo y, cuando tengamos un momento de carga o cualquier cosa similar, nos encargaremos de tu batería. Es curioso... siempre que te encuentro, estás de mierda hasta los tobillos.

Ahora sonrío un poco más ampliamente, denotando un chiste en mis palabras. Y al final del todo mi tono se torna un tanto más... suave.

Mi vehículo... sentir el viento en la cara. Son cosas que esta silla no puede hacer. Sin embargo, la silla me mantiene con vida.  Ah, y gracias por comprender que no pretendía hacerte daño en verdad -caigo en la cuenta de algo-. Espera: ¿siempre has sido un bot? ¿Cómo has terminado en éste estado?

Pero entonces algo llama mi atención y, sin dejar de prestar atención a lo que diga el bot, también miro un poco más allá, intentando descifrar algo...

Y el bot contestó, y yo le escuché con fastidio. Me dio la impresión que la lengua la tenía engrasada, pero bien. Contó cosas del subinspector, y algo de mí, aunque poco, por no decir nada. El único gesto que hice fue levantar una ceja con los brazos cruzados, y una mirada severa como guinda del pastel. Cuando terminó de dar la brasa, mi compañero contestó el primero.

Yo froté mis ojos cansados antes de intervenir. – Tampoco lo tenía demasiado difícil. Hasta con un miserable y jodido hola lo hubiese hecho mejor que él. – Comenté fastidiado y una mirada de soslayo para el peliblanco. – Y sí. Fiarnos de primeras como que no, ya hemos escarmentado bastante. - Continué en el mismo tono. - Supongo que me tendrá que servir. Al menos no te convertiré en una tostadora, aunque eso sí, si no te portas bien, te pondré unos bonitos y duros pechos de metal. – Añadí en tono jocoso ante aquella divertida amenaza.

Y sobre la copa, tendrá que esperar. Por ahora ahorra fuerzas, ya me ocuparé de ti cuando terminemos. Tengo dos manos, y me falta. – Añadí con el ceño arrugado. Molesto por la inesperada acumulación de tareas y mis, claras, limitaciones. Me hubiese gustado indagar más en el estado del ya no rubio, si no de dorado gorro. Pero tendrá que esperar. Para variar.

De pronto, mi atención se quedó difusa, aún pendiente del bot. Pero también de algo más. 

Aún sin pararte a pensar mucho en la dirección para investigar, tratas de vislumbrar un poco más lo que tienes ante tí. Entender cómo funcionan sus engranajes

Los recuerdos de antes del "vuelque" de información son considerablemente más difusos que las grabaciones posteriores. Éstas podrían ser tan nítidas como lo es una grabación digital, pero la interfaz que hace contacto con su consciencia dibuja un velo que hace que Raquel sienta que... olvida. Descubres que hay varios protocolos interrelacionados para esta simulación de humanidad. La secuencia de instrucciones que trabaja en esta interfaz hace que los recuerdos que pasan mucho tiempo sin ser actualizados o consultados se diluyan.

Quizás esta sea una de las claves de ocultación de segmentos de datos que buscas. 

Mientras curioseas esto, una y otra vez ves el rostro del que reconoces como su prometido, mezclado con sensaciones contradictorias de rechazo y arrependimiento.

Y nuevamente, esos otros rostros de personas importantes en su vida. Algunos destacan sobre todos los demás.

- Entiendo que no queráis confiar, tampoco os voy a insistir ya que no creo que eso ayudara. El bot mira hacia cuarenta y dos y hace un pequeño movimiento con su cabeza que recuerda a si estuviera asintiendo con ella. - Esta bien te haré caso y bajara mi consumo mientras trabajasis, pero recordar que estoy aquí. Con respecto a lo de la mierda ojalá ese moco verde lo hubiera sido.... Lentamente el robot se queda quieto y por unos segundos incluso parece que deje de funcionar, pero el pequeño movimiento de las cámaras en sus ojos indica que no esta apagado del todo.

La siguiente pregunta de Cuarenta y dos hacen que el robot le mire. Imposible que antes fuera un bot, antes era como vosotros..... Guarda silencio unos segundos y las cámaras de sus ojos se apartan de su dirección y se dirigen hacia el suelo. No podría explicar como acabe así, solo se que al terminar todo pude permanecer así, Maxine no lo consiguió.... Yo no quería morir, no estaba preparado y quizá por eso pude quedarme. .... No lo se.... 

Tocar, sentir, analizar un ordenador palpitante, el mayor órgano del ser humano y mas importante, allí donde se guarda toda información, emoción o personalidad, era una sensación extraña y a la vez lo suficiente como para que mi cuerpo ajeno a muchos de esas emociones que ahora mismo podía "tocar", segregara suficiente endorfina como para sentir excitación, calma e insana curiosidad por buscarlo todo, no solo aquello que Raquel no recordaba o no tuviera acceso, sino a todo: su historia, sus relaciones, sus anhelos y sobre encima de todo ello su conocimiento, consciente y subconsciente.

Era una oportunidad perfecta para analizar el psique y saber hasta donde es capaz de llegar un cerebro.

"Broska Cili; viejo amigo, tenias razón, la oportunidad esta aquí."

Pero antes de que yo mismo me perdiera en mis propios deseos, inicie la búsqueda por la que todo aquello había tenido lugar, a la vez que me preguntaba si podría entrar en un cerebro totalmente humano de una forma tan fácil como ahora.

Mientras mas indagaba mas extraño era todo aquello, no era como tener varias pantallas a la vez, era... diferente, no hacia falta una sola pantalla pero a la vez lo "veía" todo, escalonado, agolpado, pero con cierta lógica organizacional. Era "excitante", un concepto un tanto extraño para mi, pero esa seria la palabra mas cercana que usaría alguien común.

-"¿Otra personalidad? No, tal vez su yo soñado o su pasado al que no tiene acceso, tal vez debería ir por este camino" -Estaba siendo relativamente fácil moverme por ese torrente de información, en forma de imágenes, letras, proyecciones y sensaciones, el problema radicaba en la visita continua de la gente que Rachel parecía conocer. -"Desmond Sharp; su prometido, conoce el exterior. Sheik Ahmed; ex-inspector jefe, murió, supuestamente, por suicidio. Dahlia Verme; periodista, dedica una gaceta diaria. Paul Davis; personal de seguridad, no le caigo bien. 42; actual Inspector Jefe, salio al exterior y regreso lisiado ¿Quien era ese otro 42 con pelo negro que conoce Rachel? Enma Pérez; Dirigente del bunker, murió a manos de Alex. Pero quien es el androide y el otro hombre. Esta claro que estas personas son importantes para Rachel por algún motivo, tal vez buscarlos entre su memoria me llegue a algo mas."

Me centré en esos dos rostros y en esa información a la que tener acceso por la parte de Rachel consciente era mas difícil, tal vez allí estuviera la respuesta y una de esos dos personalidades o tal vez otros me ayudaran a encontrar aquello que estaba buscando. -"Espera, ¿Que era aquello que buscaba? Debo centrarme, perderse entre este basto bosque es fácil. Debo indagar mas profundo." -Elimine mi necesidad y curiosidad por un momento para concentrarme en buscar el objetivo principal.

Dirías que es la pesadilla de cualquier programador. 

Entender estos fragmentos de código y cómo interaccionan entre sí los pedazos será complicado.

Las opciones más inmediatas serían... pasarse unas cuantas horas de análisis profundo, olvidándote de todo lo demás excepto seguir conversando, o tratar simplemente de probar. Pasar una copia a otro dispositivo para hacer pruebas dobles es factible pero peligroso, de modo que es difícil elegir cual puede ser el paso más seguro a continuación.

Sólo queda decidir el siguiente paso a tomar.

La mayoría de las cosas que ha dicho el bot serían fáciles de averiguar por casi cualquiera. Sólo hay dos cosas que escapan a esa definición. Una, el encuentro que tuviste con... el hombre que dice ser esa cosa, y otra, la copa que insiste deberle a Frederick.

En tu escena con el "rubio" sólo tenías un acompañante, y no había nadie más destacable a simple vista, pero es cierto que si es cierto que hay otras personas... o programas espiando y sorteando el sistema de defensa... y que este golpe llevaba tiempo preparándose, no sería raro suponer que alguien les espiase en aquel entonces. 

Otro dato interesante es que está dando muchas cosas por supuestas y aún no ha pronunciado su propio nombre. Nombre que le falta a su propia chapa identificativa.

Es posible, sólo posible, que someter a este bot a un examen como están sometiendo al del segundo Grend podría acelerar el despeje de dudas.

Por otro lado, parece colaborador. ¿Qué sabrá? ¿Y de qué es capaz? ¿Es el mismo tipo de programa que el otro?

Tienes un centenar de preguntas asaltándote. 

¿Y cómo demonios ha llegado a estar desarmado en la mesa del doctor? ¿Qué explicación dará él? ¿Sabrá algo el doctor de todo esto?

La excitación que sientes es embriagadora. Tantas cosas por ver y comprender no hacen más que alimentar tu insaciable curiosidad. 

Tratas de no olvidar el propósito de tu búsqueda mientras te deslizas entre sus recuerdos de puntillas, acariciándolos sutilmente antes de desvelarlos por completo, mientras no paras de lanzar miradas en todas direcciones. No quieres perderte nada, y avanzar es demasiado fácil como para no dejarte llevar.

Escoges las dos primeras puertas y con los ojos cerrados empujas para penetrar en ese recuerdo. Tu corazón late más fuerte en el pecho cuando te acercas a él. En ráfagas, puedes ver su sonrisa amable al otro lado de una pantalla. Noches enteras conversando a escondidas. Y... en ese momento la consciencia de Raquel se remueve, pero su rechazo es infinitamente más débil que tu curiosidad. Y es que tras ese rostro ves claramente dónde está él. El exterior. 

Alargas la mano, quieres saber cómo está el mundo tras las paredes de plomo y oro en la que vives, y la imagen se desvanece en una serie de ráfagas agitadas. Ves a Raquel entrenando duramente, estudiando para algún propósito en lo cual lo tiene siempre presente. Ves a Raquel frente a un Paul Davis unos años más joven. ¿Por qué te presentas voluntaria?, le pregunta. No escuchas la respuesta. Los ojos de ella se desplazan hasta el rostro de su padre ¿fue antes o después del otro recuerdo? son cosas que pasaron antes del cambio, por lo que está confuso. No sobreviviría a la cuarentena. No hay escepciones. Se queda fuera. Los ojos de la muchacha miran al suelo y se empañan. Quieres salir corriendo mientras el corazón intenta saltarte del pecho. Tienes que olvidarlo. Esta vez lo ha dicho la voz de Raquel. Una Raquel que apenas acaricia la adultez, cuando se lo dice a sí misma. Y cuando lo dice, toda su fachada tiembla y una grieta se abre en sus ojos. A su espalda, la sorprende otra presencia. Las siguientes voces no tienen rostro - ¿Por qué me espiabas? - Porque no puedo soportar escucharte llorar. Tú no eres así - Vete a la mierda - Lo mismo digo - Años más tarde, esa voz tomó forma en sus recuerdos, pero aún hay demasiado por saber de ese hombre que tanto se parece a 42.

El moreno desconocido tiene nombre. No te sorprende del todo. Ella lo llama Beta, y con ese nombre, el aluvión de emociones del que estás siendo testigo te alcanza como un bofetón. Incluso tú que tan ausente sueles estar a estos sentimientos eres incapaz de permanecer indiferente a ese tipo de amor que duele. ¿o es el recuerdo de un amor pasado? 

Te ves obligado a salir de esa angustia que sólo puede generar los sentimientos desbocados de una adolescente. Es embriagadora, pero también agobiante. Quieres entender los porqués, los cuando, los cómo.

Coges aire despacio y acabas encontrando el hilo de más fría lógica adulta que cubre este recuerdo, y lo sigues hasta un documento organizado y estructurado. 

Beta es un hombre que nunca pisó el interior del búnker. Beta es un superviviente. Nació en una granja de clones del dios máquina, pero fue rechazado porque su genoma era... aparentemente defectuoso. Beta está enfermo. Ha contraído la enfermedad del exterior. Raquel ama a Beta, pero jamás podrá tocarlo. Lo ama tanto que aún siente una punzada en el corazón hoy día cuando piensa en él. El mismo pinchazo que sentiste cuando comenzaste a adelantrarte en el recuerdo.

Todo podría quedar aquí, pero no es así. Su entrenamiento la preparaba no para cualquier banalidad, sino para conocerlo más de cerca. Media docena de veces Raquel ha salido al exterior, vestida con un traje especial comparable en aislamiento al de un astronauta, para hablar directamente con este hombre. A cada nueva visita, la degeneración de su aspecto era más y más evidente. Tiene que dolerle y aún así, siempre sonríe. Tiene una conversación rica e inteligente que hace que el tiempo pase más rápido de lo que cualquiera podría imaginar.

Sabes dónde está. En torno a dos kilómetros del búnker, en una casucha a la que periódicamente el búnker envía suministros. Debe realizar alguna clase de trabajo para el búnker y tiene que ver... con desencriptación. Si, lo has encontrado. Se encarga de analizar archivos demasiado peligrosos como para ser tratarlos en el interior del búnker, donde podrían ser un peligro potencial. Y lo hace a cambio de comida y un poco de dignidad mientras la enfermedad se lo lleva poco a poco. Y ella lo sabe. Sabe que está enfermo, y que está solo.  Y no pasa un sólo día en el que no haya pensado en él mientras ha estado con su prometido, al cual, en la práctica, siempre ha sido fiel, aunque su mente estuviera lejos. 

¿De ahí el remordimiento relacionado con Sharp? ¿Lo sabrá él?

Fue entonces cuando Cuarentaydos, un hombre con el mismo rostro de Beta y portador de otras heridas a pesar de no estar enfermo, llegó al Búnker. Y entonces todo se hizo más complicado para ella.

En la cara de 42 ve constantemente el rostro del hombre al que ama y desea. Solo que no es él... y por muchas virtudes que tenga, seguirá sin ser él, y la persona que la conmueve sigue sola en el exterior. 

Y es entonces cuando tropiezas con un vacío que te sorprende. Una semana entera de completo vacío en sus registros, muy cercana al momento actual. ¿qué demonios es esto? 

Pero ese dato es mucho más difícil de tocar, y es mucha la información que has conseguido ya, por lo que te das unos segundos para terminar de recuperarte del aluvión. Incluso los datos más fríos estaban empañados de las emociones de Raquel. Necesitas unos segundos.

Y ahora que sabes esto... es curioso que un rato... o unas horas antes, Déborah le dijese a cuarentaydos que no le valdrían sus palabras para defender a Raquel, que quería escuchar a los demás. Curioso, cuanto menos.

Mientras meditas sobre esto, te acercas al otro recuerdo que había llamado tu atención.

En él, la imagen es borrosa y vieja, considerablemente vieja. El problema aquí no es que nadie haya tratado de ocultar nada, sino que se ha deteriorado con el paso del tiempo.

Raquel debía ser poco más que una niña que comenzaba a hablar. 

Un androide con formas femeninas, pero ninguna identificación que lo designe como ciudadano, lo que lo marca como un robot sin consciencia, distrae a la pequeña con movimientos mecánicos y repetitivos. Una figura oscura, adulta y alta que transmite en la imagen cuidado y cariño te observa. Consulta un reloj y sale de la estancia. Pasan unos segundos más en los que los movimientos de la androide siguen igual, pero entonces algo cambia, y ésta mira a su espalda. Sonríe y cambia de postura, relajando el gesto de forma mucho más natural. 

Su movimiento parece completamente humano. 

Se inclina sobre la pequeña, dejando un beso frío en su frente y susurra - ¿Quieres escuchar un secreto?... 

Pero incluso esto te ha costado descifrarlo. Es demasiado confuso. Puede ser incluso que sea un sueño que los años engrandecieran y adornasen hasta parecer tan real.

A todo esto... aún no nos has dicho tu nombre, quiero decir, no te lo han puesto en la chapa.

Respondo sonriente mientras le guiño un ojo, divertido por dejar escapar un detalle tan básico. Acto seguido pongo rostro pensativo y asiento para mí mismo.

¿Cómo has terminado aquí y en este estado? ¿Qué diablos era ese moco verde entonces? ¿Puedes acceder a un listado de los lenguajes de programación que componen tu núcleo? ¿Te molesta que te haga tantas preguntas?

Amplío mi sonrisa tras la última pregunta, como si fuese algo retórico, o una broma sencillamente. De reojo mis ojos danzan entre dos puntos distintos, interrogativos. Mientras lo hago, escribo algo en mi pantalla y lo muestro hacia Grend. Es sencillamente una pregunta escrita. "¿PUEDES ACCEDER A UN LISTADO DE LOS LENGUAJES DE PROGRAMACIÓN QUE COMPONEN TU NÚCLEO?"

Y nuevamente, más trabajo. Ni me molesté en intentar refrenar un resoplido y froté mis cansados ojos, quizás un poco desbordado. Necesité unos segundos para pensar en mis opciones, además de centrarme de una maldita vez. Las conversaciones de la sala me llegaron de forma amortiguada, y ninguna captó mi interés. Así que regresé a mi puesto, no sin antes, y en mi mente, un repaso de prioridades.

Tomé asiento en la terminal al lado del dichoso y molesto crácker de las narices. Mis curtidos dedos acabaron entrelazados, y mis brazos estirados, un par de crujidos sonaron, aunque solamente yo pude escucharlos. Roté mi cabeza, y el cuello también sonó con ligereza. 

Mis dedos, ya calentados, se pusieron a trabajar a buena velocidad con la vista clavada en el monitor. Todo en silencio, pero con una sonrisa socarrona en ella, que tal vez, y sólo tal vez, inauguró no muy buenas intenciones por mi parte. La punta de mi lengua fue mordida en algún momento. Y nada, ni nadie me sacó de mi trance, decidido a terminar lo que empecé.