Partida Rol por web

Todo ha sucedido tan rápido en las últimas dos horas, que Sophie ni tan siquiera es consciente de cómo ha llegado hasta allí. Recuerda estar en medio del pasillo, tratando de reunir las fuerzas necesarias para arrebatar una vida, cuando algo se deslizó por el suelo hasta donde se encontraba.

Su vista, su oído y con ello su equilibrio se vieron afectados. Lo siguiente que recuerda, era sentir el frío mármol en su mejilla y sombras que avanzaban hacia donde se encontraba. Por supuesto, trató de defenderse, pero las fuerzas la fallaron. Se sentía demasiado mareada y cansada para ello.

Al principio todo fueron gruñidos, pero a medida que se le pasaban los efectos de la granada aturdidora, descubrió que se encontraba rodeada de soldados. Dos de ellos la arrastraban por el pasillo, donde un hombre ataviado con un traje de contención amarillo, la evaluó casi arrancándola la ropa.

Tras aquel examen preliminar y aún aturdida, la metieron en un furgón y se la llevaron.

De todo eso hacía algo más de una hora.

Rosalin estaba junto a ella, ambas se encuentran en lo que parecen unas grandes duchas de algún instituto o universidad. Hay varias mujeres más allí, tres o cuatro y todas se muestran aterradas. Custodiándolas se encuentran dos soldados que se han negado a responder ninguna de sus preguntas. Simplemente se han mostrado demasiado hoscos y amenazantes como para que alguna tratase de decir algo.

Finalmente, un hombre con un traje de contención entra en las duchas, la señala y uno de los soldados la invita a que los acompañe. Claro que la invitación no es tal, más bien y de nuevo por la forma de actuar del soldado, una orden que no puede desobedecer.

Sophie camina por varios pasillos que la hacen viajar de nuevo a los tiempos del instituto. Debe de ser alguno que lleva tiempo abandonado y que ahora, los soldados mantienen como cuartel de operaciones.

-Lamento las molestias ocasionadas.   -Indica el hombre del traje, con una voz grave y distorsionada.    -Por favor, tome asiento y descanse.

El hombre se retira la máscara al entrar en una de las clases. El lugar ha sido transformado en una oficina, en la cual hay un ordenador, un generador de energía y varios maletines grandes y pesados.

-Soy el doctor Walton, del centro de contención de plagas. Espero que los soldados no la hayan lastimado, por lo que tengo entendido, la encontraron en medio de una de las zonas contaminadas en medio de un fuerte conflicto.

El doctor abre uno de los maletines y toma una lata de refresco, así como un bocadillo y se lo tiende.

Sophie porta ahora una ropa que pese a ser más cómoda, la queda un poco grande. Se trata de unos pantalones azules y una sudadera de color gris. De hecho, todas las chicas en las duchas portan esa misma indumentaria. Pues nada más llegar allí y tras ser evaluadas por segunda vez, las habían arrebatado toda prenda manchada de sangre.

-Por favor, coma y beba algo, eso la ayudará. Mientras, me gustaría hacerla algunas preguntas, si la parece bien...

Violeta despierta con un fuerte dolor en la cabeza, lo último que recuerda era salir del hotel y después, oscuridad. Claro que aún está por ver si su actual condición es mejor o peor.

Se encuentra atada en una cama, en lo que parece una enfermería o al menos, una vieja enfermería. Quizás de un instituto o algo parecido por el tamaño de los ventanales y el tipo de decoración. Varios hombres con trajes de contención amarillos, van y vienen revisando a varias personas más que como ella, están atados a las camillas.

Armados y preparados para el combate, varios soldados custodian la sala ofreciendo seguridad a los hombres de los trajes amarillos y a su vez, intimidando a quienes como Violeta, están encadenados a una cama.

Una de las figuras de trajes amarillos, se acerca hasta ella y con una pequeña linterna, comprueba la respuesta de sus pupilas. La mantienen amordazada, así que Violeta no puede decir nada, salvo soltar unos pocos quejidos. La luz cegadora, hace que aparte la mirada. Asintiendo con la cabeza, hace una señal a uno de los soldados y marca la camilla con una tarjeta de color verde.

Dos mujeres soldados toman la camilla y se la llevan hasta una zona con duchas. Allí, liberan a Violeta y la indican que debe de ducharse y cambiarse de ropas. La entregan en una práctica bolsa de plástico todo lo necesario para ello, así como unos pantalones de chándal azules y una sudadera gris.

Las soldados se limitan a vigilar y no responden ninguna pregunta, tan solo cuando Violeta cumple con sus órdenes, es transferida a una nueva sala. Se encuentran en un viejo instituto, uno que lleva años abandonado por cómo están las cosas. El lugar dispone de varias maletas gigantescas y allí se encuentra una mujer que la sonríe al verla.

-Vamos, pasa, debes de estar agotada y aterrada. El ejército puede llegar a ser muy riguroso con el procedimiento. Ten, creo que te vendrá bien comer y beber algo.

La mujer porta un traje de contención, pero tiene quitado los guantes y la máscara. En su regazo descansa un ordenador portátil en el cual está trabajando o al menos, estaba trabajando hasta su llegada.

Tomando de uno de los maletines las provisiones prometidas, se las entrega a Violeta.

-Sé que estará cansada y que tendrá muchas preguntas. Así que permita que responda a las preguntas que ahora mismo deben de estar atormentándola. Sí, ha sido infectada por un virus desconocido, pero la buena noticia, es que su exposición ha sido mínima y su cuerpo ha logrado rechazar el virus. Eso no significa que sea inmune, el virus es increíblemente contagioso, pero según parece, algunos sujetos como usted, parecen poseer cierta...resistencia natural. Al menos hacia cierto tipo de contagios breves y escasos.

Larry despierta con un fuerte dolor en la cabeza, lo último que recuerda era estar rodeado de criaturas, mientras sentía cómo uno de ellos le mordía con violencia en el hombro. Después, el dolor fue tan intenso que se desmayó.

Se encuentra atado en una cama, en lo que parece una enfermería o al menos, una vieja enfermería. Quizás de un instituto o algo parecido por el tamaño de los ventanales y el tipo de decoración. Varios hombres con trajes de contención amarillos, van y vienen revisando a varias personas más que como él, están atados a las camillas.

Armados y preparados para el combate, varios soldados custodian la sala ofreciendo seguridad a los hombres de los trajes amarillos y a su vez, intimidando a quienes como Larry, están encadenados a una cama.

Una de las figuras de trajes amarillos, se acerca hasta él y con una pequeña linterna, comprueba la respuesta de sus pupilas. Lo mantienen amordazado, así que Larry no puede decir nada, salvo soltar unos pocos quejidos. La luz cegadora de la linterna, hace que aparte la mirada. Aquello provoca una respuesta en el hombre de la linterna, quién asintiendo con la cabeza, hace una señal a uno de los soldados y marca la camilla con una tarjeta de color verde.

Dos soldados toman la camilla y se lo llevan hasta una zona con duchas. Allí, lo liberan y le indican que debe de ducharse y cambiarse de ropas. La entregan en una práctica bolsa de plástico todo lo necesario para ello, así como unos pantalones de chándal azules y una sudadera gris.

Las soldados se limitan a vigilar y no responden ninguna pregunta, tan solo cuando Larry cumple con sus órdenes, es transferida a una nueva sala. Se encuentran en un viejo instituto, uno que lleva años abandonado por cómo están las cosas. El lugar dispone de varias maletas gigantescas y allí se encuentra un hombre sentado tras un escritorio, que trabaja a toda prisa sobre un ordenador.

El lugar dispone también de un generador de energía y varios enormes maletines de color negro.

-Es usted un hombre muy afortunado, cuando los soldados lo encontraron estuvieron a punto de meterle una bala en la cabeza. De no haber intentado ligar con la sargento Rodriguez, le habrían tomado por uno de ellos.

El hombre portaba un traje de contención, pero llevaba la máscara quitada.

-Ha tenido mucha suerte, no estábamos seguros de que los antibióticos funcionasen. Pero gracias a ellos y a su sistema inmunológico , ha  logrado vencer el virus que le estaba invadiendo. Sobre la silla tiene un bocadillo y un refresco, le aconsejo que se lo tome, le vendrá bien recuperar fuerzas. Quizás haya superado el virus, pero la herida del hombro sigue siendo bastante fea. Por cierto, soy el doctor Walton, del centro de control de enfermedades.

Sophie, ataviada con ropa que parecía sacada de un correcional, se despidió de la ahora frágil Rosalin. Esta, se la quedó mirando con aflicción mientras se marchaba detrás de uno de esos soldados.

- No te preocupes por mi, no me va a pasar nada. Quédate tranquila y haz caso a lo que te digan. Nos veremos en un rato. le dijo más para calmarla que por que realmente lo creyera. 

Saliendo de la sala de los vestuarios del abandonado instituto comenzó a memorizar aquellos pasillos. Habían sido rescatadas pero algo le daba a entender que a la vez estaban retenidas en aquel lugar. La joven psicóloga no quería volver a verse en la situación del hotel, donde dependía de otros para saber por donde escapar o refugiarse.

Entró con desconfianza en el despacho. Los soldados que las habían sacado de ahí, no les habían hecho daño, pero tampoco es que fuera la gente más amable con la que se había topado. No sabía con que iba a encontrarse tras esa puerta...

Respiró aliviada al ver que lo único que querían de ella, por ahora, era responder algunas preguntas. Sentándose en una de las sillas se guarda el bocadillo y el refresco para más tarde. La experiencia le había quitado el apetito. Dejando la comida sobre la falda atendió a las palabras del llamado Doctor Walton.

- Por supuesto. Pero yo también tengo muchas preguntas, posiblemente más de las que usted pueda hacerme a mi. Antes querría saber al menos una cosa. Después contestaré a sus preguntas... ¿A quien han sacado con vida de ese hotel aparte de a mi y la chica de gafas que me acompañaba? ¿Se encuentran sanos y salvos?

Duele. 

Todo és borroso y confuso, escucho voces y veo manchas amarillas pasar de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Mi vista trata de enfocar. ¿Sigo vivo? Pasan unos segundos hasta que voy recordando poco a poco lo que definí como mis últimos momentos...

Trato de aderezarme y sentarme en ésta especie de camilla en la que estoy, pero el tirón me duele, estoy atado. ¿Qué demonios? ¿Soy un infectado? ¿Pero de ser así, no deberia tener deseos canibales? Lo único que anhelo ahora mismo es una maldita aspirina.

¿Porqué hay gente armada..., espera, són soldados? ¿No me van a ejecutar, no?

_{-¡No soy uno de ellos! -}Trato de gritar, pero la voz no termina de arrancar, mis labios se mueven lentos y mi gola está aflojada (por no hablar de la mordaza que sólo deja salir un leve "mmmm mmmm" al exterior), debido al sueño. Igual me embutieron a fármacos... no quiero morir...

Creo que mi patético intento de comunicación les llama la atención, ya que pronto una luz me ciega momentáneamente debido a una inspección por parte de uno de ellos. ¿Que hace? ¿Verde? ¿Verde infección o verde paso libre? Joder, espero que no me maten... ¿no se supone que debería tener la fuerza inhumana de estar infectado? Creo... creo que aún hay esperanza para mí.

Me guían unos soldados hacia unas duchas, me indican algo, aunque no les entiendo bien por el entumecimiento inicial, aunque todo apunta a que quieren que me duche... mejor les sigo la corriente, me servirá para despejarme y para que no me vuelvan a atar.

El agua refresca mis ideas y empiezo a recordar con más nitidez, a medida que mis sentidos se desembotan... y habría preferido que no fuera así. Ésto parece un instituto, igual estoy en las duchas del gimnasio. Pero... algo me sigue preocupando... más allá de todas estas anomalías, aunque se muestra esquivo el "qué". Cómo si mi mente tratara de protegerme de algo que me iba a doler.

Trato de preguntarles dónde estoy, pero me ignoran. Bueno, los soldados no suelen mostrar demasiada iniciativa propia cuando tienen ordenes... al poco, resignado y vestido con ropa de calidad cuestionable, aunque reconfortante, me trasladan ante un escritorio improvisado, sustentado por generadores y con un hombre ante un ordenador que me mira (creo que sabe más de mí, que yo de él... me pregunto CUANTO saben. Mi maletín... ¿alguién descubrió el doble fondo? Espero que no.. ¿dónde están mis cosas?).

-Es usted un hombre muy afortunado, cuando los soldados lo encontraron estuvieron a punto de meterle una bala en la cabeza. De no haber intentado ligar con la sargento Rodriguez, le habrían tomado por uno de ellos.

Menos mal que el gobierno de vez en cuando se toma las molestías de informarme que soy afortunado, no fuera a equivocarme y creer que soy un desgraciado. ¡Esto me recuerda a mi hermano! ¿¿Que pasó con él?? Aunque antes de eso, debo aclarar más cosas... por si se cierran en banda.

¿Ligar con la sargento Rodriguez? No me suena eso... ¿o quizás si? Sigue hablando, esperaré mi turno.

-Ha tenido mucha suerte, no estábamos seguros de que los antibióticos funcionasen. Pero gracias a ellos y a su sistema inmunológico , ha  logrado vencer el virus que le estaba invadiendo. Sobre la silla tiene un bocadillo y un refresco, le aconsejo que se lo tome, le vendrá bien recuperar fuerzas. Quizás haya superado el virus, pero la herida del hombro sigue siendo bastante fea. Por cierto, soy el doctor Walton, del centro de control de enfermedades.

-Tanto gusto doc, soy Larry Miller, permitame -digo mientras abro el bocadillo, y compruebo ante él si tiene algún tipo de medicamento camuflado- que le agradezca que me suministraran esos antibióticos... ¿entonces... mi hermano, mi familia? ¿Hay más inmunes en mi familia? ¿Cómo están doc? ¿dígame que están bien, por favor! 

Si no veo nada raro en la comida me pongo a comer.

El doctor sostiene la mirada de Sophie, manteniendo en todo momento una expresión fría, distante y marcada por la seriedad. Durante lo que parece una eternidad, se mantiene así, en silencio y con la mirada clavada sobre Sophie, llegando incluso a ser algo inquietante.

-Es difícil de decir.   -Indica finalmente.    -Se han desplegado varios campamentos provisionales y tanto las fuerzas policiales como el ejército están haciendo todo lo posible para llevar hasta ellos a los supervivientes que encuentran. La zona en la que usted fue encontrada, ofreció una fuerte resistencia y se perdieron la vida de varios valerosos soldados. Me consta que siete supervivientes fueron rescatados del hotel y traídos aquí. Aunque es probable que aún se encuentren mucho más si han logrado atrincherarse en las habitaciones. También es posible que hayan logrado escapar del hotel o que hayan sido rescatados por otros equipos.

El doctor aparta por fin la mirada para centrarse en su portátil y comienza a teclear con rapidez sobre él. Tras un par de minutos, en los cuales vuelve a invitar a Sophie de que coma, toma una pequeña cámara de video y una hoja que imprime al momento.

-Voy a presentarla un documento con varias preguntas, quiero se tome su tiempo para pensar las respuestas y después, se dirija hacia la cámara para responder a las preguntas. Comprendo que algunas de las preguntas puede que la hagan regresar a la pesadilla que acaba de vivir. Sé que seguramente esté temiendo por la vida de familiares y amigos, pero me temo que todo esto es estrictamente necesario. Su ayuda, puede ofrecernos la clave para salvar vidas. Así que la ruego que sea fuerte y trate de hacerlo lo mejor posible. Si desea omitir alguna pregunta, está en su derecho de hacerlo.

Nombre y Apeliidos:

Edad:

Estado civil:

Hij@s:

Grupo sanguíneo:

Vacunación contra la gripe: Si/no

Fármacos: ¿Toma alguno? En caso de ser positiva su respuesta ¿Cuales? ¿Frecuencia? ¿Dosis?

Estado de salud actual: ¿Está enferm@? ¿Lo ha estado recientemente?

Operaciones a las que se ha sometido:

Antecedentes clínicos a destacar entre sus familiares directos:

Fumad@r:

Ha consumido recientemente algún tipo de droga:

Realiza ejercicio de forma regula:

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Pudo ver los primeros brotes de infectados: Si/no

En  caso de que su anterior respuesta sea afirmativa: Indique sexo, etnia y tipo de vestimenta de los primeros atacantes.

El tiempo de infección lo describiría en: Segundos, minutos, horas

Indique por favor, cualquier rasgo que le llamase la atención de los infectados:

El doctor deposita la cámara sobre la mesa y la enciende, indicando a Sophie cómo debe de hacer para que comience a grabar o para que se detenga. La otorga unos instantes para que lea las preguntas y se prepare para ellas. En su gran mayoría son preguntas personales.

Alguien llama a la puerta y poco después, esta se abre mostrando a un soldado alto y apuesto, de corpulencia atlética. El soldado realiza un gesto al doctor y este se dirige hacia la puerta.

-Disculpe un segundo, señorita, puede comenzar con las preguntas, volveré en un minuto.

Dicho aquello, el doctor sale de la habitación, cerrando la puerta tras él.

El doctor Walton es una de esas personas que clava la mirada sobre aquellos a los que se dirige. Lo hace de tal forma, que de alguna manera logra incomodar a la gente. Aunque eso no parece que le importe demasiado, al menos eso es lo que puede deducir Larry.

-Lo hemos tenido completamente inmovilizado, si desease suministrarle algún tipo de droga, no habría sido necesario soltarlo y ofrecerle una bebida y un bocadillo. Puede disfrutar de su comida sin temer por su seguridad.

Sus palabras son ciertas, el bocadillo carece de medicamentos ocultos y el refresco viene completamente sellado. Así que por el momento al menos, está a salvo.

-La situación fue bastante tensa en el hotel, señor Miller. Los soldados, al menos el equipo que los encontró, se vio obligado a retirarse de forma precipitada debido a la gran cantidad de hostiles que se cernían sobre ellos. Aún así, debo indicar que en la zona había varios equipos más y que es probable, que hayan rescatado a más personas. Se han desplegado diversos campamentos como este, donde se están trasladando a los heridos y a los civiles.

Reclinándose en su asiento, cruza los dedos de las manos lanzando una nueva mirada a Larry, otorgándole unos instantes para que vayan asimilando la situación y pueda disfrutar a su vez, de la comida.

-Su hermano no está entre nosotros, no quiso acompañar al equipo de salvamento y regresó de nuevo al interior del hotel para localizar a su esposa. Las comunicaciones en estos momentos están saturadas y se utilizan tan solo para la coordinación de las fuerzas militares. Con esto quiero decir, que no puedo comprobar si su hermano está o no en otros campamentos, al menos por el momento. Estamos realizando una base de datos con todos los supervivientes, pero esto requiere tiempo.

El doctor aborda la situación con una frialdad ejemplar, claro que seguramente él no tendría a toda su familia en aquel hotel. Aún así, Larry puede percibir que el doctor es una de esas figuras que usan la lógica y que no se dejan arrastrar por las emociones.

-Debo destacar, señor Miller, que usted no es inmune al virus. Simplemente ha tenido suerte, por lo que sabemos, algunos de los portadores transmiten el virus de forma más virulenta que otros. Usted tuvo suerte que la cepa de virus que lo infecto no era precisamente de las más peligrosas. Aún así, su propio sistema inmune y gracias a los medicamentos suministrados, ha logrado vencer al virus. En esencia y en términos para que pueda comprender de qué estoy hablando, digamos que comenzaba a notar los primeros síntomas de la gripe, pero ha logrado tomarse la medicación a tiempo. Dicho esto, debo informarle que Angela logró salir del hotel por sus propios medios y que fue ella quién logró enviar la ayuda necesaria para sacarles de allí. Parece que disponer de dinero e influencia les ha ayudado a salir con vida de allí.

-Bien, dicho esto, me gustaría hacerle algunas preguntas, si le parece bien.

Sophie estaba pensando mentalmente sobre como responder de la forma más adecuada al test cuando de pronto la situación cambia. Alguien llama a la puerta. Se trata de un soldado que solicita la presencia del Dr Walton, su entrevistador. 

A ver como con un gesto es suficiente como para hacerle salir de la sala deduce que es algo importante. Probablemente lo bastante como para tenerle entretenido unos minutos.

La joven se hace la tonta durante un par de segundos, haciendo ver que piensa en como empezar a responder para luego dejar caer la lata de refresco al suelo. El sonido de la lata retumba hasta que empieza a rodar hasta la mesa del llamado Doctor.

Ella hace como si intentara agarrarla agachándose para que no siga rodando. En ese mismo gesto gatea por el suelo para no ser captada por la cámara. Una vez llega al otro lado de la mesa se levanta y pausa la cámara de vídeo. 

Es entonces cuando empieza a mirar el resto de grabaciones. 

Aquí tiene que haber grabado alguna entrevista más. A alguien de la boda...  ¿Violeta, Alice? 

También echa un vistazo rápido al portátil, sin arriesgarse demasiado a ser descubierta. Una vez decide que ya ha pasado suficiente tiempo, vuelve a activar el "play", para regresar de nuevo a gatas hasta la silla con la lata de refresco de nuevo en la mano.

Para disimular aún más, abre la lata y da un largo trago. En parte para no levantar sospechas, en parte para calmar sus pulsaciones sin que se le note en la cara. Una vez terminado empieza responder a las preguntas...

- Sophie McFelber, 29 años. Soltera y sin hijos. Grupo A+ y sin vacuna de la gripe. Estoy sana y no debo tomar fármacos habitualmente. Sin operaciones serias. Nada que destacar sobre antecedentes clínicos... bueno mi padre ha tuvo problemas de asma de pequeño y mi abuelo lleva un marcapasos... 

¿Estará bien mi familia? Hace semanas que no les llamo por teléfono.

Que tonta había sido, en momentos como este es cuando se arrepentía de ser una hija algo desapegada de la familia. En momentos críticos como estos, dónde solo te apetecía llamarles para ver si estaban todos a salvo.

- Ejem... carraspeó antes de volver a su monólogo dejé el tabaco hace ya 6 años, y no tomo drogas. - Aunque en momentos como este me apetecería un pitillo. - Y no, tampoco hago deporte. 

Sophie se calló durante unos segundos al releer por segunda vez la pregunta que venía a continuación. Era cierto, le estaban haciendo revivir quizá demasiado pronto aquello que había pasado en el hotel. Algo que prefería borrar de su mente, aunque ella en el fondo sabía que tal cosa era imposible. Y dejar reprimidas esas emociones sólo conseguiría que se convirtieran en una bomba de relojería interna.

Mirando fijamente a la cámara esta vez. se imagina estando en una de sus propias terapias. Trasladándose mentalmente a una sala más acogedora, proyectándose a si misma en diván. Comienza a rememorar todo aquello, para aceptarlo, para transmutar aquel sufrimiento en un aprendizaje...

Olvidándose un poco de las preguntas concretas, comenzó a describir las imágenes que le venían a la mente.

- Aparecieron de la nada... Corrían mucho... iban en grupo... atacaban a mordiscos... los afectados apenas tardaron unos momentos en transformarse...  No parecían temer a nada, ni a nadie. Iban como idos, sin control... 

Por último se rió de lo absurda que le parecía una de las preguntas. ¿Que como coño iban vestidos dice? masculla - ¡Era una maldita boda! La boda de mi amiga... que no se si sigue viva o ya es uno de esos...

Con el corazón en un puño, Sophie comienza a hurgar en el portátil del doctor. Aunque debido a sus escasos conocimientos sobre las nuevas tecnologías, no es algo que se la dé demasiado bien. El ordenador dispone de varias carpetas, una de ellas está llena de gráficos sin completar que no llega a comprender. La segunda carpeta está repleta de análisis de sangre. La tercera, contiene más de cien grabaciones. Según parece, todas las grabaciones son subidas a la nube permitiendo así, poder ser visionadas desde cualquiera de los campamentos. Cada grabación va marcada con varias letras y número, por lo que resulta complicado buscar una grabación en concreto.

Por último, hay una carpeta repleta de grabaciones procedentes de toda clase de fuentes. En ellas se pueden apreciar ataques de infectados en diversos lugares. El ataque no parece haberse producido solo en el hotel, si la mitad de aquellas grabaciones son ciertas, entonces media Topeka está siendo atacada y por hordas mucho mayores de lo que hasta ahora ha podido ver Sophie.

La imagen de un centro comercial tomado por los infectados, es quizás lo que más se graba en la mente de la joven. Decenas de esas criaturas atacaban a quienes se encontraban en el interior, devorándolos o transformándolos en nuevas criaturas.

Dominaba por el miedo a ser descubierta, regresa a su sitio y continúa respondiendo a las preguntas. Lo hace justo a tiempo, pues poco después el doctor regresa a la sala.

-Disculpe las molestias, tenía un asunto urgente que atender. ¿Tiene alguna duda con el cuestionario? Una vez termine, será llevada hasta una  de las clases que ha sido acondicionada con varias literas. Allí podrá descansar unas pocas horas, antes de que parta con un convoy que la trasladará a una zona más segura.

Las últimas horas han pasado ante Gary como una borrosa historia sin sentido. Recuerda estar frente al gran ventanal del salón de baile y de pronto, ser atacado por una de esas criaturas que se lanzó a por él a través de la ventana. Recuerda haber luchado con todas sus fuerzas evitando así ser mordido y haber sido ayudado por algunos de los presentes en la sala.

Pero un trozo de cristal se le clavó en la pierna muy cerca de la femoral. La perdida de sangre y la pesadilla que estaba viviendo, lo arrastraron a un estado casi de inconsciencia. No está seguro de cómo salió de allí, cree que fue trasladado por un hombre corpulento y poco más.

Ahora, se encuentra en una sala amplia con una pizarra al fondo. Se trata de una vieja aula de instinto abandonada, que ahora está repleta de camas  con heridos de diversa consideración yaciendo sobre ellas. Una mujer, joven y hermosa se acerca hasta Gary al ver que recupera la consciencia poca a poco.

-Tenga cuidado, perdió mucha sangre y aunque la herida ya está cosida, aún puede sentirse mareado.

La doctora posa sus dedos sobre el cuello de Gary y comprueba que su ritmo es adecuado y le dedica una afable sonrisa.

-Soy la doctora Coverston. Tuvimos que ponerle una transfusión de sangre, pero está fuera de peligro. ¿Qué tal se encuentra?

Tomando un vaso de plástico, se dirige hasta una máquina de agua que han instalado en la habitación y tras llenarlo, regresa para entregarseló a Gary.

-Beba un poco, le sentará bien. ¿Tiene hambre? No disponemos de un menú digno de un restaurante, pero le ayudará a recuperar las fuerzas. Puede estar tranquilo, aquí está a salvo. ¿Recuerda cómo se llama?

Despierto confusa, sin saber como he llegado allí ni por unos momentos tampoco recuerdo el caos y el horror vivido en la boda.

Consigo fijar la vista pese al intenso dolor de cabeza. El trasiego de soldados y hombres con esos trajes de película de apocalipsis vírica hacen que de golpe venga a mi cabeza todo lo vivido.

"Nos han encontrado" pienso con alegría y alivio. Mis hijos, mis hijos vienen a mi cabeza. Estás con los abuelos, seguro que están bien. Y siento muchas ganas de verlos, de abrazarlos, de llenarles de besos. Unas lágrimas se vierten de mis ojos.

Entonces me remuevo y noto las ataduras y con angustia siento la presión de la mordaza.

¿Estoy bien? ¿Este dolor de cabeza es causa de la infección? No lo parece, pues la fiebre ha desaparecido. No estoy segura hasta que veo como una soldado, con un asentimiento del tipo del traje contención, pone una tarjeta verde a los pies de mi camilla. O me están engañando como a los judíos o eso es buena señal.

Entonces es cuando cogen mi camilla entre esa y otra soldado y me llevan hasta unas duchas... como a los judíos... pero no me encierran, sino que se quedan ahí mirando, muy serias. Me desnudo y con asco me quito la ropa de la boda, en muy buena parte manchada de sangre y rasgada por varios sitios. Para mi alivio la ducha me sienta igual que un renacer. Siento con extremo placer el agua caliente, que casi quema la piel y que limpia cualquier rastro de aquella pesadilla. Igual que se lleva la sangre y el sudor, también se lleva el terror y la certeza de la muerte espantosa. Mis esperanzas renacen bajo el chorro de agua.

Me llevan ante lo que parece una doctora aún enfundada en uno de esos trajes, ahora semiabierto

Me siento dolorida, confusa, pero esa mujer me devuelve la vida con sus palabras. 

- ¿Y Sophie?.. ¿Rob, Gary, Larry, Rosalin?... ¿Están bien? - digo con dificultad por miedo a la respuesta. - ¿Cuando podré volver con mis hijos, doctora?

Sintiendose aliviada al no haber sido descubierta, se prepara para hacer su propio interrogatorio al Dr.

- Doctor Walton, mis dudas son acerca de lo que está sucediendo... dice preparándose para lanzar una serie de preguntas, algunas que su interlocutor quizá no sepa o no quiera responder...

- Antes de nada ¿Puede explicarme lo que está sucediendo?¿De dónde han salido esos infectados y porque actúan así? ¿Hay alguna forma de evitar el contagio, alguna vacuna?¿Y que pasa con los que ya lo están... hay forma de curarles?

Sophie desconcertada por la extraña situación de caos que sumía su mundo, intentaba pensar con claridad y pragmatismo.

- ¿Hasta donde ha llegado el alcance de todo esto, Kansas City?¿A dónde nos mandan?

Sabía que seguir preguntando diversificaria la información y al final no le contaría nada útil...

-Lo hemos tenido completamente inmovilizado, si desease suministrarle algún tipo de droga, no habría sido necesario soltarlo y ofrecerle una bebida y un bocadillo. Puede disfrutar de su comida sin temer por su seguridad.

Tiene sentido, debo admitir, pero...

-Sólo quería saber de qué era el bocadillo.

... miento, no me gustaría admitir que me equivoqué. Rara vez me equivoco en las primeras impresiones pero ésta situación és grave y no me permite pensar con claridad.

 La situación fue bastante tensa en el hotel, señor Miller. Los soldados, al menos el equipo que los encontró, se vio obligado a retirarse de forma precipitada debido a la gran cantidad de hostiles que se cernían sobre ellos. Aún así, debo indicar que en la zona había varios equipos más y que es probable, que hayan rescatado a más personas. Se han desplegado diversos campamentos como este, donde se están trasladando a los heridos y a los civiles.

 Entonces... debo asumir que la mayor parte de mi familía ha muerto (o quizás toda), sobretodo los más débiles... como mi abuela, probablemente no tuvieron ninguna oportunidad de escapar. Me entra la llorera y tomo un sorbo de la bebida, tratando de aguantar, mientras el hombre sigue narrando.

-Su hermano no está entre nosotros, no quiso acompañar al equipo de salvamento y regresó de nuevo al interior del hotel para localizar a su esposa. Las comunicaciones en estos momentos están saturadas y se utilizan tan solo para la coordinación de las fuerzas militares. Con esto quiero decir, que no puedo comprobar si su hermano está o no en otros campamentos, al menos por el momento. Estamos realizando una base de datos con todos los supervivientes, pero esto requiere tiempo.

Lo terrible de la esperanza, és que no puedes girar página con su debido duelo, hasta que te confirmen si hubo éxito o no... Sin embargo, una vez te atrapa, no puedes desprenderte de ella. Dejo la bebida rápidamente en la mesa y le pido, mejor dicho le ruego:

-Por favor, le estaría sumamente agradecido que una vez tenga esa lista, pudieran avisarme... la incertidumbre me está matando, y si pudiera serles de ayuda de alguna manera...*

 

Debo destacar, señor Miller, que usted no es inmune al virus. Simplemente ha tenido suerte, por lo que sabemos, algunos de los portadores transmiten el virus de forma más virulenta que otros. Usted tuvo suerte que la cepa de virus que lo infecto no era precisamente de las más peligrosas. Aún así, su propio sistema inmune y gracias a los medicamentos suministrados, ha logrado vencer al virus. En esencia y en términos para que pueda comprender de qué estoy hablando, digamos que comenzaba a notar los primeros síntomas de la gripe, pero ha logrado tomarse la medicación a tiempo. Dicho esto, debo informarle que Angela logró salir del hotel por sus propios medios y que fue ella quién logró enviar la ayuda necesaria para sacarles de allí. Parece que disponer de dinero e influencia les ha ayudado a salir con vida de allí.

-Bien, dicho esto, me gustaría hacerle algunas preguntas, si le parece bien.

Asiento agradecido, mientras miles de preguntas se me agolpan al cerebro, empezando por los supervivientes y seguido de los detalles:

 -Sí, gracias doctor. En primer lugar, querría saber si hubo más personas entre los rescatados por el equipo que me trajo aquí, ¿quizás algún familiar? -no puedo evitar teñir de esperanza la pregunta- luego, ¿la medicina que me aplicaron me ha dado tiempo prestado o estoy realmente a salvo?.

Tras una leve pausa, añado...

-Dijo que ligué con la sargento Rodriguez -lo cual no dudo- pero no sé si es por el shock, pero no la recuerdo. ¿Podria darme más detalles? Probablemente tenga que agradecerle la ayuda.

Y por último... y más importante.

-¿Estamos en peligro? ¿Cuál es la situación?

La doctora mantiene en todo momento una presencia amigable, aunque dada la situación, es lo único que realmente puede hacer.

-Verá, los soldados entraron en el hotel en el que se encontraban, pero las fuerzas hostiles eran demasiadas y tuvieron que retirarse. Sabemos que al menos siete personas fueron rescatadas, usted entre ellas. Pero por el momento, aún estamos tratando de identificarlos. La gran mayoría de ustedes, debido al evento que estaban celebrando, no llevaban ninguna documentación encima.

La doctora sabe que no es la respuesta que Violeta busca, por ello continúa hablando para otorgarla una pequeña llama de esperanza.

-Sabemos que otros equipos de soldados entraron en el hotel y que trasladaron supervivientes a otros campamentos como este. Por el momento, todo es un tanto confuso y desconocemos cuantos supervivientes más hay o quienes son, según pasen las horas, todo se irá aclarando. Así que pese al infierno que ha vivido, la pido que tenga un poco de paciencia y que ahora descanse y recupere fuerzas. Estamos realizando varias preguntas a supervivientes como usted, pero creo que la vendrá mejor despejarse un poco e ir a descansar y más tarde, nos reuniremos para rellenar el informe ¿Le parece bien?

La doctora se pone en pie y ayuda a Violeta a caminar hasta la salida de la habitación.

-En los niveles superiores, se han instalado literas y se ha preparado la cocina para que os sirvan comida caliente. Los horarios de las comidas están en la cafetería. Pero aún tendrás unas tres horas hasta que empiecen con las comidas, así que te aconsejo que comas el bocadillo y bebas el refresco. Ahora un soldado la llevará hasta su habitación ¿Le parece bien?

El doctor mantiene la seriedad en su rostro en todo momento, parece un hombre acostumbrado a realizar las preguntas, no a responderlas.

-La situación está controlada, se produjeron focos en diversas áreas de la ciudad, aunque aún está por ver el origen de todo. Por el momento no existe vacuna alguna, aunque estamos trabajando en ello lo más rápido que podemos. Lo que sí puedo asegurarla, es que no existe cura. Lamento ser portador de tan malas noticias, pero los infectados, al menos la gran mayoría, caen muertos por el virus. Poco después, algo se activa dentro de ellos y se mueven con el único objetivo de alimentarse, siendo a su vez, nuevas fuentes de contagio.

-Los últimos días las noticias hablaban de diversos actos violentos, pero todo fue achacado a bandas y drogas. Bueno, parece ser que se equivocaban y que simplemente nos enfrentábamos a algo totalmente desconocido.

El doctor se centra en su portátil durante unos segundos, antes de fruncir el ceño y lanzar una mirada hacia Sophie. Tras mantener la intensa mirada sobre la mujer unos instantes, continúa con tecleando.

-Aquí estará a salvo, se han habilitado literas en los pisos superiores y restaurado la cafetería. Los horarios de comida están allí, un soldado la está esperando fuera y la acompañará a su nueva habitación. Se la avisará con una hora de antelación cuando vaya a ser trasladada. Ahora si me disculpa, hay muchas otras personas que deben de ser atendidas y cuanto más tiempo pasen esperando, más se asustaran.

Poniéndose en pie, invita a Sophie a salir de la habitación, acompañándola hasta la puerta.

-Descanse, la vendrá bien.

Violeta y Sophie salieron casi a la par de dos de las aulas del instituto. Cada una de ellas, iba acompañada por uno de los doctores que estaban al mando de la situación. También  había fuera un soldado que la estaba esperando a ambas, para enseñarlas el lugar y guiarlas hasta su nueva habitación. Aunque cuando vio que ambas se conocían, las otorgó unos minutos, mientras los doctores regresaban al interior de sus "despachos" e indicaban a otros soldados que trajesen a nuevos supervivientes.

Casi sin darme cuenta empiezo a comerme el sandwich mientras el doctor responde a mis preguntas. Al parecer todo estaba más o menos bajo control y las llevaban a un lugar seguro. A Rosalin y a ella...

En ese momento y con Rosalin en su mente, sale del aula convertida en despacho improvisado, para encontrarse cara a cara con otra de sus amigas, Violeta. 

Sin pensárselo dos veces corre hacia ella para abrazarla. Ver como su amiga había sobrevivido a la masacre la llenaba de dicha. - !Violeta! Estás bien gracias a dios... como me he preocupado por ti. ¿Te encuentras bien? Espero que los soldados no hayan sido muy rudos contigo. Bueno, lo importante es que estamos a salvo.

Veo como nos dejan algo de intimidad para seguir hablando mientras los militares nos conducen a otra estancia 

Rosalin está conmigo ¿Sabes de alguien más que haya sido rescatado del hotel? pregunta en su afán de saber quien ha sobrevivido ¿Sabes algo de Alice? insiste sobre el estado del cuarto miembro del grupo de inseparables amigas. Que quizá no lo fueran tanto hasta entonces, pues era sobretodo Alice su nexo de unión. Pero tras la experiencia y los sucesos vividos, Sophie sentía como algo más las mantenía juntas.

La doctora me tranquilizó en parte. Había dicho que habían rescatado sólo a siete personas. De toda los invitados y gente del hotel, siete personas.

Mi suerte era digna de una macabra lotería. Ya nunca más podría decir que no me había tocado la lotería.

¿Quién había quedado vivo? Con esa duda en la cabeza salí con la doctora al pasillo, para ver de repente como Sophie salía de la aula anexa.

Me abracé con ella. Una alegría egoísta y a la vez llena de compasión me inundó. Qué bien me sentaba aquél abrazo después de lo vivido y el reciente rudo trato recibido-

- No sé nada de Alice. Sólo me han asegurado que habían rescatado a siete personas. Sophie, es horrible - dije entre sollozos. Lloré con tristeza. Suavemente, sobre el hombro de mi amiga.

Nos pasamos un rato abrazadas y me vino a la cabeza mi mordedura. No la había visto desde que le eché casi un litro de lejía encima frotando con lágrimas en los ojos y desesperada por quitarme cualquier rastro de esa mala bicha que me mordió. Me separé de Sophie y subí la manga para ver como tenía la herida.

- Mira Sophie, me mordió esa rubita de la recepción. ¿Le diste bien con el palo de golf? - dije recordando como Sophie blandía el palo de golf por encima de su cabeza cuando ella pasó por su lado corriendo hacia la recepción.

- ¿Y tú, sabes algo de alguien más? ¿Cómo llegásteis aquí Rosalin y tú?

-Me temo que no me he explicado bien. Existen numerosos campamentos, pero están colapsados. No podemos correr el riesgo de introducir en ellos a infectados, por lo que debemos examinar a cada refugiado de forma exhaustiva. Ese procedimiento lleva su tiempo, por lo que pueden pasar horas o incluso días antes de tener un listado definitivo. Aún así, procuraré informarle si hay alguna novedad con respecto a su familia.

En aquella situación, lo más importante no es quién es cada persona, sino el estado en el que se encuentra. Introducir a una persona infectada en medio de un campamento de civiles, puede desencadenar en decenas de muertes. Por otro lado, el lento proceso de evaluación, sin duda hará que muchos perezcan al no poder recibir la ayuda médica necesaria.

-Por el momento, hay  cuatro personas identificadas que provienen del hotel. La señorita Sophie Mcfelber, una mujer llamada Violeta...eh...no logro encontrar su informe aquí. Aún no deben de haber actualizado la base de datos, los satélites están siendo usados por el ejército y las líneas de comunicación habituales han sido cortadas. También hay dos hombres, Brian Stewart y Robert Ackerman.

La mirada del doctor, se alzó para cruzarse con la de Larry. El doctor era una de esas personas capaces de mantener la mirada fija durante un tiempo indefinido, creando una situación de lo mas incómoda.

-Respecto a su pregunta, todo tiempo vivido es prestado. La única verdad, la única constante en nuestras vidas, es que todos moriremos. Pero puede estar tranquilo, el virus no se comporta con la misma fuerza en un sujeto que en otro. Estamos intentando establecer un patrón, pero aún es pronto para decir nada con seguridad. Tan solo basta decir, que algunos infectados no son tan virulentos como otros y que las condiciones físicas de cada persona, al ser únicas, hacen que algunos ofrezcan una mayor o menor resistencia al virus. En su caso, debo decir que el virus ha desaparecido de su sangre. Todas las pruebas indican que su organismo ha logrado expulsarlo. Así que puede estar tranquilo, no morirá ni se alzará como uno de ellos. Oh, sí, los infectados mueren a consecuencia del virus, pero algo se activa en su interior y los impulsa a moverse con el único deseo de alimentarse.

Sus palabras van cargadas de temor hacia el virus, pero también con una gran dosis de admiración y curiosidad. Aquella cosa, sea lo que sea, es algo totalmente novedoso y único. Algo que ha despertado el interés del doctor.

-Aquí está a salvo, así que puede descansar. Le permitiré reunirse con los otros supervivientes del hotel, pero más tarde deberá de reunirse de nuevo conmigo para responder a las preguntas que hacemos a todos los supervivientes. Haré que la sargento Rodriguez pase a verlo cuando regrese. ¿Le parece bien? ¡Ah! Su abuela ha solicitado un permiso especial para sacarlo de aquí en helicóptero, en pocas horas debería de estar aquí.

-Me temo que no me he explicado bien. Existen numerosos campamentos, pero están colapsados. No podemos correr el riesgo de introducir en ellos a infectados, por lo que debemos examinar a cada refugiado de forma exhaustiva. Ese procedimiento lleva su tiempo, por lo que pueden pasar horas o incluso días antes de tener un listado definitivo. Aún así, procuraré informarle si hay alguna novedad con respecto a su familia.

Es todo cuanto puedo pedir, me alegra ver que estará pendiente si aparecen novedades. Dentro de su seriedad, creo que hay un buen hombre ahí dentro. 

Asiento conforme, mostrando mi debido agradecimiento, totalmente sincero.

 -Por el momento, hay  cuatro personas identificadas que provienen del hotel. La señorita Sophie Mcfelber, una mujer llamada Violeta...eh...no logro encontrar su informe aquí. Aún no deben de haber actualizado la base de datos, los satélites están siendo usados por el ejército y las líneas de comunicación habituales han sido cortadas. También hay dos hombres, Brian Stewart y Robert Ackerman.

Entonces los demás... ¿no lo consiguieron?... Hay algo en lo que ha dicho me deja extrañado...

...y las líneas de comunicación habituales han sido cortadas...

-¿A qué se debe el corte de las comunicaciones? Nunca creí que fuera necesario al tratar una enfermedad de éste tipo, creía que los de CDC se ocupaban de estas cosas.

Cuando me responde, prosigue con lo suyo:

Respecto a su pregunta, todo tiempo vivido es prestado. La única verdad, la única constante en nuestras vidas, es que todos moriremos. Pero puede estar tranquilo, el virus no se comporta con la misma fuerza en un sujeto que en otro. Estamos intentando establecer un patrón, pero aún es pronto para decir nada con seguridad. Tan solo basta decir, que algunos infectados no son tan virulentos como otros y que las condiciones físicas de cada persona, al ser únicas, hacen que algunos ofrezcan una mayor o menor resistencia al virus. En su caso, debo decir que el virus ha desaparecido de su sangre. Todas las pruebas indican que su organismo ha logrado expulsarlo. Así que puede estar tranquilo, no morirá ni se alzará como uno de ellos. Oh, sí, los infectados mueren a consecuencia del virus, pero algo se activa en su interior y los impulsa a moverse con el único deseo de alimentarse.

-Entonces debería sentirme afortunado... -y sin embargo, no es así. Nunca vi tanto horror como aquél día...

Observo al doctor, y a mi que se me da bien leer a las personas, no se me escapa, que en cierto modo admira los sucesos. No las muertes, sino la complejidad de lo que estamos viviendo, desde una perspectiva académica. Por unos instantes me dan ganas de tirarle la silla a la cabeza, pero seamos sinceros... yo también soy como él, los retos mentales me encantan, ¿somos monstruos al sentir placer ante tanta miseria?...

-Aquí está a salvo, así que puede descansar. Le permitiré reunirse con los otros supervivientes del hotel, pero más tarde deberá de reunirse de nuevo conmigo para responder a las preguntas que hacemos a todos los supervivientes. Haré que la sargento Rodriguez pase a verlo cuando regrese. ¿Le parece bien? ¡Ah! Su abuela ha solicitado un permiso especial para sacarlo de aquí en helicóptero, en pocas horas debería de estar aquí.

 Se acordó de la sargento, si, quisiera recordarla, asiento a su pregunta. Hasta que menciona a mi abuela... mi abuela vive, me permito ser feliz por unos instantes, algo es algo... y además por todo lo alto, sólo ella podria sacarme un helicoptero en esta situación... si no fuera por el terror ahora mismo sonreiría.

-Muchisimas gracias, doc. Ha sido muy amable, por todo, por ayudarme y mantenerme informado. Pienso colaborar en todo cuanto precisen, qué menos. Trataré de responder lo mejor posible a sus preguntas. 

Me levanto y le ofrezco la mano para estrecharla.