Dais un último repaso a las salas revisando posibles tesoros y partís en dirección al Salón de las siete columnas. El camino se os hace un poco largo debido al cansancio pero cuando entráis en el Salón respiráis aliviados.
¿Vais directamente a la posada?
Por mi si, pero si los demás quieren ir a otro sitio primero no me importa.
El goliat apenas había resultado herido en el combate, como ya venía siendo habitual, y ni siquiera se molesta en tomarse un momento de respiro, revisando el lugar no en busca de tesoros, sino de más enemigos a los que abatir o puertas secretas que lleven a más enemigos a los que abatir... pero no encuentra nada, así que por fin se acerca al resto, observando sin interés lo que recogen sus compañeros y dice seguido de una sonora carcajada:
¡Eglath matar más Asaltantes Sangrientos esta vez! Y para dar más énfasis a sus palabras aparta la cabeza del último gran trasgo de una patada mientras limpia su hacha en las ropas de uno de los muertos.
Durante el camino de vuelta va con una sonrisa algo bobalicona en la boca, recordando los mejores momentos de los recientes combates, y tratando de echar la cuenta de cuantos Asaltantes Sangrientos había aplastado en total.
Yo he gastado el diario contando con no meterme en más follones hasta descansar, aunque por lo demás estoy bastante entero, así que como veais.
Si nadie propone otra cosa posada, allí podremos hacer preguntas.
Atravesáis el Salón de las siete columnas y entráis en la posada La media luna. El ambiente es parecido al que dejasteis al iros ya que aunque es de noche, aquí no hay sol que lo indique. Cuando os ve aparecer Erra os hace una seña hacia una de las mesas para que os vayáis sentando y al momento aparece con cerveza para todos.
- Vaya, por vuestro aspecto parece que el parto ha sido difícil...venga ¿que os pongo de comer? ¿Asado? ¿Salteado de setas y champiñones? Tengo una sopa de cebolla riquísima...
Un poco de cada cosa para mi... responde Fraxtra, que se encontraba muy hambriento.
Y por cierto... antes que te vuelvas a la cocina... conoces a un tal Mulkelmor?
Terble se sienta en la mesa con una gran sonrisa en la cara de poder ver una cara amable de nuevo y frotandose las manos ante la comida que acababa de nombrar.
-Mmmm ese salteado de setas y champiñones debe estar para chuparse los dedos, traeme uno por favor preciosa.- Le dice guiñandole un ojo.
- ¿Mulkelmor dices?....no me suena ese nombre. Los demás ¿que queréis?
Si, Murkelmor Grimmerzhul... vamos... dice, incentivandolá con una moneda de oro... algo debes saber...
Erra coge la moneda y se la guarda en un bolsillo interno de su camisa.
- Ya te he dicho que ese Mulkelmor no me suena.....pero los enanos Grimherzhul tienen un puesto comercial aquí, en el Salón.
A garra no le ilusionaba demasiado tener que comer setas y demás verduras que de seguro habían sido plantadas en aquel húmedo lugar. Su parte de cazador quería algo consistente de verdad, carne que lo saciara por completo. Aquel lugar empezaba a volverlo loco, enterrado bajo quilómetros de tierra y en un lugar demasiado poblado para su gusto.
El cambiante esperaba el momento adecuado para declarar que pretendía tomar otro camino distinto al del grupo, aquello no era para él.
Asi que un puesto aquí... dice Fraxtra pensando muy interesado... supongo que tendremos que pegarle una visita... agrega mientras se come gustoso la riquisima comida de Medialuna.
Terble asiente a Fraxtra.
-Esta claro que nuestra siguiente parada será su parada?!- Diciendo esta ultima palabra con tono gracioso y echandose a reir después.- Jajaja.
La druida se relame los dedos con satisfacción tras haber vaciado su plato de setas y algo de asado Por los dioses, que bien sienta una comida tan rica y sin tener que prepararla, no como cuando viajaba con Blirk y Eglath. ¿Por qué siempre me hacen cocinar a mi? ¿Será porque soy mujer? La mención de los enanos la saca de sus reflexiones.
- Enanos - dice con cara de pocos amigos - más vale que saquen tajada, porque sino para convencerlos... uff ya me duele la cabeza de imaginarmelos gruñendo.
Aunque no estaba cansado de los combates pasados, Eglath si que volvía a estar hambriento, como casi siempre, y estaba saciando ese hambre de forma bastante salvaje, haciendo que los más recatados apartasen la vista de su forma de comer, o mejor dicho engullir.
Cuando termina con todo lo que es capaz de tragar, y dejando su parte de la mesa en un estado lamentable, hace hueco en su hinchado estómago dejando escapar un sonoro eructo que suena como un verdadero rugido.
Satisfecho, el gigante comenta: Eglath lleno ahora, listo para aplastar Mulkelmor... pero no en Salón. Dice a última hora recordando que había prometido no pelear mientras estuvieran en el Salón de las siete columnas.
Me da que serán duergar, y lo malo es que si armamos aquí bronca nos viene el matón ogro o peor, los mágicos esos.
Garra come su ración y, aunque al principio tuviera una mala concepto sobre los guisos de setas y demás verduras que pudieran guisaban en la cocina de MediaLuna, tenía que admitir que sabía bastante bien a pesar de la poca carne.
-Si tenéis intención de seguir por estos túneles me temo que nuestros caminos se separan aquí… -Dice mientras parte el pan. –No me gustan los lugares demasiado poblados y menos bajo kilómetros de tierra, lo lamento pero este lugar me incomoda…
Terble que hasta hace un momento estaba haciendo bromas, se queda con la boca abierta mientras se le cae la comida que llevaba en la cuchara que sostiene justo delante de su boca.
-Pero... Como?... si ahora nos empezabamos a divertir, ya se que tampoco llevamos mucho tiempo juntos, pero hemos vivido unas cuantas aventurillas, que va a ser de nosotros sin ti? a quien apollaré en batalla? el gnomo es muy bruto y seguro que me endiña un hachazo si me pongo a su lado!- Dice cuando se sobrepone del shock mientras se limpia los pantalones de comida.
- Que Avandra guie tus pasos Garra - se despide más formal que cordialmente, pues todavía le recuerda habiendo metido mano al tesoro para sacarles ventaja. Aunque la elfa no es muy rencorosa y ya lo tiene casi perdonado.
El gigantón se encoje de hombros y despide a Garra con la mano sin darle mayor importancia. No es que hubiese intimado mucho con él que digamos, y si se marchaba quedarían más enemigos que aplastar para el goliat. Seguro que ir por miedo a perder ante Eglath, jeje. Piensa para sí mientras intenta recordar quien había ganado la apuesta de la cena. Cuando le empieza a doler la cabeza de tanto contar decide dejarlo estar, no sea que hubiese salido perdiendo.