Partida Rol por web

Rogen y Ax empezaron a inspeccionar el tejado, con mucho cuidado. Por una parte tenían que asegurarse de no estropear una potencial pista y por otro tenían que equilibrarse entre las ovaladas tejas para no acabar haciendo un desastroso salto de fe. 

No vieron huellas o pisadas por la zona, hasta llegar a la zona más cercana al borde. Aunque no era una huella exactamente. Alguien o algo había destrozado un par de tejas. La rotura era reciente como demostraban los trozos que había tanto en el interior del agujero que daba directamente a la base del techo del edificio, como en los alrededores.

Ni la norteña ni el guerrero supieron identificar qué tipo de persona había hecho el roto. Era demasiado irregular. Pero a Rogen no se le pasó por alto un detalle. No había ningún rastro de sangre. La rotura, que se veía violenta y accidental, fácilmente habría herido al conjurador. Aunque fuera sólo de forma superficial. El tipo que había provocado esa escabechina había sido realmente afortunado.

—Me preocupa Uve. O mejor dicho lo que estamos haciendo con ella—dijo Ax después de analizar el agujero—. Quiero decir, acaba de perder a su compañera y nosotros nos ponemos en modo aventureros con ganas de leña y la arrastramos con nosotros. No le hemos dado ni tiempo a ubicarse.

La norteña miró a la taberna.

—Quizás deberíamos bajar un poco las revoluciones… y no sé. ¿Hacer un entierro o algo? Que se pueda despedir de su amiga. Que se enfríe un poco el dolor. Que sienta que estamos con ella. Igual hasta nos viene bien que el detective ese nos haga parte del trabajo.

Rogen se quedó un buen rato mirando las tejas rotas. Estaba seguro de que aquello significaba algo, pero no tenía claro el qué. Finalmente se levantó cuando Ax comentaba lo de Uve, tal vez los demás supieran descifrar aquello.

-Te entiendo. Pero a lo mejor precisamente lo que necesita es enfrascarse en algo para olvidar el dolor. Y encontrar a los culpables podría ayudarla. Cada persona es un mundo, y lo que sirve para unos no lo hace para otros.
Aún así tienes razón y como mínimo le debemos la oportunidad de que decida ella lo que quiere hacer. Si estar tranquila unos días, o unirse a nosotros. Como dices hasta ahora no le hemos dado opción.-

Volvió a mirar las tejas rotas una vez más, y se dirigió a la zona de acceso para bajar de allí.

-Yo no veo nada más útil por aquí, no sé tú. Será mejor reunirse con los demás y que hablemos con Uve.-

La cabeza de Lia seguía trabajando a altas revoluciones, nada nuevo en el horizonte. Hizo un par de anotaciones asintiendo ante los comentarios. Dejó el lápiz y la libreta abierta en la mesa, se recostó un poco en la silla y tomó otra empanadilla meditando brevemente. Sopló antes de dar un mordisco, no para enfriarla sino por costumbre.

 - ¿Entonces después de una decana se puede volver a lanzar el conjuro? Interesante. Aunque no saquemos el 100% de la información, los Vigilantes podrían volver a preguntar después. 

Hizo una pequeña pausa para terminar la empanadilla. Intentó expresar una sonrisa tranquilizadora.

 - Jalester es nuestro contacto con el Consejo de la Confederación de Ciudades de Benerluxia. Si nos da la oportunidad de colaborar en la investigación, no la dejaré pasar. Pero una cosa es cierta: no tiene por qué ser la preocupación más prioritaria en estos momentos, y mucho menos una obligación para todos.

Cerró la libreta para guardarla en un bolsillo interior de la chaqueta.

 - Si tardan mucho los acróbatas, podemos ir subiendo y preparar la habitación.

—Maldita sea Rogen, a veces tienes los sentimientos de una cucharilla de café—le dijo Ax exhasperada—. No es darle unos días para que esté por su cuenta y haga lo que quiera. Es darle nosotros unos días a ella. Cuidar a la gente a la que quieres y preocuparte por ellos. Lo normal cuando lo pasan mal.

La norteña sacudió la cabeza.

—Yo tampoco veo nada. Vámonos, tengo hambre.

Justo en el momento en el que lía nombraba a la pareja de saltimbanquis, la puerta se abrió y ellos aparecieron. Cuando llegaron a la mesa donde estaban las tres amigas, el plato de empanadillas estaba vacío. Así que la hambrienta, hambrienta Ax hizo un gesto para que le sirvieran a ella y a Rogen. Para después sentarse y ponerse al día.

 - Oh, qué tal ha ido la escalada -preguntó Lia al ver que entraban Rogen y Ax.

Les miró de arriba a abajo, no veía heridas.

 - Sin caídas, muy bien, confiaba en vosotros -añadió con una sonrisa.

Antes de que llegara la nueva bandeja con empanadillas, la elfa sacó el pergamino que contenía el mensaje de Jalester* y lo tendió a los recién llegados.

 - Ha llegado hace un rato este pajarito mensajero.

-Sí, los Vigilantes podrán preguntarle después. Pero... cuando vayan a preguntarle, sabrán que alguien ya le ha lanzado el conjuro, ¿no complicará eso las cosas? -comentó Uve en voz un poco baja. ¿Es que nadie veía la poca lógica que tenía todo? ¿O es que nadie le preocupaba las consecuencias?

Miró su empanada, no tenía nada de hambre, y los demás parecían estar acostumbrados a todo aquello. Para Veatrice, que tenía una vida tranquila desde que había conocido a Alasia, todo aquello le daba vértigo. Y no tenía nada que ver con que no quisiera ayudar, era solo que pensaba que así no se hacían bien las cosas. 

—Supongo que por eso quiere que el sacerdote le mande las respuestas, Uve. Jalester se las hará llegar a los Vigilantes. Ahora mismo se supone que tenemos la autoridad de la Confederación para encargarnos de este tema, pero sigue siendo un problema. Supongo que esto ahora es como esas novelas en las que la guardia y el ejército se pelean por sus competencias¹.

Pese a su broma, la norteña no estaba muy bromista.

—Pero mira, a mí eso me da igual. Que le den al supuesto caso, a los vigilantes y a todo el mundo—entonces miró seriamente a Veatrice—. Lo siento, lo siento mucho. Te hemos tironeado de un lado a otro después de lo que ha pasado sin pensar en ti ni por supuesto en tus sentimientos con todo lo que ha pasado. Así que te pido perdón—los ojos de Ax se pusieron brillantes—. Últimamente la cosa en cuanto a trabajo ha estado floja. Así que en cuanto ha aparecido el misterio hemos saltado como una urraca detrás de algo brillante. Como si se nos fuera la vida en ello.

La gigantona pelirroja suspiró. No había sido ella la más ansiosa en todo este tema, pero había decidido hacerse responsable de lo ocurrido.

—Encima has llegado justo cuando se ha ido Lav, así que creo que todos hemos pensado que llegabas para ocupar su puesto. Un sacerdote por otro. Tiene sentido, ¿no? Como si los dioses nos lo gritaran a la cara, ¿me entiendes?. Y sin embargo no sabemos a qué has venido, ni hemos llegado a preguntártelo y encima está lo de tu compañera—Ax hizo otra pausa mientras sacudía lentamente con la cabeza para sentenciar con un—. Somos una panda de idiotas.

1. Como el FBI y la Policía en las pelis americanas.

-La escalada bien. Las pistas no tanto.-Dijo mientras se sentaba en la mesa.-Encontramos el lugar desde donde se lanzó la bola de fuego, y hay evidencias de que alguien se ha hecho daño allí arriba. Pero ni rastro de sangre. O lo limpiaron después, o no tenía. Es todo muy raro.-

Se fijó en el pergamino de Jalester y silbó asombrado.

-Vaya. Debe de tener fe en nosotros al parecer si nos deja interrogar al cadáver primero. Hay que pensar bien esas preguntas.-

En ello estaba cuando Ax volvió y soltó todo aquello. Miró a Uve, después al resto, y finalmente a Uve de nuevo.

-Tienes razón Ax. Perdona Uve. Como dice la pelirroja hemos reaccionado sin pensar. ¿Cómo estás? ¿Podemos hacer algo por ayudarte?-

Elaziana se había quedado sorprendentemente en silencio más tiempo de lo que era habitual.

—¡Pues sí! — intervino entonces, de pronto, casi saltando en su asiento — Quiero decir, no a lo de idiotas. O no del todo, al menos. Pero sí que hemos sido unos desconsiderados. ¡Perdona también por mi parte, Veatrice! Aunque tampoco sabíamos que no iban a por nosotros. ¿Os lo imagináis? Una vez nos pegamos con unos criminales, ¿sabes? Y antes de que yo llegara, ellos ya habían tenido algunos encontronazos con las bandas. ¡Está todo un poco revuelto en la ciudad! Hubiera sido un susto que quisieran matarnos, la verdad.

»¡Pero bueno! Sea como sea, ya que no vienen a por nosotros nos lo vamos a tomar con calma y te vamos a atender como te mereces, Veatrice. ¡Estarás genial aquí, con nosotros! — aplaudió, pero se interrumpió muy seria — Porque te quedarás, ¿verdad? Un tiempo al menos, ¿no? ¡Qué bien! — reanudó las palmaditas sin dejar tiempo a responder.

Entonces se levantó, de nuevo rebosante de energía. Era como si el rato que había estado quieta y en silencio se hubiera recargado sola.

—¡Pues venga! Rogen, no la agobies con más preguntas, hombre. La vamos a atender y vamos a empezar desde ya. Tú tranquila Uve, que nosotros nos encargamos de todo. Y vamos a empezar por adecentar a la pobre Campanera para darle digna sepultura. — se puso un dedo en el mentón —¡Anda! ¿Se la habrán llevado también al templo más cercano o a otro sitio? Hay que asegurarse. Necesito a alguien fuertote que me acompañe, por si hay que llevarla, y también alguien que se quede con Uve, que no se quede sola.

»Y cuando volvamos, vamos a enseñarle la mansión y adecentar su dormitorio, que tenga donde dormir. ¿Sabéis si hay sábanas y mantas en algún armario? Igual hay que comprarle. ¿Te gusta algún color en especial? No, no me contestes, Uve. Te las compraré blancas, que creo que es tu color. — sonrió, e hizo un movimiento de cabeza a Rogen para que la acompañasen. —¡Me alegro mucho de que estés con nosotros, cariño! ¡Venga chicos, eeeen marcha!

Y lideró la salida de la taberna con paso decidido.

Pues cosas que quiero hacer:

- Busco el cadáver de Campanera en la calle. Si todavía está por ahí tirado, le pide a alguien que la ayuden para llevarla al templo o algún sitio así. (He revisado los posts del jefe y decía que habían retirado los cadáveres al templo cercano, pero no especifica si la burra también xD). Una vez allí, le hace prestidigitación para limpiarla y algo de ilusión menor para maquillarla ilusoriamente, básicamente taparle las quemaduras y que se le vea un pelo suave y limpio, no churrascado.
- Una vez hecho eso, si no hay mantas en casa, Elaziana le compra a Veatrice un juego de Burrito Blanco (xD). Si no hay cama disponible tampoco, pues va a algún artesano y le compra una cama y un jergón. Lo paga de su dinero, pero si no le llega, pasa su gorro de mago a todos los caracolos para reunir fondos.

Lia iba a añadir sus disculpas cuando el torbellino de ojos morados comenzó a hablar a toda velocidad. Con la palabra en la boca, la elfa se limitó a mirar a Uve y asentir con una sonrisa.

Cuando quiso darse cuenta, Elaziana estaba de pie dando palmaditas y liderando la marcha.

 - Pero... las empanadillas... -se atrevió a añadir señalando el recién llegado plato.

 - Cama y mantas hay en la habitación de Lav y de Rabi, en la de Lav habrá menos polvo que ha estado en uso hasta hace nada.

Uve se emocionó y se le llenaron los ojos de lágrimas. Desde que había abrazado la fe, el dolor por el abandono y la soledad no habían desaparecido del todo pero sí que se habían suavizado. Tras el atentado, el miedo había regresado y se había visto impulsada a seguirles por no quedarse otra vez abandonada. Necesitaba tiempo para reflexionar sobre cómo se sentía realmente y sacudir a las autoridades tras unas muertes violentas no entraba en sus planes. Era una persona sosegada y tranquila, llevaba años estudiando y aprendido en los templos, buscando entre libros viejos historias del pasado y conocimientos vetustos. La calle no era para ella, la calle le daba vértigo, no quería regresar a esos tiempos en los que iba dando tumbos por lugares donde cualquiera podía hacerle algo malo.

-Gracias, chicos. Estoy bien. Es solo que... necesito bajar el ritmo. Nada más. He venido de visita, llevo años sin pisar Aguasfrías porque tengo sentimientos encontrados con esta ciudad y no sabía lo que iba a encontrar aquí. Desde luego, no pensaba encontrarme investigando un crimen a expensas de las autoridades -comentó con una risa nerviosa-. Soy un ratón de biblioteca, ¿sabéis? He estado en monasterios y templos donde solo hay silencio, todo lleva un ritmo diferente y ahora estoy sufriendo una exposición a múltiples estímulos que me está pasando factura. No quiero ser un estorbo para vosotros. Puedo marcharme, no pasa nada, no tenéis que cuidar de mí.

—¡Eh! ¡Eh! ¡Para el carro! ¿Qué estorbo ni qué ocho reales? ¡Ni se te ocurra pensarlo! ¡Nuestra casa es tu casa y nada nos hace más felices que te quedes con nosotros! ¿Qué quieres ir a tu aire? Estupendo. ¿Y si quieres hacer un cambio en tu vida?—Ax se dio un golpe de pecho—. Aquí están tus amigos. 

Tras unos segundos de pausa miró a la puerta y añadió.

—Menos Elaziana que ya se ha ido, deberíamos ir tras ella—dijo levantándose de la mesa—. Coge una empanada para el camino, Rogen

La norteña le tendió una mano a Uve para que se levantara.

—Vamos, esto nos vendrá a todos bien. Por cierto creo que lo mejor será que uses el cuarto de Lav, pero con las sábanas de Rabi. Menos mal que no compramos una cama para gnomos.

 - Los y las Caracolas nunca son un estorbo. A veces, algunas podemos ser un grano en el culo -añadió con una sonrisa mientras envolvía un par de empanadillas en un paño- Pero con buenas intenciones .

Imitó a Ax y se puso de pie.

 - Vayamos poco a poco. Cosas como ésta me hacen darme cuenta de lo acelerada que voy cuando estoy preocupada. Acompañemos a Chispa, con suerte aún podemos seguir su rastro.

El grupo al completo salió tras Elaziana, que haciendo gala de su habitual ímpetu, se había puesto en camino sin saber muy bien a dónde. Por suerte para ella, sus amigos le dieron alcance pronto. Juntos siguieron las indicaciones de Ax (que había estado atenta al levantamiento de cadáveres) y se dirigieron al templo de Alcor del barrio, a dónde habían movido los cadáveres. 

Una vez allí no tuvieron problemas en poder llevarse el cuerpo de Campanera. A diferencia de los otros cadáveres que requerían ser identificados, nadie (excepto Veatrice) tenía interés en que hacer con el abultado cuerpo del asno. Así que incluso les estaban haciendo un favor. Los aventureros cargaron el cadáver en un carromato y se dirigieron a la Ciudad de los Muertos.

En palabras de Kernie Masters, La Ciudad de los Muertos no era un aburrido cementerio como uno podría pensar. Se trataba de un amplio parque de verdes colinas, extensos campos floridos, bosquecillos de árboles y arbustos artísticamente ubicados, hermosas estructuras, arquitectura asombrosa y caminos de grava que atraviesan todo ello de forma sugerente.  En Aguasfrías ya no se enterraban a los muertos de una forma estricta. En su lugar por toda la Ciudad de los Muertos que había mausoleos que conectaban un espacio extradimensional donde dar eterna sepultura.

Aquellos que se lo podían permitir, honraban la memoria de los difuntos construyendo mauselos privados (que conectaban con su propia dimensión de bolsillo) o simplemente instalando estatuas en la Ciudad de los Muertos. Eso le daba al lugar el aspecto de una especie de museo al aire libre con increíbles esculturas. Y la más increíble de todas ellas era el Monumento de los Guerreros.  Se trataba de un intrincado conjunto escultórico de más de veinte metros de altura que representaba un círculo de hombres y mujeres machacando a trolls, orcos, goblins y osgos que caen reculando a manos de los guerreros. Sobre todos ellos un jinete de grifo atravesaba con su lanza a un caballero esquelético con el símbolo de Izar, diosa de la muerte. Pero la escultura no era sólo eso, sino también se trataba una fuente en la cual cada chorro era una herida de uno de los combatientes. Muchos aguafríos hacian picnics alrededor de dicho monumento. Una costumbre un poco extraña para los extranjeros, pero completamente normal para ellos.

La banda de las Caracolas se dirigió con el cadáver de Campanera hacia los mauselos dedicados a los animales. Allí fueron atendidos por un sacerdote de Kornephoros, el dios que juzgaba a los muertos. Él se encargó de agilizar el papeleo necesario pero incómodo y poco después, los aventureros y su recién llegada amiga celebraban una íntima ceremonia para despedir a la burrita.

El resto del día lo dedicaron a que Uve se instalara. Si al final se quedaba con ellos unos días o más tiempo, sólo dependía de ella. Pero eso no importaba, la mansión Cráneo de Troll era el hogar de todos los caracolas y Veatrice era uno de ellos. Mientras estuviera en la ciudad, allí tendría un lugar dónde quedarse.

Mañana irían a ver a Marius para poder hacerle preguntas al cadáver y a partir de ahí, ya verían qué hacer y qué camino tomaba cada uno. Muchas cosas habían pasado ese día. Muchos sentimientos se habían visto encendidos. Y ahora hacía falta dejarlos reposar.

El grupo continúa aquí.