Partida Rol por web

La batalla era increíble, jamás hubieran imaginado tal magnitud de lucha, los orcos definitivamente era aquel ejército tan poderoso el cual podía arrasar con todo el continente.
Los héroes luchaban de manera increíble frenando el avance, sin embargo ellos no podían cubrir todos los flancos y los orcos ya invadían las partes internas de la ciudad quemando y matando a todo aquel que se les pusiera adelante.
En el cielo el dragón negro más grande de todos, el del General Unglar, se mantenía al margen de la batalla observando y dirigiendo todo. Sus otros jinetes se metían en la batalla e inclinaban la balanza hacia el lado de los orcos.
A los héroes les tocó enfrentarse a Kalima, un gran guerrero, mano derecha del general su habilidad para el combate era equiparable a cualquiera de los grandes defensores de Ginea, sin embargo los héroes sabían como complementarse y lograron encerrarlo y darle muerte rápidamente.
En el cielo, en el mismo lugar donde caía Kalima, su montura era eliminada por el dragón dorado conjurado por Akden más la ayuda de los dos visitantes que pusieron toda su concentración en vulnerar al dragón negro.
Caído Kalima y su montura los héroes pensaron que la batalla tomaba curso a su favor, pero luego de levantar la vista y dejar la concentración en aquel pequeño combate dentro de la guerra, vieron como toda Ginea era destruida por los orcos, los Anaxim máquinas terribles avanzaban sin poder ser frenados por las calles y los gigantescos orcos plagaban todo el lugar tiñendo a la ciudad de sangre.
No, los héroes no podían detener tal ejército.
Sin embargo aquellos dos nuevos visitante, uno por supuesto conocido por el resto, no parecían preocupado y se giraron hacia el lugar de donde habían aparecido.
Algo así como si un gran plano-portal estaba cerca de ellos, no se podría decir exactamente las dimensiones pero alrededor de quinientos metros de largo por cien de alto.
Un fuerte grito vino desde allí y seguido de él apareció aquel factor que ganaría la guerra.
Los elfos del exilio aparecieron, miles y miles de ellos, montados en unicornios, grifos, magos increíbles, seres inmortales que habían dejado aquel lugar de descanso eterno para sumarse a esta guerra.
Lo que pasó después es difícil de contar… Los elfos más aquellos que quedaban para defender la ciudad ganaron la guerra. Los jinetes Negros al ver tal espectáculo huyeron abandonando así a sus tropas que no eran rivales de tales fuerzas del bien.
Así en medio de la vorágine de la lucha fue como los elfos desaparecieron cruzando el portal.
No podían dar mucho crédito a lo que había sucedido pero juntaron sus cosas, tomaron las pertenencias de Kalima, quemaron el cuerpo del jinete negro y su montura y se reunieron en el balcón de Shaguerrack.
La visión era un tanto tétrica, no podían contar los cuerpos, millones? No se podía decir cuantos habían muerto aquel día, orcos, humanos, elfos y vaya a saber cuantas otras razas más habían participado en esta gran guerra.
Allí parados en el balcón observaron a Ohrín el fantasma de la guerra quien parecía hacerles una reverencia y desaparecer para siempre, liberado de su maldición eterna.
El Capitán Shaguerrack se paró mirando el llano que se extendía más allá de las murallas de la ciudad y viendo tantos caídos dijo:

Ganamos, a que costo? No lo sé, pero hoy triunfamos.

- Esto sólo ha sido el principio...

Bueno,hemos ganado la primera batalla...

DIgo mientras limpio mi espadón,leno de la sangre de Kalima.

Al menos hemos demostrado que sabemos defendernos.Pero ,sin duda,los que escaparon,no tardaran en avisar a su lord,de lo sucedido,hemos de prepararnos ya,No hay tiempo para el descanso,en tiempo de guerra.

No hay tiempo que peder, traedme a los heridos y de todos los muertos que han habido, traedme a los más destacados, y si encontrais a un clerigo de los de mi orden, traedmelo de inmediato, aunque esten muertos. - Su voz no dejaba lugar a dudas, y en ella se notaba la urgencia de la situación

Dominic apenas se mantenía en pie. Estaba muy malherido. Si no llega a ser por Fendoriel no hubiera salido vivo del combate contra Kalima.
Comentó con el elfo el tema de llevarse el cadaver para que no lo pudieran resucitar, o por lo menos no tan facilmente. Además quizás tuviese información que los clerigos le podrían intentar sacar.

Una vez en la fortaleza. La mayoria de la gente estaba contenta por haber resistido. No se daban cuenta de que apenas había empezado la batalla. Y las bajas era numerosas. Además por lo visto no podrían volver a contar con el espectro de la guerra que les ayudó. A pesar de la ayuda de los elfos, la cosa no estaba clara.

Antes de felicitarnos todos, deberíamos hacer un recuento de nuestras tropas. Hemos sufrido demasiadas bajas, y ellos realmente no tantas.

Pr eso no digo que me traigais a los heridos y a algunos de os muertos, a los que he pedido. Seguro que ahora mismo se estan reorganizando, no creo que esto haya acabado aqui, asi que hemos de aprovechar el tiempo que nos ha sido concedido por Hecate

El clérigo se encuentra cansado luego del combate, no ha sufrido heridas de gravedad
pero la devastación a su alrededor le tiene mudo, aquella batalla se había ganado, si, pero a un costo demasiado alto para él.

- Hemos triunfado -sentencia Nekrhatag, que levita a un pie sobre el mármol del balcón- El precio no importa tanto mientras ellos lo hayan pagado más caro. Capitán, mientras los demás se encargan de la plebe, ¿qué le parece si nos habla un poco sobre los orcos, quiénes les dirigen y cuál es la razón de sus últimas incursiones?

Recostada sobre un sillón, deja caer la sangre de uno de sus guantes en un vaso, que se va llenando lentamente.

- Algo de curación no estaría mal, tampoco. Y con curación me refiero a energía negativa, por favor...

El clérigo ya se preparaba a usar sus poderes en la criatura conocida como Nekrhatag, sin embargo se detiene cuando esta, adivinando lo que el humano se proponía a hacer, advierte que sus energías se ven recuperadas solo mediante el uso de la necromancia. Vaya, mala suerte, hubiera sido bueno deshacerse de esta bestia...

Al ver como el clerigo se acercaba a Nekrhatag pero luego retorcedía, aprovechó para recordarle que él también estaba herrido, y sí que le funciona la energia positiva.

Yo también estoy bastante herido, y agradecería alguna curación también. Gracias.

El clérigo observa que algunos de sus compañeros se encuentran muy heridos por lo que se acerca al grupo he intenta ponerse en medio de todos. Muy bien, acérquense todos, usare mi poder para sanar sus heridas y revitalizar su cuerpo. Enseguida Akden cierra los ojos por un par de segundos y de inmediato sus compañeros pueden sentir el influjo de su poderosa magia, sus heridas comienzan a cerrarse y su cuerpo recobra su fuerza.

Allí estaban los héroes, victoriosos, unidos en aquella pequeña reunión.
El Capitán Shaguerrack estaba contento por la victoria y se los agradecía constante mente.
Pero aquella calma no duraría.
A lo lejos, muy lejos, pudieron ver una figura que subía a una pequeña loma, lugar que por supuesto, como el resto del campo de batalla estaba repleta de muertos, tanto orcos como humanos.
Todos se acercaron al balcón de Shaguerrack el cual si bien no estaba en el límite de la ciudad dejaba observar la llanura alrededor de Ginea y a aquella extraña figura que se alzaba entre los muertos.
Si bien la visión de muchos no lograba distiguir los detalles todos vieron que aquel humanoide alzó los brazos hacia el cielo.

QUE EMPIECE EL CAOS OSCURO!!! Gritó.

Se quedaron paralizados al ver lo que sucedía… Algo así como un plano de oscuridad avanzó por el cielo cubriéndolo de negro y dandole paso a la noche.

AQUITITEMION!!! Gritó nuevamente.

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Un escalofrío les corrió por el cuerpo y no era por la presencia de la lich.
Los muertos se alzaron, todos? Si, todos, el ejército de muertos más grande visto estaba frente a sus ojos.
No solo los humanos, sino los orcos se levantaban en una suerte de Apocalipsis.
No había forma de enfrentarse a aquel ejército, era el doble de aquel ejército orco que intentaron frenar. Pensaron rápidamente en los elfos del más allá, pero tampoco creían que podían hacerle frente a esto.
Más allá de todo aquella oscuridad que lo bañaba todo amenazando destruir toda la vida en la nueva tierra.
A lo lejos la figura se mantenía inmóvil rodeada a esta altura de los muertos que había alzado.