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El Golpe de los Dragones 3 - Bola de Fuego

7.3. Visitando al mentor

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02/05/2025, 15:28
El Amo del Calabozo

Veatrice sonrió con nostalgia cuando llegó a las puertas del pequeño templo de Alasia que había en el distrito Marítimo. Ese lugar fue su primer hogar que tuvo después de vagabundear, era imposible no sentir cariño por él. Con los sentimientos a flor de piel, la joven entró en el interior del edificio. Seguía igual que como lo recordaba. Los no muy frecuentes templos de Alasia eran lugares silenciosos y con poca iluminación que invitaban al recogimiento y el descanso. Un lugar que invitara a los fieles a tener buenos sueños.

Había un par de feligreses sentados por separado en sendos bancos, rezando. No era Alasia una diosa que atrajera un gran número de fieles, pero precisamente por eso su clero entendía la importancia de su labor. Veatrice vio a un novicio encendiendo las numerosas velas que le daban esa tenua luminosidad al templo y volvió a sonreír. ¿Cuántas veces le había encargado el propio Lazzaro esa tarea? La joven avanzó hacia él acólito, se presentó y preguntó por el anciano sacerdote. Tras saludarla la condujo a las dependencias del templo, donde vivían los sacerdotes de Alasia y la llevó a la habitación de Lazzaro.

El anciano sacerdote indicó que pasaran cuando llamaron a su puerta, estaba sentado en su escritorio escribiendo algo. Pero cuando se giró para ver qué ocurría y vio a Veatrice, sonrió ampliamente, dejó la pluma en el tintero y se levantó para abrazar a su pupila. 

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02/05/2025, 15:40
Lazzaro

¡Veatrice! ¡Querida! ¿Cómo estás?—la saludó cariñosamente.

Lazzaro y Veatrice habían partido juntos de Aguasfrías para hacer un peregrinaje por Benerluxia ayudando a aquellos que tenían malos sueños. Juntos llegaron hasta Fuerte Antares donde el anciano tenía unos libros que entregar. Después se separaron, Lazzaro volvió a Aguasfrías y Veatrice continuó su viaje visitando las ciudades del oeste y el norte de Benerluxia

Tienes mala cara, hija—al viejo sacerdote no se le escapaba una—¿Has estado durmiendo bien? Bueno, espera, vamos a la cocina. Ya sabes que no es mucho lo que tenemos, pero seguro que no me dirás que no a una infusión.

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16/05/2025, 10:49
Veatrice "Uve" Borgogni

Veatrice se sintió, después de unos días de ajetreo, tranquila y en paz. Todo el cansancio se evaporó al reencontrarse con Lazzaro después de tanto tiempo. Intentó que la emoción no se desbordara de su pecho, los acontecimientos se habían sucedido deprisa y habían estado desprovistos de la calidez que ella siempre había buscado en la compañía de los demás.

-Han pasado muchas cosas -dijo con la voz quebrada, pero la infusión le calmó los nervios-. Llegué a Aguasfrías hace unos días y sí, he tenido algo de trabajo por la ciudad. Pero quiero que me cuentes, ¿qué has estado haciendo tú?

Le dedicó una sonrisa amable al tiempo que reflexionaba sobre cómo podía contarle todo lo que había sucedido desde su accidentada llegada, la explosión y la posterior investigación de las Caracolas. Escuchó a su maestro y luego procedió a contarle, con todos los detalles posibles, todo lo que había pasado, desde la muerte de Campanera hasta la visita que tuvo en la mansión de Villa Ulbrinter.

-Así estamos. Y yo no sé muy bien qué estoy haciendo persiguiendo delincuentes -comentó pasándose la mano por la cara.

 

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16/05/2025, 19:27
Lazzaro

Nada interesante. Me he encargado de la capilla y los fieles—explicó Lazzaro mientras le preparaba la prometida infusión—. Águeda se ha marchado a Cheslavia a visitar a su familia y Luuk no está en disposición de tomar este tipo de responsabilidades.

Veatrice conocía a Águeda, una mujer algo más joven que Lazzaro. Mientras que el viejo sacerdote era un hombre más pragmático y terrenal (y así se lo había enseñado a Veatrice), la mujer afrontaba su fé desde un cariz lleno de misticismo. El nombre de Luuk no le sonaba de nada. Debía ser el acólito con el que se había encontrado.

El clérigo le entregó una taza a su pupila, se sentó con ella y la escuchó con atención.

¿No te vale como el hecho de estar haciendo lo correcto?—dijo con media sonrisa en el rostro—. Estás más que preparada. Si no lo estuvieras, lo único que estarías demostrando es que he sido un mentor pésimo.

Lazzaro rió entre dientes, antes de hablar con un tono enigmático.

Puedo darte una respuesta mejor. Estás siguiendo el camino que te muestra Alasia—el hombre bebió un trago de su infusión—. ¿Sabes Veatrice? Todos los que servimos a nuestra señora recibimos algún mensaje suyo a lo largo de nuestras vidas. Unas veces llega antes y otras después. Pero no es algo que se dé con mucha frecuencia. Tú, hija mía, eres especial. Alasia te ha estado hablando continuamente desde bien pequeña. Y me alegra comprobar que lo sigue haciendo.

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18/05/2025, 19:00
Veatrice "Uve" Borgogni

Veatrice escuchó en silencio. La sonrisa de su mentor, el tono cálido, incluso el nombre de Alasia pronunciado con respeto, todo debería haberla reconfortado. Debería.

-Creo que no se trata solo de estar preparada. Ni siquiera de que Alasia me hable. ¿Por qué soy yo quién escucha? ¿Por qué este camino y no otro? No persigo delincuentes por las cloacas; ayudo a la gente. No soy combatiente, quiero proteger. Las autoridades están por algo, ¿quién soy yo para hacer el trabajo de otro?

La duda que la consumía no era la inseguridad sobre sus capacidades, sino la incertidumbre sobre el propósito. Lo que la inquietaba era la posibilidad de estar caminando sin saber realmente hacia dónde, solo porque otros le aseguran que ese era el rumbo que tenía que tomar. No dudaba de Alasia, ni de su mentor. Dudaba de sí misma.

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18/05/2025, 21:08
Lazzaro

Lazzaro miraba con ternura a Veatrice mientras esta desahogaba sus dudas.

Hace muchos años, mientras perseguía a un devorador de sueños llegué a Rhovesia. La región no estaba pasando un buen momento. La mayoría de los Custodios Azules habían desaparecidos y la iglesia de Kurnah había deslegitimado la autoridad del conde Farias. Encontré a la criatura, acabé con ella, pero no pude marcharme. Me toco ver de primera como el apóstol Korven daba el golpe de estado y se hacía con el control de todo. Las autoridades intentaron hacer su trabajo, pero no sirvió de nada. Fracasaron. Y mucha gente lo único que hizo fue mirar a otro lado.

El sacerdote bebió un poco más.

Has dicho que quieres proteger a la gente, pero proteger implica reaccionar. Si detuvieras al que hace daño a la gente, no tendrías que protegerlos, ¿no lo crees?. Así que ahora vayamos al fondo del asunto—entonces el anciano la miró con cariño y preocupación—. ¿Qué es lo que te detiene, hija mía? ¿Qué es lo que atenaza tu alma? ¿Qué te hace sentir a la deriva? Yo siempre veo a la niña que conocí en las calles, pero hoy la veo más que nunca.

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19/05/2025, 10:05
Veatrice "Uve" Borgogni

Veatrice bajó la mirada por un momento. Las palabras de Lazzaro le pesaban en el pecho como esas piedras que se hunden en el mar y ya no vuelven a salir.

Creo que lo que me detiene es el miedo —admitió, con una mezcla de vergüenza y alivio—. No al peligro, ni siquiera a morir. Eso lo conocí desde muy pequeña. Tengo miedo de convertirme en lo mismo que quiero detener. De cruzar una línea sin darme cuenta. De usar la fuerza para “proteger” y terminar imponiendo. No quiero que mi deseo de hacer el bien se convierta en una excusa para hacer daño.

Se hizo un breve silencio y la sacerdotisa se permitió recordar. El frío de las calles, las manos que alguna vez se tendieron hacia ella, la promesa que se hizo de no cerrar los ojos nunca más ante el sufrimiento de otros.

Sé que mirar a otro lado es lo más fácil —continuó, con más firmeza—. Pero también sé lo que se siente ser invisible, ser ignorada. No puedo permitir que eso pase otra vez. He visto cómo mis compañeros imponían su fuerza en aras de la seguridad de esta ciudad. No es lo correcto.

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23/05/2025, 10:53
Lazzaro

Sentir miedo es bueno—le respondió con tranquilidad—. Paralizarse por éste no. Y tener miedo a equivocarse tampoco. Cuando era un acólito tenía un compañero que siempre se metía en líos. Yo siempre dije que tenía alma de bardo, porque era rápido y afilado con las palabras. Tenía una respuesta para todo. Después de alguna barrabasada, cuando le preguntaban por qué lo había hecho siempre respondía lo mismos: prefiero pedir perdón que pedir permiso. No te puedes ni imaginar cuántas veces hoy esa frase. Lo que quiero decir es que, incluso aunque te conviertas en quien no quieres ser, siempre estarás a tiempo de pedir perdón y rectificar. Nada de eso debe ser un impedimento.

Lazzaro se quedó unos segundos callado mirando a Veatrice, entonces con esbozó una sonrisa.

Si esto no te convence, hazlo por tus amigos. Está claro que necesitan una mano amable que los guíe.

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29/05/2025, 17:26
Veatrice "Uve" Borgogni

Veatrice reflexionó un rato más.

-Estoy decidida a ayudar, aunque no me gusta la manera de proceder de mis amigos. Creo que no es el camino correcto y así se lo he hecho saber. Hay un mediano en la capilla de Nihalla llamado Osborn, lo encontramos en las cloacas y lo mandé para allá en nuestro nombre -se ruborizó cuando lo mencionó-. No sabía cómo sacarlo de allí, ¿no sabrás algo al respecto? 

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30/05/2025, 17:22
Lazzaro

—No,no sé nada. Si lo has mandado hoy allí… Pero preguntaré por él. Tengo una buena relación con la iglesia de Nihal. Hace un par de años ayudé al arzobispo Ignacek. Si ha ido, lo averiguaré.

Lazzaro se quedó en silencio con la taza caliente en las manos. Entonces cayó en la cuenta de algo.

—¿Como decías que se llamaba la piedra esa? ¿Golorr? Yo he oído ese nombre antes. Era un niño. Recuerdo una taberna y a un mago hablar de ella. Creo que nunca te lo he dicho, pero me encantaba escuchar las historias de los aventureros. Supongo que por eso acabé siendo uno—el ancianó sonrió—. El mago contaba que esa piedra encerraba en su interior a una criatura de vasto conocimiento.

El sacerdote frunció el ceño.

—Si es el mismo objeto, hablamos de algo mucho más importante que sólo la llave para satisfacer las ansias de codicia esos malnacidos de la Mano Negra y la Hermandad del Gran Ojo. Habría que poner esa piedra a buen recaudo.

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02/06/2025, 21:47
El Amo del Calabozo

Lazzaro y Uve estuvieron hablando un rato más hasta que el sol empezó a ponerse. El sacerdote tenía obligaciones que cumplir y aunque su pupila se ofreció a ayudarle, no lo permitió. En palabras del anciano, necesitaba esa actividad para empezar a sentirse joven. Pero cuando no pudiera hacerlo, ya le llamaría.

El alasita acompañó a Veatrice hasta la puerta de la capilla y se despidieron con la promesa de que no tardarse mucho en hacerle otra visita. Tras despedirse con un sentido abrazo, Uve se encaminó hacia la mansión Cráneo de Troll.


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