La pálida piel del ingeniero enrojece levemente.
-Todo lo que le hayan contado no ha sido más que un cúmulo de malentendidos, maledicencias y malinterpretaciones. Sólo intentaba ser amable (1).- Dice con tono sereno, acordándose de la retahíla de bromitas que todavía escucha de vez en cuando debido al último viaje de la Ryugujou antes de que se casara y a su ineptitud tratando con mujeres. Mira a la asistente, realmente agradecido de que al parecer los chismes no hayan llegado hasta ella. Era lo que le faltaba, que pensaran que era una especie de depravado.- Se está metiendo conmigo, no te preocupes.
Es evidente que el ingeniero jamás podría hacerle algo así a su señora, independientemente de la personalidad o el atractivo que se le pusiera delante. Devuelve la inclinación de su mentor.
-No se preocupe, Yamato-sensei. Lamento que no pudiera asistir, pero el deber es el deber y nosotros tampoco teníamos mucho tiempo.- Se inclina un poco más profundamente.- Como ya he dicho, antes de partir le presentaré a mi esposa. Le he hablado mucho de usted.
Le echa otro ojo a las estanterías mientras el anciano observa las manos de la muchacha. Con un libro en las manos gira la cabeza ligeramente para comprobar que la chica defiende su postura: de nada le serviría quitarle las castañas del fuego constantemente. Yamato-sensei está intentando comprobar si merece la pena enseñarle. Se aparta de la estantería para que su antiguo mentor recoja un libro que él conoce muy bien. O mucho se equivoca o entre las desgastadas páginas del manual deberían todavía estar las carillas en las que el joven Fukui bosquejó algunos de sus primeros modelos.
Sonríe cuando Yamato-sensei le pregunta acerca de otro curioso.
-Ése es mi otro asistente, Furukami-san. Él quiere especializarse en artillería, así que si mientras estamos en Mibu pudieran enseñarle las bases del manejo del Kamigoroshi sería una maravilla.- Inclina la cabeza, señalando a Hama-san.- Así cuando yo esté ocupado en otras cosas ellos dos podrán cuidar del secundario y tendríamos un artillero suplente. No puedo estar siempre sentado en el cañón, por muy divertido que sea...-Señala la entrada del despacho.- ¿Vamos pues, a comprobar que no han hecho nada terrible con nuestra nueva arma?...
(1) Takeshi tiene todavía muy frescos los estampamientos contra las ventanas y sus relaciones tsundere y yandere con las brujas residentes XD
- ¿Ganar? - el gesto de la joven noble se tiñó unos segundos de confusión - No queremos ganar nada. Nosotros buscamos la libertad y el bienestar de todos. Por eso viajamos buscando acabar con esta plaga de kabanes que solo ha generado hambre, dolor y pesar - se colocó de manera que los soldados no pudieran verle el rostro. Así no podrían leerle los labios ni escuchar aquella oferta.
- Si hubierais actuado por propia decisión te aseguro que ya habría puesto fin a tu vida - sus ojos brillaron unos segundos con frialdad antes de volver a desviarlos porque era inevitable no fijarse en el expuesto cuerpo de la kabaneri - pero sabemos que fuiste forzada a ello. Todos merecemos ser libres y poder decidir sobre nuestro destino - sus rasgos se suavizaron al mirar a su esposo un momento
- Tendrías la opción de elegir que camino tomar. Volver a tu hogar o buscar uno nuevo. Y si decides volver con el cerdo que te esclavizó estará bien, pero bueno... ya no habrá segundas oportunidad. Acabaré contigo - y sin añadir nada más, se volvió y salió de allí con la barbilla alta y las manos enlazadas a la espalda
Me gustan los dangos y mochis - contesta Sachiko con felicidad. Parece que la vida en la estación Furuhashi le ha permitido tener algo de infancia normal. Incluso se ríe cuando escucha el mote de Arisa - Furuhashi-sensei estará contigo dentro de poco. Me ha gustado hablar contigo, Asano-san. Sayounara...
Estación Furuhashi
La vida transcurre con relativa normalidad en el bastión de la familia Furuhashi, resguardado tras sus gruesos muros y un terreno escarpado que ha supuesto una dificultad para cualquier enemigo tanto vivo como no-muerto. Arisa Furuhashi es hoy en día la mentora oficial de Mogami Sachiko, a la que está adiestrando en el correcto uso de sus poderes psíquicos. No ha resultado una tarea fácil: tras una vida de abuso y maltrato la niña estaba demasiado acostumbrada a matar con su mente. Para la niña. la visión que ella y Arisa compartieron sobre uno de los posibles futuros de Sachiko no es más que un sueño, pero para Arisa cada pasillo y cada rincón de su fortaleza le recuerdan la ocupación por las fuerzas de Die Kriegshunde y la posterior masacre llevada a cabo por una Sachiko totalmente enloquecida y sedienta de sangre.
Arisa ha tenido que recurrir a toda su paciencia y empatía para romper poco a poco la durísima coraza de la niña, que pensaba que Tomohiro la había abandonado porque la odiaba o le tenía miedo. Además, el crecimiento de sus poderes aumentó más allá de las expectativas de Arisa, obligándola a desarrollar los suyos propios a niveles propios de los mayores prodigios de la familia Furuhashi para mantenerse al nivel de la niña. La abuela de Arisa ha calificado más de una vez a la niña de "Cisne negro", concepto que aún no se ha dignado a explicarle a Arisa y ha preferido mantenerse lejos de la pequeña.
Esta mañana Arisa se encuentra en la biblioteca con una pila de libros sobre historias de psíquicos y su libro de notas cuando le llega un mensaje telepático de Sachiko.
Furuhashi-sensei, teníamos razón - dice la pequeña emocionada - Asano-san necesita hablar con nosotras. Me encuentro en la Cámara Amplificadora Norte. Después de hablar conmigo ha pedido hablar contigo. Me ha hecho preguntas sobre... - la niña duda. Sabe que el tema del que quiere hablar el Kabaneri le resulta muy desagradable a Arisa - ... esos psiónicos manipuladores de recuerdos que son tan despreciables... - Tanto Arisa como Sachiko habían previsto las necesidades del kabaneri y la conveniencia de ayudarle, pero ninguna sabía por dónde podría ir la conversación.
De mal en peor...
Si tú lo dices, habré de creerte - el ingeniero se inclina con una sonrisa traviesa en el rostro.
Será para mí un honor y un placer conocer a la consorte del futuro regidor de Mibu - En esta ocasión la reverencia de Yamato-sensei es más seria y respetuosa. Puede que tenga algunas salidas de tono pero al viejo ingeniero le encanta el sistema jerárquico de Mibu: ordenado y predecible. O al menos así lo ha definido él más de una vez.
Ahá, comprendo. Bien, supongo que podré aceptar a dos aprendices que quieran especializarse en áreas distintas. Vamos, Irisa-san. Tienes tanto trabajo por delante que no te haces una idea.
Irisa asiente y acompaña a los dos ingenieros a donde están reparando la Ryugujou. Los daños que le causaron los kabane son escalofriantes: compuertas y blindajes deformados, el agujero de los proyectiles, las sombras de sangre infectada que han sido limpiadas con rociadas de niebla azul... Los trabajadores redoblan su trabajo al ver acercarse a Takeshi y a Yamato-sensei. Ninguno quiere ser pillado holgazaneando, aunque Yamato-sensei tampoco tiene palabras amables para los que se exponen a un accidente por un exceso de entusiasmo.
El nuevo vagón artillado sólo tiene montadas la mitad de las paredes donde se aloja el Kamigoroshi. Allí, un entusiasmado Kunji hace una pregunta tras otra a los obreros mientras toma notas en una gruesa libreta.
¡Fukui-sama! - dice Kunji al ver a Takeshi - Este nuevo cañón es realmente merecedor de su nombre. Si pudiéramos tener más como éstos podríamos hacer pedazos a esos bastardos de la Kokuryujou - suspira. Sabe que Tomohiro jamás aceptaría convertir la Ryugujou en un arma de guerra - En cualquier caso, ya tengo controladas las tomas de munición y combustible y los dispensadores de cada uno. Yo mismo he ayudado a montarlos y a colocarlos ¡Y además tenemos más espacio! Claro, ahora no tenemos que llevar al Chisai-Ryu en este mismo vagón, así que...
¿Y ya sabes cómo calibrar bien la presión del vapor, muchacho? - le interrumpe Yamato-sensei - ¿Sabes derivar la energía del McRuky al Kamigoroshi y de vuelta a las ruedas? ¿Sabrías hacer que el motor suministrase energía al Kamigoroshi y al motor a la vez en caso de emergencia? ¿Puedes encontrar el indicador de temperatura del Kamigoroshi? ¿Sus indicadores de presión? ¿Las válvulas reguladoras? Porque francamente, chico, lo que has dicho no te hace muy diferente de un simple mozo de carga ¿Es eso lo que quieres ser?
Kunji se queda con la boca abierta, sorprendido por la repentina reprimenda. Mira a Takeshi, luego a Irisa y vuelta a Takeshi. No sabe quién es el viejo ingeniero pero entiende que es alguien importante.
No, señor. Quiero ser el mejor asistente de artillería que el Kamigoroshi pueda tener ¡Pero aquí nadie me dice nada!
Déjame ver tus notas - Kunji duda antes de poner su cuaderno sobre la mano tendida de Yamato-sensei. Éste lo mira y después se lo pasa a Takeshi. Kunji ha sido realmente meticuloso en su recogida de datos. Incluso hay esquemas cuyo estilo recuerda al de los libros técnicos del propio Takeshi - ¿Y bien, Fukui-sama? - le pregunta Yamato-sensei - ¿Tú qué dices? ¿Mozo de carga o asistente de artillería?...
Tienes unos recuerdos muy curiosos - comenta Nekomata-sensei - En el continente llaman "Experiencias cercanas a la muerte" a las vivencias como ésa ¿Y qué es eso del "regalito"? ¿Acaso estás...? - se sube la máscara que le cubre la boca y la nariz antes de terminar la pregunta - ¿Te has enamorado del mecánico, Akayama-chan?
Al volver al castillo, tanto Nekomata-sensei como Kin se dirigen hacia la habitación donde se aloja Kagura. La maquinista descansa sobre una gran cama con una bolsa de suero conectada a sus venas. Su tono de piel ya es casi normal y sus ojeras han desaparecido.
¿Hideo? - pregunta al abrirse la puerta e incorporándose - Oh, Akayama-san y... - Mira extrañada a Nekomata-sensei - ¿Quién eres tú?
Mi nombre no es importante - replica el hombre - Por favor, ignorad mi presencia.
Sin embargo, Kagura no puede ignorarlo cuando se dirige a estudiar la bolsa de suero - O te alejas de ahí o te pateo las pelotas hasta la garganta...
Así que ahora queréis que os sirva a vosotros en vez de a Munetani - escupe Nami - Bajo la excusa de "liberarme" me forzáis a serviros.
No estás escuchando - Conmocionado o no, Tomohiro no va a permitir que nadie le hable a su esposa en ese tono. - Nuestra oferta es sincera. Si quieres que te llevemos Saiory puedes pagar tu pasaje trabajando como una más de nuestros soldados. No te retendremos una vez lleguemos allí. Tienes nuestra promesa.
¿Y mis otras opciones? - pregunta Nami
Morir aquí o intentar llegar a Saiory andando por tu cuenta - replica Tomohiro - Piénsatelo bien y elige.
Nami se relaja y se deja caer contra la pared hasta quedar en una posición semisentada. Lo máximo que le permiten sus cadenas - Nunca pude ganarte al go ¿Cómo es que no incluyes en el precio revelaros lo que sé sobre el Kokuryuhai?
Si no recuerdo mal, la última vez que hablamos dijiste, y cito textualmente, que "esa parte de tu mente no te pertenece" ¿Acaso la has recuperado?
No - replica ella, avergonzada - Ni siquiera puedo dejar de pensar en Munetani como mi dueño.
Entonces, no tiene sentido pedirte un precio que no puedes pagar.
Nami gira la cabeza hacia Tomohiro. Por primera vez desde que la conoce, Yûki ve en ellos algo más que ira asesina: gratitud - Acepto trabajar para vosotros.
Muy bien. Te pondré a las órdenes de Yûki y responderás ante ella y ante mí - dice Tomohiro - No creo que sea posible convencer a Shimazu-Tai-Sa para que trabaje contigo y no quiero saber cuál de los dos ganaría en una pelea.
En ese caso - la mirada roja de Nami se vuelve hacia Yûki - ¿Cómo he de llamarte?...
Al ingeniero le cuesta un poco de trabajo no levantar los brazos en señal de victoria cuando Yamato-sensei acepta a los chicos como aprendices, pero se limita a inclinarse profundamente ante él mientras musita un agradecimiento.
Cuando menciona la cantidad de trabajo que tiene la muchacha por delante Takeshi no puede evitar dirigirle una sonrisa zorruna, intentando poner un poco más nerviosa (si cabe) a la chica.
Suelta un silbido al ver por primera vez y desde fuera el daño provocado por los kabane. La verdad es que se alegra de que sean otros los que tengan que arreglar semejante desaguisado. Deja que el anciano ingeniero lleve la voz cantante, y sólo hace un gesto cuando ve a uno de los soldadores que están en el techo de la hayajiro preparándose para trabajar sin chaqueta y sin máscara. Takeshi carraspea lo suficientemente alto como para que el hombre lo mire y sigue mirando hasta que el aterrado hombre se pone las prendas de protección.
-A veces nos las buscamos.- Musita. Saluda a su segundo asistente con las manos metidas en los bolsillos del pantalón.- ¿Ya te han dejado salir de la enfermería?.- Pregunta con ligereza: su manera de interesarse por el estado del chico. Gira la cabeza para mirar el enorme Kamigoroshi.- La verdad es que tengo muchas ganas de probarlo. Furukami-san, te presento a Yamato-sensei. Nos va a hacer el honor a vosotros y a mí de aceptaros como aprendices tanto a Hama-san como a ti.- Dice en el silencio horrorizado que sigue a la bronca de su anciano mentor. Se le escapa una sonrisa al ver que efectivamente el alma de Kunji ha abandonado su cuerpo e Irisa no puede estar más tensa.- Porque para saber esas cosas necesitas a un ingeniero, Kunji-san.- Le explica al chico mientras Yamato-sensei ojea las notas. Es consciente de que Kunji ya sabe eso, pero también que el chico está dejando salir un poco de frustración.- Los que están trabajando ahora son técnicos y mecánicos. No saben más que montar las cosas, y aunque supieran algo de lo que les preguntas no tienen ni el tiempo ni la obligación de contestarte.- Sonríe de la misma manera que su madre.- Eso lo vamos a cambiar en un momento.- Coge el cuaderno de notas que le tiende su maestro y lo ojea, pasando las hojas con tranquilidad. Él es el que le ha enseñado a ambos asistentes a hacer esquemas técnicos, y siente un súbito momento de orgullo al ver que Kunji ha aprovechado bien el tiempo que el peliblanco ha invertido en él. Señala una parte de un esquema en particular, que resume meticulosamente el panel del control del nuevo cañón.- Mira, aquí tienes el indicador de temperatura y los de presión.- Da la vuelta a la libreta para que Kunji vea de lo que está hablando, señalándolo en el esquema. Pasa un par de hojas, hasta un plano de las tuberías acopladas en la pared.- Las válvulas reguladoras estarían por aquí, es mejor que cuando puedas vuelvas dentro y detalles más este esquema.- Comenta con tranquilidad. Al final sonríe a su anciano maestro.- Los asistentes de artillería tienen que saber todas esas cosas que él ha dicho.- Dice, travieso.- ¿Cómo si no sabría si los mozos de carga están haciendo un buen trabajo?.- Da un par de golpecitos en la libreta y luego señala a los dos chicos.- El material en bruto está aquí, con usted como su maestro se refinarán, y luego yo les daré los últimos toques. La Ryugujou tiene muchas peculiaridades, y nunca se acaba de aprender. No queremos tampoco abusar de su tiempo, sensei.
Para cualquiera, la vida en una estación fortificada y protegida por poderosos psíquicos podría sonar a algo bastante seguro. Sin embargo, para Arisa había sido un trabajo bastante estresante y muchas veces había echado de menos la vida en la Ryugujou. Como hija única, cuidar de alguien más joven que ella era una novedad. Y no solo eso, sino porque cualquier ventaja que pudiera tener gracias a sus poderes, se veía eclipsada por los propios poderes de Sachiko. Tampoco podía olvidar el futuro que había visto ocurrir en su propia casa. Y aunque esa visión solo había pasado una vez y hacía ya tiempo, la chica estaba decidida a evitarlo en la medida de lo posible.
Arisa suelta un pequeño suspiro tras terminar de anotar las fechas e hitos importantes de la página que está leyendo. Estudiar el pasado también se había vuelto una tarea importante, antes de poder preocuparse por qué le esperaba en el futuro. Tal vez consiga descubrir algo más sobre cómo controlar mejor los poderes de Sachiko-chan o alguna referencia al Cisne negro... En ese momento llega el mensaje de Sachiko y levanta la cabeza, cortando sus pensamientos.
- ¿Manipuladores de recuerdos...? - el ceño de Arisa se frunce ligeramente, antes de volver a sonreír para Sachiko - No te preocupes, Sachiko-chan. Ya me encargo yo de hablar con él. ¿Ha venido solo Asano-san?
Mientras tanto, Arisa cierra sus notas y el libro con la página marcada y se levanta, tomando la cinta de seda que había dejado sobre la mesa. Por comodidad prefería no llevarla si estaba a solas, pero sabía de sobra que todos se sentían más cómodos si la llevaba puesta en su presencia. Así que tras atarla de nuevo alrededor de su cabeza, se alisa las ropas y se echa un breve vistazo, antes de dirigirse adonde está Sachiko. Espero estar presentable para ver a viejos amigos...
- Bueno, teniendo en cuenta que casi muero o morí y volví de alguna forma... Creo que es un nombre bastante acertado. - me encojo de hombros con una sonrisa. Después llega la otra pregunta. Abro los ojos como platos al oírla y estallo en carcajadas - ¡JIAJIAJIAJIAJIA! ¡Sensei, no me habías dicho que tenías tan buen sentido del humor! ¿YO? ¡¿Enamorada?! ¡Jiajiajia! - sonrío dándole una fuerte palmada en la espalda, relajándome después en mi asiento, con ambos brazos medio colgando por fuera del sidecar - Mi regalito y yo solo somos siervos de Shinigami-sama, y él es solo una ayudita más en mi misión. Los dos somos armas... Monstruos si quieres llamarnos así. Todo lo que tocamos lo destruimos o lo infectamos. Así que, ¿cómo vamos a ser capaces de amar a alguien? Qué tontería... - me encojo de hombros y niego con la cabeza.
Sí que es una tontería, sí... Aunque mantengo mi sonrisa al principio, ésta se va desvaneciendo a medida que avanzamos de vuelta a la Ryugujou. Ella es solo una humana. Un beso y la convertirás en un monstruo que tal vez no lo pueda aguantar tan bien como nosotros. Sería mejor que estuviéramos nosotros solos, sin preocuparnos por perder nuestra humanidad o nuestra vida. Así que ¿por qué te sigue importando? ¿Por qué...? Cierro el puño, con el brazo apoyado en el borde del sidecar, mirando con el ceño fruncido el páramo que dejamos atrás. ¿Por qué no te rindes ya... Kin? Aprieto la mandíbula con fuerza y chasqueo la lengua, negando con la cabeza.
En cuanto llegamos a la Ryugujou, bajo de un salto del sidecar apenas está frenando, volviendo a mi sonrisa habitual y metiéndole prisa al sensei para ir a ver a nuestra enferma. Con pasos amplios y tarareando, avanzo hasta la habitación de la maquinista y la abro casi de una patada.
- ¡Bueeeenas tardeeees~! - saludo alegremente con una sonrisa, aunque al ver el aspecto que tiene, me cruzo de brazos y ladeo la cabeza - Oh... Ya estás bien. Bueno, supongo que mis ánimos para que te recuperes habrán sido demasiado efectivos... - avanzo hasta su lado de la cama y, al ver lo poco contenta que está de vernos, me tumbo encima de sus piernas, pero sujetándolas con firmeza - Yo que tú no lo haría, Maquinista-san... Lo siento, se me ha olvidado tu nombre, pero no querrás tirar a Neko-Kin de la cama, ¿verdad, nya~? - pregunto sonriendo de forma adorable - Mi sensei está aquí para ver qué tal estás, pero creo que no hace falta. ¿Te sientes más humana ya? ¿O necesitas que te tosa encima para que te unas al club de los medio muertos? Aunque pensándolo bien, estoy segura de que en el fondo te haría ilusión... ¿no es así? - esta vez mi sonrisa cambia a una más peligrosa.
Pensaba marcharse. Sabía bien lo dificil que era eliminar los recelos de la gente, y si tras todo lo demostrado a la kabaneri no le valía... pero antes de alcanzar a los soldados que vigilaban la salida se detuvo al percibir que algo había cambiado en aquella conversación.
Se dió la vuelta pero no volvió tras sus pasos, si no que permaneció sobre aquella fría baldosa que había alcanzado. Erguida y esperando. Contuvo los sentimientos que tropezaban en su garganta por salir al exterior y por el contrario mantuvo una máscara de neutralidad.
- Como te de la gana mientras no me faltes al respeto. Es lo único que te pido - respondió a la muchacha mientras se cruzaba de brazos esperando la siguiente indicación de Tomohiro. De momento no creía que fuera a liberada así que era cosa de su esposo dejar claro en como finalizar aquella visita.
Al llegar a la Cámara, Arisa le pone la mano en el hombro a Sachiko y le sonríe, indicando que puede retirarse. Espera unos segundos a que la pequeña se haya alejado, antes de concentrarse y alcanzar la mente de Hideo.
- ¡Hola, Asano-san! - suena la voz alegre de Arisa. No parece que esté fingiendo tanta alegría, sino que realmente parece que no ha podido apartarla del vínculo mental - No esperaba volver a hablarnos de esta forma, aunque imagino que habréis estado ocupados como para pasaros por aquí. ¿Cómo van las cosas en la Ryugujou? ¿Estáis todos bien? - de hecho, parece tan emocionada que se ha acelerado a la hora de hacer preguntas. Por un momento se detiene, llevándose inconscientemente la mano a la boca, avergonzada, dejando tiempo para que Hideo responda. Después prosigue con el tema principal, algo más calmada - Volviendo a lo importante, me ha dicho Sachiko-chan que necesitabas información sobre ciertos psíquicos. Aprecio tu curiosidad y la suya... Pero por favor, la próxima vez abstente de comentar estas cosas con ella. - su tono suena más serio por un instante, casi como una advertencia, antes de volver a su amabilidad habitual - ¿Qué es lo que necesitas?
Lo pongo en negritas que es más fácil de leer (para mí, por lo menos)
Aun en el callejón me rasco la cabeza esperando durante un minuto sin saber si iba a escuchar más voces en mi cabeza y ya estaba dispuesto a salir fuera cuando recibo el saludo de la pelirrosa... con más entusiasmo que el de todas las veces que me había dirigido la palabra desde que la conocía.
Así que la bonsai ha florecido...
- Oh, mier... jod... Quiero decir, buenas Furuhasi-san y gracias por ¿recibirme?.- vuelvo a hablar para mí mismo, por ahora era lo que más práctico me resultaba para centrar lo que pasaba al otro lado.- Disculpa por eso, aún no me acostumbro a esto. Y también disculpas por lo de Sachiko-chan.- contesto con cierto deje de reproche, pero no continúo con ello porque no iba a poner ninguna excusa sobre ello. - Y bueno, contestando a tú pregunta la Ryugujou sigue como siempre. Lo cual implica que podríamos estar mejor y quizás deberíamos meternos en menos líos, pero ya conoces a Tomohiro-dono y como toda tripulación lo seguiríamos a los infiernos a darle un escarmiento al rey Enma si lo viera necesario.- me encojo de hombros de manera involuntaria mientras recuerdo como habíamos pasado ya por varios infiernos las últimas semanas y que incluso alguien me consideraba algo así como un regalo de los shinigamis...- Sea como sea, me he encontrado con una situación que a pesar de mi falta de conocimientos, tengo bastante claro que tiene que ser algo que solo podéis hacer vosotros. ¿Recuerdas a Nami, la niña kabaneri con especial afán en morder gente inocente y asesinar? Pues Tomohiro-dono está considerando añadirla a sus proyectos de redención, quien sabe si hasta acaba siendo su segunda hija adoptiva...- el sarcasmo de mis palabras tenía que rezumar de tal manera que quizás marearía a la bruja bonsai, por lo que me intento calmar unos segundos.- Pues bien, según ella yo profané la tumba de su hermano y de allí robe mi gorra y gafas de mecánico. Por si hay dudas, te juro por todos los kamis que no hice tal cosa. Sin embargo estoy seguro de que ella cree todo eso y que hasta se lo han mostrado. Suena a que han jugado con su mente y quería saber si hay alguna manera de romper esas fantasías. Según Sachiko-chan quien hace estas cosas se llaman psiónicos pero que probablemente tú sabrías más que ella sobre el tema.
Una suave risa suena a través de la conexión mental, cargada de nostalgia, al escucharle hablar de la situación de la Ryugujou.
- Me alegro de que estéis bien. - repone finalmente, antes de escuchar la situación - Nami, la ola blanca... Entiendo que Tomohiro-dono tendrá sus motivos para confiar en ella, pero tengo que preguntar igualmente... ¿De verdad está seguro de ello? ¿Y cómo ha llegado Nami hasta allí? - su tono suena más preocupado, dejando de lado el sarcasmo de Hideo. Sin embargo, las siguientes dudas del mecánico parecen más importante - Tranquilo, confío en tu inocencia, Asano-san. Hmmm... - Arisa se queda pensando unos segundos, en los que Hideo recibe varias imágenes de libros, palabras flotando en el vacío y fragmentos sueltos de conversaciones inconexas. La chica parece darse cuenta y éstas se detienen antes de marear demasiado al mecánico - Oh, disculpa por eso, no estoy muy acostumbrada a usar la cámara amplificadora. Los "psiónicos" son... - Arisa duda unos momentos - Bueno... digamos que es una forma poco amable de referirse a los psíquicos que pueden alterar la mente de los demás. No son especialmente comunes, así que no hay una forma fácil de combatirlos. La solución más fácil sería que la misma persona que alteró los recuerdos de Nami los volviera a restaurar. O que alguien con ese mismo poder los volviera a reescribir, pero no sé cuánto podría soportar una mente antes de quebrarse por completo...
Arisa suspira, tomando aire para ordenar lo que sabe.
- Si queréis arreglarla de forma más "natural", sería necesario que fuese ella misma quien se esfuerce por recordar la verdad, o que algo la lleve a hacerlo y vea la mentira que hay en su mente. - Arisa frunce los labios - Sin embargo, puede ser peligroso... para vosotros y para ella. Lo sería para cualquiera; al fin y al cabo es reconocer que parte de tu vida ha sido una mentira. Alguien con poca fuerza de voluntad podría perder el control y es normal que pueda resultar en una experiencia traumática. No obstante, no todo es tan malo. - sonríe, adelantándose al posible pesimismo de Hideo - Es muy posible que quien le haya implantado esos recuerdos, también le haya inducido al odio y a la rabia. Si conseguís que encuentre la verdad, es probable que la personalidad de Nami también cambie un poquito. Y ya tenéis un buen sitio por el que empezar, ¿verdad? Tanto si alguien la profanó como si no, llevarla a la tumba de su hermano puede ser un buen comienzo.
- Está mal hablar del señor de uno, Furuhashi-san.- comento dejando implícito que Tomohiro-dono era demasiado confiado para su propio bien.- Y bueno la gente al principio tampoco se fiaba mucho de mí o de ti sea dicho de paso...
Sea como sea, la conversación se centró en la modificación de recuerdos y definitivamente fue una buena idea quedarme quieto en un callejón y apoyarme en la pared o probablemente me hubiera caído al suelo en mitad de la calzada intentando esquivar un libro que realmente no estaba ahí.
- Más que querer arreglarlos, es que me han atado con promesas a ello.- el recuerdo de cierta maquinista pelirroja aún convaleciente en su cama se pasea por mi cabeza y probablemente le llegara a la noble.- Al parecer tengo que llevarme bien con ella y va ser difícil si recuerda esas cosas de mí...- me encojo de hombros un poco molesto por el esfuerzo que va implicar. Si por él fuera la kabaneri podría odiarle, sería una más en un océano de odio.- Supongo que entonces el bastardo de Munetani es un psiónico de esos... Puede ser peligroso enfrentarse a el de frente. Pero bueno eso es algo para más adelante, por ahora me toca encontrar un cementerio. Muchas gracias por todo, Bonsai-san...- lo último se me escapa sin darme cuenta mientras me disponía a marcharme hasta que me doy cuenta de que hasta que ella desconecte quizás no sea la mejor de las ideas...
Te daré lo mejor que tengo, Fukui-sama - sentencia Yamato-sensei - Por supuesto, mi mayor recompensa será verte regresar con vida - Se inclina en una respetuosa reverencia hasta donde le permiten sus viejos huesos - Saito-Shireikan (1) es un gran líder, pero hasta ahora sólo los Fukui han demostrado poseer la capacidad de liderazgo y amplitud de miras necesarias para convertir a Mibu en lo que es hoy. Rezaré a cualquier antepasado o deidad que quiera escucharme para que el rumbo actual de Mibu se mantenga firme.
Se endereza para mirar a Kunji e Irisa - Vamos, esbozo de aprendices. Tú, muchacha, necesitas un cuaderno como el de tu compañero. Y tú, chico, necesitas llenarlo con mejores respuestas, para lo que tendrás que hacer preguntas más inteligentes. Y tenemos poco tiempo. Las reparaciones de la Ryugujou no durarán eternamente ¡Vamos!
¡Hai, sensei! - contestan los dos soldados al unísono. Hacen una reverencia a Takeshi y siguen al viejo ingeniero hacia la mesa de dirección de obra...
Sensei - Sachiko no se ha separado de Arisa mientras ésta se comunicaba con el mecánico - Por ahora han escapado de la serpiente de Seian-kyõ (1), pero aún no he podido ver nada sobre el lugar al que se dirigen ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos ayudarles? - Al menos, Arisa ha conseguido que la niña deje de intentar forzar su capacidad para ver el futuro, pues sus visiones siempre estaban retorcidas por sus miedos e inseguridades. Por tanto, tanto Arisa como Sachiko sólo pueden hacer una cosa por ahora: esperar y desear lo mejor.
Sachiko rodea la cintura de Arisa con sus brazos, enterrando el rostro en su obi - Tengo miedo, sensei. No quiero volver a perder a mi familia...
Oh, cenizas. Por un momento casi olvido lo que hicieron contigo - Ahí está de nuevo: esa mirada mezcla de compasión e indignación que Nekomata-sensei tiene a veces sólo para Kin y que a la kabaneri le cuesta tanto descifrar. O tal vez sí sabe su significado pero no está preparada para asimilarlo. En cualquier caso, eso da por finalizada la conversación.
Me llamo Natori Kagura, Akayama-san - responde Kagura - Y estoy muy bien así, de modo que si tienes ganas de toser gira la cabeza hacia otro lado o te atornillaré un bozal a la cabeza.
Es realmente un milagro - Comenta Nekomata-sensei - El primer tratamiento eficaz contra la plaga que no requiere de medidas traumáticas. Dime, Natori-san ¿Tienes alguna idea de cómo lo hicieron?
Lo hizo nuestra médica de a bordo, pero ni idea de cómo. La escuché decir algo de un inmune a la Plaga al que rescatamos en Ryoshima-bara, pero la fiebre me tenía demasiado aturdida como para entender lo que dijo. Lo siento.
Lógico y normal - Nekomata-sensei hace caso omiso del sarcasmo de Kagura - Hablaré con ella y con ese inmune. Ojou-san, las dejo disfrutando de su mutua compañía...
Como tú ordenes, señora - replica Nami inclinando la cabeza con la naturalidad de quien está acostumbrado a servir.
Guardias, abrid la puerta - ordena Tomohiro.
Lo siento, señor, pero no podemos hacerlo hasta que le haya puesto de nuevo el bozal a la p... prisionera. Órdenes de Fukui-sama y Saito-Shireikan (1) - replica uno de los soldados.
Tomohiro mira con asco el atroz instrumento. Por un momento, se debate entre la posibilidad de ordenarle al guardia que cumpla las órdenes de sus señores o ponérselo él mismo. Finalmente, Tomohiro agarra el bozal y se acerca a Nami - Siento tener que hacer esto.
Nami abre mansamente la boca para permitir que Tomohiro le ponga el bozal con la mayor delicadeza posible. Al salir de la celda, Tomohiro se detiene un momento frente a la mesa de los guardias - Sé que vuestros señores os han ordenado custodiarla, pero no torturarla. Cuando vuelva a la Ryugujou mi médica de a bordo la examinará por completo. Si encuentra alguna señal de tortura mi esposa no será la única en hablar con Fukui-Dono - Yûki ha visto muy pocas veces tanta frialdad en Tomohiro: dada su naturaleza amable y bondadosa, es raro que alguien consiga provocarle tanto asco como los dos guardias...
La Ryugujou que entrase casi arrastrándose, malherida, en la estación de Mibu, abandona ahora la estación con unos cuantos cambios sustanciales.
Para empezar, la propia hayajiro, que ahora cuenta con un vagón más donde albergar el coche todoterreno, la motocicleta de Yüki y otra más dejada ahí por el último pasajero de primera clase. El cañón de vapor doble ha sido sustituido por un cañón de cuatro tubos llamado Kamigoroshi (1) y la locomotora secundaria ha sido optimizada para dar potencia a este portento bélico.
La tripulación ha recibido nuevos reemplazos, tanto soldados procedentes de la milicia de Mibu como otros profesionales a los que la falta de espacio había relegado a trabajos rutinarios con los que apenas podían subsistir. Aunque la nueva miembro más llamativa es Nami, la asesina personal de Munetani Hirotsuna. Esta peligrosa kabaneri, odiada y temida por muchos, se limita a seguir silenciosamente a Yûki o a permanecer en su camarote.
Así, la renovada Ryugujou parte hacia la región más inhóspita y desconocida de Hinomoto en busca de respuestas: la prefectura de Mikatagahara y la condenada isla de Ryotsu, donde todo empezó. Muchos han sido los que se han adentrado en esta zona maldita en busca de respuestas sobre la Plaga pero ninguno ha conseguido volver.
¿Tendrá la Ryugujou mejor suerte?...