Partida Rol por web

Había pasado una semana desde la apasionante aventura con el dragón. Podía ser poco tiempo, pero había sido el suficiente como para marcar grandes cambios en la Banda de las Caracolas. El tan anunciado momento en el que Lav tuviera que embarcarse para seguir con sus deberes como capellán marino había ocurrido y la marcha del sacerdote de Altair había dejado un agujero en el grupo que hasta pospusieron la investigación que les había pedido Zelifarn. Ese mismo día era cuando había zarpado.

Ajena a toda esa situación, Veatrice Borgogni llegaba a Aguasfrías acompañada de su burrita Campanera. Habían pasado muchos años desde que abandonara la ciudad en compañía de Lazzarus y ahora volvía como una sacerdotisa de Alasia de pleno derecho. La joven llevaba la túnica blanca y el medallón del ojo cerrado. Esa noche Veatrice había soñado con la Mansión Cráneo de Troll, la casa encantada que había sido lugar de muchos juegos y sustos. Así que guiada por esa visión se dirigió a ese lugar. Para su sorpresa el edificio estaba restaurado y en su planta inferior había abierta una taberna. No sólo estaba reparado sino que los arreglos habían sido recientes.

Veatrice entró en la taberna para desayunar algo. El local en esos momentos estaba prácticamente vacío, pero había un llamativo y variopinto grupo formado por dos humanas, una elfa y un humano. Todos parecían tener su edad y por sus pintas eran sin duda aventureros. Poco después de sentarse en una mesa, tenía servida la comanda.

Mientras la sacerdotisa comía, la puerta se abrió y entró un hombre de veintitantos años. Tenía el pelo rubio pajizo, perilla, el rostro y el cuerpo rechonchos y una expresión inocente. Curiosamente saludó al grupo de aventureros, que respondieron al mismo. Andaba deprisa hacia ellos con una carpeta bajo el brazo que acabó saltando por los aires (con todos los papeles que iban en el interior) cuando tropezó con una silla y cayó de bruces en el suelo. Los aventureros no pudieron evitar reírse ante el tropiezo, aunque fueron a ayudarle.

Una de las aventureras, una humana pelirroja bastante grande y fuerte, ayudó al joven a levantarse del suelo.

—Angus—le dijo en tono de reproche—. ¿Algún día llevarás más cuidado?

El tal Angus esbozó una sonrisa a modo de disculpa.

—Ax, aunque no te lo creas, lo tengo. Da igual lo que haga—el joven suspiró—. Entonces, ¿Lav se ha marchado ya? Me gustaría haber ido al puerto a despedirme, pero tenía una reunión en el banco.

Los nombres pronunciados resonaron en la cabeza de Veatrice. Angus, Ax, Lav… ¿Podrían ser los miembros de ese extravagante grupo los amigos de su infancia?

 - E imagino que esa reunión en el banco es... -empezó a decir la elfa de cabello plateado mientras señalaba con el dedo la carpeta.

Lia se agachó a recoger algunos de los papeles del suelo. Echó un mirada rápida a una silla vacía y ésta se acercó ''mágicamente'' hacia Angus para que pudiera sentarse. Por desgracia, cuando llegó junto al muchacho la pata de madera le golpeó en el tobillo.

 - Uy, perdona Angus, aún estoy aprendiendo a controlar ''eso'' -exclamó con una sonrisa culpable- sí, se ha ido.

En el tono de Lia no había reproche, ya eran adultos y cada uno tenía sus deberes y obligaciones, pero claramente lo decía con tristeza.

La pena por la partida de Lav le había llegado por sorpresa a Rogen. Era pragmático en lo referente a que la gente fuese y viniese, cada cuál tenía su camino después de todo, pero no esperaba echar tanto de menos al clérigo.

Como sea, la entrada de Angus sacudió la melancolía, al menos un poco. Al igual que Lia, el guerrero se apresuró a ayudar a su amigo.

-No te preocupes por él. Es demasiado testarudo como para acabar en el estómago de un pez. Acabará volviendo a Aguasfrías cuando menos nos lo esperemos. Y seguramente con alguna historia estrambotica que contar.-

Elaziana estalló en carcajadas cuando amigo se cayó entre una miríada de documentos bancarios, y la leche que se estaba bebiendo Elaziana salió despedida por su nariz en un chorro blanco.

La risa se le atrancó, tosió y bizqueó. Se limpió con la manga de su vestido morado -el disfraz de maga lo dejaba para momentos especiales- y siguió riendo.

—¡Ay Angus! Es que te sale siempre tan bien... — se levantó para ayudar a Lia a recoger papeles —Podrías haberte dedicado al circo en lugar de ese aburrido trabajo en el banco. ¡Tienes talento!—le dijo de forma sincera, no por burlarse. ¡Para hacer aquel tipo de entradas había que valer!

Observó cómo Lía movió la silla con la mente y aplaudió impresionada. 

—¡Guau, Luna, qué bien lo haces ya! ¿Y de verdad lo has aprendido leyendo? Yo es que no tengo paciencia para eso. Ojalá pudiera sentarme delante de un libro y exprimirle la magia... ¡Sabría mover sillas, también! Pero la última vez que lo intenté se prendió fuego y lo tuve que apagar con un trapo.

Recogió el último documento y se lo dio a Angus. 

—Pues sí, se ha ido... Yo espero que no beba mucho. Tengo miedo de verdad de que un día vaya tan borracho que tropiece y se caiga por la borda. Pero sí, lo que dice Rog, ojalá algún día vuelva y nos cuente las historias de sus viajes. ¡Seguro que son increíbles!

Elaziana no era la persona más perceptiva del mundo, pero aún así vio a la mujer que había sentada comiendo porque iba vestida muy de blanco. Si el cocinero del señor Renaer había preparado hoy alguna salsa de tomate, se podría manchar. Pero eso fue todo. Agarró de una manga al grandullón de Angus y tiró para que se sentara.

—¡Oye, siéntate con nosotras y te bebes algo! ¿Cómo van los preparativos de tu boda, eh? —apoyó los codos en la mesa y la barbilla en las manos, muy interesada.

Veatrice dejó a Campanera en un poste junto a la entrada y prometió volver a buscarla en cuanto supiera de un establo en el que dejarla. La muchacha hubiese preferido llevarla dentro de la taberna pero no a todo el mundo le apetecía tener una burrita de compañera de mesa, pero Campanera era muy buena y sabía cuál era su deber. Se quedó fuera esperando y masticando un poco de comida que Veatrice le dejó en el suelo.

Los arreglos del edificio eran recientes. Veatrice de acercó a una mesa guiada por los recuerdos y tocó la pared que había detrás. Recordaba haber escrito en la superficie de la misma, pero claro, ya no recordaba las palabras que había garabateado allí. Tuvo una mezcla de sentimientos encontrados, desde vergüenza hasta incomodidad, no por lo que había hecho sino por todo lo que había sentido allí, tanto alegría como dolor. Rascó un poco el yeso pero la obra era buena y no logró arañar el color para llegar a los textos. Si quedaba fuera de la vista, quedaba fuera de su vida. Había escrito en las calles lo suficiente para llenar una biblioteca, pero esperaba que después de tantos años no quedase nada.

La caída del muchacho la sacó de su introspección y el revuelo causado en los demás clientes atrajo su atención. Observó al grupo, su forma de relacionarse, las palabras que se dedicaban, los nombres por los que se llamaban. Se sintió ilusionada y al mismo tiempo, terriblemente asustada. ¿La recordarían? Se había quedado sola en ese mismo edificio durante los últimos años, alimentando un poco la leyenda de que la casa estaba encantada con sus manías y locuras. Ni siquiera se acordaba del estado en el que lo dejó cuando se fue con Lazzarus.

-Uhm... ¿Hola? -dio unos pasitos hacia el grupo. No quería llamar la atención de todos a la vez pero lo hizo, porque allí no había más gente-. ¿E-Elaziana? -porque solo Elaziana se reía así y no era la primera vez que se le salía la bebida por la nariz. De repente se sintió muy expuesta y agarró el símbolo sagrado con el puño. Se fijó en la chica para no mirar a los demás porque no sabía con qué caras se encontraría. ¿Disgusto? ¿Indiferencia? No estaba lista para un reencuentro y tuvo ganas de salir corriendo para abrazar a Campanera-. Quizá no te acuerdes de mí, pero una vez estuve aquí. Me llamo Veatrice. Con v -aclaró y automáticamente se reprendió, ¿y si no sabían escribir?

Chispa estaba a punto de pinchar a Angus para que desembuchara de una vez cuando se les acercó la joven de la túnica blanca. La miró con una sonrisa de amistosa extrañeza al escuchar llamarla por su nombre. Luego se acordó de golpe y se tapó la boca con las manos, sin poder reprimir una serie de grititos agudos.

—¡Veatrice! ¡Chicos, es Veatrice con uve! — sacudió las manos como si las estuviera secando y ya tenía los ojos lagrimosos de la emoción por el reencuentro. —¿No os acordáis de ella? ¡La niña que estuvo un tiempo aquí, que hablaba sola y pintaba en las paredes! ¡Que le traíamos comida porque no tenía familia! ¿Os acordáis de ella o no?

Se levantó precipitadamente y abrazó a Veatrice con fuerza.

—¡Cuánto me alegro de verte! ¿Cómo estás? ¡Te fuiste de un día para otro sin decir a dónde y me asusté mucho! Pensé que te habías muerto. ¡Qué bien que no! ¿Y cómo es que has vuelto? ¿De qué vas vestida? Nosotros hemos retomado la Banda, ¿sabes? ¡Ahora somos valientes aventureros! ¡Como cuando jugábamos a "Dracónidos y Calabozos", pero de verdad! ¿Te acuerdas? La semana pasada vimos un dragón en el puerto. Fue increíble. Y hemos restaurado la casa. ¡Bueno, ya lo habrás visto! La reforma la ha pagado el señor Renaer Noitmeer. Es hijo del que fue gobernador, ¿sabes? Y a cambio ha montado esta taberna. Está genial porque aquí comemos y bebemos gratis. — miró a los lados y añadió en tono confidente— Y también hacemos misiones secretas.

 - ¿V? -alzó la mirada para enfocar a la interlocutora y una sonrisa se dibujó en su rostro- ¡Veatrice!

Lia fue directa a darle un abrazo a la amiga recién llegada sin esperar a que Elaziana terminase su abrazo, dando como resultado un abrazo triple con muchos brazos.

 - ¡Qué ilusión, cuánto tiempo! Vamos, vamos, siéntate. Así como lo cuenta Elaziana, exacto, aunque lo de comer y beber gratis aún tengo dudas -soltó una carcajada mientras se separaba para darle un poco de espacio- qué lástima que Lav se ha ido justo hoy, se habría alegrado de verte aquí.

Acercó otra silla vacía a la mesa para Veatrice pero esta vez lo hizo con las manitas, no quería volver a golpear tobillos.

 - Cuéntanos, ¿tienes donde quedarte a dormir? Aquí tenemos hueco.

Rogen se pasó más tiempo que los demás tratando de recordar a Veatrice, pero poco a poco las imágenes de la joven fueron llegando hasta él. Sonrió de forma amigable, era un caracola por supuesto, pero se mantuvo un poco menos efusivo que sus compañeras.

-Veatrice. Que agradable sorpresa. ¿Acabas de llegar?. Chicas, dejadla respirar un poco. Y sobretodo esperad a que conteste antes de seguir preguntando.-Cosa que él mismo no había hecho claro.-Sentémonos que estaremos más cómodos.-

El guerrero cogió otra silla de la mesa de al lado y la unió a las que estaban en la suya, después hizo un gesto a la joven para que se sentara.

-Venga. No seas tímida. Si no Chispa te hará sentarte ella misma y será más divertido para todos menos para ti. ¿Verdad?-

—¡Veatrice!—exclamó Ax.

La norteña, que era tan grande como cariñosa, avanzó hacia el triple abrazo consumado por sus amigas para convertirlo en un cuadrúple abrazo. Pero no sólo se conformó con eso, sino que presa de la alegría levantó por los aires a las tres chicas que vieron como sus pies perdían suelo.

Angus, más tímido, dejó que las chicas llevaran la iniciativa mientras miraba la estampa con una sonrisa en los labios.

—Parece cosa del destino, ¿verdad?—dijo maravillado.

Sepultada bajo un montón de abrazos, Veatrice sintió un aluvión de emociones que no fue capaz de contener. Lloró de alegría y de emoción, y también de alivio. Se abrazó a Elaziana, a Lia y a todos los que se acercaron a saludarla. Sí que se acordaban de ella, sí que la echaban de menos y nadie la juzgaba por las cosas raras que había hecho cuando era niña. Pasó por alto el exceso de detalles que Elaziana había dado de ella, no le daba vergüenza haber pasado las miserias que había pasado porque ella no tenía la culpa de nada. No había hecho nada malo, solo había tenido mala suerte.

-¡Soy una venerable sacerdotisa de Alasia! -respondió a las preguntas de Elaziana-. Podéis llamarme Hermana Veatrice. O Veatrice, no importa. Me alegro tanto de veros.

Aceptó la silla de Rogen con una sonrisa temblorosa y se sentó con la espalda recta y en buena postura. Veatrice era ahora todo disciplina, algo que su maestro le había enseñado y que la había ayudado mucho en su recuperación.

-No desaparecí, de repente en esta casa no quedó nadie, solo yo, y nunca supe dónde fuisteis cada uno. Me encontró un sacerdote de Alasia, Lazzarus, y me llevó a su templo. Me enseñó a dormir y a comunicarme con Alasia. Resulta que la diosa me hablaba y yo no lo sabía. Ahora responde a mis llamadas y me siento en paz conmigo misma. No tengo donde quedarme, he pasado por aquí porque había oído que la casa se había restaurado, soy una sacerdotisa itinerante. Ayudo a la gente a conciliar el sueño. Por cierto, ¿tenéis establo o algo por el estilo? Mi burrita, Campanera, la he dejado afuera y pasa miedo cuando duerme al raso. ¿Que hay de vosotros? ¿Habéis visto un dragón?

Intentó conversar con todos pero eran muchos y estaba abrumada. Miró a Angus y le sonrió.

-¿He oído que te casas? Enhorabuena.

 - ¡Oh, pues tengo preguntas que hacerte sobre el mundo de los sueños! Me genera mucha curiosidad. ¿Establo? [*] Bueno, la caballeriza está techada. Podemos hablar con el carpintero de al lado, el vecino, y decirle para que haga una puerta y poder cerrarla a las noches -respondió tamborileando con los dedos- De hecho, si no llega a ser por el dragón, yo sería comida de tiburones, jé.

Se inclinó un poco sobre la mesa para bajar la voz.

 - Antes de que lo grite Chispa a los cuatro vientos, hemos trabajado con varias de las facciones de la ciudad. Y seguimos en ello así que, si te quedas, puedes formar parte. Es lo que ha hecho que tengamos la mansión, por ejemplo.

Volvió hacia atrás y se recostó un poco sobre el respaldo de la silla.

 - Entonces, ¿dejas la itinerancia y te quedas con nosotros, a que sí? ¡Ah, y no te hemos dicho! También está en la ciudad B, Beatrice con b, casualmente también llegó hace poco y casualmente también se ha hecho religiosa. De la iglesia de Alcor, para ser exactos. 

Angus se sonrojó ante la mención de su boda y asintió a la pregunta de Veatrice, fue a decir algo pero Ax entró en la conversación arrasando.

—Claro que se queda con nosotros—dijo negándole cualquier posibilidad de decir que no—. ¿Dónde la alojamos? Si es la habitación de Lav deberíamos desinfectarla primero. Con fuego sería rápido. Fijo que arde bien con tanto resto de licor.

La norteña sonrió.

—Tranquila, si hace falta te quedas con mi cuarto—le guiñó un ojo—. Y Beatrice con B no sólo ha vuelto, resulta que nuestra amiga está liada con Renaer Noitmeer, que además de ser el hijo del anterior Señor de Aguasfrías y el dueño de la taberna, nos debe la vida. Aunque con lo que nos ha ayudado igual ya no nos debe tanto.

—Me temo que las caballerizas son también propiedad del señor Noitmeer—apuntó Angus—. Le vendisteis la planta inferior de la propiedad.

—Parece que no hiciste tan bien tu trabajo—dijo fingiendo molestia Alexandria para luego volver a sonreír—. Ahí donde los ves Angus es ahora una persona respetable. Trabaja para un banco y nos ayudó con todo el papeleo de la casa para que llegáramos a un acuerdo con Renaer. Pero vamos, aunque las caballerizas sean suyas, seguro que no le importa que dejes ahí a tu burrita.

Había algo de adorable en ver a toda una tiarrona como Ax usar la palabra burrita.

Rogen no tenía ningún inconveniente que Veatrice se quedara con ellos. Todavía quedaba alguna habitación libre sin tener que desinfectar la de Lav.

-Ten cuidado con el fuego. Si empieza en la habitación de Lav toda la posada arde como la paja en un momento.-

Dijo el guerrero sonriendo.

-Yo diría que la deuda casi está saldada. Si es que en verdad esas cosas se llegan a saldar del todo. Pero seguro que si lo hablamos con él, y lo pedimos de manera educada, Veatrice puede usar las caballerizas. Una mula ocupa poco espacio. Y si no que apunte el gasto a la cuenta de Lav y listo. Fijo que no le importa. Yo al menos no le oigo quejarse.-

 - Ciertamente, Renaer no podrá decir que no, Uve es tan Caracola como su novia-caracola.

Lia estaba contenta de reunir amigos bajo el mismo techo.

 - Ahora que recuerdo, Jalester me dijo el otro día en la inauguración que le avisara de las incorporaciones y marchas del grupo... Luego me pongo en contacto con él para actualizarle. Es un poco tiquismiquis, ya sabéis, la rectitud de los agentes gubernamentales y esas vainas aburridas. Pero es majo -se apresuró a añadir con una sonrisa hacia Elaziana y Veatrice, las cuales no se habían reunido aún con el agente de la Confederación de Ciudades de Benerluxia.

El feliz encuentro llevó a los ex-niños de la Banda de las Caracolas a sentarse juntos para comer y ponerse al día. Y cómo no, también para recordar viejos tiempos. Todos habían tenido sus comedias y sus tragedias, momentos mejores y peores. Pero al final el resultado para todos siempre era positivo. Esa amistad tan intensa, esos vínculos tan fuertes, hacía de sostén para todos ellos. Por eso al reencontrarse, todos sentían siempre que el tiempo no había pasado y que seguían siendo los mismos de siempre. Incluso aunque no lo fueran.

Veatrice pensó que quizás este era el motivo por el que había soñado con la mansión Cráneo de Troll. Quizás era el designio de la propia Alasia quería que los aventureros se reencontraran. Reconfortaba pensar en esa posibilidad. El hacer de los dioses nunca era tan directo y obvio. ¿Qué importaba? Iba a disfrutar del momento igual que los otros lo estaban haciendo.

Pero entonces...

El grupo continúa aquí.