Partida Rol por web

La chica suspiró un poco más tranquila, aunque aún inquieta por la repentina desaparición de Salara, no era normal en ella faltar a su palabra.

- No, señor Director, muchas gracias por la ayuda, y sentimos haberle ocupado parte de su tiempo, iremos a seguir buscando a ver si la localizamos... de nuevo, gracias .- La chica sonrió al Director, aunque lo más probable era que ni la estuviera mirando, y se giró para dirigirse a la puerta -. Vamos Marina, volvamos al lugar en que habíamos quedado a ver si por casualidad ha llegado.

Al abrir la puerta se giró para despedirse del Director con la mano y una sonrisa en la boca, y al salir cerró la puerta con cuidado y reanudó su camino hacia el punto de encuentro.

Sara asintió esperando que Iván llamara a Aitor pero tras escuchar sus palabras se arrepintió de haberlo hecho. Acababa de decir "cuarto-pocilga" descuidadamente sin entender las repercusiones de esas palabras. Estos chicos eran unos inconscientes. Negó con la cabeza deseando que entendieran mejor el aspecto social de las cosas.

- Pobre Salara, ella a lo mejor no comprende lo que los humanos pensamos al ver todo ese desorden.

Lo mismo para ellos lo material no tenía importancia o quién sabía.

A Bosch no le dio tiempo a despedirse, pues cuando comenzó a abrir la boca Moussa ya se había esfumado junto a César.
El viaje por el espacio fue como siempre. Rápido y extraño. El despacho de Bosch pareció deformarse, convirtiéndose al instante en uno de los talleres del instituto. Había herramientas por todas partes, y piezas metálicas.

Sobre una de las mesas de trabajo reposaba un extraño artilugio a medio construir. Un alumno de la edad de Moussa, el cual le sonaba de algo, estaba trabajando en el invento, toqueteando algo en el interior. Con la lengua fuera, hacía una curiosa mueca de concentración.

Detrás de él un chico de piel oscura lo supervisaba con gran interés, observando todos y cada uno de los movimientos que hacía. 

En una mesa más allá había una chica con cabello corto y gafas. Estaba tecleando frenéticamente en un portátil. También le sonaba a Moussa de algo... ¡Eh, era la chica esa tan parlanchina de la Ceremonia del Nombramiento! 

Sí, aquello era sin duda el Club de Inventores. Moussa recordaba a algunos de aquellos adolescentes de cuando se encontraron en la enfermería, el día que Salara despertó.

En un banco, a un lado de la gran aula cuadrada, dos jóvenes estudiantes estaban enfrascados en sus consolas portátiles. Uno de ellos tenía la piel de un rojo intenso, los ojos azul brillante y las orejas puntiagudas. No parecía de este mundo. A Moussa le llamó bastante la atención como para acerarse y preguntarle si era Fragua.

El aludido frunció el ceño, extrañado, mientras dejaba reposar la consola sobre su regazo.

- ¿Qué? - respondió, sin llegar a entender las palabras de Moussa.

- Yo soy Fragua - dijo una voz a sus espaldas. Era el chico de color. Un momento... ¿ese no era el que le había puesto su nombre de superhéroe a Aitor?

- ¿Qué pasa con Salara? - preguntó.

Arqueó una ceja mientras los observaba, inquisitivo.

Mientras Aitor tecleaba, Rudy siguió hablando con los veteranos.

- No es que sea uno de los secretos mejor guardados de la escuela - dijo Hermes con una sonrisa, refiriéndose a lo de la base subterránea -. Todo el mundo sabe que la base de operaciones de la Nueva Generación está por aquí, en algún sitio - añadió con cierto misterio.

- Normalmente no dejan entrar a casi nadie. Tienes que pasar unos controles para entrar en los que muestras tus huellas digitales, retina... Osea, si no eres una persona autorizada es muy difícil acceder, casi imposible - Midas negó con la cabeza -. A los estudiantes, por mucho que nos empeñemos, no nos dejan entrar.

- Pero Salara es un caso aparte - sonrió de nuevo -. Te sorprendería la de cosas que ha construido allí abajo.

Tras enviar el mensaje a Esther, Aitor recibió una llamada entrante. Era de Iván.

- Oye tío, Salara no está en su cuarto-pocilga. Cuarzo, su compañera, nos ha dicho que estaba en un seminario de alienígenas con un tal Tesla. Dicho Tesla no está en su cuarto tampoco, ni su compañero si es que lo tiene. ¿Crees que puedes encontrar el número de este Tesla? - les informó el chico hada por teléfono.

Escucharon la respiración del muchacho, que seguía al teléfono mientras esperaba su respuesta.

Por lo que sabía Aitor, Tesla debía de estar en su habitación en aquellos momentos. Aunque cuando estaba sola acostumbraba a ponerse unos cascos y escuchar heavy metal a todo volumen.

- Tesla estaba también en el seminario. De hecho se ha sentado con Salara. Quizá ella sabe qué está haciendo allí abajo - sugirió Midas, mientras dejaba finalmente el mando de la consola sobre la cama. 

Todavía llevaba puestos aquellos extraños guantes con filigranas doradas. No parecía quitárselos nunca.

Aitor descolgó el teléfono, por lo que escuchó lo que tenía que contar Iván. Antes de que el genio respondiese, Iván y Sara pudieron oír algo a través del teléfono. Era una voz algo lejana, pero familiar. Alguien que hablaba junto al teléfono, pero no directamente a éste.

- Tesla estaba también en el seminario. De hecho se ha sentado con Salara. Quizá ella sabe qué está haciendo allí abajo.

Fuera de contexto, Iván y Sara no podían extraer mucho de aquellas palabras. Lo único que podían deducir es que, tal como Cuarzo les había sugerido, la tal Tesla sabía algo. Y que Salara debía de encontrarse en algún lugar allí abajo.

Marina, después de Diana, se despidió también del director. Hizo un leve gesto con la cabeza, sonrió y salió detrás de su compañera.

“Al menos hemos conseguido que avise a Esther” tecleó Marina en su teléfono, optimista. 

Cuando llegaron al vestíbulo se lo encontraron como antes, casi vacío. De vez en cuando algún estudiante - que ya había pasado algún tiempo fuera de la escuela - entraba. Otros salían, arreglados para salir de fiesta. Justo como iban a hacer ellos... 

Marina se sentó en uno de los numerosos y mullidos sillones que había dispuestos por el vestíbulo, el cual se parecía en cierta manera a la recepción de un hotel. 

- ¿No ha habido suerte? - les preguntó el conserje a las dos muchachas, que parecía estar al tanto de lo que hacían - ¿Y si llamáis a alguno de vuestros compañeros?

Justo en ese momento una figura familiar se paseó por el vestíbulo, en dirección a la salida. Un chico verde, con cuernos, vestido con una camisa oscura, tejanos y zapatos. Una delgada cadena le colgaba de uno de los lados del pantalón.

Averno, al ver allí a las dos muchachas se acercó, con una sonrisa en el rostro. 

- Ey, ¿qué tal? - las saludó -. Estás guapísima, Ms Justice. ¿Qué hacéis aquí las dos? ¿Vais a salir?

El chico demonio también saludó al conserje con la mano.

El teléfono de Iván tenía el sonido muy fuerte porque se escucharon incluso las palabras de fondo. Sara se acercó un poco al móvil. Parecía que habían llegado a la misma información sobre el seminario pero otras de las cosas que se decían no eran fácilmente entendibles.

- Hola, aquí Sara. ¿Dónde nos reunimos? Parece que sabéis dónde está Salara.

"Allí abajo" sonaba raro porque los seminarios imaginaba que se harían en el auditorio, no en un sótano. Así con unos datos tan escuetos no podía llegar a ninguna conclusión.

-Serviría de poco llamar a Tesla. A menos que me equivoque estará sola, escuchando música a todo volumen en sus cascos. No se dará ni cuenta. Os envío la ubicación de su cuarto, le preguntaremos si sabe algo de Salara. Nos vemos allí -sentenció Aitor hablando por manos libres, lo que le permitió enviarles casi instantáneamente el mapa de la escuela con un punto rojo señalando la habitación de Tesla, una imagen básica que acababa de tratar mientras hablaban.

Resultaba curioso que habiendo estado en el interior de la mente de Salara, aquella información más comprometida para los humanos, cosas del tipo de la ubicación secreta de una base de superhéroes, la fabricación de fantásticos artefactos de alta tecnología o sus preocupaciones más allá de los propios humanos, no se vieran representadas. Era una extraterrestre de lo más interesante, Salara. Algún día tendría que hablar con ella largo y tendido, o intercambiar información telepáticamente, eso también podría ir bien. En cualquier caso, tendría que ser tras localizarla.

Aitor, había que reconocerlo, estaba inquieto. Ahora que el grupo 4 empezaba a concerse, los más observadores podrían percatarse que apretaba la mandíbula sin darse cuenta...

Sara asintió detrás del teléfono.

- Ajá. Está bien. Os esperamos aquí. Hemos llamado a la puerta de Tesla pero nadie nos ha respondido.

Se le iluminó el rostro un instante cuando cayó en la cuenta de una cosa que podría probar.

- Trataré de sacar información desde aquí fuera y si no es posible podemos intentar entrar.

Al final todos los caminos parecían llevar al mismo sitio. ¿Habrían conseguido algo diferente Diana y Moussa?

La joven se concentró mentalmente para hablar con su hermana.

- Mira por favor lo que hay dentro de esta habitación. Buscamos a Tesla que imagino es una chica con gafas.

Era fácil guiarse por el estereotipo de niña cuatro ojos.

- Si no está allí a ver si ves papeles o algo de utilidad.

Tan concentrado estaba en localizar al lagarto del espacio exterior, que hasta que no escuchó la voz de Fragua, no se percató realmente de las figuras que lo rodeaban. ¡Pero si les conocía a todos ellos! Bueno, a casi todos.

-¡Ey! ¡Pero si sois vosotros! Espera...¿Tu eres Fragua? ¿En serio? 

Acercándose hasta el wakandes hasta un punto que rallaba lo incómodo, le observó con gran detenimiento esperando encontrarse escamas o algo por el estilo. Aunque para su desgracia, lo único que vio fue a un hermano de lo más humano.

^{-y yo que pensaba que serías un lagarto gigante, vaya chasco...}

Susurró para sí mismo, tras lo cual se apartó para lanzar un vistazo rápido a todos los presentes.

-Esto...Hola a todos. ¿Estáis creando un super láser mortal o algo así? Bueno, a lo que iba...  -Indicó volviéndose una vez más hacia Fragua.   -Joe, se me dan fatal los nombres. Pensé que tú eras Forja o algo así. No te lo tomes a mal, es solo que no soy bueno con los nombres. En fin, a lo que iba...Salara había quedado con nosotros y llega tarde. Nadie la ha visto desde hace horas y tampoco se encuentra en las zonas comunes del Liceo. Por lo que me contó uno de mis espías, fuiste el último en verla. ¿Sabes hacia donde se iba o si pasaba algo?

Las palabras de Moussa no portaban ningún tipo de doble significado, ni trataba de acusarlo de nada. Su instinto le decía que el Wakandes no tenía nada que ver, después de todo, los hermanos de piel oscura tenían que apoyarse. Tan solo estaba tratando de reunir las pocas pistas que tenían para tratar de descubrir si Salara estaba bien o si por el contrario, le había sucedido algo.

-E.S.T.H.E.R no nos deja piratear sus palomas, bueno, Aitor lo hizo pero la robot se enfadó y le echó del sistema. Si no sabéis donde está Salara ¿Podríais hacer para ayudarnos a encontrarla? Tenemos un genio en nuestro grupo, pero aquí estáis los más listos del Liceo, seguro que a vosotros se os ocurren mil planes mejores que a nosotros. ¡Por cierto!     -Como era de esperar, Moussa actuaba siempre por instinto y soltaba siempre lo primero que se le pasaba por la cabeza y por eso al mirar a César, se le ocurrió otra gran idea.    -Cuando esto se solucione, necesitaremos de vuestra ayuda. César es un poderoso piroli...piroke...bueno, que domina el fuego. Pero le cuesta crearlo e ir siempre con un mechero es una mierda. ¿Podríais diseñarle un guante o algo así que le ayude a crear fuego para que después pueda usarlo? A cambio os podré conseguir helados durante una semana.

-Bueno, chicos. Ya os diremos algo si la encontramos. Bye bye.-dije despidiéndome con la mano.

Me habría gustado pasar un poco más de rato con ellos. Eran los mayores, siempre estaba bien hacer amigos en otros cursos. ¡Además, ellos tenían consolas!

Igualmente, en el caso en el que no estuviésemos buscándola nuestra mentora, Aitor no parecía muy dispuesto a relajarse y jugar unas cuantas partidas. Tendría que buscar a otro compañero para momentos lúdicos, jeje.

Al escuchar las palabras de Sara me apoyé en el hombro de Aitor y le dije al móvil que sostenía:

-Espéranos ahí, Sara. En nada llegamos. -luego me di cuenta que había gritado más de la cuenta. Cada vez me parecía más a mamá.- Si hace falta hecho la puerta abajo, jeje.

[color=#819FF7]~ Muy bien ~[/color] respondió Alicia con su voz espectral[color=#819FF7] ~. Voy a ver qué hay dentro.[/color]

Se despidió con una sonrisa y atravesó la puerta como si no estuviese ahí.

Tan solo unos segundos después, Alicia asomó la cabeza por la puerta.

[color=#819FF7]~ Hay una chica, está tumbada en la cama. Lleva puestos unos auriculares muy grandes ~[/color] informó [color=#819FF7]~. No creo que os vaya a oír.[/color]

Se mordió el labio inferior.

[color=#819FF7]~ Jo, ojalá pudiese abrir la puerta desde dentro o algo. ¡O hacer que me viese![/color]

Alicia no solía quejarse de su condición de fantasma, al menos no delante de Sara. Se encogió de hombros, algo apenada, mientras aguardaba alguna instrucción más. Su cabeza seguía sobresaliendo de la puerta, como si fuese un trofeo.

Por suerte para los dos muchachos, el dormitorio de Tesla no estaba muy lejos del de Hermes.

- Si descubrís algo más avisadme – se despidió Hermes, quien ahora también se encontraba preocupado.

Mientras cerraban la puerta, Aitor y Rudy pudieron escuchar un susurro de Midas.

- ¿Por qué no vas con ellos?

Tan sólo tuvieron que bajar dos pisos y recorrer un largo pasillo para encontrarse con Sara e Iván. Los dos adolescentes aguardaban frente a la puerta del dormitorio de Tesla. De hecho, parecía que llevaban bastante rato ahí. 

Pasillo de dormitorios, planta baja

Sara e Iván se quedaron de pie frente a la puerta del dormitorio hasta que llegaron Aitor y Rudy. Los vieron llegar por el pasillo, andando sin pausa pero sin prisa.

Parecía ser que algunas de las respuestas que buscaban se encontraban detrás de aquella puerta. Un obstáculo sencillo y esperable, poco típico de los relatos de superhéroes.

¿Cómo iban a sortearla?

La sonrisa se desdibujó un poco del rostro de Averno cuando Diana le expuso la situación.

- Vaya… - dijo, como si le hubiesen aguado la fiesta -. Pues no sé mucho, la verdad. Aunque… - se frotó la barbilla -. Me suena que tenía un seminario… algo de materiales. No sé, cosas que hacen para los cerebritos – se encogió de hombros.

Tras unos segundos pensando, Averno se cruzó de brazos y miró a Diana con cierta suspicacia.

- Ahora que lo pienso, yo había quedado con Fusión, pero tampoco lo veo por ningún sitio. Iba a irme tirando para la fiesta yo solo. Qué casualidad, ¿eh?

El chico demonio suspiró.

- Salara puede que esté en la base. Si no hay manera de encontrarla ese es uno de los sitios donde es más probable encontrarla.

Marina arqueó una ceja ante aquella declaración, inquisitiva.

- Sí, sí. La base. Donde se entrena la Nueva Generación. Muy pocos pueden entrar, va por control biométrico. Aunque eso no sería un problema para ti, ¿eh, pillina? – Averno le guiñó un ojo a Diana.

Metió las manos en los bolsillos y comenzó a alejarse.

- Bueno, que no os preocupéis. Seguro que no le ha pasado nada a la pequeña. Como es tan bajita suele pasar desapercibida. Pero siempre está ahí, al acecho… - aquello último lo dijo como si sus palabras escondiesen algún significado, pero no dio tiempo a leer su lenguaje no verbal.

Simplemente sonrió y se esfumó en una nube de humo rojizo.

Cuando Moussa se le acercó tanto el muchacho wakandés retrocedió. A pesar de que se le veía alto y fuerte, Fragua seguía teniendo la presencia de un cerebrito de quince años algo tímido.

Aun así, no tardó en responder a la pregunta de Moussa.

- Yo la he visto en el seminario de materiales alienígenas de esta mañana. Ha sido muy interesante.

- ¡Aaaagh, me habría encantado ir! – se quejó Rita desde su sitio, más allá frente al portátil -. Qué rabia me ha dado. Maldito Bosch y sus exámenes sorpresa...

- El caso es… que iba de materiales especiales para el procesamiento y conversión de energía. Hay elementos muy interesantes fuera de este planeta con unas propiedades electrónicas alucinantes. Bien usados nos permitirían revolucionar las infraestructuras energéticas de la Tierra entera. ¡Y eso es sólo el comienzo…!

Fragua pareció callarse a medio camino. Era de los que se emocionaba a medida que hablaba sobre ciencia. 

- Vaya, pero os debo de estar aburriendo – se rascó la cabeza, algo avergonzado -. No sé dónde está Salara. Aunque si no está en su cuarto, ni con su novio ni con nosotros probablemente está en su taller privado, en la base subterránea.

Pasaron unos segundos, en los que el muchacho pareció darse cuenta de algo.

- ¡Ni se te ocurra intentar teletransportarte a ese lugar! – dijo mientras alargaba una mano hacia el brazo de Moussa, como si cogerlo pudiese evitar que el muchacho desapareciese -. Está específicamente protegido contra ese tipo de intrusiones. Si se entra hay que entrar de forma legal, con un permiso expreso del director, de Esther, y pasando un control biométrico.

- La base está reservada para la Nueva generación, los profesores y algunos alumnos excepcionales – informó Rita, asignando a Salara a la categoría de "alumnos excepcionales" -. Y aceptamos lo de los guantes de tu amigo.

Fragua miró a su compañera, confuso.

- Lo aceptamos – repitió la chica de las gafas, saboreando el helado en cada una de las palabras.

- Está bien… Bueno, lo que iba diciendo… Puede que Gata Lunar esté enfrascada en algún experimento. No sería la primera vez que pierde la noción del tiempo… Aunque es raro, si había quedado con vosotros y eso…

- ¿Dónde están tus compañeros? – le preguntó Rita a Moussa -. ¿La estáis buscando entre todos?

- Podemos intentar ir a la entrada de la base. Aunque no creo que pasemos...

Corrían rumores de que el acceso a la base subterránea era ultrasecreto, que tan solo unos pocos conocían el lugar. Aquello no parecía aplicarse a los cerebritos del Liceo.

Poniendo cara de interesante, asintió ante las palabras de Fragua en lo referente a los materiales especiales. No entendía ni una palabra, pero era inútil negar que se sentía intimidado por el intelecto de los presentes. Así que fingía entender todo aquello con ánimo de no parecer más tonto aún de lo que era.

-infraestructuras energéticas, sí.    -Repitió como si aquellas dos palabras tuviesen el mayor de los significados para él-

De pronto por fin llegó las palabras mágica que provocaron que los ojos de Moussa se iluminasen..."Base Secreta" Había oído rumores sobre ella, pero no estaba muy seguro de si realmente existiría algo así. Pero ahora que los cerebritos lo confirmaban, estaba seguro de que debía de ir allí sí o sí.

Apunto estuvo de formar uno de sus portales cuando el wakandes le detuvo. En cierto modo se lo agradeció, ya que no estaba muy seguro donde estaba exactamente situada la base y lo mismo podía teleportarse en medio de una piedra. Nunca le había sucedido nada así, claro que con le pasase una sola vez sería más que suficiente como para terminar su corta vida. Así que era mejor no intentarlo.

-¿Eh? Je, je claro claro. No iba a ir, no soy tan irresponsable...

"uuffff por poco la cago y me lanzo al vacío con los ojos cerrados."

El escuchar las palabras de Rita sobre lo que acababa de pedirles para César, le ayudó a recuperar la compostura y le guiñó un ojo a su compañero. César podía ser muy poderoso, uno de los más peligrosos en combate, pero no podía depender siempre de un mechero. Eso le ponía siempre en una gran desventaja, por lo que esperaba que los del club de inventores pudiesen ayudarlo.

-¡Gracias! Será de gran ayuda para César. Respecto a tus otras preguntas, nos dividimos para buscarla. Algunos fueron a su habitación, otros a buscar a Hernes...Hermes. Aitor pirateó los sistemas de E.S.T.H.E.R para buscarla por las cámaras, pero no la encontramos en las zonas comunes. Tampoco respondió al contacto telepático, así que empezamos a preocuparnos. Algunos fueron a su habitación y no recuerdo si fueron a algún otro lado. Nosotros hablamos con Bosch por si él sabía algo, pero tampoco la había visto y restó importancia a todo esto.

Moussa sentía que se le escapaba algo, sabía que lo tenía delante de sus narices pero no estaba seguro de qué se trataba. Así que comenzó a pasearse por la habitación dando vueltas hasta que por pura casualidad, su mirada se cruzó con la de Rita. ¡Eso era! Habían sido las palabras que había pronunciado la muchacha lo que había hecho saltar su intuición.

-¡Ey, ey! ¿Salara puede ir a la base secreta? Un lugar protegido ¿No? Eso explicaría el motivo por el que no pudieron contactar con ella mediante la telepatata esa. ¿Sabéis? Hay algo que no me cuadra desde hace tiempo...

Desvaneciéndose en el aire apareció frente a una de las pizarras de la sala y tomando una tiza azul, pintó un monigote con una gran cabeza.

-Esto representa el día que Megamind atacó la escuela. Lo hizo cuando la patrulla Liceo no estaba en casa y logró apresar a todos los profes. No mató a nadie, pero dio una paliza a Bosch, pero sospecho que fue debido a que era el único despierto...más o menos. Bien, imaginar que todos vosotros sois grandes genios del mal. ¿Para qué atacarías un escuela? La primera opción sería venganza ¿No? Pero no mató a nadie ni se molestó en hacerlos prisioneros, solo los retenía como si esperase algo. Así que esa opción descartada.      -Indicó mientras escribía y tachaba la palabra venganza en la pizarra.    -Por otro lado, de alguna forma logró neutralizar a todos los psíquicos. Yo siempre sospeché que podía ser debido a que tenía algún infiltrado más en la escuela y no quería que lo descubriesen. Pero...¿Y si el infiltrado es precisamente uno de los caídos? Se me ocurre que Megamind quería entrar en la base secreta pero que no podía hacerlo directamente, así que se las ingenió para que de alguna forma, uno de los nuestros hiciese el trabajo sucio. ¿Y si Salara está dominaba o influenciada por Megamind de alguna forma? Recuerdo que vino una telepatata de esas muy poderosas y no pudo hacer nada por ella, pero de golpe Salara despertó por sí sola.

Moussa se alejó de la pizarra como si estuviese observando algo que solo él podía ver. Tal vez se estuviese montando una gran película en su cabeza, pero creía que merecía la pena comprobarlo antes de que pasase algo realmente malo.

-Creo que Salara puede estar en la base secreta y que está influenciada por megamind, haciendo algo malo para nosotros. Quizás esté robando algún artefacto, accediendo a bases de datos o lo que sea que un villano necesite para conquistar el mundo. Creo que debemos entrar en la base secreta y comprobarlo por nosotros mismos. Si nos pillan y saltan las alarmas, pondremos en aviso a la escuela de lo que pasa. Si logramos colarnos sin que nos pillen, demostraremos que las defensas deben mejorarse y compraremos si estoy o no equivocado. Si me equivoco cargaré con todas las culpas, pero si estoy en lo cierto, será mejor que resolvamos esto cuanto antes. No sé, vosotros sois mil veces más listos que yo ¿Qué opináis?

Ahora que estaban todos allí, Aitor cayó en la cuenta de que la forma más sencilla para avisar a Tesla no era a través de su móvil, sino a través de su aparato de música. Sin más dilación hackeó su aparato(1), encendiendo el sonido de su tablet.

-Tesla, soy Zenitram, ¿podrías abrirnos la puerta? Salara no aparece... -dijo simplemente.

Si todo había ido bien, la chica escucharía el mensaje directamente en sus cascos, interrumpiendo momentáneamente la música. Podía llevarse un buen susto o pensar que eran imaginaciones suyas... si no fuera porque era uno de los "cerebritos" del instituto. Para cuando abriera la puerta ya estaría imaginando que a Salara le ha tenido que pasar algo para que estemos buscándola y seguramente ya nos tendría una hipótesis sobre dónde podía estar. Eso era exactamente lo que esperaban los representantes del Equipo 4 en esos momentos, así que perfecto.