Partida Rol por web

6 de Girithron
22:00

 Los tres compañeros, Ragnar, Fjalar y Elendorn, un extraño trío cruzando las oscuras calles nocturnas de Tharbad, llegaron hasta la posada del Descanso del Viajero, en la ribera norte.

 Un hombre se acerca a ellos desde el callejón lateral de la posada. No tiene buen aspecto, sin embargo no parece peligroso. Un sangre mezclada entrado en años, con ropas de saco y un puñal atado al cinto.

 Ey, amigos, ¿quieren echar un trago? el grupo ya estaba diciéndole que no, pero de debajo de la capa extrae no una sucia botella a mitad de tinto peleón, si no una verdadera botella sellada con cera de vino de Dorwinion Es un reserva, con una antiguedad de tres años... garantizada...

 Muestra la botella de vino a los dos elfos y al enano pero no la suelta hasta no cobrar su precio.

 Si la queréis serán cincuenta monedas de oro. les dice en tono confidencial Y tengo más de dónde salió esa...

6 de Girithron
22:00

 Efectivamente, preguntando a los soldados de la muralla, justo junto a la puerta, estos avisan al capitán Amrith. Este baja de los muros por una escalera de madera y saluda afectuosamente a la pareja, especialmente a Elendin.

 Buenas noches, ¿como os encontráis? ¿Os tratan bien en la posada que os recomendé? pregunta en un tono alegre y festivo.

 Sin embargo al escuchar las palabras de la pareja, los hace pasar al interior de una de las torres. Allí hay una sala de guardia vacía dónde se ve una mesa y cuatro sillas de madera, amén de un par de jergones de paja. Les indica a la Dunedain y el Noldo que se sienten al tiempo que recoje la baraja de naipes abandonada en pleno juego sobre la mesa.

 Entonces, ¿que es lo que queréis saber? hace una pausa para añadir Tengo un trabajo para vuestro grupo, si os interesa. Alguién muy importante quiere contactar con vosotros. Pero no quiero meteros en líos...

 Niega con las manos y la cabeza, como arrepentido de lo último que ha dicho.

Fjalar observó imperterrito lo que les enseñaba. En su viaje había estado en numerosas tabernas y sabía de algún vino caro, sin embargo no le interesaba en lo más mínimo la bebida que les brindaba. En su lugar otras cosas caminaban por su mente en ese momento.

- Aunque podemos parecer ricos mercaderes no somos más que gentes ancladas al camino y viajeros-dijo el enano mirando la botella con curiosidad-. Quizá tendríais más suerte si la vendieraís en el mercado.

No opinaba por sus compañeros aunque suponia que ninguno de ellos ansiaría ese tipo de licor que unicamente les llevaría, como a él más de una vez pero con menor precio, a despertarse con dolor de cabeza y mucho más pobres.

Me mantuve alerta cuando vi venir aquel vagabundo desde el callejón.

Me pareció sospechoso que un hombre andrajoso como aquel dispusiese de una botella ten cara...probablemente la había robado, y por lo que decía no era la única.

En cualquier caso no era algo que pudiese probar y entrometerme en la vida de los demás era algo que no tenia por costumbre, de modo que asentí a las palabras del enano y continué andando sin perder de vista al vagabundo.

El noldo escuchó interesado las últimas palabras de Amrith, sin duda aquello suponía un cambio agradable en sus quehaceres diarios, por lo que se apresuró a decir:

-¿Quien es ese alguien? ¿y por qué supone un lío que contactemos con él? La verdad es que nos vendría bien algún trabajo bien remunerado pero no puedo aceptar nada sin consultarlo con el resto de nuestro grupo -expuso aclarándole la situación al guardia dúnedain.

La joven montaraz saludó afectuosamente al capitán. 

- Sí, la posada es una maravilla, gracias - dijo alegremente, aunque distaba mucho del trato tan cercano que les ofrecían en la posada de los Grum - pero quería preguntarte por algunos rumores que hemos escuchado... se dice que los hijos de Hir Tinare y Hir Calantir han solicitado la mano de la princesa Nirnadel, pero que aunque el Canciller se lo está pensando, ella ama a un Rey del Norte... ¿sabes quien puede ser ese "rey"?

Después escuchó la propuesta de su compañero, y mostrándose más entusiasmada que Tirlindë, le pidió más datos.

- Por favor, ¡cuéntanos! estamos bastante aburridos, incluso nuestro hobbit ha decidido montar una herrería aquí, si nos quedamos más tiempo ociosos vamos a terminar por echar raíces....

Sus compañeros ya estaban alerta por el, el silvano ni siquiera bebía vino, su único placer siempre había sido la sidra, y de no haberla, dulce agua limpia. Lo máximo que hubiera podido aceptar es tal vez alguna jarra de hidromiel, aunque estas las bebía contadas.

- lo lamento, no soy bebedor de vinos, y de serlo ni siquiera podría costearla, hoy mismo he visto claro hasta que punto escasea mi bolsillo al reprimir una compra que hubiera hecho con gusto y no podía.

A Elendorn no le gustaba pensar mal de nadie, era su misión ayudarles, por lo que metió su mano en su bolsa tomando dos monedas. Una de oro y una de estaño, las cuales ofreció - aun y así, por favor acepta esto, que no me sobre no significa que no pueda ayudarte si está en mi mano.

 El capitán negó con la cabeza.

 Ahora mismo no hay nada seguro. Todo son rumores y conjeturas. no parecía saber quien era el rey del norte ni dar crédito a estas palabras Desde luego, la princesa Nirnadel es una mano muy codiciada, pero que acabe sucediendo al final...

 Dejo la frase en el aire. Parecía satisfecho de la actitud que habían mostrado respecto a su oferta de trabajo, así que se aproximó más a ellos para poder bajar el tono de voz.

 Es una persona importante y poderosa en la ciudad. No puedo contaros más por el momento. asintió a las palabras de Tirlindë De acuerdo, entonces regresad al Descanso del Viajero y hablad con vuestros compañeros. Nos encontraremos allí antes de la media noche, no os preocupéis... ahora tengo que seguir con mi ronda.

 Y tras despedirse de la pareja afectuosamente, abandonó la sala de guardia, volviendo a la muralla.

 El anciano pareció sorprendido de la oferta de Elendorn, pero cogió las monedas.

 De acuerdo, gracias.

 El tipo guardó la botella y se perdió entre las sombras del callejón. Los tres amigos entraron al calor de la taberna. El ambiente parecia tranquilo pero animado. No se veía al hobbit por ahi, o se había ido a dormir pronto o trabajaba hasta tarde.

 Del comedor llegaba un delicioso olor a carne de cerdo y cebollas guisadas...

El día había sido largo y no parecía haberse quedado nada en el tintero. Me encontraba fatigado y hambriento, de modo que me preparé para cenar y después me retiré a la habitación para descansar.
Un nuevo día nos esperaba y quería estar preparado para escuchar las nuevas que Elendin y el Noldo sin duda nos traerían por la mañana.

El enano suspiró ante la generosidad innecesaria del elfo pero no dijo nada. Cada cual debía hacer con sus tesoros lo que le pareciera mejor y quizá Elendorn había visto algo en el anciano que se le escapaba.

A la llegada a la posada tomó algo para cenar y se dispuso a alegrar el ambiente en la taberna mientras volvían sus compañeros. Sin embargo la canción que había elegido sólo agradaría a los más borrachos e incapaces. Aún así no renegaría de su arte.

El silvano entró tras sus compañeros, esperando ansioso la cena de esa noche, le pareció que sus compañeros se extrañaban de su acto en beneficio del hombre, pero para él solo eran suyas aquellas cosas que necesitaba, sus armas, su caballo, y tal vez algunos recuerdos era todo lo que necesitaba.

No era que fuera regalando sin motivo el tesoro que reunía, aquel hombre intentaba ganarse la vida, y sería injusto que no pudiera vivir por culpa de no tener compradores. Cuando alguien buscaba ganar dinero, era justo ofrecérselo, de otro modo nacerían más ladrones, asaltantes y asesinos. Diferente sería si en vez de procurar ganarse la vida intentara pasar a través de los demás sin importar si les dañaba.

Hizo el juramento de ayudar al necesitado, y si bien muchos vieran su promesa como llevada a la exageración, para él, era importante cumplirla, por allí por donde había pasado, había dejado algo atrás, dos dagas gemelas o ese par de monedas eran solo algunos ejemplos, no buscaba riquezas, y le bastaba con poder seguir caminando sin temor a dañar a alguien solo por despreciarlo. Aquel dicho de hoy por mi, mañana por ti, era un claro ejemplo de que si tu respetabas y cuidabas de quienes se cruzaran contigo, o les ofrecías una justicia firme si merecían un castigo, el camino sería también justo para él, quien sabía si un día se perdería en aquella laberíntica ciudad, y sería aquel pobre hombre quien le salvaría señalándole la buena dirección.

En la mesa no faltaría su jarra de agua, y pese a que a veces podría quedarse sin comida, como los hermosos árboles de sus bosques, le bastaría con algo de luz y rocío de alba. Cuida la vida, y ella te cuidará, tal vez un elfo demasiado humilde a veces, pero era parte de su auto castigo avanzar de ese modo. Que sin embargo no creía incorrecto.

El mago asintió conforme al guardia, no obstante antes de irse le dijo:

-Una cosa más señor Amrith, ¿existe la posibilidad de sacar a alguien de la ciudad? es que hemos conocido a una joyera que nos recompensaría si sacamos a sus sobrinos de la ciudad, por lo que quizás podamos ayudarnos mutuamente, ¿no le parece? -preguntó un tanto interesado el noldo esperando que el dúnedain accediese.

Tras ello se retiró a la posada junto a su amada y dejó que fuera ella quien pusiera al resto del grupo al corriente de todo, al fin y al cabo ella era la líder...

Elendin se despidió y procedió a regresar a la posada para reunirse con sus compañeros, los cuales quizás estuvieran cenando o ya habrían terminado de hacerlo.

- Acabamos de venir de ver a mi compañero Amrith - dijo mientras intentaba servirse un plato de guiso para comer - y aunque no sabe nada de lo que rodea a la princesa Nirnadel, sí que nos ha explicado algo interesante... dice que una persona muy influyente de la ciudad tiene una misión que encargarnos, y ha pedido vernos esta noche en esta posada a media noche... ¿qué decís? ¿vamos a ver a ese hombre? no tenemos nada que perder... - comenzó a intentar convencerlos entre bocado y bocado, mientras regaba todo con un gran vaso de agua a grandes tragos

El silvano aun estaba cenando cuando se añadió a la mesa Elendin, casi como si de un intruso se tratara comenzó a hablar casi sin haberse sentado, pero no podía culparla, parecía animada, y si esperaba hacer un paseo a media noche, sin duda no le dejaría sola, podría ser peligroso no estar preparado a esas horas.

Asintió sin dejar de masticar despacio aquella comida, el cansancio no existía ante las nuevas aventuras.

 Justo antes de irse, escuchó la propuesta del noldo.

 De acuerdo, pero es extraño... la gente quiere entrar a la ciudad, no salir de ella... se frotó el mentón, como si alguna cosa no le cuadrara Imagino que quiere salir con sus sobrinos sin que nadie lo sepa, pero aún y así....

 Amrith se fue pensativo, aunque asegurándole a Tirlindë que le era posible hacer lo que le pedía, por una pequeña propina, por supuesto...

 Supongo que le podría pedir cinco o seis piezas de oro...

 Elendin y Tirlindë llegaron a la posada cuando Elendorn aún masticaba los restos de su cena. El enano ya había terminado y desvariaba sobre una mesa, dándo alaridos desafinados que sólo él entendía como una "canción"

 Ragnar ya se había recogido a dormir y Rudigar no había llegado a pasar por el comedor. Ahora que se levantaba pronto para trabajar, también gustaba de recogerse temprano.

 Mientras les servían la cena, el hechicero y la montaraz pusieron al enano y al silvano al día.

El mago pagó de nuevo sus cinco piezas de cobre para el alojamiento y la comida de su nuevo día y mientras esperaba que le sirvieran le dijo a los demás:

-Yo también voy a quedarme a ver qué nos cuenta -dijo mostrando su predisposición a apuntarse a la nueva misión por si había alguna duda- además también puede que se pase la anciana, y según nos ha informado Amrith es posible ayudarla a sacar a sus nietos de la ciudad, por lo que si todo va bien, es posible que podamos llegar a un acuerdo con la joyera ... -concluyó esperando que así fuese y pudiera conseguir esos pendientes que tanto ansiaba.

 Tirlindë y Elendin terminaron su cena. Elendorn hacía rato que había terminado también y, Fjalar, cansado de cantar, medio dormitaba en una esquina estirado sobre el banco y con su brazo derecho como almohada.

 Cuando la camarera les informó de que ya era media noche y que tenían que cerrar la zona del comedor, se hizo evidente que allí no iba a venir nadie más.

 Cansados, frustrados y algo achispados por el vino y la cerveza, subieron a dormir a sus habitaciones. Rudigar y Ragnar estaban ya profundamente dormidos.

 Sin embargo, cuando la pareja abrió con su llave la alcoba que ocupaban desde hacía dos noches, se encontraron dentro con que alguien les esperaba. Medía más de dos metros, llevaba una armadura de cuero endurecido de su tamaño, ropas brunas, botas altas, capa larga y un espadón cruzado a su espalda. Bucles morenos caían sobre sus hombros. Sin embargo, dónde debiera haber habido una cara, sólo había una inexpresiva máscara hecha con tiras de cuero.

 Por Manwë, ya pensaba que no ibais a aparecer. dijo utilizando la lengua de los elfos sindar Amrith me habló de vosotros. Tengo una misión que espero os interese.

 Al presentarse la montaraz y el hechicero no obtuvieron un nombre por respuesta. En su lugar, les mostró su sello personal, un gran anillo hecho en cobre y con un emblema pintado en verde y amarillo.

 Lo lamento, no puedo deciros nada más sobre mi por ahora. se disculpó Id a buscar a vuestros compañeros y os daré los detalles sobre la importante misión.

 Pese a ser el intruso, se movía por la habitación como si fuera el dueño de la misma.