Partida Rol por web

Pulsando el botón del comunicador, Syrus comenzó con su verborrea habitual:

-Aquí Perroverde a Perroalfa y Cachorrillo Sudoroso. Misión completada, repito, misión completada. El vehículo está en nuestras manos. Procedemos a la recogida, repito, procedemos a la recogida. Estad atentos -a lo que siguen unos ruidos extraños hechos bucalmente por Syrus y que asemejan, de aquella manera, a interferencias.

Ignorando las bromas de Syrus, Sicks contestó al comunicador.
-Estamos a la salida del Hangar, recogenos. ¿Seldon?. Tenemos una cita a la que acudir. Y nunca me ha gustado llegar tarde.-

-Ya va siendo hora de que trabajemos un poco Ophara. ¿Crees que si nos dejamos a Syrus en este cubo de arena, se enfadara?- Bromeo Sicks, como pocas veces lo solía hacer.
-Tengo ganas de volver al espacio...-

- Jajaja, no sé si a él le importará, pero con su tendencia a disparar a todo en general, igual nos lo devuelven en un par de semanas. Vayamos a esa cita, ya miraremos las piezas después.

-Vaya hombre... Toma -dijo pagándole los 2 créditos a Seldon- Ya has oído, nuestro puntual-cual-cronómetro-imperial jefe requiere de nuestros servicios... Yo conduzco -y su expresión cambió a "esto sí que me gusta, muajajajaja".

Seldon se guarda sus dos créditos con una sonrisa. "tengo que acordarme de darle su parte a Sicks". Mientras se dirige a su asiento, Seldon contesta con seriedad a Syrus.

- Hay dos tipos de personas que se molestan si llegas tarde a una cita: unas son las inofensivas, que gritan y ya está, como Sicks; a estas se las puede molestar.

Seldon subió al asiento del copiloto y se abrochó el cinturón: aquello iba a ser movidito...

- Y luego están las personas que te hacen gritar A TI por haber llegado tarde; esas son las que es mejor no molestar. Y me da que nuestra cita es con algún miembro de este segundo grupo, o sea que más nos vale portarnos bien y ser puntuales: tengo cierto aprecio a mis pulgares...

Seldon aprovechó el viaje para contemplar un poco la fauna local (y para liarse un cigarrillo: ya está acostumbrado al "estilo de pilotaje" de syrus).

Sicks esperó junto con Ophara a que llegaran el resto de la pandilla.

Sicks y Ophara no tuvieron que esperar mucho. Syrus y Seldon llegaron montados en un deslizador que parecía demasiado bien cuidado para lo que era habitual en el planeta. Seldon fumaba tranquilamente, lo que no dejaba de ser extraño viendo la cara de satisfacción de Syrus, señal de que éste había puesto el cacharro al máximo, y le había gustado.

Ambos parecían satisfechos con la respuesta del deslizador.

Tuvieron que dejarlo allí, ya que había que salir de la plaza grande para comenzar a callejear entre los edificios que se apegotonaban como si quisieran resguardarse inútilmente de la luz. Entre ellos, uno entre tantos tenía sobre la puerta el cartel semiborrado de "Cantina", escrito a fuego de bláster en un madero en mejor estado que el anterior que habían visto. Sin duda, el antro de Jood Doota. Si no estuviera muerto, uno podría decir que nunca cambiaría...o quizá precisamente con más razón podría decirlo.

Jood Doota fue uno de los más conocidos matones de Tatooine en la era de la rebelión. Era humano, cualquiera lo hubiera creído, pero tan fuerte, arrogante y salvaje como un morador de las arenas. Era cosa de tiempo que terminase muerto, pero también era de esperar que su nombre inspirase algún recuerdo, y qué mejor que en forma de cantina. Doota nunca fue bueno con nada que no fueran sus puños, pero un familiar, o eso dice él, compró una cantina muy del estilo de Jood y la llenó con la clientela más vaga y rufián de Anchorhead, lo que ya era mucho decir.

Cuando entraron el ambiente se cargó rápidamente. Una enorme mezcla de razas de la galaxia con mirada aviesa y armas visibles como únicos puntos en común se desperdigaban ruidosamente por el pequeño lugar. El tabernero ocupaba el centro en una amplia barra circular. Dos camareros lo ayudaban con bastante menos brío que él, un humano bastante grande que perlaba de sudor su frente y de dinero y suciedad sus manos a partes iguales.

Tock entró en el deslizador, o más bien se dejó caer dentro, empezando a ser consciente de todo lo que le dolía de su maltrecho cuerpo. No fue difícil activar el aparato, ya que no lo habían apagado. Así que se limitó a quitar el percutor de estabilidad y el vehículo empezó a moverse por sí solo.

Escuchó un disparo detrás suyo que le hizo agacharse y el deslizador empezó a coger velocidad. En unos segundos los había perdido de vista, parecía increíble. Sólo escuchó una maldición entre el viento que comenzaba a soplar, y ahogada por él, se hundió en el olvido. El twi´lek tenía ahora otros problemas. Aunque se hubiera librado de la amenaza inmediata de muerte, no podía ignorar el hecho de que estaba sobre un vehículo que apenas sabía conducir.

Aunque resultase difícil de creer incluso para él mismo, el caso es que Tock había conseguido librarse de una muerte segura. Algo más tranquilo tomó conciencia de su situación y decidió que ante la insistencia de los dolores que recorrían su cuerpo, necesitaba atención médica urgente.

Divisó lo que parecía ser Anchorhead y decidió dirigirse allí. No sabiendo pilotar era muy arriesgado intentar llegar más lejos y existía la posibilidad de que sus heridas fuesen más graves de lo que parecían.

Mientras se dirigía hacia su nuevo destino, intentó recordar si había alguien allí que le pudiese ayudar.

Seldon se acercó a Syrus, sin dejar de observar todos aquellos seres, mitad carne de presidio, mitad carne de horca. Mantenía su mano derecha ligeramente cerca de su blaster: allí podía iniciarse una pelea en cualquier momento por menos de nada.

Menudo garito... ¿Y con quién debemos encontrarnos aquí, si puede saberse? Me da que no será una persona noble, culta y refinada...

Sicks observaba toda la sala buscando a alguna persona conocida, de parte del Hutt.
-Probablemente no. Será mejor sentarse, y esperar. Sed vosotros mismos...- Como siempre, esperaba que sus compañero tomaran posiciones donde creyeran que podrían ser mas utiles si se montaba una pelea. Mientras tanto, él, como cabeza mas visible, se fue notoriamente a sentar en alguna mesa libre, lo suficientemente visible para el resto de la cantina. Echado sobre una silla, observando la sala, y una mano sobre el blaster, languidamente. Esperaba poder ver, o que a él le viera, el contacto Hutt.

-Seldon, camaleonízate y no pierdas detalle de nuestro entorno. Y no te emborraches con la escusa, necesitamos unos ojos y oídos, no sacarte a rastras... -dijo añadiendo un gesto de disparo con los dedos de la mano y un guiño dudosamente cómico en el rostro.

A continuación siguió a Sicks y se sentó con él, colocándose en el ángulo muerto de la mesa, de espaldas a la pared y con la mayor visibilidad de la cantina. Espatarrándose visiblemente, llevó su mano relajadamente a su estimado blaster pesado, apoyándola con gesto despreocupado e inconsciente. Si alguien inadecuado se acercaba podía descubrir que la funda no aguantaría un disparo de su arma y el mismo proseguiría recto hasta su pierna sin siquiera necesidad de desenfundar. Sin contar que difícilmente desenfundarían antes que él, claro está...

- Recordad chicos, si veis algo sospechoso rascaros la barbilla con la mano derecha y si notais peligro, o que puede haber problemas, hacedlo con la mano izquierda. No quiero que vuelva a pasar lo mismo que con aquel Rodiano.
Tras decir esto Ophara se sentó en la barra de manera que podía ver a Sicks a su izquierda algo alejado. Intentó pasar desapercibdo... o al menos todo lo desapercibido que puede pasar un Mon Calamari en Tatooine.
- Mierda, qué calor.... Dijo para sí mismo

Seldon, como siempre, tiene pocos problemas para camaleonizarse en un bar; tras dar un par de pasos en dirección a la barra y tomar asiento, parece uno más de la selecta clientela que puebla el local.

Tras pedirse algo fresquito, se gira en su taburete para observar a los diversos clientes.

Vamos a ver... Uno de los tipos más buscados a este lado de la Galaxia, un matasanos que es más de lo primero que de lo último, un joven imberbe que no sabe dónde se ha metido, un viejales cuyo porte denota que es más peligroso de lo que parece... Lo normal, vaya; más vale andarse con ojo.

A pesar de que casi todos los ángulos muertos ya estaban convenientemente ocupados, Syrus fue capaz de encontrar uno entre la maraña de mesas y sillas y gente arracimada. Cuando el grupo se sentó, Seldon volvió a prestar atención a su cigarro y, al seguir la estela de humo que se confundía con las otras decenas más que había, creyó distinguir entre todos a un individuo que se parecía bastante al que aparecía en el holomensaje.

Cuando volvió a mirar a sus compañeros ellos le devolvieron la mirada y asintieron. También lo habían visto.

Era un hombre que parecía joven, con el pelo rubio peinado hacia atrás y barba. Llevaba una túnica blanca, como casi todos los humanos en este planeta, y tenía ojos...bueno, no se podían ver bien, pero llamaba la atención su expresión. Se movía y miraba como si estuviera en un jardín infantil, como si allí estuviera más seguro que en cualquier otro lugar. Aparentemente, no llevaba armas. Estaba acompañado por un rodiano que reía algo que le había comentado, y ambos bebían de una buena jarra.

Tock se levantó de nuevo y se acercó a los controles. Movió el corregidor de posición y desplegó los repulsores de guiado...pero se olvidó del botón de reajuste de balanceo. Un error tonto, excepto cuando uno no controla la velocidad exacta a la que marcha.

El deslizador frenó demasiado para el gusto del twi´lek, que se golpeó el estómago contra el panel de controles. Cuando levantó la vista, vio que se había acercado un poco, pero aún pasaría de largo si seguía en esa dirección. Lo más cerca que quedaría serían unos trescientos metros.

Tock no era tan inútil conduciendo, él lo sabía. No se le daba nada bien, pero girar no era tan complicado. Miró algo más detenidamente los controles, pero no distinguió nada. Aún así, le pareció extraño. El vehículo no se movía como él hubiera esperado. En todo caso, seguía el nuevo rumbo y la velocidad parecía más razonable. Calculaba que llegaría al punto más cercano de la ciudad en unos minutos, luego volvería a alejarse por el lateral.

Sicks se levantó y tranquilamente, cogiendo su copa, se acercó a la mesa del contacto. Se detuvo para que pudieran verle bien, y amablemente preguntó.
-Buenas caballeros, ¿Puedo invitarles a algo de beber?.- Su cara sonreia, pero sus ojos median cada movimiento, y eran oscuro como pozos, en las sombras sala.

Con la lección aprendida y con pocas ganas de seguir aprendiendo, Tock decidió que, llegado el momento, detendría el motor y se apearía, cubriendo la distancia final a pié.