Natori-san se recuperará - afirma Chihiro - No puedo devolverle su humanidad a Asano-san - agacha la cabeza al admitirlo. A eso se refería cuando le dijo a Hideo que le había "fallado" - Pero el caso de Natori-san es diferente. Creo que con este nuevo suero que mi esposo y yo hemos fabricado podemos eliminar la infección de su cuerpo antes de que se inicie cualquier proceso de transformación - Se inclina ante Yûki y después ante Hideo - Pero no sé cuánto tiempo llevará.
Nami escucha la conversación pero no parece preocuparle. O más bien, está sumida en sus propios sentimientos. Sus ojos llamean por un momento cuando Hideo habla de ella. Por algún motivo, la kabaneri odia al mecánico y hasta su presencia le resulta molesta. Sin embargo, es paciente. Ahora no se encuentra en posición de hacer nada, malherida y postrada en una cama.
Psiónica - le responde a Yûki - Si tan sólo pienso en desobedecerle me siento morir otra vez...
La limpieza en el vagón de peones ni siquiera resulta divertida. Si bien hay algunos sueltos por el vagón, la mayoría están atrapados en las cápsulas de seguridad que debían protegerlos de los impactos y las sacudidas. Nunca estuvo previsto que hubiera que protegerlos del aire. Los que aún agonizan, resistiendo las últimas fases de la plaga antes de la transformación, agradecen ese tiro de gracia destinado a destruir su cabeza o el corazón y desean suerte a los supervivientes. Otros, los menos, maldicen a Tomohiro Mogami y a sus soldados por no haber podido protegerlos...
Creo que podré mantenerlo en marcha - dice Irisa con lágrimas en los ojos pero con una mirada decidida - No volveré a fallarle, Fukui-sama.
Cuando Takeshi está llevando a Kunji a la enfermería uno de los soldados se le acerca para decirle que Tomohiro Mogami le espera en su vagón privado. Este soldado y otro más se ocuparán de llevar a Kunji a la enfermería...
Yuuma pasa poco tiempo llorando sobre el hombro de Gakushi. Cuando se separa de él ya tiene la cabeza pensando en otra cosa - La tripulación estará nerviosa y hambrienta. Hay que preparar la próxima comida.
Se levanta apoyándose en el bastón y en la mano de Gakushi - Kinomoto-san, sé que Mogami-sama organizará en breve una reunión para decidir nuestro siguiente paso. Quiero que tú seas los ojos y los oídos de la tripulación no militar. A ti te escucharán. Cuando termines, tendré una comida especial esperándote...
Vagón privado de los Mogami
Las yermas llanuras de Kanegasaki son un páramo estéril de arbustos raquíticos, árboles esqueléticos y algunos restos de estandartes que hablan de una batalla largo tiempo olvidada. La luz de la luna llena permite a los pocos soldados de guardia avistar con tiempo a cualquier kabane en las proximidades y abatirlo antes de que se convierta en un peligro.
Hay secciones enteras del blindaje cayéndose a pedazos - Shimazu Kuma sigue enumerando los daños sufridos por la Ryugujou durante el desastroso viaje al Monte Osore - El cañón de vapor está inutilizado y aún no sabemos si el motor secundario está estropeado. Hemos perdido a dieciséis soldados y veintiocho peones, nuestra maquinista principal ha sido mordida y está en la enfermería sin que Fukui-sensei pueda decirnos nada seguro sobre ella. Tenemos además, una nueva raza de kabane capaces de hablar, pensar y actuar de forma coordinada que, por algún motivo, la tienen tomada con nosotros - el hombrón descarga un puñetazo lleno de rabia y frustración sobre la mesa - ¡Y además de eso, ahora resulta que llevamos a la asesina principal de Munetani Hirotsuna en NUESTRA ENFERMERÍA! ¡Mogami-sama! ¿Puedes explicarnos qué significa todo esto? ¿A qué vinimos a esta maldita montaña?
Tomohiro le mantiene la mirada con ojos atormentados. Siente todos los daños sufridos como en carne propia y está tan furioso o más que el jefe militar.
Cometí un error - admite por fin - Cuando Munetani me lanzó su propuesta en Kawanakajima creí que, a su manera, nos estaba dando la oportunidad de averiguar más cosas sobre el cerco que los demás países tienen en torno a Hinomoto. Sin embargo, todo fue una trampa para apoderarse de Henzler, silenciarlo y, de paso, eliminarnos a nosotros. Ahora sé que la verdad es mucho más oscura y que es incluso posible que Munetani Hirotsuna estuviera implicado en la llegada de la Plaga Kabane desde Ryotsu hasta Hinomoto.
Munetani lleva intentando matarnos desde que le humillamos en Gunkanjima - replica Shimazu - Mucho ha costado que te dieras cuenta de ello.
Lo sé, y nunca podré quitarme ese peso de encima por mucho tiempo que viva - contesta Tomohiro.
La kabaneri - insiste Shimazu - ¿Qué quieres de ella?
Estoy decidido a convertirla en alguien útil para nosotros. Para vengarnos de Munetani y eliminarlo a él y a todo el maldito Kokuryukai de una vez por todas.
La respuesta parece aplacar un poco la rabia de Shimazu - ¿Y si algo sale mal?
Entonces el mando de la Ryugujou, así como su titularidad, pasarán a mi esposa Yûki. Espero de todos que le mostréis la misma deferencia y respeto que a mí.
El gigante lanza una mirada fulminante a Yûki, volcando en ella toda su rabia y frustración (1)
Pero no es eso para lo que os he hecho venir a todos - sigue diciendo Tomohiro - Ahora mismo nos dirigimos a Mibu para reabastecernos, hacer reparaciones, contratar a más personal y dar tiempo a los heridos para recuperarse. Lo que quiero consultar con vosotros es lo que haremos después. Podemos volver a la Kongoukaku (2) para informar sobre esta nueva raza de kabane y de la traición de Munetani. Sin embargo, para esto último sólo contamos con la palabra de un gaijin y una kabaneri renegada. Por eso nuestro segundo objetivo sería el castillo de Mikatagahara - incluso los más curtidos veteranos sienten escalofríos al escuchar ese nombre. Ese castillo fue el primero en enfrentar la cólera de los kabane cuando empezaron a extenderse desde la isla de Ryotsu - Creo que allí encontraremos pruebas de que fueron ciertos países extranjeros quienes utilizaron Ryotsu como lugar de pruebas de las primeras versiones de la Plaga y de la participación de Munetani en su expansión por Hinomoto.
¿En qué te basas para decir eso? - explota Shimazu - ¿En las palabras de un extranjero?
Exactamente - replica Tomohiro - Y al igual que esas palabras no son pruebas suficientes para ti, Simazu-Tai-Sa, tampoco lo serán para el emperador y el resto de familias nobles de Hinomoto - Se toma una pausa para tranquilizarse antes de seguir - Sin embargo, antes de tomar una decisión quiero escuchar vuestras opiniones al respecto.
Mikatagahara es un suicidio - dice Shimazu... (3)
Tirada oculta
Motivo: Intimidar (Shimazu)
Dado de rasgo (1d8): 6 = 6
Dado salvaje (1d6): 6+(4) = 10
Total: 10 = 10
Dificultad: 4
Resultado: Éxito (1 aumento)
P.D.: La partida va de zombies. Hagáis lo que hagáis os encontraréis con ellos ;)
La visión del exterior no ayuda a mantener los ánimos elevados, así que Takeshi ha dejado a su técnico al cuidado de los soldados para que se lo lleven a la enfermería y ha ido a toda velocidad al camarote de Mogami-sama.
Nada más entrar avanza hacia Hideo y sin decir una sola palabra le aprieta el hombro con la mano durante un momento mientras lo mira con gesto sereno. No puede decir nada que el mecánico no sepa, así que al menos le hace ver que lo apoya y que él también se preocupa por la conductora. Le da una sonora palmada en la espalda y se deja caer sentado a su lado, esperando a que le hagan un resumen de lo que ha pasado.
Mantiene el gesto tranquilo mientras el jefe de guardias despotrica, hasta que surge el tema de que la loca de las narices de Nami al parecer está en la enfermería. El ingeniero pega un respingo y mira sin pestañear a Yûki. “Bien hecho” vocaliza de forma que la muchacha lo vea. Aunque también es cierto que podría tenerla en otro sitio que no fuera la maldita enfermería…
-El secundario está sobrecalentado pero no parece estropeado.- Dice con tono seco.- Sólo necesita una puesta a punto, Irisa-san está reiniciándolo despacio como le he pedido,y confío en que pueda mantenerlo en marcha hasta que podamos desmontarlo. Mientras no lo forcemos estará bien.- Dice, consciente de que eso relajará al menos un poquito a Shimazu.- Kunji está en la enfermería, él si que está fuera de servicio por el momento.
Sigue atento a la conversación hasta que Mogami-sama da las órdenes a seguir en caso de que a él le ocurra algo.
-Eso no tiene ni que decirlo, Mogami-sama.- La voz grave del ingeniero se escucha en los incómodos segundos de silencio que siguen a la declaración del noble.- En lo referente al departamento de ingeniería y todo lo que tenga que ver con la Ryugujou si usted no está Mogami-sama es la que manda. Sin discusión.- Le hace un guiño a Yûki para reducir un poco la (muchísima) seriedad de lo que acaba de decir.- Pero si lamentablemente se da el caso déjate guiar en lo de la ingeniería, haznos el favor...
No hace ningún gesto, pero suspira aliviado al darse cuenta de que Mibu es la siguiente estación. Por fin podrán tener unos días para reabastecerse, curar a los heridos, contratar más gente y ver a la familia. Se rasca la nuca, incómodo porque su expresión de alivio haya sido demasiado evidente, y sigue pendiente a lo que digan.
Cuando por fin se callan y piden sus opiniones carraspea.
-Yo creo que presentarnos en el Kongoukaku sin pruebas más sólidas sí que es un suicidio, Shimazu-Tai-sa.- Emplea el honorífico para intentar apaciguar un poco al enorme jefe de guardias.- Yo estoy con Mogami-sama: creo que si bien Mikahagatara es un objetivo mucho más peligroso allí podremos conseguir pruebas de lo que estamos diciendo para poder presentarlas ante el Emperador y el resto de nobles una vez lleguemos a la Kongoukaku.
Si es que llegamos...
Estaba bastante ausente en aquella sala, tenía la cabeza en otras cosas y la conversación de fondo era casi ruido blanco. Apenas sentí el toque de Takeshi al cual mire un poco descolocado y respondí con un gesto de cabeza y una mueca marca de la casa, aunque aún más apagada que lo que ya era común.
Se quedó con la parte final de lo que dijo en ingeniero y simplemente asintió.
- Aparte que lo que tardemos en avisar será tiempo que aprovecharan. La Ryugujou es ahora escuchada porque actuamos cuando tocaba, incluso cuando se nos dio una misión suicida detrás de otra seguimos adelante. No veo razón para cambiar eso ahora...- añadió parcamente.
La mirada del hombre al que admiraba desde que le había conocido fue como un balazo en el centro del pecho. Al menos el dolor fue el mismo, como un mordisco feroz y ardiente, pero a pesar de ello mantuvo su mirada en alto. Sus ojos enfrentados en una muda batalla dónde Yûki sabía perfectamente cual era su lugar y la honorabilidad de sus intenciones.
Puede que ella cometiera fallos, como todos, pero de lo que si estaba segura que tanto su esposo, como la Ryugujou al completo eran la prioridad en su vida.
- Tranquilo Simazu-san, mi esposo seguirá con vida y al mando. De eso me ocuparé yo - alzó el mentón muy segura de sus palabras. Sonrió de medio lado al escuchar a Takeshi y un gruñido sarcástico brotó de su garganta al estar de acuerdo con las palabras de Hideo.
Desde luego, un poco suicida eran y serían siempre. Pero allí estaban, todos juntos.
- Yo también creo que sería buena idea recopilar pruebas más sólidas - dijo finalmente añadiendo su opinión sobre el tema
Motivo: Espiritu
Dado de rasgo (1d6): 6+(5) = 11
Dado salvaje (1d6): 4 = 4
Total: 11 = 11
Dificultad: 8
Resultado: Éxito
Me mantengo en una esquina en posición marcial cerca de ambos Mogami-sama, como si formara parte de la habitación misma. Por suerte me ha dado tiempo a cambiarme el uniforme, para no ir repartiendo sangre infectada por ahí. Mi mirada se mantiene mucho más serena de lo habitual, vigilando los alrededores, aunque en algún momento echo un vistazo a mi mano vendada, reposando sobre el mango de la katana, con los labios apretados.
Durante toda la conversación me mantengo en silencio, como se me ha enseñado. Aunque a cierta personota le vendría bien una lección de cómo tratar a su señor, pero no voy a ser yo quien lo proponga... Mientras hablan, me fijo en que Hideo no tiene precisamente buena cara y mi mirada se afila un momento. ¿A quién tengo que matar, regalito? Tú habla y seré yo la que... Mis pensamientos se interrumpen cuando parece que Mogami-sama necesita algo más. Por supuesto, espero a que sean los demás los que hablen, antes de dar un paso al frente y hacer una reverencia antes de hablar.
- Si me permitís, Mogami-sama, me gustaría añadir que mi señor no tendrá problema en interceder en nuestro favor frente al Emperador, menos aún tras escuchar lo que Nekomata-sensei y yo tengamos que decir al respecto. Sin embargo, es cierto que cuantas más pruebas tengamos, mejor. Y estoy más que acostumbrada a este tipo de misiones, por lo que podéis contar conmigo en primera línea. - dijo finalmente con una cordial sonrisa, volviendo a mi sitio de guardia.
Gaku se mantuvo apartado en un rincón, como siempre, rondando las sombras y tratando de pasar inadvertido.
Shimazu elevaba la voz y, aunque pudiera parecer descortés, a su modo de ver, tenía ganado de sobra ese derecho dado sus capacidades y resultados. Recordando la maniobra que hicieron para volver al tren, un brillo de admiración hacia el soldado lució en su mirada.
Dado todo lo que habían pasado tanto él, como Yuuma y el resto de peones, no había tenido oportunidad de enterarse del resto de sucesos a lo largo de la Hayajiro, pero desde luego, estaba claro que ninguno de ellos se había aburrido.
LLevaba tiempo sin pensar en su condición de proscrito, y al escuchar el nombre de Kongoukaku, se le erizó el pelo de la nuca. Allí estaría el órgano de gobierno, con todos sus agentes, guardias y muchos de los nobles que, quizá conocieran su caso...
Por otra parte, informar de los kabane era una prioridad y, si se mantenía al margen, dentro de la Ryogujou, haciendo sus tareas en la cocina, sería más díficil que lo encontrasen...
La opción de Mikatagahara tampoco le gustaba, tal y como decía Shimazu, era un suicidio. Pero habían demostrado que podrían superar cualquier adversidad y, dentro de aquél tren, se sentía seguro. Más contra los kabane, que contra los agentes del gobierno...
Se limitó a escuchar, tampoco era que su palabra tuviera mucho peso...
Aunque el tono confiado de Takeshi ayuda a tranquilizar al militar, es la mirada decidida de Yûki la que termina por ganárselo.
Ah, me estoy haciendo demasiado viejo para esto. Está bien. Buscaré reemplazos de soldados con el consejo de Hakime-kun - a Tomohiro casi se le escapa la risa al escuchar al gigante referirse con ese nombre al feroz Lobo de Mibu - No más criminales ni psicópatas.
Me parece bien - dice Tomohiro - Kinomoto-san: quiero que tú y Yuuma-san os ocupéis de contratar nuevos peones para la cocina y la limpieza. Fukui-san y Asano-san harán lo mismo con el personal de ingeniería y mecánica. No tenemos forma de saber si el Kokuryukai se habrá infiltrado en Mibu, aunque me resultaría sumamente extraño. Yo negociaré las reparaciones con Fukui Tomoe-sama. Akayama-san: vendrás con Yûki y conmigo para contarnos tu relato.
Mikatagahara entonces - dice Shimazu.
Mikatagahara - confirma Tomohiro...