Partida Rol por web

El eco del Diablo

Los Olvidados

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22/09/2016, 10:26
Parque de Montsouris

Para contactar de forma segura con Govier Mats necesitaba el ordenador y aprovechó para ir a la Casa Gresta y cambiarse.

Las fotos que había hecho con el móvil eran muy malas -la orilla quedaba muy lejos y apenas parecía que había algo flotando en el agua-, pero insinuaban lo suficiente como para que alguien que supiera del caso entendiera que había algo, así que optó por pedirle una cita adjuntando una de esas fotos en su cuenta encriptada, utilizando un algoritmo similar al suyo.

Mientras tanto, Sophie y Arthür esperaron en el parque, en un sitio suficientemente apartado para no llamar la atención, pero lo bastante cerca como para observar cualquier cambio o movimiento sospechoso.  

Una hora y pico después se reencontraron con Mats. Y ya pasaba la hora de comer cuando Govier acudió a su cita.

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22/09/2016, 10:26
Albin Govier

Aunque el cielo estaba nublado,el policía llevaba puestas unas gafas de sol. Vestía un traje con corbata y una gabardina.

Cuando se acercó a ellos se quitó las gafas. Su mirada era inquisitiva. Oteó a los lados, como escudriñando en busca de sospechosos.

-Mejor hablemos paseando.-Y una vez estuvieron en marcha- Mi nombre es Albin Govier, ya saben que soy inspector de policía, así que estoy a su servicio… Soy todo oídos.

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23/09/2016, 10:21
Arthür Guitry

La mañana seguía gris pero sin lluvia cuando Mats se marchó en busca de su ordenador. Si todo iba bien podrían hablar con Govier ese mismo día y Arthür se había propuesto no moverse de allí en el tiempo que hiciera falta hasta que éste les atendiera. No habían llegado a tocar el cadáver de forma que tal vez los soñadores no tuvieran forma de saber que habían descubierto su «obra», pero debían ser precavidos y vigilar.

Sophie y él se apartaron un poco del lago aunque seguían teniendo una buena perspectiva. La chica estaba muy seria. Arthür comprendía lo importante que era para ella sentirse útil, ser capaz de aplicar sus maravillosos dones para atrapar a los soñadores, y en su autoexigencia le parecía poco todo lo que hacía. Pero no era poco. En absoluto. Había combatido a Vendela con decisión, resistido a todos sus ataques con gran fortaleza y ahora, una vez más, puesto patas arriba el que fuera su plan respecto al ritual del lago al descubrir a la chica ahogada. Esperaba que se diera cuenta de todo esto mientras pasaba la terrible primera impresión de descubrir el nuevo asesinato, pero no quiso añadir más palabras que las que ya le había dicho al respecto para no atosigarla y dejar que fuera asimilándolo. Verla derrumbada le producía una opresión en el pecho. Centrarse en ella en este momento le ayudaba además, aunque no lo pensara conscientemente, a no imaginar demasiado con respecto a la chica ahogada y la terrible sospecha de que tal vez fuera la niña o Ada Bytnar.

Cuando pasó un rato le propuso a la chica que caminaran un poco, ofreciendo hacerle de apoyo si lo necesitaba. Pensó que le vendría bien centrarse en tener que dar los pasos, sentir la tierra bajo sus pies y recordar que aquella silla sólo era una cosa pasajera. También aprovechaba cuando algún pájaro pasaba cerca para llamarle la atención sobre él, pudiera contemplarlo y preguntarle si sabía cuál era. Volvió a su memoria la abubilla del jardín del Saint Jean de Dieu y cómo había volado hasta la ventana de Sophie al amanecer siguiente de la noche en que despertó. Recordó también cómo cuando Mats y él subieron esa mañana a su habitación le había parecido, aún con el pijama hospitalario, que tenía un aire de nobleza. Ese porte no la abandonaba nunca, en realidad, estuviera sonriente o abatida.

Mats llegó casi dos horas después. Su paso decidido y mirada encendida anticipaban antes de que lo comunicara que había conseguido hacerle llegar el mensaje a Govier e incluso concertado una cita para aquella misma mañana. Tan efectivo como siempre en sus pesquisas. Ya volvía a tener, le pareció a Arthür, la aguzada mirada del cazador.

Aún tuvieron que esperar un rato a que llegara el inspector y en el parque nada sospechoso había ocurrido. Cuando apareció al chico le dio la impresión de que no podía haber disimulado que era policía ni aún poniendo todo su empeño. Tenía aspecto de detective implacable y eficiente y se dirigió a ellos con cortesía al mismo tiempo que con la actitud de alguien que sabe que no hay tiempo que perder. Más que de policía, a la viva imaginación de Arthür le pareció que tenía aire de paladín. Bien, había llegado el momento de confiar en alguien más.

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25/09/2016, 20:37
Arthür Guitry

Notas de juego

A ver...

Lo que había pensado esta mañana ya no me convence. Yo propongo que:

-En referencia al cadáver del parque, le contemos que hemos llegado hasta aquí por la carta que Camille, la expolicía, hizo llegar a la prensa cuando cerraron el caso. Ahí es donde Mats, como periodista de investigación, podía haber averiguado que Govier quiso seguir con las pesquisas y no se lo permitieron. Y de ahí se justifica tanto que hayamos venido a ver la escena del crimen como que hayamos decidido hacerle llegar a él y sólo a él la foto al descubrir un nuevo cadáver y no hayamos llamado a la policía. También estaría justificado que Mats hubiera averiguado, al investigar el caso, lo de la conferencia del buzo forense y las extrañas circunstancias en las que el cadáver se descompuso, así como el tema de los tatuajes, de los que también hablaba la tal Camille en su carta, de modo que es lógico que nos haga pensar que se trata de una secta. Y una secta y no un loco solitario psicokiller por el hecho de tener tentáculos como para poder hacer que la policía deje de investigar y se acabe silenciando el caso. Incluida a la prensa que tampoco actuó tras le denuncia de Camille en su carta.

-Sería interesante poder contarle sobre Vendela. Algo que no implica hablar de dones sobrenaturales en un principio sería el hecho de que Sophie, cuando estaba en coma, recibiera sus visitas y ésta se acostara con ella y le susurrara letanías y le hablara de cosas que después ha podido averiguar que tienen que ver con antiguas creencias dionisíacas, lo cual es de loca o de secta.  Luego también podemos contarle lo de las cuentas que ha investigado Mats y descubierto de sus propiedades en Grecia, o lo del marchante de arte. El problema es justificarle porque relacionamos ambas cosas, lo de los cadáveres del lago y lo de Vendela. Eso es injustificable sin hablarle de temas sobrenaturales o mentir. Yo preferiría no mentir y añadir algo que pudiera desviar o dañar la investigación o hacer que desconfíe de nosotros, pero siempre podemos decirle que no podemos explicarle más por ahora. Que podemos contestar a sus preguntas hasta cierto punto pero decirle que estamos siendo totalmente sinceros. No sé. Tal vez él también esté al tanto de algo sobrenatural o haya investigado mucho estos años y le cuadre que lo que decimos es verdad. Si se abre más tal vez podemos decirle la verdad, eso sí podemos verlo sobre la marcha.

Algo cierto es que cuando alguien se pone a perseguir a los soñadores sin información de lo que son capaces acaba muerto. Si él ha sobrevivido será debido a su prudencia y probablemente a que sepa bastante.

Estoy abierta o lo que a vosotros os parezca mejor, claro está. :-)

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25/09/2016, 21:27
Mats Bergstrøm

Notas de juego

Vale, muchas cosas son más o menos como lo que había pensado. Sin embargo, lo de la carta de Camille se me habría pasado totalmente por alto, ¡es una idea genial! Mucho mejor que la mía, que yo había pensado decirle simplemente que en su día seguí el caso y ya está :P.

Y a Vendela por supuestísimo que queremos pringarla, y el planteamiento que has pensado es BRILLANTE. Yo no tenía ni idea de cómo meterla sin que luego nos hiciesen preguntas de por qué decidimos investigarla y tal. Por mi parte estoy de acuerdo con todo. Esta noche desde el curro pongo post :).

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26/09/2016, 02:11
Mats Bergstrøm

Tras contactar con Albin Govier y adecentarme un poco para la reunión, regreso al parque sin perder un minuto. Todo ha ido tan deprisa que a los chicos y a mí no nos ha dado tiempo de trazar ningún plan, así que tendremos que discutirlo antes de que el detective aparezca. Cuando me reúno de nuevo con mis amigos, la expresión de sus caras me dice que ellos están pensando lo mismo que yo.

Vale, ya está. He hablado con Govier —explico—. He intentado ser lo más ambiguo que he podido, y confiar en que las fotos le picaran lo bastante la curiosidad como para que viniese… Y así ha sido. Ya viene de camino. —Cambio el peso de pierna, inquieto, mientras me rasco la barba—. A ver, ¿qué vamos a decirle? No podemos hablarle de todo lo que sabemos, o nos tomará por locos en el mejor de los casos, o por sospechosos en el peor…

A continuación, los tres empezamos a hablar acerca de los puntos que debemos y no debemos tocar en nuestra conversación con el poli. Las ideas de Arthür son muy parecidas a las que yo mismo tenía, aunque me sorprende con un par de ocurrencias brillantes de las que tomo nota mentalmente. Desde luego, contar con dos compañeros como Arthür y Sophie hace esta búsqueda mucho más llevadera. Posible, de hecho. No sé qué haría sin ellos.

Apenas acabamos de construir lo que nos parece una versión sólida de lo ocurrido cuando Govier aparece en la lejanía, con una gabardina oscura y unas gafas de sol. Solo le hace falta un par de guantes de piel para gritar: «Eh, soy un agente de la autoridad». Lo espero con las manos en las caderas, tenso. No me cabe la menor duda de que, aún desde la distancia, el hombre nos está evaluando. Por su propia seguridad, espero que no vea a través de nuestras medias verdades…

A menos que ya sepa más de lo que creemos.

Buenas tardes, inspector Govier —lo saludo con respeto, estrechando su mano, aunque mis ojos delatan la inquietud por lo que los tres hemos presenciado hace un rato—. No sabe cuánto le agradecemos su rapidez. Me llamo Mats Bergstrøm, del periódico L’Hexagone, y estos son Arthür Guitry y Sophie Taylor. Me están ayudando en esta investigación. No sabemos las implicaciones que puede tener lo que ha pasado, pero le pido que tenga usted los oídos bien abiertos y la mente aún más, porque algunas de las cosas que le vamos a contar son… usted ya me entiende. —Echo una última mirada a mis amigos antes de empezar a hablar. Mientras lo hago, echo a andar en dirección al puente del estanque—. Permita que le haga un preámbulo mientras lo acompaño al lugar desde el que lo hemos visto. Dicen que las cosas no suceden por casualidad, y no podría estar más de acuerdo. Hará un par de semanas, por algún motivo aparentemente fortuito volvió a pasar por nuestras manos la carta que Camille Achard, excompañera suya, nos escribió hace cinco años en relación al caso del cadáver encontrado en este mismo lugar, y eso nos hizo recapacitar sobre algo que en su día se nos pasó por alto: el hecho que un inspector prometedor como usted fuese apartado del caso sin más ni más. —Me encojo de hombros, con una mueca de extrañeza—. Eso me sorprendió mucho, la verdad. Por eso, sospechando de una posible obstrucción desde arriba, decidimos venir a ver el lugar de los hechos, para ver si podía haber quedado algo. —Sacudo la cabeza, con una angustia palpable—. Nada podía habernos hecho imaginar que encontraríamos lo que hemos encontrado…

Llego al lugar exacto desde el que hace un rato hemos visto el cadáver, y señalo en su dirección para que Govier pueda verlo también.

Ahí es donde está. Dios mío… Hay algo muy extraño en todo esto. En un primer momento, mi primer impulso fue avisar a la policía, pero entonces recordé cómo acabó esa vía de acción hace cinco años. Y lo he llamado a usted. —Me levanto el cuello de la cazadora. Una súbita brisa gélida corta a través de mis ropas, entumeciendo mi cuerpo. Levanto la vista hacia un cielo que presenta el aspecto de una densa nube de humo que gira, formando un remolino precisamente sobre nuestras cabezas. Respiro hondo—. Señor Govier, le seré franco. Hay algo que no me cuadra, y que me da muy mala espina: como bien sabrá, muchos de los que se involucraron de algún modo en el caso de hace cinco años han ido desapareciendo. Barret, Achard… Murray, que apareció muerto… Y luego está ese inquietante informe del doctor Bélanger, también desaparecido, por cierto. ¿El cadáver quedó completamente esqueletizado en menos de seis horas? —Miro al detective a los ojos, con una expresión que es a partes iguales interrogación y miedo abrumador—. ¿Qué es lo que está pasando?

Mi mirada se desvía hacia Sophie, que espera ansiosa en su silla, a pocos pasos de distancia. Le dirijo un gesto de asentimiento, intentando reconfortarla.

Mi colega Sophie tiene algo que compartir con usted. —Hago un gesto con el brazo en dirección a la chica, invitando al inspector a hablar con ella. Espero que involucrar a Vendela no suponga demasiadas preguntas que no podamos responder, aunque confío en que Govier nos crea.

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26/09/2016, 10:28
Arthür Guitry

Notas de juego

Belgeval, que me corrija Cusa si me equivoco, pero he repasado los post en que Estelle nos hablaba de sus pesquisas y me parece que dice del detective Murray que se suicidó, pero no que hubieran tatuajes en su cuerpo. Me parece que el único cuerpo con tatuajes que ha aparecido es el de la chica del estanque de hace cinco años (a falta de saber si esta otra chica los tiene también, claro...)

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26/09/2016, 13:43
Albin Govier

El policía apoyó sus brazos en la baranda del puente. Se inclinó y se volvió a poner derecho, un par de veces. Entornando los ojos.

Le costó unos largos segundos reconocer el cuerpo hundido y cuando lo hizo soltó un leve suspiro. Luego tomó aire mirando al infinito, al cielo, y se encendió un cigarro.

-Mañana alguien anónimo llamará a la policía, pero esta noche tomaremos fotos y muestras.

Salió del puente para continuar la conversación en la isla -había un banco de piedra cerca- y cuando Mats señaló su turno a Sophie, Govier la miró muy fijamente, con cierto toque de conmiseración.

Notas de juego

Tiene razón Aliosha, el cuerpo de Murray no estaba tatuado.

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26/09/2016, 15:22
Mats Bergstrøm

Notas de juego

¿EEEHHH? Vale, oficialmente estoy perdiendo neuronas. Al leer la pizarra en la que aparece Murray, por algún extraño motivo interpreté que lo de que todo su cuerpo estaba tatuado se refería a él TT_TT. Sorry, sorry y más que sorry. Cusa, edita, porfa.

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04/10/2016, 11:47
Albin Govier

Quedaron con Govier en volver a encontrarse a la una de la madrugada, en la puerta del parque.

El policía movería sus contactos para disponer del cadáver esa noche y hacer un estudio forense in situ, “extraoficial”.

Un coche patrulla con dos policías de confianza vigilaría la entrada y un forense le ayudaría a tomar fotografías y muestras.

Incluso valoraba la posibilidad de mantener el cadáver en ese sitio hasta que fuera descubierto “espontáneamente”. Quizá sería útil mantenerlo vigilado por si daba pie a nuevas pistas.

Pero todo eso habría tiempo de hablarlo esa noche.

Esa tarde Mats, Arthür y Sophie tomaron caminos separados.

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04/10/2016, 14:08
L'Hexagone

Tras ponerse al día y enterarse de que La Hiena acababa de morder otro hueso tan grande que quizá el periódico no podría tragar, Mats salió de L’Hexagone en dirección a la Casa Gresta.

Eran sobre las seis de la tarde, las nubes se habían ido y el sol pegaba todavía duro, resaltando los perfiles de las cosas.

Aunque la calle estaba a esas horas muy concurrida, apenas hubo revuelo cuando una Ducati Scrambler color bermellón se subió sobre la acera y paró ruidosamente al lado del periodista.

La chica que la conducía -que vestía pantalón de pana, suéter de pico color mostaza, camisa blanca debajo y corbata marrón, a juego con las coderas del suéter- bajó sin quitarse el casco con intención de dirigirse a Mats.

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04/10/2016, 14:12
Casa Gresta

Arthür estaba solo, haciendo algo incómodo, cuando llamaron al timbre de la casa Gresta.

Serían como las seis de la tarde y el sol entraba todavía fuerte, atravesando las cortinas.

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04/10/2016, 19:28
Mats Bergstrøm

El encuentro con el inspector Govier concluye con una despedida temporal, citándonos para volver a vernos a la una de la madrugada. Mientras tanto, Arthür, Sophie y yo acordamos separarnos para continuar cada uno con una rama de la investigación. Dado que ahora los posibles caminos a seguir se multiplican, decido que es un buen momento para pasarme por la oficina de L’Hexagone y ponerme al corriente de todo lo que haya pasado en mi ausencia. Me preocupan especialmente Jérôme y Vanessa, que estuvieron conmigo en el brindis maldito con Vendela. Afortunadamente, todo parece mantenerse en una relativa normalidad, a pesar de que la Hiena se ha metido en problemas considerables. Ninguna novedad. Algo que en otro momento me habría parecido preocupante, en estos momentos me parece casi refrescante. En ningún momento hablo a mis compañeros del cadáver del parque, y únicamente me refiero a mis últimas actividades en términos muy ambiguos, dando la sensación de estar disperso y no de muy buen humor. Aun así, es agradable recuperar una pincelada de cotidianidad.

Son las seis de la tarde cuando abandono la oficina para volver a casa. Tengo muchas cosas en la cabeza, y quiero aclararme cuanto antes respecto a qué pista seguir esta vez. Quizá por eso no me doy cuenta hasta el último momento de la moto roja que se sube rápidamente a la acera, arrancándome bruscamente de mis planes. La moto pasa tan cerca de mí que, por acto reflejo, inclino el cuerpo hacia un lado y levanto los brazos para protegerme la cabeza. No obstante, la moto se limita a parar un poco más allá, y su conductora se baja sin más. Perplejo, no sé cómo reaccionar, pero entonces veo cómo la mujer, sin quitarse siquiera el casco, empieza a acercarse a mí.

¿Quién eres? —pregunto en un tono de voz más agudo de lo que me hubiese gustado, mientras adopto una posición defensiva, atrasando una pierna y la mitad del cuerpo, con el corazón latiendo a toda velocidad. Mis ojos permanecen atentos a cualquier movimiento extraño, y estoy listo para echarme encima de esa tía o para salir corriendo a la mínima.

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05/10/2016, 09:15
Arthür Guitry
Sólo para el director

Aquella noche volvería a ser larga. Larga y terrible. Más aún si la chica del estanque era alguien a quien hubieran conocido. Mientras llamaba a la puerta de la casa Gresta y esperaba los segundos de rigor, Arthür luchaba con todas sus fuerzas contra el pensamiento de que el cadáver pudiera ser de la pequeña Montillet o de Ada Bytnar.

Volvió a centrarse en la pequeña. Debía ser alguien muy especial, como ya habían concluido en algún momento, si valía la pena todo aquel despliegue de magia que la mantenía velada en la memoria de todos. Pero aún así habían brechas aquí y allá: la intuición invencible de su padre en no dudar por un momento que existía; el descubrimiento posterior de la doctora Gibran recordando lo mucho que la quería. Volvieron a sus pensamientos las notas sobre ella que había en la pizarra de la caravana y trató de imaginarla, aunque fuera muy precariamente, con un rostro pecoso y ojos azules. Madura para su edad, probablemente muy lista (o así la pensaba Arthür) y especial... Hacer que olvidara quién era tal vez se debiera, en parte, a que de saberlo habría sido mucho más difícil utilizarla para lo que fuera que la quisieran: ¿la tendrían engañada acerca de quién era? Aún así, si la teoría de Geneviève era cierta también ella añoraría con fuerza a su padre: ¿tendría algún modo de tratar de encontrarlo con sus «dotes especiales»?

Se le ocurrió entonces algo que debía plantearle a Sophie, una especie de plan. Pero para seguirlo primero tendrían que averiguar que era seguro. Incluso estaba por no desvelarle a su amiga de qué se trataba a no ser que ella averiguara primero si era o no seguro. Era demasiado valiente y se sentía demasiado ávida por sentirse útil. Pero si tenía sentido lo que pensaba tal vez pudieran averiguar alguna pista fundamental.

Mientras pensaba en todo esto, Arthür buscó en la red la partitura de la música de Chihiro que se había propuesto aprender y aprovechó que estaba solo en la casa para comenzar a ensayar. Era tremendamente melancólica, pensó, más teniendo en cuenta toda la situación, e imaginaba a la pequeña Montillet, perdida, olvidada su familia, quién sabe sufriendo qué... Pensó en lo sola que se sentiría y deseó con todas sus fuerzas que fuera una chica valiente e inquebrantable. Deseó encontrarla, darle un abrazo, decirle que la llevaría con su padre y que todo iba a salir bien... Y acabó abrazado al chelo, sin poder reprimir las lágrimas que empezaron a rodar sin freno:

—«Señor, protégela de todo mal... Que esté bien, que esté bien, por favor...»

Entonces llamaron a la puerta.

Se sobresaltó muchísimo. Podrían ser Mats o Sophie, pues si pensaban que no había nadie en casa debían esperar los treinta segundos antes de entrar. Pero fuera quién fuera iba a tener que esperarlos igualmente. Arthür corrió al baño, se lavó la cara con agua fría y limpió sus gafas empañadas. Después se dirigió a la puerta lo más silenciosamente que pudo y miró a través de la mirilla.

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05/10/2016, 11:44
Casa Gresta

Distorsionada por la antigua mirilla, haciendo el efecto como si la cara se expandiera hasta ocupar todo el espacio de la lente, la cara de una niña de ojos muy expresivos y unos seis años sonreía frente a Arthür mostrando ampliamente su disparatada dentadura con una sonrisa burlona y traviesa.

Sonó un golpe llamando a la puerta, y de nuevo el timbre.

- Tiradas (1)
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05/10/2016, 12:11
Arthür Guitry
Sólo para el director

Debía tratarse de alguna vecinita. Tal vez hubiera visto que había inquilinos en la casa misteriosa donde nunca vivía nadie y se hubiera asomado a curiosear. Arthür respiró hondo un segundo, se erguió y cercioró de que había recuperado la calma y la normal compostura, y abrió la puerta con un gesto de curiosidad que arqueaba graciosamente sus cejas:

—Buenas tardes, señorita.

Se quedo mirando a la chiquilla esperando a ver por dónde salía.

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05/10/2016, 12:37
Cléo niña

La niña, delgada como un espantapájaros, se coló por un lado entrando en la casa con actitud evidentemente curiosa.

-Buenas tardes monsieur.

Me llamo... Cléo.

Y cuando ya estaba a punto de llegar al pasillo.

-¿Y tú?

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05/10/2016, 13:06
Ellisif Rudi

Habló en un noruego muy particular y de no ser por eso no la habría reconocido. La última vez que oyó esa voz era un poco más aguda, de niña, y ahora que tendría algo más de veinte años sonaba más armoniosa, como una fruta ácida que ha madurado perdiendo el amargor. Era Ellisif, aunque el padre de Mats la llamaba con su apellido: Rudi.

-No se si te vendrá.

Sin quitarse el casco, le ofreció otro a Mats.

-Sube y agárrate.

La última vez que Mats vio a Ellisif fue en una de esas cenas de Navidad llenas de cinismo, cuando su padre trataba de presentarse a la sociedad como alguien familiar. Rudi era hija de una prima muy querida de Lars que había muerto ahogada junto a su marido y su hijo mayor, Ricci, el hermanastro de la chica, tres o cuatro años antes de la fiesta. Su yate se hundió en una terrible tormenta que causó grandes daños en el norte, y unos pescadores encontraron su cadáver, muchas semanas después. Debido al accidente, que la dejó sola, la niña sufría “crisis psicológicas” por lo que a menudo era internada en clínicas mentales. Y cuando Mats la conoció, en un momento muy turbulento para él, ella apenas hablaba, arrinconada, con todo el mundo tratando de no llamar la atención sobre ella, temerosos de su inestabilidad.

Y aunque Mats no habló en toda la noche, la fina voz de su prima segunda y su noruego de las Islas Lofoten, que dejaba caer musicalmente el final de las palabras, llamó entonces su atención.

Y por eso ahora, más de diez años después, supo con certeza que era ella.

- Tiradas (1)
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05/10/2016, 13:14
Arthür Guitry
Sólo para el director

Arthür dejó la puerta abierta -no quería cerrar con la niña dentro, preocupado de que su madre o algún otro familiar desconociera dónde estaba y qué estaba haciendo- y la siguió hacia el interior. La adelantó para interponerse de nuevo entre ella y el resto de la casa, mientras negaba con la cabeza con un gesto algo teatral y chasqueaba la lengua para acompañar con el sonido su negativa:

—No es muy cortés no esperar a que te inviten a entrar, Cléo —dijo reprimiéndola pero sin que le abandonara una leve sonrisa. Algo le decía, por el titubeo de la niña, que ese nombre no era en realidad el suyo—. Me llamo Arthür. Pero dime, ¿vives en el edificio? ¿A qué debo tu visita?

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05/10/2016, 17:41
Mats Bergstrøm

La voz de la joven motorista se clava en mi cerebro del modo que solo lo hacen las cosas familiares. Solo tardo unos momentos en poner cara a esa voz: la de una niña de alrededor de diez años, solitaria y silenciosa al otro lado de una mesa. Luces de colores, música navideña y risas afectadas giran en mi cabeza en un remolino que me transporta a un momento concreto en el tiempo, algo antes de mi último viaje a París. Y entonces la recuerdo.

¿Ellisif?

Una inesperada alegría me embarga de repente. A pesar de que nunca tuvimos mucho contacto y de que nuestro último encuentro se produjo en tiempos difíciles para ambos, siempre sentí una especial afinidad por la prima Ellisif. Quizá fuera porque los dos éramos animales heridos, enfadados con el mundo y llenos de una tristeza que poca gente podía comprender. De hecho, ni siquiera intentaban entenderla. Éramos nosotros quienes debíamos acoplarnos a la realidad que nos rodeaba como si todo estuviese bien, debiendo preocuparnos por no incomodar a los demás con nuestra rareza. Y desde ambos lados de la mesa, en aquella cena de Navidad congelada en el tiempo, nos mirábamos con callada complicidad, prometiendo que no dejaríamos que el mundo nos transformara.

Pero la alegría solo dura un momento cuando, por el tono apremiante con el que Ellisif me insta a subir a su moto, entiendo que sucede algo. Un sudor frío me recorre la espalda al golpearme la súbita posibilidad de que ellos hayan llegado hasta mi prima. Aún es más… A medida que el tapiz de mi memoria se va deshilvanando y recuerdo la muerte de su familia por ahogamiento, empiezo a sospechar que quizás esto comenzase mucho antes de lo que pensaba. ¿Ella también está metida en esta pesadilla? Con el ceño fruncido como si estuviese realizando un cálculo matemático muy complicado, abro la boca para preguntar algo, pero no llego a hacerlo. Sin pronunciar palabra, tomo el casco de sus manos y, tras mirar en todas direcciones como acto reflejo, me lo pongo. Acto seguido, me subo a la moto detrás de mi prima, sujetándome firmemente a su cintura.

Vamos.