Partida Rol por web

El corazón del Centinela

7. Aquellos días

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21/12/2012, 17:43
Narrador

Viernes, 8 de Junio de 1987, 3:25 PM
South Beach

James Goldfield y Romy Shepard se encontraban en uno de los complejos hoteleros de South Beach en un precioso día de Junio. James había pedido el fin de semana libre al equipo y había invitado a Romy a aquel sitio, uno de los más lujosos de la ciudad. Habían llegado por la mañana y se habían dedicado a disfrutar del jacuzzi de la habitación hasta que llegó la hora de comer. Tras un menú delicioso decidieron que iban a tomar un poco el sol y salieron a la piscina para tomar un rato el sol. Con un capirinha, una hamaca y un bañador, ambos tomaron el sol junto al otro mientras cuatro o cinco personas más se remojaban en la piscina.

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21/12/2012, 19:16
James

- No recordaba lo que era estar de vacaciones... bueno, es que nunca lo he estado. - suspiró él cogiendo la mano de Romy mientras la miraba tras sus gafas de sol y sonreía. Sus labios fueron el borde de la copa y le dio un trago- Estoy de lujo aquí, pero... ¿qué te apetece hacer luego? -

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21/12/2012, 20:31
Felina

Romy se bajó las gafas hasta la mitad de la nariz y volvió la cabeza para mirarle. Era cierto que habían compartido muchas cosas hasta entonces, con y sin máscara. Sin embargo, el lujo de poder estar allí disfrutando del día a día sabiendo que las responsabilidades se habían quedado en casa, era algo gratificante y novedoso. Felina ya no existía; había dejado el traje en pos de aquella relación. Pero el Centinela seguía en activo y Romy tenía la sensación de que James jamás podría apartarse de aquella máscara y dejar su mentalidad idealista y justiciera a un lado. Era algo que siempre le rondaba la mente y que, sin embargo, había aprendido a acallar. Aquel fin de semana suponía un cambio, pequeño, pero cambio a fin de cuentas.

-No sé. ¿Qué hacen los ricos para divertirse? –bromeó, jovial.

Aunque tuviera dinero, Romy no lo invertía en chorradas ni pasatiempos como aquello. Siempre había estado ocupada en su siguiente golpe, por lo que tener tiempo libre le resultaba novedoso y, en muchas ocasiones, asfixiante. No sabía cómo de bien o mal le parecía a James, pero ella seguía yéndose por los tejados de Betlam, sobre todo cuando él acudía a responder la llamada del deber. Y es que, aunque el traje estuviese guardado en el fondo del armario, su espíritu arañaba su conciencia pujando por salir. Las cadenas y las responsabilidades nunca habían ido con ella, pero estaba haciendo todo lo posible por cambiar eso. Ahora cocinaba.

Se giró hacia su lado en la hamaca.

-Quiero ir al mar. ¿Hay lanchas motoras o algo así?

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22/12/2012, 18:35
James

- Me han llegado rumores de que se dedican a mover la aceituna de su martini mientras critican el vestido de la mujer de cualquier otro... - se inclinó hacia ella para susurrarle en confidencia, con una sonrisa cómplice. Llevaba un bañador azul claro que no le quedaba nada mal pues había sido una elección de Romy. Le dió otro trago a su bebida y la dejó junto a la pequeña mesa blanca que había al lado. Él se sentó en la hamaca mirando hacia ella, apoyando los brazos en las rodillas mientras la miraba de cerca, sonriente. Aquellas cosas eran las que dejaban la mente de Romy en blanco de dudas.

Aunque parecía imposible que James Goldfield dejara su deber con el héroe oscuro de Betlam, cuando él la miraba de aquella manera, totalmente prendado de su rostro y sus ojos, cuando la miraba cuando ella se encontraban, cuando la miraba al estar a solas y la ropa dejaba de ser un impedimento, en esos momentos era cuando Romy Shepard no podía negar que James estaba totalmente enamorado de ella.

- ¿En este sitio? Con lo que hemos pagado, deberían poner las estrellas a nuestros pies si se lo pedimos... pero eh, yo me confirmaría con una lancha motora. - dijo él, divertido

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23/12/2012, 19:14
Felina

Romy se rió y alcanzó su copa para robársela, bebiendo después sin perder el gesto. Adoraba cuando se comportaba de aquella manera, tan atento y humano; cuando dejaba de lado el traje y se transformaba en una persona bastante normal. Se colocó el pelo a un lado al tiempo en que se levantaba, echándole los brazos al cuello.

-¿Vamos, entonces? –pidió inocentemente, sentándose sobre sus rodillas y acariciando con los dedos la mejilla.

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23/12/2012, 19:20
James

El hombre sonrió mientras cogía a Romy en brazos cogiendo sus piernas, aprovechando la posición en la que ella se había puesto. Comenzó a caminar mientras la cargaba, robándole un fugaz beso de la comisura de los labios.

- Y una vez más Romy Shepard vuelve a caer en las garras del inigualable James Goldfield... - le susurró, intentando picarla. Fueron llegando a la increible playa (artificial, eso sí) que tenía su hotel. James se dirigió al puesto de alquiler de motos de agua y otro tipo de vehículos marítimos. Sin soltarla ni un momento, alquiló una lancha motora para dos personas y le pidió a Romy que cogiera las llaves tras decir a qué habitación debían cargar aquello. - Es que tengo las manos un poquito ocupadas. -

Sólo la soltó una vez llegaron frente a la lancha que les correspondía. En cuanto los pies de Romy tocaron el suelo el hombre se pegó a ella y le quitó el aliento de un profundo beso, con una mano en la parte alta de su espalda y otra en la baja. - ¿Por qué me encantas tanto? -

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23/12/2012, 23:11
Felina

Romy cogió la llave tras guiñarle un ojo al responsable, haciendo que diese vueltas en su dedo índice. Aunque estuviese con James,  no había perdido esa picardía que acostumbraba a lucir con y sin traje, pero no escatimaba a la hora de demostrar con quién estaba en realidad. Sí, había vuelto a caer en sus garras, y lo haría una y otra vez siempre que se lo pidiera. Mentiría si dijese que aquellos días, libre de preocupaciones y responsabilidades, no estaban siendo después de todo los mejores de su vida. Tan sólo con bucear en la nivela gris de sus ojos, sostener sus manos, o disfrutar del contacto de su piel le bastaba. Sin embargo, pudiendo coger más, ¿por qué no?

Se puso de puntillas, bebiendo de sus labios como la primera vez. Y es que, a pesar de los años, la revelación de la identidad de James había sido un soplo de aire fresco a aquella relación tan extraña y duradera. Abrazó su cuello, jugueteando con los mechones de su pelo. ¿Qué tenía él, como hombre, que no había sabido encontrar en nadie más?

-¿Porque… las mujeres normales no son ladronas profesionales capaces de rondar los tejados de Betlam y robar corazones con una sonrisa? -ronroneó, perfilando la línea curva de su oreja-. Además de otras cosas, claro… Y tú, ¿por qué crees que me gustas tanto?

Romy saltó dentro de la lancha con aquella gracia felina tan propia de ella, sin ayuda alguna.

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23/12/2012, 23:21
James

- Quizás eso tenga algo que ver. - respondió él dejando un beso en su cuello y respirando el agradable perfume de su pelo. Entregado en aquellos momentos a solas, James volvía a convertirse en el Centinela cuando vestía el traje. Aquello a Romy no le agradaba, pero una parte de ella comprendía que su alter ego tenía un peso mucho mayor que el de ninguno de los otros vigilantes de la ciudad que, por cierto, empezaban a decaer tanto a nivel mediático como en las propias calles.

James la siguió al interior de la lancha con un salto menos grácil pero igualmente seguro, que hizo que la embarcación se tambaleara un poco bajo el peso que produjo su salto. - Como no sea por mis dotes de baile o lo bien que me quedan las máscaras, no atino a saber por qué te gusto. - bromeó con una sonrisa, sentándose y arrancando la lancha, que empezó a moverse

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24/12/2012, 01:01
Felina

-Que poco imaginativo -se quejó, dedicándole una mirada de reojo con reproche.

Probablemente en algún sitio pondría que ponerse de pie no estaba permitido, pero como a los ricos se les consentía cualquier tipo de insensatez, Romy se encaramó mientras la lancha rompía las olas del mar. Nunca había montado en barco o derivados, así que en cuanto el agua comenzó a salpicar se bajó las gafas y procuró agarrarse y disfrutar de la sensación del aire cortante, tan similar a saltar de tejado a tejado.

-Me gustas porque sólo yo te conozco -gritó, haciéndose oír por encima del rugido de la lancha.

No era del todo cierto, pero pensar que era la única que había llegado a desvelar aquel secreto tan bien guardado, desnudando el alma del Centinela para descubrir a la persona que había debajo; un hombre atrevido, tierno y apasionado, le daba la sensación de ser única, de tener algo único. Era parecido y a la vez diferente de cuando robaba una joya única, auténtica. Poseía algo único, y era sólo para ella. ¿Qué más podía pedir entonces?

Al mirarle se dio cuenta de que podía desear mucho más, pero que quizá todas esas cosas no fuesen a ser tan fáciles de conseguir. Se dejó caer a su lado para robarle un beso y abrazarle, temiendo que de un momento a otro desapareciese con todas aquellas promesas.

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24/12/2012, 17:53
James

James la abrazó con un solo brazo mientras le sonreía y hacía que la lancha acelerara su ritmo. Pasaron junto a un par de yates a toda velocidad hasta que se habían alejado bastante de otros barcos y de ambos lados de la ciudad. Allí juntos, en medio de ninguna parte.

El hombre la rodeó ahora con ambos brazos, colocando la cabeza en su hombro y recorriendo su piel con las manos, desde la rodilla hasta su cuello, para luego volver a bajar y agarrar con firmeza su muslo, depositando un beso en la piel del cuello. - Te quiero. - le susurró él, con los ojos cerrados.

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24/12/2012, 20:01
Felina

Romy aceptó su abrazo y se estremeció bajo las caricias. Aunque fue su alma la que más tembló ante aquel susurro confidente perdido en la nada. Admiraba su sinceridad y aquella forma tierna en que se refugiaba en su cuerpo, como un niño que anhela el calor y la protección de una madre. Y también la combinación que se producía cuando soltaba las riendas de su vida para entregarse enteramente a la pasión y el desenfreno con la energía de un joven quinceañero. Y eso que desde su primer encuentro habían trascurrido casi diez años de esporádicos affairs y confidencias. Un romance con sus más y sus menos que al final había logrado emerger como una flor de la escarcha invernal.

-Yo también te quiero –repitió, pegando sus labios a la piel de su frente con amor infinito. Sus manos se aferraron a su espalda, tratando de salvar cualquier espacio que hubiese entre ellos-. Quiero quedarme contigo para siempre –dijo, embargada por la emoción-. Si me lo pidieras haría cualquier cosa por ti, James. De verdad. No quiero estar con nadie más en esta vida; ya no.

Y era cierto. Cada palabra que brotó de sus labios era tan cierta como respirar. Y es que James le hacía sentir que no había nada que no pudiese lograr estando a su lado, ningún obstáculo era lo suficientemente fuerte como para enfriar el fuego de su amor. O eso creía creer Romy en aquel glorioso instante.

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24/12/2012, 22:39
James

James hizo más cercano el abrazo como si no quisiera separarse de ella, pero no contestó a esas palabras. Él deseaba estar por siempre a su lado, quería que aquellos fines de semana se convirtieran en toda una vida junto a Romy, pero entonces volvía a sentir aquel parásito que se había instaurado en él desde que vió a sus padres morir ante sus ojos cuando era pequeño: la justicia.

Por primera vez en su vida, número 4 había sentido lo que era amar a otra persona, sentir que podías contarle cualquier secreto, dejar tu vida en sus manos si hiciera falta. Si James no había contado el secreto del Centinela a Romy es porque saber ese secreto podía llevarla a la tumba algún dia si cualquiera se enterara de que ella lo sabía. Y no sabía qué le ocurriría a él mismo si Romy moría por su culpa.

Con la lancha ya totalmente parada, James la besó con necesidad, deseo y ganas de fundirse en sus labios. No podía abandonar aquello por lo que había luchado toda su vida. Si colgaba el traje, abandonaba a Betlam a su suerte y la gente seguiría sufriendo lo mismo que él sufrió de pequeño.

Demasiados sentimientos enfrentados. Demasiado jugaban al tira y afloja el amor y el deber en la mente de James Goldfield. Y como respuesta a todos aquellos pensamientos, el hombre se mordió el labio inferior mientras la miraba, tenso, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

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25/12/2012, 00:15
Felina

No le hizo falta ninguna explicación para saber lo que significaban aquellas lágrimas. James no lo había mencionado, pero era plenamente consciente de que todo aquello que ella sentía era más una carga que un alivio. Que su vida antes de ella había sido mucho más fácil, porque Betlam no había tenido que compartir a su Centinela con nada ni con nadie. Y, sin embargo, ahora había una mujer que reclamaba su atención, su cariño y su amor, y que estaba dispuesta a dejar todo lo que hiciera falta para estar con él. Pero él no podía hacer lo mismo y Romy lo sabía. Lo sabía y cada vez que la verdad salía a relucir su corazón se resquebrajaba un poco más, al igual que el de James.

Sus dedos recogieron las lágrimas y sus labios imprimieron un beso largo y duradero, como un lo siento sin palabras. De alguna manera ya sabía que tarde o temprano desaparecería, aunque no quiso creerlo. Abrazó su cuerpo más y enterró el rostro en el hueco que dejaba entre su cuello y su hombro.

-No quiero que te vayas –suplicó-. Por favor.

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25/12/2012, 15:26
James

El hombre llevó su mano derecha a la nuca de Romy, perdido en su abrazo. Aunque los momentos a su lado era lo mejor que había vivido jamás, el peso de la responsabilidad era muy grande. El hombre vivía con tres frentes abiertos que le aprisionaban: por un lado, sus propias dudas y pensamientos. Aquello que le dividía a partes iguales entre el amor y el deber y que se acaba convirtiendo en incompatible. Por otro lado, Brian Wayland, el primer Centinela y el entonces Operaciones del equipo. Éste no había dejado de machacarle en ningún momento por su relación con Felina desde que ambos aún tonteaban en los tejados de la ciudad.

Por último, Romy. Verla le hacía sentir cosas que jamás había vivido y cuando la miraba a los ojos todas las dudas se despejaban. Sabía que ella lo daría todo por él y él quisiera poder hacer lo mismo.

Pero no podía dejar de lado a la gente que le necesitaba de verdad. Jonathan Spencer era un hermano pequeño para él, sabía que era la razón por la que Spencer continuaba en el equipo. Mathew Williams estaba pasando su peor momento debido a la ataraxia cerebelosa de Friederich y el equipo estaba pasando un muy mal momento. Además, Lincoln Burrows, su discípulo y el futuro número 6, dependían de su entrenamiento para vestir el traje el día que hiciera falta.

James tuvo que abrazar con más fuerza a Romy, conteniendo la impotencia que se movía en su interior como la peor de las enfermedades.

- Yo... no puedo dejar a mi compañero solo... si le ocurriera algo... - y, sin revelarle el secreto del Centinela, aquella era la única verdad que Goldfield podía confesarle al amor de su vida

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25/12/2012, 16:33
Felina

El llanto rompió el silencio y las palabras. No había mucho que pudiese hacer en aquel instante por ellos a parte de lamentarse por lo que tarde o temprano acabaría ocurriendo. Podía ponerle las cosas fáciles, sí. Darle la espalda, ignorarle y mentir como había hecho toda su vida. Pero eso no era lo que ella quería, y no quería hacerse responsable de una ruptura que no iba a correr de su cuenta. Ella le ofrecía su corazón de verdad y, si él lo hacía también, entonces, ¿por qué? No entendía por qué la había buscado tanto en los tejados, por qué había hecho todos aquellos esfuerzos, preparado sorpresas y momentos inolvidables. Por qué se había empeñado en sacarla de aquella vida de ladrona. Por qué la dejaba escapar una y cien veces. Por qué le había salvado la vida si, al final, todo iba a acabar en el fondo del mar.

Romy se mordió la cara interior de la mejilla casi hasta sangrar, refrenando así el llanto y la ira que bullía en sus venas. Cerró los dedos sobre las palmas y tensó cada uno de sus músculos, evitando así temblar. No dijo nada. Sin embargo, se deshizo de su abrazo como si el mero contacto con su piel quemase. Tiró las gafas a alguna parte de la lancha y se puso en pie, dándole la espalda para, acto seguido, saltar al agua. Su figura se perdió entre las olas y, cuando estuvo segura de que nada ni nadie podría escucharla allí abajo, gritó todo lo que pudo hasta que la boca se le llenó de agua. Le dio la sensación de que se quedaba sin fuerzas, pero nadó hasta la superficie para respirar y volver a ponerse una máscara de indiferencia en la que su mundo era perfecto y maravillo. En el que James no se iría nunca.

La mujer nadó un poco antes de sumergirse bajo el agua para aparecer al otro lado de la lancha, en el de James. Se agarró al borde y subió, evitando mirarle en todo momento. Temía hacerlo y venirse abajo otra vez, y no estaba dispuesta a consentirlo y dejarle ver lo débil que en realidad era. Se echó el pelo sobre un hombro, inclinándose hacia adelante para escurrir su melena azabache. Después se apoyó en él para alcanzar las gafas que estaban en el suelo y sentarse sobre sus rodillas. Colocó las manos sobre el volante y carraspeó.

-A ver, señor sabelotodo. ¿Cómo demonios se conduce este chisme? -dijo en tono afable y despreocupado, como si nada de lo que había ocurrido el minuto anterior hubiese sucedido en realidad.

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25/12/2012, 17:00
James

Cuando vió a Romy separarse de él y lanzarse al agua, James Goldfield cayó de rodillas sobre la lancha, ya sin lágrimas en sus ojos. En ese mismo instante su cabeza estaba en blanco, la avalancha de sensaciones desagradables bloquearon sus pensamientos y apenas asimiló que Romy estaba sumergida y podía estar cometiendo alguna locura.

Se sentó como pudo, casi tropezando, y se quedó mirando al suelo, con los ojos clavados en las gafas que la mujer había soltado segundos antes. Sencillamente no podía pensar en nada en aquel momento.

El erial en el que se había convertido su cabeza se resquebrajó cuando Romy volvió a subir a la lancha. Sin mover la cabeza, vió como ella cogía las gafas y se sentaba en sus rodillas: sólo entonces reaccionó. Ante la pregunta, le señaló una palanca junto al volante.

- Tira hacia arriba, despacio, y ve subiendo más según aceleremos. - dijo él, con una voz rota al principio pero que fue adquiriendo un tono de falsa seguridad

Porque, al fin y al cabo, si no ponían un muro entre sus problemas y ellos mismos, no podrían disfrutar del tiempo que les quedaba juntos. Y así, al tiempo que dejaban atrás el lugar donde parte de sus sueños se habían roto, dejaban atrás la dura realidad de los días que aún estaban por llegar.