Partida Rol por web

- Este.... ejem... creo que si puedo hacerle su foto Señor.... Dije algo nerviosa.

El hombre habia mordido el anzuelo, pero aun me recuperaba de todo lo que habia visto. Tenia que enfrentarle pero no alli delante de toda esa gente.

- Bueno, le tomare su foto y asi me perdona mi atrevimiento. Dije mas animada.

Luego me prepare para salir con el hombre. Con cuidado me cuide de tener mi arma lista para sacarla despues de confirmar que la joven estaba atrapada dentro del auto o pudiese obtener las llaves.

Pasma que el duro trabajo del entierro se esfume con un chasquido.
¿Ha sido menos de un latido? ¿Te lo pareció o lo ha sido?
Podía haberse fundido en la eternidad. ¿Como saberlo?
Solo someramente sientes que inhumado puedes haber sido travasado.

El daño es aplastante con los pensamientos.

La chispa intelectual de la comprensión se queda rezagada muy atrás con respecto al suplicio.

La Bestia es concienzuda en su tarea.
No cuidadosa pero si apasionada.

Las tres primeras heridas son mortales de agonía.

Buena carnicería de huesos rotos y vasos desgarrados.
En un abrir y cerrar de ojos eres carroña de humano.
Festín de manjares para el Animal y de suplicios para ti.

Voraz, nada refinado en los procederes, el Lobo de todos los cuentos oscuros, el Lobo de la pesadilla Original de todos los hombres, se come mis entrañas y órganos.

No es un sueño.
No es una encarnación ritual.
Con seguridad tiene un nombre y masa y olor y aliento y ojos concretos nada abstractos.
Joder, en la niebla ordalica puedo imaginar que es Remo.

Pero aun físicamente y contundentemente atacado por una verdad personificado absorbes un regusto enajenado.
Aun y con todo,pináculo de tormento y su descenso inesperado a la paz, la consciencia que se debe apagar no lo hace.

Te sientes confuso. Realmente me siento dubitativo.

Esto es una muerte. Completamente seria y veraz y evidente.
Que siga ligado a la carne implica tomarse un momento a reflexionarlo.
¿Estoy muriendo? Mas correcto es decir que estoy muerto.
¿Estoy frenandolo? Esa pregunta merece la pena al menos considerarla.

Tras el estropicio recibido la asunción que debería dominarme seria la de plegar hacia el hecho comprobado y que mente, espíritu confluyeran con el cuerpo. Fin.
Vale. ¿Y entonces? Desearlo o forzarlo esta mal, por que implica meterse a trastear con el control de las esencias de la existencia tan insanamente como el acto opuesto del convencimiento de la búsqueda de la inmortalidad.

La Muerte, la santa Muerte, tiene su hueco exacto en el panteón de Fuerzas necesarias de la Creación.
Querer decir la ultima palabra hacia un sentido o el contrario es contranatural. Pecado de orgullo. Y descortés.

No sé por que aun estoy aquí. Mirando a través de unos ojos marchitados.
Sin embargo no es mi potestad responderme. Solo hacerme la pregunta.
Ponerla en el universo. Esperar que la entidad Tutora del Fin se signifique.

Aquí hay muchas otras cabezas ya arruinadas.
Quizás no este haciendo lo correcto.
No... Tu.Espera.
Balancea los dos afanes.
Esa nihilista marca que no sabes como te tatuaste y el erróneo capricho de querer vivir para siempre.

Solo se vive en el Dador de Vida y su omnipotencia... y...
Y bueno...es extraño sentirlo...habiendo visto tu corazón siendo desgarrado...sentir que también...tambien en Ella.

Tirado bajo la luna y sin certeza de como llegarla a pronunciar repito la pregunta...

No sé el por que del como aun estoy aquí. Si sé por que aun estoy aquí.

Durante la noche la doctora durmió en un sueño aparentemente tranquilo sin apenas moverse, si acaso para alguna respiración más profunda que el resto.

Las horas en vela le pasaron a Mats despacio pero pudo disfrutar tanto de la contemplación de la noche que ésta no se le hizo larga.

Llegado el momento en que los animales nocturnos se han recogido y los diurnos todavía no se han puesto en marcha comenzaron a fluir lágrimas en el rostro sereno de la durmiente. Grandes goterones pasaron primero por las comisuras de sus párpados para estrellarse sobre el vellón sobre el que yacía, ya húmedo por el rocío, sin hacer ningún ruido. A pesar del lloro no había señal de alarma en su sueño: transmitía una profunda paz.

Unos minutos después el llanto paró y con el amanecer Clementine despertó sin haber olvidado nada.

Cuando Clémentine abre los ojos, me inclino ligeramente sobre ella en un movimiento que refleja una calmada preocupación, arropándola con las mantas.

—Buenos días, Bella Durmiente —la saludo en voz suave y queda, ligeramente ronca por las horas de silencio—. ¿Ha ido todo bien?

Lo siguiente fue confuso.

Vio a Remo tumbarse hasta quedarse frente a él.

-¿Estás ahí? ¿Estás ahí?

Luego sintió como recogían sus restos. A veces notaba el tacto o el calor, otras los veía, agarrando trocitos de vísceras meticulosamente, escudriñando palmo a palmo. Parecía importante no dejarse ni un pedazo sin recoger.

Todo lo metieron dentro de un vellón de piel de lobo, cosido a modo de saco. Lo último fue colocar su cabeza, que trataron con delicadeza. Por supuesto, Daniel no podía hablar, si acaso parpadear pesadamente, de vez en cuando.

Introdujeron el saco con el cuerpo descuartizado en el agujero, y lo taparon de nuevo y pasó un tiempo indeterminado en que Daniel sintió calor.

Hasta que una noche de luna llena salió de allí cavando con fuerza, convertido en un lobo.

—¿Qué atrevimiento ni qué niño muerto?

Dijo el hombre mientras se echaba a andar.

—Vamos, hazme la foto y deja de minusvalorarte... toma… ¿Sabes cómo va esto?

Le ofreció su móvil, último modelo.

—Aprietas en este botón para enfocar y luego otra vez y pulsando aquí compruebas que la foto está hecha...

Y salieron ambos del bar. La mesa que había ocupado con Eugene estaba vacía.

El parking era enorme y “Carlos” la situó a unos treinta metros de un camión enorme, un tráiler cisterna que por su señalización parecía transportar una sustancia muy inflamable.

—Quédate en este punto. Este encuadre es el que quiero. Cuándo me ponga junto al camión y te haga una señal con la mano me haces la foto.

Pero en lugar de posar junto a su vehículo le gritó.

—Espera un segundo, que me ponga mi gorra. Voy a buscarla.

Y entró en la parte de atrás de la cabina, desapareciendo de la vista de la policía.

El contacto con los labios de Clementine y el tacto de la palma de su mano que Elliot acariciaba con su pulgar hicieron que se le erizara toda la piel. Tener su cuerpo menudo, su deliciosa figura tan próxima le entrecortaba la respiración. Se preguntaba si ese sería su último beso, si sería esta su despedida y no volvería a verla jamás o si podría llegar el día en que se encontraran en cuerpo y alma. ¿Podría besarla entonces? Se daba cuenta ahora de cuánto lo había deseado desde que la conoció y lo poco o nada que sabía de su vida.

Pero cuando el beso terminó Clementine se separó de él alejándose un paso. Sus ojos llenos de lágrimas miraron al chico con una mezcla de reproche, de dolor incluso, de incomprensión, con un gran porqué que casi podía escuchar en su mente. Estaba muy turbada y Elliot, totalmente consternado, se hizo la misma pregunta que ella formuló en un instante: "¿qué has hecho?"

Él, destacado miembro del "club de los malditos", que siempre, desde tan joven, había aprendido a mantener la distancia para no arrastrar a nadie, que intimaba con pocos o ninguno y que nunca había flaqueado, se había abandonado ahora a su deseo sin pensar en Clementine, quién sabe si excusándose en que ella estaba implicada de todos modos o que no podría perturbarla con un beso. Estaba implicada sí, pero había muchos modos de implicación y acercarse a él dado lo que estaba pasando podría ser fatal. El día que le dijo su nombre se sintió egoísta y ahora veía, aunque ella le había recordado gracias a ello, que muy posiblemente había sido así.

Desde el momento que la conoció había quedado fascinado. Desde que oyó que había llevado a Édith hasta el recuerdo de su padre y de su nombre tuvo ganas de abrazarla, de contarle su historia, de pedirle que le recordara para siempre… De besarla. Y era tan hermosa. Incluso ahora, llorando, reprobando lo que había hecho, confusa y algo fuera de sí, le parecía una visión que atesoraría para siempre, pasara lo que pasara, aunque mil brujas hicieran que el Lete entero se descargara sobre su cabeza. No, no podría olvidarla era imposible. La sentía más cerca de sí que a sí mismo. Aunque ella lo odiara por aquello.

Deseaba dar un paso adelante, abrazarla y sentir que le perdonaba cuando Clementine volvió a tocarle, acariciando su rostro despacio. Elliot no se atrevió a hablar ni moverse, casi no se atrevía a respirar por no interrumpirla en modo alguno. Entonces ella, tomándole de la nuca, le llevó hasta su boca. El chico rodeó su cintura y la abrazó con fuerza, temblando ligeramente al sentir el cuerpo de ella contra el suyo y su aliento cálido llenándole la boca.

Se dejó ir por completo besándola con ardor. Ya no había porqués ni temor, ni tiempo ni muerte. Los pensamientos de Elliot se pulverizaron al roce de su lengua, al sabor de sus labios mezclado con el de las lágrimas, a la caricia de las manos en su cuello, al abrazo que ella le devolvió todavía con más intensidad estrechándole con fuerza.

Clementine se separó para hacerle la amenaza más dulce que había oído jamás. Elliot asintió, sin fuerzas para llevarle la contraria, sabiendo que lo que dijera no le haría cambiar de opinión. Sintió como un nudo se apretaba fuerte en su corazón.

"¿Cómo vamos a vencerlos?", preguntó entonces. Él meditó la respuesta un instante: les habían arrebatado a Édith, Cléo e incluso a Sophie. Habían descubierto su escondite y aquella especie de santuario cuyo interior había llegado a ver Mats a través del sueño. Habían vencido su magia para hacerles olvidar y recordado todo, cosa que tal vez ellos desconocieran. Faltaba lo más difícil pero Elliot pensó que les estaban venciendo. Cuando fue a contestarle algo cambió sin embargo. La luz del sol desapareció reemplazada por la luz de la luna y en la oscuridad ya no pudo ver a Clementine. Estiró los brazos aún sabiendo que no podía ya tocarla. Había despertado a su pesadilla.

Mis manos por debajo del vellón buscan el calor que ya no está, la ausencia se torna palpable, el verbo se hace carne y la bella durmiente ha abierto los ojos, mis propios ojos que elevan en silencio una plegaria: Un poco más, solo un poco más. Un poema que había leído hacía mucho tiempo volvió a mi mente:

    Señor
    La jaula se ha vuelto pájaro
    y se ha volado
    y mi corazón está loco
    porque aúlla a la muerte
    y sonríe detrás del viento
    a mis delirios
     
    Qué haré con el miedo
    Qué haré con el miedo

    Ya no baila la luz en mi sonrisa
    ni las estaciones queman palomas en mis ideas
    Mis manos se han desnudado
    y se han ido donde la muerte
    enseña a vivir a los muertos
     
    Señor
    El aire me castiga el ser
    Detrás del aire hay monstruos
    que beben de mi sangre
     
    Es el desastre
    Es la hora del vacío no vacío
    Es el instante de poner cerrojo a los labios
    oír a los condenados gritar
    contemplar a cada uno de mis nombres
    ahorcados en la nada.
     
    Señor
    Tengo veinte años
    También mis ojos tienen veinte años
    y sin embargo no dicen nada
     
    Señor
    He consumado mi vida en un instante
    La última inocencia estalló
    Ahora es nunca o jamás
    o simplemente fue
     
    ¿Cómo no me suicido frente a un espejo
    y desaparezco para reaparecer en el mar
    donde un gran barco me esperaría
    con las luces encendidas?
     
    ¿Cómo no me extraigo las venas
    y hago con ellas una escala
    para huir al otro lado de la noche?
     
    El principio ha dado a luz el final
    Todo continuará igual
    Las sonrisas gastadas
    El interés interesado
    Las preguntas de piedra en piedra
    Las gesticulaciones que remedan amor
    Todo continuará igual
     
    Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
    porque aún no les enseñaron
    que ya es demasiado tarde
     
    Señor
    Arroja los féretros de mi sangre
     
    Recuerdo mi niñez
    cuando yo era una anciana
    Las flores morían en mis manos
    porque la danza salvaje de la alegría
    les destruía el corazón
     
    Recuerdo las negras mañanas de sol
    cuando era niña
    es decir ayer
    es decir hace siglos
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas* 

Me doy cuenta de que esta luz del amanecer incipiente ya no es la misma que veía minutos atrás, todavía en mi lecho caprichosamente natural, mis manos se mueven hacia mi corazón y reposan allí unos segundos, luego miro a mi amigo y sonrío, feliz, devastada, exultante -La bella durmiente lo ha recordado todo, Mats -afirmo sintiendo un peso en el corazón imposible de explicar -¿Qué piensas si te digo el nombre Elliot? ¿O Daniel, Leah? -me incorporo sentándome y analizo su rostro a la espera de alguna reacción, cualquiera.

Y mientras espero silenciosa y expectante vuelvo a escuchar en el fondo de mi mente:

Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo

No ver a Eugene me puso mas desconfiada aun, pero tal vez simplemente habia salido en un descuido y estaria afuera para burlarse de mi o ayudarme si hacia falta. Despues de todo el era quien queria al camionero muerto.

Afuera me prepapare para tomar la foto como el hombre habia solicitado hasta que desaparecio dentro. Rapidamente me movi para poder ver hacia adentro a ver si habia alguna indicio de la joven secuestrada. Mi mano fue automaticamente hacia el bolsillo donde estaba mi arma pero no la saque. 

Me acerque un poco mas para ver hacia adentro.

- Señor? Se ha bloqueado el telefono. Menti.

Cada palabra de la doctora penetró en la mente de Mats como una gota de tinta en un vaso de agua cristalina.

Cada nombre, de un color diferente, al sumergirse se expandía y mezclaba con los otros dibujando un paisaje que parecía borrado.

Elliot le recordó al lago Nøklevann, el lago a la abuela de Sophie, Jackeline Taylor, ésta le recordó al pozo del que pendía su alma como un pájaro de luz, el pozo a las minas de yeso y éstas al templete que servía de refugio a la secta de soñadores y a Khalil el catáfilo.

Además, el recuerdo no era lineal, el hechizo de olvido que habían hecho sobre él se fue rompiendo en una reacción en cadena en la que la imagen de cada evento recuperado se cruzaba con los la de otro recuperando una nueva conexión que a su vez abría el paso al recuerdo de otra nueva. Así ocurría simultáneamente hasta que en unos pocos segundos el periodista pasó a recuperar absolutamente todo lo que le habían arrebatado.

Hilo de Luna.
Luces de Caos.
Carcasa de Confusión.
El sabor de la Forma come lobuno.
Piel echada sobre restos prestados.
El único eje fijo, Consciencia.
Remo. Remo. Remo. Remo lo intuía.
¿Su duda no confiaba?
Tal vez tuvo razón.
¿Este soy yo en Imagen?
¿O se acabo la Trampa y se alzo la Verdad?
El calor de un Tiempo aun saca volutas de vapor de mi piel.
¿Vaina de Pelaje?¿Muestra de Realidad?¿Idea del Ser?

Sacudo tierra y detrito de fauces afiladas con una sonrisa también aguzada.
El peso de la Forma tira hacia su centro desde este nuevo Perfil que resurge.
Revoluciona mis pensamientos que aun siguen siendo Humanos, y plantean exploratorias rencillas de tanteo.
Restaurando la vista hacia atrás, como ahora miro la luna, el rito de la gente del bosque esta claro, pero no la respuesta a su éxito. Una Fuerza ha sido necesaria para cumplir el transito.¿Verdad?
De la muerte ese hiato entre un cuerpo y la revelación de este análogo.

Socarrón me digo que podría lanzarme al delirio de instinto. Pero me rio de mi mismo con graciosos gruñidos. No voy aullar. Aun no.
Me disculpo a la luna con sonrisa torcida de lengua colgante y espumenante de sabor, olor y cambio de visión.
Dentro de esta armadura de pelaje, musculo, tendón, garra y colmillo aun rezuma una curiosidad y necesidad individual no unicamente animal.

Una que husmea el viejo pozo de inhumación. El rastro en el terreno.
Que da vueltas alrededor y que observa con sus otros sentidos la piedra angular que corona el desbrozado del arbolado.
Que pone en ella ojo indagador tal y como también revisa esta descubierta condición.
Y se interroga sobre si lo espetado por Remo sobre el regreso de lo que se fue: Yo propio y Yo compartido, va ciertamente a ser.

Dios, pienso en el cansancio que este cuerpo no siente pero si mi espíritu, y me pregunto si por un rato podría descansar la espalda sobre la brillante Roca Alargada iluminada por el furor de la luna.
Pienso en eso y en no flaquear mientras me enrosco para apoyar el lomo sobre la piedra.

Bueno ¿Quien soy? ¿Quien soy Yo?
Como ese es un debate para dos partes que aun no domino como congeniar las distraigo con la otra pregunta.
La que de verdad me interesa y me angustia y me sacude a volver al siguiente amanecer.
La Unica O la mejor ¿Quien es Ella?

Conforme pasaban los segundos sus pensamientos de humano se hicieron más vagos y el lobo fue tomando el control.

El lenguaje pesaba menos y las sensaciones cobraron fuerza. Todo se hizo más vívido.

Otros lobos se acercaron a él eran siete.

Remo, más delgado y más alto que los demás, los capitaneaba.

Exigió una muestra de sumisión mostrando sus dientes a Daniel.

Si no quedaba complacido, la cosa acabaría ahí.

Se auguraba una noche sangrienta.

Leah tuvo que entrar en el camión para hacerse una idea de lo que estaba ocurriendo.

“Carlos” había entrado en un pequeño habitáculo de la parte trasera de la cabina en la que había un camastro y estaba asfixiando a una chica de tez oscura con un pequeño almohadón.

Ella estaba atada con unas cuerdas a unas argollas fijadas al chasis del vehículo.

Él tenía la cara roja y apretaba la almohada con gran violencia.

Solo son necesarias unas palabras por parte de Clémentine para liberar nuevamente la verdad en mi mente, que va ganando terreno al olvido forzoso, desatándose y extendiéndose como una enredadera fuerte e imposible de cortar. Mi boca se abre de par en par en una mueca de emoción y asombro incontenibles, aunque soy incapaz de articular palabra. Una lágrima silenciosa me rebala por el rabillo del ojo a medida que cada imagen, cada recuerdo, cada palabra y cada rostro se van poniendo en su lugar, encajando como las piezas de un rompecabezas gigantesco y abrumador. Permanezco absorto y perdido durante unos instantes, saturado por toda la información que va llegando y acomodándose, sin ser capaz de darle forma a todo hasta que cada engranaje encaja en toda la maquinaria. Entonces, de improviso, acorto la distancia que me separa de mi amiga y la abrazo con fuerza, en un abrazo que pretende consolarla a ella tanto como a mí mismo. Así permanezco, rodeándola estrechamente con mis brazos, durante al menos un par de minutos.

—¿Dónde? —pregunto cuando al fin recupero el habla—. ¿Dónde están todos? ¿Qué les ha pasado? —Me separo ligeramente de Clémentine, lo justo para poder mirarla a los ojos. Siento un alivio infinito al comprender que, en su mayoría, podemos confiar en nuestros compañeros. Me muerdo el labio—. Los demás tienen que saberlo. Tienen que recordar, Clem… —Casi sueno como si estuviese pidiendo permiso. Me levanto lentamente, tomando a la doctora de la mano y ayudándola a ponerse en pie sobre el suelo del bosque, que ahora me parece infinitamente más hermoso—. ¿Vamos?

Me dejo abrazar porque sinceramente lo necesito demasiado en ese momento y correspondo el gesto rodeando al grandote de mi amigo con mis brazos, sonrío quedamente: estoy contenta pero también estoy devastada. Escucho sus palabras mientras me guía de nuevo al encuentro de los demás y me encanta cómo me pide permiso con sus palabras o acaso aboga por hacerme entrar en razón en caso de que no quiere contarles nada. Pero sí que quiero, es necesario contar con todos nuestros aliados si queremos ganar.

-Me he encontrado con Elliot en el sueño y me ha explicado lo que ha ocurrido, los han emboscado en las catacumbas y con un canto polifónico los han hechizado y han hecho que todos los olvidemos. Mats, Elliot está en peligro y tengo que ayudarlo, me ha dicho cómo. De los demás no sabe nada, solo deduzco que están en su misma situación: nadie los recuerda y deben estar perdidos o apresados, en el peor de los casos.

Le hablo a Mats cerca como si temiera ser escuchada por seres invisibles, como si estuviera contándole el mayor de los secretos y en parte así era. Lo miro a los ojos -Sé que tenemos que contarles a los demás, no estoy segura de si a las chicas deberíamos, tenemos una ventaja estratégica y no quiero desaprovecharla y queramos o no ellas son una vía de comunicación indirecta no estoy segura de hasta qué punto pueden evitarlo...

Lo miré de lado mientras caminábamos y pasé a detallar más mi encuentro -Elliot me contó que una vez descendieron a la catacumba Daniel estaba solo y Khalil se había marchado, Anjum y Bélanger se habían quedado atrás y la vampiro estaba herida de gravedad. Empezaron a escuchar un cántico polifónico proveniente de una mujer que estaba camuflada bajo la apariencia de muchas y caminaba por el techo del lugar en el que se encontraban, ese canto formó unas estalactitas de hielo que al tocarlos los borró de nuestros recuerdos y por más que Leah quiso dispararle a la mujer falló. Elliot despertó solo y perdido, por lo que pude deducir nadie lo recordaba y si lograba dar con alguien lo olvidaban al instante... Debe haber sido terrible -manifesté con pesar -Y los demás deben estar pasando algo similar si es que no han logrado reagruparse.

Dejé pasar unos segundos para que procesara la información y retorné a algo que me había quedado en el tintero -Elliot me dijo que estaba huyendo de unas mujeres que lo habían apresado, una de ellas era soñadora. El nombre de una de las mujeres es Ágathe, Ellen la soñadora. He conocido a Ágathe antes, tiene una galería o sala de exposiciones en París. Elliot me dijo que hace muchos años en donde él se encuentra había un hombre que siempre estaba dormido, quizás mantenido mágicamente por otro hombre en un profundo sopor. Sus tatuajes no eran como los de Édith, Sophie o Ellen, sino que sus formas parecían muy antiguas, arcaicas, como petroglifos, y entre ellos habían palabras en un idioma tal vez muy antiguo también. Él cree que los tatuajes que hemos visto pretenden emular aquellos antiquísimos y con ello la magia que contuvieran. Agathe dijo que cree que los tatuajes de Ellen representan reinos y lugares espirituales y él estaba seguro de que en parte al menos era así. Sin embargo, lo más alarmante es que en el vientre de la chica, entre unos anillos concéntricos tatuados alrededor de su ombligo, una palabra empezó a formarse, esa palabra, aunque aún estaba incompleta, está escrita en el mismo idioma arcaico que aquellas que tenía marcadas en su cuerpo el hombre del que me había hablado. La chica Ellen dijo que era la primera vez que aparecía una palabra en su piel y que creía que era un nombre escrito en su idioma original, primigenio, por así decir, un nombre que traducido a otra lengua perdería su poder. Elliot cree que tiene razón y que los sectarios a quienes nos enfrentamos, además de ir en busca de ciertos reinos espirituales, buscan el conocimiento de esos nombres sin los cuales tal vez no les sea posible acceder a ellos... Me pidió que no cuente esto a nadie en quien no confíe plenamente, y no le he contado lo que hemos descubierto sobre los tatuajes de Sophie porque creo que era riesgoso compartir esa información con él en este momento, pero a nosotros sí que nos sirve.

Me quedo en silencio y lo miro entre preocupada y expectante -Están avanzando en sus planes, pero nosotros ahora también. No hay que dejar que consigan esos nombres -digo con determinación. -Hay que encontrar a los demás, pero no sé cómo hacerlo sin ir a París y exponernos al peligro -medito durante unos segundos -Elliot me ha dicho que contacte con Réjane para que le envíe ayude y tiene que ser cuanto antes.

La reunión a continuación se me descubre intensa.
En manada, me rodean enervando mis sentidos.
La distensión que había nacido de mi juiciosa disposición ha venido a formarse en una urgencia violenta.
Distorsionado queda un eco de voz erguida sobre dos piernas y querencias refinados.
Suena la razón apagada por la hoguera de instintos primordialmente animales.
El Lobo esta aquí. Y no accesorio o episódico. Esta con la misma integridad que hace un rato estaba mi conciencia y esencia humana. Solo que frente a esta, la Fiera esta, como es muy evidentemente, henchida de suma vehemencia.
La fuerza de su reciente alumbramiento.
Quiero repartir candela de una forma brutal, esa que esta extraviada de las reglas que hombre a hombre nos habríamos dado. Bien entusiasta y bien salvaje
Lo marco a mi cuerpo con la rigidez de los músculos, mi pelaje y mi boca, después de tener que erguirme sobre las patas para posicionarme.
Pero el Eco por detrás aun lo intenta. El Eco de la inteligencia que mide mas allá de la respuesta feral contesta.
¿Experiencia?. ¿Numero?. ¿Fuerza?...Desconocido. Superior. Incógnita.
¡Espera!¡Espera!¡Es...Pe...Ra!
Es sumamente y especialmente hiriente querer ordenarme contra mi propia cínica respuesta hacia la autoridad cuando esta se expresaba de otras maneras civilizadas. Los quiero despellejar y solo por que tienen la desfachatez de confrontarme. De exigirme rendición cuando la piel me pide hacer lo que me venga en gana.
Espera. Regulalo. Transformarlo. Ya lo hiciste. Cuando casi nos borraron. Cuando apenas eras humano.
Fluye. Se un Lobo. Uno listo.
Observo el par de ojos de Remo. Él pide y el decide.
No lo doy de seguida. Trasiego algunos pasos lentamente de un lado a otro sin perder el contacto por un latido. Vigilante. Marcando mi espacio a los otros siete. No a Remo.
Sus Olores pertenecen a este lugar. Su territorio. No el mio. No esta mi olor. Aun no.
Sacudo las fauces. Es un remedo de gesto de risa. Irónica.
Depongo la fuerza de mis patas delanteras. La forma mas aproximada a la reverencia en esta condición.
Mirándolo. Esto es entre los dos. Quiero que lo sepa. De nadie mas.
Después giro el cuello dejando la zona mas frágil al descubierto y a su disposición.
Acepto sus términos y lo dejo claro poniendo su vida a la merced de sus colmillos.
Con toda mi comprensión y su responsabilidad.
El es el Líder. El es el experimentado. El es quien sabe.
Espero.

- Oye que haces detente... no ves que vas a matarla!!!!

Salté sobre el hombre para guindarme de su cuello sin darme cuenta que no habia sacado el arma. Seguramente hubiese sido mas facil de esa manera, pero de momento no pude mas que reaccionar y visceralmente me lance contra su cuerpo para obligarle a soltar a la chica. Luego le apuntaria si tenia oportunidad de pensar aunque ultimamente no lo hacia muy a menudo.

Con mis mano luche para golpearle aunque mi intencion era que dejara de ahogar a la joven con la almohada.

- Que la dejes ya imbecil!!!! Dije sin dejar de golpear.

Despues me daria cuenta que el hombre era mucho mas fuerte que yo pero contaba con el elemento sorpresa.

Mats conocía al contacto de Elliot por su oficio.

Pascal Réjane era uno de los cargos más altos de la Policía Nacional de París y durante toda su carrera siempre había permanecido en segundo plano pero siempre muy cerca del más alto poder. Hace unos años había filtrado un escándalo de corrupción que hizo dimitir al anterior alcalde. El actual es amigo personal suyo. Hasta aquí parecía un personaje ambiguo, incluso gris. Pero Mats recordó una conversación con Charles en que su compañero le dijo que Réjane era uno de sus informadores. Entonces no le creyó, pensando que era broma.

Clementine sólo tuvo que esperar un par de segundos para que le pasaran con Réjane. Habló tajante.

—Me temo que es necesario que lo hablemos en persona. Dentro de una hora y media, en el jardín de la Basílica de Nuestra Señora de los Milagros de Saint-Omer.

Saint-Omer estaba cerca pero tuvieron que moverse rápido. Antes de marcharse, como habían acordado, quedaron con todo el mundo en el embarcadero dejando al menos por ahora en el olvido a las chicas tatuadas, que se quedaron en el balneario preparándose para una nueva sesión de fotografía.

La laguna todavía desprendía bruma neblinosa cuando las palabras de Clementine fueron quebrando el olvido de los que la escuchaban, haciendo que los recuerdos brotaran de sus mentes como el agua de un manantial. Fue un rato emocionalmente muy intenso y apresurado.

Subieron a la barca con Yuri y se despidieron con sus amigos. La sonrisa de Arthür llenó de esperanzas a Mats dejándole la sensación de que nada malo podría ocurrirle a su amigo.

Mats condujo la kangoo de Arthür haciendo más o menos caso al navegador de su móvil. El sol todavía caía de lado, con la luz típica de la mañana, cuando llegaron al Saint-Omer. Estaba cerca de las marismas y llegaron con tiempo de sobra a cita.

Aparcaron en una calle cercana a la basílica y encontraron sin dificultad su pequeño jardín anexo. Sentado en el muro bajo que hacía las veces de valla esperaba Réjane, la viva imagen de un hombre maduro bien conservado. Vestido de traje y corbata azul marino, con la chaqueta bajo el brazo, se levantó y caminó a su encuentro, tendiéndoles la mano.

—Soy el Comisario Pascal Réjane, jefe de los Chamanes de París. Encantado.