Partida Rol por web

Marcus remató su copa de vino con un último trago, algo más largo que los anteriores. Sonrió ligeramente ante la pregunta de Lana, con sorna.

- Bueno, en esta ciudad seguramente le des una patada a una piedra y salgan 10 que se apelliden así, pero tratándose de ti seguramente hables de Stephanie, ¿no? ¿Qué te pasa con esa arpía? Lo siento si es amiga tuya, pero sus 'reuniones sociales' me provocan urticaria. - dijo el ex vigilante poniendo cara de asco.

No pudo evitar sonreír brevemente al darse cuenta de que ya tenía la mitad del trabajo hecho. Aquella mujer se las buscaba sola.

-Oh, sí. Es una amiga estupenda -dijo muy convencida de lo que decía-. Se preocupa tanto por mí que ha decidido retirarme su soporte económico hasta que recapacite sobre las funciones de mi museo y las adecue a los 'nuevos tiempos'. Estaba pensando que, para agradecérselo, podía organizar un evento con todos esos amigos que se ha ido fraguando durante estos años para un proyecto común que me permita mantener todos esos 'viejos y anticuados' recuerdos históricos de Betlam. 

Lana dejó la ironía a un lado.

Por desgracia Walker tiene el monopolio en lo que a arte se refiere, junto con la fundación Lemark. Pero prefiero ver mi museo en la ruina antes que dejarlo en sus manos, eso lo tengo muy claro. De modo que estoy recurriendo a influencias y tirando de los artistas que ella ha ido dejando en la calle. Quiero que seas mi invitado honorífico. 

King alzó una ceja con una sonrisa que no podía evitar tener tintes de diversión. - ¿En serio ha hecho eso? Jé. Hay que reconocer que tiene los ovarios bien puestos. No he visitado tu museo, pero eh, me gustaría ir contigo a verlo antes de la 'gran fiesta' a la que porsupuesto asistiré. -

¿Marcus King pavoneándose en una fiesta donde es invitado honorífico? De haber podido apostar a favor Lana sería millonaria.

- Si las cosas van mal... podría intentar patrocinarte desde Hieroglyphics. Pero te seré franco: el arte no es algo que de dinero a empresarios como nosotros, aunque sí a gente como Walker. Tendríamos que buscar una manera de sacarle rentabilidad y no estoy seguro de que te gustaran las maneras... aunque tampoco estoy seguro de cuáles serían. Esperemos que no sea necesario. -

-Gracias, pero no he venido a mendigar esa clase de ayuda. Creo que estoy recabando las amistades necesaria en mi ámbito como para salir del bache, aunque necesite un poco de soporte al principio. Voy a tener que hacer reformas y cambios y todo eso... Pero te lo agradezco.

Con el tiempo, Lana se había acostumbrado tanto a la monotonía de su vida (una monotonía bien apreciada) que cualquier cambio suponía un estrés considerable. Los tiempos en que las responsabilidades llegaban según cómo se levantase aquella tarde había quedado muy atrás.

Se llevó la copa de vino a los labios para vaciarla en un movimiento, algo que no debió hacer. Un suave ardor descendió por su garganta para después alojar una punzante sensación en la sien. Cerró los ojos. Suspiró.

-Hay... ¿algo de interés en el informe? -preguntó, temerosa y sin alzar la mirada.

King se encogió de hombros e imitó el gesto de Lana, pero pareció llevar mucho mejor el terminarse la copa. Se acomodó en su asiento y buscó el informe que tenía preparado en una carpeta. Con un gesto se lo puso frente a ella y abrió el cartón plastificado para llegar a la primera página.

- La verdad es que ese tío intentó ser una sombra durante toda su vida. Se llamaba Earnest Darrell y creo que era europeo. Debió cambiarse el nombre en algún momento de nombre en su niñez o en su adolescencia, no lo sé. Quizás fue un chico de orfanatos que consiguió venirse aquí en algún momento, supongo que a buscarse las castañas. - dijo de forma despreocupada mientras colocaba su pie derecho sobre la rodilla izquierda - Siempre se le dió bien la informática y consiguió sacarse algún que otro título sobre seguridad, pero después sencillamente desapareció. Supongo que fue entonces cuando empezó a hacer sus cosillas de hacker y terminó borrando gran parte de su rastro en los registros. -

- Lo que sí sé claramente es que, con varias pruebas que lo confirman, que el tal Enlace murió hace ya unos meses. Alguien se lo cargó de un tiro en la cabeza y se lo encontraron en su casa cuando ya era muy tarde. Sin huellas, y un arma sin número de serie que el asesino o asesina se dejó en la escena del crimen, seguramente a posta. Imposible de rastrear. -

Marcus King no pudo evitar sonreir, pero no era una sonrisa de satisfacción ni de alegría. - Lo tienes muy crudo, guapa. -

Lana repasó el informe sin entusiasmo, vuelta adelante y atrás como quien ve una mosca pasar. Suspiró pesadamente y se lo guardó en el maletín mientras negaba. Aquello no iba a ninguna parte. No valía la pena verle la cara otra vez al nuevo Operaciones para transmitirle aquello. Tampoco tenía ganas.

-Gracias -dijo al cabo, por compromiso más bien. Se recostó en el asiento y permaneció en silencio un poco más, meditabunda, hasta que se le ocurrió algo medianamente inteligente que decir-. Creo que ya he abusado bastante de tu confianza, y no hay mucho más que aportar a todo esto. Ya te avisaré cuando tenga algo más sobre la fiesta. O sobre cualquier cosa de importancia.

- Por supuesto, cariño. Aun así puedes abusar de mi hospitalidad tanto como quieras. - dijo el magnate tornando divertida su sonrisa - Te llamaré cuando hable el tema de la reunión, ¿de acuerdo? Es una pena que hayan pasado los años y los trajes ya no sean una opción... echaré de menos volver a verte como Felina -

La connotación sexual en la frase era muy fuerte, pero la risa que vino después y la mirada de King denotó claramente que sólo se estaba divirtiendo. Cogió un móvil y empezó a marcar un número. - Ten mucho cuidado, ¿vale? - dijo ahora mucho más serio mientras la miraba

-El cuero siempre es una opción interesante -rió con picardía. Aquel hombre tenía el don de alegrarla aunque fuera un poquito. Se acercó e imprimió un beso en su mejilla, dejando la marca del carmín sobre ella-. Yo siempre tengo cuidado. Ya no quedan superhéroes que me guarden las espaldas. Nos veremos pronto.

Tras unas palmadas amistosas sobre el pecho, Lana se marchó pensando que en verdad tenía razón. Ya no tenía esa protección, esas sombras que vigilasen que no cruzase la línea y, a la vez, que no le ocurriese nada malo. Habían sido buenos tiempos. Tiempos que merecían la pena ser recordados.

Pidió un taxi en la avenida y le dio la dirección del viejo apartamento de James. Quería ir a casa.