Partida Rol por web

A Rogen le extrañó mucho la reacción de Raenar. Él por lo menos estaba más que de acuerdo con Chispas.

-Pero bueno. ¿Quién ha dicho que lo vamos a dejar aquí? Si precisamente he preguntado por la dirección del tipo para decirle un par de cosas. Él no habrá lanzado la bola de fuego, pero me la jugaría a que sabe quién más está detrás de esto y nos podrá indicar al cabrón ese. Por no hablar de que parece tener la dichosa piedra. Se la quitamos, se la damos a las autoridades y así ya no habrán más inocentes en medio de esa persecución. Si por el camino además rebajamos un poco la criminalidad de Aguasfrías mejor que mejor.-

Lia observó en silencio la reacción de Renaer. Ya desde las menciones a Dalakhar, a la piedra y a su padre se le notaba raro. Era la primera vez que lo veían airado, acostumbrados a su tono despreocupado... a veces tan despreocupado que ponía de los nervios. La otra faceta aún no la habían visto.

 - Ya le dije en su momento a Mirt que el arquetipo de héroe no es el mío. Me es indiferente que me echen en cara el discursito del bien mayor -suspiró y se recostó sobre el respaldo- pero no culpo a Renaer por su reacción. Al fin y al cabo, él ha puesto bastante confianza en nosotros y disposición desde el inicio -añadió mirando hacia Rogen, que parecía el más extrañado por la situación.

- Si Beatrice me hubiese escuchado, seguramente también me tiraría de las orejas. Lo raro es que no lo haya hecho Ax -terminó diciendo en medio susurro.

En contraposición, sonrió ante la reacción de Elaziana. No le extrañaba ni lo más mínimo y no tenía ninguna intención de desafiar su mirada decidida. Escuchó con atención las palabras de Remalia. Se notaba que era una elfa con años sobre sus espaldas y con la calma y claridad que tanto le faltaban a Lia (según sus padres). Le provocaba un cierto sentimiento de admiración.

 - Abrazar la causa... -meditó unos instantes esas palabras.

Pensó en lo que le dirían Lav o Rabi. Sus amigos estaban abrazando la causa. Lia no quería quedarse fuera de ese abrazo. A quién no le agrada un abrazo.

 - Por la gracia de Corellon... -frotó las sienes- Nos vamos a meter en todo el fregao, ¿verdad? Admito que les tengo ganas a los desgraciados que han hecho sufrir a Uve y que casi explotan nuestra casa -miró a Remalia y asintió- Cuéntanos lo que sepas, por favor.

Remalia mantuvo su sonrisa al escuchar a los jóvenes aventureros. La elfa lanzó una fuga mirada de soslayo hacia la puerta del saloncito. Quizás tuviera la esperanza de que Renaer fuera a volver, pero no tenía pinta de que el noble fuera hacerlo.

—Renaer no es sólo de los que abrazan la causa, sino que es de lo que han hecho de ella su vida. No os preocupéis, se le pasará. Así que no se lo tengáis en cuenta.

La elfa se untó un poco de queso en una rebanada de pan.

—Ahora mismo no puedo deciros nada más relevante de Urtsul. No creo que él sea el impostor del que hablaba Maxeene, aunque no descartaría que tengan relación. Pero bueno, dadme un par de días y seguro que acabo dando con él. Es más fácil buscar a alguien cuando tienes un nombre que cuando tienes una descripción.

Las cejas de Uve se alzaron para expresar en su rostro una mezcla de escepticismo e incredulidad, una pizca de desconcierto y un leve matiz de irritación. No se consideraba una experta en oratoria, tampoco una sabia a la que todos podían pedir consejo -principalmente porque no todos querían escuchar el consejo de nadie, sabio o no sabio-, pero sentía que nadie había entendido lo que quería decir. De modo que no añadió nada más tras el repentino exabrupto dramático de Raenar.

La sacerdotisa se frotó el pómulo con un dedo, intentando sobreponerse. Todos pensaban que era una idea genial enfrentarse a dos clanes criminales por algo que ni les iba ni les venía. Ya habían aclarado que el atentando a la posada había sido circunstancial y un daño colateral, ¿de verdad querían meterse en semejante pantano, por mucha ayuda de los Halcones que tuvieran? Reflexionó sobre su propia causa, ¿pretendía Uve acabar con el mal de esa forma, persiguiendo criminales que no durarían en abrirte la garganta o lanzarte una bola de fuego a la mínima?

No, se dijo; ella estaba allí para ayudar a las personas, para que tuvieran un descanso tranquilo y pudieran cumplir sus sueños. No era una guerrera, ni una santa, ni una mártir. ¿Qué diría su maestro al respecto? Él había sido un aventurero antes de retirarse a la vida contemplativa y le había inculcado el conocimiento que poseía. Era sabio y era su experiencia en la vida lo que le permitía saber todo lo que sabía.

¿Necesitaba Uve ese conocimiento para crecer espiritualmente y seguir ayudando a las personas? Quizá, desde esa perspectiva, se sentía más tranquila que con la idea de meterse a cuchillo contra criminales. Para eso estaban los Halcones, las fuerzas del orden público y locos como los Caracolas.

No dijo nada y comió un poco de su plato, sin mucho entusiasmo. Ayudaría, pero no daría su vida por una causa en la que no tenia fe.

 - Por una vez tal vez sea yo quien tenga que invitar a Renaer a pastas -añadió en tono de broma mientras mordisqueaba distraída.

Asintió ante Remalia. Aunque fuese una miembro relevante de los Halcones, eso no la convertía en una máquina de dispensar información.

 - Claro, no creo que nos aburramos estos días. Estaría bien hacerles una visita a los jefes -dijo hacia los demás- para contarles también lo que sabemos... Y tal vez vaya al estanque de los patos, hace tiempo que no voy -añadió para sí misma en medio susurro.

 - Ah, que no se me olvide, ¿qué tal os lleváis los Halcones con el detective del Callejón Cráneo de Trol? ''El Ojo del Tigre'' se llama el local. Ese tipo tiene información que no nos quiso dar, bueno, que nos quería cobrar. Si podéis sacarle algo, seguro que es de utilidad.

Elaziana hizo un movimiento de quitar importancia con la mano.

—¡De acuerdo! Muchas gracias, Remalia.  —asintió a Lia —¡Sí! Me parece bien. Seguro que a los Vigilantes les interesa saber todo esto. ¡Seguro que nos pueden ayudar! Me pasaré a la vuelta y esta noche en la cena ponemos en común todo lo que tenemos.

Hubiera bonito que tuvieran información sobre Urtsul ya, demasiado bonito. Pero bueno, al menos seguro que Remalia les conseguía algo. Mucho más de lo que cualquiera de ellos, salvo quizás Lia, podrían sacar.

-Bien. Pues por el momento parece que poco podemos hacer salvo esperar. Agradecemos mucho la ayuda que nos prestas. Y también la de Raenar, se ha portado muy bien con nosotros. Por favor, dile que si le hemos ofendido le pedimos perdón. O por lo menos yo le pido perdón-No quería hablar tampoco por los demás.- Si necesitas ayuda con alguna cosas sabes donde estamos.-

No hizo ademán de marcharse, porque no quería poder a los demás en la tesitura de hacerlo si no habían terminado. Pero sí que dejaba bien claro que a él no se le ocurría nada más que preguntar, y podían marcharse si los demás estaban de acuerdo.

—No sé quién es—respondió Remalia a la mención del detective de El Ojo del Tigre—. No tengo la costumbre de trabajar con agentes externos. ¿Os quería cobrar por la información? ¿O por investigar el caso? Me llama la atención que un detective mercadee directamente con información. Aunque puedo entender que quiera asegurarse el trabajo y algunos ingresos.  A todo esto, ¿qué cantidad de dinero os estaba pidiendo?

 - Vincent Trench, igual el nombre te dice algo. Ni quisimos saber cuánto pedía, pero no pensaba darle ni un cobre -respondió Lia con firmeza- Vimos que habló con una testigo y queríamos saber qué le había dicho esa testigo, no le pedimos que investigase nada. Mi fallo fue pensar que luego podríamos hablar personalmente con esa testigo, no fue el caso. No le culpo por querer hacer negocio pero eso no quita que, como vecina asustada por un atentado en frente de mi casa, no me gustase el gesto.

Encogió los hombros.

 - Nos comentó sus sospechas acerca de la víctima y sus perseguidores, pero no llegó a decirnos si él sabía o si la testigo sabía quién lanzó la bola de fuego -arrugó la frente y dio un trago de la bebida- Después de todo lo que hemos averiguado y aun así no tener ni idea de quién fue el culpable... Me niego a ir a verle de nuevo. Ni a invitarlo a un teórica cena social de vecinos del Callejón. Aunque tal vez sepa algo que nosotros no y por eso te lo comentaba, Remalia.

—¿Pretendes que le pague yo las monedas que tú no has querido darle?—preguntó la elfa con una sonrisa irónica—No creo que podamos averiguar algo. Veré si podemos hacer algo pero no esperéis nada.

Todos los asuntos importantes estaban ya dicho, así que la elfa y los aventureros comieron más relajados mientras hablaban de qué harían. Uve fue la primear en comentar que debía (y quería) ir a ver a Lazzaro, su mentor. Lia de forma críptica dijo que tenía que tocar una par de puertas solas. Elaziana dejó a todos un poco descolocados diciendo que quería informar a la Orden Vigilante de Magos y Protectores sobre los avances en la investigación, pues se suponía que los Vigilantes les habían dicho que no hicieran nada. Ax y Rogen se miraron con una sonrisa y anunciaron que ellos harían el esfuero de irse a vigilar a la taberna por si algo pasaba. Un gran esfuerzo. Renaer, tal y como había previsto Remalia, no volvió.

Tras terminar de comer, los Caracolas se despidieron de la elfa y se separaron. Se verían más tarde en la taberna.

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