Partida Rol por web

- Él me contó cuando dejamos el traje que habíais discutido poco antes de que él lo dejara y... bueno. Cierto día en una misión especialmente peliguda, James salió victorioso y al volver le tiró el casco a los pies a Operaciones. A los ojos del Equipo parecía que lo hacía enfadado y llevado por la rabia, pero... hablando conmigo explotó y me dijo que se sentía perdido. Sin ti y al encontrarse despreciado por nuestro jefe, se sintió como si hubiera tirado a la basura toda su vida. Decidió desaparecer durante un tiempo, hasta el 92. Ese día... Wayland le llamó para pedirle que le sustituyera. - resopló por la nariz, muy serio. Nisiquiera se había dado cuenta que había nombrado al magnate - Te lo cuento sencillamente porque creo que, sabiendo ya lo que hay detrás, mereces conocer toda la verdad. Opino que... sólo así podrás actuar juiciosamente respecto a James. -

Tras la explicación sólo se sintió más aturdida, y aquella vaga sensación de incertidumbre se hizo un huracán. Sin darse cuenta se había ido hundiendo en la silla encogiéndose como si tuviera frío. Ya no miraba a Jonathan si no a la superficie barnizada de la mesa donde la luz creaba formas extrañas dependiendo de las vetas de la madera. Aquello lo cambiaba todo y nada, aclaraba las cosas y los sucesos, las incongruencias que había vivido con James, pero no hacía que él estuviese allí con ella. Además había dejado el equipo, se había sentido solo y perdido, pero no había sido capaz de ir a buscarla. Sin embargo sí había vuelto como Operaciones. ¿En qué lugar quedaba ella, entonces?

No supo qué sentía en aquel momento: rabia, impotencia, abandono...

-No lo entiendo... -musitó, abatida. Tuvo que hacer verdaderos esfuerzos por acallar la imperiosa necesidad de levantarse de la mesa. También fue consciente del ligero temblor de sus manos y procedió a ocuparlas con aquella mortífera adicción a la nicotina. Le costó casi cinco intento lograr encender el cigarro-. Él... podría haber vuelto. Yo no me fui, estuve hasta el 92, estaba en mi casa de siempre, como siempre... ¿Crees que esto cambiará algo si... si aparece? -Hablaba sin mirarle con desesperación-. ¿Por qué no vino entonces si tan perdido estaba? Yo... estaba como él... Podía haber vuelto.

Sin el traje, sin la responsabilidad de salvar a la ciudad, ¿por qué no había vuelto? Era la pregunta que la estaba matando por dentro: por qué. Por qué si lo único que se interponía entre ellos había desaparecido no había ido a buscarla. Su última discusión era apenas un recuerdo borroso del que sólo quedaban las frases hirientes, claras y nítidas como carteles de neón en la oscuridad. Sabía que Jonathan no tenía esa respuesta, pero era lo único que quería saber.

-¿Por qué?

Spencer se encogió de un hombro, torciendo el gesto. - No lo sé... quizás pensó que tras la discusión lo vuestro se había acabado para siempre, que no aceptarías volver con él tras lo ocurrido... no puedo saberlo. - Número 5 bebió de su copa y se quedó mirando el vaso unos segundos antes de continuar.

- No sé cómo estarán las cosas cuando vuelva, Romy... creo que eso depende de ti, de él y de la búsqueda que haya emprendido. Creo que no lo sabremos hasta que le hayamos encontrado... -

Lana miró el cigarrillo y se arrepintió de haberlo encendido. Sin muchos miramientos lo aplastó en un cenicero. Tenía los nudillos blancos de hacer fuerza.

-¿Sabéis algo más? -quiso saber, desviando la atención del tema estrella.

El nuevo Operaciones del equipo negó lentamente con la cabeza, cerrando los ojos durante un momento. - Me temo que poca cosa. Apenas puedo tener a un par de mis chicos investigando por encima con la información que nos has dado... tenemos otros problemas con Mayhem dando guerra: no podemos centrarnos en la búsqueda hasta que le devolvamos a la madriguera de donde ha salido... -

Lejos de llegar a comprender el funcionamiento interno de todo aquello, Lana se limitó a asentir y asir la taza de café. Removió un par de veces antes de darle el primer sorbo, sólo por ocupar aquel espacio de silencio.

Jonathan se llevó una mano al bolsillo y sacó su cartera, cogiendo 10 dólares y dejándolos sobre la mesa, mientras cogía sus cosas y se levantaba. - Hay una última cosa que quiero decirte... quizás ya la sepas, pero creo que no está de más que te lo recuerde. James... te quería mucho. No te imaginas en lo que se convierte el equipo para todos los que estamos ahí, y sin embargo él se jugó su puesto una y otra vez por ti. Estoy seguro de que nuestro Operaciones no le expulsó antes de tiempo fue porque sabía que iba a acabar ocupando su puesto. Quizás al final las cosas no salieron tan bien, pero no es nada fácil tener que mentir una y otra vez a las personas que quieres debido a no poder contarles todo lo que hay detrás del traje. -

Poniendo el periódico bajo su brazo le dedicó una última mirada antes de comenzar a irse.

Lana se levantó al mismo tiempo. Pudo parecer que lo hacía para despedirse, pero en su rictus no se apreciaba nada más que el enfado.

-¿Y ya está? -espetó antes de que diera un solo paso. Apretó los dientes guardando unos segundos-. Dime, ¿por qué lo haces? ¿Es por si está muerto y no puede decírmelo él? ¿Ya tienes la conciencia tranquila después de justificar todo lo que hacéis tras el traje? "Es muy difícil y tienes muchas responsabilidades" -imitó en tono grave y despectivo-. Creo que nadie os ha puesto una pistola en la cabeza y os ha obligado a hacer lo que hacéis, y puede que yo no pusiera las cosas fáciles. Pero la decisión de abandonarme fue suya, y ya no me importa por qué lo hizo, Spencer, me da igual. Lo hizo y he aprendido a vivir con esa incógnita. Pero quizá deberíais hacer revisión de conciencia y organizar vuestras malditas prioridades para no destrozarle la vida a más gente.

Si así es como trabajáis, te agradecería que de ahora en adelante te limitaras a informarme sobre si le habéis encontrado o no. No quiero tener nada que ver con vosotros.

El hombre frenó en seco al oirla hablar y la observó de reojo, escuchando pacientemente. Su expresión apenas varió en todo el proceso, culminando con un suspiro resignado.

- Lo hago únicamente porque creo que, por mucho que hayas aprendido a vivir con ello, sigues culpándote por parte de lo ocurrido. Tú no podías saber lo que había y fue una de las razones por las que todo se fue al traste. Y ya está, sí. Nadie nos puso ninguna pistola en la cabeza, pero era lo único que conocíamos y lo único que sabíamos hacer. Exactamente lo mismo que tú con tus robos, así que intenta ser más comprensiva respecto a eso. - dijo manteniéndose serio, pero en ningún momento enfadado o más tenso de lo que ya estaba a priori - Tampoco me puso nadie jamás una pistola en la cabeza por ayudaros a James y a ti todas las veces que os ayudé, cubriéndoos las espaldas para que tuviérais algo de tiempo juntos. No quiero que me des las gracias, lo hacía por él, no por ti, pero me parece justo que sepas que he estado más de vuestra parte que la del equipo. Ahora tengo una nueva responsabilidad y pasa por hacerme cargo de ellos hasta que encontremos a James. -

- Si quieres, puedes ayudarnos en la investigación, lo de Enlace me ha demostrado que puedes conseguir cosas que nosotros no. Si no quieres o prefieres hacerlo por tu cuenta, lo entiendo. Sólo te pido que no pagues conmigo unas culpas que no tengo. -

-Entonces no vengas a darme unas justificaciones que no te he pedido como si tuvieses el derecho de hacerlo.

Lana reparó en el alboroto que estaban causando a pesar de mantener el tono normal. Su actitud corporal ya decía bastante, de modo que se dejó caer en la silla enterrando la mirada en la superficie del café.

Spencer había sido amigo de James, les había respaldado y ayudado aunque ella no lo supiera. En otro momento, en otras circunstancias, de otro modo todo habría sido diferente, pero ahora sonaba como si James hubiese sido un mártir que se había sacrificado por la humanidad. Como si ella hubiese sido un estorbo constante, un gaje para él, algo que no debía haber ocurrido. Como si él no hubiese podido evitarlo. Pero las cosas para Romy eran diferentes: ella se había querido ir y James le pidió que se quedase con promesas vacías. Nadie tenía derecho a decirle o incluso a insinuar que era o sentía menos que James.

-No me conocéis y yo a vosotros tampoco, y no tengo intención de que eso cambie. Menos después de ver lo que realmente sois.

- Siento todo esto, Romy. - soltó antes de irse sin dejar pie a muchas más contestaciones

Dejándola únicamente con sus pensamientos y el ruido de la cafetería, Lana observó que la pantalla de su teléfono parpadeaba. Se trataba de Marcus King, que la había enviado un mensaje hacía cosa de 15 minutos citándola para hablar y entregarle el informe que le había pedido. Parecía que la reunía en el antiguo piso que el vigilante usaba por aquella época, aquel donde habían cenado y pasado la noche juntos.

La mujer se encaminó hacia allí y llegó al portal tras coger un taxi. En cuanto picó le abrieron al otro lado del interfono sin intercambiar palabra: unos segundos de ascensor y Lana Rowen se plantó frente a la puerta de la casa, que no había cambiado desde entonces.

‘Y yo’ pensó, aunque las palabras se quedaron en su mente como el eco en un valle hasta que los pasos de Spencer se disolvieron. Suspiró derrotada y se llevó los dedos a la sien para sostener su cabeza. Su mente hacía esfuerzos por enfocar las cosas de otra manera más apropiada, pero el rencor seguía siendo una férrea barrera que superar. Las razones de James parecían más claras entonces, y a la vez confusas. Podía haber vuelto pero no lo hizo…

Tenía la vaga sensación de que el Equipo resultaba un cáncer, un virus paciente y furtivo que se iba alojando en cada uno de sus miembros llenándoles con aquella falsa sensación de responsabilidad y devoción para con una causa perdida de antemano. Era algo que durante sus últimos meses le había intentado hacer ver en vano a James, que mientras el Centinela existiese seguiría habiendo Villanos con el ansia de destruirle y que ese círculo no se cerraría jamás. Nunca la había escuchado y al final había acabado por ocupar el mismo puesto que Wayland, el hombre que, al parecer, tantas trabas había puesto a lo suyo. Resultaba tan irónico e increíble que no quería creerlo. Y ahora que Spencer estaba tomando el cargo, apenas reconocía a ese hombre amable que le había puesto una mano sobre el hombro.

De alguna manera se sentía responsable por lo que había pasado allí aunque supiese que desde su ignorancia poco tenía que hacer. Si James lo hubiese dicho, pensó, todo habría sido diferente. Y, aun así, seguía sin entenderlo.

-Cóbrese de ahí y quédese el cambio –pidió Lana cuando una camarera se acercó. Fue entonces cuando reparó en el mensaje de Marcus, el cual recibió con una mueca de disgusto. No quería más reuniones ni charlas ni responsabilidades. También se preguntó dónde habían quedado las llamadas cordiales.

Cogió la cajetilla de cigarros: Blackstone Cherry. Le había costado lo suyo volver a dar con la marca tras tantos años, pero se negaba a fumar otra mierda que no fuese aquella. Por supuesto, lo del regusto a cereza era una burda mentira que le daba cierto bienestar cuando pensaba en toda la basura que contenían aquellos cilindros. Se levantó mientras tecleaba en el teléfono una excusa y justo en la puerta, quizá por la brisa de aire ardiente que le llegó del exterior o el monótono ruido del tráfico, decidió borrar el mensaje y acudir. Ver a Marcus no le podía hacer sentir peor de lo que ya estaba y aquel piso ya había sido refugio de sus angustias una vez.

Media hora más tarde Lana llamó al timbre por primera vez. Ya no tenía llaves, así que esperó a que la figura corpulenta y oscura del Vigilante retirado apareciese tras la puerta. Cuando lo hizo se quitó las gafas de sol para usarlas de diadema dejando ver el cansancio que se marcaba en su rostro y la expresión poco amistosa.

-Hola, Marcus –resopló en un tono mucho más propio de Felina.

Marcus no tardó mucho en abrir la puerta, vistiendo unos pantalones oscuros y elegantes. Llevaba también una camisa color burdeos que hacía un curioso y agradable contraste con su tonalidad de piel. A Lana le llamó la atención ver que iba descalzo.

- Buenas tardes, guapa. ¿Quieres pasar? Te invitaré a una copa. - bromeó el hombre, sonriendo apoyado la mano derecha en el marco de la puerta mientras la abría un poco más y dejaba espacio para que la mujer pasara - Aunque con la cara que traes, quizás deba invitarte a 10. Pasa al baño y refréscate un poco, te despejará. -

-No hacen falta tantas si quieres repetir -bromeó, aunque no sonó tan picante como pretendía. Al pasar a su lado le dio un par de palmaditas suaves en el tórax.

Seguidamente hizo caso a su recomendación y fue directa al baño tardando unos segundos en recordar dónde se encontraba. Habían pasado muchos años, después de todo. El agua fresca apaciguó su ánimo y el sofocante calor veraniego que se pegaba al cuerpo en cuanto salías a la calle. Desabrochó el botón de arriba, lavó su rostro y las manos, y se demoró un poco más para repasar el maquillaje. Cuando salió no tenía mucho mejor aspecto; el fulgor de sus ojos chispeaba como fuego pero se la notaba algo más relajada. Tomó asiento donde la última vez, dejando el bolso a un lado y cruzando las piernas. Se preocupó de colocar adecuadamente la falda del vestido como si fuese algo de vital importancia. Entonces reparó en las copas de vino que descansaban en la mesa y aceptó la silenciosa invitación a acompañarle.

-Imagino que tienes eso -inquirió antes de degustar el vino dando su aprobación.

Dejó la copa sobre la mesa y entrelazó las manos rodeando al rodilla más alzada.

El magnate sólo sonrió ante su comentario y se dedicó a preparar un par de copas de vino para ambos. Encendió un poco de un agradable y relajante incienso cuyo aroma pronto cubrió la habitación. Al salir, Lana inspiró el aire profundamente y tuvo que reconocer que se sintió algo más relajada. No tenía muy claro si las razones eran el pequeño momento para refrescarse del baño, la presencia de Marcus, el incienso o la suma de todas esas cosas.

Marcus asintió cuando Lana 'formuló' la implícita pregunta. Sin embargo no vió allí ningún dossier o carpeta, así que debía estar guardada en algún sitio, si es que lo tenía allí. Lana rezó porque no tuvieran que desplazarse a ningún otro lado.

- Igualmente me gustaría charlar un rato contigo antes de ponernos a hablar de cosas serias. Últimamente estoy un poco estresado por motivos de trabajo y, sin ánimo de ofenderte cariño, tú no pareces tener unos días mejores que los míos. - dijo dándole otro sorbo a la copa. Mientras que Lana había cambiado por completo desde que se embutía en cuero para saltar por los tejados, tanto los gestos como las miradas y sonrisas de Horus seguían exactamente igual que antes. La mujer sabía que había habido un significativo cambio en el ex-vigilante, pero estaba claro que era un cambio mucho más subyacente que algo que pudiera discernirse a simple vista. Era como si el tiempo pasara de otra manera para Marcus King - Dentro de poco será el aniversario de la muerte de Violet. Es una fecha que no me gusta nada, realmente siempre me he puesto de mala leche cuando ese día llegaba. Pero lo estuve pensando y... me apetecía hacer algo diferente ese día. Había pensado en hacer una reunión entre... bueno, ya sabes. Entre los de siempre. -

Lana recordaba a Violet con tristeza, por supuesto, y también la fecha en que el Alacrán le robó la vida. Por desgracia, aquel recuerdo había sido empañado gravemente por su ruptura con James, razón por la que su contacto con todos los de aquella época se había roto por completo. La posibilidad de un reencuentro sonó esperanzadora, tanto como dar con el paradero del antiguo Centinela.

-Suena bien -comentó sin mucho entusiasmo, sobrecogida por la idea de ver los rostros arrugados y sin máscara de los que fueron su familia-. ¿Tienes contacto con Polecat y Sentencia?

Se incorporó en el sofá buscando una pose más comunicativa. Volvió a beber.

-Disculpa que no me haga saltar de alegría la noticia, es que la posibilidad de reencontrarme con tanta gente me abruma -Y no era difícil advertir que no eran precisamente los Vigilantes los que le causaban aquella emoción.

- Ajá. Mantengo un contacto 'regular' con Polecat. Hemos trabajado juntos en varias ocasiones. No hablo sólo del traje, si no de la actualidad. Ya sabes sus capacidades para crear cachibaches y una mente así no debería desperdiciarse, pero Weasel y él están demasiado atontados el uno con el otro como para conseguir meter en nómina al turón. Al menos he podido perdirle que me ayude en alguna ocasión y me ha venido de perlas. - comentó tranquilamente, viéndose cómodo en aquella conversación. Parecía sentarle bien hablar de temas tan banales después de tantas cosas.

- A Sentencia podría encontrarle Polecat. Sé que siguen siendo amigos, o ya sabes, la concepción de 'amigo' que ese bestia siempre ha tenido. Dudo mucho que se anime a venir, pero eh, quién sabe, igual ha dejado de ser un borde y un repelente... - miró a Lana de forma cómplice durante unos segundos y soltó una risotada - A quién le voy a engañar. No contemos con ello. -

Curvó los labios y asintió. Weasel y Polecat. Felina y Centinela. Iris y Horus. Aquella época había sido, además del punto álgido de todo 'héroe' o 'villano', un desbarajuste de emociones cruzadas difícil de controlar, y no sólo hablando de amores. También habían emergido férreas rivalidades que perduraban hoy día, historias intensas llenas de venganza, odio y rabia, y también pasiones ocultas que tarde o temprano acababan siendo reveladas. Quizá no hubiese quedado muy patente en el registro histórico de Betlam, pero todos los que habían llevado máscara lo habían sentido en sus propias carnes como un virus contagioso. Era una verdadera lástima que casi ninguna de aquellas historias hubiese acabado bien.

-Estará bien verlos a todos. Deux Irae también hizo pública su identidad, y Jackdaw -comentó, haciendo memoria de aquellos que habían acabado en el sistema judicial por ambiciosos. Algo que a ella, por suerte, no había llegado a ocurrirle-. ¿Tienes pensado algún lugar? ¿Algo que hacer?

- A ellos será más fácil encontrarlos, sin duda. No he pensado aún nada, pero supongo que haré algún que otro ofrecimiento. Puedo ofrecer un lugar seguro para todos, pero si algunos siguen estando en desacuerdo lo podemos debatir. A mi realmente no me importa. - dijo despreocupado el hombre de color

- ¿Tú tienes alguna preferencia? Eres una de las que querrá mantener bien oculta tu nueva identidad... -

Lana se encogió de hombros.

-Tengo un conocimiento bastante reducido en lo que ha seguridad se refiere. Lo dejo en tus manos.

Una sala como en la que la había recibido la primera vez, o quizá algún apartamento retirado podría servir bien. No esperaba que aquella reunión pusiese más en peligro su integridad e identidad de lo que ya estaban en ese instante. Todo el tema de James, Spencer y el Equipo ya había arruinado muchas de sus coartadas.

-Por cierto, necesito pedirte un favor. Uno referido a mi trabajo. ¿Te suena el apellido Walker?