Partida Rol por web

Leyó la nota. Nunca se había fijado en la letra de Goldfield así que no tenía mucho sentido que la mirase tan atentamente. Pero aquella mujer podía haberles expuesto y se había dejado llevar a la base voluntariamente, así que no tenía motivos para no creerse lo que decía. Por el momento.

Dejó la nota encima de la mesa. Luego se la daría a Szilard.

-¿Qué se supone que quiere decir esto? ¿Cree que el señor Goldfield se encuentra en algún tipo de apuro?

No iba a decírselo, pero aquello le había alarmado. Goldfield no había aparecido en la base y aquello era la señal definitiva de que tenían que preocuparse. Mucho.

Mark le tendió el maletín aprovechando para mirar el contorno de los pechos contra la tela tensa. Tragó saliva e intentó que no se le notara. Podía ser su madre, podía ser su madre, podía ser su madre.

Romy se cruzó de brazos echándose hacia atrás. Le dirigió una mirada corta y elocuente al chiquillo y después al resto de los presentes.

-He estado pensando bastante sobre ello, las razones por las que se pondría en contacto conmigo y no con ustedes. Brian Wayland falleció hace algunos meses por causas naturales, y James era vuestro actual Operaciones. No sé quién era ese hombre, a parte de un multimillonario, pero por lo que dice el informe estaba íntimamente relacionado con el proyecto del Centinela. Creo que le hizo llamar para confiarle algo que no tiene que ver con el Equipo antes de morir. Algo que a James le asustó lo suficiente como para temer por su vida. No veo otra opción por la que se tragaría su orgullo para escribirme esa nota –En las últimas palabras se pudo apreciar el resquemor que guardaba hacia él-. Comprendo que no vayan a discutir esto delante de mí, pero eso es lo poco que he podido sacar en claro desde mi experiencia y lo que he leído.

-¿Hay algo que me quieran preguntar respecto a todo lo demás?

Troy tragó saliva y bajó la mirada. Si Goldfield sabía algo importante... algo que podía hacer que desapareciera, y no se lo había dicho a nadie... Sanders volvió a erguirse en la silla. Si era así, entonces casi se merecía que le hubieran secuestrado, o lo que quisiera que hubiera pasado, porque había sido una estupidez. Más aún si había preferido contárselo a la señora Shepard.

-Sí. ¿De dónde ha sacado esta información? -preguntó, señalando el maletín-. ¿Se lo dijo Goldfielf?

Incómodo, el chico se revolvió. Se había dado cuenta. Carraspeando, cambió el peso de un pie a otro y siguió escuchando.

Romy suspiró. Empezaba a necesitar con urgencia un cigarrillo.

-A ver… James no me dijo nada -Se frotó la sien con los dedos, pensando por dónde empezar. Era la tercera vez que repetía aquella historia y cada vez le resultaba más complicado-. Yo ya imaginaba que el Centinela era más de una persona. Lo supe casi desde el principio y durante un encuentro con el Rey Dragón, por circunstancias, los vi a los dos y ya no me cupo duda. De todo… -Romy alzó las manos- esto, no tenía ni idea.

Cuando me dejó y desapareció de mi vida en el 89 quise saber qué hacía, porque sabía que era incapaz de apartarse de sus… responsabilidades. –tardó en encontrar la palabra adecuada sin poner en entredicho lo que allí hacían-. Le pagué a alguien para que le siguiese la pista y resultó que no hacía nada con su vida, así que al poco le dije a mi contacto en cuestión que dejase el tema aparcado. Rehice mi vida hasta que esta misma persona, que se hace llamar Enlace, me notificó que habían puesto una denuncia de su desaparición. Él solo se había encargado de indagar y recabar toda esa información que me dio muy amablemente. Demasiado amablemente. Ese es el documento original que Enlace me dio y, al menos por mi parte, no existen más copias.

Después de leerlo volví a reunirme con él y le dije que de dónde demonios había sacado toda esa información. No quiso decírmelo, pero finalmente le sonsaqué que había sido un tal Cable que había formado parte del equipo y que ahora estaba en la cárcel. Tenía que haceros llegar toda esta información, así que me las ingenié para dar con Jonathan.

Hizo un breve descanso cambiando de postura y apoyando los codos sobre la mesa. Prácticamente había dejado de mirar al resto para centrarse en Número 8, que era claramente el cabecilla de todo aquello.

-Además, hay algo más -prosiguió-. No me fio de Enlace, ni de quien sea que me esté haciendo llegar toda esta información. Porque, más o menos, me ha caído del cielo. Tiré de mis contactos para que rastreasen las huellas dactilares que había en la portada. En teoría, Enlace lleva muerto unos tres meses. Murió de un tiro en la cabeza; me enseñaron las fotos. Su cadáver sigue en la morgue porque nadie ha ido a reclamarlo y el caso sigue abierto. Se llama Leonard Jensen. O se llamaba, no lo sé. No le he vuelto a ver, pero tengo un teléfono desde el que le puedo contactar.

La mujer resopló y cerró los ojos. El peso de la preocupación hizo que pareciese mucho mayor de repente, y cuando habló su voz sonó rota.

-Sé que no tienen razones para fiarse de mí. Pero de verdad que no quiero causarles ningún daño. Lo único que quiero es volver a ver a James y saber que está bien.

Al ser nombrado, ambos recordaron al instante a Cable. Aunque Mark no le había conocido en persona le contaron largo y tendido sobre él, especialmente Szilard.

Hacía dos años ocupaba el puesto de Fedora en Control y estuvo durante muchos años en el equipo, entrando un par de años antes de la llegada de Troy Sanders al equipo. Aunque un poco presuntuoso siempre había sido un trabajador incansable y estaba totalmente entregado a la causa.

Cierto día, en 2006, hubo una intrusión en el sistema del Centinela. Cable consiguió a duras penas que se revelaran al exterior datos encriptados de los ordenadores y se localizó al intruso, que resultó ser Fedora. Desde ese día, Cable estuvo distinto. Más ausente, más dejado. Cierto día pidió varios días de vacaciones y se le concedieron.

En ese momento se descubrió que estaba robando los céntimos sobrantes de las nóminas de Industrias Wayland y enviándolas a una cuenta en un paraíso fiscal, por lo que Brian Wayland y James Goldfield se encargan de sacar su intrusión a la luz y llevarlo a la justicia, por lo que acaba encarcelado. Bajo las amenazas de Número 1 y Número 4 había prometido no revelar información del equipo ya que los enemigos del Centinela buscarían sacarle toda la información que podía tener, así que... ¿qué había llevado a Cable a contar todo aquello que ahora la tal Romy Shepard sabía?

Tuvo que hacer un esfuerzo enorme para asimilar todo lo que la señora Shepard le estaba diciendo, y después tuvo que redoblarlo para no volcar la mesa. Tomó aire y lo dejó salir muy lentamente. Cable, el cadáver de un tal enlace y Goldfield.

-¿Y quién ha puesto la denuncia de la desaparición? No hemos sido nosotros -dijo, tratando de ahogar la ira en su voz.

Spencer, cuya cara era un poema por toda la historia (aunque ya supiera gran parte), carraspeó para intervenir. - Cuando me contó la desaparición, me informé un poco al respecto. Creo que la denuncia la puso uno de los administrativos de la Fundación Wayland cuando James no le respondió las llamadas durante dos o tres días. -

En ese momento, el teléfono de Lana y de Mark comenzaron a sonar al unísono.

Romy se sobresaltó al escuchar el sonido de su teléfono. Dio un respingo en la silla y rebuscó en el bolsillo interior de la chaqueta. Iba a pedir disculpas por la interrupción cuando reparó en que había otro teléfono sonando. Miró a Jonathan y luego a Número 8.

-Es mi secretaria -Miró al joven otra vez y respondió. Mucha casualidad era que les llamasen a la vez-. ¿Diga?

- ¿Señora? - preguntó Alice desde el otro lado con voz preocupada. - Hoy ha venido de visita Stephanie Walker, señora Rowen. -

Lana, que llevaba varios días metida de nuevo en el mundo de su antigua vida, le costó volver a la actual. Cuando lo hizo no pudo evitar quedarse en blanco. Stephanie Walker era la presidenta de la Fundación Lemarck, aquella que financió su museo.

- Me ha preguntado por usted y cuando le he dicho que se encontraba incapacitada ha insistido en que contactara con usted de inmediato. Ahora se ha ido y dice que volverá mañana, pero no me ha gustado su tono de voz... No ha querido decirme de qué se trataba. -

Troy asintió, sin oponerse a que ninguno de los dos cogiera el teléfono, y se levantó para darle un poco de intimidad. En otro momento hubiera impedido que Mark contestara.

-Espero que estés ocupándote de grabar y rastrear esta llamada -le murmuró a Control, dándole la espalda a la mesa.

El rostro de Romy palideció ante las palabras. Tres días habían tardado en empezar los problemas, pero logró sacar fuerzas para despedirse como si no pasara nada.

-De acuerdo. Concreta una cita... -miró su reloj de muñeca con rapidez-. Mañana a primera hora, en la sala de reuniones. Pero para el resto del mundo sigo indispuesta.

No esperó respuesta. Colgó el teléfono y volvió a guardarlo en la chaqueta pidiendo disculpas después. Entrelazó las manos sobre la mesa y se quedó pensativa mirándose las uñas. 

Con el corazón en vilo, Mark contestó al teléfono alejándose todo lo posible del resto de manera disimulada.

Con un tono que le provocó un respingo, la voz de su padre sonó al otro lado de la linea. No necesitaba verle para saber que tenía una gran sonrisa de superioridad en aquel momento.

- No te preocupes, si intentan grabar esta llamada sólo escucharán a una teleoperadora pidiéndote que cambies de compañía telefónica. - dijo el hombre mientras se oían algún chispazo en la línea, seguramente por los métodos que usaba su padre para cuidar esas comunicaciones - Leonard Jensen es alguien que tú conoces. Hace un par de años que creaste un transpondedor especial para que pudiera comunicar una conexión wifi entre un portátil y una casa en la montaña sin problema. Pero después sufrió un desafortunado accidente y le quitaron la vida: descuida, no tuve nada que ver. Si esa mujer dice que está vivo, es que alguien se está haciendo pasar por él, así que asegúrate de descubrir de quién se trata, quizás la estén usando para llegar a vosotros.

- Ah, y por cierto, hijo... Cuídate de esa arpía. Nos conocemos, y si te descuidas te dará muchos quebraderos de cabeza, mantenla vigilada. -

-No, ahora no puedo hablar, señorita. Estoy contento con mi... Señorita, lo siento, voy a colgar.

Mark pulsó una tecla del móvil y se lo guardó en el bolsillo. Miró a Lana Rowen o a Felina, como qusiera que se llamase, y frunció el ceño. La sensación de estar repitiendo la historia y siguiendo los pasos de su padre le era... extraña. Por un lado, siempre había deseado su aprobación y demostrarle que podía confiar en él. Por otro... Bueno, por otro todo lo demás.

-Perdón. Ya estoy. ¿Habíais dicho algo más?

-No. Creo que hemos terminado. Nos ocuparemos de esto, señorita Shepard. Y la mantendremos informada. Si necesita algo no tiene más que llamar. Y si yo fuera usted, cancelaría esa cita. Once -llamó.

Troy miró a Spencer como si estuviera dispuesto a echarle de allí a patadas si no se movía, y se dirigió a la salida de la nave industrial. No invitó a Felina a levantarse y acompañarles, porque no iba a salir de allí. Por el momento. Tenían que verificar toda esa información antes de decidir nada respecto a la mujer.

-Si fueran tan amables de traerme agua, cigarrillos y algo de lectura, se lo agradecería. Los secuestros se me hacen aburridos -dijo con una sardónica sonrisa que nada tenía que ver con la señora respetable que había ante ellos.

Romy se deshizo de la chaqueta y los zapatos y alejó de ella la taza de té, empujándola con el dedo. Iba a ser un día muy largo.