Partida Rol por web

Como dijo Evea... estamos algo liados, pero veremos que se puede hacer.

Estoy seguro de que mis contactos podrían poner a Zoguejo en alerta. Conozco a la teniente Recta, y el padre de mi esposa, los seldarine la guarden, es el jefe de la guardia. -Me pongo serio, apoyando los codos en la mesa- Necesito pruebas sólidas antes del amanecer. Hadush, el jefe de la guardia me quiere ver poco menos que muerto,  pero sé que si razono con él me podrá ayudar, y Merryl está por la labor de apoyarnos... Pero desviar los pocos efectivos que hay en la guardia a esas tareas será muy complicado si no tenemos pruebas muy sólidas que lo demuestren. Nuestra mejor baza será hablar con el hermano Merryl cuanto antes. Si seguimos sus consejos, quizás podremos obtener un patrón de actuación. Luego podría conseguir algunos guardias de refuerzo... Si se demuestra que seguidores de Orkus quieren boicotear el festival... Tú intenta hablar con el paladín con el que hablabas por la mañana. Quizás no tenga demasiado trabajo, y le necesitamos. 

 La joven asiente, pero no puede evitar sentir angustia. Pruebas de peso. Gran parte de la información la había sacado con deducciones de enigmáticas respuestas de unos... entes que se habían esfumado en la nada.

 - Sin lugar a dudas, el caballero Elemmir, sería de gran ayuda... pero no obstante, su camino del orden quizás no le permita seguir sus benignas intenciones. Antes deberíamos lograr el visto bueno de sus superiores. Sin lugar a dudas, el padre Merryl es nuestra baza más fuerte.- Entonces hace una pausa antes de añadir.- Pero no será fácil persuadirle a él o a las autoridades. No tenemos pruebas fuertes o consistentes... aquellos ancianos, Theonil, ya no están. No sé que eran, pero tengo una sospecha de que... de que eran una ayuda divina, fueron enviados por el Caballero Rojo. Al parecer hace tiempo que aparecían y estaban allí. Estaban esperando a alguien, que les preguntara. Y me temo que ese alguien fuí yo. Luego desaparecieron y dudo de que vuelvan a aparecer. Lo unico que tengo es mi palabra, y el testimonio de varios parroquianos y del posader que me vieron hablar con ellos, pero nada más.

El guerrero seguía pendiente de la conversación entre Evea y Theonil, aunque poco a poco se iba centrando más en vaciar su jarra que en toda la historia que estaban contando.

Cuando haya que dar palos ya me avisarán.- pensó mientras apuraba la jarra de un trago

No lo dudes, Karlack. Necesitaremos tu escudo. - Theonil se estira en la silla  -Bien, pues en cuanto hablemos con Gaëlle hablaremos con Merryl.

- Qué alivio haber salido de ahí. Ahora sí, mientras caminamos contame ¿qué te llevó a encontrar este lugar?

Había llegado media tarde para cuando los cuatro aventureros terminaron de discutir sus asuntos, con nuevos planes que aliviaron sus preocupaciones y espíritu más ligero tras compartirlas con otros, se decidieron a ponerse en marcha.
En el último momento Theonil se dio cuenta de que era muy improbable que dejasen entrar al Centro a Evea y Karlack, si quería ir al templo, tendría que hacerlo sólo. Tal vez los humanos podrían aprovechar para hablar con Elemmir, de modo que Evea y Karlack apresuraron el paso para alcanzar a Gaëlle, dado que tenían la misma dirección, si el paladín seguía vigilando la entrada del burdel para evitar conflictos con los alborotadores.

Al salir de la posada se despidieron, Theonil empredió la marcha para atravesar la zona de entrada, que aunque concurrida distaba mucho del alubión de gente que tendrían que pasar los otros tres para cruzar la Plaza de la Feria. Habían alcanzado a Gaëlle al poco de salir, gracias al imponente aspecto de Karlack, podían sortear a la gente con facilidad, mientras la bardo no sólo tenía que evitar y apartar a la gente sino lidiar con las manos largas en las aglomeraciones de modo que hasta que sus amigos se unieron a ella avanzaba a la mitad de velocidad que ellos, aquello también sería una suerte para ella, dado que le permitiría recuperar el ligero retraso que las calles atestadas le habían causado.

 Apenas llegó al arco de entrada, donde el apurado guardia no pudo más que dirigirle un gesto de saludo, se alegró de no haberse hecho acompañar de sus nuevos amigos, la cola para que el guardia dijera que no podían pasar o admitir las credenciales de la gente parecía ser de varios minutos y las discusiones y protestas de quienes veían truncado su pretendido viaje turístico a Zoquejo parecían ser incluso mayores que por la mañana. Ni por un momento pensó que el guardia hubiera dejado entrar a Evea y Karlack, incluso si se hubiera mostrado dispuesto lo más probable es que hubiera estallado un alboroto bastante grande en el Arco de entrada con toda la gente que era rechaza y protestaba airadamente.
El ambiente en el interior de la ciudad era mucho más relajado que fuera, pero aún así Zoquejo estaba irreconocible con tanta gente en las calles, cada uno de los escenarios que atravesó en su camino al templo tenía más de un par de cientos de espectadores.

Cuando Theonil llegó al templo los coros habían terminado, le recibió un acólito, era un joven elfo un poco mayor (en términos élficos, en la práctica varios lustros) que Nasha, pero por lo que él sabía aún no había sido iniciado, no pudo reprimir un cierto sentimiento de orgullo por su pequeña, aunque un sabor amargo volvió a invadirle al pensar que esa extraordinaria capacidad era la fuente de los problemas que ahora tenía con ella y los unicornios. El joven le dijo que el Padre Merryl estaba descansando y no podía ser molestado en ese momento, el empecinamiento del aasimar, su porte serio e intimidante y su habilidad para transmitir lo oscuro de las noticias que traía no tardaron en vencer la reticencia del joven acólito, que fue a buscar a alguien más importante.

Un clérigo al que Theonil sólo conocía de vista y que se presentó como el hermano Eliaster, clérigo de Angharrad, le recibió en su despacho. Tampoco le permitió ver a Merryl, ni siquiera todo el esfuerzo social de Theonil pudo vencer sus recelos, lo que le indicó al investigador que los motivos del sacerdote debían ser ciertos. De acuerdo a su explicación Merryl seguía muy debilitado por el ritual del día anterior, incapaz de permanecer despierto durante más de unos minutos y con sus facultades cognitivas muy reducidas, incluso si consiguiera mantenerse consciente el tiempo suficiente para una conversación su capacidad como consejero y para decidir sería nula. Hasta, al menos, dentro de un par de días no sería de provecho de nuevo. Eliaster aprovechó, como quien no quiere la cosa, para mostrar su opinión de lo irresponsable que había sido semejante acto justo la víspera del Festival.
Tras convencer a Theonil de que si quería ayuda del templo, tendría que hablar con él, escuchó atento y con cierta preocupación su historia.

-“Una verdadera lástima que justo en éste momento lleguen esas noticias, esperemos que la urgencia que temes no sea tanta y tengamos tiempo de recuperar a Merryl y los recursos que usó ayer para antes de que haya problemas.
En cualquier caso, eso que me describes parece un eco de conjuro que puede llevar ahí mucho tiempo, quizá se refiera a algo que ya ha pasado. Hubo algunos problemas con demonios en el pueblo, hace bastante tiempo y quedaron resueltos. Con suerte, se referirá a ellos y el conjuro quedó ahí, sin desvelar en su día.

De todos modos esto compete más a Aleena y Hadush, mañana cuando haya pasado todo esto del Festival, porque ahora mismo estarán saturados, la verdad es que no hay día peor para intentar algo tenebroso a gran escala. Todos los guardias y buena parte de la milicia, toda la disponible para ser exactos, está permanentemente vigilando.
En cualquier caso alertaré a todos los iniciados para que presten especial atención, por desgracia justamente hoy nuestros poderes están bajo mínimos, no te haces idea de lo exigente que es el Festival en recursos. Y los conjuros que Merryl os prometió a ti y tus ayudantes justo hoy, aunque sean una recompensa más que justa por vuestros desvelos, nos han dejado aún más justos… También ayudaría que ciertos prebostes de la ciudad no considerasen su derecho natural recibir ayuda divina para superar sus borracheras y seguir atendiendo festejos” – Se le notaba profundamente contrariado con esto último, que Theonil suponía se refería a ciertos nobles del consejo, mientras que los asuntos de Merryl eran más una disparidad de criterio que algo que realmente le enfadase – remos que confiar en que todo nuestro potencial de protección convencional, que está desplegado en el Festival, sea suficiente.“estaremos atentos a cualquier cosa rara y, por si acaso, daré instrucciones a los guardias para que os permitan pasar si necesitáis curación para tus ayudantes. No puedo usar alegremente recursos mágicos, apenas nos queda suficiente para atender cualquier posible emergencia y aún se darán algunas de madrugada. Ojalá acabe pronto el Festival, para entonces podremos usar recursos más abundantes y poderosos en investigar esos datos, mientras tendremos que confiar en que todo nuestro potencial de protección convencional, que está desplegado en el Festival, sea suficiente.”

No eran las mejores noticias, pero al menos resultaba reconfortante saber que habría gente atenta, ciertamente, el sacerdote tenía razón en que algo a gran escala debería demorarse algunos días pues en ese momento, Theonil no podía dar más de cien pasos sin ver un guardia o miliciano. También era verdad que no podía ver un guardia o miliciano que no estuviera ocupado con uno u otro asunto.

El paseo hasta las afueras resultó un tanto agobiante, salvo para Gaëlle, que con la experiencia del último viaje desde el Arrabal a la posada, consideró que el nuevo camino era mucho más distendido y rápido; sin duda la presencia intimidante de Karlack, que conseguía camino para abrir la marcha sólo con acercarse a la gente con su masa de músculo y su coraza bruñida, permitía avanzar mucho más rápido de lo que sería posible en otras circunstancias, en particular de lo que la bardo habría -y había, en su camino de ida- conseguido.
Aún con todo tardaron cuarto de hora en llegar a las afueras, tiempo suficiente para que cada uno pensase en sus cosas; Karlack por un lado no podía dejar de pensar que lo que debería haber sido un trabajo sencillo y unos días de relax, se habían convertido, de repente, en un asalto a un almacén a espada y una extraña maraña de peligros indefinidos que no le dejaban un minuto libre y amenazaban con no hacerlo en algún tiempo; aunque el peso del nuevo oro en su bolsa, hacía que no pensase en protestar, de momento. Evea pensaba en qué podía decir a Elemmir, hablar con Aleena Recta le había parecido difícil tras pasar por debajo de su puesto y ver cómo atendía, simultáneamente, a cuatro personas mientras varias más, incluyendo un par de guardias y un acólito del templo esperaban su turno; y mientras la amenaza latente sobre Tianna no terminaba de reposar en un rincón de su mente e insistía una y otra vez en volver a primer plano. Gaëlle por su parte, a pesar de haber dejado un poco más atado el asunto de Notcha y Ásvaldr no se terminaba de olvidar de ello, Pía pasaba de vez en cuando por su pensamiento y con ella las sombras oscuras que acompañaban la reconciliación, a la vez no podía dejar de temer encontrarse con Adalbern y por encima de todo, subiría al escenario en menos de diez minutos y todavía no sabía qué se iba a encontrar.

Se despidieron justo delante del escenario, Gaëlle debería adentrarse entre la multitud para llegar al escenario, en el que una joven hermosa poco vestida y además no en la forma más modesta que su poca tela permitiría, deleitaba a una concurrencia formada sobre todo por vociferantes hombres que parecían encantados con la actuación, a pesar de que su valor artístico era muy limitado, con una cantante algo bebida de voz un poco estridente.
Mientras los otros tendrían que cruzar, campo a través, en dirección al burdel, un terreno que estaba más concurrido que por la mañana. Los manifestantes que clamaban contra ese negocio eran menos, pero más bulliciosos y, aparentemente, más enfadados.

Tras separarse de Gaëlle, recorrieron el espacio que les separaba de la carpa y la cordada que llevaba al acceso. Karlack, mientras seguía a Evea, no pudo evitar dirigir la mirada hacia los carteles muy bien dibujados de escenas, de eróticas para arriba, o a las señoritas que, escasamente vestidas, daban la bienvenida a los clientes a través del pasillo adoselado en gasa que llevaba hasta el interior.
Ellos se dirigieron hacia la cordada dorada que separaba la entrada de la gente, en particular de los vociferantes protestantes que clamaban contra el lugar, su protesta parecía haber quedado reducida a sus pegadizos eslóganes de rima fácil, aunque los gritaban con más contundencia que nunca y con un disgusto visible que amenazaba con estallar en violencia mucho más que por la mañana cuando Evea había estado.
Entre los vociferantes y el lugar de entrada de los clientes, seguían tres guardias, los mismos que por la mañana, según pudo apreciar Evea. Entre ellos Karlack reconoció al paladín que había curado a Evea y Theonil la noche anterior en el altercado en el almacén.

Elemmir tenía la armadura sucia, su aspecto era menos pulcro que otras veces que le habían visto; los otros dos guardias estaban incluso más maltratados, con algún desgarrón en la ropa e incluso abolladuras en las armaduras. La experiencia de Karlack le decía al guerrero que habían participado en una algarada en las últimas horas; Evea menos segura de los motivos de ese aspecto, también llegó a esa conclusión cuando su aguda vista captó restos de sangre que habían sido medio limpiados en una zona cercana a los bulliciosos manifestantes.
A la joven le pareció que la presencia del paladín ya no controlaba a la multitud como antes, estaban mucho más exaltados. Aún así se dirigió a ella con su habitual amabilidad y educación.
-“Buenas tardes, dama Evea, ¿Has tenido suerte buscando a Tianna? Por mi parte, lamento decir que no la he visto en toda la tarde. Aunque sé que si ha acudido a última hora este no sería precisamente un sitio al que se acercaría, de modo que es un dato preocupante.”

Tras separarse de Evea y Karlack, la bardo se acercó al escenario, sintiendo que el alma se le caía a los pies. La chica del escenario estaba siendo ovacionada de forma estruendosa por un montón de hombres con pinta de salidos, a pesar de que cantaba con una voz poco entrenada, estridente y algo desafinada mientras bailaba algo torpe por un ligero exceso de alcohol y sin más propósito que excitar; probablemente compensaba su escaso arte con ropa que enseñaba más carne de la que tapaba. El cartel de la posada, en una de cuyas paredes se apoyaba el escenario y en cuyo balcón estaban los músicos de acompañamiento, no dejaba lugar a dudas del tipo de taberna. La Falda de Retal, se llamaba, y por el dibujo del cartel, no es que fuese la pobre ropa recosida de una chica sin recursos, sino que los retales estaban puestos para revelar más de lo que una falda decente haría.

Por suerte, el acceso al escenario estaba aislado del público, evitando que pudieran acercársele y Gaëlle se metió rápida entre las vallas dejando a los más cercanos con la palabra en la boca, ya que no creía que tuvieran nada agradable que decir.
Cuando llegó al pie del escenario, probablemente la cara con la miraba a la “cantante” lo decía todo, dado que cuando un semielfo con buena planta y una sonrisa pícara en el rostro se acercó a ella para presentarse, lo hizo con palabras de consuelo:

-“Bienvenida, maestra Bellerose. Vuestra belleza es realmente deslumbrante y ese vestido os sienta como si hubiera sido hecho sólo para vos. Me alegra ver que no he invertido mal mi dinero.” – le dijo y, mirando al escenario siguiendo su conmocionada mirada hacia la chica medio desnuda, añadió – “cada una debe conseguir mover su espectáculo como puede. La pobre Athala no tiene una buena voz, ni habilidad con los instrumentos… habituales.” – el semielfo hizo un guiño travieso acompañando su comentario de dudoso gusto – “De modo que debe especiar su actuación con un poco de picante extra, para sacarse una buena bolsa. Permítame presentarme, soy Artheir Expósito, dueño de la taberna y mecenas de su actuación.” – con una florida y galante reverencia, se acercó, le cogió la mano y se la llevó suave y levemente a los labios; probablemente la expresión de Gaëlle no había mejorado, porque el tabernero siguió con palabras tranquilizadoras. –“No se espera de ti nada en particular, alegra esa cara tan bonita. Sólo que cantes; muy bien, por lo que tengo entendido y que actúes, cualquiera de tus espectáculos habituales servirá con seguridad. Sólo tu belleza será suficiente para mantenerlos tranquilos, de modo que no hace falta que hagas nada que te haga sentir incómoda.” – El hecho de que Athala hubiera terminado su actuación y se dedicase a recoger las propinas más jugosas personalmente, ¡usando su escasa ropa y su propio cuerpo como bolsa! hacía que sólo su inocencia innata permitiera calar las palabras del liante en su mente. Lo siguiente que dijo fue lo que consiguió calmar del todo sus nervios; ya que, al menos, le garantizaba que aquello no era ningún truco raro:
-“Bueno, querida, yo siempre pago por adelantado la actuación" - dijo pasándole un pequeño saquillo abierto con algo de oro y plata - "Parece que tu actuación anterior gusto mucho, porque los parroquianos exprimieron bien sus bolsillos. Me dicen que incluyese seis monedas de plata de propinas a mayores, la cantidad de plata que estimó el encargado de allí se quedó corta, poco habitual es eso. Como comprobarás éste es el pago base, luego te paso el cubo de las propinas o si quieres que te lo cambie en oro y plata, puedes pasarte en un rato o tomarte algo dentro, estás invitada, por supuesto. Ahora sube al escenario, y estate tranquila, tengo matones entre el público para evitar problemas, no les escuches, céntrate en el jaleo en si, cuanto más ruido, más les gusta. Aunque canciones picantes, harán que el cubo de propinas se llene más.” – El semielfo acompañó sus últimas palabras de ánimo y consejo de una sonrisa seductora y un gesto cariñoso colocándole el peinado un poco y un apretón en los hombros, para un momento después empujarla suavemente hacia las escaleras que subían al escenario. El breve atisbo que pudo echar a la taberna, cuando Athala pasó a su lado sin mirarla y se metió dentro, alejó cualquier idea de aceptar la invitación a entrar luego.

Mientras subía al escenario, entre silbidos y jaleos de la concurrencia… y un montón de comentarios que prefería no entender, oyó al semielfo dándole una última información.
-“En cualquier caso, hay una moneda de oro extra para ti por cada uno de éstos” – el semielfo hizo un gesto amplio señalando a su público – “que vaya desde aquí a mi otro negocio temporal. Por si quieres tenerlo en cuenta.” – concluyó con una sonrisa, que Gaëlle no pudo evitar sentir más lobuna que traviesa, mientras señalaba a lo lejos a una de las dos grandes carpas que había fuera del Festival. La del burdel. Mientras, no pudo evitarlo, miraba la carpa durante un instante, le pareció ver a Evea y Karlack allí, cerca de la entrada, con alguien.

Si había llegado hasta donde estaba era por mi insistencia. Un guerrero puede sajar bestias todos los martes, pero el arte de la burocracia era algo que dominaba y me aburría soberanamente. Fui pesado, alarmista, intimidatorio y negociador, pero no conseguí hablar con Merryl. Realmente sus esfuerzos resultaban inhumanos, y era algo por lo que debíamos estar agradecido. 

También estuve agradecido de que una persona seria me atendiera y priorizase dentro de lo legal mis súplicas.

Doy unas amistosas palmaditas al clérigo -Me alegra ver que aún quedan personas con cordura en Zoguejo. Pero siento disentir; esos ancianos estaban hablando de algo completamente actual, hermano. Las menciones a Lady Tianna son más que obvias según me contó mi compañera, el mismo Merryl nos confió en ese ritual aseveraciones que indican que Zoguejo puede estar en peligro. Me gustaría acceder a los archivos que se hayan podido recopilar sobre ese incidente hace varios años, interrogar a algún miembro de la guardia si siguiese vivo, y me gustaría que me dieseis vuestra interpretación de la profecía que obtuvimos. -Rebusco en mis bolsillos hasta dar con un pequeño cuadernito, donte tenía apuntado lo siguiente:

-Cuando el carcelero cautivo quede libre la cautiva podrá ser liberada.

Jugaréis en la ruleta el destino de los cautivos y el de vuestras vidas.

Los actos de los que conocen la profecía marcan la libertad de la cautiva.

Los actos de los que le acompañan marcan la libertad del carcelero

Eliaster mantuvo una mirada seria y serena. Su gesto era inexpresivo cuando respondió a las peticiones.

-"No mantenemos archivos de esas cosas en el templo. En cualquier caso, aquel tema quedó cerrado y zanjado. Justicia élfica. No creo que tengas suerte con los guardias. Sobre todo no tu, Theonil. Hadush se encargó de dirigir el tema, en lo que respecta a Zoquejo y la guardia. Es un tema del que ya no hablamos. Se solucionó y se enterró."

Theonil se dio cuenta de que era uno de "esos temas". Un tema que los elfos considerarían vergonzante. Los elfos eran muy de lavar los trapos sucios en casa, con una hoguera. Y después no volvían a hablar de ello. Decidió pasar al tema de la profecía mientras pensaba alguna alternativa. El elfo se quedó pensativo un largo rato, por un momento Theonil temió que se hubiera olvidado de él, a veces los elfos hacían cosas muy raras en lo que se refería al tiempo; sabía de elfos que se habían quedado pensando más de un día y cuando volvían en si, actuaban como si sólo hubieran pasado segundos. Por suerte no fue el caso, Eliaster mantenía atenta la mirada y un par de minutos después, llegó a ciertas conclusiones que se apresuró a compartir con Theonil.

-"Si esa profecía está relacionada con Tianna" - se notaba un cierto prejucio en la voz del elfo y Theonil recordó que Eliastar fue maestro de su prima en sus primeros años en el templo. Se decepcionó mucho cuando la chica eligió una semidiosa humana como patrona -"Y el eco de los ancianos también, me temo que está claro que nada de lo que prepares servirá. Interpreto que el carcelero puede ser un demonio de Orcus y si Tianna será liberada quedará libre dependerá de lo que la humana de piel oscura y tu hagáis o dejéis de hacer cuando llegue el momento. Interpreto también que alguien os acompañará y que de sus actos dependerá que los siervos de Orcus hagan aquello que es su voluntad. Interpreto que no parece que vaya a haber un asalto de la ciudad, al menos no hasta donde han visto los dioses." -

El elfo se quedó mirando a Theonil, aparentemente menos preocupado. Y añadió con una mirada tranquila y desapasionada:

-"No parece que haya un peligro inminente para ciudad como tal. Pero yo no despreciaría la importancia de la misión que la profecía promete. Dudo que Rillifane hubiera otorgado semejante don para ayudar a la sierva de una potencia como la que adora Tianna, algo más importante debe estar en juego. Algo de valor para él, para la ciudad o para sus siervos."

El contexto que se encontró no era para nada lo que esperaba. No tenía nada en contra de espectáculos como el de Athala, cuando se escenificaban con cierta creatividad los disfrutaba tanto como cualquiera. Pero ya había tenido malas experiencias con públicos como el que la cantante le había dejado. Esperaba que la seguridad fuese suficiente en caso de que las cosas se desmadrasen. Además, con todo lo que tenía en la cabeza, había confiado con encontrarse un público fácil,  una actuación tranquila.

Pero las cosas eran las que eran, no tenía sentido lamentarse. Dio vueltas a lo que haría mientras subía al escenario. Estaba claro que era lo que el publico deseaba, pero ella no estaba dispuesta a dárselo. No solo no quería hacerlo, sino que teniendo en cuenta lo que quería hacer en la actuación principal no podía permitírselo. Quería conseguir que el publico acudiese allí a escucharla, no fantasear con su cuerpo. Iba a tener que engañar al publico, y hacerles creer que lo que ella les daba era lo que realmente deseaban.

Por suerte llevaba años actuando. Se había encontrado antes con públicos así. Aquella incomoda audiencia era testosterona pura, al menos en su parte más ruidosa. Eso es lo que Athala le había dejado. Pero la testosterona no solo adoraba el cuerpo femenino. Necesitaba reconducir toda esa excitación hacia la descarga de adrenalina, la grandeza, el compañerismo. La experiencia de la batalla, de la victoria. Si tenía suerte el publico llevaría encima la cantidad adecuada de alcohol, no tanta como para volverse violentos, pero si suficiente para encontrar amigos inesperados en la gente que les rodeaba. Con un poco de suerte eso los volvería fácilmente impresionables a su repertorio de trucos.

Cuando llegó al ultimo escalón se detuvo, y respiró hondo. Su predecesora se había ganado al publico dejándoles ver que su objeto de deseo era asequible, que se dejaba querer. Ella necesitaba todo lo contrario. Necesitaba aparecer como como una mujer fuerte, inalcanzable, casi una diosa*. Trató de centrarse, de vaciar su mente de preocupaciones, necesitaba mostrar con claridad firmeza y determinación.

Este era un momento para el espectáculo, no para la música. Athala se los había ganado así, y ella iba a hacer algo parecido. 

Cogió el laúd, cerró los ojos un segundo, y se imaginó un publico diferente. No una jauría de borrachos sedientos de sexo, sino un ejercito que acababa de volver de la batalla, que festejaba la victoria. Volvió a abrirlos y con paso firme completó el camino hasta colocarse en el centro del escenario frente a ellos.

Caminó con zancada larga, erguida, con la mirada alta. Levantó el brazo señalando que se callasen. Dio un vistazo general a la multitud, sin miedo a establecer contacto visual con quien se cruzase, sin escuchar lo que pudiesen decir. Sin dirigirse a ellos empezó a tocar. Rápido al principio, solo con el laúd, frenando después mientras comenzaba a cantar, amagando con una canción suave, tratando de mantener durante algo de tiempo el silencio, para pocos segundos después acelerar bruscamente, subir el volumen y tratar de llevar la intensidad al cielo.

A partir de ahí su espectáculo fue rápido, intenso, furioso. No importaba que en ocasiones fuese tosco o que algunas veces la música no luciese lo que debía. Lo que importaba era no bajar la intensidad. Se mantuvo durante dos tercios del concierto apelando al publico para corear estribillos, repitiéndolos una y otra vez, limitándose a interpretar canciones heroicas y patrióticas que la mayoría pudiesen conocer, tratando de imprimirles más revoluciones de las que correspondían. Enlazando las canciones con discursos enaltecedores acompañados de todos los fuegos de artificio** que fue capaz de realizar. Athala había triunfando al apelar a su lujuria, y ella lo haría apelando a su ego y su sentido de la hombría. Mientras interpretaba intentaba mostrarse autoritaria, como un general lanzándolos a la batalla. No quería que viesen a una mujer, sino a una guerrera. Siempre erguida, con la espalda recta, la cabeza alta. Los quería saltando, levantando los puños, coreando abrazados. Cansados, los quería cansados. Si al negocio de Artheir eso no le venía bien no le importaba lo más mínimo.

Y cuando le pareció que lo había conseguido empezó a bajar el ritmo. Durante el ultimo tercio del concierto fue bajando la intensidad despacio, manteniendo las temáticas y el estilo de canciones, pero cada vez más despacio, suavizándose, incluso pareciendo más pequeña y delicada***, hasta terminar casi susurrándolas. Tratando de terminar con un gran silencio. 

Cuando acabó, antes de retirarse, o recibir aplausos o abucheos, se dirigió una ultima vez al público. Esta vez hablando con suavidad, sin música ni efectos acompañándola. 

-No ha salido tan bien como me habría gustado - se disculpó - pero espero que la hayáis disfrutado. Si os ha gustado, u os habéis quedado con ganas de más, os invito a acudir durante la puesta de sol a la que daré en el escenario principal. Va a ser especial, muy especial, muy diferente a esta... y a cualquier cosa que hayáis visto en el festival. Os lo prometo. 

- Huí mucho tiempo de un grave peligro que me asoló durante mi infancia. Después decidí enfrentarme a él y mis últimas pistas me trajeron hasta aquí.

Ahora este peligro ha sido abatido, y ya soy libre para desarrollarme como mujer, como elfa y como guardabosques. Mi interés ahora radica en aquello que dicen llamar Unicornio, y también en los extraños sucesos que están pasando en ese bosque.

Y tú, que te ha traido por aquí?

  Los labios de la muchacha dibujan una sonrisa ante las palabras del caballero, a pesar del tedioso trabajo que tenía entre manos, Elemmir era capaz de mantener el control y la compostura.

 - Gracias por vuestra preocupación, caballero Elemmir.- Dice sincera a modo de saludo.- Ciertamente, el señor Theonil me ayudó mucho con su aviso. Al acudir a esa posada pude descubrir cosas, información muy importante.

 Acercándose unos pasos para guardar un poco de confidencialidad ante lo que tenía que añadir.

 - Me alentaron de que Zoquejo está ante un peligro inminente.- Dice con tono un tanto lúgubre.- Es por eso que acudo a vos, caballero. Si pudieráis prestarme unos instantes, de nuevo, le pondría al corriente.

Pero será melón... ¿es que no lo ves? Y por encima tendré que molestar a Hadush sobre el asunto... Veamos si no me corta los brazos en el proceso.

Me revuelvo hastiado en el asiento, y con los brazos cruzados digo, en tono casi fúnebre:

La relación es más que clara, hermano Eliaster. Rillifane no habla de un acontecimiento directo; no vendrás hordas de no-muertos a llamar a nuestra puerta. Se está orquestando algo desde dentro de la ciudad que atraerá el peligro, y seguramente tenga que ver con uno de los símbolos más sagrados del dios: El unicornio. No podemos parar la celebración, es obvio. No hay motivos ni pistas suficientes para realizar algo tan atrevido. Pero en cualquier caso, cualquier dato, por triste para nuestro pueblo que sea sobre el anterior incidente, permitiría encauzar nuestras investigaciones para conseguir algo más tangible... o descartar el problema para siempre nos sería de grandísima utilidad, y prometo guardar la más estricta confidencialidad sobre el accidente. Quizás cuando la sombra de Orcus no amenace Zoguejo tendremos tiempo para el pudor y el olvido.

El público recibió a Gaëlle con una estruendosa ovación, aunque ella evitó con éxito centrarse en escuchar qué decían exactamente al ovacionar y se quedó sólo con el calor y la emoción que despedían.

La actuación en su conjunto salió bastante bien, todos sus esfuerzos por manipular las emociones de sus seguidores fueron infructuosos, pero parecían suficientemente contentos con la calidad de su música y su canto, aunque sobre todo con su belleza, por más que no la mostrase en exceso.
La mayoría recibía los cambios de ritmo y los conjuros de Gaëlle con emoción, aunque no la que ella esperaba, trató de seguir aislándose de los gritos del público que prefería ver a la altiva e inalcanzable Gaëlle como una dominatrix a un ejemplo y a la pequeña y frágil como alguien a quien proteger de unas formas que a ella no le parecían muy protectoras.
El resultado fue una actuación un tanto agridulce, para las dos partes, no podía decir que el público no se hubiera divertido, todo lo contrario, pero era bastante obvio que, en su mayoría, había esperado que la bardo mostrase una faceta más sexy. Para Gaëlle, aunque era obvio que su público lo había pasado bien y que algunos habían disfrutado mucho de sus canciones y sobre todo de su música, era aún más obvio que nadie había captado su planteamiento, que su apuesta de arte arriesgada no había sido entendida por los que gritaban contentos con una actuación que sólo estaba en sus propias cabezas y no tenía nada que ver con la que ella pretendía. Por un momento entendió perfectamente a los mimos que le habían precedido en el espectáculo anterior, aunque al menos a ella le jaleaban y aplaudían mientras se retiraba… aunque considerando algunos de los jaleos que le dirigían, tal vez fuera mejor que la silbaran.

Mientras bajaba del escenario con prisas evitando algunas manos de tipos que trataban de encaramarse al escenario para darle personalmente una o dos monedas de oro, se cruzó con un par de chicas vestidas con un montón de pañuelos de seda que sólo dejaban ver los ojos y que eran el siguiente espectáculo en aquel escenario.
Tuvo el tiempo justo para adecentarse después de la actuación y calmar un poco los nervios que no podía evitar sentir ante una actuación que había llegado a producirle tensión en algunos momentos, sobre todo al final, aunque los matones de Expósito habían hecho su trabajo de maravilla. Terminaba de secarse cuando Artheir se acercó con su sonrisa pícara y un cubo de latón no tan lleno como el que había conseguido antes.

-“Bueno, cielo, no puedo decir que haya sido el mejor resultado con las propinas del día, aunque no está mal en general, no es mucho para una artista de tu talla.” – dijo mirando triste el cubo – “Me temo que no tengo el público adecuado para valorar tu arte, personalmente creo que ha sido una apuesta muy arriesgada y rompedora, lástima que no hayas llegado hasta ellos, pero eso era casi imposible. No creo que la actuación de antes te haya favorecido en absoluto.”
-“Parece que esta vez la gente a la que pago para localizarme artistas no ha hecho del todo bien su trabajo, para mi que no fueron capaces de ver más allá de tu excelsa belleza. Este no era un trabajo para ti, definitivamente. Lo siento, no sabía que tu espectáculo era tan vanguardista, si lo hubiera sabido no habría pedido tu actuación para mi escenario al comité de festejos, me fié de mis referencias.” – el tabernero/proxeneta parecía sincero y su sonrisa franca y amable, pero las circunstancias que le rodeaban hacían que incluso la inocente Gaëlle no pudiera evitar sentir una cierta sensación de estar ante una araña en su propia casa.
-“Si quieres que te convierta las monedas a oro, tardaré un rato pásate dentro de media hora o si lo prefieres, te invito al algo en la taberna.” – el semielfo había hecho un gesto levantando el cubo y otro más señalando a la Falda de Retal, cuya puerta estaba a unos metros de ellos, más allá del área cerrada para los artistas que subían al escenario.

La totalidad de la recaudación no había sido mala, pero tampoco tan buena como Gaëlle había llegado a ilusionarse. Que el Festival resultase provechoso pasaba a depender totalmente de la actuación estelar. Al menos en lo que se refería al tema económico, dado que la inversión de la poción había sido grande.